sábado, 30 de diciembre de 2017

Niños de Ciudad II: Capitulo IV

Por sus palabras, Yunho solo pudo respirar profundo. La explicación, en vez de aclararle dudas, solo lo dejó mucho más confundido. Los posibles motivos por los cuales Jaejoong estaría interesado en contactar a un jefe de la mafia eran difusos. Yunho no pudo evitar que su lado protector saliera a relucir en ese momento. Para ser honesto, le preocupaba, le preocupaba pensar que Jaejoong estuviera buscando a aquel sujeto. Le provocaba temor, y aunque él sabía y se repetía segundo a segundo, que lo que le pasara a Jaejoong no era asunto suyo, él no podía evitar sentirse consternado.

Así que debía continuar con su averiguación, para estar seguro porque Jaejoong buscaba con tanta fijación a Lee Sooman.

General, deme por favor la dirección de esa casa, creo que es importante que la tengamos presente.


..

Capítulo IV: “Así que tú y Yunho…” El Jefe lo observó con fijación. “Que linda familia feliz”




Jaejoong jadeó al doblar sus brazos para subir sobre la barra y luego dejarse caer de nuevo. Lo intentó hacer otra vez, pero sus manos se resbalaron e hicieron que cayera sentado en el pasto. Era la decima vez que le pasaba, era obvio que no lo iba a lograr, así que el General soltó un suspiro y decidió dejarlo descansar.

10 minutos.

Le dijo y luego se marchó hacia el interior de la casa.

Cansado, Jaejoong se recostó sobre el pasto, a sabiendas que Yunho estaría de pie, vigilándolo, tal como lo había estado haciendo la última semana en sus entrenamientos con el General.

Jaejoong enderezó su torso para hablarle. Su presencia le fastidiaba. ¿Qué acaso no descansas?

Yunho lo miró serio. No lo necesito.

Pero yo si quiero hacerlo, así que déjame en paz.  

Mas sin obedecerlo, Yunho se quedó allí, observándolo, pensando en la conversación que había tenido tanto con la señora Choi como con el General. Los últimos días, su mente solo había estado ocupada en Lee Sooman y en la posible relación que este tendría con Jaejoong. Estaba claro que el tema no lo había podido olvidar y por el contrario, entre más lo pensaba, mas se le aumentaba la intrigaba.

Quería saciarse la curiosidad y él sabía muy bien que la única forma de hacerlo era preguntándole a Jaejoong.

Aunque no creía que fuera fácil sacarle información.

De todos modos lo iba a intentar.

¿Sabes? Hace unas noches visite a la señora Choi en el hospital… Comenzó de una forma tranquila, sin querer evidenciar las pretensiones que tenia atrás.

—¿Ah sí? —Jaejoong arqueó una ceja. —¿Y cómo esta ella?

Yunho endureció su cara. —No seas cínico, que si no fuera por tu culpa no estaría allí.

—Tampoco fue para tanto, ni siquiera le di la dosis completa.

Y además sales con esas excusas. Yunho bufó, desviando la mirada. Todo por quererla robar.

No podía simplemente sentarla en una silla y esperar que no me impidiera hacerlo. ¿O sí?

¡La pudiste haber matado!

¡Estas siendo exagerado!

¡¿Exagerado como cuando unos maleantes le dispararon a mi madre por un bolso?!

El grito de Yunho hizo que Jaejoong apretara los labios y decidiera quedarse callado. En realidad, él no había tomado en cuenta la historia de la madre de Yunho cuando dijo esas palabras. La había olvidado por completo y ahora se sentía sinceramente mal. Estuvo tentado a pedir disculpas, pero su orgullo no le permitió. Quizá lo más sensato era no decir nada más.

Yunho, al ver que había perdido la compostura y que involuntariamente había cambiado el rumbo de la conversación, decidió tranquilizarse, queriendo  retornar a su objetivo principal. —El punto aquí es que no te cuento esto para que te enteres de su estado; te lo cuento porque la señora Choi me dijo algo que me dejo pensativo. Algo que tú le preguntaste.

Al escuchar eso, Jaejoong pudo presentir a donde Yunho quería llegar. ¿Acaso él sabía de…?

Ella dijo que tu le preguntaste sobre el paradero de un hombre, tú le preguntaste si conocía a Lee Sooman. Esta vez Yunho fue directo, sin rodeos y la expresión anonadada de Jaejoong le hizo saber que la mujer no había estado alucinando cuando le contó aquella historia. ¿Por qué buscas a ese hombre?

Nervioso, Jaejoong miró un instante al piso, jugando con sus dedos. ¿Lo conoces? Preguntó con escondida ansiedad. No quería evidenciar que en realidad no tenía ni idea quien era Lee Sooman, ni para que mierdas lo buscaba. 

Respóndeme tu primero.

No te diré por que lo busco.

Entonces no te diré lo que sé de él.

De inmediato, Jaejoong se levantó del suelo, acercándose. —¡¿Entonces si sabes de él?! ¡¿Qué sabes de él?!

Sonriendo por la reacción, Yunho supo que lo tenía en la palma de su mano. —Ya te dije que no te lo diré si no me dices primero por que lo buscas. ¿Por qué le preguntaste a la señora Choi si lo conocía? ¿Por qué le preguntase sobre su ubicación? ¿Acaso esa fue la razón por la que entraste a esta casa?

Ante el montón de preguntas, Jaejoong solo pudo exhalar fuerte, debatiéndose si debía contarle o no. La cuestión era que no quería revelarle a Yunho que no tenía ni idea porque lo buscaba, y tampoco quería comportarse amable para sacarle la información. Solo quería satisfacer la duda que lo había estado acompañado todo este tiempo desde su llegada a Gwanju. Quería saber quién era aquel misterioso hombre.

Y por fin entender porque su Jefe estaba tan obsesionado con él.

De manera que, viendo que no tenía más opciones, Jaejoong decidió contar la verdad. No lo busco yo, lo busca mi Jefe y no sé ni quién es. Ha estado molestando con eso desde antes de llegar a esta ciudad.

Por la revelación, Yunho se mordió la boca. No pareció complacido en saber que todo esto se debía al Jefe. —¿Así que buscas a un hombre sin siquiera saber su identidad?

—El Jefe no ha querido revelarme nada.

—Y claro tu tan servicial con TU Jefe. Haces lo que te pida con tal de tenerlo satisfecho, aunque ni tú mismo sepas porque lo haces. Eso debe ser por lo mucho que lo amas…

—¿Puedes dejar eso? ¿Puedes dejar de inferir que yo estoy con el Jefe porque lo quiero?

¿Entonces porque más es? ¿Por qué sigues con él si no es porque lo amas?

Esa pregunta… Jaejoong no tenía la respuesta.

Después de tantas injurias, tantos maltratos, después de lo que le hizo en el pasado; Jaejoong aun no sabía porque seguía al lado de su Jefe. Y no es que no se hubiera intentado ir antes, de hecho en el transcurso de esos años, se había escapado un par de veces, hasta con éxito; no obstante él Jefe siempre lo terminaba encontrando; Jaejoong siempre terminaba regresando a su lado. Así que se acostumbró, se acostumbró a estar con él y a conformarse a la vida que siempre le tocó. Ya no le debía lealtad, ni obediencia; su acompañamiento se debía mas a un tema de conveniencia.

De cotidianidad.

De resignación.

Porque no tengo a donde ir.

Jaejoong llegó a la conclusión, luego de pensar en todo el tiempo que había seguido con el Jefe. Lo odiaba pero así mismo seguía con él. Era una relación tan complicada, que estaba seguro que nadie entendería.

Menos el mismo Yunho.

Y por aquella respuesta y la cara triste que reflejó Jaejoong, Yunho no pudo objetar nada. Incluso algo dentro de sí le dijo que eso era cierto, que Jaejoong le estaba hablando con el corazón. Con honestidad. ¿No has abandonado al Jefe porque él es como tu sustento? Preguntó ahora con más calma, sin ánimos de pelear.

Jaejoong lo miró con ojos vidriosos. Él es lo único que yo he conocido en esta vida Yunho. Para bien o para mal, él siempre ha estado ahí. Pero eso no quiere decir que yo le tenga todo mi aprecio. Es un maldito, me ha causado dolor… me separo de ti…

Eso no es…

¡Es así Yunho! Jaejoong gritó y dos lágrimas corrieron por su cara. Yo nunca te engañe con él, eso solo fue una mentira que él inventó para separarnos. Si, no te lo voy a negar, estuve enamorado de él, incluso mucho antes de conocerte, pero eso sentimiento desapareció cuando apareciste, cuando él me mostró que no era más que un desgraciado. 

Sabía a verdad, todo lo que Jaejoong decía sabia a verdad. El instinto de Yunho instigaba que esas palabras no eran mentira, que Jaejoong no estaba jugando uno de sus juegos o interpretando uno de sus papeles. Que hablaba con sinceridad, como si ese discurso hubiera estado guardado por mucho tiempo y al fin tuviera el alivio de confesarlo.

Aun así su raciocinio no le dejaba creer. —No me digas esto ahora Jaejoong, no cuando he sufrido tanto por ti. Su voz quebrada y sus lágrimas a punto de salir lo delataron. Él estaba a punto de perdonarlo.

—¿Sufriste por mi Yunho? ¿Enserio? Jaejoong habló incrédulo, sarcástico. ¿No te pesó dejarme así como si nada? ¿Con el corazón destrozado y sintiéndome como lo peor del mundo?

Estaba herido, tú me engañaste para acercarte a mí. Me hiciste creer que querías ser mi amigo, cuando lo único que querías era obtener alguna información que debilitara a mi pandilla.

La mirada de Jaejoong perdió fuerza. Lo hice, fui estúpido, lo siento. Lo hice por el Jefe y por mis amigos. Pero luego yo me di cuenta lo buena persona que eras y lo bien que me la pasaba contigo. Yo…

Me fui enamorando de ti.

En ese mismo instante, el General apareció de nuevo y ambos chicos tuvieron que limpiarse las lágrimas las cuales ya habían comenzado a salir. Jaejoong miró a Yunho con ojos rojos y después continuó con el entrenamiento, mientras que el otro se excusó para poder ir al baño.

Necesitaba desahogarse, necesitaba pensar y lo único que quería era estar a solas.



..



Se aproximó a la ventana y ojeó por entre las cortinillas de la persiana. Allí estaba ella, la anciana misteriosa, escondiéndose detrás de un muro. Bingo. Emocionado, Junsu despertó a Yoochun, quien desperdigado en la cama, dormía con el rostro aplastado contra el cojín. Lo sacudió un par de veces y cuando este por fin abrió uno de los ojos, Junsu le informó las buenas nuevas.

Esta abajo” Le susurró al oído. Yoochun pego un salto de la cama.

¿Esta el Jefe? Fue lo primero que preguntó al ponerse una camiseta y sus botas color tierra.

Salió temprano dizque a comprar cigarros. No creo que vuelva sino hasta pasado el mediodía.

Yoochun asintió por eso y luego se dispuso a salir del apartamento junto a Junsu. Ya afuera, los dos muchachos bajaron las escaleras y se escondieron muy hábilmente para que la mujer no se diera cuenta que estaba siendo espiada. Cuando intuyeron que ella se iría, ellos la rodearon contra una pared, acorralándola.

Hola, ¿Me recuerda? Junsu se presentó.

Fue en un tono amistoso, pero la señora no pudo evitar sentirse cohibida. ¿Quienes son ustedes? Preguntó con cautela.

Somos amigos de la persona a la cual busca. Esta vez le respondió Yoochun.

La señora agudizó su mirada al reconocer al chico de facciones redondas. Era el mismo muchacho que le había abierto la puerta la vez pasada, en el apartamento donde estaba Jisung. ¿Acaso ellos eran cómplices de ese hombre? ¿Venían a intimidarla? Usando el paraguas en su mano como escudo, la señora se puso a la defensiva, no dejando que aquellos dos muchachos se le acercaran ni un centímetro más. Váyanse, les aseguro que si no me dejan en paz, gritare.

Junsu y Yoochun se miraron confundidos. No venimos a hacerle daño, venimos a averiguar porque quiere conocer a nuestro hyung. Junsu explicó, tratando de mostrarse inofensivo para que la señora pudiera calmarse. Confié en nosotros.

¿Ustedes que son de Jisung?

¿El Jefe? Yoochun inquirió. Trabajamos para él desde hace muchos años.

Entonces no veo la razón por la cual tendría que confiar en ustedes. Apuesto que él los envió para callarme o peor, para matarme.

Junsu negó aterrado con la idea y Yoochun solo emitió un suspiro, sabiendo que su reacción era totalmente comprensible si antes había sido amenazada. Mire señora, como le dije, trabajamos para Jisung pero no somos sus aliados. Somos amigos de Jaejoong y queremos saber porque lo busca. Si confía en nosotros, hasta puede encontrarlo más rápido sin que el Jefe se tenga que enterar, ¿No le parece eso una mejor opción?

Por las palabras de Yoochun, la señora pareció tranquilizarse y cuando ellos creyeron que ella al fin bajaría la guardia, ella se las arregló para arrojarles el paraguas abierto en la cara y correr lo más rápido que su edad le permitía. Junsu y Yoochun no tuvieron más remedio que observarla mientras desaparecía por las calles del vecindario.

Al parecer conversar con ella iba a resultar más difícil de lo que inicialmente pensaron.



..



Con las piernas adormecidas y las plantas de los pies agonizando de dolor, Jaejoong se sentó en el andén frente a la casa de los Choi. El acumulado del entrenamiento de la semana le estaba cobrando factura, y hoy precisamente, el General le había concedido un permiso para que pudiera pasar el fin de semana con su “familia”. Pff, si supiera él que su supuesto “padre” no era más que su titiritero y que sus “hermanos” no compartían su sangre, aunque casi lo eran.

Cansado, Jaejoong barajó todas las opciones que tenia para llegar al apartamento donde se estaban quedando. No estaba muy lejos, podía caminar, sin embargo sus piernas estaban tan adoloridas, que estaba seguro que solo le responderían a lo mucho la mitad de una cuadra. No pasaba transporte público y tampoco traía consigo dinero para pagarlo. Quizá lo único que podía hacer era esperar que el dolor mermara y emprender camino luego de eso.

Si, esa era lo única opción viable.   

Así que acomodándose en la acera, Jaejoong se preparó para pasar las próximas dos horas sentado en aquella calle, y claro, su plan habría funcionado de no ser porque Yunho pasó justo por el frente, tomando él también camino para su posada.

Jaejoong se percató que Yunho hizo un intento (bastante débil) de ignorarlo, pero su conciencia al parecer lo traicionó y pese a todo le dirigió la palabra:

—¿Qué haces ahí?

Fue lo que le preguntó.

Jaejoong levantó ambos hombros con resignación. Estoy cansado, me duelen las piernas, no tengo dinero y no sé de qué otra forma irme a casa.

Yunho alzó una ceja. ¿Entonces te quedaras ahí sentado hasta que se te pase el dolor?

No tengo otra opción.

El sonido de un trueno retumbó a la distancia. La brisa estaba helada, el cielo gris, era muy probable que lloviera. Yunho suspiró pesadamente. —¿Dónde te quedas?

—En el distrito dong.

—No queda muy lejos de aquí, no hay necesidad de tomar transporte.

—Sí, eso lo sé. ¿Qué parte de no puedo caminar no enten…? —Jaejoong se quedo sin habla cuando vio a Yunho inclinarse de espaldas a él como si le estuviera ofreciendo llevarlo en su espalda. Jaejoong tuvo que refregarse los ojos para saber que no estaba alucinando. —¿Qué…?

Rápido, pronto va a llover y no querrás enfermar. Yunho dijo sin más, sin siquiera ponerse a pensar porque le estaba ofreciendo su ayuda.

¿Me vas a llevar en tu espalda?

Móntate rápido antes de que me arrepienta.

Viendo que no tenía otra alternativa, Jaejoong no renegó tanto y se montó encima de la espalda de Yunho, colocando sus brazos encima de los hombros de este y sintiendo como Yunho pasaba sus brazos por detrás de sus rodillas, para que no fuera a caer. La cara de Jaejoong quedo muy cerca de la oreja de Yunho, dejándole sentir no solo su mejilla contra la parte lateral de su cabeza, sino también su respiración cálida golpear su oreja. La cercanía era tanta que Yunho tuvo que hacer un enorme esfuerzo para ignorarla.

Emprendiendo camino por las solitarias calles de aquel vecindario, Yunho llevó a Jaejoong sobre su espalda, reposicionándolo ocasionalmente cuando sentía que se le resbalaba. La situación era de por sí bastante extraña, así que ninguno de los dos se atrevió a pronunciar palabra durante el recorrido. Cada uno estaba dentro de sus propios pensamientos, ambos nerviosos de establecer un contacto más allá del físico.

Cuando Jaejoong anunció que ya estaban frente a su edificio, Yunho desdoblo sus brazos y Jaejoong posicionó ambos pies en el suelo. Luego se colocó frente a él. —Gracias. Susurró como si le costara. No debiste hacerlo.

Yunho no pareció muy animado a corresponder las gracias. Se dio media vuelta, dispuesto a irse, hasta que la mano de Jaejoong sobre su brazo le hizo voltearse de nuevo.

—¡Espera! Hay algo que quiero decir.

Dilo. Yunho dijo indiferente.

Mirándose por un segundo los pies, Jaejoong levantó su rostro y enfocó sus ojos en aquellos ojos afilados. Lamento lo que dije sobre lo que le hice a la señora Choi. Sé que no estuvo bien, sé que a ti en particular no te gusta cuando la gente roba. Recordé tu historia y ahora me siento arrepentido por eso.

Pese a que las palabras sonaron sinceras, Yunho no estuvo muy inclinado a creerlas. —¿En realidad lo sientes Jaejoong? ¿En realidad estas arrepentido? Porque la verdad no estoy seguro de eso.

Jaejoong se mostró impasible, quizá Yunho tenia razón. —Solo pienso que no es justo. No es justo que algunos tengan todo y otros como yo, no tengamos nada.

¿Y por eso te crees con el derecho de robar a los demás?

Solo estoy tratando de equilibrar la vida. No sabes lo difícil que es.

Claro que sé lo difícil que es. Yunho subió el volumen de su voz. Sé que es estar en la calle, sé que es conseguir tu propia comida y tu techo con gotas de sudor. Yo he vivido lo mismo que tu Jaejoong, la diferencia es que no ando haciendo mal a los demás, no me excuso de mi desgracia para cometer delitos,
Así que no me vengas a decir que no lo comprendo porque…

—¡¡¡¿Cómo te atreves a decir que has vivido lo mismo que yo?!!!

El grito de Jaejoong, desequilibrado y lleno de dolor, hizo a Yunho cerrar la boca. Esta era la primera vez, desde que lo reencontró, que veía a Jaejoong perder la calma. De hecho, si lo pensaba bien, muy pocos veces lo había visto perder los estribos.

—¡¿Cómo te atreves a afirmar que eres como yo?! ¡¿Acaso naciste completamente solo en este mundo?! ¡¿Acaso tuviste que rebuscártelas desde pequeño?! Al menos tu tuviste la fortuna de tener una madre, un hogar, alguien que te amara desde pequeño… en cambio yo… siempre he estado solo, la compañía del Jefe y mis amigos es algo que no se puede comparar, no se comparar al dolor de saber que a tus propios padres ni siquiera les importaste como para abandonarte así.

Ante aquellas palabras, Jaejoong escondió su cara, abatido. El Jaejoong de antes jamás se había mostrado tan perturbado por no tener un hogar, Yunho siempre lo había visto ser fuerte… quizá toda esa actuación de dureza solo se trataba de una máscara para ocultar lo que siempre sintió pero nunca mostro:

El sufrimiento de ser un simple huérfano de la calle.

Lo lamento.

Un paso al frente y Yunho tomó con ambos brazos la cabeza de Jaejoong, acercándola a su pecho para que se pudiera apoyar. Se quedaron en esa posición por unos buenos minutos.

Yunho tu nunca podrás saber lo que he sufrido por no tener a mi mama…

Esas palabras lo quebraron, en realidad dolieron tanto que hasta le hicieron cerrar los ojos a él también. Pronto, sus manos pasaron del cabello a la espalda de Jaejoong y su cuerpo lo acobijó en un abrazo sanador, protector, que quería asegurarle que no importaba el sufrimiento, a veces también podía haber un poquito de consuelo en este mundo desolador. Jaejoong se dejo abrazar por aquellos brazos fuertes, rememorando como en el pasado le gustaba cuando aquel cuerpo lo apretaba contra él. Luego subió su rostro, encontrándose con la mirada conciliadora de Yunho.

Su coraza de disgusto y enfado se desbarato al estar de nuevo tan cerca de él. —¿Yunho… —Él suspiró. —…Aun me amas?

La pregunta cogió a Yunho de sorpresa. —¿Qué? ¿Por qué preguntas eso de repente? ¿No te sentías triste por…?

Respóndeme. Jaejoong lo interrumpió. ¿Aun me amas?

Yunho se tardo unos segundos en formular su respuesta. La verdad era que ni el mismo sabía si aun lo amaba, su cabeza se lo impedía, su corazón lo aceptaba. —Ya paso mucho tiempo de eso Jaejoong. Éramos solo unos niños.

—¿Eso es un no?

—¿Por qué te interesa saber si aun te amo? ¿Acaso no estabas enojado conmigo por supuestamente abandonarte?

Jaejoong chasqueó con la boca. Es verdad, solo tengo la duda.

¿Y qué harías si te lo dijera? ¿Acaso importa ya?

Solo dime.

Pues no, ya no siento nada por ti.

Ok, esa era la respuesta que no quería escuchar, sin embargo… Entonces pruébamelo. Enroscando los brazos por detrás del cuello de Yunho, Jaejoong se anclo a él, acercándolo un poco más. Ya la tristeza se había ido de su cuerpo, ahora lo único que sus ojos reflejaban era determinación, como si estuviera retando a Yunho a demostrar sus palabras. Pruébame que ya no me amas.

¿Qué carajos haces? ¡Quítate! Yunho se sacudió brusco, mas sin embargo no hizo mayor esfuerzo por alejar a Jaejoong. Tal parecía ser que aquella repentina cercanía no le molestaba tanto como su voz quería reflejar. ¿Qué es lo que estás haciendo ahora? ¿Qué es lo que tengo que probar?

Que ya no me quieres.

Bien, ¿Y como se supone que lo probare?

Jaejoong agudizó su mirada. Bésame.

¿Qué? Yunho no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. ¿Jaejoong se había vuelto loco o qué? ¿Estás jugando conmigo? Preguntó lo único que se lo ocurrió. No podía concebir como Jaejoong cambiaba de parecer tan volátilmente. Se supone que lo odiaba y ahora quería un beso suyo. Vaya, ya se le había olvidado lo extraño que podía ser Jaejoong.

No estoy jugando contigo, solo quiero comprobar si lo que dices es cierto.

—Pues no lo hare, ni siquiera entiendo porque me pides algo como esto, si tu y yo ya no tenemos nada.

—¿Qué? ¿Tienes miedo? —Jaejoong arqueó una ceja. Una sonrisita artera (de esas que tanto se le facilitaban) se le apareció en el rostro. La verdad él solo le pedía un beso por la única y sencilla razón de saber si Yunho aun tenía sentimientos por él, no tenía otras intenciones detrás de eso…

…o bueno eso era de lo que él se quería convencer. ¿Tienes miedo a que el beso te delate?

Claro que no. Yunho refutó enseguida.

¿Entonces?

Apretándose los labios, Yunho desvió la mirada, meditando si era oportuno o no caer en los juegos de Jaejoong. “¡Apártalo, ignóralo y vete!”  Su raciocinio le gritaba, no obstante, cuando enfocó otra vez su mirada y vio aquellos labios color durazno que tanto lo habían embriagado en el pasado, él tuvo que silenciar su cabeza.

Dejar de pensar con inteligencia, con dignidad, y simplemente obedecer a su estupidez.

¡Uhm!

Jaejoong gimió leve cuando sintió como la boca de Yunho se posó firmemente sobre la suya, quizá demasiado fuerte. Tan rápido como lo sintió, tan rápido lo dejo de sentir. Yunho se aparto en un abrir y cerrar de ojos.

¿Eh? Jaejoong replicó. —¿Solo eso?

¿No querías un beso para comprobar que ya no te amo? Pues ahí lo tienes, ese es tu beso. Saca tus conclusiones.

A Jaejoong le dieron ganas de reírse. No, no estoy pidiendo este remedo de beso. Quiero un beso de verdad… Se volvió a acercar. Y yo sé… que tú puedes besar mejor.  

Jadeando sobre la boca del moreno, Jaejoong abrió sus labios y chupo la boca de Yunho; atrapándola, acariciándola, no dejándole escapatoria. No teniendo opción, Yunho cayó ante sus caricias, siguiéndole el ritmo a la par que sus manos subían y acunaban las mejillas de Jaejoong. No se pudo resistir, esa boca traicionera sabía tan malditamente bien, que ya hasta había olvidado aparentar que no lo amaba.

Porque todo en ese beso, tan dulce y a la misma vez tan hambriento, gritaba a amor.

De repente, alguien a su lado rastrilló su garganta, como si les estuviera informando su presencia. Ambos dejaron ir sus bocas y cuando voltearon, el Jefe los recibió con aquella mirada amenazante tan propia de él.  

Jaejoong se apartó de inmediato, sin embargo no se sintió asustado.

—Sube, ahora.

Le ordenó el Jefe y acto seguido se dirigió hacia las escaleras del edificio. No objetó nada más.

¿Esta es la parte en donde corres a él pidiéndole perdón? —Por supuesto Yunho no desaprovechó la oportunidad para sacar su comentario venenoso; ya que la mirada que les dedicó el Jefe no fue nada más que puro y ardientes celos… o bueno, él lo percibió así.

Al escucharlo, Jaejoong solo pudo bufar en desagrado. —Tienes razón, tú no me amas.

Dándose media vuelta, Jaejoong dejó a Yunho con una expresión confundida y luego subió por las escaleras, totalmente decepcionado por todo lo ocurrido.

Cuando entró al apartamento y vio a su Jefe desparramado en el sofá, con un vaso con whisky en la mano y mirándolo como si lo quisiera matar, supo que no iba a ser fácil lidiar con el problemita que había creado. Opto por aceptarlo todo, tenía hasta pereza de justificarse. ¡Esta bien, lo estaba besando! ¡¿Ahora qué me va a hacer! ¡¿Me va a castigar?! Vociferó mientras levantaba las manos, pero contrario a lo esperado, Jisung no le dijo nada. Es más, parecía como si ni siquiera estuviera prestándole atención. 

Jaejoong se extrañó por eso. —¿Jefe? —Aproximándose, se sentó a su lado, mirándolo con desconcierto. —¿Le pasa algo?

—Creí que hoy lo encontraría, creí que hoy sería el día… —Jisung dijo a la nada; su semblante estaba perdido, su ojo descubierto desorbitado y su aliento apestando a alcohol. —¡¡¡Maldita suerte la mía!!! —Iracundo, arrojó el vaso hacia la pared y Jaejoong se estremeció por el sonido. ¡¡¡¡¿Por qué no puedo encontrarlo?!!! ¡¡¡¿Por qué no me puedo vengar de todo lo que me hizo??!!!

¡¿De qué está hablando?! ¡¿Por qué esta así?! Jaejoong exclamó. ¿Es de nuevo Lee Sooman?

¡¡¡Claro que es Lee Sooman!!! ¡¡¿Creíste que era por tu ridículo romance adolescente o qué?!!!

Bueno, al menos sabía que lo de su beso con Yunho, afortunada y sorpresivamente, había pasado a un muy segundo plano. ¡Dígame entonces que es lo quiere con ese hombre! ¡¿Por qué tanto secreto?! ¡¿Por qué lo quiere encontrar?!

—Porque lo odio, lo detesto con todas las fibras de mí ser, esa es la razón.

Eso no aclaraba dudas. —¿Por qué?

—¡No te puedo decir el por qué!

¡¿Por qué no?!

¡Eso no te importa!

Ante el grito, Jaejoong refunfuñó alto, frustrado al sentirse excluido de la verdad. Luego observó con detenimiento al Jefe, el cual estaba bebiéndose todo el whisky de la boca de la botella. Entonces una idea apareció en su cabeza. Jefe ~ ¿Quiere que le sirva un vaso de soju? Es bueno para el estrés.

El Jefe asintió sin mirarlo, sin sospechar nada.  

Levantándose, Jaejoong fue a la cocina y sirvió todo el soju que pudo en el vaso más grande que encontró. Después se devolvió a la sala, posicionándose de nuevo en el sofá al lado de su Jefe. Si no le podía sacar la verdad sobrio, al menos borracho podría intentarlo.

Tome.

Le alcanzó el vaso y el Jefe se lo tomó de un solo trago. A continuación le sirvió otro, otro y otro más, hasta que el hombre estuvo lo suficientemente desorientado como para poner alto a sus preguntas. Ok, este era el momento de actuar.

Posicionando su peso en el hombro del hombre, Jaejoong decidió comenzar de una manera muy casual, no tan directo pero al mismo tiempo no tan ambiguo. Debía aprovecharlo antes de que perdiera la memoria por el alcohol.

Así que… dígame Jefe, ¿Qué hizo Lee Sooman para que usted lo odie de esa manera?

Jisung se removió incomodo por la pregunta. Ese hombre es el causante de todas mis desgracias Joongie. La razón por la que tú y yo vivimos esta patética ilusión de vida.

Bien, estaba funcionando, pero necesitaba más. No entiendo, ¿Le hizo daño?

¡Él me quito lo que más quería y eso no lo voy a perdonar! ¡Nunca!

Pensativo, Jaejoong se recostó en el espaldar, procesando toda la información: ¿Había arruinado su vida? ¿Le había quitado lo que más quería? ¿Acaso Jisung alguna vez quiso mucho algo que no fuera dinero o poder? ¿Acaso se podría tratar de… una persona? ¿Qué fue eso que le arrebató? No resignado a quedarse con la información a medias, Jaejoong siguió preguntando, a sabiendas del estado desequilibrado de su jefe.

Y pese a todo, pese a su enojo y su empeño en ocultarlo, el Jefe decidió contarle lo que nunca le había dicho: Hubo una vez una mujer Joongie, una mujer que ame y que me traicionó.

¿Una mujer? Jaejoong frunció las cejas. ¿Usted la amo?

¡Claro que la ame! Pero la muy maldita me pago con una moneda demasiado cara. La malnacida esa…

Por cómo se expresaba de ella, Jaejoong dudó si el Jefe realmente la había amado. Además, eso de que el Jefe hubiera sido capaz de amar a alguien además de sí mismo, le parecía demasiado inverosímil como para ser verdad. ¿Qué sucedió?

—Me engaño con otro hombre, Lee Sooman, el hombre que yo detestaba y por el cual mi vida fue un infierno. Ella lo sabía y aun así lo hizo.

—¿Y cómo se llamaba ella?

El Jefe le clavó la mirada. Seojin. Se llamaba Jung Seojin.

“¿Seojin?” Ese nombre le resultaba familiar… Seojin, Seojin… ¡Seojin! Conmocionado, Jaejoong llevó su mano al bolsillo y sacó de el aquella foto vieja. Luego leyó lo que estaba al reverso:

“Para la sonriente mariposa traicionera y el bebe que crece en sus entrañas. Jisung, Seojin y nuestro bebe.

1986”

La mujer de la que hablaba el Jefe era la misma de esa foto, y la mujer de esa foto era nada más y nada menos que la madre de Yunho, ¿Ósea que efectivamente Jisung era el padre de Yunho?

¡Jefe! Excitado, Jaejoong le mostró la foto. En todos esos años que la había conservado nunca se la había enseñado, siempre la mantenía consigo celosamente ya que era un recuerdo de Yunho, sin embargo, ahora, era necesario hacerlo. ¿El de la foto es usted cierto? ¿Y ella es Seojin cierto? Preguntó mientras los señalaba con su dedo.

A Jisung casi se le sale el alma. ¡¿Por qué tienes esa foto?!

Eso no importa ahora, solo quiero que me responda.

—Si somos los de esa foto, pero no entiendo por qué carajo la tienes. Si me permites… —El hombre intentó arrebatársela pero Jaejoong no se lo permitió.

Ella esta embarazada en la foto, al respaldo dice “nuestro bebe”…

Deja de hacer tantas preguntas Joongie. El semblante del Jefe de repente cambió, su mirada se volvió oscura, como si le advirtiera que se estaba metiendo en terreno peligroso.

Sin embargo Jaejoong no estaba dispuesto a parar. Cuando encontré esta foto, yo estaba con Yunho, él la vio y la reconoció a ella… como su madre…

¿De qué estás hablando?

Jefe, esa mujer Seojin… es la madre de Yunho. Y si ella es la madre de Yunho y según esta foto, tú debes ser…

…el padre de Yunho.

Súbitamente todo quedo en silencio.

El Jefe, que había estado recostado sobre el espaldar del sofá, irguió su torso en cámara lenta con una expresión de asombro como si acabara de presenciar el más increíble acontecimiento. No lo podía creer, no daba crédito a las coincidencias del destino. ¿Esto era real?

Al ver la cara de estupefacción del otro, Jaejoong creyó que este al fin había caído en cuenta de la seriedad del asunto, sin embargo lo que paso después lo dejo completamente desorientado. Abriendo con exageración la boca, el Jefe emitió una gran carcajada, de esas que asustan y hasta te hacen erizar. Sus músculos se relajaron y su cuerpo se dejo caer sobre todo el espaldar, ahogándose de la risa.

Jaejoong no concebía lo que veía.

—Así que ese bastardo...  Ya entiendo porque me cayó tan mal la primera vez que lo vi. 

Fue lo que el Jefe dijo cuando se pudo calmar.

¿De qué habla? Preguntó Jaejoong, pensando que el Jefe no había comprendido sus palabras debido a su estado de embriaguez. Jefe, le estoy diciendo que Yunho es su hijo, ¿Capta? Él es su hijo y…

¡No digas que ese malnacido es mi hijo! ¡¡¡No es mi hijo!!!

¡Claro que lo es!

¡No lo es! ¿Y quieres saber por qué?

Jaejoong se quedo callado.

Porque ese bastardo fue el fruto de la traición que Seojin me hizo con Lee Sooman. Ese hijo no es mío, es de Lee Sooman y ahora entiendo porque la gente dice que de tal palo, tal astilla.

Ante tal revelación, Jaejoong solo pudo abrir la boca y dejarse caer en el espaldar, anonadado por toda la tanda de declaraciones que había recibido en tan poco tiempo. Era increíble como todo lo estaba atando de nuevo a Yunho y no podía ni imaginar en que terminaría todo este embrollo.

Poco menos atónito estaba Jisung, quien a su lado, solo se dedicó a seguir tomando de su botella, pensando fuertemente en las palabras del menor:

“Así que tú y Yunho…” El Jefe lo observó con fijación. “Que linda familia feliz”




..

Nota: Sé que de nuevo me demore, lo siento >.< 
La cosa con este fic es que ya lo tengo todo en mi cabeza, pero a veces me da pereza pasarlo a palabras. 

En este capitulo se revelaron algunas cosas, pero muy a medias, todavia queda aclarar muchas cosas. Dejen sus comentarios porfa de como les esta pareciendo.

El proximo capitulo ya casi esta listo. 



sábado, 2 de diciembre de 2017

Niños de Ciudad II: Capitulo III

Capítulo III: —Yoochun, casi puedo jurar que escuche que esa mujer quería verlo porque era parte de su familia...


—...Y al parecer el Jefe sabe algo o mucho sobre eso.



Cuando Jaejoong escuchó la palabra “trabajo” dicha por la boca del General Choi, creyó que este lo pondría a realizar labores de limpieza o alguna actividad tonta, como pintar cercas o mover cosas. Jamás imaginó que a lo que realmente se quería referir con “trabajo”, era a hacer un entrenamiento militar.

Esa mañana, cuando Jaejoong llegó muy puntualmente a las 7:00 AM, el general lo obligó a no hacer nada más que sentadillas, lagartijas y correr alrededor del vecindario al menos unas diez veces. Jaejoong estaba agotado, exhausto, su cuerpo le dolía y lo peor es que solo era el primer día. Pensó si la correccional hubiera sido una mejor opción.

Además también estaba Yunho.

¡Soldado! El general le gritó cuando Jaejoong se dejo caer en el pasto por enésima vez. La última hora había estado haciendo flexiones de pecho, una y otra vez, y sus brazos ya no le respondían más.

¡Soldado!

El General repitió y Jaejoong torció la boca. Odiaba que lo llamara así. —¡¿Qué?! Respondió con fastidio, levantando su cara para mirarlo.

El hombre arrugó el entrecejo. ¡¿Cómo que qué?! ¡No ve que soy su superior! ¡¿Cómo se atreve a responderme así?! ¡Por tal falta de respeto, le ordeno que haga 100 lagartijas más!

Jaejoong no lo podía creer, ¿Por qué estaba metido en esta situación?

Restableciendo el ritmo, Jaejoong hizo lo que el general le ordenó, sin embargo sus movimientos eran muy lentos. Estaba muy cansado, no estaba acostumbrado a tanto ejercicio y menos si alguien se lo imponía de esa forma.

No, no, muy lento, Soldado. El general negó con su cabeza.

¡Estoy haciendo lo que puedo!

¡Silencio!... ¡Cadete Jung! Llamó a Yunho, quien estaba de pie a su lado. Muéstrele al soldado como se hace unas flexiones de verdad.

¡Si, señor!

Obediente, Yunho se colocó al lado de Jaejoong y comenzó a hacer las flexiones tan rápido, que a Jaejoong solo le quedo sentarse y quedarse mirándolo. Arriba abajo, arriba abajo, la rapidez con la que Yunho hacia los movimientos era de cierta forma fascinante…

…Y también muy irritante.

¿Comprendió? El general le volvió a preguntar a Jaejoong, y este solo le hizo una mueca, reanudando las flexiones. Aun era lento, pero el deseo de no dejarse humillar por Yunho, al menos lo hacía ser un poco más rápido. Estaba claro que él le iba a demostrar que también era capaz.

Luego de terminar todas las lagartijas, Jaejoong se dejó caer en el suelo y se quedó ahí, desplomado. Sus brazos estaban acalambrados, sus pulmones exhaustos de tanto pedir oxigeno. Ya hasta la cabeza le dolía de tanto esfuerzo invertido.

En cuanto el General se dio cuenta del fatigado estado del muchacho, decidió que lo mejor era darle un descanso. Bien Soldado, descanse por unos minutos. Después retomaremos con el trabajo. Le dijo y se marchó hacia la cocina, queriendo también tener él un momento de receso.  

Aliviado, Jaejoong se quedó apreciando la textura del pasto sobre su cara, hasta que abrió sus ojos y pudo percibir un par de botas negras al frente suyo. Levantando el rostro, Jaejoong vio que Yunho aun seguía ahí, mirándolo. De inmediato, se sentó sobre sus piernas, devolviéndole la mirada.

—¿Qué quieres? —Le preguntó desafiante.

Yunho ladeó el rostro. —Solo vigilo que no te vayas a escapar… y que no te robes nada.

Por esa respuesta, Jaejoong se cruzó de brazos, irritado. Pese que ya había pasado el shock inicial, Jaejoong aun no daba crédito a como el destino lo había vuelto a juntar con Yunho. Después de años, después de tanto tiempo, no creyó que lo volvería a ver en su vida. No creyó que pasaría. Sin embargo, ahí estaba, de pie frente a él, observándolo con ese dejo de superioridad en su mirada.

Jaejoong lo detalló mejor cuando el otro volteó su rostro.

El Yunho de ahora era… diferente. Muy diferente. Era sin duda más alto y su cuerpo mucho mejor formado de lo que estaba antes. Sus cachetes abultados se habían ido, y ahora su rostro era perfilado y mucho más delgado. Mucho más adulto. Sus ojos también eran más expresivos y sus dientes chuecos ya no eran tan evidentes como cuando era pequeño. Definitivamente ese muchachito un poco feo y graciosillo ya no existía; en cambio, Yunho había crecido para bien y a pesar de que aun era muy joven, casi que parecía de más edad.

Como un hombre de verdad.

Jaejoong se sacudió de repente, cuando sus mejillas enrojecieron y su entrepierna vibró. No debía permitirse pensar de Yunho de esa manera. No podía volver a ilusionarse de nuevo. Me imagino que estarás dichoso de ver como sufro, ¿No? Jaejoong comentó al aire, queriendo enterrar muy en el fondo los pensamientos sobre lo atractivo que era ahora Yunho.

Yunho se quedo pensando en la pregunta. Una parte de él si lo disfrutaba.  —Solo creo que debes pagar por lo que hiciste, nada más.

—¿Por lo que le hice al general o por lo que crees que te hice?

Yunho arrugó el entrecejo, no queriendo responder.

Al recibir su silencio, Jaejoong volvió a recostarse en el pasto, mirando al cielo. No sé porque sigo preguntándote lo mismo, ya sé que no me creerás.

¿En serio Jaejoong? ¿Hablaremos sobre eso ahora?

—¿Y de que mas podríamos hablar tu y yo Yunho? ¿De cómo está el clima? ¿De cómo está Gwanju? ¿De cómo me sentí cuando me dejaste sin siquiera escuchar una explicación?

—¡Basta! —Yunho lo silenció; no pudiendo creer los aires de victima que se cargaba Jaejoong. —Yo no tengo nada que conversar contigo. De hecho, en vez de estar aquí repitiendo tus mentiras, deberías estar retomando el entrenamiento.

Jaejoong chasqueó con su lengua. —El general no ha regresado.

Si el general no está, yo estoy a cargo.

¿En serio? Jaejoong se rió. ¿Me vas a obligar tu?

Alborotado por su actitud, Yunho tomó a Jaejoong de su camisón y lo obligó a ponerse de pie. Luego le ordenó hacer 50 sentadillas, pero Jaejoong no le obedeció, y en su lugar se cruzó de brazos, mirándolo con altanería. Yunho fue más firme y le volvió a exigir cumplir lo que le había dicho.

Sin embargo Jaejoong seguía siendo reacio.

Yunho entonces tuvo que utilizar la fuerza.

Empujándolo hacia la pared del cobertizo en medio del patio, Yunho lo arrinconó y tomó unos ladrillos que estaban en el suelo para ponerlos en cada una de sus manos. Luego le hizo levantar los brazos sobre su cabeza, sosteniendo aun los ladrillos. Jaejoong quiso bajarlos pero Yunho no se lo permitió y al contrario, clavó ambas manos sobre sus ante-brazos para que no pudiera bajarlos. Este es el castigo que dan en el ejército por la desobediencia. Le dijo. Veamos si logras superarlo.

Jaejoong agudizó su mirada, dispuesto a probarle a Yunho que era capaz. No obstante, las fuerzas se le agotaron demasiado pronto. Esto le estaba doliendo.

Yunho… suéltame.

Se quejó, pero Yunho no le hizo caso y afianzó más su agarre.

Jaejoong se removió inquieto. —Suéltame, suéltame ya. —Rogó de nuevo, viendo la fuerte mirada de Yunho sobre él. Esto, sin duda, no era algo que el antiguo Yunho haría, el que conoció no era cruel, ¿Por qué se comportaba así? —Yunho, por favor, me duele. —Jaejoong suplicó otra vez, ya que sus manos comenzaban a agrietarse y sus brazos a entumecerse debido a la falta de sangre. El peso de los ladrillos solo empeoraba las cosas.

¡Yunho, por favor!

Con lagrimas en sus ojos y a punto de desfallecer, Jaejoong se las arregló para tirar los ladrillos a un lado y luego, sin preverlo, se desplomó hacia al frente cuando Yunho quitó sus manos sobre él. Su cuerpo fue recibido entonces por Yunho mientras sus brazos cayeron lánguidamente a los lados.

Perdió por un momento todo control de sí.

Posteriormente, lo único que se escuchó fue su respiración tambaleante, sus gemidos apenas audibles y su cuerpo derrengado. “¿Sera que fui muy duro?” Yunho pensó en su mente al ver el estado en el que había dejado a Jaejoong. “No, no es así” Su mente le respondió. “Él se lo merece”

Él se lo merece.

Jaejoong se encontraba muy cansado para pensar, para tan siquiera darse cuenta que Yunho ahora lo estaba abrazando e inconscientemente acariciando sus brazos, como si lo quisiera sanar. Como si estuviera arrepentido de lo que le había hecho hacer. Levantando el rostro, Jaejoong fijó su mirada en aquellos ojos, los cuales lo devolvieron al pasado, cuando se encontró con Yunho por primera vez en un callejón, luego de haber peleado por un hoddeok con el pequeño Changmin.

Luego pensó en su primer beso, un beso robado y cuando ambos rostros estuvieron lo suficientemente cerca para repetirlo, el General se apareció de repente y los dos tuvieron que separarse de un empujón.

Eso había estado cerca.
¡¿Qué están haciendo?! ¡No es tiempo para jugar! ¡Quiero 10 vueltas alrededor de la casa, ahora mismo!

El General ordenó y Yunho no espero para colocar su mano en su frente en signo de obediencia, y hacer lo que le pedía su superior. Jaejoong, en cambio, suspiró profundo, siguiendo con desdén los pasos de Yunho.

Ese día aun no acababa.



.. 




Sostuvo el papel entre sus manos y miró el edificio. Definitivamente esta era la dirección. Con pasos inseguros, la mujer de avanzada edad caminó hacia la entrada y subió por las estrechas escaleras que daban acceso a los apartamentos. Avanzó unos cuantos pisos y cuando llegó al que era, tomó una profunda inhalación antes de ubicarse frente a la puerta que le indicaba el papel. Luego la golpeó con sus nudillos.

Parecía como si toda su vida hubiera estado esperando ese momento.

Al tercer toque, un muchacho abrió la puerta, algo precavido, viéndola de arriba abajo.

La señora casi creyó que le daría un paro cardiaco. ¿Jaejoong?

El chico de cabellos castaños y ojos redondos la miró confundido. No… ¿Quién es usted?

Yo… La señora vaciló por un segundo. ¿Esta Jaejoong?

No está, pero ¿Quién es usted?

Yo soy…
¡Junsu, ¿Quién es?!

De repente, desde el interior del departamento, se escuchó una voz. Una voz que la señora reconoció al instante. Se trataba de ese hombre, el hombre por el cual parte de su vida se había arruinado.

El hombre que arruinó la vida del ser que más amó en este mundo.

Sin dejar que lo asimilara, la mujer vio como Jisung apartaba al muchacho de la puerta y se ubicaba justo frente a ella, encarándola. En cuanto la reconoció, Jisung dejo escapar un gemido de asombro, pero luego se tranquilizó, pensando que no debía sentirse (o al menos mostrarse) demasiado perturbado.

Vaya suegrita, que milagro tenerla por aquí. La recibió con una sonrisa. De esas sonrisas hipócritas y mal intencionadas que solo pueden dañar.

La mujer sintió ganas de vomitar. —No puedo decir que me dé gusto verlo Jisung.

El hombre rió. —Yo no dije que me daba gusto verla… ¿Qué está haciendo aquí?

—Vine a verlo. —La señora contestó firme.

—¿A mí?

—No a usted, a él.

Jisung palideció. —No sé de lo que está hablando.

Por su expresión, la mujer supo que él si sabía a lo que se refería. No me mienta que yo se que él está con usted y por la manera en que me responde, sé que me lo quiere ocultar; así que déjese de juegos y déjeme verlo.

—Aunque estuviera conmigo, no se lo dejaría ver. No tiene ningún derecho a verlo.

—¡Soy su familia!

—Pues yo también. —Jisung espetó, cerrando con disimulo la puerta tras de sí, para que adentro no se pudiera escuchar. —Y sabe que yo tengo más derecho sobre él que usted.

Ante eso, la señora solo pudo mirar hacia un lado, tratando que las ganas de destrozar a ese hombre desaparecieran de su cuerpo. Lo odiaba, lo odiaba con todo su corazón y no podía creer que aun a estas alturas de la vida, estuviera lidiando con él. Al parecer Jisung era de esas personas que se aferraban como una garrapata y no se desprendían por más que uno quisiera zafárselas.  

—Él no sabe que usted existe. —Jisung continúo algunos segundos después. —Así que si la ve o no, no tiene mucha relevancia en su vida. Mejor váyase, no tiene nada que andar haciendo por aquí.

—Escúcheme bien Jisung.

Y contrario a lo esperado, la señora dio un paso al frente, decidiendo confrontar al hombre. Ya suficiente tiempo había esperado como para que ese desgraciado le hiciera desistir de su cometido. Ella no iba a permitir que Jisung la alejara, no después de esperar tanto. —Yo hare todo lo posible porque él conozca la verdad, porque él sepa de mi existencia y la de ella, por si no se lo ha dicho. Y usted ni nadie me va a impedir que yo lo vea, eso se lo aseguro.

Jisung tuvo la intención de reírse ante el discurso, pero en vez de eso, tomó el brazo de la mujer y lo sujetó tan fuerte que ella casi creyó que le partiría un hueso. La anciana gimió de dolor al sentir la presión y en seguida trató de soltarse. Pero él no se lo permitió. —Escúcheme más bien usted a mí. —Le amenazó con furia desprendiendo de sus ojos. Si yo me entero que usted se pone en contacto con él, créame que no tendré piedad de su insignificante vida. ¿Quién extrañaría a una pobre anciana que no tiene donde caer muerta? Nadie. Nadie abogaría por usted, así que le recomiendo que no se meta conmigo, porque puede salir muy mal librada.

Soltándola, el Jefe abrió de nuevo la puerta, decidido a terminar con la disputa. No la quiero volver a ver por aquí, si me enteró que anda de chismosa por estos lares, téngalo por seguro que la matare. No estoy bromeando. Recibirá lo mismo que recibía su hija en el pasado… pero esta vez lo suficientemente fuerte como para matarla.

Aventando la puerta, Jisung dejó a la anciana con las palabras dentro de la boca. Ya dentro del apartamento, se tomó la cabeza, no pudiendo entender el rumbo que su vida estaba tomando. Empezaba a creer que ir a Gwanju no había sido la mejor de las ideas, ya que primero se había reencontrado con Yunho y ahora con esta mujer.  

¿Cómo supo ella su ubicación? No tenía ni idea. Ni siquiera sabía que lo seguía buscando. ¿Qué pasaría si llegaba a contar la verdad? Su mundo como lo conocía, se derrumbaría, aunque, si lo pensaba con detenimiento, ella no era mayor peligro, solo era una vieja loca sin ningún poder. Así que calmándose, Jisung cerró los ojos, tratando de convencerse que su amenaza había sido lo suficientemente intimidante, para que la mujer no se atreviera a poner un pie de nuevo en esas instalaciones.

Ya relajado, él se aproximó a la mesa, queriendo beber un poco de vodka para calmar su mente, hasta que la presencia de Junsu sentado en uno de los sofás, hizo que se detuviera en seco. El menor lo estaba observando, con los ojos fijos, como si supiera exactamente lo que estuviera pasando…

…Aunque no tuviera ni idea.

Ni una palabra de esto, ¿Entendido?

El Jefe lo amenazó también y Junsu solo pudo mover su cabeza en afirmación, mas por costumbre que por obediencia. A decir verdad, Junsu no entendía muy bien de que se había tratado la conversación, pero algo dentro de sí le decía que era importante. Que era algo que no se podía dejar pasar por alto. Además, Junsu sabía que a quien realmente le debía lealtad era a Jaejoong, y que más temprano que tarde, terminaría contando aquella extraña visita de aquella misteriosa mujer.



..



En la noche, después de terminar su trabajo, Yunho aprovechó que aun era temprano para recoger a Changmin en la escuela e ir ambos a visitar a la señora Choi; quien desde el día anterior, había estado internada en el hospital. Aunque ya fuera de peligro, la droga que le había dado Jaejoong y el golpe en la cabeza que se había dado a causa de esto, la tenían bajo observación médica, por lo que aun no había podido regresar a su hogar.

Comprando unas flores en la puerta de la entrada, Yunho y Changmin se registraron en la recepción y fueron conducidos por una enfermera hacia la habitación de la mujer.

En cuanto ella vio entrar a los dos muchachos, una sonrisa de felicidad se le formo en el rostro. ¡Yunho, Changmin! Exclamó entusiasmada.

—¡Señora Choi! Ambos pronunciaron y se colocaron cada uno a ambos costados de la cama. Yunho dejó las flores en la mesita de al lado y tomó la mano de la señora, acariciándola. ¿Cómo esta? ¿Cómo se siente? —Preguntó con sincera preocupación.

—Estoy bien. —La señora afirmó. —Al parecer la dosis fue tan pequeña que no me causó mayor daño. Lo único que me duele ahora es el golpe que me di al desmayarme, nada más.

¿Está segura de eso? Fue el turno de Changmin para preguntar, obviamente ya enterado de lo que había sucedido y quien había sido el causante de todo el embrollo:

Nada más y nada menos que el problemático de Jaejoong.

Sí muchacho, no tienen de que preocuparse. Este vejestorio aun va a durar unos años más. La señora Choi bromeó risueña, provocando que ambos chicos se miraran aliviados. Al parecer todo el incidente de la tarde pasada se había reducido a no más que un simple susto. Lo que sí quiero saber es que paso con el muchacho que entró a robar. La mujer expresó algunos minutos después, en los que ninguno de los tres mencionara palabra. Mi esposo no ha querido contarme y yo aquí no tengo formas de saberlo, ¿Saben ustedes que paso con él?

Suspirando un poco, Yunho miró indecisamente a su amigo y luego volteó hacia la señora, no queriendo tener secretos con ella. El General lo perdonó no enviándolo a una correccional, sin embargo, él ha tenido que pagar su delito estando bajo las órdenes del General, enmendando su error con trabajo duro y disciplina.

Ante la explicación, la señora respiró calmada, acomodándose mejor en la cama. Me parece bien, si les soy sincera no tengo ningún tipo de rencor hacia ese muchacho. A veces la gente hace maldades por razones que exceden nuestra comprensión, y todo el mundo se merece tener una segunda oportunidad.

Changmin arrugó el rostro al escuchar tales palabras. La verdad, él aun no entendía como Jaejoong había corrido con tanta suerte para lograr evitar ir a la correccional, y además, haber obtenido la misericordia del General. De verdad era un sinvergüenza. Si el destino de Jaejoong hubiera estado en sus manos, él no hubiera dudado en enviarlo a una cárcel. Jaejoong debía estar agradecido con la vida por haberse metido con personas de tan buen corazón como los Choi.

Porque definitivamente personajes como él no merecían recibir tanta generosidad.

—Además algo en los ojos de ese muchacho me hizo ver que él no tenía intenciones de lastimarme. Que quizás él tampoco estaba convencido de robar a una inocente ama de casa como yo. —La señora Choi continuó, hablando con la sabiduría que solo los años pueden dar.

Yunho no pareció comprender lo que estaba diciendo. —¿Quiere decir que usted vio que él no tenía verdaderas intenciones de robarla?

—Absolutamente, es más, parecía que lo hacía porque estaba bajo órdenes, mas no por convicción propia. Incluso dijo algo… me preguntó algo que me dejo muy desconcertada…

—¿Qué fue?

La señora tomó aliento, mirando los ojos de Yunho que ahora parecían muy interesados en conocer los detalles. —Él me pregunto algo acerca de un hombre llamado Lee Sooman. Me pregunto si había escuchado de él y si sabía donde estaba. Honestamente, no tenía ni idea de lo que estaba hablando.  

“¿Lee Sooman?” Yunho preguntó en su mente. ¿Y ese quién es?

—Fue muy insistente, incluso aunque yo estuviera a un segundo de desmayarme, él no dejaba de preguntarme sobre el mismo hombre. Al parecer tenía mucho apuro con encontrarlo.

Ahora, esto era extraño. ¿Quién era ese lee Sooman que Jaejoong buscaba con tanta insistencia? ¿Porque nunca había escuchado de él? Una parte de Yunho decía que aquello no era de su incumbencia, otra parte lo obligaba a querer saber más. —¿Qué paso después de eso? —Preguntó, tal vez demasiado ansioso por saber cómo continuaba la historia.

No supe mas, en ese momento creo que me desmaye, porque no recuerdo lo que paso.

Ella respondió e impetuosamente una de las doctoras a cargo se apareció en la puerta, diciéndoles a los chicos que el tiempo de visita había terminado y que era hora que abandonaran el hospital. Algo resistente a querer irse, Yunho se despidió de la señora Choi y junto a Changmin, salieron ambos del hospital, con rumbo a su habitación en la posada.

¿Qué crees que fue eso que la señora Choi contó? ¿Eso qué le preguntó Jaejoong? Yunho le preguntó a Changmin una vez estuvieron en la calle caminando. No quiso sonar interesado, más bien quiso sonar casual.

Pero Changmin sabía que Yunho no estaba siendo solamente curioso. ¿Acaso te importa lo que le haya dicho Jaejoong?

No, solo me parece extraño.

—¿Y? No es algo que nos deba importar.

Lo sé, pero… Yunho se quedo callado, incapaz de justificarse.

Por eso, Changmin rodó los ojos. Cuando Yunho le contó sobre su reencuentro con Jaejoong, no le había creído, simplemente toda la historia le había parecido demasiado fantasiosa para ser real. Sin embargo, al ver todo lo que había sucedido después, como la hospitalización de la señora Choi y el castigo de Jaejoong bajo el General, él estuvo convencido de lo inimaginable:

Jaejoong había vuelto a sus vidas.

Y eso no podía ser bueno.

—Creo que es mejor que no lo sepamos. Como te dije no es algo que nos deba importar, que te deba importar. Jaejoong ha vuelto y lo mejor que puedes hacer es mantenerte al margen. No entrometiéndote en sus asuntos. —Changmin concluyó minutos después, con la ilusa esperanza de que su Hyung le hiciera caso.

Pero por el contrario, Yunho no dijo palabra y siguió caminando por la acera. En verdad deseaba seguir el consejo de Changmin, deseaba poder ignorar todo lo referente a Jaejoong. Sin embargo, la intriga ya estaba ahí. Ya estaba sembrada.

Por lo tanto, él iba a averiguar quién era aquel hombre llamado Lee Sooman y porque le interesaba tanto a Jaejoong.



..




¿Y bien, que me tienes que contar?

Yoochun vio sus manos y resopló al ver que estaban vacías. Al parecer, la noticia de las encuestas falsas con el objetivo de robar casas ya se había esparcido por toda la ciudad, y ahora ninguna persona caía tan cándidamente a sus engaños. Yoochun no pudo evitar sentirse algo aliviado por eso. Robar y engañar ya no era algo que lo satisfacía. Más bien detestaba hacerlo.

Si su Jefe quería recoger dinero, entonces tendría que idearse alguna otra forma para conseguirlo.

Sentado en el andén de una calle, Yoochun estiró sus piernas, preparándose para escuchar lo que Junsu le había dicho en la mañana que tenía que contarle. Al parecer era importante.

Junsu, sentando también a su lado, miró a ambos lados, como si tuviera miedo de que alguien lo escuchara, a pesar de que no había nadie conocido cerca. Ayer, cuando solo estábamos el Jefe y yo en casa, llegó una señora preguntando por Jaejoong. Dijo sin reparos, sin rodeos. 

A Yoochun le pareció extraño. ¿Por Jaejoong? ¿Para qué?

Parece que quería verlo, conocerlo, porque incluso me confundió con él.

¿Y porque quería conocerlo?

No lo sé pero… Junsu le hizo una seña con el dedo para que se acercara, hablando en un tono de voz muy bajo. El Jefe se puso histérico con su visita, hasta la amenazó, diciendo que no quería que se pusiera en contacto con nuestro Hyung.

Era sospechoso. ¿Por qué el Jefe no quería que esa mujer conociera a Jaejoong? ¿Qué lo contactara? Al parecer el hombre ocultaba más cosas de lo que ellos imaginaban. Tal vez tenía un secreto, muy guardado dentro de sí, que se pondría en riesgo si aquella mujer se encontraba con Jaejoong. 

Y tal secreto ellos dos lo tenían que descubrir.

¿Jaejoong sabe sobre esto? Yoochun volvió a preguntar al comprender la magnitud de la situación. Aunque no la supiera, algo le decía que esto no era una simple pequeñez. Presentía que esto sería capaz hasta de cambiarle la vida a su hyung.

Aun no lo sabe, como ahora vive en la casa de ese general, no he podido hablar con él. Pero creo que lo mejor es que no lo sepa hasta que nosotros averigüemos quien es esa mujer y porque quiere verlo.

—¡¿Quieres contactarla?! —Yoochun abrió los ojos.

Junsu asintió.

—¿Pero cómo?

—No estoy seguro si ella vuelva a acercarse al apartamento después de las amenazas que recibió de nuestro jefe, sin embargo podemos hallar una forma de ubicarla sin que el jefe se dé cuenta. Quizá si ella regresa, nosotros podemos cubrirle la guardia y averiguar qué es lo que quiere con nuestro Hyung.

A decir verdad, Yoochun no estuvo muy convencido con ese plan, pero si Junsu sentía que era algo que debían hacer, entonces lo iba a apoyar en esta locura. No por nada, él también presentía la importancia del asunto. —Bien, lo haremos, pero hasta que no consigamos algo, no le diremos a Jaejoong.

Así es porque… Junsu miró hacia al frente, a las personas que caminaban por la acera. …No quisiera ilusionarlo.

¿Ilusionarlo con qué?

Se demoró en contestar. Ni siquiera sabía si había oído correctamente y su intención no era crear malentendidos. —Yoochun, casi puedo jurar que escuche que esa mujer quería verlo porque era parte de su familia.

Yoochun abrió la boca.

—Y al parecer el Jefe sabe algo o mucho sobre eso.

Diciendo esto último, Junsu se quedó callado, clavando sus ojos al frente, deseando que sus oídos no le hubieran jugado una mala pasada y que efectivamente la aparición de esa mujer, tuviera que ver con el pasado de su estimado Hyung.


..




A Yunho le gustaba la puntualidad, por lo que, muy temprano en la mañana, se presentó en el despacho de su General, con sus botas lustradas y su uniforme bien puesto. Cuando entró en el recinto, encontró al General limpiando su colección de sables con mucha dedicación, con mucho orgullo. Yunho cerró la puerta tras de sí, informándole de su llegada.

El hombre solo le dio una rápida mirada, concentrado de nuevo en su quehacer. —Buenos días cadete. —Le saludó con voz firme.

—¿Qué tiene pensado hacer para hoy?

El hombre dejó sus espadas a un lado, prestándole ahora toda su atención. —Curioso muchacho, ¿No? —Mas sin embargo lo que le dijo, no tuvo nada que ver con su pregunta.

Yunho frunció las cejas. ¿Cómo?

El chico, Jaejoong, es un muchacho curioso, ¿Lo conocías?

Sí… Yunho suspiró la verdad. Lo conocí hace unos años, cuando viví un corto periodo en Gongju.

El General asintió por eso. Lo note, note que ambos se conocían por cómo se trataban. No creo que estén en buenos términos, ¿O me equivoco?

Yunho esquivó el rostro al no querer responder aquella pregunta tan personal. El General podía ser su superior, incluso su amigo, pero eso no le daba derecho de conocer cada detalle de su vida. Decidió entonces desviar la conversación, hacia aquella duda que desde la noche anterior le había estado carcomiendo las ansias. General. Yunho le habló de repente muy serio, con la incertidumbre palpitando en su boca. Hubo algo que ese chico mencionó el día en el que intentó robar a la señora Choi. Él menciono a un hombre llamado Lee Sooman, al parecer lo estaba buscando ¿Sabe usted de quien se trata?

El general levantó el rostro, consternado. ¿Lee Sooman? ¿Ese chico está buscando a Lee Sooman?

¿Sabe quién es?

Claro que sé quién es, hasta yo mismo tuve el honor de capturarlo unos años atrás.

Yunho no entendía. ¿Capturarlo? ¿Es un criminal?

Un antiguo Jefe de la mafia para ser más precisos. Operaba en la provincia de Chungcheong hace unos veinte años, su captura fue uno de los logros más importantes de mi carrera.

Eso quiere decir que está en la cárcel.

El hombre negó con su cabeza y Yunho entrecerró los ojos. Desafortunadamente no. Supe que fue liberado el mes pasado, debido a su buena conducta en prisión y a varios vacios judiciales. Él es un hombre libre ahora.

¿Y usted sabe donde esta?

Tengo una única ubicación, la cual es precisamente en esta ciudad. Tiene una propiedad en el barrio Daechon. Lo más probable es que esté ahí. Es un hombre viejo, cansado, hasta donde sé solitario… no tienen ningún otro lugar a donde ir.

Por sus palabras, Yunho solo pudo respirar profundo. La explicación, en vez de aclararle dudas, solo lo dejó mucho más confundido. Los posibles motivos por los cuales Jaejoong estaría interesado en contactar a un jefe de la mafia eran difusos. Yunho no pudo evitar que su lado protector saliera a relucir en ese momento. Para ser honesto, le preocupaba, le preocupaba pensar que Jaejoong estuviera buscando a aquel sujeto. Le provocaba temor, y aunque él sabía y se repetía segundo a segundo, que lo que le pasara a Jaejoong no era asunto suyo, él no podía evitar sentirse consternado.

Así que debía continuar con su averiguación, para estar seguro porque Jaejoong buscaba con tanta fijación a Lee Sooman.

General, deme por favor la dirección de esa casa, creo que es importante que la tengamos presente.



..



Nota: Mas misterios se irán develando conforme vayan pasando los capítulos. Esperenlo...