Capítulo
VII: “Siempre estaremos juntos.
Siempre”
Jaejoong
miró su reflejo.
Se
mordió la boca.
Jisung
se le colocó detrás.
Puso
sus manos sobre sus hombros.
—Qué
lindo ~
Susurró.
El
menor se alejó de su toque.
—No
hare esto.
Le
dijo con dureza.
Aquella
mañana de Julio, el Jefe lo había levantado temprano con un único propósito: llevar
a cabo su venganza. En el trayecto no le dio ninguna explicación, incluso no lo
hizo la noche anterior cuando se encerró con él en su habitación. Todo lo manejó
en secreto, como si no quisiera estropear los detalles de su plan al contarle.
Y
Jaejoong ya sabía el porqué.
En
un baño público abandonado a pocas cuadras del escondite de Lee Sooman, el Jefe
le pidió desnudarse y le entregó una bolsa con ropa para que se cambiara dentro
de los cubículos. Lo que contenía esa bolsa hizo estremecer la mente de
Jaejoong. Se trataban de prendas de mujer, casi fetichistas, donde destacaba un
vestido azul cielo, muy pequeño, como si fuera para una muñeca. También había
ligueros, medias veladas blancas que llegaban hasta la mitad del muslo, unos
zapatos negros de charol con tacón y un lazo para la cabeza.
Jaejoong
no entendía porque su Jefe le había entregado eso. Estaba loco si pensaba que lo
iba a usar. Además… ¿Para qué objetivo? ¿Con que propósito?
Y
sin embargo y pese a su oposición, Jaejoong terminó vistiendo las prendas, aunque la vergüenza no le permitiera siquiera
mirarse con detenimiento. Todo esto era tan extraño.
Tan
retorcido y repugnante.
¿Qué
cosas perversas andaban en la cabeza de su Jefe?
—¿Y
bien, que te parece? —El hombre le preguntó rato después, obviamente obviando la
mueca irritada que Jaejoong llevaba en el rostro.
—¡No
quiero usar esto, no voy a participar en el juego sucio que tenga en mente!
Protestó
una vez más y cuando quiso largarse, el Jefe lo detuvo con su cuerpo. —¿Por qué
te enfadas Joongie? solo quiero que juegues un rato con él.
Sin
dar espacio a explicación, el Jefe acorraló a Jaejoong contra una pared y lo
obligó a mantenerse quieto mientras pretendía aplicarle lo que parecía ser
maquillaje. Jaejoong movió su cabeza hacia todos lados, era seguro que no se
iba a dejar. —¡Déjeme! —Exclamó. —¡¿Qué rayos está haciendo?!
—¡¿Te
puedes quedar quieto?!
—¡¿Qué
es lo que quiere?! ¡¿Por qué me viste así?! ¡¿Por qué como mujer?!
—Lo
conocí lo suficiente para saber lo que le gusta. Para saber sus fantasías…
—¿Qué?
—Es
parte del plan, así que coopera.
—Pero
yo no quiero ser parte del plan ¡No quiero ayudarlo!
—¿Estás
seguro? —Jisung apretó
su cuello, inmovilizándole el rostro, hablándole con una seriedad ajena a él. Realmente
parecía comprometido con su venganza, dispuesto a renunciar a todo con tal de
tener éxito. —Solo te pido
que me ayudes esta vez ¿Ok? Si lo haces te prometo que te dejare en paz.
Algo
se agitó en la mente de Jaejoong al escuchar aquello. —¿Qué… está diciendo? —Preguntó con incredulidad.
—Lo
que escuchaste. Si me ayudas en esta, Joongie, te prometo que te dejare irte de
mi lado. Ya no te buscare, ya no te prohibiere cosas, ya no tendrás que
trabajar para mí. Todo eso se cumplirá con una sola condición: si cooperas con
el plan. —El hombre
alzó su meñique, besándolo. —Es
una promesa.
Ante
tal oferta, Jaejoong no supo que responder. Mucho tiempo había estado deseándolo,
mucho tiempo había estado soñando el por fin alejarse de las garras de su Jefe,
y el que ahora se lo estuviera ofreciendo, así de la nada, era algo difícil de concebir.
Algo que ni en sus más ilusos sueños se podría haber imaginado.
¿Lo
que decía el Jefe era verdad?
¿No
le estaba engañando para así aceptar ser parte de su retorcida venganza?
—Yo…
si es así… creo que lo hare. —No
muy convencido, Jaejoong aceptó. Aunque se sintiera intranquilo, la tentativa
de quedar libre era muy tentadora para rechazarla.
—Buen
chico.
Sonriendo
por la respuesta, Jisung prosiguió, empezando a pintarle con delicadeza las
pestañas, y luego siguió con los polvos y el rubor, esparciéndolos en el área
de las mejillas con un poco de torpeza. Lo único que hacia Jaejoong era
suspirar, sintiéndose incomodo y hasta ridículo con lo que le estaba haciendo. “Lo soportare” recitó en su mente “Lo soportare hasta que esto finalice”. Para
terminar, el Jefe sacó del set un labial rosado y se lo aplicó en los labios mientras
lo sostenía por el mentón. Cuando hubo finalizado, se alejó unos pasos,
mirándolo de arriba a abajo.
“Perfecto” Concluyó en su cabeza.
Y
es que así era, Jaejoong estaba perfecto, casi como era ella a esa edad. En
verdad no parecía un chico; con ese vestido y maquillaje, parecía como una
muñequita en tamaño real. La fantasía sexual de los hombres. Y es que de por
sí, Jaejoong era un chico muy atractivo, con facciones tan andróginas que
podrían hacer dudar a los hombres. El cabello negro un poco largo, los labios carnosos,
la nívea piel cual nieve… Jisung sonrió ante la vista, esto iba a ser
divertido.
—Ven
aquí~ —Ronroneándole,
el Jefe lo atrajo a su cuerpo y lo abrazó por las caderas. Llevó su mirada a su
cuello, el cual tenía aquella cadena que le había descubierto hacia unos años.
Ya no tenía intensiones de quitársela, ya no importaba.
Viéndolo
así; con esa cadena, ese atuendo y esa carita, el Jefe rememoró viejas épocas. —Realmente eres como ella. —Le dijo.
—¿Eh?
—Jaejoong parpadeó.
—Como
ella.
Aproximándose,
el Jefe rozó con su boca los labios rosas de Jaejoong y este de inmediato
apartó su rostro. —¡¿Qué hace?! —Gritó con desagrado.
—Vamos
Joongie, déjame… por los viejos tiempos. ¿No recuerdas que yo te gustaba?
—Eso
fue una tontería mía. Un capricho estúpido.
El
Jefe se rió alto, tomándolo como una burla. Como un juego. —Si nos vamos a
separar al menos deseo tener un recuerdo tuyo, ¿No podría tener esto?
—No,
aléjese. —Jaejoong gruñó. —Ya me pidió que me pusiera este ridículo disfraz y
que me dejara maquillar. No me voy a rebajar más.
El
Jefe se volvió a reír y lo apretó aun más a su cuerpo, entretenido con toda la
situación. El morbo de besarlo era excitante. —Vamos,
bésame como besas a Yunho. —Le
pidió, viendo como Jaejoong se enojaba por haberse atrevido a mencionarlo con
esa sucia boca suya.
El
Jefe insistió con su locura un rato más, y cuando creyó que Jaejoong no
accedería a su propuesta, el menor inesperadamente levantó el rostro, luciendo
increíblemente derrotado. —Hágalo
entonces, no me moleste más. Solo haga lo que quiera, utilíceme en su plan y
luego desaparezca de mi vida.
Dijo
con resignación. A estas alturas, honestamente, no importaba nada.
—Si
así lo quieres…
Sin ningún retazo de moral, el Jefe acercó a su boca y
comenzó a besarlo de una manera sensual, como si lo amara, como si estuviera recordando
la esencia de otra persona. Jaejoong cerró fuertemente los ojos al también imaginar
que estaba besando a otra persona, a Yunho específicamente… pero era diferente,
todo era diferente. Sus labios no sabían a los de Yunho, su boca no era como la
de Yunho, su cuerpo, su aliento, su respiración. Dos lágrimas salieron de los
ojos de Jaejoong al pensar que quería que Yunho estuviera ahí, besándolo como
en el pasado, y que quizá, como estaban las cosas, eso no pasaría.
Su
amor no lo volvería a tener.
El
Jefe continúo chupando sus labios, no tan grotescamente como Jaejoong pensó que
lo haría, y cuando terminó, solo arrastró su boca rociando su saliva. El labial
rosado de Jaejoong se le quedó impregnado en los labios.
A
continuación, se recargó en su hombro, susurrándole al oído: —Y también besas
como ella… mi niño.
Al
instante, Jaejoong lo empujó con fuerza y se apoyó en el mostrador del baño con
la impotencia de no poder controlar sus lágrimas. No sentía más que asco y
humillación, todo su cuerpo temblaba al no poder defenderse. Al no poder impedir
que se mofara de él.
El
Jefe no se inmuto por esa reacción, es más, se siguió preparando como si nada
hubiese pasado.
—Bien,
es hora de irnos. —Pronunció
unos minutos después mientras caminaba hacia la salida, dando pasos fuertes
como si ya fuera el vencedor. Jaejoong lo siguió detrás, cabizbajo, y cuando
iba a cruzar la puerta, el Jefe se devolvió por un segundo.
—No
le digas que eres un chico ¿De acuerdo? —Le
advirtió. —Sé sumiso,
habla lo menos que puedas y no te muestres agresivo. Deja que juegue un rato
contigo, si las cosas se salen de control, yo intervendré.
Jaejoong
asintió a esa orden, sin ganas de objetar.
—Y una última
cosa, deja que te llame como le plazca.
Diciendo
esto último, el Jefe abandonó el baño rumbo a la residencia. El menor se quedo
solo por unos instantes más, devolviendo su mirada a su reflejo en el espejo.
“¿Qué estoy a punto de hacer?”
Se
cuestionó antes de salir por esa puerta.
..
Entrar
a la casa no les fue difícil. El Jefe solamente timbró, se cubrió el rostro, y
en seguida fueron recibidos por el contestador que estaba al lado de la puerta
principal.
—¿Quién es? —Una voz grave se escuchó por
el auricular.
El
Jefe de inmediato la reconoció. Entonces
si era él… —Vengo a entregarle un regalo que se le envió. —Dijo en un tono
sugestivo.
—¿Un regalo? ¿Quién me envió un regalo?
—Se
lo envió un amigo suyo.
—¿Qué amigo?
—Solo acéptelo, no se arrepentirá.
Y
así sin más, el hombre les permitió la entrada, abriendo la puerta con un
control remoto. El Jefe sonrió para sus adentros, al parecer Lee Sooman estaba incauto
y lo suficientemente accesible para llevar a cabo su plan. Para que no opusiera
resistencia.
Lo
tenía entre sus manos.
Haciéndole
señas con los ojos a Jaejoong, el Jefe subió con él por las escaleras y lo
impulsó a ir al cuarto en donde él creía se encontraba el hombre. “Recuerda,
haz que enloquezca” le susurró antes de empujarlo hacia la habitación y
esconderse él en el cuarto continuo, esperando el momento de su aparición.
Indeciso
y con la respiración irregular, Jaejoong entró a la habitación, quedando justo
al frente de un hombre que estaba bebiendo alcohol en un sillón de terciopelo. Debía
ser él, él era Lee Sooman. No era como lo imaginaba, era peor, robusto y
desagradable, estaba vestido con una bata que no le cubría correctamente su
parte delantera.
Jaejoong
cerró los ojos al caer en cuenta en lo que se había metido.
No
iba a salir ileso como su Jefe le prometía.
—¿Tú
eres mi regalo?
Lee
Sooman le preguntó sonriente mientras lo detallaba de arriba abajo,
saboreándolo con la mirada. Sus ojos recorrieron su figura, quedando fascinado
con aquella muñequita de cabello negro que mágicamente se le había aparecido al
frente. No sospechó que se tratara de una trampa, ni siquiera especuló porque “ella”
estaba parada ahí. Solamente la dejo pasar; su presencia fue suficiente para no
permitirle pensar en segundas intenciones.
—Yo…
—la voz masculina de Jaejoong hizo aparición por lo que decidió quedarse
callado. No podía arriesgarse a estropear el plan.
—Oh…
así que eres tú… Ven aquí ~ cierra la puerta ~
Girándose
para cerrarla, Jaejoong caminó luego hacia el hombre, sintiendo una desazón
extraña en el pecho. El hombre le pidió que se detuviera un segundo y Jaejoong
sintió escalofríos al ver como lo miró con una lujuria intensa, como si lo
quisiera devorar, como si le quisiera arrancar el vestido y…
—Ven.
—Le repitió y palmeó a su lado en el sofá. Jaejoong obedeció sus indicaciones. —Cuánto tiempo ha pasado, me parece
estar viendo a una ilusión. —Susurró,
sus ojos estaban desorientados, su aliento apestando a alcohol; era obvio que
estaba borracho, de no haber sido así, probablemente ni les habría abierto la
puerta. Y es que Lee Sooman estaba en una etapa de su vida en que ya nada le preocupaba,
había perdido todo lo que una vez disfruto: su reputación, sus millones, sus
empleados, sus lujos, su vigor... todo se le había escapado, por lo que ahora
vivía así; abandonado, ebrio y con un dejo de locura que le hacía tener de vez
en cuando alucinaciones.
Y
pensó estar en una de ellas, porque no había forma de que ella estuviera ahí
luciendo como cuando tenía 20 años. No después de tanto tiempo.
No
obstante todo era real.
Todo
era real y él lo iba a constatar de primera mano.
—¿Qué
has hecho chiquita? ¿Dónde te la has pasado? —Sooman
preguntó una vez más y Jaejoong no respondió, más bien achicó sus hombros en un
claro gesto de que estaba intimidado. Al hombre le causo gracia esa reacción.
Pasó entonces uno de sus brazos por detrás del cuello de Jaejoong para
relajarlo y de paso acariciarle la mejilla contraria. Luego su mano se apoyó en
sus muslos, jugando con sus ligueros, rozando levemente su entrepierna. Jaejoong
intentó mantener la calma ante todo eso. Si actuaba con agresividad, su Jefe no
lo dejaría irse.
—¿Quieres
sentarte en mis piernas?
Antes
de que Jaejoong se pudiera resistir, Lee Sooman ya lo había subido a su cuerpo
y acomodado sobre su regazo. El hombre lo rodeó con sus brazos, quedando su
cara a muy pocos centímetros de la del muchacho. Jaejoong mantuvo sus manos
contraídas a su pecho, como si con eso formara un escudo.
Pero
eso no sería suficiente.
—Dime,
¿Por qué has venido? ¿Por qué si en el pasado huiste tanto de mí?
Jaejoong
no entendía ninguna de las palabras de ese hombre. Quizá estaba muy ebrio,
quizá lo estaba confundiendo con alguien más o quizá solo estaba jugando. No lo
sabía, pero lo que si tenía claro, era que ese hombre no pretendía cosas buenas
con él, lo comprobó al sentir como Lee Sooman le pasó su lengua por su mejilla,
haciendo un camino de besos mojados sobre su cara. Jaejoong quiso gritar. —No…
—¿No?
¿No qué? —Se rió. —¿No te gusta?
Él
apretó la boca.
—Tan
esquiva como siempre, ¿No?
Sujetándole
el mentón con fuerza, Sooman lo obligó a mirarlo a los ojos. Un dejo de
superioridad apareció en su mirada, como si quisiera dejar en claro que él era
el depredador y el pobre chico su desafortunada presa. Luego, de improviso, el
hombre lo apartó a un lado y caminó hacia un tocador, dándole la espalda. Jaejoong
rápidamente se ajustó el vestidito que había quedado desarreglado por los
movimientos.
Pensó en escapar, pero cuando lo iba a hacer, el
hombre se devolvió a su lugar, entregándole unos papeles. —Toma, son tuyos.
—¿Cómo? —Jaejoong preguntó desorientado.
—Son las escrituras de una propiedad que tengo en
Gongju. No he ido allí en años, pero supongo que todavía está en el mismo
lugar. Quiero que sea tuya, te la regalo.
Jaejoong
no comprendía nada. —¿Por qué?
—¿Por
qué? —Sooman se volvió a reír. —Porque ya no me importa nada. Estoy muy viejo,
muy solo, muy cansado. Al menos tú eres joven, con una vida por delante, puedes
sacarle más provecho de lo que yo puedo hacer.
Aun
confundido, Jaejoong tomó los documentos y los leyó fugazmente. Parecían ser de
una casa ubicada en el vecindario que antes solía vivir. No lucían falsas, de
verdad se trataban de documentos verídicos. Recibiendo también un lapicero, Jaejoong
lo localizó en la línea donde iba la firma y se sintió inseguro de que hacer. Al
ver su incertidumbre, Lee Sooman lo animó a firmar (casi con imposición), y sin
tener otra alternativa, Jaejoong firmo con su nombre, repitiendo la acción en
todas las paginas en donde estaba la línea.
Lee
Sooman sonrió al quitarle los papeles y después se los metió dentro del corpiño
del vestido. —No importa,
no tengo intenciones de hacértelo sin él. —le
murmuró.
A
continuación, le hizo acostarse boca arriba en el sillón y él se colocó encima,
abriéndose con descaro la bata para dejarle ver su erección ya dura. Jaejoong
paso saliva al presentir que pasaría después. —No,
no, no. —Negó con efusividad,
mirando a la puerta, esperando que su Jefe entrara y detuviera lo inevitable.
Pero nada sucedía, el Jefe no daba indicios de querer aparecer, ¿Dejaría que lo
violara acaso?
Dirigiendo
su rostro hacia las piernas de Jaejoong, Lee Sooman empezó a acariciarlas con
su lengua, jalando con su boca los ligueros como si se los quisiera quitar. La
respiración de ambos se hizo más agitada y cuando Lee Sooman subió un poco para
meter su cabeza dentro de la falda de Jaejoong, este soltó un brinco, tapándose
con las manos su entrepierna. —¡No!
El
grito fue más masculino de lo que debió haber sonado. —¿Cómo? —Sooman preguntó desconcertado.
—Es
decir… —Jaejoong
agudo su voz. —No quiero…
no.
—¿Se
supone que eres mi regalo, no es así?
El
hombre alegó y retornó a acariciar el cuerpo del más joven, esta vez apretándolo
con fuerza para evitar que se escapara. Subió hasta su rostro, presionando un
beso fuerte y demandante, provocando que todo el labial quedara esparcido por
la barbilla y mejillas del más chico.
Su
toqueteo asqueroso hubiera seguido por unos instantes más, hasta que algo llamó
su atención cuando su mano aterrizó en la entrepierna de Jaejoong.
Se
sentía un bulto… como si fuera un…
Oh
Dios.
Aterrorizado,
el hombre se alejó de su cuerpo, mirándolo con los ojos bien abiertos. —¡¡¡¡Eres
un hombre!!!!
Jaejoong
paso saliva ante esa expresión. El hombre parecía con ganas de matarlo. —Escúcheme, yo no quería…
—¡¡¡¡¿Cómo te atreviste a engañarme?!!!! ¡¡¡No eres ella,
no eres Seojin!!!! ¡¡¡¡Tu maldito timador!!!!
—¿Seoj…?
La
pregunta de Jaejoong quedo a medias porque en seguida las manos de Lee Sooman le
rodearon el cuello y lo comenzaron a apretar tan fuerte, tan violento, que en
un segundo lo tuvo llorando, rojo, clamando por su vida. Su aliento fue
disminuyendo y sus gritos ahogados apagándose por la presión. Las manos gruesas del hombre se ensañaban como
si lo fueran a romper, las venas de su frente se marcaban con saña.
Jaejoong
pensó que aquellos serian los últimos segundos de vida, mas sin embargo, de
repente…
Hubo
un movimiento confuso, en un segundo Lee Sooman gritó de dolor y cayó al piso cuando
una silla fue estrellada contra su espalda.
Rápidamente
Jaejoong se levantó del sillón, siendo atrapado por los brazos de su salvador.
Creyó que su Jefe había regresado a sus cinco sentidos, no obstante, cuando
olió su aroma y reconoció su cuerpo...
…Jaejoong
levantó su rostro, viendo el rostro de Yunho quien lo miraba con preocupación.
—¿Q-que…?
¿Qué te paso? ¿Quién te hizo esto? —Yunho preguntó al ver a Jaejoong rojo,
angustiado, vestido de chica y con el maquillaje penosamente escurrido por toda
la cara. Sus labios temblaban y su cuerpo también.
¿Qué
le había hecho su Jefe hacer?
—Yun…
—¡¡¡¿Tu otra vez por aquí!!!
El
grito de Lee Sooman interrumpió su reencuentro. Él hombre se había levantado
del suelo y ahora lucia como un toro furioso. —¡¡¡Lárguese
en este instante!!!!
—¡¡¡No!!!
—Yunho gritó con todas sus fuerzas. —¡¡No dejare que lo vuelva a tocar!!
—Envolviendo a Jaejoong en sus brazos, Yunho retrocedió con él unos pasos,
involuntariamente arrinconándolos contra la pared. Desde que había salido del
apartamento de Jaejoong, él supo que el único lugar en donde este podría estar metido
era en la casa de Lee Sooman y afortunadamente su intuición no le había
fallado.
Dios
supiera que hubiera sucedido si no hubiera entrado quince segundos antes a rescatarlo.
—¡¡¡Te
digo que te largues de mi casa!!!
Sin
esperar, Sooman se traslado hacia su tocador, abriendo el cajón donde mantenía
guardada su arma para acabar de una buena vez con aquellos dos chicos…
…Sin embargo no la hallo dentro.
—¿Buscabas
esto?
Una
voz familiar habló a sus espaldas, por lo que Sooman se volteó, quedando aturdido
cuando vio como su pistola ahora estaba en las manos de un hombre… su antiguo
empleado… Kim Jisung. Perdió por un segundo el habla. —Ji…Ji…Ji…
—Que
bueno volver a verlo Jefe, después de
tanto tiempo… —El otro le respondió sonriente, apuntándole a la cabeza. Yunho y
Jaejoong se abrazaron fuerte. “¿Jefe?” preguntaron
en sus cabezas.
—Baja
esa pistola Ji, podrías herir a alguien. —Lee
Sooman dijo con temor, sintiéndose angustiado por la inesperada aparición y por
su mirada llena de malicia. Él sabía que tenían cuentas pendientes y ahora
parecía el momento de ser ajustadas. —Enserio
Jisung, baja esa pistola, hablemos como personas adultas que somos.
—¿Enserio? ¿Ahora si quiere hablar como persona
normal? ¿No lo pudo hacer cuando yo era un niño y usted me torturaba para
castigarme?
—Eran
tiempos diferentes, yo… aprendí a ser mejor persona… Yo ya no soy el de antes…
—¡Mentira!
¡Mentira viejo! ¡Usted no ha cambiado! ¡Usted sigue siendo el mismo cerdo
asqueroso de siempre! —El
Jefe se volteó hacia los chicos y señaló a Jaejoong. —¿Creíste que era ella, no? ¿Creíste
que era Seojin, no es así? ¡Ja! Eres tan patético, enloquecerte con su recuerdo
fue tan sencillo. Claro que sabía que te gustaría volver a verla, a esa maldita
perra traicionera…
—¿Está
hablando de mi madre? —Yunho
inmediatamente interrumpió al oír la mención de su madre. —Si es así, no le permito que se
refiera así de ella ¡No vuelva a mencionar siquiera su nombre!
—¡Cállate tu, no te entrometas en mis asuntos, ya
suficiente tengo con saber que fuiste tú el bastardo que nació de esa traición!
—¡Mi mama no lo engaño, yo no soy el hijo de ese
hombre!
—¡Claro que lo eres!
—¡No lo soy!
—¡Si lo eres!
—¡¡¡Yo no
tengo ningún hijo!!!
El grito de Lee Sooman hizo callar tanto al Jefe
como a Yunho. Su voz sonaba derrotada… más bien fastidiada, por esta confusión
en donde lo habían metido a fuerza. —La verdad
es que… soy estéril, nunca pude tener hijos. Seojin estaba embarazada incluso
antes de que yo intentara algo con ella. —Confesó
con el aliento apaciguado.
Ante eso Jisung se quedo mudo, incapaz de
reaccionar. —Si eso es así, entonces eso quiere decir…
—Sí, yo soy su hijo. —Yunho completó su frase, mas
resignado que sorprendido. —Creo que lo supe cuando descubrí aquella fotografía
en su habitación. No puedo decir que me cause alegría esta noticia, pero así
son las cosas. Ambos debemos aceptar esta realidad.
El Jefe mordió su boca ante esa confesión. ¿Entonces Yunho… Yunho y Jaejoong… ambos…? Volvió a subir el arma hacia Sooman, ahora
más serio que nunca. —¿Enserio cree que confiaría en las palabras de un viejo
loco como usted? No me crea idiota, solo quiere salvar su pellejo, por eso
niega que tuvo un hijo con ella.
—No, no, es la verdad. Yo nunca le di un hijo a Seojin.
No tengo que ver en eso, que yo sepa tu, Jisung, fuiste el único padre de sus
bebes.
Yunho se descolocó por unos instantes. —¿Bebes? ¿De qué está hablando? Mi madre solo me tuvo a mí.
—Ella tuvo
dos hijos si me acuerdo correctamente, uno de ellos…
—Cállese. —Súbitamente el Jefe lo silencio, hablando con dureza. Su mirada había abandonado
ese dejo socarrón, ahora estaba a la defensiva, como si tuviera miedo de lo que
Sooman fuera a revelar.
Pero Yunho no se quedaría sin la verdad. —¿Acaso
hay algo que me están ocultando? —Preguntó al ver ambas miradas llenas de sospecha.
Volteó hacia Jaejoong, el cual seguía temblando, totalmente ajeno a lo que
estaban hablando. —¿Cómo que bebes?
—Seojin tuvo dos chiquitos, si tu eres Yunho, tu debiste
ser el segundo. —Lee Sooman le explicó a sabiendas que Jisung le seguía
apuntando con la pistola. —La verdad
no entiendo nada de lo que está pasando aquí, lo único que te puedo decir es
que lo que te digo es cierto.
—Pero yo no tuve hermanos, mi mama nunca mencionó
nada de un hermano.
—Si lo tuvo, incluso…
Y de repente una carcajada estalló en la
habitación.
Todos se quedaron en silencio, Sooman miró a Yunho,
Yunho a Jaejoong y este al Jefe el cual se estaba ahogando de la risa. ¿Ahora qué
le sucedía? En seguida, Jisung se colocó enfrente de Yunho y Jaejoong, ellos
instintivamente se acercaron mas entre sí.
Al parecer estaba preparado para develar todo. —Supongo que ya no lo puedo seguir ocultado por más tiempo ¿Cierto?
Jaejoong paso saliva al sentir como la mirada de su
Jefe lo penetró. —¿Qué pasa?
—Que quizá
yo si sea el padre de Yunho… pero eso no es lo único.
—¿Entonces
qué otra cosa es? ¿Qué quiere decir este hombre con que mi madre tuvo otro
hijo? —Fue Yunho el que esta vez preguntó.
Levantando su rostro para inhalar un poco de aire,
el Jefe les regreso la mirada, ya no temiendo nada:
—Que ese otro hijo que ella tuvo esta aquí y que yo
soy el padre de los dos.
..
“Después
de 9 complicados meses, Seojin dio luz a sus 18 años a un bello y saludable
bebe llamado Jaejoong, una tarde de enero de 1986. De piel clara y cabello
negros, Jaejoong era un bebe adorable quien se ganaba el afecto de la gente con
tan solo mirarle la carita. Era el tesoro de su madre y de su abuela; e incluso
Jisung, quien en un principio estuvo en contra de su nacimiento, le había
alcanzado a coger algo de cariño.
Todo
el mundo parecía estar encantado con el recién nacido, todo el mundo menos Lee
Sooman. ¿La razón? Era fácil: El hombre odiaba que ese bebe fuera fruto de la
relación entre Seojin y su empleado Jisung, puesto que él había desarrollado
una obsesión por la encantadora muchacha.
Lo
había intentado todo, había intentado todo para conquistarla: le había comprado
regalos caros, le había invitado a lugares que personas como ella solo podían
ver en televisión, le había prometido el cielo y la tierra… pero ella no
parecía caer a ninguno de sus incentivos. Seojin estaba tan hechizada por el
muerto de hambre de Jisung, que cualquiera cosa que el Jefe intentara, la
consideraba banal. Sin gracia.
Sooman
no entendía porque se tomaba tantas molestias. Él era un hombre poderoso, que
podía conseguir a cualquier mujer con solo chasquear los dedos, ¿Por qué quería
a una chiquilla de barrio tan insignificante como Seojin? Quizá era la pureza
que ella transmitía, quizás eran sus ojos negros, su boca carnosa o la sonrisa
que siempre traía en su cara. No lo sabía, pero desde que la vio por primera
vez; no esa noche en la taberna, sino un día cuando ella ya había dejado de ser
una niña para convertirse en señorita, Sooman supo que debía ser suya. Supo que
no podía permitir que Jisung la tuviera, él debía ser el que gozara el
privilegio.
Sin
embargo sus planes no le habían funcionado.
Ahora
Seojin compartía un hijo con su criado y eso era algo que él no podía cambiar…
no aun.
Un
mes después de dar a luz, Seojin se fue a vivir junto a Jisung a la residencia
de Lee Sooman, para trabajar como empleada domestica. Ella no quería que su hijo, ni ella se convirtieran en una carga
para el “pobre” de Jisung. No quería que su bebe pasara necesidades, tampoco
quería que Jisung se enojara al pedirle dinero, por lo que conseguir recursos
por su cuenta parecía la opción más pertinente en esos momentos. No había
problema con Jaejoong, su madre siempre podía encargarse de él cuando ella no
estaba para cuidarlo. Tampoco fue difícil convencer al vejete de darle trabajo,
él estaba tan prendido de ella que la recibió sin siquiera importarle que nunca
hubiera trabajado en su vida.
Todo
marchaba bien… hasta aquel día.
Terminando
de limpiar el polvo de los taburetes en una de las habitaciones de la casa,
Seojin se recargó contra la pared y volvió a mirar esa prueba de embarazo que
se había hecho hacia unas horas atrás. No lo podía creer…
…había dado positivo.
Ella
estaba otra vez en embarazo. ¿Cómo era posible? Ni siquiera había abandonado
totalmente la barriga producto del embarazo de Jaejoong. ¿Cómo fue que se
permitió quedar otra vez embarazada?
Ahora
qué haría, esa era la pregunta. Le había prometido a Jisung que no volvería a pasar.
Jaejoong había sido un bebe lo suficientemente carismático para ganarse su aceptación,
sin embargo ella estaba segura que otro bebe no correría con la misma suerte. A
Jisung no le gustaba mantener niños, ¿Cómo podría mantener ahora no solo a uno,
sino a dos? Eso era impensable. Jisung preferiría dejarla antes que criar a
otro crio.
Seojin
se llevo una mano al rostro, esto le estaba consumiendo los nervios.
—¿Interrumpo
algo?
De
improvisto, la voz del Jefe se escuchó, Seojin se volteo alarmada por la súbita
interrupción. —Oh, patrón… Me asusto. —Dijo al ponerse una mano en el pecho
como signo de alivio.
—¿Por
qué? —El hombre sonrío y cerró la puerta tras de él. Esto a Seojin no le dio un
buen presentimiento. —¿Qué haces aquí tan sola? Ya se acabo el turno por hoy.
Seojin
no respondió nada, tan solo se volteo para recoger su plumero y los trapos.
—¿Qué
tienes en la mano? —Sooman le preguntó al ver el papel que sostenía en su
mano.
Seojin
de inmediato lo oculto. —No es nada.
—Déjame
ver.
—No
es nada señor, enserio.
—Déjame
ver, no te voy a regañar. —Haciendo caso omiso a su negativa, Sooman se acerco
a ella y le arrebato de un solo jalonazo el papel. Leyó luego lo que estaba
escrito. Una expresión de disgusto combinada con irritación se le formo en el
rostro. —¿Estas embarazada de nuevo?
—Inquirió.
La
muchacha desvió la mirada. —Al parecer… pero Jisung aun no lo sabe. Me acabo de
enterar.
Al
oír eso, el Jefe curvo una sonrisa. —Entiendo… ¿Y cuando se lo piensas decir?
—No
lo pienso hacer… es decir… es que…
—¿Qué?
¿No quiere tener otro bebe?
—Ya
tenemos a Jaejoong, otro hijo sería demasiado para él.
—¿Y
para ti?
Seojin
se quedo callada. A decir verdad, a ella no le molestaba tener otro hijo. En
realidad le gustaban tanto los niños que si fuera por ella tendría hasta cien
más. Desgraciadamente, lo que menos importaba en ese mundo eran sus deseos y
sus opiniones. Al ser ella una mujer, todo lo que decía se veía despreciado por
el ego enorme de los hombres que la rodeaban. Nada podía hacer si Jisung no
quería a ese bebe.
—Por
favor, no le diga nada a Jisung. Se enojara si se entera que estoy de nuevo
esperando un hijo de él. —Seojin suplicó luego de un rato en el que no supo que
decir para manejar su desesperación. Se sentía ridícula al pedirle compasión a
un hombre tan ruin como Lee Sooman, pero ya nada podía hacer si este sabía de
su secreto. Lo único que podía solicitarle era su silencio.
Sin
embargo, Sooman no la iba a ayudar sin pedir algo a cambio. —¿Y qué me darás si
yo mantengo mi boca cerrada?
—¿Eh?
—Seojin~
—El hombre se le acercó y coloco una mano en su mejilla. —Eres una muchachita
preciosa, a la cual se me ha hecho imposible tener. He intentado hacer de todo
para complacerte pero tú pareces huir de mí, ¿Crees que mereces mi ayuda si
solo me muestras desprecio?
—Es
que yo estoy enamorada de Jisung. —Seojin respondió segura, no gustándole para
nada el repentino cambio de tema. ¿Acaso el Jefe intentaría sobornarla con su
amor?
—Pero
él no te valora dulzura, hasta le tienes que ocultar que llevas otro hijo suyo
en tu vientre ¿Eso te parece amor?
—Bueno,
—Ella se mordió el labio. —No es justo con él. Él no quería esta vida de
familia, yo soy la que se la estoy imponiendo.
—A
mi no me importaría tener un hijo tuyo. —El Jefe declaró y paso un dedo por
sobre el vientre de la muchacha. —Cuanto desearía que ese hijo que llevas fuera
mío…
—¡Basta!
—Seojin de inmediato se alejo, arrinconándose en una esquina. —No me parece correcto que usted me este
diciendo estas cosas sabiendo que Jisung es mi novio.
—Lo
que a mí no me parece es que tengas que aguantar los desplantes del miserable
ese. Mírame Seojin, —El Jefe extendió sus brazos, mostrando su porte. —Tengo un
cartel de la mafia bajo mis órdenes. Tengo empleados, tengo dinero… conmigo tus
hijos no tendrían que pasar necesidad. Tus hijos serian los chicos más
afortunados del mundo. Eso sería posible,
si vienes a mi lado.
Seojin
parpadeo ante tal oferta. No podía negar que era tentadora, que quizás sus
hijos si vivirían una mejor vida si ella estaba al lado de Lee Sooman, pero no,
ella no sería capaz de alejarlos de su verdadero padre. Jisung podría ser un
don nadie, podría no tener ni donde caer muerto y tener un montón de defectos,
pero él, a fin de cuentas, era su amado, el chico que siempre había querido y
lo más importante… el padre de sus dos hijos.
Ella no lo dejaría por estar por interés con un hombre como Lee Sooman.
Aunque tuviera comodidades, ella no sería feliz a su lado.
No
estaría dispuesta a renunciar a su felicidad por dinero.
Así
fuera por el bienestar de sus hijos. —Déjeme en paz por favor, nada de lo que
usted me diga me va a hacer cambiar de opinión. Ya le dije que yo amo a Jisung.
El
Jefe rastrillo los dientes por sus palabras. Esto se estaba convirtiendo en una
molestia. —Y yo te digo que mantendré tu secreto… pero mi silencio tiene un
valor.
—¿Qué
es lo que quiere entonces? —Ella demandó aunque ya supiera la respuesta a esa
pregunta.
—Quiero
que estés una noche conmigo.
—No.
—Seojin se negó al instante. —Si eso es lo que pide por mantener su silenció,
entonces prefiero contarle la verdad a Jisung. Usted no me puede comprar, yo no
le voy a ser infiel.
—¿Te
has dado cuenta de lo que estás diciendo niñita? ¿Quién eres tú para negarte a
mí?
—Yo
no seré nadie importante, pero no por eso seré su prostituta. Sé cómo es usted,
se que los hombres como usted solo piensan en tener a la gente bajo su control,
pero conmigo no será así. No me tratara como trata a mi pobre Jisung.
Por
su negativa, el Jefe perdió los estribos. ¿Quién se creía ella? ¿Qué derecho
tenia al hablarle así? Suficiente tiempo había desperdiciado en intentar
conquistar a esa malcriada para que saliera con ese tipo de rechazos.
Definitivamente no lo permitiría. Si Seojin no quería ser suya por las buenas,
entonces lo seria por las malas. —Bien, tú quisiste. —Precipitándose a ella, el
Jefe la inmovilizo y le tapo la boca con una mano. Seojin intentó defenderse
pero el Jefe era tan grande que no le permitía siquiera mover un musculo.
—¡Suele…te…me!
Ella
luchó con todas sus fuerzas, moviendo manos y piernas como si le hubiera dado
un ataque de epilepsia. Pero fue en vano, en menos de lo que pensó, el Jefe ya
la tenía sometida contra uno de los muebles mientras la violaba por detrás.
Seojin lloró entre las penetraciones, intentando zafarse una vez más, pero
fallando en el intento al recibir un fuerte golpe que la dejó casi noqueada.
Ella
dejo de pelear cuando se dio cuenta que no tenía caso. No podía ganar contra
ese hombre, que años atrás la había acosado también cuando solo tenía ocho
años. Aparentemente él había triunfado al final. Había conseguido lo que hace
10 años no había podido conseguir.
Con
un sonoro gruñido, el Jefe llego a su orgasmo y se quedo unos minutos sobre el
cuerpo de la muchacha. Luego la volteo y volvió a penetrarla; si ya la tenía
sometida no dejaría que se le escapara tan rápido. Seojin, en cambio,
permaneció callada, inmóvil, sin nada más que hacer que pensar en su horrorosa
suerte.
Y
tan metidos estaban en sus propios conflictos, que no se dieron cuenta que otra
de las empleadas estaba observándolos por la rejilla de la puerta, preparándose
para ir a contar lo que sus ojos habían presenciado.
..
—¿Estás
segura de lo que dices?
El
chisme no tardo en llegar a los oídos de Jisung, quien furibundo daba vueltas
en su habitación al escuchar lo que una de sus compañeras de trabajo le había
llegado a contar ese día.
—Yo
misma los vi Jisung. Seojin y el Jefe estaban teniendo relaciones sexuales en
una de las habitaciones de la casa. —Ella expresó. —Si me preguntas, no parecía
que fuera la primera vez, teniendo en cuenta la posición en la que estaban.
Parecía que ya lo habían hecho varias veces antes…
Jisung
golpeó con su puño una de las mesas, asustando a la chica. Su rostro estaba
rojo de la ira, las venas de su frente tan marcadas que hasta era probable que
reventaran. No lo podía creer, no podía creer lo ultrajado que había sido.
“Así que Seojin me
engaña con el bastardo de Jefe…”
Jisung dijo en su cabeza, sintiéndose tanto furioso como patético. A pesar de
que Seojin le gustaba compartir con personas de su sexo opuesto, Jisung nunca
llego a pensar realmente que ella fuera capaz de relacionarse sexualmente con
ellos. Ella era muy pura, muy inocente; lo más importante, Seojin estaba muy
enamorada de él. Entonces… ¿Por qué ahora se había atrevido a engañarlo con el
repugnante de su Jefe? ¿Por qué justamente con la persona que mas odiaba en
todo este maldito mundo? ¿Qué acaso Seojin no se acordaba? ¿No se acordaba las
noches en las que él lloraba contando las humillaciones y los maltratos que
había tenido que sufrir de la mano de ese hombre?
¿Por
qué Seojin había sido capaz de hacer eso?
¿Era
acaso porque el Jefe tenía dinero y él no?
Jisung
pego su frente contra la pared, queriendo evitar que su parte más débil lo
abarcara. No, definitivamente esto no se lo iba a perdonar. Le había pasado ya
muchas cosas; le había permitido tener amigos, tener un trabajo y hasta criar
un hijo que él no había querido tener, pero esta traición era inexorable. Si
Seojin lo hubiera engañado con otra persona, él podría si quiera pensar
perdonarla, pero no con ese hombre.
No
con su verdugo.
Y
por eso, cuando ella llego a decirle que estaba esperando otro hijo suyo,
Jisung no le quiso creer.
—¡¡Tú me engañaste maldita perra!!
—¿Qué? ¡Yo nunca haría eso!
—¡¡Te acostaste con mi Jefe!!
—¡Él me violo Jisung! ¡Yo no quería!
—No voy a creer en tus mentiras,
incluso puede ser que ese hijo que dices esperar de mi ni siquiera sea mío. ¿Es
del Jefe verdad? Ese bastardo en tu vientre es de ese maldito miserable, no lo
dudo.
No
te voy a dejar pasar esta Seojin, te las voy a cobrar en lo que más quieres.
Mas te vale que cuides a nuestro querido Joongie, porque puede ser que ya no lo
vuelvas a ver nunca más.
Con
esta última amenaza, Jisung abandonó a Seojin en medio de la calle. Despechada
y con el corazón totalmente destrozado, a Seojin no le quedo de otra que huir
de la ciudad junto a su bebe, no sin antes contarle a su madre todo lo que
había pasado y avisarle que se marcharía pero que no preocupara, que ella iba a
estar bien. La señora Jung no pudo evitar que su hija se fuera de su lado,
debido a que cuando reaccionó, ya era demasiado tarde. Seojin ya había escapado
de Gongju hacia Gwanju.
En
esa ciudad, Seojin empezó a trabajar en un puesto callejero de Hoddeoks
mientras esperaba el nacimiento de su segundo hijo y cuando nació el bebe, al
cual llamo Yunho, ella pensó que quizá su destino iba a empezar a mejorar. Que
no importaba que ya no estuviera Jisung a su lado, ella estaría mejor sin él.
Estaría mejor sin sus insultos, su desprecio y su falso amor. Porque aunque
nunca lo hubiera querido admitir, ella no era feliz a su lado. Se convencía de
que lo era, pero a la hora de la verdad, no lo era, porque nadie podía ser
feliz si era constantemente tratado de la manera en la que Jisung la trataba.
Ahora
ella podía realmente ver la verdad. Y ya no le importaba, ya no importaba que
no tuviera el amor de Jisung porque ahora tenía el amor de dos personitas más
valiosas a su lado: Jaejoong y Yunho.
Y
por lo tanto Seojin se hizo una promesa: ella sacaría a sus hijos adelante,
ellos serian el motor de su vida y no permitiría que nadie estropeara sus
vidas.
No
permitiría que nadie arruinara ese destello de felicidad que ahora habitaba en
su hogar.
No
obstante la felicidad no duro mucho, porque una tarde, cuando regresó de su
trabajo, Seojin se dio cuenta de que la puerta de la habitación que rentaba
había sido violentada. Entrando en ella, Seojin vio que la chica a la cual le
había pagado para cuidar a sus bebes estaba desmayada en el piso y a su lado el
único que estaba era el pequeño Yunho llorando.
No
había rastros de Jaejoong por ninguna parte.
—Jisung.
Ella pensó.
¿Podía
ser posible que Jisung hubiera raptado a Jaejoong como venganza por el supuesto
engaño con su Jefe? Era muy probable. A estas alturas, ya no le impresionaba lo
que su antes queridísimo Jisung era capaz de hacer. El hombre había cambiado
tanto, se había vuelto tan cruel, que no cabía duda de que pudiera cometer un
crimen como esos.
El
resto de la tarde y de la noche, Seojin busco a su bebe por todas partes. No lo
encontró. Fue a la policía, pero ellos le dieron poca importancia a su caso al
ser ella una mujer de bajos recursos. Sin nada más que hacer, Seojin se
devolvió a Gongju, en busca de su antiguo novio pero lo que encontró la dejo
más que desolada: La casa del Jefe había sido clausurada debido a que habían
encontrado actividades ilícitas en aquella residencia. Tanto Jisung como Lee
Sooman se encontraban desaparecidos.
Seojin
fue entonces a su antigua casa en busca de la ayuda de su madre, solo para
encontrar que esta también había sido tomada por las autoridades, ya que su
vecindario era una invasión ilegal. Le
preguntó a sus vecinos donde había ido su madre. Nadie tenía idea.
¿Qué
acaso todos la habían abandonado? ¿Qué acaso estaba sola en este mundo?
Ahora
lo único que le quedaba era Yunho.
Y
los días pasaron, y Seojin se devolvió a Gwanju en busca de su hijo. Pero nada,
aunque se tardara horas, aunque aguantara hambre y sueño, sus esfuerzos no
valían la pena porque no había posibilidad de encontrar a un bebe en una ciudad
de 700.000 habitantes.
Más
aun si Jisung era él que lo tenía retenido.
―No
te preocupes amor, estoy segura que lo encontraremos.
Seojin
le susurró al pequeño Yunho una noche en la que volvió a su morada luego de una
búsqueda exhaustiva en las calles. El bebe no había dejado de llorar desde la
desaparición de su hermano mayor, como si presintiera que algo grave estaba
sucediendo. Como si presintiera que quizá no volverían a estar los tres juntos
como una familia.
―No…
Lo tendré hasta que te encuentre. Y luego será tuyo… cuando te encuentre.
La
mujer dijo al meditar botar el collar que le había regalado Jisung, pero luego
retractarse para sellar una promesa en el dije de este. No desistiría de buscar
a su pequeño, a su tierno Jaejoong, el hijo que por más que ella intentó
encontrar…
…Jamás
regreso a sus brazos.
..
Pasados
unos cuantos meses, Jisung, con Jaejoong en brazos, regreso a la casa de Gongju
la cual estaba totalmente abandonada. Luego de su disputa con Seojin, a su Jefe
lo había capturado la policía por su participación en la mafia, por lo cual
todos sus empleados habían tenido que escapar hacia diferentes puntos del país.
Él lo había hecho hacia Gwanju donde coincidentemente se había encontrado con
su antigua mujer y sus dos bebes, a quien solo uno reconocía como su hijo:
Jaejoong.
Aprovechando
un descuido, Jisung, totalmente drogado, interrumpió en la habitación donde se
quedaba Seojin, golpeo a la niñera y se robo al bebe que lloraba entre sus brazos.
Luego vagó con él unos meses por diferentes moteles del país hasta que regreso
a Gongju, a esa desolada casa que como nadie había ocupado aun, él iba a tomar
como suya.
Luego
meditó que iba a hacer con Jaejoong. Quizá podría abandonarlo en algún basurero
o regalarlo a una de esas fundaciones al cuidado de los huérfanos, pero cuando
le vio la carita, esa carita de inocencia y candidez, Jisung no tuvo el corazón
para desprenderse de él. Al fin y al cabo, Jaejoong era como una parte de él y
no se merecía correr con un destino cruel.
Decidió entonces quedarse con el bebe… pero no lo trataría como a un
hijo. Como había dicho antes, él no estaba hecho para mantener críos y no se
pondría él mismo esa obligación si nadie estaba para imponérsela. Se haría
cargo de él hasta que el niño fuera lo suficientemente grande para valerse por
sí mismo, y entonces lo utilizaría a su favor. Le haría trabajar para él.
Él
seria ahora el Jefe de Jaejoong.
No
le contaría nada acerca de su anterior vida por supuesto, se inventaría que
había sido abandonado o cualquier historia por el estilo, y así él se quitaría
esa carga de tener alguna responsabilidad por Jaejoong. De responder como su
padre.
Al
menos estaba siendo más justo que su propio padre, quien no dudo en regalarlo
al primer malandro que le ofreció su ayuda. Jaejoong estaría bajo sus órdenes
pero Jisung no sería tan duro con el muchacho. No como Lee Sooman fue con él.
Quitando
las tablas que obstruían la puerta de la casa, Jisung se adentró en ella y miró
feliz a su alrededor. Toda esa casa, todo el territorio que antes le había
pertenecido al Jefe era ahora de él. No lo podía creer.
Caminó
entonces hacia una de las mesas, viendo una polvorienta fotografía de su Jefe
en uno de sus porches. Jisung tomo el portarretrato y lo estrelló contra una
pared. —¡¡Ahí tienes viejo!! —Se empezó a reír como un maniático. Si era
totalmente sincero, no estaba muy conforme de que al Jefe lo hubiera capturado
la policía y que por lo tanto, él no hubiera obtenido su venganza de la forma
en la que hubiera deseado. Hubiera preferido que Sooman hubiera terminado en
sus brazos, torturado y clamando por compasión, sin embargo, eso no importaba
más. El Jefe estaba encarcelado, Seojin se encontraba desolada buscando a su
hijo y él era el que había ganado al final.
De
repente el llanto de Jaejoong
interrumpió su alegría.
—¿Ahora
qué quieres? —Fastidiado, Jisung se aproximó al bebe quien parecía necesitar un
cambio de pañal. Con evidente asco, Jisung le quito el asqueroso pañal y lo boto
en una de las basureras. Jaejoong siguió llorando, ya que al estar tanto tiempo
con el pañal cagado, su colita se le había quemado, pero Jisung no estaba
dispuesto a limpiarlo. —Te dejare mejor así. —Le dijo mientras lo dejaba en una
cama de una habitación y se iba a comprar unas cervezas para celebrar la
inauguración de su nuevo hogar.
El
bebe se quedo llorando.
Se
quedo llorando hasta que el agotamiento le hizo dormir.
..
6 años después
—¡Omma!
El
pequeño Yunho de siete años se acercó lloriqueando hacia Seojin quien estaba
preparando la cena en la cocina. El niño se había hecho un raspón en la rodilla
jugando en el patio de la posada en la cual vivían, por lo que lo único que
pedía en esos momentos era el consuelo amoroso de su madre.
Consuelo
que no se le seria negado.
—Appa.
Jaejoong
caminó hasta la puerta de la casa cuando vio que Jisung por fin había llegado
de su noche de fiesta. Estaba complemente borracho, con dos mujeres a cada uno
de sus lados y una botella de ron entre sus manos. El pequeño Jaejoong se ancló
a su ropa, no había comido en todo el día y lo único que quería es que el mayor
le preparara así fuera un sándwich para poder irse a la cama.
Aun
así Jisung lo ignoró.
—¿Cómo
fue que te hiciste esto?
Seojin
reprendió a Yunho al sentarlo sobre su regazo y ahora estar masajeándole la
rodilla con un ungüento para raspones. Yunho lloriqueó por el dolor,
refugiándose en su pecho cuando sintió la textura del ungüento arder en la
herida.
—Me
duele… —él gimoteo.
Seojin
le dio un beso en la frente. —Yah, no llores. Esto te servirá para que
entiendas que la próxima vez debes pedirme permiso para jugar en el patio,
¿Entendido?
Yunho
asintió.
Seojin
sonrió por esa respuesta, encontrando tierna la manera en la que su hijo hacia
pucheros y se frotaba los parpados con los nudillos.
—Eh
Yunho~ Tienes que ser un niño fuerte. —Seojin le susurró mientras
apretaba la cabeza de su hijo contra su pecho. —Tienes que ser fuerte como tu
madre, quien ha tenido que soportar muchas tristezas en esta vida.
—¿Eh?
—El pequeño Yunho levantó las cejas. —¿Qué quieres decir omma?
Seojin
no respondió al instante, en su lugar solo se quedo abrazando a Yunho sin poder
evitar que un par de lágrimas salieran de sus ojos.
—¡Appa,
appa!
Jaejoong
siguió clamando al ver que Jisung se sentó en el sofá con las mujeres y no
tenía intenciones de levantarse de ahí por un buen rato. El pequeño entonces se
arrastró hasta sus pies; del hambre ya ni podía hacer funcionar correctamente sus
dos piernas. Se sentía pronto a desfallecer.
—Appa…
—¡Ya
te dije que no soy tu appa!
Jisung
de repente gritó. Jaejoong se quedo mudo.
—Tú
no tienes padres Jaejoong, ya te lo he dicho mil veces. Tu madre te abandonó y
yo te encontré en las calles y te traje aquí, pero eso no quiere decir que sea
tu appa. ¿Qué quieres ahora, eh?
Al
pequeño se le aguaron los ojos. —Tengo
hambre.
Jisung
se mordió la boca. Hurgó en su bolsillo y sacó de el un paquete de gomitas que
se había comprado en la tarde. —Toma. —Le dijo al botarle el paquete en la
cara. —Eso es todo lo que tengo y no quiero que molestes mas, ¿Entendido?
Asintiendo,
el pequeño corrió hacia una de las habitaciones en el segundo piso y se sentó
al lado de la ventana, rompiendo el paquete y tragándose las gomitas como si no
hubiera un mañana. Sus ojos se llenaron de agua cuando vio el final del
paquete. Jaejoong se recostó contra la ventana, gimoteando.
Aun
tenía hambre.
—¿Qué
hay de cenar Omma?
Yunho
preguntó cuando por fin ella terminó de sanar su herida y ahora se disponía a
servir la comida que había dejado preparándose en el fogón. —Tteokbokki. —Ella
respondió.
A
Yunho casi se le salen los ojos de la emoción. —¿Enserio? ¡Qué rico!
—No
te acostumbres, es solo porque hoy vendí muchos hoddeok que pude conseguir algo
más de dinero. No siempre puedo vender tanto.
Yunho
no le prestó mucha atención a la explicación, porque su atención fue robada por
aquel plato humeante que su madre puso frente a él. Cogiendo sus palillos,
Yunho estuvo a dispuesto a acabarse de un solo bocado aquel manjar, hasta que
su madre lo detuvo:
—Alto
ahí muchachito. Hay que orar.
Yunho
hizo una mueca, dejando de mala gana sus palillos. Cerró sus ojos y junto sus
manos, lo cual hizo también Seojin. —Dios, —Ella empezó. —Te damos las gracias
por esta comida que nos das hoy, por las manos que lo hicieron y que por favor
nunca nos haya de faltar. Te pedimos por nuestra salud, tanto la de Yunho como
la mía, te pedimos que protejas a la abuelita, donde sea que ella este y… —Su
voz comenzó a temblar. —Te pido que protejas a mi ángel. Por favor, Amén.
—¿Quién
es tu ángel Omma? —Yunho preguntó tiempo después cuando los platos estuvieron a
punto de quedar vacios.
Seojin
se quito un mechón de la cara, nerviosa. —A mi ángel que está en el cielo. —Le
respondió.
Y
es que ella se había resignado. Lo había aceptado, había aceptado que quizá
Jaejoong ni estaba vivo y que tal vez había abandonado este mundo hacía mucho
tiempo. Al menos eso era más fácil que imaginar verlo sufrir, aguantando dolor
y soledad en algún lugar.
Era
mejor aceptar que había muerto.
Ante
la respuesta, Yunho no hizo ningún comentario, en su lugar se devolvió a su
plato, pinchando con sus palillos los últimos trocitos de tteokbbokki que
quedaban en este.
Más
tarde esa misma noche, Jaejoong se encontraba acurrucado contra la ventana,
envuelto en una manta mientras miraba a la gente pasar por la calle. A él le
gustaba dormir cerca a la ventana, le hacía sentirse acompañado. Llevo su
mirada a sus pies, viendo esa uña encarnada que hacía unos días se le había
formado y que no se la había podido quitar. Le causaba mucha molestia, mucho
dolor, quería que alguien le ayudara a sanársela, pero él sabía que nadie lo
haría. Como con muchas cosas, a su corta edad aprendió a valerse por sí mismo.
Jaejoong
gimió al intentar arrancarse la uña y no poder. Decidió entonces dejársela así,
soportar la molestia, soportar el dolor. Se acurrucó un poco más contra la
ventana y cerró los ojos. Le gustaba dormir, lo hacía escapar de su realidad y
a veces hasta podía adentrarse en otras realidades. Una en donde él no estaba
solo, una en donde tenía una mama y un papa que lo amaban.
Se
imaginó entonces estar delante de una chimenea, mirando la tele con sus
hermanos mientras su mama cocinaba algo en la cocina. Su padre llegó del
trabajo, trayéndoles regalos mientras ellos se peleaban por ser el primero en
abrazarlo. Luego su madre los llamo a la mesa, la cual estaba llena de rica
comida fresca y caliente. Jaejoong se sentó en el puesto al lado de su madre
para conseguir que ella lo alimentara. Le encantaba cuando ella lo hacía. El
ladrido de la mascota le desvió la atención, y entonces él se bajo de la mesa y
jugo un poco con él. A continuación, la
hora de dormir llego.
—Ten dulces sueños, mi
amor. —Su madre le
susurró, arropándolo en la misma cama con sus demás hermanos mientras los
besaba y acariciaba con adoración.
Jaejoong
se despertó de repente. Eso solo había estado en su mente.
—Omma…
—El pequeño comenzó a llorar cuando se dio cuenta que su ilusión jamás se haría
realidad. Que él no tenía una madre que velara por él ni mucho menos una
familia a quien amar. Él había sido
abandonado, así sin más, como quien bota lejos un objeto cuando no le sirve.
Jaejoong no podía entender como su madre había sido capaz de dejarlo así,
siendo que él la necesitaba mucho.
Siendo
que él aun la amaba mucho… a pesar de todo.
—Joongie.
De
la nada, el Jefe se ubico de pie junto a él, ya sobrio. —Ten, toma.
—Inclinándose a su altura, le alcanzó tres hoddeok y un vaso de leche. —Come y
duérmete. Es tarde.
El
pequeño recibió la comida caliente y sonrió al sentir el tacto de la mano de
Jisung contra la suya. —Gracias Ap…
—Jefe,
dime Jefe. —Jisung corrigió.
—Jefe.
Sin
decir nada mas, el Jefe se marchó por la puerta y Jaejoong empezó a comer el
pastelillo, sintiéndose ahora un poco más tranquilo. Un poco menos triste. Él
no estaba tan solo después de todo. Jisung, la única persona en el mundo que le
había mostrado compasión, estaba a su lado y aunque el hombre no se podía
comparar con una verdadera familia, al menos Jaejoong tenía la compañía de
alguien.
Al
menos tenía el cariño de alguien.
Seojin
acomodó a Yunho en su cama y luego se recostó a su lado, arropándolos a ambos
con las cobijas. Hoy era una noche inusualmente fría, no quería que agarraran
un resfriado. Ajustó el despertador del reloj para que la despertara por la
mañana y luego se recostó de lado, cerrando sus ojos.
No
pudo conciliar el sueño de una, porque sintió los dedos de Yunho sobre su cara,
los cuales le estaban pinchando las mejillas. —¿Qué… Pasa Yunho? —Preguntó
somnolienta.
—¿Tu
me quieres, Omma?
La
mujer irguió su torso, levantando la camisa del pequeño para presionar
juguetonamente sus labios en su vientre. Yunho se doblo de risa.
—Claro
que te quiero… te amo, eres lo más importante de mi vida. —Dijo ella después de haber estado
jugando a las cosquillas con su hijo.
Yunho
sonrío. —Yo también te amo. —dijo y le dio un beso en la nariz. —Le pido a Dios
que siempre podamos estar juntos.
—Siempre
lo estaremos, no te preocupes. Nunca me iré de tu lado. —Abrazándolo, Seojin
acobijo a Yunho entre sus brazos y volvió a cerrar sus ojos. Sintió como el
pequeño al fin se rendía ante el sueño y ella lo siguió, recitando en sus
labios:
“Siempre
estaremos juntos.
Siempre”
..
Nota: ¡Cha, chan! por fin se sabe el misterio de este Fic. Creo que solo dos personas lo dijeron en los comentarios y eso que he estado lanzando pistas incluso desde los primeros capítulos. Ya era muy obvio.
Espero que las haya emocionado y también entristecido en este capitulo, esta ultima parte en especial fue triste. Ya veremos como continua todo esto.
Los problemas aun no acaban.
Dejen sus comentarios.