Capítulo 1 – Primer encuentro: Pensaba tantas cosas que él estaba cansado de pensar.
Sus ojos mezclándose con la espesura del bosque.
Sus garras fijas en la tierra seca.
Sus sentidos enfocados en el ángel que volaba desprevenidamente
sin notar la presencia maligna que se cernía sobre él.
El humano a su lado aún más incauto sin saber del futuro que le depararía
por estar entre ese ángel y ese demonio.
Oh sí. Era el día perfecto para comenzar su plan.
Ahora solo tenía que pensar como lo iría a efectuar.
..
J
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aejoong no tenía percepción del tiempo o de las
circunstancias que lo habían hecho convertirse en un ángel. No sabía cuándo
exactamente había llegado al cielo, o por qué razones él se encontraba ahí. No
sabía si había muerto o si en su lugar siempre había sido una criatura de dios.
No sabía si siendo humano en la tierra había tenido el mismo rostro o si incluso
compartía el mismo nombre. Lo único que sabía era el presente que estaba
viviendo. Vestido con sus túnicas blancas, su aureola brillante y sus alas de
plumas blancas, Jaejoong pasaba el tiempo en el cielo con los demás ángeles del
firmamento.
Pero…
Pero Jaejoong a veces se preguntaba porque se sentía
tan diferente a los demás. Se supone que en el reino de dios no existen las
preocupaciones, no existe el miedo ni el dolor. Los Ángeles solo viven su
existencia sin preguntarse del ¿Por qué? o del ¿Cuándo? de las situaciones. Si
eso es así,entonces… ¿Por qué él se sentía tan fuera de lugar en un lugar que
se supone solo debe sentirse alegría y paz? ¿Por qué a veces el cuestionaba su
existencia y la de los demás? ¿Por qué se sentía más maravillado de la vida en
la tierra que de la vida en el paraíso? Jaejoong no podía entender a su mente.
Pensó alguna vez que el simplemente no era un ángel sino algún hibrido raro que
había surgido inexplicablemente en el paraíso de dios. Pensó tal vez que él era
un humano que aún no podía dejar atrás su pasado. Pensaba tantas cosas que él
estaba cansado de pensar. El solo quería sentirse libre y en paz como los demás
Ángeles. Era por eso queen ocasiones Jaejoong se sentía infeliz y ese hecho era
tan contradictorio.
Las cosas cambiaban cuando Jaejoong bajaba a la tierra
(cosa que solo era permitida para un cierto número de Ángeles). Aunque el cielo
era hermoso, tanta perfección y deslumbrancia a veces lo aburría. Prefería ir a
la tierra a explorar sus innumerables paisajes, jugar con los animales y de vez
en cuando espiar secretamente a los humanos. Podría pasar horas y horas tan
solo contando el número de flores de una pradera, sin importar si eso era una
actividad inútil o no.
Aunque Jaejoong en su vida solo hubiera conocido el
bien, fue cuando llego a la tierra que descubrió el mal. Los demonios, los
eternos enemigos de los Ángeles, eran los que propagaban el mal en la tierra y
hacían desviarse a los ingenuos humanos del camino de dios. Abundaban más
demonios que Ángeles en el mundo por lo que Jaejoong siempre tenía que cuidar
no enfrentarse con uno. Les temía terriblemente.
—Joongie, los
demonios son criaturas horribles, no te les acerques.
Era la advertencia que le había dicho junsu, uno de los
Ángeles compañeros del cielo.
—Son bestias
que solo quieren provocar el sufrimiento y alejar a las almas de dios para
llevarlas al diablo, y hacerles pagar por la eternidad. —Continuo —Odian a los Ángeles y si se le acercan a uno
es probable que no sea para nada bueno.
La mayoría de los demonios eran físicamente muy
diferentes a los Ángeles y entre si también. Algunos eran seres bestiales, monstruos
horrorosos con grandes cuerpos peludos y afilados dientes. Luego estaban los
sin forma, espíritus rondando sin ninguna característica fija. Y luego estaban
los casi—humanos, casi—angeles. Estos eran los más aceptables pero de todos
modos seguían siendo temibles. Demonios con forma de humanos que contaban con
prominentes cuernos, una cola afilada, ojos rojos y unas grandes alas de
murciélago. Jaejoong pensaba que no eran
tan feos, que en realidad algunos podrían hacerse pasar por seres apuestos pero
sus características “endemoniadas” era lo que los arruinaba a los ojos del
ángel.
Una vez no hace mucho tiempo había tenido la
oportunidad de ver cara a cara a uno de ellos. Estaba en una cascada en algún
lugar sobre la tierra, donde se encontraba con otro ángel a quien había
convencido de acompañarlo a la tierra. Ambos jugaban con el agua de la
corriente cuando sintieron una presencia extraña frente a ellos. Jaejoong alzo
los ojos para ver frente a frente a un grupo de demonios escondidos entre la
maleza del bosque. Parecían ajenos a la presencia de los dos Ángeles pero había
uno en particular que los miraba fijamente desde su sitio. Era un demonio con
forma de humano, su cabello era negro y su piel un tanto bronceada. Era delgado
pero se veía prominente. Jaejoong no pensó que fuera tan terrorífico hasta que
vio esa mirada roja en sus ojos.
—Jaejoong, vámonos. No debemos estar aquí. —El ángel a
su lado hablo con precaución. Se veía tan tranquilo a pesar de que el mismo
estaba comenzando a tener miedo ¿Por qué un ángel debería tener miedo? No lo
sabía.
Luego de esa vez, Jaejoong había visto unos pocos
demonios rondando por ahí, pero nunca ninguno tan cerca ni que hubiera notado
su presencia. No era aconsejable acercárseles ni mucho menos tratar de hablar
con ellos. Estaba prohibido y era sumamente peligroso. Jaejoong optó entonces
por seguir el consejo de junsu y tratar de mantenerse alejado de ellos, y la
mejor forma de hacer eso era tratar de evitar acercarse a los humanos.
Porque donde había humanos, había demonios.
..
La promesa de Jaejoong había sido cumplida a cabalidad,
si ese humano no se hubiera metido en su camino.
El ángel Jaejoong sabía lo que era el amor pero nunca
antes lo había experimentado de una forma tan fuerte. El sentía amor por los
demás Ángeles, inocente y fraternal, pero lo que había comenzado a sentir por
aquel humano era algo que nunca había sentido antes. Era algo que no podía
explicar.
Shim Changmin era un joven de campo que vivía en una
cabaña muy cerca de la pradera en la que Jaejoong le gustaba estar. Jaejoong lo
había observado varias veces y se había sentido cautivado por la belleza y el
porte de ese hombre. Pese a que se había prometido a si mismo tener el mínimo
contacto con humanos, Changmin le había interesado desde el momento en que lo
vio. Al principio pensó que era una admiración que había desarrollado hacia ese
humano en particular, pero cuando la necesidad de verlo se hizo cada vez y cada
vez más fuerte, Jaejoong pensó entonces que tal vez no se trataba de admiración
sino de un sentimiento más profundo.
Lo confirmo cuando vio a Changmin con otra persona la
cual Jaejoong sospecho que debía ser su amada. Jaejoong sintió un ardor en su
corazón acompañado de una fuerte necesidad de alejar a esa persona de su
humano. Se preguntó si había comenzado a sentir odio pero alejo esa idea de su
cabeza. Él no quería odiar, él no estaba hecho para odiar y a pesar de que él
podría experimentar sentimientos que la mayoría de ángeles no poseían, él no
quería tener ningún sentimiento impuro sobre sí. Así que decidió que mientras Changmin
fuera feliz, él también lo seria por mucho que le costara el hecho de que Changmin
estuviera con otra persona y que él nunca lo notaria por el hecho de ser un
espíritu imperceptible.
Si su opción era sufrir en vez de odiar, entonces él lo
haría.
—Ángel de la
guardia, mi dulce compañía…
Escucho una vez a Changmin orar a un Ángel, pero lo curioso
es que ninguno se encontraba cerca de él. Se supone que casi todos los humanos
cuentan con un Ángel de la guardia ¿Por qué este joven Changmin no tenía uno? O
es que acaso él estaba destinado a ser su…
Jaejoong comenzó entonces a estar menos tiempo en el
cielo y más tiempo al lado de su dichoso Changmin. Acompañarlo cada día,
cuidarlo de los peligros, admirarlo desde al lado, verlo sonreír, gritar,
soñar, eran cosas que había aprendido a valorar a su lado.
Ser el ángel de la guardia de la persona que decía amar
le había dado un sentido a su complicada vida.
..
La rutina podría significar
algo aburrido para Jaejoong si no se tratara del hábito que se había impuesto
para estar al lado de su humano. Por las noches se la pasaba en el cielo,
compartiendo con los demás Ángeles, pero cuando el sol salía por el horizonte, Jaejoong
se escabullía hábilmente para llegar a tiempo cuando Changmin se levantara en
la mañana.
Observaba a Changmin
alistarse para el trabajo, lo acompañaba hasta el pueblo cercano, lo vigilaba a
cada hora del día, compartía con el su almuerzo y por la noche regresaba junto
a él de nuevo a su hogar. Podría escucharse algo tedioso pero a Jaejoong le
gustaba tanto estar con Changmin, que era más bien un regalo que una obligación
pasar su día con él.
Jaejoong sabía que se estaba
tomando responsabilidades que no le correspondían. Los Ángeles de la guarda eran
seleccionados en el cielo para poder cumplir a cabalidad el compromiso de
cuidar y guiar a un humano en la tierra. Se trataba de seres más sabios, más
cuidadosos y más fuertes que los Ángeles normales que se quedaban en el cielo.
Él no podía ser un Ángel de la guardia ya que aún era muy inmaduro y no tenía
la capacidad suficiente como para encargarse de un humano. Pero al ver que Changmin
no contaba con un Ángel de la guarda Jaejoong decidió otorgarse el mismo el
título de Ángel de la guarda y cuidarlo por el resto de su vida. Así podría
estar con él.
Si algún Ángel lo
descubriera desobedeciendo las leyes tal vez lo desterrarían. Los Ángeles
generalmente eran obedientes y solo aceptaban el destino que les tocaba, pero Jaejoong,
siendo el extraño Ángel que era no acataba esas normas. El solo se dejaba guiar
por su corazón y sus instintos… ¿Qué había de malo en salir del cielo solo para
cuidar un humano?, no estaba haciendo nada malo ni deshonroso. Él tan solo
estaba cometiendo un acto de bondad.
—Ah…. —Jaejoong suspiró
pesadamente recostado boca abajo en el sofá mientras veía que la novia de Changmin
llegaba a la casa.
Aunque decía que podía
manejarlo, esos extraños sentimientos llamados celos empezaban a florecer desde
su interior.
—¡Amor! —Ella se le abalanzo a él mientras reía en sus
brazos.
—Seohyun, tardaste en llegar. Creí que no ibas a venir.
—Cómo no iba a venir si era nuestra celebración de
nuestro aniversario.
—Es cierto y te compre algo, espera. —Changmin le hizo
un gesto a su novia señalando que la esperara. Él fue hacia uno de los cuartos
de la casa y ella se quedó de pie en la sala, ansiosa. Luego el salió y le
mostró un hermoso collar brillante color plata haciendo que ella se le
abalanzara emocionada (de nuevo) y le diera un firme beso en los labios.
Jaejoong suspiró otra vez hacia la escena. Él quería
tanto sentir un beso. Sabía que era una muestra de afecto entre los humanos y
que solo se los daban aquellos que estuvieran enamorados. Jaejoong había
intentado antes besar a Changmin (principalmente cuando este dormía), pero Jaejoong
siendo tan solo un alma transparente e intocable, jamás podría tener un beso de
Changmin. Jamás podría experimentar como se sentiría tocarlo y que él lo tocara
a él. Jaejoong se deprimió por el pensamiento y decidió salir de la casa.
Rozando los pastizales como un alma en pena, Jaejoong
levanto la cabeza mirando hacia el cielo. Anochecía. Ya pronto seria la hora en
que tendría que partir de nuevo al firmamento. Algo desganado, Jaejoong batió
sus bellas alas para tomar impulso pero una luz proveniente del bosque lo
distrajo y lo hizo quedarse en la misma posición. Su característica curiosidad
se hizo presente y en vez de partir hacia su hogar, se adentró más en el
bosque, deseoso por saber que era esa luz.
Luego la luz fue tomando forma y Jaejoong se dio cuenta
de que se trataba de una fogata. Era extraño porque los humanos casi no se la
pasaban por esos bosques, pero tal vez uno se había perdido y estaba haciendo
una hoguera. Efectivamente la luz se trataba de una fogata pero lo que estaba
al lado no era precisamente un humano. Era un animal, un cabrito para ser
precisamente exactos. A Jaejoong le resulto rara la imagen pero trato de no
pensar en porque un carnero estaba al lado de una fogata. Se suponía que los
animales le temían al fuego…o eso era lo que creía.
—Hola amiguito. —Se acercó al animal, acariciándole la
mandíbula. —¿Te has perdido acaso? ¿Porque estás aquí tan solito?
El animalito lamio amistosamente la mano de Jaejoong y Jaejoong
rió con ternura por la acción. Se sentó a su lado, esta vez acariciándole el
lomo.
—Sabes nunca había visto cabritos como tú por acá. Mucho
menos a uno que fuera capaz de hacer su propia fogata. —Se rió ante su broma.
El animal se acurro contra Jaejoong y Jaejoong hizo lo
mismo, fijando su mirada en la cada vez más creciente fogata. No entendía pero
la sensación le hacía sentirse en paz. Siempre le había gustado compartir con
los animales porque a pesar de que no decían ni una sola palabra, al contrario
de los humanos si notaban su presencia.
Jaejoong comenzó a entrecerrar los ojos pero una voz en
su oído le hizo abrirlos de nuevo —Te tengo. —Levanto su mirada y pudo notar
que unos fuertes brazos lo estaban abrazando. Asustado batió las alas y se dejó
caer en el piso, enfocando su mirada hacia al frente.
El cabrito había desaparecido y en lugar de éste, una
figura grande se posiciono de pie frente a él. Enfoco más la vista y pudo notar
que se trataba de un demonio. El corazón se le detuvo por un momento.
—Vaya, vaya así que ha caído un lindo angelito en mis
garras.
El demonio hablo y Jaejoong se arrastró por el piso,
asustado. Lo miro. Era uno de esos demonios casi— humanos casi—Ángeles como él
los llamaba. Era alto, de cabello negro y mirada afilada. Su piel era bronceada
y vestía con ropa negra: pantalones y una especie de chaleco que le dejaba a la
vista el pecho. Tenía un par de cuernos como los del carnero de ahorita, unas
alas rojizas en forma de murciélago y una cola larga en punta. Los uñas de sus
manos y pies desnudos eran exageradamente largas. Parecían garras.
Una sonrisa malévola se escapaba de sus labios —¿Qué?
¿El cabrito se te comió la lengua? —Se inclinó, acercándose peligrosamente a Jaejoong.
—Tu… tu…
—¿Yo? ¿Yo que?
—Tu… eres un demonio. —Jaejoong logro hablar finalmente
y el ser soltó una carcajada.
—Que comes que adivinas pequeño. —El demonio Yunho
empezó a caminar, rodeando a Jaejoong. —Hola angelito… ¿Te has perdido acaso?
¿Porque estás aquí tan solito? —Imitó lo que Jaejoong le había dicho hace unos
segundos.
—¿Qué…quieres de mí?
—Sabes nunca había visto a angelitos como tú por acá.
Mucho menos a uno que fuera capaz de acercársele a un demonio. —Continúo Yunho,
imitando de nuevo la risa de Jaejoong cuando le dijo eso.
Jaejoong se levantó del suelo asustado. Ahora si había estaba
en problemas.
—Yo…no me acerque. Tú me engañaste.
—La curiosidad mato al Ángel, ¿lo sabias?
Yunho se inclinó a acariciar la mejilla de Jaejoong
pero este lo esquivo.
—¡Aléjate! ¡No te acerques a mí! ¡No te atrevas a
acercárteme!
Yunho entrecerró los ojos. —No me dejes con la
curiosidad angelito. Enserio ¿Por qué estás en el bosque?
—No te diré nada.
—No enserio, dime, no te hare daño.
Jaejoong sabía que no podía confiar en un demonio. Eran
engañosos, embusteros y malignos. Nada bueno podía provenir de ellos.
—No… no lo hare.
—Bien. —Yunho suspiró ante la falta de cooperación de Jaejoong.
—Así que eres un Ángel que anda deambulando solo por los bosques. Sabes yo creí
que lo sabía todo acerca de los Ángeles, pero creo que me he equivocado esta
vez.
—¿A qué te refieres?
—Creí que los únicos ángeles que deambulaban en la
tierra eran los Ángeles guardianes. Pero… tú no pareces uno de ellos. Tan solo
pareces como un Ángel que se ha caído.
—Yo si soy un Ángel guardián —Se apresuró a decir Jaejoong.
¿No es como si estuviera mintiendo, cierto? El si era un Ángel guardián… uno no
oficial, pero ángel guardián al fin y al cabo.
Yunho se detuvo al verlo. —¿En serio?
—Si-i. —contesto inseguro Jaejoong.
—¿Y tú humano donde esta?
—Él se encuentra muy cerca de aquí. En el valle.
—¿Y porque no estas con él? ¿No se supone que un angel
guardián siempre debe estar con su humano?
Jaejoong se mordió la boca. No quería revelar la
verdad.
—Además tú no pareces como un angel guardián. Eres
flacucho, pequeño y casi insignificante. He visto muchos Ángeles guardianes y
ninguno se parece a ti. —Yunho menciono con poco tacto y Jaejoong se sintió
ofendido ante el comentario.
—No estoy con él porque tú me distrajiste. —Jaejoong se
excusó.
—Entonces que mal ángel de guardia eres.
Yunho comentó con suficiencia, dándole la espalda.
—¿Por qué me has traído hasta aquí? ¿Qué quieres de mí?
—Jaejoong saco el valor de decirle al temible demonio que estaba frente a él.
Yunho se volteo de alguna forma divertido por la aparente
valentía del angel más pequeño –Me pareciste lindo angelito. —Iba a ver cuánto
le duraría aquella osadía.
—¿Q-que?
—Me pareciste lindo y quise que vinieras a jugar
conmigo.
—¿A jugar? —Jaejoong no podía entender. Siempre le
habían dicho que los demonios eran malos y que nunca les hablaban a los Ángeles
si no era para hacerles daño. No podía entender porque este demonio se estaba
comportando tan raro con él.
—Sí, a jugar. O tal vez a comerte. No se aun lo estoy
decidiendo. —Yunho bromeo, mirándose con desdén las garras.
Jaejoong abrió los ojos en demasía ¿Acaso los demonios comían Ángeles? ¿Por qué nunca había sabido de eso?
—No por favor, no me comas,
hare lo que pidas . —Jaejoong rogo y Yunho no pudo creer la ingenuidad de ese
angel.
—No se angelito, veo que has estado muy arisco conmigo.
No sé si pueda perdonarte la vida.
—Yo no me comportare mal pero por favor, no quiero que
me comas.
Yunho se rió. —Está bien, bien. Te dejare ir por esta
vez pero con una condición.
—¿Cuál condición?
Yunho se dejó de reír y se acercó hacia Jaejoong,
quedando a muy pocos centímetros de él. —Quiero que me muestres tu humano para
poder creerte que eres un angel de la guardia.
Jaejoong paso saliva. Si dejaba que un demonio se
acercara a Changmin tal vez este estaría en peligro y si le pasaba algo nunca
se lo perdonaría. Por otra parte, este demonio se veía bastante maligno y él no
quería que se lo comieran. Si se lo comían, dejaría solo a Changmin.
—Está bien. —Dijo suspirando. —Te lo mostrare.
—Ok. —Respondió Yunho con una sonrisa.
—Pero mañana, ahora no es conveniente. —Dijo Jaejoong
pensando en que tenía que volver al cielo o los demás Ángeles notarían su
ausencia. Yunho levanto una ceja ante esto, al angelito le gustaba jugar con
sus reglas.
—Está bien, mañana por la mañana te veré en el valle.
Si no vas, vas a tener que afrontarte a las consecuencias.
—Si no vas… —Continuo Yunho, susurrándole al oído. —Te
buscare por todos los medios y te comeré. O tal vez….te entregare a mi amo para
que él sea quien te coma a ti. —Término mirando la cara de preocupación de Jaejoong.
Jaejoong asintió temeroso y alisto sus alas para
partir, pero la mano de Yunho lo evito, tomándolo fuertemente del brazo.
—Espera, quiero saber otra cosa. —Dijo.
—¿Qué es?
—Tu nombre.
Jaejoong se debatió internamente en si decirle o no su
nombre a ese demonio, pero como estaban las cosas daba igual si lo conocía o
no.
—Jaejoong. —Respondió.
—Bien angelito Jaejoong. —Dijo Yunho soltándolo. —Creo
que vamos a hacer muy buenos amigos desde ahora.
Jaejoong lo miro extraño y voló lo más pronto que pudo
hacia el cielo. Tan pronto como se fue, Yunho se recostó en el piso, lanzando
una sonora carcajada en el proceso.
Ok, tal vez ese no hubiera sido su plan original pero
si podía engañar a ese ingenuo angelito haciendo que Jaejoong mismo confiara en
el ¿Por qué no habría de hacerlo? Era mucho más divertido que tomarlo por la
fuerza y entregárselo a su amo. Se divertiría con él lo mucho que pudiera hasta
que fuera la hora en que tuviera que entregarlo.
—Creo que me voy a divertir mucho contigo, querido
angelito mentiroso. —Se habló a si mismo mientras se levantaba y desaparecía en
el fuego de la fogata.
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Gracias por tomarse el tiempo :)
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