Veintava
Entrega
“Siguiendo un camino final, deambulando para encontrarte,
Me temo que voy a perderte…”
—In
heaven.
e despertó esa mañana sintiéndose cansado, sin
embargo él sabía que no era producto de algo físico. Era más bien su corazón y
su cabeza, las cuales se sentían agotadas de estar dando vueltas al mismo
asunto una y otra vez.
Yunho se sentó en su cama, llevándose las manos al
cabello. Él de verdad quería ser ingenuo y creerle a Jaejoong, su corazón le
decía que confiara en él, sin embargo había pruebas de que Jaejoong había sido
la mente de todo el plan del incendio y puesto a que él no tenía más enemigos, y
que obviamente eso había sido tramado para asesinarlo, no había otra conclusión
de que no fuera él.
Todo apuntaba a Jaejoong.
Por más que quisiera negarlo, todo apuntaba a
Jaejoong.
Pero ahora… ¿Qué debía ser? ¿Debía ir hasta
Jaejoong y reclamarle lo del incendio? ¿Debía golpearlo? ¿Acusarlo frente a las
autoridades? O simplemente… ¿Dejar las cosas así?
Rayos, eso era difícil.
Cualquier opción era difícil puesto que aunque él sabía
que debía ser duro con Jaejoong, el presentía que su amor por él no lo iba a
dejar recriminarle del todo. El rostro angustiado y bello de Jaejoong no le
permitiría acusarlo, y por consiguiente, volvería a caer bajos sus encantos.
Y entonces regresaría con él, pese a todo.
Yunho se levantó de la cama y fue hasta el mural en
donde tenía su colección de cartas, dibujos y demás. Tomo entre sus manos la
caricatura de Jaejoong y la rozo levemente con sus dedos. Ese hombre enojado
que estaba ahí… ese hombre que lo tenía con el corazón hecho pedazos. Luego, miró
hacia el lado y vio una carta de Junsu la cual le había escrito cuando ambos se
habían reencontrado en Paris. La carta expresaba sentimientos de felicidad,
hermandad y amistad, todo lo que siempre había compartido con Junsu.
Ese gran amigo que había muerto por culpa de ese
incendio.
Si perdonaba a Jaejoong, sería como escupir
directamente en la tumba de Junsu, y él no se merecía eso. Sus memorias debían
ser respetadas, por sobre todo, su muerte debía ser respetada. Por lo que no había
cabida para una reconciliación con Jaejoong.
¿Debía irse ahora entonces? Quizás si, quizás
abandonar Paris era lo mejor que podía hacer en ese momento. Irse para no
enfrentarlo y para no volverlo a ver. Después de todo, marcharse era su plan
inicial y ya que no había razones para seguir estando ahí, esa era la única elección
que le quedaba.
Aunque el recuerdo de Jaejoong se lo dificultara.
A continuación, Yunho se volteo y fue hasta su
armario con la intención de empezar a empacar sus pertenencias. Lanzo todos los
trajes que Jaejoong le había regalado a la cama y después saco una maleta. Yoochun
entro de repente a su habitación.
—¿Qué haces? —Este le preguntó con el ceño fruncido
al verlo con la maleta abierta y las cosas desperdigadas sobre la cama.
Yunho alzo la mirada. —Voy a irme de Paris.
—¿Qué? —Yoochun abrió su boca. —¿Vas a irte… con
Jaejoong?
Ante la mención del otro, el rostro de Yunho puso una
muy evidente mueca de dolor.—No, Jaejoong
no ira conmigo. —Le susurró entre dientes. —Su padre llego de Corea.
“¡¿Su padre?!” A Yoochun de repente se le hizo un nudo en la
garganta, sus manos empezaron a sudar. —¿Ya está aquí?
—Sí.
El pelinegro desvió la mirada y se mordió la boca.
Bueno, había pasado más rápido de lo que había pronosticado y a pesar de que él
era participe de lo que iba a suceder, dentro de sí, quiso que los planes no
resultaran como estaban previstos. Pero no había nada que hacer ahora, el señor
Kim ya estaba en Paris y no faltaría mucho para que los subordinados del
imperio japonés pusieran en marcha su plan.
Un leve pero al mismo tiempo marcado sentimiento de
remordimiento le inundo el corazón. Su conciencia empezando a sofocarle duro.
—¿Entonces… no se ira contigo por eso? —Preguntó y trató de normalizar su voz
para no evidenciar lo contraído que estaba.
—En realidad no quiero hablar de Jaejoong, por
favor.
Al verlo hablar así, Yoochun supo que no había caso
preguntarle a Yunho mas sobre el asunto, ya que el otro parecía demasiado
enojado (O triste) para querer abarcar el tema. Se resignó entonces a dejarlo
continuar mientras él se sentaba en una de las sillas de la habitación aunque
el pensamiento de que el padre de Jaejoong ya estuviera en Paris lo mantenía
intranquilo. Los japoneses tarde o temprano actuarían y los matarían a ambos,
padre e hijo. ¿En qué momento se le ocurrió
ayudar con ese plan? ¿Por qué tuvo la necesidad de traicionar a la familia a la
que tantos años había servido? ¿Había sido por venganza a ser despedido? ¿O por
qué él inconscientemente sabía que debían tener un castigo? No lo sabía, no sabía
la respuesta a esa pregunta. No obstante, algo que si sabía es que la culpa lo
estaba matando.
Porque después de todo, Yoochun era un hombre
noble.
—Yunho…—Yoochun suspiró y se preparó para contarle
la verdad. No podía retener esa angustia por más tiempo. —Tengo algo que
decirte…
Por lo difícil que fue escuchar a Yoochun
pronunciar esas palabras, Yunho se quedó quieto en su lugar, algo confundido por
la repentina seriedad del otro. Yoochun estuvo a punto de contarle todo a
Yunho, sin embargo, la inesperada aparición de alguien en la puerta hizo que la
importante confesión quedara relegada a un segundo plano.
—Tifanny… —Yunho suspiró asombrado al ver a la
mujer de pie en el marco de su puerta.
—¡Yunho! —Ella soltó una autentica sonrisa de felicidad
y fue hasta él a abrazarlo. —¡Por fin te veo! ¡¿Por qué desapareciste así?!
¡¿Por qué nunca más fuiste al Molino rojo?!
Ella preguntó exaltada y le acaricio el rostro con
sus manos pero él las alejó sutilmente, luciendo no tan emocionado. —¿Qué te
sucedió? —inquirió al ver los rastros de moretones y cortadas que el hermano de
la chica le había hecho hace unos cuantas horas atrás.
—Nada, nada. —Ella trato de ocultarse con su
cabello. —¿Cómo estás? Desde que sucedió ese incendio, no he sabido nada de ti…
—Tiffany, ¿A qué vienes? —Le pregunto sin rodeos.
Como había dicho antes, él ya no quería tener nada con esa mujer. Y menos
ahora.
Tiffany se mordió los labios por lo directo de las
palabras del hombre. Al parecer él no se
encontraba tan feliz como ella estaba por su reencuentro. —Yunho, te he extrañado
todo este tiempo. Tú sabes lo que siento por ti. Tu sabes que me tienes
enamorada, por lo he decidido luchar por este amor. Quiero que vuelvas a mí.
Yunho hizo una mueca. —Tiffany, tu sabes que tú y
yo nunca vamos...
—¡No, no lo digas! —Ella lo interrumpió. —Yo quiero
que esto funcione. Si me das una oportunidad…
—Basta. —Yunho se alejó de ella. —Tiffany si te soy
sincero ahora no tengo tiempo para eso. En realidad, tengo tantas cosas en la
cabeza que no quiero arriesgarme a herirte por lo que creo que te deberías ir.
—Pero Yunho no lo entiendes. Yo… he venido a
salvarte…
—Por favor vete.
—Yunho tienes que escucharme.
—Tiffany enserio, no tiene caso, me iré de París. Ya
no hay nada que me mantenga aquí, ya no hay nada en París para mí.
—Te equivocas. —Ella pronunció, sin pensar ni un
segundo que era lo que diría a continuación. Se encontraba muy desesperada para
pensar en las consecuencias de sus palabras. —Aún hay alguien que está aquí en
Paris y que te interesa.
Yunho arrugó el entrecejo. —¿Quién?
—Si me acompañas, te lo mostrare. —Ella extendió su
mano hacia él y se mostró seria, esperando que él le creyera. Yunho se quedó
mirando su mano y se mordió la boca, no sabiendo que hacer ¿Acaso era una forma
de persuadirlo para que la siguiera? Era probable, sin embargo, algo dentro de Yunho
le dijo que quizás ella no mentía. Quizás si había alguien por lo cual tuviera
que quedarse.
—Está bien, te acompañare. Pero que sea lo más
rápido posible ¿De acuerdo? —Él aceptó su mano y salió en compañía de ella de
su habitación, no sin antes darle una breve mirada a Yoochun quien se había
mantenido en silencio durante toda la conversación.
Después de su salida, Yoochun se quedó mirando la
puerta. Una leve intuición de que algo no muy bueno pasaría se le instalo en el
corazón.
Hoy iba a ser un mal día.
Absolutamente para todos.
..
Jaejoong dejó escapar un fuerte resoplido de cansancio
cuando se instaló frente al edificio Bateau-Lavoir. Había estado caminando
prácticamente toda la noche y por fin había conseguido llegar hasta su destino.
Ahora solo esperaba que no fuera demasiado tarde.
Entrando impulsivamente y subiendo las escaleras lo
más rápido que pudo, Jaejoong llego a la habitación de Yunho solo para
descubrir que este no estaba presente. Un miedo se apodero de su corazón ¿Acaso
esos hombres ya habían ido por él? Jaejoong ojeo el espacio, buscando rastros
de alguna evidencia. Toda la ropa de Yunho se encontraba desperdigada y una
maleta estaba al borde de la cama. Parecía indicar que había estado empacando.
¿Yunho planeaba irse… sin siquiera consultárselo?
—Jaejoong.
Una voz a sus espaldas hizo a Jaejoong
sobresaltarse y dar media vuelta de inmediato.
Se trataba de Yoochun.
—Tu… —Jaejoong susurró con algo de incomodidad, ya
que esta era la primera vez desde su despido que se encontraba cara a cara con el
hombre. —¿Dónde está Yunho?
—Se fue con Lady Marmalade. —Yoochun le respondió.
—¿Con lady Marmalade? —Jaejoong abrió los ojos ante
esa respuesta. ¿Por qué razón estaba Yunho con Lady Marmalade? ¿Acaso estaba
con ella por despecho? ¿Para provocarle rabia? No quería enterarse del porque.
De hecho, Jaejoong tuvo que hacer un enorme esfuerzo para tragarse su tristeza
y no derrumbarse frente a Yoochun. Su mente empezando a hacer miles de
historias.
—Sí, pero no creo que se demore mucho. —Yoochun
expresó y se sentó en la misma silla que había ocupado hace unos minutos atrás
cuando estaba hablando con Yunho. —Entonces…— se mordió el labio. —Tu padre
llego.
—Sí. —Jaejoong le confirmó dejando de lado sus
teorías acerca de Yunho y la mujer.
Yoochun asintió ante eso y bajo la cabeza. Era
obvio que la culpa no le iba a dejar en paz, al menos de que él hiciera algo. Que
intentara remediar sus acciones. Por lo que acercándose a donde estaba
Jaejoong, él decidió que lo mejor era advertirle. —Jaejoong, debes irte lo más pronto
de Paris, por favor. Peligra tu seguridad.
El otro arrugó el entrecejo. ¿Y ahora que le había
dado? —¿Por qué me dices eso?
—Los están buscando, a tu padre y a ti. Debes irte
lo más pronto posible.
—No me voy a ir sin Yunho. —Jaejoong dijo con
determinación. La verdad no entendía porque Yoochun le estaba advirtiendo
aquellas cosas, pero lo que si tenía bien claro, es que no se iba a ir sabiendo
que la vida de Yunho peligraba por su culpa.
—Por favor Jaejoong. Esto es serio. De verdad,
tienes que salir de inmediato de Paris.
Jaejoong negó leve ante esa advertencia. No estaba
entendiendo nada. Mas sin embargo no tuvo tiempo de preguntar más porque al
voltear su vista hacia la ventana, pudo ver a los hombres con los que su padre había
hablado la noche anterior, los cuales parecían estar buscando el Bateau-Lavoir.
De inmediato se puso alerta, tratando de buscar que hacer en esos momentos.
Luego se le vino una idea a la cabeza. —Yoochun, necesitó
que busques a Yunho y lo mantengas donde quiera que esté.
—¿Qué? —Ahora el perdido era Yoochun.
—Busca a Yunho y retenlo lejos del Bateau-Lavoir.
—¿Pero porque quieres que haga eso?
—Por favor Yoochun no me cuestiones, solo haz lo
que te pido. Si aún te queda algo de aprecio por mí, haz lo que te pido.
Yoochun miro a los ojos de Jaejoong: Esa voz, esos
ojos y esa expresión no recordaba habérsela visto jamás. Ni en todos los años
que había sido su fiel sirviente, había observado hablar a Jaejoong con tanta
seriedad. Debía estar realmente convencido de lo que pedía y porque lo pedía.
No parecía ser algo por capricho, de hecho parecía ser parte de una acción
completamente desinteresada.
Decidió entonces hacerle caso. —Está bien pero
tienes que prometerme que saldrás de París.
Jaejoong asintió, no muy seguro de poder cumplir
aquello. —Y quiero que hagas una cosa más. —De su bolsillo, Jaejoong saco las
llaves de su suite y se las entregó —Quiero que le digas a Yunho que vaya a mi
suite y saque todo de la caja fuerte; dinero, joyas, absolutamente todo. Dile
que ahora son de él.
—¿Por qué de repente…? —Yoochun paso saliva. —¿Por
qué parece que te estuvieras despidiendo?
—Solo hazlo. —Jaejoong rogo. —Y recuerda, no dejes
que se acerque aquí. Ahora ve.
Dándose media vuelta, Yoochun se alistó dispuesto a
cumplir la última orden que iba a recibir de Jaejoong. Pero cuando casi cruzo
la puerta, Jaejoong volvió a hablarle, deteniéndolo por unos segundos antes de
su salida. —Y Yoochun…perdóname por todas las cosas que te hice en el pasado.
La verdad fui un completo idiota por no valorar una persona como tú.
—No te preocupes Jaejoong, ya olvide eso.
—No, enserio. Estoy muy apenado por todo lo que
sucedió. Quiero que sepas…que siempre fuiste el empleado en que yo más confié.
Sintiéndose algo mal por las palabras sinceras de
Jaejoong, Yoochun le asintió de nuevo y salió del edificio en busca de su
amigo. Y aunque presentía que no debía hacer del todo caso a lo que Jaejoong le
decía, dentro de su corazón sintió que era como una oportunidad para redimirse.
Jaejoong, por otra parte, se quedó en la
habitación, esperando a los hombres quienes ya a estas alturas debían haber
encontrado el edificio. Y de hecho fue así, pues no le toco esperar más de un
minuto cuando los hombres llegaron a la puerta de la habitación, mirándolo con
sus ojos amenazantes.
—¿Que necesitan? —Preguntó Jaejoong desafiante
aunque por dentro estuviera temblando del miedo.
—Buscamos a Jung Yunho. —Uno de los hombres le contestó.
—¿Jung Yunho? —Él se les acerco. —Soy yo. —Afirmó y
deseo internamente que esos hombres no hubieran visto la cara de Yunho antes.
Los hombres se miraron entre sí por la respuesta y
cuando Jaejoong creyó que no le habían creído, uno de ellos se le acercó y le
propino un fuerte golpe en el rostro mientras los demás vigilaban a los
alrededores para que no hubiera nadie que les pudiera impedir llevárselo. El
golpe lo dejo medio noqueado, mas sin embargo no lo suficiente para evitar sentir
como los hombres le amordazaban la boca, le cubrían el rostro con una bolsa de
tela negra y se lo llevaban lejos de la habitación, metiéndolo a un auto que él
muy bien sabia a donde se dirigía.
..
Tiffany se dio cuenta de su gravísimo error al
entrar en la habitación de su hermano junto a Yunho y percatarse de que ella no
podía revelarle que tenía a Junsu ahí. Era estúpido si lo hacía. En primer
lugar, Junsu estaba secuestrado por la idiotez de su hermano de quemar el
Bateau-Lavoir, si lo liberaba era probable que se descubriera la verdad detrás
de todo el asunto. Además, él había sido un testigo presencial de su asesinato
por lo que no había forma de que se echara ella misma la soga al cuello. Sin
embargo, Yunho la había acompañado porque creía que alguien lo esperaba y si
confirmaba que no era así, él volvería a dejarla sola.
¿Y ahora que le iba a decir?
¿Cómo iba a lograr retenerlo?
—¿Qué hacemos aquí? —Yunho preguntó algo molesto al
entrar a la habitación y ver que estaba completamente vacía. Ya lo sospechaba,
pero ahora era obvio que la chica le había mentido para asegurar que fuera con
ella.
—Pues…—Tiffany bajo la mirada, mordiéndose
levemente la boca. —Yunho, yo…
—¿No hay nadie cierto?
—Yunho yo solo quiero que te des cuenta de que tu
lugar pertenece junto a mí.
—¡Al carajo! —Yunho se dio media vuelta, dispuesto
a irse. Ya había perdido demasiado tiempo en esa estupidez. Tiffany intentó
retenerlo colgándose a él pero él estaba convencido de que nada de lo que ella
hiciera, lograría mantenerlo ahí por más tiempo. Caminó hacia la puerta y solo
le faltaron unos pasos más para salir hasta que un ruido altamente sospechoso
lo hizo detenerse por un momento.
El ruido había provenido desde dentro del armario.
—¿Qué fue eso? —Yunho preguntó mientras caminaba
hacia el mueble, y aunque Tiffany intento impedírselo, una corazonada le dijo
que debía ir a averiguar lo que sucedía.
Y su corazonada no le fallo.
Abriendo una de las puertas del armario, Yunho casi
queda paralizado al ver a Junsu amarrado en el piso. El castaño había estado
tratando de causar ruido ya que había escuchado la voz de Yunho, y por
supuesto, sus señales no fueron ignoradas. De inmediato, Yunho se arrodillo y
le quito la mordaza de la boca. Sus lágrimas se apoderaron de sus ojos, su voz
se volvió un hilillo de lamento. Tanto tiempo había pasado desde que se había
hecho la idea de que Junsu estaba muerto que ahora verlo ahí vivo era
simplemente increíble para él.
Era como si estuviera en uno de sus sueños.
—Junsu…estas vivo. Yo creí… ¿Por qué…?
—¡Yunho aléjate de él! —Lady Marmalade llego
enfurecida hacia donde estaban ellos dos e interpuso su cuerpo para separarlos.
Luego, cuando Yunho intento de nuevo acercársele, ella hábilmente tomo su muñeca
y lo jalo fuertemente hacia el borde de la cama, atando su mano a una barra
horizontal de esta con unas esposas. Quizá fue el shock o lo rápido que sucedió
todo, porque Yunho no pudo dar crédito a como había caído tan fácilmente en la
trampa de la mujer.
—¡¡¡Suéltame loca!!! —Yunho trato de zafarse pero ni
su voluntad podía con la fuerza en que fueron puestas esas esposas. —¡¿Qué
carajos estás haciendo?!
—¡Cuidado Yunho! —Junsu grito desde el armario.
—Tiene un arma.
—¡Cállate o si no, no respondo! —Tiffany lo amenazó
y luego se dirigió a Yunho. —Amor, tienes que entender que todo esto que yo
hago es por tu bienestar, por nuestra relación.
Exasperado, Yunho estuvo preparado para sacar de su
interior todo lo que no le había dicho a la mujer por miedo a herirla. Pero al
carajo eso, ella estaba loca y si no la enfrentaba cruelmente, ella nunca
dejaría esa absurda obsesión por él. —¡Ya deja de decir que somos algo cuando
no! ¡Yo no estoy enamorado de ti, no lo estoy y no lo voy a estar! ¡¿Qué no sabes?!
¡Mi corazón le pertenece a alguien más! ¡Y tú no podrás desalojar a esa persona
de mi interior! Además…. —Yunho paso saliva. — ¡¿Qué demonios hace Junsu aquí?!
—Estuve secuestrado desde el incendio Yunho. —Junsu
le explicó antes que la mujer pudiera responderle a esa pregunta. —Ese día
cuando baje a la habitación, vi a un hombre iniciar un incendio y obstaculizar
nuestra puerta con un mueble. Luego cuando lo enfrente, él corrió tratando de
huir y salí tras de él para alcanzarlo. Llegamos hasta un callejón y
forcejeamos un poco. Desafortunadamente, él me golpeo y me dejo inconsciente.
Cuando desperté, él ya me tenía amarrado y he estado aquí metido en este
armario desde entonces.
“Entiendo” Pensó Yunho, eso explicaba porque los rescatistas
nunca encontraron el cuerpo de Junsu, aun así ¿Qué tenía que ver Lady Marmalade
en todo eso? ¿Por qué se encontraba
Junsu dentro de la habitación en donde lo había llevado? —¿De qué hombre me
estás hablando Junsu? —Yunho le preguntó, queriendo llegar al fondo, ya que solo así todas sus
dudas acerca del dichoso incendio se aclararían.
—De su hermano. Del hermano de Lady Marmalade. —Diciendo
esto, Junsu le dio una patada a la otra puerta del armario y en cuanto lo hizo,
el cuerpo de Changmin envuelto en la sabana llena de sangre cayó al piso.
Yunho de inmediato abrió los ojos de horror y Lady
Marmalade se pegó de espaldas contra una pared, escurriéndose lentamente hacia
abajo mientras se tapaba la cara con sus manos.
—¡¡¡¿Qué es esto?!!! —Yunho exclamó cuando su shock
le dejo articular palabra alguna. Realmente ese día había sido extremadamente intenso
para él.
—Él fue quien me secuestro….Shim Changmin.
Shim Changmin…¡Shim Changmin! él era el hombre que había ido a la suite de
Jaejoong el día anterior y le había revelado la mente maestra detrás del
incendio. ¿Ese hombre era el hermano de Lady Marmalade? Yunho cerró los ojos,
intentando poner en orden su mente. Ahora que hacia memoria, a ese hombre ya lo
había visto algún tiempo atrás cuando
estaba coqueteando con la mujer en calle ¡¿Cómo se pudo haber olvidado de eso?!
Dios, era un idiota.
Las piezas empezaban a cuadrar pero aun Yunho tenía
un montón de preguntas, la cual la más importante era: ¡¿Por qué rayos ese
hombre yacía ensangrentado dentro de un armario junto a Junsu?!
—¡Esta bien, está bien! ¡Lo acepto!
Y como si le hubiera leído su mente, Tiffany de la
nada empezó a gritar, gateando lentamente hasta el centro de la habitación, con
su cuerpo y cara inundado en un rio de lágrimas. —Estoy dispuesta a contarte lo
que pasa Yunho. Toda la verdad.
“Ya era hora” Yunho pensó. Si no conseguía respuestas, era
seguro que enloquecería por todo el circo que estaba sucediendo frente a sus
ojos.
Transcurrieron unos cuantos minutos mientras
Tiffany tomaba valentía y luego, cuando ella alzo su rostro, Yunho estuvo seguro
de que al fin escucharía toda la verdad. —Mi hermano planeo todo esto. Desde el
principio, desde que Jaejoong se acercó a mí. —Tiffany dijo, tratando de calmar
sus lágrimas. —Él quería que yo estuviera con él por su dinero y esa era
nuestra meta hasta que apareciste tú, y me cautivaste con tus encantos. Luego,
yo descubrí que tú tenías algo con Jaejoong y mi hermano decidió entonces que
tenía que quitarte del camino para que no trancaras sus planes. Esa fue la
razón de que incendiara el Bateau-Lavoir.
Yunho paso saliva. —¿Entonces fue idea de tu
hermano y de nadie más?
—Así es. —Ella asintió. —Todo lo que hizo Changmin
fue siempre para separar a Jaejoong de ti. —Ella se sentó en cuclillas y junto
ambas manos como si estuviera rezando —Por eso tuve que hacer lo que hice. Por
eso tuve que dispararle y matarlo. Él estaba cegado con su plan de que yo
estuviera con Jaejoong, y nada ni nadie podía hacerlo cambiar de parecer… Solo
la muerte.
La mujer empezó a llorar de nuevo y Yunho sintió un
millón de emociones acumularse en su pecho ante la revelación. Si había sido
idea de Changmin y nadie más que Changmin, entonces Jaejoong estaba libre de
toda culpa. Jaejoong era inocente, su Jaejoong era inocente y él lo había
juzgado injustamente. Yunho bajo la cabeza, sintiéndose terriblemente mal. Si
tanto decía que amaba a Jaejoong, él debió haberle creído en primer lugar, no
dudar de él como lo había hecho. Ahora tenía que redimirse, tenía que buscar a
Jaejoong para hacerle saber que creía en él.
Antes de que el señor Kim lo alejara completamente de
su alcance.
No obstante, aún estaba el problema de que estaba
atado y la loca de Lady Marmalade no estaba dispuesta a dejarlo ir. Sabía que
si seguía usando la resistencia, la mujer no lo liberaría e incluso sería capaz
de hacerle daño. Y es que, si ella se había atrevido a matar a su propio
hermano, Yunho estaba seguro que con él tampoco tendría compasión, por mucho
que dijera que lo amaba. Tentar a una mujer armada no era una buena idea, por
lo que tenía que idear otra estrategia. Usar algo de psicología para poder
desenredarse de su trampa.
Y no por nada él era un mago escurridizo de la
calle.
Era hora de usar alguno de sus trucos.
—Tiffany, lo siento. —Yunho le dijo después de unos
minutos, mostrando un semblante totalmente diferente al anterior. Junsu arrugó
el entrecejo al notar ese cambio tan drástico del comportamiento de Yunho, pero
al reconocer sus facciones, su voz y sus ojos, él pudo descubrir lo que Yunho
estaba intentando hacer. Así que lo dejo seguir. —No sabía todo esto. De verdad no entendía lo
fuerte de tus sentimientos por mí. He sido un estúpido.
La chica levanto su rostro magullado y sonrió
internamente por la aparente disculpa de Yunho. —Nunca había estado enamorada
de alguien antes como lo estoy de ti.
—Lo sé. —Yunho le respondió. —Y viendo que has
hecho todas estas cosas por mí, quizás te mereces una oportunidad. Ven aquí.
—Yunho la llamo con su brazo libre y la chica fue gateando hacia él, sin tener la menor idea de las
verdaderas intenciones del hombre. Una persona cuerda se habría dado cuenta al
instante de que era una trampa, nadie cambia de parecer tan rápido, sin embargo
Tiffany se encontraba tan inestable por todos los acontecimientos, que ya su
mente no parecía razonar.
—No llores mas Tiffany, no quiero verte llorar más.
—Yunho le susurró en cuanto ella se posó sobre su regazo. —No tienes la culpa
de lo que sucedió, solo eres una víctima de las circunstancias. Lamento no haberme
dado cuenta de eso antes. —Utilizando su mano libre, Yunho acaricio el rostro
de la chica y luego la uso para envolverla en un cálido abrazo. —Déjame consolarte,
es lo menos que puedo hacer por lo mucho que te has sacrificado por mí…
A continuación, Yunho se acercó a su rostro y
comenzó a besarla lento, uniforme, como si de verdad quisiera hacerla sentir
mejor con sus caricias. Tiffany se dejó embriagar por el sabor y la aparente
dulzura de Yunho que no noto que a medida que el beso se fue profundizando, la
mano de Yunho fue bajando de su rostro hacia los bolsillos de su vestido,
buscando con sus dedos la llave de las esposas. Cuando Yunho las encontró, envolvió
su brazo por detrás de la espalda de la mujer y la apretó más contra él
mientras intentaba encajar la llave en la cerradura.
La llave encajo perfecto y las esposas se abrieron
al instante. Yunho tuvo que ser cuidadoso para no dejar que ella notara como su
brazo quedo libre y en su lugar, la muñeca de ella era conducida a la trampa.
Sus labios de repente se separaron, Yunho le sonrió
a la chica.
—Listo.
Las esposas se cerraron en su muñeca. Tiffany solo
se dio cuenta de lo sucedido al ver a Yunho levantarse con total naturalidad y
ella quedar apresada en el borde de la cama. Había sido engañada.
—¡¿Qué es esto?! —Exclamó confundida. —¡Yunho! ¡Suéltame!
¡¡¡Suéltame te lo ordeno!!!
—No, Tiffany. —Yunho le mostro la llave. —El que se
enamora pierde. —En seguida arrojó la llave por la ventana y fue a desatar a
Junsu, ayudándolo a sostenerse luego puesto que el hombre se encontraba muy
débil.
A continuación, ambos se dirigieron a la salida de la
habitación para ir en busca de Jaejoong. Junsu la abandono primero y luego
Yunho se quedó en el pie de la puerta, mirando a la chica que se retorcía y
daba alaridos en el suelo. Sin nada más que hacer, Yunho se dio media vuelta
pero la frase que ella le dijo después le quedo retumbando en los oídos.
¡El que se enamora pierde Yunho, y ni tú ni Jaejoong van a poder ganar
esta vez! ¡¿Me oíste?!
Algo perturbado por eso, él abandono la habitación,
pensando que aunque ella había perdido todos los sentidos…
…Quizá lo que decía no estaba tan lejos de la realidad.
Saliendo a la calle, Yunho y Junsu se mantuvieron
corriendo por los calles de Mortmartre para alejarse de ella lo más lejos que
pudieran hasta que por sorpresa se
encontraron con Yoochun quien venía corriendo justo en la dirección contraria.
—¡Yunho…! —Le dijo muerto de cansancio. Luego
volteo a la persona que estaba junto al otro. —¡¿Junsu?! ¡¿Estas… vivo?!
—No hay tiempo de explicaciones Yoochun. —Yunho se
interpuso. —Tengo que ir por Jaejoong.
—Jaejoong…Estaba en tu habitación hace unos minutos.
—¡¿En mi habitación?! —Sin escuchar más, Yunho salió
corriendo hacia el Bateau-Lavoir, siendo perseguido por Yoochun y Junsu.
—¡No espera, no puedes ir allí! —Yoochun intentó
detenerlo pero Yunho corría tan rápido que le fue imposible alcanzarlo.
En menos de 5 minutos, Yunho llego de nuevo al
Bateau-Lavoir y subió las escaleras casi como si las estuvieran escalando. Empujando
la puerta de su habitación, Yunho se alisto para recibir de nuevo en sus brazos
a su amor pero cuál fue su sorpresa que ahí ya no se encontraba Jaejoong. El
cuarto estaba completamente vacía.
Yoochun llego después, seguido por Junsu, ambos
tratando de recuperar algo de aire.
—Me dijiste que estaba aquí. —Yunho le reclamó a
Yoochun con notable preocupación en su voz. No tenía buenos presentimientos.
—Pero aquí estaba. —Yoochun le respondió, al igual
que él, muy confundido.
—Voy a ir a su suite.
Yunho hizo el amago de salir de nuevo pero la mano
de Yoochun sobre su brazo lo detuvo por un instante. —Él no está ahí, él me dio
las llaves de su suite.
Ante eso, Yunho se tomó la cabeza, tratando de
pensar en que otro lugar podría estar metido Jaejoong. Luego, como si de una
bala se tratara, el recuerdo de la casa que el señor Kim lo había llevado lo
impacto de manera súbita y sin dudarlo por un segundo más, salió de la
habitación en aquella dirección acompañado por Yoochun y Junsu.
Tenía que encontrar a Jaejoong. Algo le decía que
debía hacerlo.
Antes de que fuera demasiado tarde.
..
En la incertidumbre que le otorgaba esa bolsa
enrollada en su cabeza, Jaejoong recibió el enésimo golpe de la tarde. Los
hombres lo tenían atado a una silla y entre los tres, se turnaban para golpearlo
hasta que el señor Kim hiciera presencia. Jaejoong sentía sangre correr por su
boca y moretones formarse en su cara, pero él seguía fuerte, queriendo aguantar
hasta el momento final. Aun así, el dolor mezclado con el mareo en su cabeza
cada vez se incrementaba más y honestamente, ya no estaba muy seguro de poder
soportar por más tiempo. En realidad estaba sufriendo pero más allá del
padecimiento, estaba agradecido de que él fuera el que estuviera recibiendo la
golpiza en vez de Yunho. El solo pensamiento de ver a Yunho sufrir así, le
quemaba el corazón.
En seguida, un golpe particularmente fuerte en su estómago
lo dejo sin respiración y luego, una intensa bofetada en su ojo casi le hizo
perder el conocimiento. La sangre empezó a acumularse en su boca y él estuvo a
punto de clamar por un poco de piedad de no ser porque esa mordaza le tenía
imposibilitada el habla.
Estaba a poco de desfallecer. La muerte le llegaría
de esa forma y Jaejoong no pudo evitar sentirse miserable. Evocó por un minuto
los momentos felices de su vida: Su infancia en Corea, la relación con su madre
y los recuerdos vividos con Yunho. Recordó las manos amorosas de Yunho, las
cuales lo acariciaban y consentían, muy diferentes a las manos que ahora le
pegaban hostilmente. Por un instante, quiso tener a Yunho a su lado, así esa
tortura sería más fácil de sobrellevar.
—Yunho…por favor…
Pero no podía siquiera desear eso. Yunho era la
persona que estaba intentando proteger. Y así Yunho estuviera enojado con él,
Jaejoong soportaría hasta que su cuerpo dijera basta.
De repente, Jaejoong dejo de escuchar a los hombres
reírse y esos sonidos fueron callados por unos pasos particularmente fuertes
que entraron a la habitación donde se encontraba.
Al parecer su padre había llegado.
—Aquí esta señor, hemos cumplido. Ahora denos
nuestros pagos. —Uno de los hombres le informo al recién llegado y este no
tardo en sacar un fajo de billetes de su bolsillo y tirárselos en la cara,
ordenándoles salir de ahí después debido a quería estar completamente a solas
con su víctima.
Satisfechos, los hombres se largaron y el señor Kim
se quedó ahí, mirando al pobre hombre atado a esa silla. Prendió un cigarrillo
y merodeo un tanto por la habitación, pensando
en el mejor monologo antes de darle su “merecido” final.
—Te lo advertí Jung Yunho. —Él empezó. —Te advertí
que si te metías con mi familia, no saldrías bien librado. Pero no me quisiste
hacer caso, quisiste dártelas de sabelotodo, arriesgando tu pellejo frente a un
hombre como yo…
El señor Kim arrojó su cigarro al suelo y lo pisó
con la punta de su zapato.
—…Que mala decisión tomaste. En realidad te vez
como un hombre más inteligente. Pero supongo que no es así. —Hizo una pausa; una
sonrisa maligna curvándose en sus labios. —Tendrás que pagar las consecuencias
de tus actos. Con la familia Kim no te metes y menos con Jaejoong. —Agarró la
bolsa de tela que le cubría la cara al hombre con ansias de quitársela para
poderle ver los ojos al momento de matarlo, pero al último momento decidió no
hacerlo. —No, mejor así. —él dijo. —No tiene sentido ver tu insolente rostro.
A continuación, el señor Kim saco de su traje su revólver
y lo apuntó justo en el pecho del hombre.
—Hasta nunca infeliz.
Jaejoong cerró sus ojos, su aliento evaporándose en
un suspiro.
El señor Kim apretó el gatillo.
El sonido de un disparo haciendo eco.
La puerta abriéndose repentinamente.
Un hombre quedando aturdido.
Yunho, Junsu y Yoochun se ubicaron en una esquina en diagonal a la casa
alquilada por el señor Kim. La observaron por unos breves minutos y luego se
acurrucaron en círculo, planeando que era lo que iban a hacer. La casa no
parecía muy custodiada, de hecho se veía muy solitaria, como si a los empleados
se les hubiera dado un día de libertad. Sin embargo, la salida de tres hombres
por la puerta principal no pasó inadvertida por los tres, preguntándose entre
ellos porque esos hombres estaban en la residencia temporal de la familia Kim.
—¿Creen que Jaejoong esté ahí? —Junsu les susurró a ambos luego de pasar
unos minutos mostrándose indecisos.
—Es probable. Si no está en su suite, debe estar aquí. —Yoochun le
contesto, mirando de reojo la residencia. —¿Qué hacemos? —Se dirigió esta vez a
Yunho, ya que al parecer él era el que tenía las riendas de la situación.
Yunho se demoró unos minutos en responder, y luego de analizar toda la
situación, él se dirigió a ambos. —Voy a entrar a buscarlo. Quédense aquí y espérenme.
Prometo no tardar.
Sin esperar respuesta, Yunho se escabullo entre la calle y no dudo en
abrir la puerta principal de la casa, no importándole si alguien dentro impedía
su entrada. Yoochun se quedó observándolo desde la esquina y como si su sexto sentido
le advirtiera, él noto la presencia de un auto negro que se encontraba ubicado
en la acera en frente de la casa.
De inmediato los reconoció.
Eran los subordinados del imperio japonés y al parecer habían escogido
ese preciso día, esa precisa hora, para dar marcha a su golpe final.
Yoochun se mordió los labios. Yunho había caído en la boca del lobo, ahora
solo esperaba que fuera lo suficientemente rápido para no quedar envuelto en el
asunto.
Yunho, por otro lado, entro a la casa y tal fue su suerte que se
encontraba totalmente vacía, al menos la planta inferior. Realmente era muy
extraño. Subiendo las escaleras con cautela, Yunho llego hasta un pasillo que
estaba en completa oscuridad y visualizó algo de luz proveniente de la ranura
inferior de una puerta. Sin pensarlo demasiado, él llego hasta la puerta y la
abrió de par en par a la vez que un sonido de un disparo retumbo en las paredes
de la casa.
Todo se volvió más lento en un segundo.
Yunho se quedó paralizado.
De pie en el centro, se encontraba el señor Kim con
un arma recién disparada apuntando a un hombre anónimo el cual estaba amarrado
a una silla.
—¿Qué es esto? —Yunho preguntó confundido,
profundamente impactado con la escena.
Al verlo, El señor Kim trastabilló unos pasos hacia
atrás y abrió sus ojos como si hubiera visto un fantasma. —Tu…tu… —él
tartamudeo, sin poder dar crédito a lo que sus ojos veían. De verdad no lo
podía entender, si Yunho estaba ahí, entonces… el hombre al cual le había
disparado…
De inmediato, se acercó y jalo bruscamente la bolsa
de tela que tenía el otro sujeto alrededor de su cabeza.
Su verdadera identidad quedo expuesta.
Y ambos, el señor Kim y Yunho se sintieron
desfallecer.
—¡¡¡Jaejoong!!! —Yunho fue corriendo hacia el otro y
lo desamarro de la silla, cayendo este a sus brazos. Su rostro estaba
completamente magullado por los golpes, casi irreconocible y de su pecho brotaba
sangre producto del disparo. Yunho le quito la mordaza y un rio de sangre salió
de su boca. Se encontraba realmente mal, sus ojos amenazando en cerrarse en
cualquier segundo. —Jaejoong, Jaejoong…estoy aquí. —De los ojos de Yunho comenzaron a emerger
lágrimas, su cuerpo estaba temblando y su mundo se estaba comenzando a
derrumbar.
—Yunho… —Jaejoong susurró con la poca fuerza que le
quedaba. Aunque estuviera casi moribundo, el hecho de ver a Yunho ahí le
provoco una inmensa felicidad.
—Estoy aquí. Resiste. —Yunho lo calmo y luego
volteo a mirar al señor Kim. —¡¡¡¿Qué ha hecho?!!! ¡¡¡¿Qué demonios ha
hecho?!!! —Le gritó enfurecido.
El señor Kim cayó de rodillas y se quedó mirándolos
con ojos apagados como si de repente le hubieran quitado la vida. ¿Qué había
hecho? ¿Por qué Jaejoong estaba ahí?... ¿Por qué…? Tantas preguntas inútiles
que ahora no importaba si tenían respuesta. Lo único que contaba es que él le había
disparado a su único hijo, a la única persona por la cual estuvo dispuesto a
matar.
Que irónica y cruel era la vida.
—¡Pensé que eras tú! ¡Yo quería matarte a ti! ¡No sabía
que era Jaejoong! —El señor Kim le respondió histérico y se acurrucó tomándose
la cabeza, impidiendo que sus lágrimas dejaran ver su orgullo e impotencia
mezcladas.
Yunho no pudo reaccionar ante eso porque sintió a
Jaejoong contraerse en sus brazos, tratando de respirar algo de aire. —Jaejoong, no cierres los ojos. —le rogó al
acariciar las heridas de su rostro. Se sintió de repente muy culpable, como si
él hubiera sido el que le hubiera propinado esos golpes. —Te creo. Sé que no
fuiste tú el del incendio…perdóname por dudar de ti. Te amo, te amo mucho. —Yunho cerró los ojos cuando las lágrimas de
arrepentimiento inundaron su cara. Comprendió entonces todo el meollo del
asunto y porque Jaejoong había sido disparado por su padre.
Jaejoong se había sacrificado por él.
Jaejoong había hecho un acto de amor por él.
—¡Lo siento! ¡Lo siento! —exclamó fuerte y junto su
frente con la del otro en un intento de mantenerlo consigo en el presente.
Sin embargo, sus disculpas no fueron escuchadas.
Al momento de abrir los ojos de nuevo, Jaejoong ya
los había cerrado. Ya se había marchado completamente de este mundo.
El disparo le había atravesado el corazón y no
había forma de volverlo a resucitar.
Todo estaba perdido.
—¡¡No!! —Yunho grito y se aferró al cuerpo como si
estuviera aferrándose a la propia vida de Jaejoong. —¡No me puedes dejar!
¿Recuerdas que estaríamos en América? ¿Lo recuerdas? No me dejes…
Le suplicó con el aliento quebrándose mientras los
recuerdos junto a Jaejoong lo golpeaban intensamente. Si tan solo hubiera llegado
un segundo antes, si tan solo él hubiera estado en el momento en que
Jaejoong estuvo en su habitación, si tan
solo le hubiera creído…nada de eso estuviera pasando. Él estaría junto a
Jaejoong y no tendría ahora que sentir ese horrible dolor que lo carcomía por
dentro.
Pero todos esos Si
hubiera se traducían en suposiciones, que en el mundo real no tenían
cabida.
—¡¡No hijo!! —El señor Kim se levantó e intento
llegar hasta Jaejoong pero Yunho se lo impidió, manteniéndolo fuera de su alcance
lo más lejos que pudo.
—¡¡¡No se atreva a tocarlo!!! ¿No ve que todo esto
es su culpa?
—¡Yo no quería hacerle daño! ¡Yo solo pensaba en su
bienestar!
—Y por querer pensar en su bienestar, terminó
matándolo… —Yunho se ahogó en sus propias lágrimas, estaba tan conmocionado que
ni siquiera podía hablar con fluidez. —Nunca pensó en Jaejoong… nunca pensó en
lo quería o en lo que sentía…. ¡¡¡Siempre pensó en usted mismo!!! …y eso
termino por devolvérsele.
Las crueles palabras hicieron mella en el corazón
del señor Kim y este solo pudo retorcerse en el piso, sintiendo como ahora todo
se volvía en su contra. Era cierto, todo lo que él hizo siempre fue pasar por
encima de los deseos de Jaejoong y ahora todo el daño que le causo, el mundo se
lo cobraba con brutalidad. Le había quitado la vida y ahora tendría que cargar
por siempre con la culpa.
Definitivamente, nada en esta vida se queda sin
cobrar.
Y el señor Kim había aprendido a las malas esa
lección.
Lástima que él no quería darse por vencido.
Levantándose del suelo, el señor Kim estuvo
dispuesto a vengarse del hombre que había causado indirectamente el asesinato a
su propio hijo y utilizando el mismo revólver, él apunto a la cabeza de Yunho,
no importándole nada en esos momentos.
—¡Yunho!
Repentinamente Yoochun apareció en la puerta,
luciendo afanado y terriblemente preocupado. —Yunho… ¿Qué…? —Las palabras se le
quedaron en la boca al ver a un destrozado Yunho con el cuerpo inerte de
Jaejoong en sus brazos y el señor Kim con un arma apuntándole a la cabeza. —¿Qué…
sucede? —Se aventuró a preguntar, aunque ya sabía la respuesta a esa pregunta.
—Lo mato... Jaejoong está muerto….
Ante la confirmación, Yoochun se llevó una mano a
la frente e intentó respirar. ¿En qué momento sucedió aquello? ¿Por qué el
señor Kim le arrebato la vida a su único hijo?
De improvisto, un sonido sordo proveniente desde la
planta inferior de la casa hizo a Yoochun poner a un lado sus preguntas, y
ejecutar lo que había estado dispuesto a hacer en el momento que decidió ir en
busca de Yunho.
Los japoneses habían llegado y estaban dispuestos a
reclamar la vida del señor Kim, y cualquiera que estuviera presente.
—¡Yunho rápido tenemos que irnos! —Dejando el shock
de ver a Jaejoong muerto, Yoochun intentó arrastrar a Yunho fuera de la
habitación pero este no estaba preparado a dejar el cuerpo de Jaejoong.
—¡No, no me iré! —Le suplicó, aun abrazando con
fuerza a su amado en sus brazos.
—¡No lo entiendes! ¡Te mataran! ¡Tenemos que irnos!
—¡¡No lo dejare!!
—¡¡¡No, él no se ira!!! — El señor Kim
inesperadamente intervino —¡Me las pagara! ¡Me las pagara por lo que me hizo
hacer! —volvió a levantar su arma, y Yoochun, ante la terquedad de Yunho y la
locura del señor Kim, no tuvo otra opción que tomar de las axilas al moreno y arrastrarlo
fuera del cuarto, intentando controlar el cuerpo inquieto de Yunho que quería
volver con Jaejoong. El señor Kim apretó el gatillo pero las balas se le habían
acabado, por lo que no le quedó otra opción de vengarse de Yunho con sus propias
manos. A continuación, Yoochun se las arregló para alejar a Yunho del señor Kim
y luego lo impulsó por un pasillo a la par que el señor Kim salía y los
japoneses subían por las escaleras en dirección al cuarto principal. Lo último
que Yoochun escuchó al salir por la parte trasera fue una balacera de disparos
que muy posiblemente fueron dirigidos al señor Kim.
A las afueras, Junsu los esperaba en una esquina
cercana y cuando vio que Yunho venia hecho trizas, fue directo a abrazarlo aunque
no supiera porque Yunho estaba en esas condiciones. En cuanto su cuerpo lo
recibió, sintió la tristeza saliendo del alma de Yunho a la vez que
sentimientos de impotencia y desesperación se hacían presentes. Y Cuando Junsu
se volteo a Yoochun y le reclamó una explicación, este solo negó levemente,
como si le quisiera decir que no existían palabras para lo que había acabado de
suceder.
..
La música en vivo sonaba fuerte.
Los platillos, bombos y saxofones tocados al unísono
mientras las bailarinas alzaban pierna y se divertían con los hombres. Otra vez
esa atmosfera sensual, apasionante y de alguna manera prohibida volvió a
atrapar los sentidos de Yunho, pero en esta ocasión hubo algo diferente. También
estaba presente la melancolía: la tristeza de llegar a ese lugar y sentir un vacío
profundo.
Como todas las noches hace unas semanas después de
la muerte de Jaejoong, Yunho entraba al Molino rojo, se ubicaba en la barra, pedía
un coctel fuerte y esperaba hasta que fuera el cierre del lugar. No disfrutaba
el show, ni coqueteaba con bailarinas u otras personas, no. Él solo se quedaba
ahí, mirando hacia el mismo punto en ese balcón exclusivo como si estuviera
esperando su llegada. Como si estuviera esperando que repentinamente apareciera
y volteara su mirada hacia él.
Pero eso no sucedía.
Por mucho que esperara, el asiento en el balcón permanecería
vacío.
Y así se quedaría, aunque Yunho no lo quisiera
admitir.
Jaejoong se había ido y eso era algo que él no
podía cambiar.
Bajando su cabeza, Yunho dejo escapar dos lágrimas
solitarias que le humedecieron el rostro. Probablemente se quedaría seco de
tanto llorar, pero él sinceramente no sabía que más hacer para combatir lo
desgarrado que se sentía por dentro. Jamás en su vida había experimentado un
dolor así, ni siquiera cuando creyó a Junsu muerto, experimentó esa sensación
de vacío que le estrujaba el corazón.
Él siempre se creyó tan fuerte, tan resuelto sobre
todas las cosas que nunca se imaginó que algo pudiera impactarlo así. Pero al
parecer se había equivocado.
Ese hombre de ojos negros, tez suave y cabellos marrones
lo había hecho.
Aun recordaba a la perfección la primera vez que conoció
a Jaejoong: Esa mirada despectiva, ese aire de superioridad y esa declaración
de guerra hacia él. Recordaba bien las peleas que propiciaban al codiciar a
Lady Marmalade, sin saber que entre más se pugnaban más se iban atrayendo entre
sí. Luego, fue su primer beso, ese que había sido confuso y apasionante, y
millones de besos le siguieron después cuando al fin reconocieron que era lo que
sentían por el otro. Yunho nunca pensó que se llagaría a enamorar tanto de
alguien como de Jaejoong y nunca pensó también que las cosas terminarían así.
Tan injustas y amargas. Él estaba seguro que ninguno de los dos se lo merecía,
sin embargo a veces la vida es cruel y las personas que menos hacen daño, son a
las cuales más daño les causan.
Por un momento deseó que todo se hubiera tratado de
una cruel mentira, un mal sueño…una horrible pesadilla. Que lo despertaran, y
Jaejoong estuviera ahí, sonriéndole y recibiéndolo con un beso, diciéndole que
no tenía que preocuparse más porque no estaba en la realidad.
La cuestión era que si lo estaba y si no se
acoplaba a ella, terminaría por arruinarlo.
Bebió otra tanda de esa bebida amarga que le
raspaba la garganta, intentando con eso poder aliviar así fuera un poco el
dolor de su alma.
Más tarde, cuando la noche fue llegando a su desenlace,
Yunho estuvo convencido de que al fin había llegado el momento de dejarlo pasar.
De admitir que Jaejoong no aparecería por arte de magia en ese cabaret y se
comportaría como nada hubiese pasado. Debía dejar ir a Jaejoong y atesorar solo
en sus recuerdos lo lindo que fue estar a su lado.
De hacerlo descubrir su verdadero yo y lo costoso
que en realidad era por dentro.
Porque Jaejoong valía millones pero no por la
cuenta de su banco.
Sino por lo hermoso que fue su corazón al
arriesgarse por amor.
Pagando la cuenta, Yunho se fue del lugar con la
cabeza en alto, prometiéndose a sí mismo que esa era la última vez que
visitaría el famoso Molino rojo de
Paris.
Fin
Nota:
Antes que nada:
El final se siente muy abrupto porque quise dejar
algunas cosas para el epilogo (detallitos que faltan y el destino de algunos
personajes), por lo cual el final final sera el epilogo, que es ya la
conclusión de todo.
Bueno ya aclarando esto, empiezo:
NO ME ODIEN TT.TT
Sé que muchas odian los finales tristes, pero yo quería
darle este final a este fic. Cuando imagine la historia (hace más de un año)
solo tenía presente cual iba a ser el principio y el final. Y aunque me fui
encariñando con este Yunho y Jaejoong conforme fui escribiendo los capítulos y
quise cambiar el final para hacerlo feliz o menos triste, no me gustaba el
resultado final. No me satisfacía. Así que decidí dejarlo como lo pensé en un
principio, así rompiera algunos corazones.
Espero que este capítulo les haya movido algo o
entristecido porque o si no ahí si me voy a poner más triste TT.TT quiero saber
si logre conmoverlas así fuera un poco.
Todos mis Fics siempre habían tenido finales
felices y por eso también quise cambiar un poco esta vez. Lo siento u.u
Espero que tengas ganas para leer el epilogo, que
será muy sentimental.
Gracias por leer y por dejar comentarios. Siempre
es bonito que miren a algo que le has puesto ganas. Déjenme sus comentarios del
final y del fic en general, por favor. Para mí fue algo difícil comenzar a
escribir esta historia porque no tenía inspiración, y el bloqueo me duro un año
hasta cuando pude sobrepasarla. Me he esforzado y sé que esta temática no es lo
que la mayoría de las fans les gusta leer, pero de igual forma quise hacerlo
porque me parece importante escribir cosas diferentes a lo que escriben los
demás.
No teniendo nada mas que decir, los espero en la próxima
actu.