miércoles, 28 de junio de 2017

Niños de Ciudad: Capitulo III

Capítulo III: La historia le hizo sentirse tan identificado que casi le hace llorar. Al parecer ellos tenían algo en común, algo que los hacía unir.



—Aquí, aquí perrito.

Jaejoong le enseñaba al pequeño caniche una serie de trucos con un aro de metal, sin embargo por más que lo intentaba el perro no parecía entender. Vaya, eso estaba volviéndose frustrante. Pensó que si le enseñaba al perrito hacer unas maromas quizá podría montar alguna especie de espectáculo callejero y así, el jefe estaría completamente dispuesto a mantener a su mascota ya que le sería útil con su negocio. Pero era un caso perdido. Al parecer, su perro no quería convertirse en una máquina de hacer dinero… solo quería ser un perro.

Jaejoong se sentó en aquella esquina y suspiró, levantando su vista cansada cuando decidió que lo mejor era no intentarlo más, al menos por lo que restaba de día. Divagó su vista por las calles y a la distancia pudo reconocer a la otra pandilla que se disponía a hacer sus labores del día. Se le hizo un nudo en la garganta… ahí estaba aquel chico.

Jaejoong sabía lo que tenía que hacer, se había comprometido con su jefe, pero aun así no quería. Tener que hacer algún tipo de relación amistosa con el tal Yunho era algo que definitivamente no le entusiasmaba. Ya tenía suficientes amigos ¿Para qué más? Además, el hecho de que Yunho estuviera atraído a él le incomodaba. No quería que el pobre muchacho se ilusionara con algo que no podía ser. No quería sentir ese sentimiento de carga cada vez que hablara con él.

Aun así y pese a todos los contras, Jaejoong se levantó y junto a su perro, caminó discretamente hacia donde estaba Yunho, quedándose de pie a muy pocos centímetros donde el otro estaba alistando sus cosas.

Jaejoong aclaró su garganta para llamar su atención. Yunho lo volteo a ver, irguiéndose por completo como una vara. —H-hola. —Le saludo nervioso.

—Hola. —Jaejoong fingió una sonrisa.

—¿Qué haces aquí?

—Yo… —Jaejoong miró al piso, deseando poder inventarse algo para que no luciera sospechoso. —Quise venir a agradecerte por lo del otro día.

—Oh, —Yunho se rasco la nuca. —Bueno, de nada. —Sonrió un poco tímido.
Un incómodo silencio vino después. Jaejoong pensando que hacer ahora para mantener a Yunho interesado en él.

Una idea repentina se le vino a la cabeza.

Caminando un poco indeciso, Jaejoong rodeo con sus brazos el cuello del más alto y le brindo un leve pero al mismo tiempo seguro abrazo que hizo a Yunho perderse por unos instantes. A continuación se alejó y tomo con ambas manos las manos de Yunho que estaban por comenzar a sudar.  —Quisiera hablar contigo. —Le dijo mientras le mostraba sus ojos de cachorro. —Pero…—Miro disimuladamente hacia los lados. —No puedo arriesgarme a que los chicos me vean contigo, tiene que ser…en privado.

Decir que la cara de Yunho se puso totalmente roja es decir poco. Había imaginado tener al menos siquiera una mirada de Jaejoong y ahora que le propusiera una charla a solas, era algo que no podía creer.

Definitivamente este día iba a ser muy bueno.

—¿Te parece?

—S-sí. —Yunho se aclaró la garganta. —En la noche, cuando termines, búscame en este semáforo ¿De acuerdo? —Dijo reuniendo algo de valor y se alejó luego para reencontrarse con sus demás compañeros.

“Ok” Fue la respuesta sin vida que dio Jaejoong y luego, cuando estuvo seguro de que Yunho ya se había alejado por completo, dejó escapar un bufido, ahora golpeándose internamente por haber sugerido tal encuentro. Uh, no había ni comenzando y esto ya le estaba fastidiando.

Pero lo debía hacer; por su nueva mascota, por sus amigos y por sobretodo…

… por su querido Jefe.



..


Cuando el sol se ocultó y la luna hizo aparición, Jaejoong se encontró con Yunho en el lugar que habían acordado. Lo siguió después a la edificación  en la que Yunho vivía con los demás chicos de su pandilla. Subieron unos cinco pisos y llegaron a un portón grande, el cual Yunho abrió con algo de maña. Se trataba de un altillo a oscuras que solo estaba iluminado por una gran chimenea. Al frente de esta había un sofá cafe, muy grande por cierto y en las paredes se encontraba una gran biblioteca con libros llenos de polvo que quizás nadie había tocado en años. La razón de porque ese edificio estaba abandonado era un misterio para todos, tomando en cuenta el hecho que dentro de él habían muchas cosas que tenían valor.

Jaejoong tomo asiento en un extremo del sofá y Yunho lo hizo en el otro, procurando mantener algo de distancia para no verse tan aprovechado. El sonido del fuego de la chimenea era lo único que se podía escuchar.

—¿Tienes hambre? —Fue lo único que se le ocurrió decir a Yunho para desaparecer ese penoso silencio.

—No. —Jaejoong negó sin ni siquiera dirigirle la mirada.

Yunho se mordió la boca. —Entonces, ¿De qué querías hablar?

Ante la pregunta Jaejoong levanto su cara, pudiendo observar esta vez las facciones indecisas de Yunho. Era extraño, las pocas veces que se había molestado en observar a Yunho en la calle, este parecía un muchacho bastante resuelto; firme, sin miedo a nada. Sin embargo ahora este chico que estaba a su lado parecía otra persona. Lucia muy nervioso, asustado, como si su presencia le causara vértigo. Jaejoong apretó los labios ante ese pensamiento, a él no le gustaba causar ese tipo de reacción en Yunho. —No lo sé. De lo que quieras hablar. —Contesto desinteresadamente. Siendo sincero, de lo que sea que fueran a hablar, era una de las tantas cosas que le tenían sin cuidado.

—Si dijiste que querías tener una conversación a solas conmigo es porque tienes algo importante que decirme.

—No realmente, …digo, es decir… —Jaejoong abrió los ojos nerviosamente. —Es que… solo quería conocerte más. —Sonrió tratando de que su mentirilla no se le saliera de la boca.

—Oh, —Yunho apretó la boca, sintiéndose ahora más presionado de lo que estaba antes. ¿A qué se debía ese repentino interés de Jaejoong? Era muy extraño que Jaejoong, siendo de la pandilla contraria, quisiera tener algún tipo de acercamiento a él. ¿Sería que también le atraía? Yunho sabía que no podía sacar conclusiones tan rápidas, pero también sabía lo difícil que era no ilusionarse. —Hoy te vi con el caniche que rescataste ese día. —Le manifestó luego de unos minutos cuando decidió que lo mejor era hablar de otra cosa para que no se notara lo ansioso que se estaba poniendo.

—Sí, lo adopte.

—¿Enserio? ¿Y cómo lo llamaste?

Jaejoong arrugó el entrecejo, ahora que lo pensaba no le había puesto nombre a su perro. Solo lo llamaba perro. —Todavía no he decidido.

—Debes ponerle un nombre muy especial, ya que arriesgaste tu vida por él.

—Que exagerado. En ese caso debe tener algo de mi nombre porque yo fui su salvador.

—Entonces, en ese caso… también debe tener algo de mi nombre, ya que yo también ayude a su rescate.

Por el comentario Jaejoong hizo una mueca, algo disgustado por las atribuciones de ese chico. ¿Y este que se creía? En primer lugar, Yunho lo había rescatado a él, no a su perro, incluso Yoochun tenía más mérito ya que fue el que lo recibió en el suelo. Y en segundo lugar, apenas lo conocía, no iba a ponerle a su adorado perro el nombre de alguien que ni siquiera le daba ganas de socializar.

—Mira, —Yunho se sentó un poco más cerca de Jaejoong y utilizando un alambre empezó a escribir sobre la mesa de madera que estaba al frente. —Puedes utilizar tu primer silaba “Jae” y luego mi primer silaba “Yun”.

—¿JaeYun? —Jaejoong alzo la ceja. —Eso no es un nombre para un perro. —Eso no era un nombre para nadie realmente.

—Entonces “Yunjae”, como quieras.

“Yunjae” Jaejoong repitió. Bueno, ese no sonaba tan mal. Tomo el alambre de la mano de Yunho y escribió el nombre sobre la madera, queriendo verificar que tan bien se veían sus dos nombres juntos. En realidad la combinación no era fea.

—Bien. —Jaejoong concordó, lanzando lejos el alambre. —Lo llamare Yunjae.

Yunho sonrió ante eso, esta era la primera victoria en una serie de victorias que conseguiría con respecto a Jaejoong. —Me gustaría poder ir a visitarlo algún día…

—Si quieres. —Jaejoong alzo los hombros, no muy interesado.

Dejando pasar unos minutos, Yunho se alejó de Jaejoong y entrelazando sus dedos, él pensó en que más decir para que la conversación no muriera ahí. —Si quieres que te confiese algo… me preocupó mucho ver que casi caes del tejado. Fuiste muy arriesgado. —Yunho soltó aquella frase aleatoria y Jaejoong lo miro atentamente. Quiso preguntar por qué pero era obvia la fuente de preocupación de Yunho.

—Bueno es que me gustan mucho los animales. —Dijo incomodo al no saber cómo responder a esa confesión.

—¿Ah sí? ¿Cuál es tu favorito?

—Los elefantes. Los he visto solo en la televisión. Quiero montar uno algún día.

El corazón de Yunho se conmovió al escuchar aquel sueño imposible para un niño de la calle. Era tierno que Jaejoong pensara en conocer y montar elefantes en un futuro, no muchos en su situación podían soñar con algo así. —Entonces espero que se haga realidad.

Jaejoong asintió.

Un breve momento de silencio vino después.

—Bueno fue interesante pero me tengo que ir. —De repente y sin aviso, Jaejoong se levantó del asiento con ansias de irse a su casa. La verdad Yunho no era una persona desagradable sin embargo si debía escoger entre él e ir a su “hogar” en compañía de su jefe, definitivamente escogería la segunda opción.

—Espera. —Yunho logro tomarlo del brazo cuando Jaejoong estuvo a punto de salir. —¿Podemos volvernos a encontrar?

Jaejoong se mordió la lengua: “No, con esto me basta” Quiso decir pero esto no se trataba de él, se trataba del pacto que tenía con su “familia” y su jefe. —Claro… ¿Por qué no? —Respondió vacilante y luego se marchó, dejando a Yunho solo en aquella habitación.

En cuanto salió por esa puerta, Yunho se dejó caer en el sofá y se restregó ambas manos en el rostro, sintiéndose terriblemente estúpido. ¿Por qué se comportaba así? ¿Por qué le daba miedo hablar con Jaejoong? Nunca le había pasado algo similar. Nadie nunca le había atemorizado hasta tal punto de hacerlo bajar sus defensas. A decir verdad, no sabía desde que momento empezó a gustarle. Solo supo que cuando lo vio por primera vez, lo flechó… como si hubiera sido un lazo que lo conectaba con el pasado.

Y aquel flechazo lo inhibía completamente. Lo mareaba e idiotizaba. Y odiaba eso. Odiaba verse como un completo inútil a los ojos de Jaejoong.

Debía demostrarle seguridad, debía intentar mantener los pies en la tierra para conseguir que Jaejoong se interesara completamente en él.

Ese era el propósito que estaba dispuesto a conseguir.

Al menos así seguiría siendo alguien con convicción.



..




Dos semanas pasaron desde ese primer encuentro. Ambos habían tratado de mantener contacto, visitándose no diariamente pero si periódicamente, encontrándose siempre en el mismo lugar de la primera vez para evitar ser “Vistos” por el jefe. Al principio Jaejoong era muy reacio, pero con el tiempo su comportamiento se había vuelto más gentil, aunque Yunho seguía siendo la mayoría del tiempo muy irrelevante para él. Los primeros días sus conversaciones eran cortas y sin sustancia, luego Jaejoong cayó en cuenta que el principal objetivo de estar con Yunho era poder sacarle información, por lo que empezó a comportarse más vivaz, ansiando conseguir algo para recibir el agrado de su jefe.

Sin embargo la verdad es que no había mucho que saber.

La pandilla de Yunho se había originado en Gwanju y habían tenido que salir de ahí debido a un altercado con las autoridades de la zona. Habían llegado por pura casualidad a Gongju y en cuanto vieron que un edificio de ese vecindario estaba abandonado, no duraron en reclamarlo como suyo. Eran chicos de la calle, tratando de subsistir, y aunque sabían que la pandilla de Jaejoong estaba en contra de su existencia en esa zona, la verdad no tenían un plan contra ellos por lo que era absurdo tratar de infiltrarse ya que obviamente no representaban un peligro mayor.

Estratégicamente hablando claro.

Aun así Jaejoong seguía frecuentando a Yunho, alentado principalmente por los planes de su jefe de tratar de descubrir algún punto débil donde atacarlos. Ya no era frustrante para Jaejoong aunque dentro de si debía admitir que se sentía mal por estar utilizando a Yunho de esa manera, mas aun cuando el otro parecía haberse sincerado con él en muchos aspectos. Y es que Jaejoong había descubierto que Yunho era de esas personas que prefería mantener distancia con los demás y que él claramente había sido una excepción a esa regla, debido que en poco tiempo le había compartido muchas cosas de su vida privada. Yunho había encontrado en él una fuente de confianza y aunque le costara reconocerlo, Jaejoong se sentía culpable por eso.

Porque él no estaba siendo sincero con sus acciones.

—Jaejoong ¿Por qué estás tan distraído? —Junsu lo saco de sus pensamientos con respecto a Yunho cuando lo vio de pie en la ducha comunal que tenían, mirando a algún punto en la baldosa. —Te ves muy pensativo.

Jaejoong se sacudió un poco por el comentario y luego le sonrió incómodamente a Junsu. —Nada, nada, no es nada. Solo estoy cansado.

―¿Es por ese chico Yunho?

―¿Eh?

―Todas las noches lo vas a visitar ¿No? ¿Cómo te ha ido con él? —Junsu le preguntó como si leyera sus pensamientos.

Jaejoong desvió la mirada. —Bien… supongo.

—¿Ya son los mejores amigos? Ah, no me olvidaba, que él no te quiere como amigo… —Junsu lo molesto y Jaejoong solo le echo una mirada dura como si le quisiera decir que no le causaba ni una pizca de gracia.

—Ya deja de decir eso...

—¿No ha intentado nada aun?

—¿Intentar algo? —Jaejoong preguntó, queriendo captar la pregunta de su amigo. Ahora que lo pensaba en ese tiempo que se había estado hablando con Yunho, este no había intentado nada con él. Cosas como toques, insinuaciones o cualquier acción por el estilo. Claro, a Yunho se le notaba lo tenso que se ponía cada vez que hablaban pero más allá de eso no había nada que indicara con claridad que le gustaba. ¿Sería que Yunho no tenía aquellos sentimientos por él? ¿Y si toda esta situación se trataba de la imaginación de Junsu y Yoochun? Si se trataba de un malentendido, Jaejoong definitivamente se las cobraría a los boca sueltas de sus amigos por meterlo en ese embrollo. —No, no ha intentado nada… por suerte. Creo que ni siquiera le gusto como dicen.

—Entonces estas ciego, porque si me lo preguntas, a leguas se le nota que tú le gustas. —Junsu cerró su regadera y se acercó a la de Jaejoong. —Te mira con aquellos ojos…con aquellos ojos con  los que tú miras al jefe…

Por el comentario, Jaejoong casi se atraganta con su propia saliva. —¿Qué dices?

—No te hagas el loco, que ya me he dado cuenta lo que sientes por el jefe.

—Estás hablando puras tonterías. —Jaejoong intentó desacreditar a su amigo sin poder evitar lo rojo que su rostro se estaba poniendo.

Junsu se burlo ante la mirada. —No te preocupes, no le diré a nadie. Aunque debo decir que me da un poco de lastima ese Yunho. Nunca podrá desterrar al jefe de tu corazón.

Bueno en eso Junsu tenía razón. —No le estoy dando esperanzas si es lo que crees. Solo estoy haciendo lo que el jefe me pide.

“Solo hago lo que el jefe me pide” —Junsu imitó a Jaejoong de manera irritante provocando que Jaejoong lo golpeara justo en la cabeza.

—Cállate.

Molesto, Jaejoong se volteo y continuo lavándose el cuerpo queriendo dar punto final a esa extraña charla. La verdad él nunca se había puesto a razonar lo que sentía por su jefe. Nunca decía que era amor, más bien para él era como una admiración desmedida. Aunque ahora que se ponía a meditarlo, quizá la idea de que le gustara no sonaba tan descabellada. Es decir, le encantaba estar acompañado de su jefe, se preocupaba por su bienestar y hasta le daba celos cuando compartía con otros chicos. Si eso no era amor, ¿Entonces que era? Sonriendo, Jaejoong se llevo una mano a su pecho. Ahora la idea no le sonaba tan amarga, de hecho para su pequeño corazón ingenuo, sonaba hasta dulce que él hubiera desarrollado aquellos sentimientos por su jefe.

Si, tal vez si estaba enamorado de su jefe y eso le agradaba.

Le daba algo de sentido a su maltrecha vida.


..



A Yunho siempre le habían gustado las manualidades. Hacer una creación de piezas completamente ordinarias era algo que le fascinaba, por lo que no era extraño que en ese momento libre de su día estuviera sentado en un andén, con un pedazo de madera en una mano y una navaja en la otra, tallando lo que parecía ser una pequeña escultura. Había comenzado sin nada en mente, luego la figura fue tomando forma; una trompa, 4 patas y una gran cabeza, y al final se había convertido en una pequeña escultura de elefante que de forma inconsciente había creado. Era el animal favorito de Jaejoong y quizás, solo quizás Yunho lo había hecho porque significaba un sueño importante para Jaejoong.

—¿Qué haces Hyung? —El siempre hiperactivo Changmin se asomó a su lado, curioso en ver que mantenía tan entretenido al mayor. —¡Oh!, ¿Es para alguien? —Preguntó al ver la escultura en las manos del otro.

Yunho sonrió sin dejar de tallar la madera. —Puede ser.

—No me digas que es para ese chico. —Changmin coloco ambas manos en sus caderas. —¿Te has visto con él? Últimamente he notado que se la pasa rondando nuestro edificio.

—Eso no es asunto tuyo pequeñín. —Yunho le pellizco fuertemente una de las mejillas.

—¡Oye! —Changmin protestó. —Yo no tengo la culpa de que seas tan obvio. Dime, —Se acerco a susurrar a su oído. —¿Ya lo besaste?

—¿Qué parte de “eso no es asunto tuyo” no entendiste?

—Entonces si lo has hecho.

Yunho se mordió los labios. —No aun.

—¡¿Eh?! ¿Y que estas esperando? ¿Tan lento eres?

—¿Por qué no en vez de estar molestando, regresas a tu labor?

—Eso te digo a ti Hyung, ¿Qué clase de ejemplo eres si en vez de estar trabajando, te encuentras sentado aquí haciendo regalos?

El moreno suspiró, dejando sus cosas a un lado. —Bien, vamos.

Se levanto y se dirigió de regreso a las calles y cuando Changmin estuvo dispuesto a hacer lo mismo, cayó en cuenta que la figura había quedado junto a las demás pertenencias de su hyung en el borde de la acera. Con una idea traviesa en mente, Changmin la tomo y se dirigió hacia la calle contraria en busca de aquel muchachito de cabello negro. Le encantaba molestar a su hyung y ponerlo en evidencia con Jaejoong era algo que le empezaba a entretener enormemente.

—Hola. —Lo saludo con una sonrisa de oreja a oreja cuando estuvo en frente de él.

Jaejoong, quien había estado contando un fajo de billetes, le dirigió la mirada. —Hola. —Contesto confundido. —¿Qué haces aquí?

—Solo vine a darte algo que Hyung te hizo.

Agarrando la mano de Jaejoong, Changmin le entrego el pequeño elefante de madera. Jaejoong se sintió aún más perdido. —¿Esto lo hizo para mí?

—Sip.

Estupefacto, Jaejoong observó la pequeña escultura tratando de entender el porqué del regalo. ¿Yunho se había molestado en hacerle esa figura? ¿Por qué lo hacía? ¿Tanto así…? Sentimientos encontrados se acumularon en la cabeza de Jaejoong. No podía negar que el hecho de que Yunho se hubiera acordado de cuál era su animal favorito le hizo conmover, aun así el que le comenzara a dar regalos no era algo que precisamente le gustara.

Porque así Jaejoong se sentía más comprometido a retornar sus sentimientos.

Sentimientos que dentro de él no existían.

—¿Ustedes se han vuelto amigos, no? He visto que vas mucho a nuestro edificio. —Changmin dijo después de algunos minutos.

Jaejoong guardo el elefante en su bolsillo. —Algo así.

—Uhm pero no deberían ser amigos, no sé porque insisten en hablarse. A menos que…—Changmin se recostó sobre una baranda que estaba en la calle. —Tus intenciones sean otras.

El pelinegro quien había estado bastante ajeno a las palabras del menor, se volteo ante tal comentario. —¿Por qué dices eso?

—Solo es una suposición. Es extraño que quieras ser amigo de él si perteneces a pandilla enemiga.

—Pues eso no es de tu incumbencia. —Jaejoong se inclinó aproximándose a la cara de Changmin y pellizco la mejilla del menor justo igual como Yunho lo había hecho.

Changmin golpeo su mano, fastidiado de ver como todos lo trataban como un niñito. —¡Oye, no me toques así! Y si es de mi incumbencia porque Yunho es mi hyung y no quiero verlo lastimado por personas como tú.

—No lo voy a lastimar, no sé de donde sacas eso. —Jaejoong trato de demostrar seguridad aunque  en realidad se estaba comenzando a poner muy nervioso ¿Acaso ese chiquillo sabía algo?

—Bueno te creo por esta vez. Pero si lastimas el corazón de mi hyung te las vas a ver conmigo.

Viéndolo voltearse, Jaejoong se quedo observando al pequeño diablillo que se devolvía a su esquina de trabajo. Obviamente la amenaza era más cómica que otra cosa, pero el hecho de que Changmin sospechara de él hizo a Jaejoong sentirse intranquilo. Hizo a Jaejoong sentirse mal.

Porque le recordaba de que estaba con Yunho solo por intenciones no muy buenas.




..



—Gracias.

Fue lo primero que le dijo Jaejoong a Yunho esa misma noche cuando los dos se reunieron en la misma habitación de siempre. No estaba dentro de los planes de Jaejoong visitar a Yunho esa noche, pero debido al inesperado regalo, él supo que tenía la obligación de devolverle así fuera las gracias.

—¿Gracias Por qué? —Preguntó Yunho al sentarse frente a la chimenea resplandeciente.

Jaejoong se sentó a su lado y le mostro el elefante de madera. Yunho abrió los ojos de sorpresa. —¡¿Cómo lo tienes?!

—Me lo dio el pequeñín… Changmin.

—¿Changmin? —“Ese mocoso” Pensó Yunho. —No se suponía que te lo diera.

—¿Acaso no lo enviaste tu?

—No.

—¿Entonces no era un regalo? —Preguntó Jaejoong algo decepcionado.

—No, digo…si lo hice pensando en ti pero… —Yunho empezó a ponerse nervioso. —No estaba seguro de dártelo.

Por la expresión y la forma en que dijo esas palabras, Jaejoong supo que Yunho se sentía inseguro de demostrar sus sentimientos hacia él. Entonces si es verdad…—No Importa, —Dijo Jaejoong. —La verdad no pensé que recordaras que mi animal favorito es el elefante. Y ahora que me pongo a pensar… —Jaejoong bajo la cabeza, cayendo en cuenta de algo: “Es la primera vez que me dan un regalo”, esto último se lo guardo para sí mismo, no queriendo que Yunho notara lo significativo que había sido para él que le diera ese elefante.

Aunque él mismo no lo reconociera.

—De nada. —respondió Yunho al ver a Jaejoong tan pensativo. —Entonces fue bueno que Changmin te diera ese regalo.

—Si…—Acomodándose mejor en el sofá, Jaejoong se dejó llevar por la calidez que emanaba la chimenea y la aparente comodidad que se había formado con Yunho. Era la primera vez que se sentía tan a gusto con su compañía. —A propósito de Changmin, ¿Él es tu hermano, no?

—No, no es hermano de sangre. Sin embargo yo lo considero como mi pequeño hermanito. Desde que lo conocí mi propósito ha sido cuidarlo.

—¿Dónde lo conociste?

—Bueno, —Yunho lo pensó un poco. —Lo conocí una noche cuando lo descubrí robando en una panadería. Lo alcance e hice que devolviera todos los panes que había robado. Él había escapado del orfanato en donde estaba y no había comido en días, por lo que sentí obligación de velar por él. Utilicé el dinero que recogí ese día para comprarle la comida más extravagante de su vida, —Yunho hizo una pausa, sonriendo enternecedoramente por el recuerdo. —Él no tenía a nadie, como yo. Había sido abandonado por sus padres y no tenía nadie que cuidara por él. Así que decidí que desde ese día, desde que vi esa expresión de felicidad al comer aquella comida, que lo protegería. Que daría todo de mí para que no volviera estar solo.

Ante las palabras conmovedoras de Yunho, Jaejoong se quedó mudo no sabiendo cómo reaccionar a eso. Después de todo, la vida de Yunho y Changmin era igual a la suya; niños abandonados, asustados, sin un futuro por venir. La historia le hizo sentirse tan identificado que casi le hace llorar. Al parecer ellos tenían algo en común, algo que los hacía unir. —Tu historia se me hace familiar.

—¿Por qué? —Preguntó Yunho curioso.

—Porque mi historia es similar. —Jaejoong tomo un respiro. —Mi madre me abandono cuando era bebe. Hubiera muerto de hambre en la calle de no ser porque él me encontró… Jisung, nuestro jefe. Él me crio y luego me  proporciono hogar a cambio de que trabajara para él. Fue mi salvador, sin él probablemente no hubiera podido sobrevivir. —Jaejoong apoyo su cabeza en sus rodillas y sonrió leve ante el recuerdo. Hablar de su jefe lo hacía sentirse feliz.

Yunho notó esa felicidad. Algo en él le dijo que eso no podía ser bueno. Un sentimiento de envidia lo ataco. —Ya veo… ¿Entonces el jefe para ti es como soy yo para Changmin?

—¿Cómo?

—Me refiero a que ves a tu jefe como un hermano mayor, o quizás como una figura paterna. Lo ves como tu padre.

“¿Mi padre?” Jaejoong se sacudió ante el pensamiento. No, él no veía a su jefe como su padre. Seria enfermo si lo hiciera. Lo veía, más bien, como una fuente de apoyo. La persona que más quería en el mundo. 

—Ok, ok. —Yunho se rió al ver la cara de consternación de Jaejoong. —Tal vez no lo veas como un padre, pero si como tu familia. Así es como yo veo a Changmin, como un hermano, es por eso que Changmin es tan importante para mí, porque me hace añorar al hermano que nunca tuve. Siéndote sincero… —Yunho de repente se detuvo, evitando que las lágrimas salieran de sus ojos. —Changmin llego a un momento de mi vida en el que no quería vivir más, por lo que encontrármelo fue una de las mejores cosas que me pudo haber pasado. Le dio un sentido a mi vida. Algo por que luchar y levantarme todas las mañanas.

—¿Enserio? —Jaejoong preguntó sorprendido, sintiendo incluso algo de celos por como Yunho se refería a Changmin.

—Sí, es bueno tener a alguien que haga que vivas por él.

Jaejoong concordó completamente con esa oración. Siempre es bueno estar acompañado, sentir que no estás solo. Si lo razonaba, la relación de Changmin con Yunho le recordaba a la relación que tenía con Junsu y Yoochun, sus amigos más cercanos dentro de la pandilla. Yoochun, el mayor, venia de una familia disfuncional adicta a las drogas, de la cual él había escapado hacia las calles. Junsu, en cambio, se había perdido cuando pequeño y había sido encontrado por Jaejoong y el jefe cuando merodeaba sin rumbo por el vecindario. Ellos eran menores que él, por lo que su deber era protegerlos y cuidarlos, igual que Yunho se sentía con respecto a Changmin.

—El sentimiento familiar y de amistad son cosas indispensables en la vida. Aunque, —Yunho divago un poco y luego de tomar valor; fijo sus ojos en los ojos de Jaejoong. —También esta ese otro tipo de personas, esas que quieres cuidar y proteger pero no de una forma fraternal. ¿Sabes a lo que me refiero? Me pregunto… ¿Tienes a alguien así Jaejoong? ¿A alguien que te haga querer levantarte todas las mañanas para poder cuidarlo de esa manera?

“El jefe…” Jaejoong susurró en su mente, aunque no estaba muy convencido de esa elección. Es decir, el jefe para él era muy importante, indispensable en su vida, pero él para el jefe no creía que fuera tan necesario. Sabía que el jefe lo estimaba mucho pero quizás si no estuviera él, la vida del jefe seguiría siendo igual. Por mucho que le costara admitirlo el hombre no necesitaba de sus cuidados y su preocupación. Como hombre adulto podía valerse por sí mismo y no requerir de un muchachito escuálido que lo acompañara. Qué triste era la realidad.—¿Tú tienes a alguna otra persona que te haga vivir de esa forma? —Jaejoong esquivó y devolvió la pregunta cuando la tristeza en su corazón estuvo a punto de abarcar su rostro.

Yunho medito un poco y luego se acercó al rostro de Jaejoong, susurrando. —Creo.

Jaejoong se enrojeció por eso, sabiendo exactamente a quien se refería Yunho. —Ehem, bueno, Se hace tarde, tengo que irme. —Se levantó y se dirigió a la salida. Pensó que Yunho lo alcanzaría y lo retendría por más minutos como usualmente hacía, pero esta vez contraria a las otras veces, Yunho se quedó sentado en el sofá, mostrándose completamente pensativo.

“¿Qué le sucede?” 

A continuación el rostro de Jaejoong se tornó pálido cuando Yunho inesperadamente se levantó y se ubicó justo en frente suyo. Sus rostros quedaron a muy pocos centímetros. Sus ojos uno en el otro.

—Jaejoong, quiero pedirte algo.

El pelinegro paso saliva. —¿Qué cosa?

Yunho se acercó aún más. —Un beso.

¿Qué? No, no. Jaejoong se quedó completamente erizado, sus labios apretados y su cabeza ladeándose sutilmente en negación. Pero ya era tarde, ya Yunho se había acercado y ahora lo tenía acorralado contra una pared. Jaejoong cerró sus ojos con fuerza al sentir la respiración de Yunho sobre su cara. Después los labios del moreno fueron los que aterrizaron en sus labios, en un casto beso que duro más de los que Jaejoong hubiera deseado. La pared a sus espaldas y Yunho en frente de él lo tenían completamente congelado. Cuando dejo de sentir a Yunho cerca lo único que se le ocurrió fue escapar de ahí y correr directo a su hogar.

Fue más rápido de lo que pensó, en un santiamén ya estaba metido entre las cobijas, restregándose una y otra vez su antebrazo en los labios. “¡No, así no era como lo quería!” Jaejoong se quejó en su mente una y otra vez al recordar el beso. Se había imaginado ilusamente que el que le daba su primer beso era su jefe, no Yunho, ahora esa fantasía estaba totalmente arruinada. Yunho le había robado ese primer beso y Jaejoong no estaba dispuesto a perdonarlo.

Furioso y frustrado con el mundo, Jaejoong se refugió en su colchón, no queriendo volver a acercarse a Yunho nunca más.





..


Nota: Ok, Quiza Jaejoong pueda parecer un poco antipático pero él ira cambiado conforme la historia transcurra, se los aseguro. Solo esta... confundido. Por otra parte, cuando empece a escribir el fic no tenia una personalidad clara para Yunho, pero mientras mas iba escribiendo, mas tierno se iba volviendo. Como el Yunho de la vida real. Creo que en este fic es maduro pero noble, y espero que ustedes también  les de esa sensación.

En realidad, aunque puse advertencia en la ficha del fic que esta historia tenia escenas fuertes, la verdad esta es una historia bastante tierna. Si tendrá algunas escenas que puedan herir sensibilidades, pero la mayoria puede ser bastante light (Bueno, por lo menos esta primera parte del fic).

Déjenme sus comentarios y nos vemos en la próxima actu. 


miércoles, 21 de junio de 2017

Niños de Ciudad - Capitulo II

—¡Y no los quiero ver por aquí cerca!

Fue lo último que les grito su jefe antes de cerrar fríamente la puerta.

Sin nada más que discutir, las tres almas en pena comenzaron a deambular por las calles casi desiertas de aquel abandonado vecindario, esperando que la noche se comportara calmada y misericordiosa con ellos.

“El jefe… ¿Por qué me hizo esto? ¿Por qué a mí?” Jaejoong se preguntó en su cabeza, todavía incrédulo de lo que había acabado de suceder.

“¿Sera que solo le importo si llevo dinero a sus manos?”

 ..


Capitulo II: Porque con un niño de la calle nadie nunca es misericordioso.



Yunho terminó de organizar su pequeña cama y se acomodó en el alfeizar de la ventana, mirando el cielo que hoy parecía estar un poco más oscuro. Abrió una lata de refresco y observo al pequeño Changmin sentarse frente a él, admirando también lo calmado que estaba el cielo.

Esa era su rutina de todas las noches, observar la ciudad mientras esperaban que viniera el sueño a ellos.

—Yunho…—Lo llamo Changmin, sacándolo de su ensimismamiento. —¿Los chicos del otro bando no son una amenaza, cierto? —Preguntó con un dejo de intranquilidad en su voz.

Yunho solo le sonrió a medias. —No te preocupes Changmin, yo te cuidare. Nada pasara. —le dijo para calmarlo sin estar convencido enteramente de sus palabras. Obvio, él sabía que la otra pandilla tarde o temprano estaría dispuesta a desterrarlos de la zona pero no podía decirle eso a su pequeño Changmin de once años. No podía ponerle más sufrimiento a aquel niño que había sido abandonado.

—Si tú lo dices. Estoy seguro de que tú podrás con ellos. Tú eres muy fuerte. Además, no creo que quieran meterse con nosotros de nuevo.

—¿Y por qué no? —Yunho le sonrió, divertido del repentino arrebato de confianza del pequeño.

—Porque tengo esto. —Orgulloso, Changmin saco de su bolsillo la bolsa de ganancias que le había robado a Junsu y a Yoochun.

Yunho se sintió perdido por un momento. —¿Eso es…?

—Sip, es su dinero.

La expresión que se formó en el rostro de Yunho confundió por un segundo a Changmin. Él creía que iba a recibir una felicitación o que tal vez Yunho solo se reirá divertido de su osadía, pero la cara que hizo Yunho en ese momento parecía estar muy alejado de todo lo que él esperaba. —¡¿Qué hiciste qué?! ¡¿Por qué hiciste eso?!

—B-bueno…—Changmin balbuceó. —Ellos se burlaron de nosotros.

—Pero no puedes ir robando así como así a la gente. —Arrebatándole la bolsa de dinero, Yunho agarró fuertemente la muñeca de Changmin haciendo que este se retorciera por la presión. —Prométeme que no volverás a robar.

—¡Hyung me lastimas!

—Prométemelo.

—¡Te lo prometo!

Yunho lo soltó y Changmin de inmediato se llevó la mano a su muñeca, sobando la marca que había quedado impregnada. —¡Auu!, no sé porque te enfadas tanto. Solo estaba defendiendo nuestro honor. —Le dijo una vez vio a Yunho tranquilizarse por la situación. —Tenía que hacer algo, ya que tú obviamente no nos quisiste defender.

—No creí necesario iniciar una pelear.

—Si claro. —Changmin rodo los ojos. —Tú solo te detuviste porque ahí estaba ese chico de cabello negro, el que quiso robarme mi panqueque el otro día.

Ante eso, Yunho volteo a mirarlo. —¿Qué?

—Sip, ¿Sabes hyung? Ayer no fue la primera vez que vi a ese niño, lo he visto rondar varias veces por aquí cerca. Y también he notado como no le quitas los ojos de encima. Eh Hyung —Changmin sonrió. —¿Acaso te gusta?

El sonrojo en el rostro de Yunho fue tan evidente que hasta Changmin le provoco gracia. —¿De qué carajo estás hablando? Ni siquiera lo conozco.

—No, pero yo sé que te gusta.

—Ni siquiera se su nombre.

Yunho y… ese niño, sentados en un árbol, dándose besitos y…¡Auu! —Changmin se detuvo cuando la mano de Yunho le golpeó fuertemente el brazo.

—Solo estás diciendo tonterías, Changmin. —Yunho regreso su vista a la ventana. —A mí no me gusta nadie.

—Lo que digas. —El pequeño murmuró incrédulo. Por más que Yunho lo negara, el hecho estaba claro para él. Porque él podía ser pequeño pero no era estúpido, y era más que seguro que su hyung esta vez había caído ante el amor. ¿No era eso muy gracioso? —Pero si me lo preguntas, yo pienso que… —sus palabras quedaron a medio camino porque noto como Yunho había dejado de prestarle atención y ahora se encontraba mirando fijamente un punto en la calle, luciendo totalmente ajeno a su conversación. Changmin siguió su vista y notó como aquellos tres chicos del otro bando se encontraban acurrucados contra un muro luciendo como tres gatos asustados.

Era peligroso estar rondando por aquellas horas en la calle ¿Por qué estaban ahí? —¡Hey! —Yunho abrió la ventana y les grito desde su puesto —¡¿Qué hacen ahí?! ¡Vengan!

—¡¿Qué?! —Changmin abrió los ojos. —¿Por qué les dices que vengan?

—No los vamos a dejar en la calle.

—Pero son nuestros enemigos.

—Por una vez que los ayudemos no quiere decir que sean nuestros amigos. —Yunho saco de nuevo la cabeza por la ventana ignorando el evidente puchero de desagrado de la cara de su dongsaeng. —¡Vengan, no se queden ahí! ¡Suban!

Algo precavidos, los tres chicos se levantaron del suelo y fueron hacia la ventana donde les gritaba Yunho, subiendo hasta ella por unas escaleras de metal que se encontraban afuera de la edificación. Ya dentro, Yoochun, Junsu y Jaejoong se sentaron en el piso, reconociendo al fin quien había sido el que amablemente les había ofrecido asilo.

Se trataba de los dos chicos de la pandilla contraria.

Bueno, cualquier cosa era mejor que quedarse en la calle.

—¿Acaso no saben lo peligroso que es quedarse fuera a estas horas? —Yunho les preguntó mientras se sentaba frente a ellos. —Los escuadrones pueden estar rondando.

—Obvio que lo sabemos, no somos idiotas. —Yoochun le contestó. —Es solo que el dinero no nos alcanzó para quedarnos en la residencia.

Al oír eso Yunho le arrojó una mirada acusadora a Changmin haciendo que el más pequeño bajara el rostro sintiendo arrepentimiento.

—No podemos regresar a nuestra residencia. Por lo menos no por esta noche. —Junsu agregó.

Yunho suspiró. —En ese caso, lo mejor es que pasen la noche aquí.

Yoochun, Junsu y Jaejoong compartieron una mirada, confundidos. Changmin abrió la boca para protestar pero fue callado por la mirada dura de Yunho que le indico que lo mejor era guardar silencio.

—Como supongo que no han comido nada, les traeré algo para que puedan pasar la noche. Espérenos aquí. —Diciendo esto, Yunho salió de la habitación junto a un muy molesto Changmin quien aún no entendía porque a su hyung le había dado tal arrebato de amabilidad.

—¿Y estos porque nos ofrecen su ayuda? —Preguntó Yoochun a Junsu una vez los vieron salir. —¿Sera que traman algo?

—No lo sé, —Respondió Junsu. —Pero al menos no correremos el riesgo de pasar la noche en la calle. ¿Qué dices Jaejoong?

El mayor, quien había estado metido en su propio mundo, no contesto la pregunta y en cambio se limitó a recorrer con su mirada la habitación, detallando cada cosa. Al parecer el jefe de esta pandilla los dejaba tener cuartos individuales con camas, muy diferente a los viejos colchones en el piso de una inmensa habitación que ellos tenían que compartir. Además también parecía que les dejaba tener otras pertenencias aparte de su ropa, tales como libros, balones y demás cosas. Quizá este jefe era un poco más flexible, pensó Jaejoong.

Yunho y Changmin llegaron luego de unos cinco minutos, sosteniendo en sus manos unos sándwich que habían sacado de la cocina.

Junsu abrió sus ojos. —¿Acaso su jefe les deja sacar comida de la cocina?

Por la pregunta Yunho se le quedo mirando un buen rato, tal vez tratando de entender a qué se refería. —Nosotros no tenemos jefe. Solo somos nosotros. Todos nos ayudamos y aportamos para el bienestar de la pandilla.

—¡¿No tienen jefe?! —Yoochun y Junsu preguntaron al unísono, tan sorprendidos que hasta resulto gracioso mirarles las caras.

Yunho asintió y le paso su sándwich a cada uno.

—Nuestro jefe nunca nos deja comer más de lo que nos ofrece. —dijo Yoochun mientras recibía su porción. —Es un tacaño. —Se burló, provocando que Jaejoong le otorgara una mirada de no muchos amigos.

—El jefe hace lo mejor para todos. —le dijo Jaejoong al sentirse ofendido con sus palabras.

—Ay si, tu como siempre defendiendo a tu amado jefe. —Junsu lo molesto y Yunho solo se mordió la boca al escuchar la palabra amado. Fijo su mirada en Jaejoong, notando como este parecía terriblemente triste y decepcionado, sin una pizca de ganas de querer tener una conversación.

¿Acaso ese jefe era el causante de su tristeza?

—Así que ustedes sobreviven sin un jefe. Me pregunto cómo funciona eso… —Continuo Yoochun haciendo que Yunho alejara su vista de Jaejoong.—Debo admitir que hasta me da un poco de envidia...

Yunho no dijo nada y devolvió su vista a la cara de Jaejoong, más interesado en saber que le ocurría a ese chico que en la conversación que le hacia Yoochun. Por supuesto, Jaejoong no dejo pasar eso desapercibido y se estremeció en su puesto, sintiéndose de repente extremadamente incómodo con la mirada de Yunho sobre él. —¿Qué? ¿Tengo monos en la cara o qué? —Le preguntó de manera desafiante haciendo que Yunho alejara la vista avergonzando y que Changmin soltara una risotada.

—Jaejoong, no hace falta que seas tan malo. —Junsu le dijo mientras le pasaba un brazo por los hombros.

—Déjalo Junsu, solo está enojado por lo que paso con el jefe. —Yoochun explicó.

“Así que si es por él…”

—A todo esto… No nos hemos presentado aun. Hola, —Yoochun extendió su mano. —Me llamo Yoochun.

Yunho acepto su mano. —Yunho y él es Changmin. —Apunto con su dedo al pequeño que estaba escondido detrás de él. 

—Yo soy Junsu. —El chico imitó a Yoochun, apretando igualmente la mano de Yunho.

Hubo un breve momento en que los cinco se quedaron completamente callados. Luego Yunho se armó de valor. —¿Y tú? —Le pregunto a Jaejoong al ver que este no tenía amago de querer decir su nombre.

Jaejoong le devolvió la mirada. —Jaejoong. —Secamente dijo.

—Yunho.

Jaejoong asintió leve y regreso su mirada al piso.

—Hyung ya vayamos a dormir, tengo sueño. —Changmin fue el que tomo la palabra después, abrazando sutilmente el cuello del mayor.

—Sí, creo que ya es hora. —Dándole la razón, Yunho se levantó del suelo. —Pero antes quiero darles algo. —Caminando hacia una mesa, Yunho abrió uno de los cajones y fingiendo que sacaba algo de ellos, él disimuladamente tomo la pequeña bolsa que le había arrebatado a Changmin y saco el dinero de ella, dejando la bolsa dentro del cajón.

A continuación fue hasta Jaejoong y se arrodillo frente a él, ofreciéndole con ambas manos el dinero que era de ellos. —Toma, para que no vuelvan a pasar necesidad como hoy.

Jaejoong abrió los ojos y se quedó erizado, no sabiendo exactamente qué postura tomar. ¿Acaso debía agradecerle? —¿Por qué me ofreces esto?

—Tómalo como un acto de generosidad.

El muchacho chasqueo. —No lo necesitamos, sabemos perfectamente cómo conseguir nuestro dinero.

—Por favor, no lo tomes como una ofensa.

—Jaejoong, solo acéptalo. —Se entrometió Junsu sin pensar demasiado en la inesperada generosidad de Yunho. —Quizás ese dinero nos pueda ayudar más adelante.

Un poco inseguro, Jaejoong tomo el dinero de mala gana y se alejó de Yunho, tomando asiento junto a sus dos dongsaengs en una de las camas que estaba en la esquina de la habitación. Suspirando profundamente, Yunho hizo lo mismo y se acurruco junto a Changmin en la otra cama, sintiendo un sentimiento liviano en el corazón que no supo cómo describir.

—Yunho estas feliz.

Le susurró Changmin unos minutos después cuando creyó que los otros ya se había rendido al sueño.

—¿Qué? ¿Por qué lo dices? —Le preguntó Yunho sonando confundido.

—Porque al fin supiste su nombre.

Changmin se dio medio vuelta y Yunho se quedó pensando en sus palabras.
Bueno, quizá su pequeño “hermanito menor” estaba esta vez en lo correcto.



..




Jaejoong podía ser muy insensato, eso aprendió Yunho cuando lo vio una tarde encaramado encima de un tejado de un pequeño edificio, tratando de rescatar a un perrito callejero que había quedado atrapado en una teja. Junsu había sido el que lo había incitado a rescatar al pobre animal, y no tardó mucho en aparecer toda su pandilla, animándolo a realizar la heroica maniobra sin importarles lo peligroso de la situación. Yunho se mordió los labios al observarlo desde el suelo, esto no le estaba gustando.

—Ven perrito, ven aquí… —Tratando de mantener el equilibrio, Jaejoong llamo al perrito que se encontraba acurrucado en la esquina del tejado, incapaz de siquiera mover una pata. Llegando a la conclusión que el perro no se movería por sí solo, Jaejoong caminó un poco más hacia él sintiendo las tejas hundirse con cada paso que daba. Decidió entonces que lo mejor era gatear para tener un mejor control del terreno y así evitar una caída segura.

—¡¡¡Vamos Jaejoong tu puedes!!!

Yunho escuchó a un chico gritarle desde la acera y en su mente solo se le ocurrió golpearlo ¿Por qué todos lo alentaban a cometer esa locura? ¿Acaso él era el único que estaba preocupado? ¿Qué pasaría si Jaejoong resbalaba y se caía? No quería imaginarlo.

—¡¡¡Lo tengo!!!¡¡¡Lo tengo!!! —Jaejoong gritó emocionado cuando por fin pudo llegar hasta el perrito y sostenerlo en sus brazos. Intentó arrastrarse por el tejado para llegar al alfeizar de la ventana más cercana y empezar a bajar por la fachada, pero una teja corrida lo engaño e hizo que perdiera el equilibrio, deslizándose por el tejado y aterrizando en una especie de balcón de metal en la fachada que no parecía completamente estable.

De inmediato el corazón de Yunho se estremeció y todos sus músculos se tensaron al presentir que Jaejoong caería.

—¡¡Jaejoong!! —Yunho escuchó a Junsu gritar de preocupación al ver a su amigo en peligro. —¡¿Estás bien?!

Jaejoong levanto medio cuerpo y se sobo la cabeza. —¡No lo sé! —De repente su cuerpo se puso rígido al sentir como el balcón empezaba a tambalear con su peso. La estructura no resistiría.

—Tenemos que hacer algo, alguien debe ir por él. —Yoochun manifestó nervioso haciendo que todos se miraran entre todos.

“¿Por qué se demoran tanto?” Yunho masculló en su cabeza al ver que ninguno tomaba la iniciativa de ayudar a Jaejoong. Él no era de la misma banda de Jaejoong, él no tenía por qué ayudarlo, sin embargo si se quedaba esperando que alguno de sus amigos se decidiera, Jaejoong caería del balcón. 

Él era el que tenía que ir.

Así que, escabulléndose entre la gente y esperando que nadie se lo impidiera, Yunho empezó a escalar la pequeña edificación, aprovechando los alfeizares y los pequeñas cornisas que sobresalían de la fachada. En menos de un santiamén logro estar a casi el mismo nivel de Jaejoong, apoyando sus pies en una estrecha cornisa salida que se encontraba a solo unos cuantos centímetros del balcón.

—¿Y él que hace ahí? —Yoochun se preguntó al caer en cuenta que el que había subido no había sido uno de los suyos.

Era aquel otro chico de la otra pandilla. Yunho.

—¡Oye, oye, Jaejoong! —Yunho llamo la atención de Jaejoong y se estiró para alcanzarlo.

Jaejoong arrugó el entrecejo. —¡¿Y tú qué haces aquí?! —¿Y este aparecido porque estaba ahí?

—Eso no importa. Ven, —Yunho se estiró aún más. —Déjame ayudarte.

Jaejoong estiro su brazo libre ya que su otro brazo estaba sosteniendo aun al animal. —No…alcanzo… —Aun se encontraban demasiado lejos y si no utilizaba su otro brazo para ayudarse, nunca conseguiría alcanzar a Yunho.

Yoochun decidió intervenir. —¡Jaejoong! —Le llamo desde el suelo y extendió sus brazos. —¡Lánzame al perro para que puedas sostenerte!

Inseguro, Jaejoong tomo al perrito con ambas manos y dedicándole una última mirada, lo lanzo directamente a los brazos de Yoochun, cayendo este exitosamente en su objetivo. Jaejoong suspiró aliviado al ver al perrito a salvo pero luego su expresión se inquietó al sentir como el balcón cada vez se iba desprendiendo más de la pared.

Tenía que salir de ahí lo más pronto posible.

—¡Jaejoong! —Yunho lo volvió a llamar. —Trata de acercar tu cuerpo para que pueda sostenerte.

Jaejoong hizo lo que le pedía Yunho pero cuanto más se movía, el balcón más se desprendía. Yunho entonces llego a la conclusión de que lo único que podía hacer Jaejoong era saltar a sus brazos para que el balcón no lo llevara consigo. Incluso si Yunho lo recibía y perdía el equilibrio no importaba mucho, porque desde esa posición ellos caerían al jardín delantero cuyas hierbas no habían sido cortadas en años, al contrario de la posición en donde estaba Jaejoong donde caería a las escaleras principales hechas de cemento.

Yunho se acomodó mejor en la estrecha cornisa y abrió sus brazos. —Salta, yo te recibo.

—¡Estás loco! ¡No lo voy a hacer!

—¡Tú eres el loco por encaramarte al tejado de un edificio abandonado!

Jaejoong frunció el ceño. —¡¿Y a ti que te impor…?! —Su frase quedo a medias cuando sintió el balcón ceder un poco más.

No había de otra, tenía que hacer lo que Yunho le decía, por lo que armándose de valor y en un movimiento rápido, Jaejoong se levantó completamente y se impulsó hacia delante, sintiendo como el balcón finalmente se desprendía y caía al piso. Los chicos abajo se asustaron por la caída abrupta del balcón no alcanzando a ver como Yunho logro atrapar a Jaejoong en el aire y abrazarlo a su cuerpo. Sin embargo el movimiento y lo estrecho de la cornisa hizo que perdiera el equilibrio y cayera abrazado a Jaejoong. Para la suerte de ambos el colchón tupido de pasto aminoro el golpe de su caída, tal como Yunho predijo.

Yunho fue el que cayó de espaldas, con un Jaejoong encima abrazado a su cuerpo. Sintió la respiración agitada de Jaejoong y luego lo vio erguirse un poco quedando ambas caras a muy pocos centímetros. Sus miradas se encontraron, sus narices se estaban tocando.

—¿Estas…?

Su pregunta no pudo ser continuada ya que Jaejoong se levantó con rapidez y salió del pastizal en rumbo a donde estaba Yoochun, arrebatándole el perro. —¡Rápido, tenemos que ir a dejarlo en la residencia antes de que llegue el jefe! —Les dijo a los otros chicos y luego se fue corriendo sin siquiera voltearse a verificar como estaba Yunho.

El otro se quedó de espaldas en el pasto, sin saber qué hacer.

—¡Yunho, ¿Estás bien?! —Escuchó a Changmin atravesar la hierba y arrodillarse a su lado.

—Si… ¡Ah! —Yunho se irguió poco a poco, sintiendo ahora un corrientazo de dolor en la espalda. Claro, estaba herido sin embargo no creía que se hubiera roto algo.

A continuación llegaron Yoochun y Junsu, ofreciéndole sus manos para ayudarlo a levantar. —Fuiste muy intrépido, no tenías que hacer eso. No era tu obligación. —Le dijo Yoochun.

—Lo sé, pero ninguno se atrevió a ir por él.

—Entonces eres una buena persona. —Continuo Yoochun. —Quizá demasiado. —Esto lo susurró como si estuviera burlándose de la ilusa bondad de Yunho. Junsu se rió por el comentario.

Yunho capto de inmediato la indirecta y solo les dedico una breve mirada antes de caminar lejos para buscar la salida de la hierba.

—Yunho no es tan bondadoso. —Les dijo Changmin mientras se levantaba del suelo. —Solo que le gusta tanto ese Jaejoong que está dispuesto hacer todo por él. —luego de decir esto, se alejó siguiendo sus pasos sin ni siquiera meditar lo imprudente que habían sido sus palabras.

De inmediato Yoochun y Junsu compartieron una mirada, no pudiendo comprender del todo lo que había querido decir ese niñato.

¿Entonces a ese Yunho le gustaba su Hyung Jaejoong?



..



En la noche de ese mismo día, el jefe los invitó a ver un poco de televisión en su recamara, suceso que casi nunca sucedía. La habitación del jefe quedaba en el altillo de la casa y era la única con electricidad, calefacción y agua caliente. Además estaba equipada con una gran cama mullida, una televisión grande y demás cosas que el jefe compraba con el dinero que le conseguían los chicos. Nadie podía estar en esa habitación a no ser que el jefe los invitara y si los descubría husmeando por ahí sin su permiso, el castigo seria el destierro total de la casa.

—¡Ha, ha que idiotas! —El jefe se rió escandalosamente al mirar un extraño programa japonés que ponía a personas a realizar cosas denigrantes por dinero. No era un programa muy agradable a decir verdad. —¿Divertido, cierto? —El jefe les preguntó y los chicos solo asintieron al unísono.

Nadie nunca se atrevía a contradecirlo.

—Uhm hoy fue un día agotador para mí. Tengo ganas de un masaje en los pies… ¿Quién me lo quiere dar?

Ante la petición, todos los chicos alejaron la mirada y pretendieron no haber escuchado a excepción de Jaejoong, quien emocionado volteo medio cuerpo procurando no verse demasiado ansioso.

—Tú, Joongie. —El jefe le apuntó y Jaejoong se levantó feliz del suelo, corriendo al baño a buscar un balde para llenarlo de agua caliente. Luego se ubico justo al frente donde estaba sentado el hombre y remojando un paño dentro del agua, él comenzó a masajear los pies desnudos de su líder. Jaejoong pensaba que él era el único apto para realizar esa actividad, no le gustaba cuando otros lo hacían. Le provocaba celos.

—Señor, ¿Le gusta así? —Preguntó de manera inocente y sus ojos brillaron al ver como su jefe asintió con la cabeza. Junsu hizo una mueca ante la escena, era obvio lo que estaba sucediendo:

A su hyung Jaejoong le gustaba el jefe.

Su rostro iluminado y su sonrisa que combatía por no dejarse ver lo delataban todo. Junsu suspiró, le daba hasta un poco de vergüenza ajena. Sin duda era algo incomprensible para él. Para empezar, el jefe no era un hombre apuesto, es más, estaba lejos de ser encantador. Era grosero, sucio y corriente. Se jactaba de comprarse ropa según él “costosa”, pero tenía tan mal gusto que igual se veía ordinario. No tenía la más mínima idea de que era tener modales, y sus chistes… Dios sus chistes. Su sentido del humor era tan bajo que él era el único que se reía de sus comentarios.

Bueno, aparte de Jaejoong.

Junsu no podía entender cómo es que a su hyung se le enrojecían las mejillas cada vez que el jefe lo veía. Era absurdo. De todas las personas de este mundo, el jefe era sin duda la menos especial. ¿Por qué a Jaejoong le gustaba tanto? Bueno, era sencillo de explicar: La fuente de su gusto se basaba en que Jaejoong sentía agradecimiento por el jefe, ya que después de todo, el hombre era el único que le había dado algo así como un hogar. El único que le había brindado la mano así esperara algo a cambio. Y Jaejoong, siendo un chico abandonado que nunca conoció el amor familiar, se sentía altamente conmovido por la aparente “bondad” de su jefe.

Porque con un niño de la calle nadie nunca es misericordioso.

Los chicos habían aprendido eso en sus escasos catorce años de vida.

—Así que… —El jefe mencionó después de un buen rato en que Jaejoong se entretuvo con sus pies. —Me entere de que hoy salvaste a un perrito.

Jaejoong se detuvo abruptamente. —Si… estaba acorralado en un tejado. —Dijo sin levantar la mirada.

—Y me imagino que se lo devolviste a su dueño ¿No?

Jaejoong se mordió la boca, buscando con el rabillo del ojo el apoyo de alguno de sus amigos. La verdad después del heroico rescate, él había decidido adoptar al perro como su mascota. No sabía porque pero quizás el hecho de que se tratara de un perro callejero le había hecho sentir algo de empatía por el pobre animal. Este vivía prácticamente su misma vida, la de las calles, por lo que era inhumano no prestarle su ayuda cuando el mismo sabía lo doloroso que era no tener un hogar. Pero obvio no podía tenerlo sin la aprobación de su jefe…

…y conociéndolo como era, estaba más que seguro de que no lo dejaría conservarlo.

Aunque al menos podía intentarlo. —Señor…—Jaejoong alzo la mirada, esperando que sus ojos pudieran convencerlo. —El perrito no tiene dueño, vive en la calle. Es como nosotros, es como yo… —Jaejoong dejo escapar un pequeño suspiro y el jefe ya se pudo imaginar a que iba todo esto. —Me preguntaba si… ¿Puede quedarse a vivir con nosotros?

—No.

La respuesta fue rápida, segura; incluso aunque no hubiera terminado la pregunta el jefe de todas formas la hubiera contestado. Jaejoong quiso decir algo más sin embargo no se atrevió a objetar; él sabía que no tenía formas de ganar. Tanto tiempo de convivencia con el jefe le habían enseñado lo imposible que era de persuadir. “Tendrá sus razones” Jaejoong pensó, tratando con eso ocultar la desilusión de saber que por más que se convenciera que al jefe le interesaban sus deseos.

En realidad no le importaban.  

—Además, me tienes ofendido Jaejoong.

Ese fue el comentario que salió después de sus labios y Jaejoong se sintió perdido. —¿Por qué?

El jefe se acomodó un poco mejor en su asiento y tomo un cigarro que estaba en la mesa de al lado. Tomo una inhalación. —Me entere de que uno de los del otro bando te rescató cuando estuviste a punto de caer del tejado. Sabes que no pueden interactuar con alguien que no sea de la “familia”, ¿No estarás relacionándote con ellos cierto?

Diablos, ¿Cómo supo eso su jefe? ¿Quién había sido el chismoso? —No señor, le juro que no sé quién es.

—¿Entonces por qué te ayudó?

—Eso se lo puedo contestar yo jefe. —De repente Yoochun interrumpió, mostrando una mueca que solo hacia cuando estaba a punto de molestar a alguien. —Ese chico está enamorado de Jaejoong.

Jaejoong lo volteo a ver. “¿Cómo?” —¿De dónde sacas eso?

—Ese niño que siempre anda con él, Changmin, nos lo dijo después de que te fuiste ¿No es Cierto, Junsu?

Junsu asintió.

Ante eso el jefe dejo escapar una risotada, ahora divertido con la situación. —Entonces nuestro Joongie tiene un admirador secreto.

—No, eso no es cierto. —Jaejoong trato de negarlo. La idea no le gustaba.

—Sí lo es, —Continuo Yoochun. —Y ahora que me pongo a pensar, ese chico siempre se la pasa mirando a nuestra dirección cada vez que estamos en la calle. Creo que es seguro decir que ahora ya sabemos porque es.

—¡No es cierto!

Disgustado, Jaejoong lo negó en un intento de disminuir el asunto; y es que de verdad no entendía de donde provenía aquel disparate ¿Acaso ese chico se había enamorado de el? ¿Pero cómo? Si recordaba bien ellos dos no habían cruzado mayor palabra y la verdad él no lo tenía muy presente para sentir que el otro hubiera desarrollado sentimientos por él. Debía ser un juego de Junsu y Yoochun para molestarlo. Si, debía ser eso.

—Vaya Joongie, no creí que tus encantos fueran hasta ese punto. —Jaejoong escuchó a su jefe decirle luego de unos minutos en que los demás chicos no pararon de hacerle bromas con ese tal Yunho. —Hasta podría ser beneficioso.

—¿A qué se refiere?

—Bueno, —El jefe arrojo el cigarro que estaba fumando y prendió otro más. —Si a ese chico le gustas entonces será más fácil para ti acercarte a él. Sera fácil para ti acercarte a la otra pandilla y averiguar sus planes.

El menor arrugó el entrecejo, eso no le estaba gustando. —¿Quiere que yo…?

—Sí, ve y hazte su amigo. Dale lo que quiere. Y de paso, infórmate de cómo opera el otro bando, para así poder saber cómo desarmarlos.

Jaejoong se quedó erizado ante esa orden. No, él no quería eso. No tenía el tiempo ni las ganas de hacer eso. ¿Acaso al jefe no le importaba? ¿Acaso el jefe no le importaba de que él fuera a intentar… coquetear con otra persona? —Pero señor, yo…

—Joongie, es por todos. Es por nosotros. ¿Estás diciendo que no puedes hacerlo? Tú eres experto para el engaño.

—No es eso, es que…

—¿Me quieres ver triste? —El jefe le hablo con voz suave, acercándose a su cara y rodeándola con ambos manos. —No te lo pediría si no fuera importante. Sabes lo mucho que te aprecio. —Junto su frente con la del menor. —Hazlo por mí ¿Si lo harías por mí, cierto? —le sonrió dulcemente y Jaejoong no pudo evitar sentirse derretido por esa expresión. Le costaba. Le costaba mucho resistirse a lo que pedía su jefe.

—Yo...No lo sé.

—Si lo haces dejare que el perrito se quede con nosotros…

Jaejoong abrió la boca ante tal oferta. Definitivamente se la estaba poniendo muy difícil. —Está bien, lo intentare. —Resignado, Jaejoong por fin dio su brazo a torcer, observando cómo su jefe formaba una sonrisa de victoria.

—Ese es mi Joongie.

Le dijo al alborotarle juguetonamente el cabello, volviendo a recostarse completamente en el espaldar de su silla.

Pensativo, Jaejoong volvió a sus pies y Junsu, desde el otro lado de la habitación, se quedó mirando la tonalidad rojiza que resplandecía furiosamente en las mejillas del mayor.

Sip, definitivamente su hyung tenía muy mal gusto.



..