Por sus palabras,
Yunho solo pudo respirar profundo. La explicación, en vez de aclararle dudas,
solo lo dejó mucho más confundido. Los posibles motivos por los cuales Jaejoong
estaría interesado en contactar a un jefe de la mafia eran difusos. Yunho no pudo
evitar que su lado protector saliera a relucir en ese momento. Para ser
honesto, le preocupaba, le preocupaba pensar que Jaejoong estuviera buscando a
aquel sujeto. Le provocaba temor, y aunque él sabía y se repetía segundo a
segundo, que lo que le pasara a Jaejoong no era asunto suyo, él no podía evitar
sentirse consternado.
Así que debía
continuar con su averiguación, para estar seguro porque Jaejoong buscaba con
tanta fijación a Lee Sooman.
—General,
deme por favor la dirección de esa casa, creo que es importante que la tengamos
presente.
..
Capítulo IV: “Así
que tú y Yunho…” El Jefe lo observó con fijación. “Que linda familia feliz”
Jaejoong
jadeó al doblar sus brazos para subir sobre la barra y luego dejarse caer de
nuevo. Lo intentó hacer otra vez, pero sus manos se resbalaron e hicieron que
cayera sentado en el pasto. Era la decima vez que le pasaba, era obvio que no
lo iba a lograr, así que el General soltó un suspiro y decidió dejarlo
descansar.
—10
minutos.
Le
dijo y luego se marchó hacia el interior de la casa.
Cansado,
Jaejoong se recostó sobre el pasto, a sabiendas que Yunho estaría de pie,
vigilándolo, tal como lo había estado haciendo la última semana en sus
entrenamientos con el General.
Jaejoong
enderezó su torso para hablarle. Su presencia le fastidiaba. —¿Qué acaso no descansas?
Yunho
lo miró serio. —No lo necesito.
—Pero
yo si quiero hacerlo, así que déjame en paz.
Mas
sin obedecerlo, Yunho se quedó allí, observándolo, pensando en la conversación
que había tenido tanto con la señora Choi como con el General. Los últimos
días, su mente solo había estado ocupada en Lee Sooman y en la posible relación
que este tendría con Jaejoong. Estaba claro que el tema no lo había podido
olvidar y por el contrario, entre más lo pensaba, mas se le aumentaba la
intrigaba.
Quería
saciarse la curiosidad y él sabía muy bien que la única forma de hacerlo era
preguntándole a Jaejoong.
Aunque
no creía que fuera fácil sacarle información.
De
todos modos lo iba a intentar.
—¿Sabes?
Hace unas noches visite a la señora Choi en el hospital… —Comenzó de una forma tranquila, sin
querer evidenciar las pretensiones que tenia atrás.
—¿Ah
sí? —Jaejoong arqueó una ceja. —¿Y cómo esta ella?
Yunho
endureció su cara. —No seas cínico, que si no fuera por tu culpa no estaría
allí.
—Tampoco
fue para tanto, ni siquiera le di la dosis completa.
—Y
además sales con esas excusas. —Yunho
bufó, desviando la mirada. —Todo
por quererla robar.
—No
podía simplemente sentarla en una silla y esperar que no me impidiera hacerlo. ¿O
sí?
—¡La
pudiste haber matado!
—¡Estas
siendo exagerado!
—¡¿Exagerado
como cuando unos maleantes le dispararon a mi madre por un bolso?!
El
grito de Yunho hizo que Jaejoong apretara los labios y decidiera quedarse callado.
En realidad, él no había tomado en cuenta la historia de la madre de Yunho
cuando dijo esas palabras. La había olvidado por completo y ahora se sentía
sinceramente mal. Estuvo tentado a pedir disculpas, pero su orgullo no le
permitió. Quizá lo más sensato era no decir nada más.
Yunho,
al ver que había perdido la compostura y que involuntariamente había cambiado
el rumbo de la conversación, decidió tranquilizarse, queriendo retornar a su objetivo principal. —El punto
aquí es que no te cuento esto para que te enteres de su estado; te lo cuento
porque la señora Choi me dijo algo que me dejo pensativo. Algo que tú le
preguntaste.
Al
escuchar eso, Jaejoong pudo presentir a donde Yunho quería llegar. ¿Acaso él sabía de…?
—Ella
dijo que tu le preguntaste sobre el paradero de un hombre, tú le preguntaste si
conocía a Lee Sooman. —Esta
vez Yunho fue directo, sin rodeos y la expresión anonadada de Jaejoong le hizo
saber que la mujer no había estado alucinando cuando le contó aquella historia.
—¿Por qué buscas a ese hombre?
Nervioso,
Jaejoong miró un instante al piso, jugando con sus dedos. —¿Lo conoces? —Preguntó con escondida ansiedad. No
quería evidenciar que en realidad no tenía ni idea quien era Lee Sooman, ni
para que mierdas lo buscaba.
—Respóndeme
tu primero.
—No
te diré por que lo busco.
—Entonces
no te diré lo que sé de él.
De
inmediato, Jaejoong se levantó del suelo, acercándose. —¡¿Entonces si sabes de
él?! ¡¿Qué sabes de él?!
Sonriendo
por la reacción, Yunho supo que lo tenía en la palma de su mano. —Ya te dije
que no te lo diré si no me dices primero por que lo buscas. ¿Por qué le preguntaste
a la señora Choi si lo conocía? ¿Por qué le preguntase sobre su ubicación?
¿Acaso esa fue la razón por la que entraste a esta casa?
Ante
el montón de preguntas, Jaejoong solo pudo exhalar fuerte, debatiéndose si debía
contarle o no. La cuestión era que no quería revelarle a Yunho que no tenía ni
idea porque lo buscaba, y tampoco quería comportarse amable para sacarle la
información. Solo quería satisfacer la duda que lo había estado acompañado todo
este tiempo desde su llegada a Gwanju. Quería saber quién era aquel misterioso
hombre.
Y
por fin entender porque su Jefe estaba tan obsesionado con él.
De
manera que, viendo que no tenía más opciones, Jaejoong decidió contar la
verdad. —No lo busco
yo, lo busca mi Jefe y no sé ni quién es. Ha estado molestando con eso desde
antes de llegar a esta ciudad.
Por
la revelación, Yunho se mordió la boca. No pareció complacido en saber que todo
esto se debía al Jefe. —¿Así que buscas a un hombre sin siquiera saber su
identidad?
—El
Jefe no ha querido revelarme nada.
—Y
claro tu tan servicial con TU Jefe. Haces lo que te pida con tal de tenerlo satisfecho, aunque
ni tú mismo sepas porque lo haces. Eso debe ser por lo mucho que lo amas…
—¿Puedes
dejar eso? ¿Puedes dejar
de inferir que yo estoy con el Jefe porque lo quiero?
—¿Entonces
porque más es? ¿Por qué sigues con él si no es porque lo amas?
Esa
pregunta… Jaejoong no tenía la respuesta.
Después
de tantas injurias, tantos maltratos, después de lo que le hizo en el pasado;
Jaejoong aun no sabía porque seguía al lado de su Jefe. Y no es que no se
hubiera intentado ir antes, de hecho en el transcurso de esos años, se había
escapado un par de veces, hasta con éxito; no obstante él Jefe siempre lo terminaba
encontrando; Jaejoong siempre terminaba regresando a su lado. Así que se
acostumbró, se acostumbró a estar con él y a conformarse a la vida que siempre
le tocó. Ya no le debía lealtad, ni obediencia; su acompañamiento se debía mas
a un tema de conveniencia.
De
cotidianidad.
De
resignación.
—Porque
no tengo a donde ir.
Jaejoong
llegó a la conclusión, luego de pensar en todo el tiempo que había seguido con
el Jefe. Lo odiaba pero así mismo seguía con él. Era una relación tan
complicada, que estaba seguro que nadie entendería.
Menos
el mismo Yunho.
Y
por aquella respuesta y la cara triste que reflejó Jaejoong, Yunho no pudo
objetar nada. Incluso algo dentro de sí le dijo que eso era cierto, que
Jaejoong le estaba hablando con el corazón. Con honestidad. —¿No has abandonado al Jefe porque él
es como tu sustento? —Preguntó
ahora con más calma, sin ánimos de pelear.
Jaejoong
lo miró con ojos vidriosos. —Él
es lo único que yo he conocido en esta vida Yunho. Para bien o para mal, él
siempre ha estado ahí. Pero eso no quiere decir que yo le tenga todo mi
aprecio. Es un maldito, me ha causado dolor… me separo de ti…
—Eso
no es…
—¡Es
así Yunho! —Jaejoong
gritó y dos lágrimas corrieron por su cara. —Yo
nunca te engañe con él, eso solo fue una mentira que él inventó para
separarnos. Si, no te lo voy a negar, estuve enamorado de él, incluso mucho
antes de conocerte, pero eso sentimiento desapareció cuando apareciste, cuando
él me mostró que no era más que un desgraciado.
Sabía
a verdad, todo lo que Jaejoong decía sabia a verdad. El instinto de Yunho instigaba
que esas palabras no eran mentira, que Jaejoong no estaba jugando uno de sus
juegos o interpretando uno de sus papeles. Que hablaba con sinceridad, como si
ese discurso hubiera estado guardado por mucho tiempo y al fin tuviera el
alivio de confesarlo.
Aun
así su raciocinio no le dejaba creer. —No me digas esto ahora Jaejoong, no
cuando he sufrido tanto por ti. —Su
voz quebrada y sus lágrimas a punto de salir lo delataron. Él estaba a punto de
perdonarlo.
—¿Sufriste
por mi Yunho? ¿Enserio? —Jaejoong
habló incrédulo, sarcástico. —¿No
te pesó dejarme así como si nada? ¿Con el corazón destrozado y sintiéndome como
lo peor del mundo?
—Estaba
herido, tú me engañaste para acercarte a mí. Me hiciste creer que querías ser
mi amigo, cuando lo único que querías era obtener alguna información que
debilitara a mi pandilla.
La
mirada de Jaejoong perdió fuerza. —Lo
hice, fui estúpido, lo siento. Lo hice por el Jefe y por mis amigos. Pero luego
yo me di cuenta lo buena persona que eras y lo bien que me la pasaba contigo. Yo…
Me
fui enamorando de ti.
En
ese mismo instante, el General apareció de nuevo y ambos chicos tuvieron que
limpiarse las lágrimas las cuales ya habían comenzado a salir. Jaejoong miró a Yunho
con ojos rojos y después continuó con el entrenamiento, mientras que el otro se
excusó para poder ir al baño.
Necesitaba
desahogarse, necesitaba pensar y lo único que quería era estar a solas.
..
Se
aproximó a la ventana y ojeó por entre las cortinillas de la persiana. Allí
estaba ella, la anciana misteriosa, escondiéndose detrás de un muro. Bingo. Emocionado, Junsu despertó a
Yoochun, quien desperdigado en la cama, dormía con el rostro aplastado contra
el cojín. Lo sacudió un par de veces y cuando este por fin abrió uno de los
ojos, Junsu le informó las buenas nuevas.
“Esta
abajo” Le susurró
al oído. Yoochun pego un salto de la cama.
—¿Esta
el Jefe? —Fue lo
primero que preguntó al ponerse una camiseta y sus botas color tierra.
—Salió
temprano dizque a comprar cigarros. No creo que vuelva sino hasta pasado el
mediodía.
Yoochun
asintió por eso y luego se dispuso a salir del apartamento junto a Junsu. Ya
afuera, los dos muchachos bajaron las escaleras y se escondieron muy hábilmente
para que la mujer no se diera cuenta que estaba siendo espiada. Cuando
intuyeron que ella se iría, ellos la rodearon contra una pared, acorralándola.
—Hola,
¿Me recuerda? —Junsu se
presentó.
Fue
en un tono amistoso, pero la señora no pudo evitar sentirse cohibida. — ¿Quienes son ustedes? —Preguntó con cautela.
—Somos
amigos de la persona a la cual busca. —Esta
vez le respondió Yoochun.
La
señora agudizó su mirada al reconocer al chico de facciones redondas. Era el
mismo muchacho que le había abierto la puerta la vez pasada, en el apartamento donde
estaba Jisung. ¿Acaso ellos eran cómplices de ese hombre? ¿Venían a
intimidarla? Usando el paraguas en su mano como escudo, la señora se puso a la
defensiva, no dejando que aquellos dos muchachos se le acercaran ni un
centímetro más. —Váyanse, les
aseguro que si no me dejan en paz, gritare.
Junsu
y Yoochun se miraron confundidos. —No
venimos a hacerle daño, venimos a averiguar porque quiere conocer a nuestro
hyung. —Junsu explicó,
tratando de mostrarse inofensivo para que la señora pudiera calmarse. —Confié en nosotros.
—¿Ustedes
que son de Jisung?
—¿El
Jefe? —Yoochun inquirió.
—Trabajamos para él desde hace muchos
años.
—Entonces
no veo la razón por la cual tendría que confiar en ustedes. Apuesto que él los envió
para callarme o peor, para matarme.
Junsu
negó aterrado con la idea y Yoochun solo emitió un suspiro, sabiendo que su reacción
era totalmente comprensible si antes había sido amenazada. —Mire señora, como le dije, trabajamos
para Jisung pero no somos sus aliados. Somos amigos de Jaejoong y queremos
saber porque lo busca. Si confía en nosotros, hasta puede encontrarlo más
rápido sin que el Jefe se tenga que enterar, ¿No le parece eso una mejor
opción?
Por
las palabras de Yoochun, la señora pareció tranquilizarse y cuando ellos
creyeron que ella al fin bajaría la guardia, ella se las arregló para
arrojarles el paraguas abierto en la cara y correr lo más rápido que su edad le
permitía. Junsu y Yoochun no tuvieron más remedio que observarla mientras desaparecía
por las calles del vecindario.
Al
parecer conversar con ella iba a resultar más difícil de lo que inicialmente
pensaron.
..
Con
las piernas adormecidas y las plantas de los pies agonizando de dolor, Jaejoong
se sentó en el andén frente a la casa de los Choi. El acumulado del
entrenamiento de la semana le estaba cobrando factura, y hoy precisamente, el
General le había concedido un permiso para que pudiera pasar el fin de semana
con su “familia”. Pff, si supiera él que su supuesto “padre” no era más que su
titiritero y que sus “hermanos” no compartían su sangre, aunque casi lo eran.
Cansado,
Jaejoong barajó todas las opciones que tenia para llegar al apartamento donde
se estaban quedando. No estaba muy lejos, podía caminar, sin embargo sus
piernas estaban tan adoloridas, que estaba seguro que solo le responderían a lo
mucho la mitad de una cuadra. No pasaba transporte público y tampoco traía consigo
dinero para pagarlo. Quizá lo único que podía hacer era esperar que el dolor
mermara y emprender camino luego de eso.
Si,
esa era lo única opción viable.
Así
que acomodándose en la acera, Jaejoong se preparó para pasar las próximas dos
horas sentado en aquella calle, y claro, su plan habría funcionado de no ser
porque Yunho pasó justo por el frente, tomando él también camino para su
posada.
Jaejoong
se percató que Yunho hizo un intento (bastante débil) de ignorarlo, pero su
conciencia al parecer lo traicionó y pese a todo le dirigió la palabra:
—¿Qué
haces ahí?
Fue
lo que le preguntó.
Jaejoong
levantó ambos hombros con resignación. —Estoy
cansado, me duelen las piernas, no tengo dinero y no sé de qué otra forma irme
a casa.
Yunho
alzó una ceja. —¿Entonces te
quedaras ahí sentado hasta que se te pase el dolor?
—No
tengo otra opción.
El
sonido de un trueno retumbó a la distancia. La brisa estaba helada, el
cielo gris, era muy probable que lloviera. Yunho suspiró pesadamente. —¿Dónde
te quedas?
—En el distrito dong.
—No queda muy lejos de aquí, no hay necesidad de
tomar transporte.
—Sí, eso lo sé. ¿Qué parte de no puedo caminar no
enten…? —Jaejoong se quedo sin habla cuando vio a Yunho inclinarse de espaldas
a él como si le estuviera ofreciendo llevarlo en su espalda. Jaejoong tuvo que
refregarse los ojos para saber que no estaba alucinando. —¿Qué…?
—Rápido,
pronto va a llover y no querrás enfermar. —Yunho
dijo sin más, sin siquiera ponerse a pensar porque le estaba ofreciendo su
ayuda.
—¿Me
vas a llevar en tu espalda?
—Móntate
rápido antes de que me arrepienta.
Viendo
que no tenía otra alternativa, Jaejoong no renegó tanto y se montó encima de la
espalda de Yunho, colocando sus brazos encima de los hombros de este y
sintiendo como Yunho pasaba sus brazos por detrás de sus rodillas, para que no
fuera a caer. La cara de Jaejoong quedo muy cerca de la oreja de Yunho, dejándole
sentir no solo su mejilla contra la parte lateral de su cabeza, sino también su
respiración cálida golpear su oreja. La cercanía era tanta que Yunho tuvo que
hacer un enorme esfuerzo para ignorarla.
Emprendiendo
camino por las solitarias calles de aquel vecindario, Yunho llevó a Jaejoong sobre
su espalda, reposicionándolo ocasionalmente cuando sentía que se le resbalaba. La
situación era de por sí bastante extraña, así que ninguno de los dos se atrevió
a pronunciar palabra durante el recorrido. Cada uno estaba dentro de sus
propios pensamientos, ambos nerviosos de establecer un contacto más allá del
físico.
Cuando
Jaejoong anunció que ya estaban frente a su edificio, Yunho desdoblo sus brazos
y Jaejoong posicionó ambos pies en el suelo. Luego se colocó frente a él.
—Gracias. —Susurró como
si le costara. —No debiste hacerlo.
Yunho
no pareció muy animado a corresponder las gracias. Se dio media vuelta,
dispuesto a irse, hasta que la mano de Jaejoong sobre su brazo le hizo
voltearse de nuevo.
—¡Espera!
Hay algo que quiero decir.
—Dilo.
—Yunho dijo indiferente.
Mirándose
por un segundo los pies, Jaejoong levantó su rostro y enfocó sus ojos en
aquellos ojos afilados. —Lamento
lo que dije sobre lo que le hice a la señora Choi. Sé que no estuvo bien, sé
que a ti en particular no te gusta cuando la gente roba. Recordé tu historia y
ahora me siento arrepentido por eso.
Pese
a que las palabras sonaron sinceras, Yunho no estuvo muy inclinado a creerlas.
—¿En realidad lo sientes Jaejoong? ¿En realidad estas arrepentido? Porque la
verdad no estoy seguro de eso.
Jaejoong
se mostró impasible, quizá Yunho tenia razón. —Solo pienso que no es justo. No es
justo que algunos tengan todo y otros como yo, no tengamos nada.
—¿Y
por eso te crees con el derecho de robar a los demás?
—Solo
estoy tratando de equilibrar la vida. No sabes lo difícil que es.
—Claro
que sé lo difícil que es. —Yunho
subió el volumen de su voz. —Sé
que es estar en la calle, sé que es conseguir tu propia comida y tu techo con
gotas de sudor. Yo he vivido lo mismo que tu Jaejoong, la diferencia es que no
ando haciendo mal a los demás, no me excuso de mi desgracia para cometer delitos,
Así
que no me vengas a decir que no lo comprendo porque…
—¡¡¡¿Cómo
te atreves a decir que has vivido lo mismo que yo?!!!
El
grito de Jaejoong, desequilibrado y lleno de dolor, hizo a Yunho cerrar la
boca. Esta era la primera vez, desde que lo reencontró, que veía a Jaejoong
perder la calma. De hecho, si lo pensaba bien, muy pocos veces lo había visto
perder los estribos.
—¡¿Cómo
te atreves a afirmar que eres como yo?! ¡¿Acaso naciste completamente solo en
este mundo?! ¡¿Acaso tuviste que rebuscártelas desde pequeño?! Al menos tu
tuviste la fortuna de tener una madre, un hogar, alguien que te amara desde
pequeño… en cambio yo… siempre he estado solo, la compañía del Jefe y mis
amigos es algo que no se puede comparar, no se comparar al dolor de saber que a
tus propios padres ni siquiera les importaste como para abandonarte así.
Ante
aquellas palabras, Jaejoong escondió su cara, abatido. El Jaejoong de antes
jamás se había mostrado tan perturbado por no tener un hogar, Yunho siempre lo
había visto ser fuerte… quizá toda esa actuación de dureza solo se trataba de
una máscara para ocultar lo que siempre sintió pero nunca mostro:
El
sufrimiento de ser un simple huérfano de la calle.
—Lo
lamento.
Un
paso al frente y Yunho tomó con ambos brazos la cabeza de Jaejoong, acercándola
a su pecho para que se pudiera apoyar. Se quedaron en esa posición por unos
buenos minutos.
—Yunho
tu nunca podrás saber lo que he sufrido por no tener a mi mama…
Esas
palabras lo quebraron, en realidad dolieron tanto que hasta le hicieron cerrar
los ojos a él también. Pronto, sus manos pasaron del cabello a la espalda de
Jaejoong y su cuerpo lo acobijó en un abrazo sanador, protector, que quería
asegurarle que no importaba el sufrimiento, a veces también podía haber un
poquito de consuelo en este mundo desolador. Jaejoong se dejo abrazar por
aquellos brazos fuertes, rememorando como en el pasado le gustaba cuando aquel
cuerpo lo apretaba contra él. Luego subió su rostro, encontrándose con la
mirada conciliadora de Yunho.
Su
coraza de disgusto y enfado se desbarato al estar de nuevo tan cerca de él.
—¿Yunho… —Él suspiró. —…Aun me amas?
La
pregunta cogió a Yunho de sorpresa. —¿Qué? ¿Por qué preguntas eso de repente?
¿No te sentías triste por…?
—Respóndeme.
—Jaejoong lo interrumpió. —¿Aun me amas?
Yunho
se tardo unos segundos en formular su respuesta. La verdad era que ni el mismo
sabía si aun lo amaba, su cabeza se lo impedía, su corazón lo aceptaba. —Ya
paso mucho tiempo de eso Jaejoong. Éramos solo unos niños.
—¿Eso
es un no?
—¿Por
qué te interesa saber si aun te amo? ¿Acaso no estabas enojado conmigo por
supuestamente abandonarte?
Jaejoong
chasqueó con la boca. —Es
verdad, solo tengo la duda.
—¿Y
qué harías si te lo dijera? ¿Acaso importa ya?
—Solo
dime.
—Pues
no, ya no siento nada por ti.
Ok,
esa era la respuesta que no quería escuchar, sin embargo… —Entonces pruébamelo. —Enroscando los brazos por detrás del
cuello de Yunho, Jaejoong se anclo a él, acercándolo un poco más. Ya la
tristeza se había ido de su cuerpo, ahora lo único que sus ojos reflejaban era
determinación, como si estuviera retando a Yunho a demostrar sus palabras. —Pruébame que ya no me amas.
—¿Qué
carajos haces? ¡Quítate! —Yunho
se sacudió brusco, mas sin embargo no hizo mayor esfuerzo por alejar a
Jaejoong. Tal parecía ser que aquella repentina cercanía no le molestaba tanto
como su voz quería reflejar. —¿Qué
es lo que estás haciendo ahora? ¿Qué es lo que tengo que probar?
—Que
ya no me quieres.
—Bien,
¿Y como se supone que lo probare?
Jaejoong
agudizó su mirada. —Bésame.
¿Qué?
Yunho no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. ¿Jaejoong se había vuelto
loco o qué? —¿Estás
jugando conmigo? —Preguntó lo
único que se lo ocurrió. No podía concebir como Jaejoong cambiaba de parecer
tan volátilmente. Se supone que lo odiaba y ahora quería un beso suyo. Vaya, ya
se le había olvidado lo extraño que podía ser Jaejoong.
—No
estoy jugando contigo, solo quiero comprobar si lo que dices es cierto.
—Pues
no lo hare, ni siquiera entiendo porque me pides algo como esto, si tu y yo ya
no tenemos nada.
—¿Qué?
¿Tienes miedo? —Jaejoong arqueó una ceja. Una sonrisita artera (de esas que tanto
se le facilitaban) se le apareció en el rostro. La verdad él solo le pedía un
beso por la única y sencilla razón de saber si Yunho aun tenía sentimientos por
él, no tenía otras intenciones detrás de eso…
…o
bueno eso era de lo que él se quería convencer. —¿Tienes
miedo a que el beso te delate?
—Claro
que no. —Yunho refutó
enseguida.
—¿Entonces?
Apretándose
los labios, Yunho desvió la mirada, meditando si era oportuno o no caer en los
juegos de Jaejoong. “¡Apártalo, ignóralo
y vete!” Su raciocinio le gritaba,
no obstante, cuando enfocó otra vez su mirada y vio aquellos labios color
durazno que tanto lo habían embriagado en el pasado, él tuvo que silenciar su
cabeza.
Dejar
de pensar con inteligencia, con dignidad, y simplemente obedecer a su
estupidez.
—¡Uhm!
Jaejoong
gimió leve cuando sintió como la boca de Yunho se posó firmemente sobre la
suya, quizá demasiado fuerte. Tan rápido como lo sintió, tan rápido lo dejo de
sentir. Yunho se aparto en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Eh?
—Jaejoong replicó. —¿Solo eso?
—¿No
querías un beso para comprobar que ya no te amo? Pues ahí lo tienes, ese es tu
beso. Saca tus conclusiones.
A
Jaejoong le dieron ganas de reírse. —No,
no estoy pidiendo este remedo de beso. Quiero un beso de verdad… —Se volvió a acercar. —Y yo sé… que tú puedes besar mejor.
Jadeando
sobre la boca del moreno, Jaejoong abrió sus labios y chupo la boca de Yunho;
atrapándola, acariciándola, no dejándole escapatoria. No teniendo opción, Yunho
cayó ante sus caricias, siguiéndole el ritmo a la par que sus manos subían y
acunaban las mejillas de Jaejoong. No se pudo resistir, esa boca traicionera
sabía tan malditamente bien, que ya hasta había olvidado aparentar que no lo
amaba.
Porque
todo en ese beso, tan dulce y a la misma vez tan hambriento, gritaba a amor.
De
repente, alguien a su lado rastrilló su garganta, como si les estuviera informando
su presencia. Ambos dejaron ir sus bocas y cuando voltearon, el Jefe los
recibió con aquella mirada amenazante tan propia de él.
Jaejoong
se apartó de inmediato, sin embargo no se sintió asustado.
—Sube,
ahora.
Le
ordenó el Jefe y acto seguido se dirigió hacia las escaleras del edificio. No
objetó nada más.
—¿Esta
es la parte en donde corres a él pidiéndole perdón? —Por supuesto Yunho no
desaprovechó la oportunidad para sacar su comentario venenoso; ya que la mirada
que les dedicó el Jefe no fue nada más que puro y ardientes celos… o bueno, él
lo percibió así.
Al
escucharlo, Jaejoong solo pudo bufar en desagrado. —Tienes razón, tú no me
amas.
Dándose
media vuelta, Jaejoong dejó a Yunho con una expresión confundida y luego subió
por las escaleras, totalmente decepcionado por todo lo ocurrido.
Cuando
entró al apartamento y vio a su Jefe desparramado en el sofá, con un vaso con
whisky en la mano y mirándolo como si lo quisiera matar, supo que no iba a ser
fácil lidiar con el problemita que había creado. Opto por aceptarlo todo, tenía
hasta pereza de justificarse. —¡Esta
bien, lo estaba besando! ¡¿Ahora qué me va a hacer! ¡¿Me va a castigar?! —Vociferó mientras levantaba las
manos, pero contrario a lo esperado, Jisung no le dijo nada. Es más, parecía
como si ni siquiera estuviera prestándole atención.
Jaejoong
se extrañó por eso. —¿Jefe? —Aproximándose, se sentó a su lado, mirándolo con
desconcierto. —¿Le pasa algo?
—Creí
que hoy lo encontraría, creí que hoy sería el día… —Jisung dijo a la nada; su semblante
estaba perdido, su ojo descubierto desorbitado y su aliento apestando a alcohol.
—¡¡¡Maldita suerte la mía!!! —Iracundo, arrojó el vaso hacia la pared y
Jaejoong se estremeció por el sonido. —¡¡¡¡¿Por
qué no puedo encontrarlo?!!! ¡¡¡¿Por qué no me puedo vengar de todo lo que me
hizo??!!!
—¡¿De
qué está hablando?! ¡¿Por qué esta así?! —Jaejoong
exclamó. —¿Es de nuevo
Lee Sooman?
—¡¡¡Claro
que es Lee Sooman!!! ¡¡¿Creíste que era por tu ridículo romance adolescente o
qué?!!!
Bueno,
al menos sabía que lo de su beso con Yunho, afortunada y sorpresivamente, había
pasado a un muy segundo plano. —¡Dígame
entonces que es lo quiere con ese hombre! ¡¿Por qué tanto secreto?! ¡¿Por qué
lo quiere encontrar?!
—Porque
lo odio, lo detesto con todas las fibras de mí ser, esa es la razón.
Eso
no aclaraba dudas. —¿Por qué?
—¡No
te puedo decir el por qué!
—¡¿Por
qué no?!
—¡Eso
no te importa!
Ante
el grito, Jaejoong refunfuñó alto, frustrado al sentirse excluido de la verdad.
Luego observó con detenimiento al Jefe, el cual estaba bebiéndose todo el whisky
de la boca de la botella. Entonces una idea apareció en su cabeza. —Jefe ~ ¿Quiere que le sirva un vaso
de soju? Es bueno para el estrés.
El
Jefe asintió sin mirarlo, sin sospechar nada.
Levantándose,
Jaejoong fue a la cocina y sirvió todo el soju que pudo en el vaso más grande
que encontró. Después se devolvió a la sala, posicionándose de nuevo en el sofá
al lado de su Jefe. Si no le podía sacar la verdad sobrio, al menos borracho podría
intentarlo.
—Tome.
Le
alcanzó el vaso y el Jefe se lo tomó de un solo trago. A continuación le sirvió
otro, otro y otro más, hasta que el hombre estuvo lo suficientemente desorientado
como para poner alto a sus preguntas. Ok, este era el momento de actuar.
Posicionando
su peso en el hombro del hombre, Jaejoong decidió comenzar de una manera muy casual,
no tan directo pero al mismo tiempo no tan ambiguo. Debía aprovecharlo antes de
que perdiera la memoria por el alcohol.
—Así
que… dígame Jefe, ¿Qué hizo Lee Sooman para que usted lo odie de esa manera?
Jisung
se removió incomodo por la pregunta. —Ese
hombre es el causante de todas mis desgracias Joongie. La razón por la que tú y
yo vivimos esta patética ilusión de vida.
Bien,
estaba funcionando, pero necesitaba más. —No
entiendo, ¿Le hizo daño?
—¡Él
me quito lo que más quería y eso no lo voy a perdonar! ¡Nunca!
Pensativo,
Jaejoong se recostó en el espaldar, procesando toda la información: ¿Había
arruinado su vida? ¿Le había quitado lo que más quería? ¿Acaso Jisung alguna
vez quiso mucho algo que no fuera dinero o poder? ¿Acaso se podría tratar de…
una persona? —¿Qué fue eso
que le arrebató? —No resignado
a quedarse con la información a medias, Jaejoong siguió preguntando, a sabiendas
del estado desequilibrado de su jefe.
Y
pese a todo, pese a su enojo y su empeño en ocultarlo, el Jefe decidió contarle
lo que nunca le había dicho: —Hubo
una vez una mujer Joongie, una mujer que ame y que me traicionó.
—¿Una
mujer? —Jaejoong frunció
las cejas. —¿Usted la
amo?
—¡Claro
que la ame! Pero la muy maldita me pago con una moneda demasiado cara. La
malnacida esa…
Por
cómo se expresaba de ella, Jaejoong dudó si el Jefe realmente la había amado.
Además, eso de que el Jefe hubiera sido capaz de amar a alguien además de sí
mismo, le parecía demasiado inverosímil como para ser verdad. —¿Qué sucedió?
—Me
engaño con otro hombre, Lee Sooman, el hombre que yo detestaba y por el cual mi
vida fue un infierno. Ella lo sabía y aun así lo hizo.
—¿Y
cómo se llamaba ella?
El
Jefe le clavó la mirada. —Seojin.
Se llamaba Jung Seojin.
“¿Seojin?” Ese nombre le resultaba familiar… Seojin, Seojin… ¡Seojin! Conmocionado,
Jaejoong llevó su mano al bolsillo y sacó de el aquella foto vieja. Luego leyó lo
que estaba al reverso:
“Para la sonriente mariposa
traicionera y el bebe que crece en sus entrañas. Jisung, Seojin y nuestro bebe.
1986”
La
mujer de la que hablaba el Jefe era la misma de esa foto, y la mujer de esa
foto era nada más y nada menos que la madre de Yunho, ¿Ósea que efectivamente Jisung
era el padre de Yunho?
—¡Jefe!
—Excitado, Jaejoong le mostró la foto.
En todos esos años que la había conservado nunca se la había enseñado, siempre
la mantenía consigo celosamente ya que era un recuerdo de Yunho, sin embargo,
ahora, era necesario hacerlo. —¿El
de la foto es usted cierto? ¿Y ella es Seojin cierto? —Preguntó mientras los señalaba con
su dedo.
A
Jisung casi se le sale el alma. —¡¿Por
qué tienes esa foto?!
—Eso
no importa ahora, solo quiero que me responda.
—Si
somos los de esa foto, pero no entiendo por qué carajo la tienes. Si me
permites… —El hombre intentó arrebatársela pero Jaejoong no se lo permitió.
—Ella
esta embarazada en la foto, al respaldo dice “nuestro bebe”…
—Deja
de hacer tantas preguntas Joongie. —El
semblante del Jefe de repente cambió, su mirada se volvió oscura, como si le
advirtiera que se estaba metiendo en terreno peligroso.
Sin
embargo Jaejoong no estaba dispuesto a parar. —Cuando
encontré esta foto, yo estaba con Yunho, él la vio y la reconoció a ella… como
su madre…
—¿De
qué estás hablando?
—Jefe,
esa mujer Seojin… es la madre de Yunho. Y si ella es la madre de Yunho y según
esta foto, tú debes ser…
…el
padre de Yunho.
Súbitamente
todo quedo en silencio.
El
Jefe, que había estado recostado sobre el espaldar del sofá, irguió su torso en
cámara lenta con una expresión de asombro como si acabara de presenciar el más increíble
acontecimiento. No lo podía creer, no daba crédito a las coincidencias del
destino. ¿Esto era real?
Al
ver la cara de estupefacción del otro, Jaejoong creyó que este al fin había caído
en cuenta de la seriedad del asunto, sin embargo lo que paso después lo dejo
completamente desorientado. Abriendo con exageración la boca, el Jefe emitió
una gran carcajada, de esas que asustan y hasta te hacen erizar. Sus músculos
se relajaron y su cuerpo se dejo caer sobre todo el espaldar, ahogándose de la
risa.
Jaejoong
no concebía lo que veía.
—Así
que ese bastardo... Ya entiendo porque
me cayó tan mal la primera vez que lo vi.
Fue
lo que el Jefe dijo cuando se pudo calmar.
—¿De
qué habla? —Preguntó
Jaejoong, pensando que el Jefe no había comprendido sus palabras debido a su
estado de embriaguez. —Jefe,
le estoy diciendo que Yunho es su hijo, ¿Capta? Él es su hijo y…
—¡No
digas que ese malnacido es mi hijo! ¡¡¡No es mi hijo!!!
—¡Claro
que lo es!
—¡No
lo es! ¿Y quieres saber por qué?
Jaejoong
se quedo callado.
—Porque
ese bastardo fue el fruto de la traición que Seojin me hizo con Lee Sooman. Ese
hijo no es mío, es de Lee Sooman y ahora entiendo porque la gente dice que de
tal palo, tal astilla.
Ante
tal revelación, Jaejoong solo pudo abrir la boca y dejarse caer en el espaldar,
anonadado por toda la tanda de declaraciones que había recibido en tan poco
tiempo. Era increíble como todo lo estaba atando de nuevo a Yunho y no podía ni
imaginar en que terminaría todo este embrollo.
Poco
menos atónito estaba Jisung, quien a su lado, solo se dedicó a seguir tomando
de su botella, pensando fuertemente en las palabras del menor:
“Así que tú y Yunho…” El Jefe lo observó con fijación. “Que
linda familia feliz”
..
Nota: Sé que de nuevo me demore, lo siento >.<
La cosa con este fic es que ya lo tengo todo en mi cabeza, pero a veces me da pereza pasarlo a palabras.
En este capitulo se revelaron algunas cosas, pero muy a medias, todavia queda aclarar muchas cosas. Dejen sus comentarios porfa de como les esta pareciendo.
El proximo capitulo ya casi esta listo.