domingo, 3 de septiembre de 2017

Niños de Ciudad: Capitulo X

Levantándose de la cama, Yunho bajó hasta la rudimentaria cocina que su pandilla había armado y se sirvió un vaso de agua. Tal vez solo había dormido mal o tenido una pesadilla, y eso era la causa de porque esa terrible sensación en su corazón. Aflojando sus músculos, Yunho meditó que quizá sería bueno dormir un poco más para controlar sus ansias pero en el momento en que se dispuso a subir por las escaleras, la puerta del edificio se abrió.

―¿Qué…?

La persona que había entrado era Jaejoong, y en sus manos estaba el perrito Yunjae envuelto en una capa de sangre.

..


Capitulo X: Jaejoong se rindió en los brazos del Jefe, como si aceptara que no tenía escapatoria, que no tenía a donde ir. Que aunque luchara y luchara por huir de su lado, siempre terminaría regresando bajo el dominio del Jefe. 




Apenas salieron los primeros rayos del día, el Jefe levantó de un grito a los muchachos de la pandilla y les ordenó enfilarse uno a uno de pie en la sala de la casa. Somnoliento, Jaejoong se restregó los parpados con su puño, ya imaginándose a que se debía tal arrebato del Jefe. Debía estar furibundo por la pequeña maldad que le habían hecho Yunho y él en su habitación el día anterior.

Oh, esto sería muy interesante.

Ocultando su sonrisa, Jaejoong se acomodo al lado de sus compañeros y levanto su rostro para ver al hombre.

Este estaba hecho furia. ―¿Quién fue? ―Fue lo primero que preguntó.

Los chicos se miraron entre sí. ―¿Quién fue de qué? ―Preguntó Heechul, uno de los de mayor edad.

―Él que lo hizo. Si tuvo los suficientes huevos para hacerlo, los tendrá para confesarlo.

Los chicos no sabían a qué se quería referir el Jefe ¿De qué carajos estaba hablando? ―Señor no tenemos idea que…

―¡¡¡El maldito que ayer se atrevió a poner un pie dentro de mi habitación y dañar todas mis cosas!!! ¡¡¡De eso estoy hablando!!! ―El Jefe de repente explotó, dejando a los chicos con la lengua dentro de la boca. ―¡Arruino mi televisor, utilizo mi cama y dejo hecho un desastre mi cuarto!

Jaejoong no pudo evitar sonreír al ver aquella reacción; eso era justamente lo que quería provocar. Quería verlo furioso, herido y derrotado. Si hablaba con la verdad, él no tenía ni una pizca de miedo de que lo pudieran descubrir; si el Jefe los había reunido a todos, debía ser porque no tenía la más mínima idea de quien había sido.

Y obvio él no se iba a echar la soga al cuello. ―Jefe estoy seguro que ninguno de nosotros fue, quizá alguien extraño entro a la casa cuando todos estábamos afuera. ―Jaejoong comentó tranquilo, sin sentir remordimiento por sus acciones.  

Por el comentario, el Jefe caminó hacia él y le levantó el mentón con su dedo. ―¿Y quién crees que podría haber sido? ¿Alguien de la otra pandilla?

―No tengo idea.

Sin decir nada, el Jefe se volvió a alejar y se detuvo justo en la mitad de la sala. ―No, no fue alguien de afuera. Estoy seguro que fue alguien de nosotros y solo lo diré una vez más. No pienso gastar mi tiempo en repetirlo: ¿Quién fue el desgraciado que entro a mi cuarto ayer? Que el maldito confiese y asuma las consecuencias de sus actos.   

Todos se quedaron en silencio.

―Bien, si es así… ―Al ver que nadie quiso atribuirse el hecho, el Jefe fue hasta uno de los cuartos adyacentes y saco de una caja al perrito Yunjae, el cual lo había escondido ahí en caso de que sus interrogatorios no funcionaran. Lo sujeto del pescuezo y el perro empezó a chillar por la presión. Jaejoong de inmediato se inquieto. ¿El Jefe sería capaz…?

―Si no quieren ver como les saco los sesos a este chandoso, mas les vale que confiese. ―Amenazó.

Junsu tomo la mano de Jaejoong, este se quedo tieso. No sabía si el Jefe sería capaz de matar a su mascota frente a ellos, por lo que se sentía indeciso si confesar o no. Tal vez solo los estaba asustando, si, quizá solo era eso.  

Al ver de nuevo que ninguno se atrevió a tomar la palabra, el Jefe arrojó a Yunjae al piso y le dio un puntapié tan fuerte que lo hizo volar unos metros y estrellarse contra uno de los muebles. Los chicos se estremecieron por el sonido, Jaejoong tensiono su cuerpo. Indefenso, el perro quedo tendido sobre el piso, incapaz de volver a levantarse.

El Jefe entonces caminó hasta él y cuando alzó su pie con intención de aplastarle el cráneo, Jaejoong no lo pudo soportar más y en seguida se desplomo en el suelo, juntando sus dos manos en símbolo de derrota. ―¡Espere! ¡Yo fui, yo fui! ¡No le haga nada mas, yo fui!

Por la confesión, todos los chicos compartieron una exclamación de asombro.

Junsu y Yoochun se miraron consternados.

El Jefe soltó una carcajada. ―Lo sé, se que fuiste tú Joongie. ―Declaró.

Jaejoong abrió la boca de asombro. “¿Cómo lo supo?”

―Podre ser lo suficientemente generoso de dejarles quedar en mi casa, pero yo sé muy bien que en ratas como ustedes no se puede confiar. Tengo una cámara de seguridad instalada en mi habitación, precisamente para casos como estos en los que se atreven a aprovecharse de mi confianza.

“¿Una cámara de seguridad?” Jaejoong entro en pánico. Si el Jefe tenía una cámara de seguridad, eso significaba que…

―Ahora hay algo que quiero que me digas Jaejoong. Hay muchas cosas que en realidad no comprendo y quiero que tú me las aclares. ―El Jefe se detuvo para tomar aire, ordenando sus pensamientos. ―¿Fue Yunho el que te impulso a rebelarte así contra mí? ¿No te dije que no te quería volver a ver con ese crio?

Jaejoong no contesto. Estaba tan asustado y avergonzando que las palabras no salían de su boca.

―¿Por qué no me respondes? ¿Tienes miedo?, que curioso porque estoy seguro que ayer no te falto valentía para entrar a destrozar mi cuarto y además fornicar con ese escuincle sobre mi cama.

Ante eso Junsu volteo a ver a su hyung, altamente impresionado por las palabras del Jefe. ¿Qué carajos había hecho Jaejoong con Yunho ayer en la habitación del Jefe? ¿Fornicar? ¿Jaejoong había sido capaz de hacer eso?

―Jefe, yo…

―¡¡¡No puedo creer que después de todo lo que yo hecho por ti, me pagues así!!!

―¡¡¡Usted no ha hecho nada por mí, solo me utiliza para no tener que moverse de su cama y así poder despilfarrar todo el dinero que le traemos!!! ―Jaejoong reventó. Tal vez no era la reacción más sensata en ese momento, pero no podía evitarlo. Estaba harto, harto de tener que aguantar los chantajes emocionales de su Jefe.

El Jefe se quedo callado cuando todos los chicos comenzaron a cotillear entre sí por el comentario. Esa era una verdad que aunque todos la pensaban, nadie nunca se había atrevido a decir en voz alta, y por supuesto al Jefe no le convenía para nada que esa inconformidad colectiva empezara a tomar voz. Era claro que si quería mantener su status, él no podía permitir una revuelta, no podía permitir perder el control sobre sus chicos.

Tendría que contener al agitador de Jaejoong si no quería que los demás también se le revelaran. ―Tú y yo teníamos un trato Jaejoong. Conoces bien las reglas y las has roto todas. ¿Sabes cuál es el castigo verdad?

Jaejoong alzo una ceja. —¿Me va a echar de la casa?

—¿Para que vayas donde ese Yunho? No, no hare eso. Si creíste que podrías burlarte de mi Joongie, estas muy equivocado. Esta vez aprenderás a obedecerme de otra forma. ―Devolviéndose al perrito que estaba en el piso, el Jefe estuvo dispuesto a mostrar de lo que era capaz. Tal vez si hubiera sido otro chico quien lo hubiera traicionado, al Jefe no le importaría tanto, pero siendo Jaejoong, él sabía que no debía dejar pasarlo sin un escarmiento.

El escarmiento más doloroso.

―La anterior vez me reclamaste por mi crueldad, ahora vas a aprender que tan cruel puedo ser. ―Cogiendo una vara que estaba al lado de la chimenea, el Jefe fue hasta Yunjae y la dirigió hacia su lomo. ―Esto es por romper nuestro pacto y por meterte con alguien de la otra pandilla. ―Con fuerza el Jefe levanto la vara y apaleó al animal con un sadismo propio de un demente. El perrito soltó alaridos al sentir el dolor de los golpes y Jaejoong de inmediato corrió en su auxilio. No pudo llegar a él, antes de lograrlo el Jefe lo golpeo tan fuerte que lo boto de un manotazo al piso. Junsu y Yoochun también quisieron intervenir, pero corrieron con la misma suerte de su hyung.

Los demás se quedaron inmovilizados, decidiendo que era mejor no meterse.

El hombre era muy fuerte, era imposible que pudieran contra su fuerza.  

El Jefe aporreó a Yunjae unas cuantas veces más y luego lo pateo, disfrutando ver al animal herido, sangrando y cojeando, luchar por alejarse de su horrible verdugo.

―¡¡¡¡No más!!! ¡¡¡No más déjelo!!!! ¡¡¡¡Por favor!!!

Jaejoong gritó con todas sus fuerzas. Sus lágrimas no cesaban, esto lo estaba matando.  Si hubiera sabido que Yunjae sería el que pagaría por sus acciones, jamás se habría atrevido a burlar la autoridad de su Jefe. Preferiría que lo estuvieran golpeando a él, antes que a su perrito.

―¡¡¡Por favor, déjelo, por favor!!!

―¿Qué dices Jaejoong? ―El Jefe se rió. ―¿Quieres que me detenga?

Jaejoong asintió entre lágrimas. Estaba tan conmocionado que no podía articular bien. No podía ni siquiera moverse del rincón en donde se había arrinconado él mismo.

―¿Y acaso pensaste que iba a dejar pasar tu ofensa como si nada? ¿Qué iba a dejar pasar que Yunho y tu se hubieran burlado de mi en mi cara? Si pensaste así, realmente no eres más que un chiquillo estúpido. Jaejoong-ah aunque seas un huérfano sin hogar, jamás has tenido que ver la terrible inmundicia que es el ser humano. Tú nunca has sufrido. Tú dices que yo he sido cruel contigo, pero no conoces lo cruel que puede llegar a ser la gente.

Jaejoong lloro aun más fuerte por eso. ¿Nunca había sufrido? ¿El no tener familia, el tener que trabajar día a día para no quedarse durmiendo en la calle, el aguantar días de hambre, no era sufrir? ¿Qué era entonces para el Jefe sufrir? ¿Acaso el Jefe habría sufrido como él en su infancia para cobrárselas así?

―Solo déjelo en paz… ―Jaejoong rogó luego de unos segundos. Se sentía vencido, se sentía derrumbado, no tenía ni fuerzas para pelear.

Para él ya no tenía nada con que luchar. 

Sin embargo el Jefe no estaba dispuesto a vengarse a medias. Si iba a reprenderlo, tendría que llegar hasta el final. ―No, Joongie, te equivocaste conmigo. Te equivocaste al querer jugar conmigo.

El Jefe levantó al ya moribundo Yunjae del suelo y con sus manos le volteo la cabeza tan fuerte que lo desnuco de un solo movimiento. El perrito solo alcanzo a chillar una vez más antes de que sus ojos quedaran medio cerrados y su lengua saliera de su hocico.

Eso era todo, el Jefe lo había matado.

―¡No, no, no, no, no!

Sin poder aceptar lo que había acabado de suceder, Jaejoong gateó hasta Yunjae, el cual estaba bañado en sangre producto de los golpazos. Jaejoong acobijo al perrito en sus brazos con la esperanza de que abriera los ojos y le confirmara que no todo estaba perdido.

Pero no la había, la paliza había sido tan fuerte que era imposible que hubiera sobrevivido. Su perrito, el ser que le acompaño tantas noches, al que cuido y alimento como si fuera un hijo ya no estaba ahí para él. Después de todo, él no podía tener una familia.

―¡¡¡Monstruo!!!

Con Yunjae en brazos, Jaejoong salió corriendo de la residencia en busca de Yunho, mientras que Junsu y Yoochun se quedaron petrificados con los demás chicos. Un estado de shock los envolvió a todos. En todos sus años de vivir con el Jefe, jamás habían visto que él se ensañara tanto con alguno de ellos. Normalmente si alguien le desobedecía, él solo los corria de la casa. Jamás había hecho algo como lo que había acabado de hacer.

Esto les había enseñado que quizá no era tan buena idea enfrentarse contra su poder.

―¡¿Qué siguen haciendo aquí?! ¡Se acabo el espectáculo! ¡A trabajar!

El Jefe los despachó de la casa y acto seguido subió a una de las habitaciones, esperando el momento en que ambos, Yunho y Jaejoong, vinieran a ajustar cuentas.





..





―¿Qué sucedió? ―Yunho no tardo en preguntar al ver la inquietante escena de Jaejoong llorando, con un morado en la mejilla y sosteniendo al perrito ensangrentado.

―El Jefe… se entero de lo de ayer… lo de nosotros. ―Jaejoong gimoteó mientras le entregaba el perrito muerto a Yunho. ―Trate de detenerlo, pero no pude. Fui muy débil…y muy cobarde. Lo siento mucho. ―Tapando su cara con sus manos, Jaejoong volvió a llorar y se acurrucó en el piso.

Yunho no lo podía creer. ¿Ese hombre había sido capaz de meterse con un pobre animal? ¿Frente a Jaejoong? ¡Era un desgraciado! ¡Un maldito desalmado! No, esto no lo iba a dejar pasar. No importaba quien fuere ese malnacido, él iba a aprender.

Él iba a hacerlo aprender.

Dejando el cuerpo de Yunjae en el piso, Yunho caminó hasta la cocina y saco un cuchillo de uno de los cajones, guardándoselo debajo de su pantalón. Jaejoong se dio cuenta al instante de eso y trato de detener a Yunho. ―¿Qué haces? ―Le preguntó alarmado. La imagen de Yunho con un cuchillo no le agradaba en lo más mínimo. Yunho era noble, inocente… él no tenía porque reaccionar con violencia a situaciones como esta. No lo dejaría.

Mas sin embargo Yunho estaba dispuesto a luchar. ―Vamos. ―Jalando a Jaejoong de una manera no muy delicada, Yunho salió junto a él del edificio y se dirigió a la casa del Jefe.

Entraron por la puerta principal, buscando en todas las habitaciones y cuando Yunho creyó que el Jefe no estaba en casa, se encontró al hombre sentado en el alfeizar de una ventana de uno de los cuartos, fumándose con serenidad un cigarro.

A Yunho le provoco más rabia. ―¡¿Cómo se atrevió?! ―Le reclamó al caminar hacia él. Jaejoong lo siguió detrás, no dejando de sentir incertidumbre de que aquel encuentro no dejaría nada bueno.

Al verlo, el Jefe formó una sonrisa en su rostro y lanzo el cigarro por la ventana. Luego se puso de pie. ―Que predecibles muchachos, justo los estaba esperando.

―No juegue con nosotros. Usted sabe lo que hizo. ―Yunho le contestó, hablando con una dureza que nunca empleaba.  

―Obvio que si, y no creo que estén aquí solo por el chandoso de su perro.

―Venimos porque estamos hartos de usted. Quizá Jaejoong no lo diga, pero yo sí. Usted no es más que un sinvergüenza y aprovechado que se escuda de las necesidades de los niños para hacer dinero, y cuando no los puede someter, se venga de ellos de la forma más sanguinaria. Como lo hizo con Yunjae.

―¿Y crees que eso en verdad es así? ¿Crees yo solo los utilizo y los dejo a su suerte? Si crees que es así, no sabes nada sobre mí niñato. Estos niños no tienen a dónde ir, están solos en este mundo; el gobierno no quiere hacerse cargo de ellos, la gente los expulsa de la sociedad. ¿A dónde podrían ir si no es a mí? Yo soy de las únicas personas que les ha dado una oportunidad, ellos no tienen derecho a quejarse de mí.

―¡Basta! ―Jaejoong interrumpió al escuchar ese montón de basura. ―Basta con sus manipulaciones, no nos haga creer que tenemos opciones ni mucho menos libertad. ¡No se comporte como nuestro gran salvador porque no lo es!

―¡Claro que lo soy! Sin mí, estarías muriéndote en la calle. No veo porque esta discusión, no soy un santo tampoco ¿Creen que dejaría quedar a un montón de huérfanos en mi casa sin obtener nada a cambio? Si creen que es así, no saben nada de cómo funciona este mundo. La gente siempre ayuda, pero para su propio beneficio. Nadie obtiene nada gratis. 

―¡Ese no es el punto, el punto es que usted se aprovecha de ellos! ―Yunho arremetió y extendió los brazos. ―¿Ve esto? Esta vacía. Si usted fuera justo, repartiría el dinero para todos, pero no es así. Los chicos se tienen que conformar con tan solo unas cuantas cosas y una pequeña porción de comida al día, mientras que usted vive la buena vida con sus joyas, su televisor y sus comodidades en su habitación.

―Habitación que ayer ambos destrozaron debo recordarte. ―El Jefe guardo silencio por unos segundos y luego se sentó de nuevo en el alfeizar, subiendo también los pies. ―Dime Yunho, o mejor díganme los dos, ¿Desde cuándo están juntos? Porque por lo que vi ayer ustedes no son simplemente amigos. No creo que como amigos se besen y se revuelquen de aquella forma como lo hicieron ayer en mi cama ¿O sí?

Yunho miró a Jaejoong por esas palabras. ¿Acaso los había visto? ―Lo que yo tenga con Jaejoong no es de su incumbencia.

―Claro que es de mi incumbencia, no ves que fui yo él que los uní.

Yunho arrugó el entrecejo. Jaejoong se sacudió nervioso. Sus manos comenzaron a sudar. ―Por favor, Jefe, no... ―Rogó como última medida, no podía permitir que el Jefe revelara lo de sus anteriores planes con Yunho.  

―¿Qué pasa Joongie? ¿Él no lo sabe?  ―El Jefe rió. ―¿Él no sabe que te acercaste a él solo porque yo te lo pedí?

―¿Qué? ―Yunho volteo a mirar a Jaejoong. ―¿De qué está hablando?

Jaejoong tembló de miedo. Aunque ya no fuera cierto, el que Yunho se enterara del porque se había acercado a él le provocaba pavor. No quería que pensara que era un hipócrita y lo odiara. Eso sería lo peor que podría suceder. ―Por favor Jefe, no diga nada. Si aún le queda aprecio por mí, quédese en silencio.

El Jefe soltó una carcajada ante la suplica. Esto era divertido. ―Después de todo lo que me has hecho Joongie, no creo que te merezcas ni un poco de mi compasión.

―¿A qué se refiere Jaejoong? ¿Qué es todo esto? ―Yunho indagó asustado. Esa terrible angustia con respecto a ese sujeto volvió a aparecer en su pecho. ―¿Qué es lo que me oculta?

―Resulta que tu querido Jaejoong se ha estado relacionando contigo todo este tiempo porque yo se lo ordene. Siempre supimos tus ridículos sentimientos por él, por lo que decidimos aventajarnos de eso para poder saber sobre tu pandilla.

Yunho se quedo mudo ante esa revelación. ¿Cómo se suponía que iba a reaccionar a eso?

―Joongie me pidió incluso que ya no le ordenara verte porque le causaba fastidio estar contigo. ¿No es así, Joongie?

―Yunho, no le creas, por favor. No es así como él dice. ―Jaejoong se le acerco y le imploro con lágrimas casi saliendo de sus ojos. Esto no podía estar pasando. No a él.

―Por favor Joongie, nada de lo que digo aquí es mentira. ¿Me vas a negar que no fue así? Porque hay mas testigos, como Junsu y Yoochun, por ejemplo.

―¿Jaejoong-ah, eso es cierto? ―Yunho le preguntó a Jaejoong en cuanto no pudo soportar la duda. Tenía que saber, tenía que saber si sus sospechas de antes eran ciertas. Él había presentido algo turbio con respecto a su relación con Jaejoong, con el tiempo, aquellas dudas habían sido despejadas, pero ahora todas volvían a él y no podría descansar sin saber si había estado o no equivocado.  

Al ver la cara anhelante de Yunho por saber la verdad, Jaejoong supo que debía sincerarse con él. No debía decirle más mentiras, si realmente lo amaba, él debía decirle lo que había sucedido. No debía seguir siendo tan cruel. ―Lo es Yunho. ―Confesó, sintiendo como se rompía por dentro. ―En el principio me acerque a ti porque sabía que yo te gustaba y podía ser fácil para nosotros conseguir información con respecto a tu pandilla. Al principio solo me hice amigo de ti por interés pero luego…

Yunho trastabillo unos pasos ante esa confesión. Su mundo, sus planes, todo se derrumbaba lentamente con cada palabra de Jaejoong. ¿Entonces el “te amo” que le había dicho no era verdad? ¿Sus besos no eran honestos? Como pudo ser tan idiota, como pudo enamorarse así de un embustero de la calle. Sabía que en el mundo en el que ellos vivían debía ser precavido, debía andar un paso al frente de los demás, pero cometió el error de ser ingenuo. Cometió el pecado de enamorarse. De ser crédulo.

Definitivamente su nobleza a veces podía ser un arma de doble filo.

―¿Cómo pudiste? ―Preguntó con el corazón herido. Un par de lágrimas salieron de sus ojos.

―Y espera, hay mas, ―Totalmente entretenido con la situación, el Jefe se levantó de la cornisa y caminó hacia Jaejoong, pasando uno de sus brazos por sobre los hombros del muchacho. ―Este chiquito, carita de ángel que ves aquí, no ha sido nada más que mi putita todo este tiempo.

“¿Qué?” Tanto Yunho como Jaejoong abrieron los ojos. ¿Qué estaba diciendo?

―Si, como lo oyes. Jaejoong siempre al que ha querido es a mí. Me lo confeso toda una noche, me beso y hasta se me ofreció para tener sexo…

―¡Eso no es cierto! ―Jaejoong refutó a la par que se alejaba del abrazo del mayor. ―¡Yo nunca tuve sexo con usted!

―Dijiste que nunca lo habías hecho. ¡Dijiste que yo era tu primera vez! ―Exclamó Yunho.

―Y es cierto, él solo está inventando cosas.

―¿Y cómo creerte luego de que me has mentido?

Jaejoong se quedo callado. Aunque ahora le estuviera hablando con la verdad, Yunho tenía razones para desconfiar si había sido engañado una vez.

―Por favor, Joongie. ―El Jefe continúo. ―¿Vas a negar aquella noche que llegue borracho y tú mismo te me ofreciste en bandeja de plata? No puedes decir que no me hayas besado.

Jaejoong miró con odio al sujeto por ponerlo en esa situación. Era un maldito, un maldito que se creía dueño de su vida y ahora la estaba arruinando. ―No lo voy a negar, yo si hice eso, yo si estaba enamorado de usted… pero nosotros nunca nos acostamos.

No pudiendo aguantar más, Yunho se giro para marcharse pero el Jefe se le interpuso en el camino, no dejando que su fuente de entretención se fuera tan rápido. A decir verdad, herir a estos dos muchachitos estaba siendo tan divertido que ya poco le importaba la traición de Jaejoong y el que le hubieran malogrado sus cosas.

Sus rostros atormentados recompensaban cualquier daño que le hubieran hecho.

―¿A dónde crees que vas? ―El Jefe le interrogó.

―Déjeme ir. ―Yunho exigió con el orgullo herido y la furia a punto de desbordarse. Si no salía de ahí, probablemente sería como un volcán que erupcionaria.

―¿No quieres seguir escuchando? Tengo mucho más que contar.

―¡Le digo que me deje ir!

Jaejoong vio que esto se iba a descontrolar. ―Jefe, no más. Ya no siga con esto, por favor. ―Imploró mientras jalaba de la camiseta del hombre intentando así alejarlo de Yunho. Presentía que si lo permitía ir más cerca, tal vez Yunho estallaría. 

Más sin embargo el Jefe siguió insistiendo. ―Yo sabía que Joongie te iba a visitar todas las noches cuando terminaba su jornada en las calles, y cuando regresaba a mi casa; entraba a mi cama, me bajaba los pantalones y con su boca…

―¡Ya no más!

El hombre se doblo de risa. ―Yo le devolvía el favor, claro está. Y cuando él se me encaramaba, yo lo ponía en cuatro, le lamia su entrada y de un solo golpe…

―¡Cállese! ―Jaejoong gritó horrorizado. ¿De dónde había sacado su Jefe tal historia rocambolesca? Hasta le daba repugnancia imaginárselo. ¿Por qué era tan canalla de inventarse semejante calamidad?

―Eh Joongie, no te comportes como si no te hubiera gustado, tú más que nadie sabes que disfrutabas cuando te rompía en dos…

El pobre de Yunho se tapo los oídos en un intento inútil de callar la voz del Jefe. Esto lo estaba lastimando más de lo que toleraba; no podía creer como todos esos actos que a sus ojos lucían como hermosas muestras de amor, ahora solo se reducían a actos de vulgaridad. Su Jaejoong no solo le había mentido, también se había atrevido a rebajarse con tal hombre de la forma más puerca. ¿Sería todo eso que el Jefe escupía a los cuatro vientos… cierto? ¿No sería otro engaño en esta red de mentiras?

―No creas que tú eras el único que te lo gozabas cada noche Yunho. Tú te lo follas bueno, pero yo lo hago mejor…

―¡¡¡Dije que se callara Maldito!!!

Lleno de rabia, furia e indignación, Yunho saco el cuchillo que tenía escondido debajo de su camisa y lo dirigió hacia el rostro del Jefe, formándole una cicatriz no muy profunda desde la frente, pasando por su ojo izquierdo y terminando en su pómulo.  

Jaejoong abrió la boca por la impresión.

Yunho soltó el cuchillo.

El Jefe retrocedió y se tapo la cara con ambas manos. —¡¿Qué has hecho imbécil!? ¡¿Qué has hecho?! —Gritó adolorido.

Yunho quedo aterrado al ver como la sangre bajaba por el rostro del Jefe y al escuchar los aullidos de dolor que soltaba con desesperación. Aunque el mundo de las calles fuera violento, él nunca había apostado por la agresión, en lugar de eso, siempre había tratado de solucionar las cosas por medios pacíficos.  Realmente ahora no se reconocía. No podía creer lo que había sido capaz de hacer. Él nunca había sentido la necesidad de lastimar físicamente a una persona… quizás el Jefe había ido lo suficientemente lejos para desatar aquellos deseos oscuros.

Viéndolo retorcerse por el navajazo, Yunho decidió que era mejor irse antes de que las cosas empeoraran, sin embargo la mano de Jaejoong lo retuvo de irse. ―Espera, Yunho.

―¡No me toques! ―Yunho reaccionó alterado provocando que Jaejoong lo soltara con rapidez. ―¡Nunca más me vuelvas a tocar!

―Lo siento… no te quería herir, enserio.

―Ya es tarde para arrepentimientos, me largare de todo esto.

―¿A dónde iras?

―A Gwanju, el tren saldrá al mediodía. ―Quizá su decisión era muy precipitada, pero él ya no soportaba estar un día mas en ese lugar. Él debía irse de Gongju.

Jaejoong se estremeció al presentir que lo perdería para siempre. ―Pero Yunho, debes entender que yo…

―¡Basta Jaejoong! ¡No te quiero escuchar, no te quiero ver, no te quiero oír! ¡Lo peor que me pudo haber pasado fue haberte conocido! ―Yunho espetó y Jaejoong sintió como su corazón se rompía en mil pesados. La sensación fue parecida a cuando su Jefe lo rechazó, pero ahora mil veces peor. ―Por favor no me sigas, no me impidas que me vaya. Déjame en paz.

Diciendo esto, Yunho salió de la habitación, dejando a un desconsolado Jaejoong quien solo se quedo de pie mientras su vida se le escapaba.

―¡¡¡Yunho!!!

El eco de su grito quedo impregnado en las paredes al Yunho correr por la casa y salir por la puerta principal. Mas rápido de lo que sus piernas podían, Yunho llego a su edificio y se encontró con el pequeño Changmin, quien confundido examinaba el cuerpo de Yunjae que aun estaba tendido sobre el suelo del primer piso.

―¿Hyung? ―Changmin pidió una explicación.

Yunho lo tomo del brazo. ―Alístate, debemos irnos. Si nos apuramos alcanzaremos a subirnos en los vagones del tren que parte al mediodía. ―Yunho arrastró al menor hasta la habitación y cuando estuvieron ahí, saco de sus pertenencias una vieja maleta usada, en la cual metió ropa y demás cosas como fuera que cupieran. Las lagrimas volvieron a él cuando recordó lo de hace unos minutos, pero él las limpio con velocidad, no permitiendo que su tristeza entorpeciera su huida.

―¿Nos vamos a Gwanju? ―Changmin preguntó a su lado completamente confundido. Esto era muy inesperado.

Yunho asintió.

―¿Y Jaejoong?

―Él no… vendrá con nosotros. ―Dijo con dificultad.

―¿Por qué?

Sin recibir explicación alguna, Changmin vio como su hyung terminaba de empacar sus pertenencias y después rompía una alcancía para tomar sus ahorros. Luego sintió ser sujeto por la muñeca para ser guiado de nuevo hasta la salida del edificio.

Al bajar las escaleras, Yunho se detuvo frente al cuerpo inerte de Yunjae. Aunque Jaejoong hubiera sido un miserable, su mascota no merecía ser tratado como una basura, y el cariño que tenia por el perrito no se borraba por lo que hubiera hecho Jaejoong, por lo tanto, saco una camisa de su maleta, lo envolvió muy bien en esta y lo metió a la valija.

Volviendo a retomar curso, Yunho corrió con Changmin hasta las inmediaciones de la ciudad (que quedaban cerca porque el vecindario quedaba en los limites), y se metieron entre la vegetación de la zona rural para poder llegar hasta el tren estacionado que partiría en pocos minutos. Con agilidad, Yunho logro abrir uno de los vagones de carga, y subió, primero a Changmin, luego a la valija y por último se subió él.

En cuanto lo hizo el tren inicio muy lentamente su partida.  

Ahora más calmado, Yunho levanto su vista, preparándose para despedirse de Gongju. Esa ciudad que le había mostrado la candidez del amor y que al mismo tiempo le había enseñado lo perverso que podía ser. Una sensación de zozobra se le instalo en el corazón. Sin duda no extrañaría para nada esa ciudad.

Luego se llevo una mano al cuello, notando que algo le faltaba. La cadena… la cadena de su madre se la había quedado Jaejoong. Aquella foto misteriosa tampoco la tenía él. Jaejoong se había quedado con ambas cosas.

―¡¡Yunho, no!!

Yunho no tuvo mucho tiempo de pensar en eso porque una voz familiar se escuchó a la lejanía. Saco su cabeza por el vagón, viendo a Jaejoong correr en dirección al tren sobre los rieles del final de la vía.

―¡¡¡Espera, Yunho, no me dejes!!! ¡¡¡Vuelve!!!

Jaejoong trataba de alcanzar al tren pero este aceleraba cada vez y cada vez más. Extendió entonces su brazo, queriendo atraparlo pese a que era imposible.

Ya estaba demasiado lejos de su alcance.

―¡¡Yunho por favor, regresa, regresa!!!

Jaejoong clamaba con voz ahogada. Sus pies no dejaban de correr. Su rostro marcado por la angustia de perderlo.

Al verlo así, Yunho tuvo el impulso de bajar del tren e ir a sus brazos, pero ya era demasiado tarde. El tren ya se estaba alejando, era imposible que lo frenara. Además su orgullo tampoco se lo permitiría. Jaejoong lo había engañado, le había mentido, le había humillado ¿Por qué se merecería su perdón? Tendría que ser muy estúpido si lo dejaba volver a su vida.

Jaejoong dejo de correr cuando se dio cuenta que era caso perdido, y en ese mismo instante, el Jefe apareció a sus espaldas, aun chorreando sangre y con una mano sobre su ojo. Al parecer retener a Jaejoong había sido más importante que la gravedad de sus heridas.

Agarrándolo desde detrás la cintura para no dejarlo escapar, Yunho vio como Jaejoong se rindió en los brazos del Jefe, como si aceptara que no tenía escapatoria, que no tenía a donde ir.

Que aunque luchara y luchara por huir de su lado, siempre terminaría regresando bajo el dominio del Jefe.  

Viendo la imagen de Jaejoong y su Jefe haciéndose cada vez más pequeña debido a la lejanía, Yunho se quedo con eso en su retina, imprimiéndolo para siempre en su memoria, presintiendo que quizá esta sería la última vez en mucho tiempo que vería a Jaejoong.





Fin de la primera parte



..

Nota: Ok hasta aquí llega la primera parte de este fic. Mi advertencia sobre escenas fuertes la puse realmente por la parte del perrito Yunjae. aunque en la segunda parte  también habrá una que otra escena fuerte. 

Es triste y desolador este "final" pero bueno ya veremos que pasa en los otros capítulos. Aun queda mucho por descubrir.

No tengo ni idea cuando pueda subir el otro capitulo porque tengo muy poco escrito, así que pido que me esperen.

Nos vemos en la siguiente.