Primer
capítulo- El enemigo: Todas las noches había
cogido la costumbre de observar el bosque al anochecer, con la esperanza de
algún día no verlo nunca más.
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uenta la leyenda que en las
profundidades del bosque de Daegu vivían los espíritus protectores de la
naturaleza. Se trataba de una familia, conformada por un viejo hombre, su mujer
y sus 8 bellas hijas cada una poseedora
de un don para controlar un elemento de la naturaleza. Así pues, la mayor
Sookjin podía controlar el agua; los ríos, cauces y lagunas además de decidir
cuándo era necesario que lloviera. La segunda Seonhee se encargaba de la
tierra, Ahyoung de los frutos, Sooyoung del viento y Jinhee podía hablar con
los animales. El brote de flores era la especialidad de la sexta Mikyeong y la
séptima Yooson podía controlar toda la
vegetación del bosque. La octava Minkyung era la guardiana de la noche y sus
estrellas. Todo funcionaba como un reloj, de manera perfecta, hasta que un día
su paz fue perturbada por la ambición del Rey y los deseos de triunfo de su más
fiel súbdito:
El Coronel Jung Yunho.
Bajo el mando del Rey, el Coronel
Jung tenía la misión de talar el bosque para destinar tierras para el ganado y
cosechas. No importaba que se perdiera una gran parte de recursos, fauna y
flora propios de la región, el Rey cuando tenía el capricho de algo era difícil
hacerle cambiar de opinión.
Y Yunho era el idóneo para esa
misión.
Conocido por su crueldad, el Coronel
Jung era un hombre joven pero no por eso inexperto. Arrogante y malicioso, no
le importaba tener que pisotear inocentes con el fin de conseguir sus
objetivos. Cegado por el poder, Yunho
había intentado una y mil veces tomar la soberanía del bosque, y lo
habría logrado de no ser por la interrupción del hijo más joven de la familia
del bosque...
…Jaejoong.
Jaejoong, el noveno y único hijo,
podía controlar todo y al mismo tiempo nada. Podía hacer llover, pero también
podía causar inundaciones involuntariamente. No tenía poder sobre sus poderes y
eso no era lo único, Jaejoong tenía una intensa personalidad que lo hacía
meterse en aprietos constantemente. Totalmente rebelde, el joven era la
perfecta definición de un corcel indomable, un alma que no sigue ordenes ni
leyes. A diferencia de sus sabias hermanas, él solo escuchaba sus instintos,
desafiando a quien lo contradijera o lo quisiera limitar. Era bastante gruñón a
decir verdad, enojado con la vida por darle tan inmenso poder pero no saber cómo
controlarlo.
Y fue debido a ese temperamento que
se volvió el némesis del Coronel Jung, al tratar este de apoderarse del bosque.
Cada plan que Yunho tramaba, cada plan que Jaejoong desarmaba, instigado por
ese instinto de protección a la naturaleza, su familia y a sí mismo. Le había
provocado al hombre más de un tormento con las interrupciones a su plan y lo
peor para Jung es que Jaejoong no tenía ninguna intención de parar. Le haría la
guerra hasta que este desistiera de querer arrebatarle su hogar, ¿El problema
para Jaejoong? entre más le peleaba, mas Yunho se empeñaba por tomar el bosque.
Porque para el Coronel no había
misión que no pudiera sobrepasar y un jovencillo testarudo no le haría desistir
de su plan.
Se había convertido en algo
personal.
El Coronel se sentó en su gran
sillón y observó por el ventanal el bosque oscuro pintado solamente por una
tenue pincelada de luz de luna. Todas las noches había cogido la costumbre de
observar el bosque al anochecer, con la esperanza de algún día no verlo nunca
más.
—Lo destruiré, destruiré ese bosque
aunque sea lo último que haga. —Siseó con sus dientes mientras apretaba con
fuerza los brazos del sillón. —Lo destruiré junto a todos sus guardianes. En
especial...
Yunho cerró sus ojos, recordando la
primera vez que vio a ese joven que le estaba perturbando la paz.
…tu.
Ocurrió una mañana cuando su
ejército talaba algunas hectáreas de la zona fronteriza del bosque, que vio a
un joven sentado en la copa de un árbol, mirarlos fijamente. Yunho no creyó que
fuera nadie importante, puesto que no estaba vestido como si fuera un guardián.
El joven traía puesto una especie de camisón blanco, muy sucio, y muchas hojas
y plumas de aves estaban enredadas en su pelo negro que le llegaba hasta la
barbilla. La piel pálida de sus brazos estaba manchada de tierra, así mismo sus
mejillas, las cuales además tenían dos rayones negros a cada lado. Su mirada…
era muy penetrante. Casi atemorizante.
Yunho pensó que se trataba de algún
joven pueblerino que se había escabullido en el bosque, pero cuando el chico lo
amenazó y de la nada una gran corriente de viento se alzó contra él, Yunho supo
que no se trataba de un simple humano.
Que estaba tratando con un guardián
del bosque.
Desde esa vez, siempre que Yunho iba
al bosque, siempre se lo encontraba, retándolo con sus ojos felinos y
demandándole que se marchara. Que no era bienvenido en su territorio. Y es que
no solo el joven provocaba ventiscas, una vez avivó una inundación tan grande
que los soldados tardaron en salir del barro toda una noche. Además enredó
caminos, mandó a insectos a picar, indujo derrumbes; hizo todo lo posible por
alejar al siempre dispuesto ejercito del Coronel Jung.
Más sin embargo Yunho no se daba por
vencido.
Él daría todo de sí para ser el
vencedor de la batalla.
—Coronel Jung.
De improvisto, el Rey entró en su
habitación acompañado de dos guardias que lo custodiaban a cada uno de sus
costados. Yunho de inmediato se levantó de su asiento, llevando una mano a su
frente a modo de saludo. —No lo esperaba alteza. Su visita es una sorpresa.
—¿Dormías acaso? —Le preguntó el Rey
al ver sus ojos somnolientos. —¿Un mal sueño?
—Una pesadilla diría yo.
El Rey se rió. —Quien lo diría,
hasta un hombre como tú lo pueden perturbar las pesadillas. —En seguida, el Rey
tomoó asiento en uno de los sillones y entrelazo sus dedos. —Dime Yunho, ¿En
qué va lo que te encomendé?
—Va lento pero seguro alteza. No hay
de qué preocuparse.
—No he visto ningún avance para
serte sincero.
—Pero lo vera, eso le aseguro.
—Sí, espero. —El Rey se acomodó
mejor en el asiento. —Recuerda que tu futuro depende de esta misión. Tal como
tu abuelo y tu padre, tú debes convertirte en general… pero no lo harás si no
cumples lo que te encargue.
Ante esas palabras, Yunho paso
saliva duro, sintiendo como un gran peso se le instalaba en los hombros. Durante
generaciones, los hombres de su familia habían servido a la realeza y habían
ocupado grandes cargos dentro del ejército. Él no podía ser la excepción; desde
pequeño se le había dicho que él tenía que ser el próximo general. Desde
pequeño fue entrenado como una maquina con el único propósito de servir como
jefe supremo en las fuerzas del Rey.
No podía darse el lujo de
decepcionarlos.
No podía darse el lujo de fallar.
—¿Sabes qué?, para que te sientas
motivado haremos algo. —El Rey continuó con sus palabras mientras se levantaba
del sillón.
Yunho no auguró nada bueno de esa
frase. —¿Qué cosa?
—Te daré un mes. Sin un día más ni
un día menos. Un mes exacto para que destruyas ese bosque. Ya sabes que si no
lo haces, no serás promovido a general y lo más probable es que también pierdas
tu cargo como Coronel.
“¿Qué?
¿También mi cargo?”
Yunho se quedó en blanco. El ejército era todo en su vida, el Rey no podía ser
tan despiadado. ¿O si lo era? —Eso no pasara alteza. Yo estoy bajo sus órdenes.
Solo espere y vera que en menos de un mes, el bosque no será más que un
recuerdo.
—Amanecerá y veremos. —El Rey se
trasladó a la puerta. —Solo el tiempo dirá si realmente te mereces ser el nuevo
general. No me decepciones Jung. —El Rey estuvo a punto de salir hasta que
recordó algo. —¡Ah! Y una última cosa Yunho. Tu prometida llegara en estos
días, no me quedes mal con su visita.
Yunho se mordió los labios. —No lo
hare.
Dedicándole una última mirada, el Rey
salió junto a sus guardias. Yunho tensionó sus brazos.
—¡Teniente Kang!
Tan pronto como el Rey abandonó la
habitación, Yunho gritó a los cuatros vientos al encontrar su ánimo
rejuvenecido. Realmente las palabras del Rey lo habían motivado. O más bien
presionado. —¡Teniente Kang!
—¿Qué pasa mi Coronel? —El llamado
se asomó por la puerta.
—Aliste a las tropas. Iremos esta
noche al bosque.
El otro no estuvo muy convencido.
—Pero mi Coronel, ya todo el cuartel está descansando y…
—¿Qué no escuchó? ¡Aliste las
tropas! ¡Es una orden!
Sin nada más que replicar, el teniente
Kang se retiró a cumplir las demandas, pensando que era eso que hacia al Coronel
Jung atacar en medio de la noche.
..
—¡Jaejoong!, ¡¿Dónde te habías
metido eh?!¿Por qué llegas a casa a esta hora de la noche?
La madre de Jaejoong lo interrogó al
llegar este a su madriguera, la cual se encontraba en la base de un viejo pero
grandísimo roble, ubicado justo en el centro del bosque.
—Estaba vigilando por el rio. —El
joven Jaejoong entró a la “casa” y se sentó encima de la mesa de madera, sin
darle mayor importancia a las preocupaciones de su madre. —No podemos bajar la guardia.
—No me digas que otra vez estabas
retando al ejército del Rey. —Masculló
inquieta. —¿Cuántas veces te he dicho que dejes de buscarles pelea?
—Si no lo hago, ellos destruirán el
bosque.
—Pero eso es trabajo de tus
hermanas. Tú no puedes controlar tus poderes.
—No me puedo quedar de brazos
cruzados. —Jaejoong torció la boca, molesto. —No me traten como si no pudiera
hacer nada.
—Solo no quiero que te pase nada.
Además tus intervenciones siempre terminan en catástrofes, es mejor que nos
dejes esto a nosotros.
Irritado, Jaejoong soltó un bufido y
subió ambos pies a la mesa, apretando sus rodillas a su cuerpo en una postura
clara que estaba enojado. Estaba cansado de ser el que no tuviera un rol en su
familia. Él quería ser un guardián honorable, quería ser útil, pero sus poderes
inestables siempre lo traicionaban. ¿Por qué su familia no podía ver que lo
único que quería era protegerlos? ¿Qué a pesar de su actitud rebelde y a veces
grosera, él se preocupaba por ellos?
—Yeobo,
Jaejoong al fin llegó. —La madre de Jaejoong dijo al ver salir de sus aposentos
a un hombre de edad mayor, quien traía consigo un bastón de madera fina con
enredaderas mágicas en él. Se trataba del guardián mayor: el padre de Jaejoong.
—Al parecer estaba montando guardia en el rio, ansiando enfrentarse con el
ejército del Rey.
El mayor le dirigió la mirada.
—Hijo… ¿Cuántas veces te hemos dicho que…?
—Sí, sí, ya lo sé. —Jaejoong rodó
los ojos al reconocer lo que le diría su padre. Exactamente el mismo discurso
cansino de su madre. —Lo importante es que estoy aquí ¿No?
—No lo entiendes Jaejoong, tu
comportamiento es muy atrevido. En vez de apagar la llama, la estas avivando.
—Sookjin, su hermana mayor, entró en escena. —Vas a despertar la furia de ese Coronel.
—No le tengo miedo. Es un simple
mortal.
—Un simple mortal que tiene a su
mando más de 100 hombres.
Jaejoong dejó escapar una risita.
—Hombres al fin al cabo. Así fueran mil, no dejarían de ser inferiores.
—Tu insolencia me sorprende hermano.
Debes aprender a ser más humilde. —Su quinta hermana Jinhee apareció desde
atrás.
—No es insolencia, es la verdad.
—Realmente eres muy joven aun.
—Sookjin volvió a tomar la palabra. —Aunque sean hombres, no quieren decir que
sean menos peligrosos. Si se unen contra el bosque, pueden ser la destrucción.
—Pues no lo dejare, no dejare que se
salgan con la suya. Cuando regresen los enterrare a todos debajo de la tierra
para que nunca más vuelvan a molestarnos.
—Siempre hablas sin pensar hermano. Hay
que tomar las cosas con calma.
—No. —Jaejoong se bajó de la mesa,
no queriendo darse por vencido. Podía estar todo el mundo contra él, pero él
nunca admitiría no tener la razón. —Si ustedes quieren quedarse aquí esperando
que todo mágicamente se resuelva pueden hacerlo, pero yo no me quedare sin
hacer nada. Yo luchare así sea por mi cuenta.
Dándose media vuelta, Jaejoong
estuvo dispuesto a acabar con la discusión, de no ser porque el sonido de la
puerta abriéndose lo hizo quedarse en pie. Se trataba de sus dos hermanas
inmediatamente mayores, quienes angustiadas, proclamaron a los cuatro vientos
que su hermana menor Minkyung había caído en una de las trampas del ejército
del Rey.
Toda su familia de inmediato se puso
en alerta.
—¡¿Qué es lo que dicen?! —Su madre
preguntó exaltada. —¿Dónde está?
—En la parte sur del bosque. —Ellas
respondieron. —¡Debemos ayudarla!
—¡¡¡Yo voy!!! —Como si fuera un
resorte, Jaejoong salto a la puerta pero el bastón de su padre le impidió la
salida.
—Tu no iras a ningún lado Jaejoong,
no dejaremos que compliques más las cosas.
—¡No las voy a complicar!
—Yo iré Jaejoong, junto a Seonhee y
Ahyoung. Rescataremos a Minkyung, no se preocupen. —Sookjin declaró y a
continuación las tres salieron de la madriguera, dejando a Jaejoong de pie en
la puerta.
Con el ceño fruncido, Jaejoong se
cruzó de brazos y se marchó a su habitación. De alguna forma entendía que tenía
que quedarse en casa, sin embargo él no quería quedarse afuera de la acción. No
señor. Como el segundo hombre del hogar tenía que velar por el bienestar de sus
hermanas, así fuera el más pequeño e inexperto. Él quería ser el héroe de la
situación. Así que, ignorando totalmente las órdenes de sus padres y su hermana
mayor, Jaejoong se escabulló por uno de los agujeros de su cuarto y se adentró
en el bosque en busca de su hermana, la protectora de la noche.
Si lograba traerla sana y salva
quizás sus padres comenzarían a tomarle en serio, y dejarían que él se siguiera
enfrentando contra el ejército de Jung.
..
La luna llena alumbraba la copa de
los arboles por donde Jaejoong se desplazaba, en un intento de encontrar pronto
a su hermana. Llevaba alrededor de una hora buscando sin ningún tipo de rastro,
y para ser sincero, ya se estaba comenzando a desesperar. Trepó algunas ramas
más y cuando se quiso dar por vencido, vio a lo lejos una especie de red la
cual estaba suspendida sobre el aire. Se acercó un poco y descubrió a su hermana
atrapada entre la red. Bingo. De
inmediato, Jaejoong saltó hacia la red y comenzó a abrir un hueco utilizando
sus manos, boca, cualquier cosa que le permitiera sacar a su hermana de ahí.
—No te agobies Minkyung. Pronto te
sacare de aquí. —Intentó reconfortarla.
—¡Jaejoong! —Ella exclamó agitada.
—El ejército del Rey está merodeando por esta zona. Debes irte antes de que te
vean.
—No me iré sin ti. Si vienen, yo los
espantare con un trueno.
Confiado de sí mismo, Jaejoong
siguió maniobrando la red hasta que logró hacerle un hueco lo suficientemente
grande para que su hermana saliera y saltara a un árbol cercano. Cuando ella estuvo
a salvo, Jaejoong intentó saltar igualmente, pero de repente una flecha le rozó
por su brazo izquierdo, haciéndole perder el equilibrio y caer.
—¡¡Jaejoong!! —Minkyung bajó al
suelo y se aproximó al cuerpo de su hermano.
—¿Estas bien?
—Creo. —Jaejoong respondió
atolondrado. La flecha le había rozado, no tanto para lastimarlo de gravedad
pero lo suficiente para hacerle un raspón. —¿De dónde provino esa flecha?
—No lo sé, pero será mejor irnos
antes de que…
Y de manera súbita, Minkyung y
Jaejoong fueron acorralados por una docena de oficiales quienes les apuntaron
con unas lanzas afiladas. A continuación, la figura de un gran caballo negro se
mostró ante sus ojos y encima del caballo, el imponente Coronel Jung los
observó con una mirada altiva y su rostro bien en alto.
Esta vez los tenía entre sus garras.
—Atrápenlos. —Dictó.
—¡¡No!! —Sin importarle el dolor en
su brazo, Jaejoong se levantó del suelo, no queriendo convertirse en la presa
de ese hombre. —Váyanse de aquí o los matare a todos.
—Si quisieras matarnos, ya lo
habrías hecho jovencillo.
—Aún no he mostrado todo lo que
puedo hacer.
—Bueno, adelante. Muéstralo.
Cerrando sus ojos y tensando todo su
cuerpo, Jaejoong se concentró lo más que pudo para hacer que la naturaleza lo
escuchara. A veces funcionaba, a veces no pasaba nada y la mayoría del tiempo
todo se salía de control. Esperaba que fuera la primera opción.
O en el mejor de los casos la
tercera.
—Estamos esperando… —Dijo Yunho
luego de unos minutos que nada sucedió. Todos sus hombres se rieron por el
comentario y eso hizo enfurecer más a Jaejoong. Sin embargo, aunque Jaejoong
utilizó toda su fuerza contenida, la naturaleza no le hizo caso. Parecía como
si ni siquiera le hubiera escuchado. —Basta, no tengo tiempo que perder. —Yunho
dijo al saber que nada pasaría. —Atrápenlos y llévenlos a las cárceles del
castillo.
—¡Un momento! —Minkyung, que hasta
el momento había estado callada, alzó su voz y se instaló de pie junto a su
hermano. —No puede capturar a dos protectores del bosque. Eso es prohibido.
—¿Y quién lo prohíbe? —Preguntó
Yunho con arrogancia.
—La ley que se instauró entre
nuestros antepasados cuando los humanos llegaron a estas tierras.
—Pues adivina que… —Yunho se acercó
un poco y formó una sonrisa socarrona en su cara. —No me importa las leyes, ni
sus antepasados, ni lo que tenga que hacer para ver a todos ustedes muertos
junto a este bosque. Se me ha encomendado una misión y la voy a cumplir cueste
lo que cueste.
—Pues tendrá que pasar sobre mí,
porque si se atreve a dañar una sola hoja de este bosque, no vivirá para
contarlo. —Jaejoong dejo salir lo que su mente le decía, sin ni siquiera medir el
peso de sus palabras. Si ese Coronel quería pelea, pelea le iba a dar.
Mas sin embargo, las amenazas de
Jaejoong no afectaron un solo pelo de Yunho, ya que, bajándose de un solo salto
de su caballo, este sacó su espada y acorraló al joven contra un árbol.
Minkyung trató de entrometerse, pero dos hombres la inmovilizaron de los lados.
A continuación, Yunho colocó su espada justo debajo del mentón de Jaejoong,
haciendo que su rostro lo enfrentara. —¿Y tú quién crees que eres? ¿Un
guardián? ¿Crees que me logras intimidar? —Yunho acercó un poco más su cara.
—Escúchame, he matado hombres con esta misma espada, he visto la muerte ante
mis ojos, dudo que tú la hayas presenciado. Tengo a mi cargo muchos hombres y
aunque nos hayas querido destruir, aún no hemos tenido una baja, así que mejor
guárdate tus amenazas si no quieres ser otro de los que ha tenido el honor de
morir con esta espada.
Y en vez de quebrantarse, Jaejoong
solo le fijó la mirada. —Usted y su ejército de pacotilla no me asustan.
—Pues debería. —Yunho afianzó su
agarre. —Te acordaras de mí, siempre.
—Suéltenlos.
De la nada se escuchó la voz
demandante de Sookjin, quien acompañada de Seonhee y Ahyoung, hicieron su
aparición justo detrás del Coronel. Al verlas, Yunho tardo unos segundos en
quitar su espada del cuello del otro y siendo inteligente, regresó a su
caballo. Jung podía ser temerario más no estúpido; él sabía cuándo era prudente
desistir. Enfrentarse con trece hombres a dos guardianes era aceptable,
enfrentarse a cinco ya era arriesgar demasiado.
—Es hora de que se vayan. Unos
humanos como ustedes no deberían perturbar la paz de este lugar. —Sookjin
declaró cuando estuvo segura de tener el control total de la situación.
—Como quieras. —Yunho escupió al
suelo. —Pero te aseguro que volveremos. Vámonos Taepoong. ¡En marcha! —Sin
quitar su mirada de Jaejoong, Yunho jaló las cuerdas de su caballo y se marchó
junto a su ejército hacia la salida del bosque.
Luego de que se fueran, Jaejoong se
tocó el cuello, sin querer admitir que eso lo había asustado. —No necesitaba
que me ayudaran. —Dijo al tratar de mostrarse fuerte.
—¿Qué no te dijo nuestro padre que
te quedaras en la madriguera? —Inquirió Sookjin.
—Si lo hubiera hecho se habrían
llevado a Minkyung.
—Quizás pero si no hubiéramos
aparecido se habrían llevado a Minkyung y a ti. —Sookjin suspiró profundo y
luego se dio media vuelta. —Mejor vámonos, hablaremos de este asunto en casa.
Mientras sus demás hermanas seguían
a la mayor, Jaejoong se quedó por unos instantes de pie, mirando hacia el punto
donde ese Coronel se había marchado. Jamás en su corta vida había conocido a
alguien que lo hubiera retado de esa manera, y a decir verdad, tan solo
escuchar sus amenazas, lo había descolocado un poco por dentro. Era verdad que
no le daba miedo enfrentarlo, aun así algo le decía que debía tener más
cuidado.
Y que quizás si era verdad.
Quizás si lo recordaría por siempre.
..
Nota: Primer capitulo, pues no hay mucho que decir.
Espero que dejen sus comentarios sobre el inicio de la historia, ya que los comentarios animan mucho a escribir.
Bye!!
PD: ¿No es maravilloso que Google tenga los nombres de todas las hermanas de Jaejoong? XD