sábado, 10 de febrero de 2018

Niños de Ciudad II : Capitulo VII

Capítulo VII: “Siempre estaremos juntos.

Siempre”



Jaejoong miró su reflejo.

Se mordió la boca.

Jisung se le colocó detrás.

Puso sus manos sobre sus hombros.

Qué lindo ~

Susurró.

El menor se alejó de su toque.

No hare esto.

Le dijo con dureza.

Aquella mañana de Julio, el Jefe lo había levantado temprano con un único propósito: llevar a cabo su venganza. En el trayecto no le dio ninguna explicación, incluso no lo hizo la noche anterior cuando se encerró con él en su habitación. Todo lo manejó en secreto, como si no quisiera estropear los detalles de su plan al contarle.

Y Jaejoong ya sabía el porqué.

En un baño público abandonado a pocas cuadras del escondite de Lee Sooman, el Jefe le pidió desnudarse y le entregó una bolsa con ropa para que se cambiara dentro de los cubículos. Lo que contenía esa bolsa hizo estremecer la mente de Jaejoong. Se trataban de prendas de mujer, casi fetichistas, donde destacaba un vestido azul cielo, muy pequeño, como si fuera para una muñeca. También había ligueros, medias veladas blancas que llegaban hasta la mitad del muslo, unos zapatos negros de charol con tacón y un lazo para la cabeza. 

Jaejoong no entendía porque su Jefe le había entregado eso. Estaba loco si pensaba que lo iba a usar. Además… ¿Para qué objetivo? ¿Con que propósito?

Y sin embargo y pese a su oposición, Jaejoong terminó vistiendo las prendas,  aunque la vergüenza no le permitiera siquiera mirarse con detenimiento. Todo esto era tan extraño.

Tan retorcido y repugnante.

¿Qué cosas perversas andaban en la cabeza de su Jefe?

—¿Y bien, que te parece? —El hombre le preguntó rato después, obviamente obviando la mueca irritada que Jaejoong llevaba en el rostro.

—¡No quiero usar esto, no voy a participar en el juego sucio que tenga en mente!

Protestó una vez más y cuando quiso largarse, el Jefe lo detuvo con su cuerpo. —¿Por qué te enfadas Joongie? solo quiero que juegues un rato con él.

Sin dar espacio a explicación, el Jefe acorraló a Jaejoong contra una pared y lo obligó a mantenerse quieto mientras pretendía aplicarle lo que parecía ser maquillaje. Jaejoong movió su cabeza hacia todos lados, era seguro que no se iba a dejar. ¡Déjeme! Exclamó. ¡¿Qué rayos está haciendo?!

¡¿Te puedes quedar quieto?!

¡¿Qué es lo que quiere?! ¡¿Por qué me viste así?! ¡¿Por qué como mujer?!

Lo conocí lo suficiente para saber lo que le gusta. Para saber sus fantasías…

¿Qué?

Es parte del plan, así que coopera.

Pero yo no quiero ser parte del plan ¡No quiero ayudarlo!

¿Estás seguro? Jisung apretó su cuello, inmovilizándole el rostro, hablándole con una seriedad ajena a él. Realmente parecía comprometido con su venganza, dispuesto a renunciar a todo con tal de tener éxito. Solo te pido que me ayudes esta vez ¿Ok? Si lo haces te prometo que te dejare en paz.

Algo se agitó en la mente de Jaejoong al escuchar aquello. ¿Qué… está diciendo? Preguntó con incredulidad.

Lo que escuchaste. Si me ayudas en esta, Joongie, te prometo que te dejare irte de mi lado. Ya no te buscare, ya no te prohibiere cosas, ya no tendrás que trabajar para mí. Todo eso se cumplirá con una sola condición: si cooperas con el plan. El hombre alzó su meñique, besándolo. Es una promesa.  

Ante tal oferta, Jaejoong no supo que responder. Mucho tiempo había estado deseándolo, mucho tiempo había estado soñando el por fin alejarse de las garras de su Jefe, y el que ahora se lo estuviera ofreciendo, así de la nada, era algo difícil de concebir. Algo que ni en sus más ilusos sueños se podría haber imaginado.

¿Lo que decía el Jefe era verdad?

¿No le estaba engañando para así aceptar ser parte de su retorcida venganza?

Yo… si es así… creo que lo hare. No muy convencido, Jaejoong aceptó. Aunque se sintiera intranquilo, la tentativa de quedar libre era muy tentadora para rechazarla.

Buen chico.

Sonriendo por la respuesta, Jisung prosiguió, empezando a pintarle con delicadeza las pestañas, y luego siguió con los polvos y el rubor, esparciéndolos en el área de las mejillas con un poco de torpeza. Lo único que hacia Jaejoong era suspirar, sintiéndose incomodo y hasta ridículo con lo que le estaba haciendo. “Lo soportare” recitó en su mente “Lo soportare hasta que esto finalice”. Para terminar, el Jefe sacó del set un labial rosado y se lo aplicó en los labios mientras lo sostenía por el mentón. Cuando hubo finalizado, se alejó unos pasos, mirándolo de arriba a abajo.

“Perfecto” Concluyó en su cabeza.

Y es que así era, Jaejoong estaba perfecto, casi como era ella a esa edad. En verdad no parecía un chico; con ese vestido y maquillaje, parecía como una muñequita en tamaño real. La fantasía sexual de los hombres. Y es que de por sí, Jaejoong era un chico muy atractivo, con facciones tan andróginas que podrían hacer dudar a los hombres. El cabello negro un poco largo, los labios carnosos, la nívea piel cual nieve… Jisung sonrió ante la vista, esto iba a ser divertido.

Ven aquí~  Ronroneándole, el Jefe lo atrajo a su cuerpo y lo abrazó por las caderas. Llevó su mirada a su cuello, el cual tenía aquella cadena que le había descubierto hacia unos años. Ya no tenía intensiones de quitársela, ya no importaba.

Viéndolo así; con esa cadena, ese atuendo y esa carita, el Jefe rememoró viejas épocas. Realmente eres como ella. Le dijo.

¿Eh? Jaejoong parpadeó.

Como ella.

Aproximándose, el Jefe rozó con su boca los labios rosas de Jaejoong y este de inmediato apartó su rostro. ¡¿Qué hace?! Gritó con desagrado.

Vamos Joongie, déjame… por los viejos tiempos. ¿No recuerdas que yo te gustaba?

—Eso fue una tontería mía. Un capricho estúpido.

El Jefe se rió alto, tomándolo como una burla. Como un juego. —Si nos vamos a separar al menos deseo tener un recuerdo tuyo, ¿No podría tener esto?

—No, aléjese. —Jaejoong gruñó. —Ya me pidió que me pusiera este ridículo disfraz y que me dejara maquillar. No me voy a rebajar más.

El Jefe se volvió a reír y lo apretó aun más a su cuerpo, entretenido con toda la situación. El morbo de besarlo era excitante. Vamos, bésame como besas a Yunho. Le pidió, viendo como Jaejoong se enojaba por haberse atrevido a mencionarlo con esa sucia boca suya.

El Jefe insistió con su locura un rato más, y cuando creyó que Jaejoong no accedería a su propuesta, el menor inesperadamente levantó el rostro, luciendo increíblemente derrotado. Hágalo entonces, no me moleste más. Solo haga lo que quiera, utilíceme en su plan y luego desaparezca de mi vida.

Dijo con resignación. A estas alturas, honestamente, no importaba nada.

Si así lo quieres…

Sin ningún retazo de moral, el Jefe acercó a su boca y comenzó a besarlo de una manera sensual, como si lo amara, como si estuviera recordando la esencia de otra persona. Jaejoong cerró fuertemente los ojos al también imaginar que estaba besando a otra persona, a Yunho específicamente… pero era diferente, todo era diferente. Sus labios no sabían a los de Yunho, su boca no era como la de Yunho, su cuerpo, su aliento, su respiración. Dos lágrimas salieron de los ojos de Jaejoong al pensar que quería que Yunho estuviera ahí, besándolo como en el pasado, y que quizá, como estaban las cosas, eso no pasaría.

Su amor no lo volvería a tener.

El Jefe continúo chupando sus labios, no tan grotescamente como Jaejoong pensó que lo haría, y cuando terminó, solo arrastró su boca rociando su saliva. El labial rosado de Jaejoong se le quedó impregnado en los labios.

A continuación, se recargó en su hombro, susurrándole al oído: —Y también besas como ella… mi niño.

Al instante, Jaejoong lo empujó con fuerza y se apoyó en el mostrador del baño con la impotencia de no poder controlar sus lágrimas. No sentía más que asco y humillación, todo su cuerpo temblaba al no poder defenderse. Al no poder impedir que se mofara de él.

El Jefe no se inmuto por esa reacción, es más, se siguió preparando como si nada hubiese pasado.

—Bien, es hora de irnos. Pronunció unos minutos después mientras caminaba hacia la salida, dando pasos fuertes como si ya fuera el vencedor. Jaejoong lo siguió detrás, cabizbajo, y cuando iba a cruzar la puerta, el Jefe se devolvió por un segundo.  

—No le digas que eres un chico ¿De acuerdo? Le advirtió. Sé sumiso, habla lo menos que puedas y no te muestres agresivo. Deja que juegue un rato contigo, si las cosas se salen de control, yo intervendré.  

Jaejoong asintió a esa orden, sin ganas de objetar.

Y una última cosa, deja que te llame como le plazca.

Diciendo esto último, el Jefe abandonó el baño rumbo a la residencia. El menor se quedo solo por unos instantes más, devolviendo su mirada a su reflejo en el espejo.

“¿Qué estoy a punto de hacer?”

Se cuestionó antes de salir por esa puerta.




..




Entrar a la casa no les fue difícil. El Jefe solamente timbró, se cubrió el rostro, y en seguida fueron recibidos por el contestador que estaba al lado de la puerta principal.

¿Quién es? —Una voz grave se escuchó por el auricular.

El Jefe de inmediato la reconoció. Entonces si era él… —Vengo a entregarle un regalo que se le envió. —Dijo en un tono sugestivo.

¿Un regalo? ¿Quién me envió un regalo?

Se lo envió un amigo suyo.

¿Qué amigo?

Solo acéptelo, no se arrepentirá.

Y así sin más, el hombre les permitió la entrada, abriendo la puerta con un control remoto. El Jefe sonrió para sus adentros, al parecer Lee Sooman estaba incauto y lo suficientemente accesible para llevar a cabo su plan. Para que no opusiera resistencia.

Lo tenía entre sus manos.

Haciéndole señas con los ojos a Jaejoong, el Jefe subió con él por las escaleras y lo impulsó a ir al cuarto en donde él creía se encontraba el hombre. “Recuerda, haz que enloquezca” le susurró antes de empujarlo hacia la habitación y esconderse él en el cuarto continuo, esperando el momento de su aparición.

Indeciso y con la respiración irregular, Jaejoong entró a la habitación, quedando justo al frente de un hombre que estaba bebiendo alcohol en un sillón de terciopelo. Debía ser él, él era Lee Sooman. No era como lo imaginaba, era peor, robusto y desagradable, estaba vestido con una bata que no le cubría correctamente su parte delantera.

Jaejoong cerró los ojos al caer en cuenta en lo que se había metido.

No iba a salir ileso como su Jefe le prometía.

¿Tú eres mi regalo?

Lee Sooman le preguntó sonriente mientras lo detallaba de arriba abajo, saboreándolo con la mirada. Sus ojos recorrieron su figura, quedando fascinado con aquella muñequita de cabello negro que mágicamente se le había aparecido al frente. No sospechó que se tratara de una trampa, ni siquiera especuló porque “ella” estaba parada ahí. Solamente la dejo pasar; su presencia fue suficiente para no permitirle pensar en segundas intenciones.

—Yo… —la voz masculina de Jaejoong hizo aparición por lo que decidió quedarse callado. No podía arriesgarse a estropear el plan.

—Oh… así que eres tú… Ven aquí ~ cierra la puerta ~

Girándose para cerrarla, Jaejoong caminó luego hacia el hombre, sintiendo una desazón extraña en el pecho. El hombre le pidió que se detuviera un segundo y Jaejoong sintió escalofríos al ver como lo miró con una lujuria intensa, como si lo quisiera devorar, como si le quisiera arrancar el vestido y…

—Ven. —Le repitió y palmeó a su lado en el sofá. Jaejoong obedeció sus indicaciones. Cuánto tiempo ha pasado, me parece estar viendo a una ilusión. Susurró, sus ojos estaban desorientados, su aliento apestando a alcohol; era obvio que estaba borracho, de no haber sido así, probablemente ni les habría abierto la puerta. Y es que Lee Sooman estaba en una etapa de su vida en que ya nada le preocupaba, había perdido todo lo que una vez disfruto: su reputación, sus millones, sus empleados, sus lujos, su vigor... todo se le había escapado, por lo que ahora vivía así; abandonado, ebrio y con un dejo de locura que le hacía tener de vez en cuando alucinaciones.

Y pensó estar en una de ellas, porque no había forma de que ella estuviera ahí luciendo como cuando tenía 20 años. No después de tanto tiempo.

No obstante todo era real.

Todo era real y él lo iba a constatar de primera mano.

—¿Qué has hecho chiquita? ¿Dónde te la has pasado? Sooman preguntó una vez más y Jaejoong no respondió, más bien achicó sus hombros en un claro gesto de que estaba intimidado. Al hombre le causo gracia esa reacción. Pasó entonces uno de sus brazos por detrás del cuello de Jaejoong para relajarlo y de paso acariciarle la mejilla contraria. Luego su mano se apoyó en sus muslos, jugando con sus ligueros, rozando levemente su entrepierna. Jaejoong intentó mantener la calma ante todo eso. Si actuaba con agresividad, su Jefe no lo dejaría irse.

¿Quieres sentarte en mis piernas?

Antes de que Jaejoong se pudiera resistir, Lee Sooman ya lo había subido a su cuerpo y acomodado sobre su regazo. El hombre lo rodeó con sus brazos, quedando su cara a muy pocos centímetros de la del muchacho. Jaejoong mantuvo sus manos contraídas a su pecho, como si con eso formara un escudo.

Pero eso no sería suficiente.

Dime, ¿Por qué has venido? ¿Por qué si en el pasado huiste tanto de mí?

Jaejoong no entendía ninguna de las palabras de ese hombre. Quizá estaba muy ebrio, quizá lo estaba confundiendo con alguien más o quizá solo estaba jugando. No lo sabía, pero lo que si tenía claro, era que ese hombre no pretendía cosas buenas con él, lo comprobó al sentir como Lee Sooman le pasó su lengua por su mejilla, haciendo un camino de besos mojados sobre su cara. Jaejoong quiso gritar. —No…

—¿No? ¿No qué? —Se rió. —¿No te gusta?

Él apretó la boca.

—Tan esquiva como siempre, ¿No?

Sujetándole el mentón con fuerza, Sooman lo obligó a mirarlo a los ojos. Un dejo de superioridad apareció en su mirada, como si quisiera dejar en claro que él era el depredador y el pobre chico su desafortunada presa. Luego, de improviso, el hombre lo apartó a un lado y caminó hacia un tocador, dándole la espalda. Jaejoong rápidamente se ajustó el vestidito que había quedado desarreglado por los movimientos.

Pensó en escapar, pero cuando lo iba a hacer, el hombre se devolvió a su lugar, entregándole unos papeles. —Toma, son tuyos.

—¿Cómo? —Jaejoong preguntó desorientado.

—Son las escrituras de una propiedad que tengo en Gongju. No he ido allí en años, pero supongo que todavía está en el mismo lugar. Quiero que sea tuya, te la regalo.

Jaejoong no comprendía nada. —¿Por qué?

—¿Por qué? —Sooman se volvió a reír. —Porque ya no me importa nada. Estoy muy viejo, muy solo, muy cansado. Al menos tú eres joven, con una vida por delante, puedes sacarle más provecho de lo que yo puedo hacer.

Aun confundido, Jaejoong tomó los documentos y los leyó fugazmente. Parecían ser de una casa ubicada en el vecindario que antes solía vivir. No lucían falsas, de verdad se trataban de documentos verídicos. Recibiendo también un lapicero, Jaejoong lo localizó en la línea donde iba la firma y se sintió inseguro de que hacer. Al ver su incertidumbre, Lee Sooman lo animó a firmar (casi con imposición), y sin tener otra alternativa, Jaejoong firmo con su nombre, repitiendo la acción en todas las paginas en donde estaba la línea.

Lee Sooman sonrió al quitarle los papeles y después se los metió dentro del corpiño del vestido. No importa, no tengo intenciones de hacértelo sin él. le murmuró.

A continuación, le hizo acostarse boca arriba en el sillón y él se colocó encima, abriéndose con descaro la bata para dejarle ver su erección ya dura. Jaejoong paso saliva al presentir que pasaría después. No, no, no. Negó con efusividad, mirando a la puerta, esperando que su Jefe entrara y detuviera lo inevitable. Pero nada sucedía, el Jefe no daba indicios de querer aparecer, ¿Dejaría que lo violara acaso?

Dirigiendo su rostro hacia las piernas de Jaejoong, Lee Sooman empezó a acariciarlas con su lengua, jalando con su boca los ligueros como si se los quisiera quitar. La respiración de ambos se hizo más agitada y cuando Lee Sooman subió un poco para meter su cabeza dentro de la falda de Jaejoong, este soltó un brinco, tapándose con las manos su entrepierna. ¡No!

El grito fue más masculino de lo que debió haber sonado. ¿Cómo? Sooman preguntó desconcertado.

Es decir… Jaejoong agudo su voz. No quiero… no.

—¿Se supone que eres mi regalo, no es así?

El hombre alegó y retornó a acariciar el cuerpo del más joven, esta vez apretándolo con fuerza para evitar que se escapara. Subió hasta su rostro, presionando un beso fuerte y demandante, provocando que todo el labial quedara esparcido por la barbilla y mejillas del más chico.

Su toqueteo asqueroso hubiera seguido por unos instantes más, hasta que algo llamó su atención cuando su mano aterrizó en la entrepierna de Jaejoong.

Se sentía un bulto… como si fuera un…

Oh Dios.

Aterrorizado, el hombre se alejó de su cuerpo, mirándolo con los ojos bien abiertos. —¡¡¡¡Eres un hombre!!!!

Jaejoong paso saliva ante esa expresión. El hombre parecía con ganas de matarlo. Escúcheme, yo no quería…

—¡¡¡¡¿Cómo te atreviste a engañarme?!!!! ¡¡¡No eres ella, no eres Seojin!!!! ¡¡¡¡Tu maldito timador!!!!

¿Seoj…?

La pregunta de Jaejoong quedo a medias porque en seguida las manos de Lee Sooman le rodearon el cuello y lo comenzaron a apretar tan fuerte, tan violento, que en un segundo lo tuvo llorando, rojo, clamando por su vida. Su aliento fue disminuyendo y sus gritos ahogados apagándose por la presión.  Las manos gruesas del hombre se ensañaban como si lo fueran a romper, las venas de su frente se marcaban con saña.

Jaejoong pensó que aquellos serian los últimos segundos de vida, mas sin embargo, de repente…

Hubo un movimiento confuso, en un segundo Lee Sooman gritó de dolor y cayó al piso cuando una silla fue estrellada contra su espalda.

Rápidamente Jaejoong se levantó del sillón, siendo atrapado por los brazos de su salvador. Creyó que su Jefe había regresado a sus cinco sentidos, no obstante, cuando olió su aroma y reconoció su cuerpo...

…Jaejoong levantó su rostro, viendo el rostro de Yunho quien lo miraba con preocupación.

—¿Q-que…? ¿Qué te paso? ¿Quién te hizo esto? —Yunho preguntó al ver a Jaejoong rojo, angustiado, vestido de chica y con el maquillaje penosamente escurrido por toda la cara. Sus labios temblaban y su cuerpo también.

¿Qué le había hecho su Jefe hacer?

Yun…

¡¡¡¿Tu otra vez por aquí!!!

El grito de Lee Sooman interrumpió su reencuentro. Él hombre se había levantado del suelo y ahora lucia como un toro furioso. ¡¡¡Lárguese en este instante!!!!

—¡¡¡No!!! —Yunho gritó con todas sus fuerzas. —¡¡No dejare que lo vuelva a tocar!! —Envolviendo a Jaejoong en sus brazos, Yunho retrocedió con él unos pasos, involuntariamente arrinconándolos contra la pared. Desde que había salido del apartamento de Jaejoong, él supo que el único lugar en donde este podría estar metido era en la casa de Lee Sooman y afortunadamente su intuición no le había fallado.

Dios supiera que hubiera sucedido si no hubiera entrado quince segundos antes a rescatarlo.

—¡¡¡Te digo que te largues de mi casa!!!

Sin esperar, Sooman se traslado hacia su tocador, abriendo el cajón donde mantenía guardada su arma para acabar de una buena vez con aquellos dos chicos…

…Sin embargo no la hallo dentro.

¿Buscabas esto?

Una voz familiar habló a sus espaldas, por lo que Sooman se volteó, quedando aturdido cuando vio como su pistola ahora estaba en las manos de un hombre… su antiguo empleado… Kim Jisung. Perdió por un segundo el habla. Ji…Ji…Ji…

—Que bueno volver a verlo Jefe, después de tanto tiempo… —El otro le respondió sonriente, apuntándole a la cabeza. Yunho y Jaejoong se abrazaron fuerte. “¿Jefe?” preguntaron en sus cabezas.

Baja esa pistola Ji, podrías herir a alguien. Lee Sooman dijo con temor, sintiéndose angustiado por la inesperada aparición y por su mirada llena de malicia. Él sabía que tenían cuentas pendientes y ahora parecía el momento de ser ajustadas. Enserio Jisung, baja esa pistola, hablemos como personas adultas que somos.

¿Enserio? ¿Ahora si quiere hablar como persona normal? ¿No lo pudo hacer cuando yo era un niño y usted me torturaba para castigarme?

Eran tiempos diferentes, yo… aprendí a ser mejor persona… Yo ya no soy el de antes…

¡Mentira! ¡Mentira viejo! ¡Usted no ha cambiado! ¡Usted sigue siendo el mismo cerdo asqueroso de siempre! El Jefe se volteó hacia los chicos y señaló a Jaejoong. ¿Creíste que era ella, no? ¿Creíste que era Seojin, no es así? ¡Ja! Eres tan patético, enloquecerte con su recuerdo fue tan sencillo. Claro que sabía que te gustaría volver a verla, a esa maldita perra traicionera…

¿Está hablando de mi madre? Yunho inmediatamente interrumpió al oír la mención de su madre. Si es así, no le permito que se refiera así de ella ¡No vuelva a mencionar siquiera su nombre!

—¡Cállate tu, no te entrometas en mis asuntos, ya suficiente tengo con saber que fuiste tú el bastardo que nació de esa traición!

—¡Mi mama no lo engaño, yo no soy el hijo de ese hombre!

—¡Claro que lo eres!

—¡No lo soy!

¡Si lo eres!

—¡¡¡Yo no tengo ningún hijo!!!

El grito de Lee Sooman hizo callar tanto al Jefe como a Yunho. Su voz sonaba derrotada… más bien fastidiada, por esta confusión en donde lo habían metido a fuerza. La verdad es que… soy estéril, nunca pude tener hijos. Seojin estaba embarazada incluso antes de que yo intentara algo con ella. Confesó con el aliento apaciguado.

Ante eso Jisung se quedo mudo, incapaz de reaccionar. Si eso es así, entonces eso quiere decir…

—Sí, yo soy su hijo. —Yunho completó su frase, mas resignado que sorprendido. —Creo que lo supe cuando descubrí aquella fotografía en su habitación. No puedo decir que me cause alegría esta noticia, pero así son las cosas. Ambos debemos aceptar esta realidad.

El Jefe mordió su boca ante esa confesión. ¿Entonces Yunho… Yunho y Jaejoong… ambos…?  Volvió a subir el arma hacia Sooman, ahora más serio que nunca. —¿Enserio cree que confiaría en las palabras de un viejo loco como usted? No me crea idiota, solo quiere salvar su pellejo, por eso niega que tuvo un hijo con ella.

—No, no, es la verdad. Yo nunca le di un hijo a Seojin. No tengo que ver en eso, que yo sepa tu, Jisung, fuiste el único padre de sus bebes.

Yunho se descolocó por unos instantes. ¿Bebes? ¿De qué está hablando? Mi madre solo me tuvo a mí.

Ella tuvo dos hijos si me acuerdo correctamente, uno de ellos…

Cállese. Súbitamente el Jefe lo silencio, hablando con dureza. Su mirada había abandonado ese dejo socarrón, ahora estaba a la defensiva, como si tuviera miedo de lo que Sooman fuera a revelar.

Pero Yunho no se quedaría sin la verdad. —¿Acaso hay algo que me están ocultando? —Preguntó al ver ambas miradas llenas de sospecha. Volteó hacia Jaejoong, el cual seguía temblando, totalmente ajeno a lo que estaban hablando. —¿Cómo que bebes?

—Seojin tuvo dos chiquitos, si tu eres Yunho, tu debiste ser el segundo. —Lee Sooman le explicó a sabiendas que Jisung le seguía apuntando con la pistola. La verdad no entiendo nada de lo que está pasando aquí, lo único que te puedo decir es que lo que te digo es cierto.

—Pero yo no tuve hermanos, mi mama nunca mencionó nada de un hermano. 

—Si lo tuvo, incluso…

Y de repente una carcajada estalló en la habitación.

Todos se quedaron en silencio, Sooman miró a Yunho, Yunho a Jaejoong y este al Jefe el cual se estaba ahogando de la risa. ¿Ahora qué le sucedía? En seguida, Jisung se colocó enfrente de Yunho y Jaejoong, ellos instintivamente se acercaron mas entre sí.

Al parecer estaba preparado para develar todo. Supongo que ya no lo puedo seguir ocultado por más tiempo ¿Cierto?

Jaejoong paso saliva al sentir como la mirada de su Jefe lo penetró. ¿Qué pasa?

Que quizá yo si sea el padre de Yunho… pero eso no es lo único.

¿Entonces qué otra cosa es? ¿Qué quiere decir este hombre con que mi madre tuvo otro hijo? —Fue Yunho el que esta vez preguntó.

Levantando su rostro para inhalar un poco de aire, el Jefe les regreso la mirada, ya no temiendo nada:

—Que ese otro hijo que ella tuvo esta aquí y que yo soy el padre de los dos.













..













“Después de 9 complicados meses, Seojin dio luz a sus 18 años a un bello y saludable bebe llamado Jaejoong, una tarde de enero de 1986. De piel clara y cabello negros, Jaejoong era un bebe adorable quien se ganaba el afecto de la gente con tan solo mirarle la carita. Era el tesoro de su madre y de su abuela; e incluso Jisung, quien en un principio estuvo en contra de su nacimiento, le había alcanzado a coger algo de cariño.

Todo el mundo parecía estar encantado con el recién nacido, todo el mundo menos Lee Sooman. ¿La razón? Era fácil: El hombre odiaba que ese bebe fuera fruto de la relación entre Seojin y su empleado Jisung, puesto que él había desarrollado una obsesión por la encantadora muchacha.

Lo había intentado todo, había intentado todo para conquistarla: le había comprado regalos caros, le había invitado a lugares que personas como ella solo podían ver en televisión, le había prometido el cielo y la tierra… pero ella no parecía caer a ninguno de sus incentivos. Seojin estaba tan hechizada por el muerto de hambre de Jisung, que cualquiera cosa que el Jefe intentara, la consideraba banal. Sin gracia.

Sooman no entendía porque se tomaba tantas molestias. Él era un hombre poderoso, que podía conseguir a cualquier mujer con solo chasquear los dedos, ¿Por qué quería a una chiquilla de barrio tan insignificante como Seojin? Quizá era la pureza que ella transmitía, quizás eran sus ojos negros, su boca carnosa o la sonrisa que siempre traía en su cara. No lo sabía, pero desde que la vio por primera vez; no esa noche en la taberna, sino un día cuando ella ya había dejado de ser una niña para convertirse en señorita, Sooman supo que debía ser suya. Supo que no podía permitir que Jisung la tuviera, él debía ser el que gozara el privilegio.

Sin embargo sus planes no le habían funcionado.

Ahora Seojin compartía un hijo con su criado y eso era algo que él no podía cambiar… no aun.

Un mes después de dar a luz, Seojin se fue a vivir junto a Jisung a la residencia de Lee Sooman, para trabajar como empleada domestica.    Ella no quería que su hijo, ni ella se convirtieran en una carga para el “pobre” de Jisung. No quería que su bebe pasara necesidades, tampoco quería que Jisung se enojara al pedirle dinero, por lo que conseguir recursos por su cuenta parecía la opción más pertinente en esos momentos. No había problema con Jaejoong, su madre siempre podía encargarse de él cuando ella no estaba para cuidarlo. Tampoco fue difícil convencer al vejete de darle trabajo, él estaba tan prendido de ella que la recibió sin siquiera importarle que nunca hubiera trabajado en su vida.

Todo marchaba bien… hasta aquel día.

Terminando de limpiar el polvo de los taburetes en una de las habitaciones de la casa, Seojin se recargó contra la pared y volvió a mirar esa prueba de embarazo que se había hecho hacia unas horas atrás. No lo podía creer…

…había dado positivo.

Ella estaba otra vez en embarazo. ¿Cómo era posible? Ni siquiera había abandonado totalmente la barriga producto del embarazo de Jaejoong. ¿Cómo fue que se permitió quedar otra vez embarazada?

Ahora qué haría, esa era la pregunta. Le había prometido a Jisung que no volvería a pasar. Jaejoong había sido un bebe lo suficientemente carismático para ganarse su aceptación, sin embargo ella estaba segura que otro bebe no correría con la misma suerte. A Jisung no le gustaba mantener niños, ¿Cómo podría mantener ahora no solo a uno, sino a dos? Eso era impensable. Jisung preferiría dejarla antes que criar a otro crio.

Seojin se llevo una mano al rostro, esto le estaba consumiendo los nervios.

—¿Interrumpo algo?

De improvisto, la voz del Jefe se escuchó, Seojin se volteo alarmada por la súbita interrupción. —Oh, patrón… Me asusto. —Dijo al ponerse una mano en el pecho como signo de alivio.

—¿Por qué? —El hombre sonrío y cerró la puerta tras de él. Esto a Seojin no le dio un buen presentimiento. —¿Qué haces aquí tan sola? Ya se acabo el turno por hoy.

Seojin no respondió nada, tan solo se volteo para recoger su plumero y los trapos.

—¿Qué tienes en la mano? —Sooman le preguntó al ver el papel que sostenía en su mano. 

Seojin de inmediato lo oculto. —No es nada.

—Déjame ver.

—No es nada señor, enserio.

—Déjame ver, no te voy a regañar. —Haciendo caso omiso a su negativa, Sooman se acerco a ella y le arrebato de un solo jalonazo el papel. Leyó luego lo que estaba escrito. Una expresión de disgusto combinada con irritación se le formo en el rostro.  —¿Estas embarazada de nuevo? —Inquirió.

La muchacha desvió la mirada. —Al parecer… pero Jisung aun no lo sabe. Me acabo de enterar.

Al oír eso, el Jefe curvo una sonrisa. —Entiendo… ¿Y cuando se lo piensas decir?

—No lo pienso hacer… es decir… es que…

—¿Qué? ¿No quiere tener otro bebe?

—Ya tenemos a Jaejoong, otro hijo sería demasiado para él.

—¿Y para ti?

Seojin se quedo callada. A decir verdad, a ella no le molestaba tener otro hijo. En realidad le gustaban tanto los niños que si fuera por ella tendría hasta cien más. Desgraciadamente, lo que menos importaba en ese mundo eran sus deseos y sus opiniones. Al ser ella una mujer, todo lo que decía se veía despreciado por el ego enorme de los hombres que la rodeaban. Nada podía hacer si Jisung no quería a ese bebe.

—Por favor, no le diga nada a Jisung. Se enojara si se entera que estoy de nuevo esperando un hijo de él. —Seojin suplicó luego de un rato en el que no supo que decir para manejar su desesperación. Se sentía ridícula al pedirle compasión a un hombre tan ruin como Lee Sooman, pero ya nada podía hacer si este sabía de su secreto. Lo único que podía solicitarle era su silencio.

Sin embargo, Sooman no la iba a ayudar sin pedir algo a cambio. —¿Y qué me darás si yo mantengo mi boca cerrada?

—¿Eh?

—Seojin~ —El hombre se le acercó y coloco una mano en su mejilla. —Eres una muchachita preciosa, a la cual se me ha hecho imposible tener. He intentado hacer de todo para complacerte pero tú pareces huir de mí, ¿Crees que mereces mi ayuda si solo me muestras desprecio?

—Es que yo estoy enamorada de Jisung. —Seojin respondió segura, no gustándole para nada el repentino cambio de tema. ¿Acaso el Jefe intentaría sobornarla con su amor?

—Pero él no te valora dulzura, hasta le tienes que ocultar que llevas otro hijo suyo en tu vientre ¿Eso te parece amor?

—Bueno, —Ella se mordió el labio. —No es justo con él. Él no quería esta vida de familia, yo soy la que se la estoy imponiendo.

—A mi no me importaría tener un hijo tuyo. —El Jefe declaró y paso un dedo por sobre el vientre de la muchacha. —Cuanto desearía que ese hijo que llevas fuera mío…

—¡Basta! —Seojin de inmediato se alejo, arrinconándose en una esquina.  —No me parece correcto que usted me este diciendo estas cosas sabiendo que Jisung es mi novio.

—Lo que a mí no me parece es que tengas que aguantar los desplantes del miserable ese. Mírame Seojin, —El Jefe extendió sus brazos, mostrando su porte. —Tengo un cartel de la mafia bajo mis órdenes. Tengo empleados, tengo dinero… conmigo tus hijos no tendrían que pasar necesidad. Tus hijos serian los chicos más afortunados del mundo.  Eso sería posible, si vienes a mi lado.

Seojin parpadeo ante tal oferta. No podía negar que era tentadora, que quizás sus hijos si vivirían una mejor vida si ella estaba al lado de Lee Sooman, pero no, ella no sería capaz de alejarlos de su verdadero padre. Jisung podría ser un don nadie, podría no tener ni donde caer muerto y tener un montón de defectos, pero él, a fin de cuentas, era su amado, el chico que siempre había querido y lo más importante… el padre de sus dos hijos.  Ella no lo dejaría por estar por interés con un hombre como Lee Sooman. Aunque tuviera comodidades, ella no sería feliz a su lado.

No estaría dispuesta a renunciar a su felicidad por dinero.

Así fuera por el bienestar de sus hijos. —Déjeme en paz por favor, nada de lo que usted me diga me va a hacer cambiar de opinión. Ya le dije que yo amo a Jisung.

El Jefe rastrillo los dientes por sus palabras. Esto se estaba convirtiendo en una molestia. —Y yo te digo que mantendré tu secreto… pero mi silencio tiene un valor.

—¿Qué es lo que quiere entonces? —Ella demandó aunque ya supiera la respuesta a esa pregunta.

—Quiero que estés una noche conmigo.

—No. —Seojin se negó al instante. —Si eso es lo que pide por mantener su silenció, entonces prefiero contarle la verdad a Jisung. Usted no me puede comprar, yo no le voy a ser infiel.

—¿Te has dado cuenta de lo que estás diciendo niñita? ¿Quién eres tú para negarte a mí?

—Yo no seré nadie importante, pero no por eso seré su prostituta. Sé cómo es usted, se que los hombres como usted solo piensan en tener a la gente bajo su control, pero conmigo no será así. No me tratara como trata a mi pobre Jisung. 

Por su negativa, el Jefe perdió los estribos. ¿Quién se creía ella? ¿Qué derecho tenia al hablarle así? Suficiente tiempo había desperdiciado en intentar conquistar a esa malcriada para que saliera con ese tipo de rechazos. Definitivamente no lo permitiría. Si Seojin no quería ser suya por las buenas, entonces lo seria por las malas. —Bien, tú quisiste. —Precipitándose a ella, el Jefe la inmovilizo y le tapo la boca con una mano. Seojin intentó defenderse pero el Jefe era tan grande que no le permitía siquiera mover un musculo.

—¡Suele…te…me!

Ella luchó con todas sus fuerzas, moviendo manos y piernas como si le hubiera dado un ataque de epilepsia. Pero fue en vano, en menos de lo que pensó, el Jefe ya la tenía sometida contra uno de los muebles mientras la violaba por detrás. Seojin lloró entre las penetraciones, intentando zafarse una vez más, pero fallando en el intento al recibir un fuerte golpe que la dejó casi noqueada.

Ella dejo de pelear cuando se dio cuenta que no tenía caso. No podía ganar contra ese hombre, que años atrás la había acosado también cuando solo tenía ocho años. Aparentemente él había triunfado al final. Había conseguido lo que hace 10 años no había podido conseguir.

Con un sonoro gruñido, el Jefe llego a su orgasmo y se quedo unos minutos sobre el cuerpo de la muchacha. Luego la volteo y volvió a penetrarla; si ya la tenía sometida no dejaría que se le escapara tan rápido. Seojin, en cambio, permaneció callada, inmóvil, sin nada más que hacer que pensar en su horrorosa suerte.

Y tan metidos estaban en sus propios conflictos, que no se dieron cuenta que otra de las empleadas estaba observándolos por la rejilla de la puerta, preparándose para ir a contar lo que sus ojos habían presenciado.



..



—¿Estás segura de lo que dices?

El chisme no tardo en llegar a los oídos de Jisung, quien furibundo daba vueltas en su habitación al escuchar lo que una de sus compañeras de trabajo le había llegado a contar ese día.

—Yo misma los vi Jisung. Seojin y el Jefe estaban teniendo relaciones sexuales en una de las habitaciones de la casa. —Ella expresó. —Si me preguntas, no parecía que fuera la primera vez, teniendo en cuenta la posición en la que estaban. Parecía que ya lo habían hecho varias veces antes…

Jisung golpeó con su puño una de las mesas, asustando a la chica. Su rostro estaba rojo de la ira, las venas de su frente tan marcadas que hasta era probable que reventaran. No lo podía creer, no podía creer lo ultrajado que había sido.

“Así que Seojin me engaña con el bastardo de Jefe…” Jisung dijo en su cabeza, sintiéndose tanto furioso como patético. A pesar de que Seojin le gustaba compartir con personas de su sexo opuesto, Jisung nunca llego a pensar realmente que ella fuera capaz de relacionarse sexualmente con ellos. Ella era muy pura, muy inocente; lo más importante, Seojin estaba muy enamorada de él. Entonces… ¿Por qué ahora se había atrevido a engañarlo con el repugnante de su Jefe? ¿Por qué justamente con la persona que mas odiaba en todo este maldito mundo? ¿Qué acaso Seojin no se acordaba? ¿No se acordaba las noches en las que él lloraba contando las humillaciones y los maltratos que había tenido que sufrir de la mano de ese hombre?

¿Por qué Seojin había sido capaz de hacer eso?

¿Era acaso porque el Jefe tenía dinero y él no?

Jisung pego su frente contra la pared, queriendo evitar que su parte más débil lo abarcara. No, definitivamente esto no se lo iba a perdonar. Le había pasado ya muchas cosas; le había permitido tener amigos, tener un trabajo y hasta criar un hijo que él no había querido tener, pero esta traición era inexorable. Si Seojin lo hubiera engañado con otra persona, él podría si quiera pensar perdonarla, pero no con ese hombre.

No con su verdugo.

Y por eso, cuando ella llego a decirle que estaba esperando otro hijo suyo, Jisung no le quiso creer.

—¡¡Tú me engañaste maldita perra!!

—¿Qué? ¡Yo nunca haría eso!

—¡¡Te acostaste con mi Jefe!!

—¡Él me violo Jisung! ¡Yo no quería!

—No voy a creer en tus mentiras, incluso puede ser que ese hijo que dices esperar de mi ni siquiera sea mío. ¿Es del Jefe verdad? Ese bastardo en tu vientre es de ese maldito miserable, no lo dudo.
No te voy a dejar pasar esta Seojin, te las voy a cobrar en lo que más quieres. Mas te vale que cuides a nuestro querido Joongie, porque puede ser que ya no lo vuelvas a ver nunca más.

Con esta última amenaza, Jisung abandonó a Seojin en medio de la calle. Despechada y con el corazón totalmente destrozado, a Seojin no le quedo de otra que huir de la ciudad junto a su bebe, no sin antes contarle a su madre todo lo que había pasado y avisarle que se marcharía pero que no preocupara, que ella iba a estar bien. La señora Jung no pudo evitar que su hija se fuera de su lado, debido a que cuando reaccionó, ya era demasiado tarde. Seojin ya había escapado de Gongju hacia Gwanju.

En esa ciudad, Seojin empezó a trabajar en un puesto callejero de Hoddeoks mientras esperaba el nacimiento de su segundo hijo y cuando nació el bebe, al cual llamo Yunho, ella pensó que quizá su destino iba a empezar a mejorar. Que no importaba que ya no estuviera Jisung a su lado, ella estaría mejor sin él. Estaría mejor sin sus insultos, su desprecio y su falso amor. Porque aunque nunca lo hubiera querido admitir, ella no era feliz a su lado. Se convencía de que lo era, pero a la hora de la verdad, no lo era, porque nadie podía ser feliz si era constantemente tratado de la manera en la que Jisung la trataba.

Ahora ella podía realmente ver la verdad. Y ya no le importaba, ya no importaba que no tuviera el amor de Jisung porque ahora tenía el amor de dos personitas más valiosas a su lado: Jaejoong y Yunho.

Y por lo tanto Seojin se hizo una promesa: ella sacaría a sus hijos adelante, ellos serian el motor de su vida y no permitiría que nadie estropeara sus vidas.

No permitiría que nadie arruinara ese destello de felicidad que ahora habitaba en su hogar.

No obstante la felicidad no duro mucho, porque una tarde, cuando regresó de su trabajo, Seojin se dio cuenta de que la puerta de la habitación que rentaba había sido violentada. Entrando en ella, Seojin vio que la chica a la cual le había pagado para cuidar a sus bebes estaba desmayada en el piso y a su lado el único que estaba era el pequeño Yunho llorando.

No había rastros de Jaejoong por ninguna parte.

—Jisung.

Ella pensó.

¿Podía ser posible que Jisung hubiera raptado a Jaejoong como venganza por el supuesto engaño con su Jefe? Era muy probable. A estas alturas, ya no le impresionaba lo que su antes queridísimo Jisung era capaz de hacer. El hombre había cambiado tanto, se había vuelto tan cruel, que no cabía duda de que pudiera cometer un crimen como esos. 

El resto de la tarde y de la noche, Seojin busco a su bebe por todas partes. No lo encontró. Fue a la policía, pero ellos le dieron poca importancia a su caso al ser ella una mujer de bajos recursos. Sin nada más que hacer, Seojin se devolvió a Gongju, en busca de su antiguo novio pero lo que encontró la dejo más que desolada: La casa del Jefe había sido clausurada debido a que habían encontrado actividades ilícitas en aquella residencia. Tanto Jisung como Lee Sooman se encontraban desaparecidos.

Seojin fue entonces a su antigua casa en busca de la ayuda de su madre, solo para encontrar que esta también había sido tomada por las autoridades, ya que su vecindario era una invasión ilegal.  Le preguntó a sus vecinos donde había ido su madre. Nadie tenía idea.

¿Qué acaso todos la habían abandonado? ¿Qué acaso estaba sola en este mundo?

Ahora lo único que le quedaba era Yunho.

Y los días pasaron, y Seojin se devolvió a Gwanju en busca de su hijo. Pero nada, aunque se tardara horas, aunque aguantara hambre y sueño, sus esfuerzos no valían la pena porque no había posibilidad de encontrar a un bebe en una ciudad de 700.000 habitantes.

Más aun si Jisung era él que lo tenía retenido.

―No te preocupes amor, estoy segura que lo encontraremos.

Seojin le susurró al pequeño Yunho una noche en la que volvió a su morada luego de una búsqueda exhaustiva en las calles. El bebe no había dejado de llorar desde la desaparición de su hermano mayor, como si presintiera que algo grave estaba sucediendo. Como si presintiera que quizá no volverían a estar los tres juntos como una familia.

―No… Lo tendré hasta que te encuentre. Y luego será tuyo… cuando te encuentre.

La mujer dijo al meditar botar el collar que le había regalado Jisung, pero luego retractarse para sellar una promesa en el dije de este. No desistiría de buscar a su pequeño, a su tierno Jaejoong, el hijo que por más que ella intentó encontrar… 

…Jamás regreso a sus brazos.



..



Pasados unos cuantos meses, Jisung, con Jaejoong en brazos, regreso a la casa de Gongju la cual estaba totalmente abandonada. Luego de su disputa con Seojin, a su Jefe lo había capturado la policía por su participación en la mafia, por lo cual todos sus empleados habían tenido que escapar hacia diferentes puntos del país. Él lo había hecho hacia Gwanju donde coincidentemente se había encontrado con su antigua mujer y sus dos bebes, a quien solo uno reconocía como su hijo: Jaejoong.

Aprovechando un descuido, Jisung, totalmente drogado, interrumpió en la habitación donde se quedaba Seojin, golpeo a la niñera y se robo al bebe que lloraba entre sus brazos. Luego vagó con él unos meses por diferentes moteles del país hasta que regreso a Gongju, a esa desolada casa que como nadie había ocupado aun, él iba a tomar como suya.

Luego meditó que iba a hacer con Jaejoong. Quizá podría abandonarlo en algún basurero o regalarlo a una de esas fundaciones al cuidado de los huérfanos, pero cuando le vio la carita, esa carita de inocencia y candidez, Jisung no tuvo el corazón para desprenderse de él. Al fin y al cabo, Jaejoong era como una parte de él y no se merecía correr con un destino cruel.    Decidió entonces quedarse con el bebe… pero no lo trataría como a un hijo. Como había dicho antes, él no estaba hecho para mantener críos y no se pondría él mismo esa obligación si nadie estaba para imponérsela. Se haría cargo de él hasta que el niño fuera lo suficientemente grande para valerse por sí mismo, y entonces lo utilizaría a su favor. Le haría trabajar para él.

Él seria ahora el Jefe de Jaejoong.

No le contaría nada acerca de su anterior vida por supuesto, se inventaría que había sido abandonado o cualquier historia por el estilo, y así él se quitaría esa carga de tener alguna responsabilidad por Jaejoong. De responder como su padre.

Al menos estaba siendo más justo que su propio padre, quien no dudo en regalarlo al primer malandro que le ofreció su ayuda. Jaejoong estaría bajo sus órdenes pero Jisung no sería tan duro con el muchacho. No como Lee Sooman fue con él.

Quitando las tablas que obstruían la puerta de la casa, Jisung se adentró en ella y miró feliz a su alrededor. Toda esa casa, todo el territorio que antes le había pertenecido al Jefe era ahora de él. No lo podía creer.

Caminó entonces hacia una de las mesas, viendo una polvorienta fotografía de su Jefe en uno de sus porches. Jisung tomo el portarretrato y lo estrelló contra una pared. —¡¡Ahí tienes viejo!! —Se empezó a reír como un maniático. Si era totalmente sincero, no estaba muy conforme de que al Jefe lo hubiera capturado la policía y que por lo tanto, él no hubiera obtenido su venganza de la forma en la que hubiera deseado. Hubiera preferido que Sooman hubiera terminado en sus brazos, torturado y clamando por compasión, sin embargo, eso no importaba más. El Jefe estaba encarcelado, Seojin se encontraba desolada buscando a su hijo y él era el que había ganado al final. 

De repente el llanto de  Jaejoong interrumpió su alegría.

—¿Ahora qué quieres? —Fastidiado, Jisung se aproximó al bebe quien parecía necesitar un cambio de pañal. Con evidente asco, Jisung le quito el asqueroso pañal y lo boto en una de las basureras. Jaejoong siguió llorando, ya que al estar tanto tiempo con el pañal cagado, su colita se le había quemado, pero Jisung no estaba dispuesto a limpiarlo. —Te dejare mejor así. —Le dijo mientras lo dejaba en una cama de una habitación y se iba a comprar unas cervezas para celebrar la inauguración de su nuevo hogar.

El bebe se quedo llorando.

Se quedo llorando hasta que el agotamiento le hizo dormir.







..







6 años después




—¡Omma!

El pequeño Yunho de siete años se acercó lloriqueando hacia Seojin quien estaba preparando la cena en la cocina. El niño se había hecho un raspón en la rodilla jugando en el patio de la posada en la cual vivían, por lo que lo único que pedía en esos momentos era el consuelo amoroso de su madre.

Consuelo que no se le seria negado.






—Appa.

Jaejoong caminó hasta la puerta de la casa cuando vio que Jisung por fin había llegado de su noche de fiesta. Estaba complemente borracho, con dos mujeres a cada uno de sus lados y una botella de ron entre sus manos. El pequeño Jaejoong se ancló a su ropa, no había comido en todo el día y lo único que quería es que el mayor le preparara así fuera un sándwich para poder irse a la cama.

Aun así Jisung lo ignoró.







—¿Cómo fue que te hiciste esto?

Seojin reprendió a Yunho al sentarlo sobre su regazo y ahora estar masajeándole la rodilla con un ungüento para raspones. Yunho lloriqueó por el dolor, refugiándose en su pecho cuando sintió la textura del ungüento arder en la herida.

—Me duele… —él gimoteo.

Seojin le dio un beso en la frente. —Yah, no llores. Esto te servirá para que entiendas que la próxima vez debes pedirme permiso para jugar en el patio, ¿Entendido?

Yunho asintió.

Seojin sonrió por esa respuesta, encontrando tierna la manera en la que su hijo hacia pucheros y se frotaba los parpados con los nudillos.

—Eh Yunho~  Tienes que ser un niño fuerte. —Seojin le susurró mientras apretaba la cabeza de su hijo contra su pecho. —Tienes que ser fuerte como tu madre, quien ha tenido que soportar muchas tristezas en esta vida.

—¿Eh? —El pequeño Yunho levantó las cejas. —¿Qué quieres decir omma?

Seojin no respondió al instante, en su lugar solo se quedo abrazando a Yunho sin poder evitar que un par de lágrimas salieran de sus ojos. 







—¡Appa, appa!

Jaejoong siguió clamando al ver que Jisung se sentó en el sofá con las mujeres y no tenía intenciones de levantarse de ahí por un buen rato. El pequeño entonces se arrastró hasta sus pies; del hambre ya ni podía hacer funcionar correctamente sus dos piernas. Se sentía pronto a desfallecer.

—Appa…

—¡Ya te dije que no soy tu appa!

Jisung de repente gritó. Jaejoong se quedo mudo. 

—Tú no tienes padres Jaejoong, ya te lo he dicho mil veces. Tu madre te abandonó y yo te encontré en las calles y te traje aquí, pero eso no quiere decir que sea tu appa. ¿Qué quieres ahora, eh?

Al pequeño se le aguaron los ojos.  —Tengo hambre.

Jisung se mordió la boca. Hurgó en su bolsillo y sacó de el un paquete de gomitas que se había comprado en la tarde. —Toma. —Le dijo al botarle el paquete en la cara. —Eso es todo lo que tengo y no quiero que molestes mas, ¿Entendido?

Asintiendo, el pequeño corrió hacia una de las habitaciones en el segundo piso y se sentó al lado de la ventana, rompiendo el paquete y tragándose las gomitas como si no hubiera un mañana. Sus ojos se llenaron de agua cuando vio el final del paquete. Jaejoong se recostó contra la ventana, gimoteando.

Aun tenía hambre.








—¿Qué hay de cenar Omma?

Yunho preguntó cuando por fin ella terminó de sanar su herida y ahora se disponía a servir la comida que había dejado preparándose en el fogón. —Tteokbokki. —Ella respondió.

A Yunho casi se le salen los ojos de la emoción. —¿Enserio? ¡Qué rico!

—No te acostumbres, es solo porque hoy vendí muchos hoddeok que pude conseguir algo más de dinero. No siempre puedo vender tanto.

Yunho no le prestó mucha atención a la explicación, porque su atención fue robada por aquel plato humeante que su madre puso frente a él. Cogiendo sus palillos, Yunho estuvo a dispuesto a acabarse de un solo bocado aquel manjar, hasta que su madre lo detuvo:

—Alto ahí muchachito. Hay que orar.

Yunho hizo una mueca, dejando de mala gana sus palillos. Cerró sus ojos y junto sus manos, lo cual hizo también Seojin. —Dios, —Ella empezó. —Te damos las gracias por esta comida que nos das hoy, por las manos que lo hicieron y que por favor nunca nos haya de faltar. Te pedimos por nuestra salud, tanto la de Yunho como la mía, te pedimos que protejas a la abuelita, donde sea que ella este y… —Su voz comenzó a temblar. —Te pido que protejas a mi ángel. Por favor, Amén.

—¿Quién es tu ángel Omma? —Yunho preguntó tiempo después cuando los platos estuvieron a punto de quedar vacios.

Seojin se quito un mechón de la cara, nerviosa. —A mi ángel que está en el cielo. —Le respondió.

Y es que ella se había resignado. Lo había aceptado, había aceptado que quizá Jaejoong ni estaba vivo y que tal vez había abandonado este mundo hacía mucho tiempo. Al menos eso era más fácil que imaginar verlo sufrir, aguantando dolor y soledad en algún lugar.

Era mejor aceptar que había muerto.

Ante la respuesta, Yunho no hizo ningún comentario, en su lugar se devolvió a su plato, pinchando con sus palillos los últimos trocitos de tteokbbokki que quedaban en este.







Más tarde esa misma noche, Jaejoong se encontraba acurrucado contra la ventana, envuelto en una manta mientras miraba a la gente pasar por la calle. A él le gustaba dormir cerca a la ventana, le hacía sentirse acompañado. Llevo su mirada a sus pies, viendo esa uña encarnada que hacía unos días se le había formado y que no se la había podido quitar. Le causaba mucha molestia, mucho dolor, quería que alguien le ayudara a sanársela, pero él sabía que nadie lo haría. Como con muchas cosas, a su corta edad aprendió a valerse por sí mismo.

Jaejoong gimió al intentar arrancarse la uña y no poder. Decidió entonces dejársela así, soportar la molestia, soportar el dolor. Se acurrucó un poco más contra la ventana y cerró los ojos. Le gustaba dormir, lo hacía escapar de su realidad y a veces hasta podía adentrarse en otras realidades. Una en donde él no estaba solo, una en donde tenía una mama y un papa que lo amaban.

Se imaginó entonces estar delante de una chimenea, mirando la tele con sus hermanos mientras su mama cocinaba algo en la cocina. Su padre llegó del trabajo, trayéndoles regalos mientras ellos se peleaban por ser el primero en abrazarlo. Luego su madre los llamo a la mesa, la cual estaba llena de rica comida fresca y caliente. Jaejoong se sentó en el puesto al lado de su madre para conseguir que ella lo alimentara. Le encantaba cuando ella lo hacía. El ladrido de la mascota le desvió la atención, y entonces él se bajo de la mesa y jugo un poco  con él. A continuación, la hora de dormir llego.

—Ten dulces sueños, mi amor. —Su madre le susurró, arropándolo en la misma cama con sus demás hermanos mientras los besaba y acariciaba con adoración.

Jaejoong se despertó de repente. Eso solo había estado en su mente.

—Omma… —El pequeño comenzó a llorar cuando se dio cuenta que su ilusión jamás se haría realidad. Que él no tenía una madre que velara por él ni mucho menos una familia a quien amar.  Él había sido abandonado, así sin más, como quien bota lejos un objeto cuando no le sirve. Jaejoong no podía entender como su madre había sido capaz de dejarlo así, siendo que él la necesitaba mucho.

Siendo que él aun la amaba mucho… a pesar de todo.

—Joongie.

De la nada, el Jefe se ubico de pie junto a él, ya sobrio. —Ten, toma. —Inclinándose a su altura, le alcanzó tres hoddeok y un vaso de leche. —Come y duérmete. Es tarde.

El pequeño recibió la comida caliente y sonrió al sentir el tacto de la mano de Jisung contra la suya. —Gracias Ap…

—Jefe, dime Jefe. —Jisung corrigió.

—Jefe.

Sin decir nada mas, el Jefe se marchó por la puerta y Jaejoong empezó a comer el pastelillo, sintiéndose ahora un poco más tranquilo. Un poco menos triste. Él no estaba tan solo después de todo. Jisung, la única persona en el mundo que le había mostrado compasión, estaba a su lado y aunque el hombre no se podía comparar con una verdadera familia, al menos Jaejoong tenía la compañía de alguien.

Al menos tenía el cariño de alguien.








Seojin acomodó a Yunho en su cama y luego se recostó a su lado, arropándolos a ambos con las cobijas. Hoy era una noche inusualmente fría, no quería que agarraran un resfriado. Ajustó el despertador del reloj para que la despertara por la mañana y luego se recostó de lado, cerrando sus ojos.

No pudo conciliar el sueño de una, porque sintió los dedos de Yunho sobre su cara, los cuales le estaban pinchando las mejillas. —¿Qué… Pasa Yunho? —Preguntó somnolienta.

—¿Tu me quieres, Omma?

La mujer irguió su torso, levantando la camisa del pequeño para presionar juguetonamente sus labios en su vientre. Yunho se doblo de risa.

—Claro que te quiero… te amo, eres lo más importante de mi vida. Dijo ella después de haber estado jugando a las cosquillas con su hijo.

Yunho sonrío. —Yo también te amo. —dijo y le dio un beso en la nariz. —Le pido a Dios que siempre podamos estar juntos.

—Siempre lo estaremos, no te preocupes. Nunca me iré de tu lado. —Abrazándolo, Seojin acobijo a Yunho entre sus brazos y volvió a cerrar sus ojos. Sintió como el pequeño al fin se rendía ante el sueño y ella lo siguió, recitando en sus labios:

“Siempre estaremos juntos.

Siempre”


..


Nota: ¡Cha, chan! por fin se sabe el misterio de este Fic. Creo que solo dos personas lo dijeron en los comentarios y eso que he estado lanzando pistas incluso desde los primeros capítulos. Ya era muy obvio.

Espero que las haya emocionado y también entristecido en este capitulo, esta ultima parte en especial fue triste. Ya veremos como continua todo esto.

Los problemas aun no acaban.

Dejen sus comentarios.