miércoles, 29 de marzo de 2017

El Bosque de Daegu - Capitulo 10 (Final)

Capitulo 10 (Final) —El bosque: Tu poder hizo que yo… me enamorara de ti y si puedes cambiar el corazón de un hombre como yo, puedes hacer cosas imposibles…

…Porque me enseñaste a amar, y eso es algo que no cualquier guardián del bosque puede lograr.




—¿Jaejoong?

La tercera hermana de Jaejoong, Sooyoung, preguntó al ver salir de unos matorrales a un muchacho con cabello negro y tez blanca, justo como su hermano. Cuando el muchacho se acercó más y alzó su rostro, la chica estuvo segura de no estar alucinando. —¡Jaejoong! ¡Jaejoong! —Dejó lo que estaba haciendo y se precipitó hacia él, acobijándolo en un caluroso abrazo. —¡Papa, mama, hermanas…! ¡Jaejoong ha vuelto! ¡Ha vuelto!

Sin esperar, las demás hermanas y los guardianes mayores salieron de la madriguera, y envolvieron a Jaejoong en un abrazo fraternal, de esos que curan el alma y revitalizan el corazón. Ante tal expresión de amor, Jaejoong no pudo evitar llorar, desvaneciéndose entre el abrazo de su familia.

—Mama… —Jaejoong susurró entre lágrimas al ver el rostro gentil de su anciana madre. —Te extrañe mucho…

—Yo también te extrañe mi pequeño. —Ella le dijo mientras le acunaba su cara.

—¿Jaejoong, qué te hicieron, estas bien? —Fue el turno para hablar de su hermana mayor Sookijin. —¿El ejercito del Rey te tenia preso, no es así?

—Sí, —Jaejoong dijo débilmente. —Pero estoy bien.

—¿Te hicieron daño?

—No, él no me hizo daño.

—¿Él? —Sookjin inquirió. —¿El Rey?

Jaejoong se mordió los labios y dirigió su mirada hacia su padre, quien lo miraba con una expresión calmada, como si supiera a quien se quería referir. —No, no el Rey.

Sookjin lució confundida. —¿Cómo lograste escapar entonces?

—No escape, me liberaron.

—¿Quién?

Sin recibir respuesta, Sookjin vio a su madre apoderarse de nuevo de su hermano y guiarlo hacia la madriguera, diciendo que debía estar hambriento y muy cansado. Jaejoong se dejó llevar por ella, sintiéndose feliz por estar de nuevo en casa, aunque había algo que lo aturdía:

La sensación de regresar al pasado, antes de conocer al Coronel, lo hizo sentir terriblemente triste.





Luego de recibir una comida especialmente reconfortante hecha por las manos de su madre, Jaejoong se recostó en su lecho de paja para descansar de su secuestro, y apaciguar también la tristeza que le provocaba pensar en el Coronel. Su mente las últimas horas solo habían estado enfocadas en si el Coronel había ya abandonado el reino, y si lo volvería a ver de nuevo. Sus ojos inevitablemente se volvieron a aguar.

—Hijo mío. —De improvisto, su viejo padre se asomó por la puerta, interrumpiendo su descanso. —¿Puedo entrar?

—Claro padre. —Jaejoong trató de ocultar su tristeza y se sentó en su cama, dándole espacio al hombre de sentarse junto a él. —Que bueno verte otra vez. Pensé que no sería capaz de volverte a ver. —Dijo con melancolía.

—No creo que hubiera razones para sentirse preocupado por eso hijo. El hombre que te tenia, tarde o temprano te liberaría.

Jaejoong apretó sus labios. —¿Tu lo conociste, cierto?

—Él me ayudo a escapar.

—Sí, él me lo dijo.

—¿Y que más te dijo?

—¿Eh? —Jaejoong preguntó confundido. —¿Acaso debía decirme algo más?

El guardián mayor guardó silencio por unos instantes y luego suspiró profundo, como si tuviera que decir algo muy importante. —Hijo mío, quiero preguntarte algo: ¿Por qué crees que ese hombre me ayudó a escapar?

Ante la pregunta, Jaejoong meditó por unos instantes, no sabiendo con certeza que decir. —Quizá encontró algún atisbo de bondad en su corazón. Quizás le pareció demasiado cruel ensañarse con un viejo hombre. Si te digo la verdad, viviendo con él todo este tiempo me di cuenta que…

…No es tan malo como parecía.

—¿Y no crees que se deba a algo más?

El anciano volvió a preguntar y Jaejoong solo frunció su mirada. —¿Algo mas como…?

Y al ver la sonrisa cálida y llena de sabiduría de su padre, Jaejoong comprendió entonces que era lo que quería decir. —Padre, ¿Se trata de… amor? —Las palabras salieron por si solas, como si hubieran estado atrapadas por mucho tiempo y al fin pudieran ser liberadas.

El guardián mayor volvió a guardar silencio y luego tomó la mano de su hijo, queriendo expresarle lo que él había percibido. —Sabes hijo, en cuanto vi la mirada de ese hombre, supe que algo le estaba pasando. Supe que dentro de su ser algo estaba cambiando. La crueldad y la soberbia pueden ser fuertes cuando se alimentan, sin embargo, existe una fuerza poderosa más fuerte la cual puede derrotar cualquier sentimiento negativo. Y ese es el amor. Y lo que él hizo por ti, es la clara muestra que el amor de su corazón puede ganarle a la oscuridad que gobernaba su alma.

—Amor. —Jaejoong repitió al darse cuenta que lo que el Coronel y él compartían era precisamente eso. Era amor. Yunho había demostrado su amor al decidir liberarlo y no atacar su bosque. El Coronel se había enamorado de él y gracias a eso, había podido ser capaz de anular cualquier maldad de su corazón. —Padre, yo también lo amo. —Jaejoong deslizó las palabras por su boca, pero al recordar que quizá nunca volvería a ver al Coronel, su rostro quedo inundado por la desdicha.

¿Así seria de ahora en adelante? ¿Tendría que vivir con los recuerdos y con lo que nunca pudo ser? No, no podía permitirse entristecer debido al recuerdo de Yunho. Debía seguir adelante, debía asegurar el bienestar de su familia y del bosque.

Eso era ahora lo más importante.

Y más aun cuando el Rey no había desistido de su capric….

—¡Los planos! —Jaejoong abrió sus ojos al recordar el paquete de estrategias que le había entregado Yunho antes de irse. —Padre, el Rey puede…

De repente, un estruendo retumbó en la madriguera. Jaejoong se paralizó por el sonido. ¿Qué fue eso?

A continuación, el mismo sonido retumbó esta vez más cerca y su hermana Minkyung apareció en su puerta, luciendo completamente agitada. —¡Padre, Jaejoong! ¡El Rey ha llegado al bosque con un centenar de hombres!

Sin darle espacio a reaccionar, otro sonido (como el de una bomba cayendo) sonó fuera de la madriguera y antes de que pudieran evitarlo, los soldados del Rey derribaron la puerta principal y se introdujeron forzosamente a la casa. El padre de Jaejoong de inmediato se trasladó a la , con la intención de proteger a su familia, pero fue capturado por los soldados del Rey, quienes también capturaron a la madre y a las demás hermanas.

—¡Tenemos que huir, rápido! —Minkyung exclamó y tomando a Jaejoong, ambos se dirigieron al agujero en la habitación que conducía al exterior. Jaejoong lo atravesó primero y cuando se volteó para ayudar a su hermana a pasar, unos soldados entraron y tomaron salvajemente a Minkyung de los pies, amarrándola con una cuerda. —¡Jaejoong, vete, huye! —Fue lo único que pudo decir antes de que le taparan la boca.

En shock, Jaejoong empezó a correr lo más rápido que pudo, tratando de escapar del lugar; sin embargo no pudo ir más lejos, porque al levantar su rostro, observó horrorizado como varios árboles estaban extinguiéndose en llamas y animales de toda clase corrían despavoridos por todos lados.

Todo era caos: El ruido de las llamas, del ejercito, de la naturaleza muriendo… Jaejoong se arrodilló en el suelo ante tal masacre.

“¿Qué, que debo hacer?”

Se preguntó en su cabeza. Al estar en los terrenos del bosque, sus poderes funcionaban, no obstante al haber estado tanto tiempo sin utilizarlos y al ser sus poderes inestables incluso antes de su secuestro; Jaejoong no estaba seguro si tendrían la suficiente potencia para derribar a todo un ejército y salvar al bosque de las llamas. Después de todo, él era el torpe de su familia, el que los poderes no le funcionan como debían. ¿Cómo podría salvarlos siendo así?

—¡Por aquí, síganme!

De repente, Jaejoong escuchó la inconfundible voz del Rey. Rápido, tenía que esconderse. Subiendo a uno de los arboles que no estaba incendiado, Jaejoong observó al nefasto hombre dar órdenes y esparcir a sus hombres por todo el lugar. Luego, montado en su caballo, el Rey se dirigió hacia el lado norte del bosque, sin ningún soldado que le cuidara la retaguardia.

“Eso es, lo tengo” Jaejoong endureció su mirada, siguiendo entre las ramas el rastro del Rey.



..



Aislado en uno de los calabozos de la torre alta del castillo, Yunho se encontraba apoyado contra la pared, con los ojos hinchados y sin tener fuerzas ni para levantar un dedo. Se sentía miserable. El bosque moriría, su Jaejoong moriría, y él, sin poder hacer nada, se ahogaría en la culpa. Se recriminó al pensar en lo estúpido que habían sido sus acciones. No debió haber dejado a Jaejoong solo, sabiendo que el Rey no desistiría de su idea de acabar con el bosque. Debió permanecer a su lado y si morían, al menos lo harían juntos.

Pero ya nada de eso importaba.

Ya el Rey y sus hombres debían estar acabando con el bosque.

Y por lo tanto, con la vida de Jaejoong.

—Yunho.

Sin avisar, la doncella Go Ara apareció detrás de la reja de su calabozo. Yunho no tuvo los ánimos ni las fuerzas para corresponderle el saludo. —Lárgate. —Fue lo único que consiguió decir.

—Si yo fuera tu no sería tan arisco estando en tu posición.

—Lárgate, no tengo ganas de hablar. Además, ¿Para qué has venido?

—Toma. —La doncella extendió su mano y le mostró a Yunho un pedazo de pan envuelto en un pañuelo. —Mi futuro esposo merece este escarmiento, pero tampoco lo dejare morir de hambre.

Yunho no lo podía creer. —¿Aun quieres casarte conmigo?

—Ya lo anunciamos en frente de todos ¿No?

—El Rey me matara, no me dejara vivir después de que lo traicione.

—No si yo le ruego que no lo haga. Después de todo, él me prometió que yo me casaría contigo. Ya me probo su lealtad al encerrarte aquí e ir a matar a ese pordiosero con el que te acostabas. Estoy seguro que si le ruego, él no te hará daño.

“Pero que ilusa” Yunho pensó. Si Go Ara creía que el Rey lo había encerrado y destruiría a Jaejoong solo porque ella se lo había dicho, entonces era más estúpida de lo que creía. Al Rey, más que sus promesas, le importaba su orgullo y no dudaría en matarlo (o dejarlo encerrado para siempre), si eso significaba proclamar su autoridad. Jamás se le ocurriría perdonarlo dejándose casar con la doncella, eso estaba fuera de discusión.

Pero al parecer ella no lo percibía así, y eso podía ser algo de lo que Yunho podía sacar ventaja…

…Si actuaba con inteligencia.

—Así que no me queda de otra. —Yunho reflexionó luego de un rato y se acercó a recibir el pan de la mano de Go Ara. —Creo que tendré que casarme contigo.

Go Ara sonrió al ver que al fin Yunho había comprendido. —Sí, desafortunadamente para ti. —Se rió de su sarcasmo.

—Lástima que el Rey ya haya sentenciado mi muerte para esta noche.

—¿Qué? —La doncella preguntó confundida.

—Lo que oyes. El Rey antes de ir al bosque, le encargó a su verdugo asesinarme en la guillotina. El verdugo lo hará a la media noche, antes de que el Rey llegue al amanecer. Así que no tendrás tiempo para hablar con él. Qué pena…

Go Ara quedo estupefacta. ¿Lo que decía el Coronel era cierto? Si era así… debía hacer algo. Debía encontrar la forma de que el verdugo no llegara a Yunho.

—Tal vez si me logras esconder en tu habitación por una noche, al amanecer cuando el Rey vuelva, puedas convencerlo de cambiar de opinión…

—Pero eso significa que tengo que sacarte de este calabozo.

—Exacto. —Yunho se acercó más a la reja, susurrándole. —¿Ves a ese guardia de ahí? —Apuntó con su dedo a uno de los guardias, que estaba patrullando a solo unos metros de donde ellos estaban. —Él tiene la llave del calabozo. Tal vez si pudieras engañarlo y arrebatarle esas llaves…

—¿Cómo sé que no me mientes? —Go Ara de repente lo interrumpió, sintiéndose algo intranquila con el plan. Parecía mas una táctica de manipulación que otra cosa, sin embargo ella era tan ingenua, que las verdaderas intenciones del Coronel no las podía descifrar tan fácilmente. —¿Cómo sé que si te libero no escaparas?

Yunho bajó su rostro ante esa pregunta, preparándose para dar la mejor actuación de lastima de su vida. —Ya no tengo nada que perder. El Rey matara a Jaejoong hoy y yo no tengo a donde ir mas que este reino. Es obvio que mi destino es quedarme aquí y casarme contigo. Además, para serte sincero, prefiero casarme contigo que morir atravesado por una guillotina.

Bueno eso parecía razonable, claro, desde el punto de vista de la doncella. —Bien Yunho, te ayudare, pero espero que no tengas tramado nada bajo la manga.

—Mírame doncella, ¿No me veo lo suficientemente miserable? ¿Qué podría planear yo?

Algo escéptica pero al mismo tiempo incauta, Go Ara se alejó de la reja y se acercó al soldado, hablándole mientras lo endulzaba con aquellos ojos color oliva que tanto usaba para atrapar a los hombres. Siempre le funcionaba… claro, a excepción de Yunho.

El guardia, que al principio pareció confundido de que aquella bella doncella le dirigiera la palabra tan amigablemente, se dejó embaucar en cuanto las artimañas de Go Ara surtieron efecto. No se dio cuenta cuando la chica le quitó las llaves, ni cuando lo impulsó a esperarla en un punto donde perdía total visibilidad de la celda de Yunho.

Lo tenía bajo sus garras.

—Quédate allí, regreso en un momento ~

La chica le susurró e inmediatamente se dirigió al calabozo de Yunho. Al verla llegar con las llaves, el Coronel formó una sonrisa de victoria. Vaya, al parecer Go Ara no era tan inútil como pensaba. Sin esperar, Go Ara encajó la llave en la cerradura y liberó a Yunho de su encierro. Se sintió un poco confundida cuando Yunho lo primero que hizo al salir, fue envolverla en un apasionado abrazo, sin embargo, lo que paso después, fue que Yunho la arrojó bruscamente al calabozo, encerrándola esta vez a ella en la celda.

—¡¿Qué haces?! —Gritó la chica enfurecida al caer en cuenta que había sido engañada. —¡¡¡Sácame de aquí!!! ¡¡¡Ahora!!!

—Demasiado tarde. —Le respondió Yunho al arrojar las llaves lejos y tomar de la pared una espada. —Nunca confíes en un oficial del ejército, esposa mía. —Sin nada más que agregar, Yunho huyó a toda velocidad por las escaleras, escuchando atrás el escándalo de su prometida. Eso hizo alertar a los demás soldados.

—¡¡¡Alto ahí!!! —Un soldado se le atravesó en cuanto Yunho llegó a la primer planta del castillo. Intentó desarmarlo pero Yunho, siendo no por nada el Coronel del ejército, atajó con habilidad todos sus ataques y logró abatirlo antes de que pudiera siquiera tocarlo. Un par de soldados intentaron hacer lo mismo, corriendo con la misma suerte del primer soldado.

A continuación, Yunho se dirigió a los patios del castillo, donde aun estaba Taepoong atado al palo que lo había dejado en la mañana. Utilizando su espada para liberarlo, Yunho se montó en él y lo dirigió a la salida. Tal fue su velocidad y su fuerza que ningún soldado de la entrada pudo detenerlo.

Galopando a todo lo que daba, Yunho avanzó unos cuantos metros y se detuvo en la cima de una pequeña montaña cuando estuvo fuera de todo peligro. Dirigió entonces su vista al territorio del bosque. Una parte de este estaba consumido en llamas.

—Jaejoong… —Yunho susurró con preocupación. Esperaba que no fuera demasiado tarde.

Jalando las riendas de Taepoong para colocarlo en posición rampante, Yunho se dirigió al bosque, con la esperanza de encontrar con vida a su razón de ser.



..



Alguien lo estaba siguiendo, eso fue lo que intuyó el Rey al detener su caballo, y bajarse en una aérea alejada del bosque. A pesar del alboroto atrás, esa parte del bosque estaba en completo silencio, como si fuera ajena a la destrucción que estaba sufriendo su otra mitad. El Rey sintió escalofríos en su ser, esto no le estaba gustando.

—¡¿Quién anda ahí?! —El Rey preguntó al prender su antorcha y alumbrar hacia todas direcciones. Pero no consiguió ver a nadie, él estaba completamente solo. ¿Serian suposiciones suyas? Quizás solo estaba paranoico. 

Bajando la guardia, el Rey arrojó su antorcha a unos arbustos, provocando que estos rápidamente se prendieran en llamas. Una sonrisa maligna de victoria le inundó el rostro, al ver como las llamas consumían lo que por semanas había querido destruir, sin embargo, la sonrisa no le duro mucho porque desde las alturas, alguien lo atacó por la espalda, haciendo que cayera al suelo.

—¡¡¡¡Suéltame, suéltame!!! —El Rey gritó al no poderse quitar al joven que estaba encima de su espalda. El muchacho lo agredía de una forma iterativa, como si sintiera un fuerte odio por su persona. El Rey aprovechó un momento de descuido para derribar al jovencito en el suelo y someterlo completamente bajo él.

El Rey observó su cara. Ese muchacho… —Tú… —Susurró con rencor. —¡Tú eras el rehén del Coronel!

Jaejoong agudizó su mirada. —Váyase en este mismo instante y deje en paz a mi familia y al bosque. —Lo amenazó.

—¿Y crees que te hare caso? —El Rey soltó una carcajada. —No, no puedes contra mí. Tenemos sometida a toda tu familia y no hay manera de que tú, un muchachito débil, derrote a mi ejército… No hay manera de que me derrotes a mí.

El pelinegro estalló en furia ante esas palabras e intentó golpear con sus puños al Rey, pero este era tan grande y tan fuerte que no podía sacárselo de encima. Intentó entonces utilizar sus poderes para atacarlo, pero estaba tan conmocionado con todo que su concentración no le funcionaba. Además, el bosque se consumía minuto a minuto, provocando que sus fuerzas disminuyeran minuto a minuto también. Estaba sometido, estaba atrapado… ¿Este era el fin? —¡Nunca se podrá salir con la suya! ¡Por su codicia y su maldad, el reino perecerá! ¡Destruir el bosque es lo peor que le puede hacer su gente!

—¿Y crees que me interesa la gente de este reino? Para serte sincero nunca me ha importado el pueblo. Lo único que me importa es el dinero que puedo conseguir por estas tierras.

Jaejoong no daba crédito a la avaricia de ese hombre. ¿Enserio podía existir alguien tan cruel y malvado? Definitivamente Yunho no era la persona más desalmada que había conocido. El verdadero demonio de todo este asunto, siempre había sido el Rey. —¡Bastardo! ¡Personas como usted nunca ganan al final!

—Quizás. Eso debe aplicarse a tu amante también ¿No?

Jaejoong dejó de luchar, esas palabras no le habían gustado. —¿A qué se refiere?

El Rey sonrió ampliamente al ver la cara de preocupación del muchacho. —Que tu amado Coronel murió esta tarde en la guillotina.

¿Qué?

—No… no. —Jaejoong negó con su cabeza. Sus ojos se aguaron. Sus labios temblaron. —¡Es mentira! ¡No es cierto!

Yunho, su Yunho… ¿Estaba muerto? No, eso no podía ser verdad. No quería creer que el Coronel había sido asesinado. No lo podía aceptar.

—Es la verdad. No creas que no sabía lo que hacían ustedes dos mientras Yunho me juraba que te mataría. Sé lo que hacían y por esa traición, Yunho tuvo su merecido…

…Morir como una rata traicionera.

—¡¡¡No es cierto!!!

Sacando fuerzas de donde no las tenía, Jaejoong utilizó sus poderes y con su mente, levantó un tronco que estaba a pocos metros, arrojándolo violentamente contra el cuerpo del Rey. El Rey voló por los aires y se golpeó contra un árbol, cayendo rendido en el suelo.

Al parecer al fin había sido derrotado.

—¡Jaejoong!

A la distancia, Jaejoong escuchó su nombre provenir de una voz muy familiar. Esa voz, era la voz… era la voz de su Yunho.

—¡Yunho! —Jaejoong se levantó del suelo al ver al hombre correr en su dirección y en seguida fue envuelto por unos brazos fuertes, que lo sujetaron como si nunca quisieran dejarlo ir. Jaejoong se entregó al abrazo, llorando en el hombro de Yunho por todo lo acontecido. —Creí… él me dijo que habías muerto…

—No, —Yunho tomó su rostro, encarándolo. —¿Estás bien, te hizo daño?

Jaejoong negó con su cabeza. —Estoy bien.

Yunho soltó un suspiro de alivio, volviendo a abrazar a Jaejoong fuerte en sus brazos. —Perdóname, perdóname por dejarte. No debí… abandonarte. —Le dijo para luego plantarle un necesitado beso en la frente.

—Está bien Yunho, no estoy enojado pero… —De repente las piernas de Jaejoong flaquearon, sus energías se estaban agotando. —Yunho, el bosque se está consumiendo, de seguir así…

Yunho estrujó aun mas fuerte a Jaejoong, no queriendo oírlo rendirse. Era cierto, a pesar de que había escapado con éxito de su encierro, de que había encontrado a Jaejoong ileso; el ejército también había tenido éxito en atacar al bosque y de seguir así lo destruirán totalmente. ¿Qué podía hacer ahora para detenerlo? Él solo era un pobre hombre contra un ejército que lo condenaba por su traición. ¿Que podía…?

Tan metido estaba Yunho en sus pensamientos, que no se dio cuenta cuando el Rey inesperadamente se levantó del suelo y, cojeando malherido, sacó de su vestimenta un cuchillo, decidido a atacar a Yunho por la espalda. Jaejoong, quien estaba con su cara recostada en uno de los hombros de Yunho, abrió los ojos, descubriendo las intenciones del Rey.

—¡¡¡Yunho cuidado!!!

Todo pasó en un segundo.

El Rey alzó su cuchillo, Yunho se volteó, Jaejoong cerró sus ojos… Un rayo impactó en la base de un árbol que estaba deshaciéndose por las llamas. Sin dar tiempo a reaccionar, el árbol se precipitó hacia abajo, haciendo que tanto Jaejoong como Yunho saltaran hacia un lado, mientras el Rey solo se arrodilló a esperar su destino.

El árbol cayó completamente encima del cuerpo del Rey, consumiéndolo en las llamas con las que paradójicamente había querido destruir el bosque.

Ahora lo que él había iniciado lo estaba destruyendo a él.

Que irónica era la vida.

—¡Yunho! —Jaejoong se trasladó hacia Yunho, el cual estaba tirado en el suelo viendo a su antiguo Rey extinguiéndose. Al ver al hombre retorcerse de dolor por el fuego, Yunho sintió como si estuviera en una realidad paralela, en donde todos sus problemas desaparecían con la muerte del Rey. No pudo evitar sentir compasión por el hombre, aun así eso era lo que se merecía.

Morir de la forma más cruel.

—Yunho. —Jaejoong repitió al ver a Yunho estar en shock por el suceso. —¿Estás bien?

—Sí. —Yunho salió de su trance. —¿Qué fue lo que sucedió?

—Creo que… fui yo. Me asuste tanto de que el Rey pudiera hacerte daño que mandé ese rayo a impactar ese árbol.

Yunho abrió los ojos. —¿Acaso tienes ese poder?

—Yo… creo que sí.

El Coronel meditó por unos momentos; quizá todavía había una forma de salvar al bosque. —Si tuviste el poder de hacer eso, tal vez puedas enfocar tus energías para apagar las llamas. Solo tienes que concentrarte. —Tomando a Jaejoong del rostro, Yunho juntó su frente con la de Jaejoong, intentando con eso controlar las energías del muchacho. Jaejoong cerró los ojos, no sintiéndose muy convencido de poder lograrlo.

—Vamos Jaejoong, tu puedes.

—No… no sé.

—Tú puedes.

—No creo que…

—¿Recuerdas unos meses atrás? —Yunho abruptamente preguntó. —Yo era un hombre cruel cegado por el odio. Cuando te conocí decidí quitarte del camino, pero tú hiciste algo en mí que me hizo cambiar. Tu poder hizo que yo… me enamorara de ti y si puedes cambiar el corazón de un hombre como yo, puedes hacer cosas imposibles…

…Porque me enseñaste a amar, y eso es algo que no cualquier guardián del bosque puede lograr.

Jaejoong sonrió amplio ante esas palabras.

—Te amo.

Riéndose radiantemente, Jaejoong dejó soltar unas lagrimas, convenciéndose ahora que si tenía el poder de lograr cosas inimaginables. —También te amo.

Le dijo y lo besó fuerte, y en ese mismo instante el cielo se llenó de nubes negras y un gran aguacero inundó el bosque, haciendo que el fuego de los arboles desapareciera en un santiamén. Los soldados, al ver que la inundación no mermaba y que su líder no daba señales de vida,  decidieron abandonar el bosque y liberar a la familia de Jaejoong.

Lo que hace unos minutos era destrucción, ahora volvía a la calma. Los animales se tranquilizaron y la vegetación floreció. Yunho y Jaejoong se besaron hasta que la más fina llama se extinguió y luego, la luna y sus estrellas hicieron aparición, augurando una noche tranquila y sin dolor en el bosque.












..












El calor familiar era algo que Yunho nunca había experimentado en su vida.

Meses después de la muerte del Rey, Yunho había decidido vivir en el bosque junto a Jaejoong y su familia. El reino ahora tenía otro Rey, quien, siendo un poco más inteligente, había acordado un pacto entre el reino y los guardianes del bosque, para mantener las tierras y con eso preservar recursos importantes como el agua y los frutos. Ni un soldado se había atrevido a pisar el bosque en meses, y eso mantenía en paz la dinámica del lugar.

Yunho tampoco había vuelto a pisar los terrenos del castillo. Se había enterado que la doncella Go Ara había regresado a su reino y se había casado con un noble. No era el mejor matrimonio; el sujeto tenía fama de mujeriego y de maltratador, pero al menos ella había tenido su matrimonio deseado, aunque no fuera feliz en el.

Yunho tampoco extrañaba para nada su vida en el ejército. Prefería esta vida tranquila, en la que podía aprender de la naturaleza y estar con la única persona que había amado. Era extraño, antes toda su vida se resolvía alrededor de las armas y la violencia, y ahora ya nada de eso le importaba.

Había aprendido cosas más valiosas que atesorar en la vida.

Al parecer el poder que Jaejoong había ejercido en él, si era totalmente milagroso.

Jaejoong también había cambiado en esos meses. Día a día aprendía a controlar mejor sus poderes, aprendía a ser paciente y a asumir un rol dentro de su familia. Él sería el soberano a guardián del bosque en un futuro y como su padre, tenía que ser responsable y maduro. Sin embargo, a veces su actitud rebelde volvía a aparecer, sobre todo cuando las situaciones no iban conforme él quería.

Oh, Jaejoong tenía mucho que crecer, pero al menos tenía a su lado a alguien quien lo amaba y lo ayudaba a mejorar.

—Gracias Madre, estuvo maravillosa la comida. —Yunho le hizo una reverencia a la madre de Jaejoong, quien preparó una cena especial a la pareja esa noche.   

—De nada Yunho. —La anciana respondió y observó sonriente como su hijo arrastraba a Yunho fuera de la madriguera. Al principio, la noticia de que su muchacho se había enamorado del Coronel del ejército había caído como agua fría en las cabezas de toda la familia, sin embargo, al notar como ese cruel hombre había cambiado para bien, las cosas resultaron mucho más comprensibles para todos. Además, el rol que el padre de Jaejoong jugó en la aceptación de Yunho en la familia, había sido decisiva para darle una oportunidad a Yunho. Después de todo, el Guardián mayor nunca se equivocaba con sus decisiones. Él era el único que podía ver el verdadero corazón de las personas.

—¿A dónde me llevas? —Yunho le preguntó a Jaejoong al verse jalado por él por la vegetación.

—Quiero mostrarte algo. —Jaejoong le sonrió y a continuación, ambos subieron un inmenso árbol que en su cima tenía una especie de plataforma, donde se podían observar las estrellas y el horizonte. Yunho quedó estupefacto por la vista; jamás había visto algo tan magnífico.

A continuación, Jaejoong se sentó en forma de cruz y, utilizando sus manos, comenzó a hacer figuras en el aire con el propósito de atraer a las luciérnagas hasta ellos. No le costó mucho, en un segundo, ambos estuvieron rodeados por cientos de luciérnagas las cuales los envolvieron en una atmosfera mágica, surreal. Las luciérnagas se veían como verdaderas estrellas que habían bajado del cielo. El espectáculo era tan idílico, majestuoso y romántico… que Yunho no pudo evitar sentir culpa al pensar que alguna vez quiso destruir aquella magia del bosque.  

Si lo hubiera hecho, no habría sido capaz de admirar esa belleza.

De verdad fue tan ciego y obstinado.

—¿Te gusta? —Jaejoong le preguntó cuando vio a Yunho totalmente embelesado por el espectáculo.

—Sí, —Yunho suspiró. —Pero hay algo que me molesta. —Dijo con honestidad.

Jaejoong arrugó el entrecejo. —¿Qué pasa?

En silencio por unos segundos, Yunho tomó la mano de Jaejoong y la acarició con sus dedos, atesorándolo con su vista. —Al estar aquí, viviendo esto, mi mente siempre llega al mismo conflicto. Si yo hubiera seguido con mi plan de atacar el bosque, habría matado toda esta majestuosidad. Habría destruido algo hermoso y seguramente no tendría ningún remordimiento por ello.

Jaejoong sonrió al escuchar las palabras de Yunho, sintiendo como el corazón de este se abría totalmente a él. —No tienes necesidad de sentir culpa Yunho. Al fin y al cabo, nunca le hiciste daño al bosque.

—Te hice daño a ti. Te golpee y te humille. Si hubiera ido más lejos, tal vez te habría terminado matando…

—Pero me amaste al final. Hiciste lo correcto al final y eso es lo que cuenta. Pudiste ser un desgraciado al principio, pero eso se debía a la forma en cómo te educó la vida. Tu corazón estaba lleno de odio, nunca nadie te había mostrado la nobleza de la bondad y el amor. Si fueras realmente una mala persona, eso se demostraría con tus acciones, pero no lo eres. Supiste cambiar, supiste crecer y por eso yo me enamore de ti. Porque me demostraste quien realmente eres.

Yunho bajó la mirada, sintiéndose ahora mucho mejor. —¿Desde cuándo te volviste tan sabio, eh? ¿Dónde está el Jaejoong que gritaba y se le oponía a cualquiera que se atrevía a contradecirlo?

—Quizá él cambió también. —Jaejoong suspiró profundo, enfocando sus ojos en los ojos del otro. —No solo fuiste tú el que creció con toda esta experiencia Yunho, también lo hice yo. Me hizo madurar y tratar las cosas con calma antes de recurrir a la desesperación. Antes me sentía enojado con el mundo por ser el revoltoso de mi familia, ahora me encuentro tranquilo. Después de todo, yo fui él que salve el bosque al final y todo fue gracias a ti. —Jaejoong se acercó y colocó su mano en la mejilla del mayor. —Quizá pueda parecer que yo fui el que te salve, pero en realidad fue algo mutuo. Tú también me salvaste a mí.

Ante eso, Yunho sonrió más fuerte y acercó a Jaejoong con su brazo, para que este pudiera apoyar su cabeza en su hombro, acurrucándose ambos con amor. Era gracioso. Yunho jamás pensó en enamorarse; creía que eso era algo exclusivamente de débiles o que simplemente no existía tal cosa. Ahora se daba cuenta de lo equivocado que había estado.  

Una vida sin amor, era una vida sin vida. —Jaejoong, ¿Quieres que te diga algo? —Yunho le preguntó, luego de estar unos segundos en silencio. —Si yo nunca hubiera aceptado las órdenes del Rey, no estaría hoy contigo. Jamás te hubiera conocido y aun seguiría con mi desdichada vida jugando a ser feliz en el ejercito.

—Eso es verdad. —Jaejoong concordó. —¿Entonces fue buena idea de que el Rey se encaprichara con tomar el bosque?

—Tal vez. Fue bueno porque al fin encontré mi lugar en el mundo. —Yunho alejó su vista, mirando las luciérnagas que comenzaban a posarse en las ramas que los rodeaban. —Yo no pertenecía realmente al ejercito Jaejoong. Mi abuelo y mi padre siguieron siempre esa vida de guerra y eso solo les trajo desgracia. Nunca lo comprendí hasta que viví esto. Creía que siguiendo su legado iba a ser feliz, pero ahora, honestamente, no creo que exista algo que me haga más feliz que estar a tu lado.

Conmovido por la confesión, Jaejoong ladeó su cara hacia Yunho y le brindó un beso suave en los labios. Definitivamente el corazón renovado de Yunho merecía todo el amor del mundo. Y es que el alma de las personas puede ser algo complicado. Puede llenarse de maldad y al mismo tiempo puede lograr la redención. No habría aprendido eso, si no hubiera desafiado al Coronel en primer lugar. 

Luego del beso, Jaejoong se alejó de Yunho y observó la luna llena. Unas cuantas luciérnagas se le colocaron en la cabeza, haciendo que se riera enternecedoramente por las cosquillas que esto le provocaba.

La imagen de Jaejoong con aquellas luces y con el bosque a sus espaldas, hizo a Yunho enamorarse una vez más. —El bosque tiene suerte de tenerte a ti como su guardián. —Le dijo.

—¿Eh? —Jaejoong parpadeó confundido.

—Porque definitivamente eres… la criatura más hermosa que este bosque pudo engendrar.

Soltando un suspiro de felicidad, Jaejoong volvió a colocar su cabeza en el hombro de Yunho y cerró sus ojos. Al parecer ahora todo estaba en su lugar, como siempre debió haber sido.

Yunho se quedó admirando el hermoso cielo, mientras las luciérnagas retornaban a su anterior lugar. El firmamento pintado de estrellas resplandecía como nunca, iluminando el hermoso paraíso que era el bosque de Daegu.




Fin




..


Nota: Oh, que lindo que termine este Fic *.* El final quedo un tanto cursi pero como me imagine esto casi como un "cuento de hadas" (entre comillas) entonces pues no raya mucho lo meloso.

Tengo alguna que otra historia por ahí pero les mentiría si les digo cuando la voy a publicar o si la voy a publicar. No se, como les dije me siento un poco triste por el Yunjae y DBSK, pero bueno espero que si lo pueda hacer. 

Dejen sus comentarios acerca de la historia y nos vemos luego!! chao!!

EDIT: Resulta que publique este capitulo pero no me gusto mucho como quedo la parte final. Luego recordé que yo tenia en mente otra cosa y quise modificarlo. Así que la escena final esta un poco diferente. No es un gran cambio pero si alguien que ya leyo vuelve, pues me gustaría que volvieran a leer ese pedacito final. Chao. 




jueves, 16 de marzo de 2017

El bosque de Daegu - Capitulo 9

Capitulo 9—Decisiones: —¡Renuncio! ¡Renuncio a mi matrimonio, renuncio a la misión, renuncio al ejército, renuncio al reino, renuncio a usted! ¡Yo renuncio!





—¡¡¡¿Qué está sucediendo aquí?!!!


Yunho y Jaejoong se voltearon ante el estruendoso grito de la mujer a sus espaldas. De pie, completamente enrojecida se encontraba Go Ara, con una expresión que mezclaba indignación, rabia, humillación… todo al mismo tiempo. Al verla, Jaejoong al instante se paralizó, contrario a Yunho, quien solo se quitó de encima y trató de mantenerse sereno para poder controlar la situación. —¿Qué haces aquí? —Le preguntó de manera fría, como si no tuviera ninguna clase de remordimiento por haber sido descubierto engañando a su futura esposa.  

Ella por supuesto no lo podía creer. —¡¡¡¿Qué que hago aquí?!!! ¡¡Mas bien la pregunta es: ¿Qué estás haciendo tú con este muchachito en tu cama?!!!

—Lo que yo haga o no haga no te incumbe.

—¡¡¡Soy tu prometida!!! ¡¡¡Nos vamos a casar en una semana!!!

—¡Yo no quiero casarme contigo! —Harto hasta la medula, Yunho se levantó mientras envolvía en su cintura una de las sabanas de la cama. Se acercó a Go ara, queriendo dejarle las cosas claras de una buena vez. —La única razón de que aceptara casarme contigo es porque el Rey me lo ordenó. El Rey organizó esta boda sin mi autorización, por lo tanto yo no te debo nada a ti.

Ante tales declaraciones, Go Ara solo pudo abrir su boca. No podía creer que ese hombre tuviera el descaro de hablarle así. Sus palabras dolían, claro, ella estaba bastante emocionada con la idea de ser la esposa de tal valeroso Coronel y escuchar oír que este no pensaba igual, lastimaba su corazón. Sin embargo, aunque le dijera que no la quería, ella no se iba a rendir tan fácil. —Pues lo siento si no quieres, ya el Rey nos presentó ante todos los cortesanos como futuros esposos y esta boda tendrá lugar. Así que… —Fijó su mirada en Jaejoong quien aún seguía inmóvil en la cama. —Deshazte de este pordiosero y quizá así pueda dejar pasar este bochornoso incidente.

—No pienses que te voy a hacer caso. Yo no sigo las órdenes de nadie, y menos de una mujer caprichosa como tú.

—¿Sigues las ordenes del Rey, no es así?

Yunho se quedó callado ante esa acusación. Él sabía que tenía razón. —Vete, no quiero discutir mas.

—Yo no soy la que me tengo que ir. —Go Ara se dirigió a Jaejoong. —Tú, asqueroso criado. —Hizo un intento de sacarlo de la cama, pero Yunho de inmediato se lo impidió, amenazándola con su mirada. —No te atrevas. —Le siseó.

—No te metas en esto Coronel.

—Él no tiene nada que ver.

—Los sirvientes deben aprender cual es su lugar.

—Yo no soy un sirviente. —Inesperadamente Jaejoong intervino, mientras se colocaba su sotana y salía de la cama en dirección a la chica. —Y lamento lo que acabó de presenciar, pero yo no dejare que me insulte.

—¡Mereces que te insulte por ser un vil ofrecido que se atrevió a acostarse con mi prometido!

—Yo no tengo la culpa de que el Coronel me desee a mí, en vez de a usted.

Colérica, Go Ara lanzó su mano queriendo golpear a Jaejoong por su atrevimiento de decirle aquellas palabras, pero Yunho se atravesó justo en el momento, impidiendo que ella pudiera llegar a su objetivo. —¡Eres  una desgraciada ramera, no te atrevas a desafiar a una dama como yo!

—¡Ya basta! —Yunho gritó. —¡¿Qué no vez que solo te estás poniendo en ridículo?!

Decidido a acabar con el escándalo, Yunho tomó a Go Ara de las caderas y la condujo a rastras hasta la puerta, queriendo sacar a la mujer de su habitación. Ella intentó resistirse, gritando barbaridades a diestra y siniestra, y cuando por fin pudo zafarse de los brazos del Coronel, lo único que hizo fue tratar de reponer la compostura para así poder dar su ultimatum: —No se saldrán con la suya. Yo voy a tener mi matrimonio deseado y tú te casaras conmigo. —Volteó ahora hacia Jaejoong, señalándole con el dedo a modo de advertencia. —Y espero que te cuides, porque esto no se quedara así. No se olviden que yo tengo al Rey de mi lado. —Dándose media vuelta, Go Ara se marchó a zancadas por los corredores del castillo, convenciéndose en su cabeza que no debía permitirse humillar así.

Sin nada más que hacer, Yunho cerró su puerta y exhaló un profundo suspiro. Vaya, como si no tuviera ya bastantes problemas, ahora venia otro a colarse en su lista.

—Yunho… —Jaejoong se acercó con precaución al notar la irritación del Coronel. —¿Estamos en problemas, cierto?

Sin querer preocupar a Jaejoong también, Yunho solo formó una tibia sonrisa, acariciándole el cabello. —Yo me ocupare de esto, no te preocupes. Vuelve a la cama, es hora de dormir.

—El Rey puede…

—Vuelve a dormir Jaejoong, no hay nada que temer.

No muy convencido por la respuesta, Jaejoong regresó a la cama, acobijándose con las cobijas para poder dormir. No tenía idea de que sería capaz una mujer despechada; sentía que debía sentirse alarmado, aun así lo último que quería en esos momentos era atormentarse con aquellas preocupaciones. Quizá lo más saludable era (como decía Yunho) dormir para mañana afrontar lo que fuese que pasase.  

El sueño llegó rápido, en menos de lo esperado, Jaejoong ya estaba profundo, como si de un chasquido hubiera olvidado el desagradable episodio que había acontecido algunos minutos atrás. Yunho se acomodó a su lado, sentándose en el borde de la cama. Observando a Jaejoong dormir, Yunho entendió que debía tomar una decisión, que no podía estar retrasando las cosas por más tiempo. Y es que, aparte de la angustia por presentir lo que haría su prometida al enterarse de su engaño, había otra cosa que perturbaba la mente de Yunho, algo que jamás había sentido.

Y ese algo era culpabilidad.
El Coronel podía decir muy orgullosamente, que en sus veintiocho años de vida jamás había sentido algún atisbo de arrepentimiento con respecto a alguna de sus acciones. Él no conocía eso. Sin embargo, esta vez era diferente. El hecho de tener a Jaejoong amarrado junto a él lo estaba matando ¿Por qué? porque Yunho había entendido hace unos días que era lo que le pasaba: Él estaba enamorado de Jaejoong. Muy enamorado. Y si estaba enamorado, no era justo seguir manteniendo a Jaejoong a su lado como un rehén. Jaejoong merecía ser feliz y eso significaba que tenía que alejarse de él. Por primera vez en su vida pensó en no actuar egoístamente y hacer lo correcto. Ya ni le importaba el ejército ni su cargo como Coronel, esas preocupaciones habían quedado atrás con la llegada de Jaejoong a su vida. 

Recordó la vez que Jaejoong se puso a llorar cuando le cantó una canción que le cantaba su madre, recordó las miles de veces que Jaejoong se sentaba junto a la ventana a mirar el bosque con melancolía. Yunho podía decirse una y otra vez que Jaejoong estaba bien a su lado, aun así, la realidad era que el verdadero lugar de Jaejoong estaba junto a su familia, en su bosque. Esta vez la magnitud de sus acciones le estaba pesando y si no encontraba una solución rápida, terminaría por aplastarlo.

Por lo tanto debía devolverlo a su hogar lo más pronto posible.

Y a la vez, él también debía tomar una decisión respecto a su futuro.

No podía seguir siendo el Coronel del ejército del Rey, si las ambiciones de este chocaban contra sus propios deseos. No había manera tampoco de que accediera a casarse con Go Ara; lo mejor que podía hacer ahora era abandonar el reino. Abandonar todo aquello que luchó toda su vida, puesto que eso ya no era lo que deseaba más.

Lo único que quería ahora era el bienestar de Jaejoong.

Por lo tanto, debía perseguir ahora otro rumbo y eso significaba despedirse también de su Jaejoong.




..




Al Rey le pareció extraño que la doncella Go Ara hubiera pedido verlo en sus aposentos en las horas de la mañana. Quizá la muchacha estaba tan emocionada con su matrimonió, que quería preparar los detalles cuan pronto fuera posible; pero lo que no se imaginó el Rey, es que Go Ara lo buscaba por un asunto totalmente diferente.

Y en cuanto la chica cruzó por su puerta, el Rey pudo pronosticar que nada bueno tenía que decirle.

—¿Sucede algo doncella? —El Rey preguntó preocupado, al ver a la muchacha con el rostro afligido y demacrado, como si no hubiera podido pegar ojo en toda la noche.

—Sí, su majestad. —Go Ara respondió al caminar hasta el centro de la habitación. Luego infló su pecho, dándose alientos para decir lo que tenía que contar. —Tengo que contarle algo horrible que presencie.

—¿Qué es? —El Rey inquirió curioso.

La chica guardó unos segundos de silencio, algo avergonzada de tener que decir aquello que lastimaba su orgullo. —Anoche, durante la cena, descubrí al Coronel Jung en la cama con otra persona.

Ante esa confesión, el Rey abrió los ojos. —¿Cómo? —Preguntó incrédulo. En todos los años de conocer a Yunho, el Rey nunca le había descubierto ni un solo amorío. ¿Estaría la doncella segura de lo que estaba diciendo? —Repite lo que dijiste por favor. No estoy comprendiendo.

—Lo que escuchó su majestad. Yunho… estaba haciéndole el amor a un chico… en su cama y… —La chica se detuvo cuando sus lágrimas hicieron presencia en sus ojos. —Me siento tan humillada en estos momentos. No puedo creer que me haya pasado esto.

—Pero eso no es posible. El Coronel Jung nunca ha sido esa clase de hombre. ¿Con quién estaba él?

—Su criado. —Go ara espetó con desprecio. —Aquel jovencillo pobre que seguramente le lustra los zapatos y le tiende la cama. Con esa bajeza me estaba engañando.

—¿Su criado? —El Rey repitió aun mas confundido. Hizo memoria, tratando de recordar cuál era el criado de Yunho (si es que tenía uno), y de repente, un flashback de un episodio acontecido unas semanas atrás se le paso por la mente. Aquella noche en que aquel muchachito imprudente se había metido a fisgonear a sus aposentos… ese era el criado de Yunho. Pero… ¿De dónde había salido ese chico? No tenía ni idea, de hecho Yunho nunca lo mencionaba y desde hacía unos cuantos días, no lo había vuelto a ver. Parecía que hubiera llegado al castillo como por arte de magia, a no ser que…

…la verdad llegó al Rey como un balde de agua fría:

¿Podría ser ese supuesto “criado” el hijo menor de la familia del bosque el cual Yunho tenía como rehén?

Todo parecía concordar, todo indicaba que era él. Y si era él… ¿Yunho no lo había matado como se lo había prometido y en vez de eso, se lo estaba cogiendo en las vísperas de su matrimonio?

Si, efectivamente era eso.

Descubrir al fin la verdad, hizo enfurecer el cuerpo del Rey. Ese Coronel sabelotodo se las pagaría por atreverse a burlar de él. Con esta eran tres veces que había sido engañado por su subordinado y como le dijo la anterior vez, él ya no tendría más misericordia. 

—Su majestad, le pido que me ayude. —La doncella le volvió a hablar a la par que se agachaba y tomaba su mano como si le estuviera pidiendo algo a los cielos. —Usted me prometió a mí y a mi familia que me casaría con el Coronel. Si no me caso, quedare en ridículo frente a todos mis allegados.

—No te preocupes Doncella, yo mismo tomare cartas en el asunto.

Go Ara suspiró aliviada al ver la determinación del Rey a “ayudarla”, pero no pudo evitar volver a sentirse despechada al recordar al Coronel abrazando y besando a ese chico, como si su vida dependiera de ello. No podía soportar que aquella entrega de amor no fuera para ella. —Es que no lo entiendo. —Ella meditó, bajando la cara. —¿Qué vio el Coronel en ese criado para engañarme a mí? Si la gente se llega a enterar… oh Dios, ¿Qué tiene él que no tenga yo?

—Quizá se deba al hecho de que Yunho siente que puede dominar a ese muchacho. Yunho es así, le encanta sentirse en poder, le encanta ultrajar y doblegar a los que están por debajo de él. —El Rey respondió, tomando con su palma el rostro de la chica para que levantara la vista. —¿Pero sabe una cosa doncella? Quizá sea tiempo de mostrarle a Yunho la realidad. Él no tiene el poder de todo, él no está por encima de todos… y eso se lo voy a enseñar. Y en cuanto al muchacho…

Los ojos de Go Ara se oscurecieron. —Lo quiero fuera de mis planes y no me importa lo que tenga que hacer para conseguirlo.

El Rey sonrió ante la malicia de la mujer. —Dalo por hecho.

Besando la mano del Rey en signo de gratitud, Go Ara se aferró a él, esperando que fuera su salvavidas ante tal penosa situación. Se sentía conmovida por el hecho de que el Rey fuera tan generoso con sus problemas, sin embargo, lo que no sabía ella, era que al Rey lo que menos le interesaba era su dilema por la traición de su prometido. Lo que al Rey verdaderamente le dolía, era que Yunho se hubiera atrevido a relacionarse con su enemigo y que ambos se estuvieran burlando en frente de sus narices, desobedeciendo su autoridad como líder supremo.

Quizá Yunho creía que se había salido con la suya, pero por alguna razón la realeza esta en el poder, y eso era lo que Yunho iba a experimentar de primera mano.



..




Jaejoong parpadeó confundido al bajarse del caballo y reconocer que se encontraba en la entrada del bosque. En aquella mañana, Yunho lo había despertado con urgencia, diciéndole que tenían que ir a un lugar. Sin preguntar demasiado, Jaejoong se había montado en el caballo junto a Yunho y se había dejado llevar a donde sea que fuera a llevarlo.

Nunca se imaginó que ese lugar fuera el mismo bosque.

—¿Qué hacemos aquí? —Preguntó confundido al ver a Yunho ajustar a Taepoong a un árbol.

Yunho tardo unos segundos en contestar. —Te vengo a liberar. Puedes regresar a tu hogar.

Jaejoong lució perdido. —¿Qué? ¿Cómo…?

—Ya no eres mi prisionero Jaejoong, ya puedes ir con tu familia.

Jaejoong guardó silencio, intentando comprender que era lo que sucedía. ¿Por qué Yunho de repente lo liberaba? ¿Acaso era porque su prometida los había descubierto? ¿O era por otra cosa? La pregunta más importante: ¿Por qué decidió liberarlo justo cuando entre ellos habían empezado a suceder tantas cosas? Un peso se instaló en su pecho, él no estaba seguro de querer irse del lado de Yunho.

—Jaejoong escúchame. —Yunho interrumpió los interrogantes internos de Jaejoong y le entregó un paquete con los planos que había hecho. —Estas son todas las estrategias que tengo para atacar el bosque. Sin esto, el ejército no podrá a llegar a ningún lado. 

Al ver la insustituible cara de desconcierto de Jaejoong, Yunho supo que debía ser más directo. Tomó un poco de aire, dirigiéndose a él en el tono de voz más serio que pudo. —Jaejoong, voy a renunciar al ejército y a mi matrimonio. Escapare del reino. Jamás regresare.

Las palabras hicieron un hueco en el corazón de Jaejoong. Todo esto era tan inesperado. —Pero…

—No puedo seguir con el plan del Rey. Yo no soy capaz de destruir el bosque que tanto amas y que es tu hogar. Ya no quiero seguir metido en todo esto. El que la doncella nos haya descubierto, solo fue una señal de que tenía que tomar una decisión.

—¿Me vas a abandonar a mi suerte entonces? Porque el Rey no se detendrá hasta conseguir lo que quiere.

—No, no tienes por qué preocuparte, yo soy el mejor soldado que tiene el Rey. Su mejor estratega. Sin mí, el ejército no tendrá éxito en querer adueñarse del bosque. Tú y tu familia no correrán peligro.

—¿Y que si el Rey no juega con la estrategia, sino con la violencia?

—Con la violencia no hemos llegado nunca a nada. Mírame, yo no hubiera podido acercarme a ti si no hubiera dejado mi violenc… —Yunho de repente se detuvo, al darse cuenta que había tocado el tema de Jaejoong y él. De su extraña relación.

Jaejoong comprendió a que se debió el inesperado silencio de Yunho y decidió preguntar justamente sobre eso. Si no lo hacía ahora, probablemente no podría hacerlo después. —¿Y nosotros? ¿Qué hay de… lo que tenemos? —Susurró con algo de timidez, creyendo que quizá Yunho no sentiría que lo de ellos fuera algo importante.

—Jaejoong, somos de mundos diferentes. Lo de nosotros no puede continuar…  —Yunho se rascó la cabeza, le estaba costando trabajo encontrar las palabras correctas para expresar lo que pensaba. —Tengo que irme lejos, el Rey no me perdonara si decido renunciar. Si decido desobedecerlo.

Ante esa explicación, el pelinegró bajo la cabeza, luciendo afligido. Era una realidad que él mismo no había querido enfrentar, ni siquiera admitir y lo peor es que él sabía que Yunho tenía razón: Ellos dos no podían funcionar. Para empezar, él era un protector del bosque, un ser mágico. Él no se podía enamorar de un humano como Yunho. Viera por donde lo viera, no tenía sentido continuar con esa “relación”. 

Aun así él no podía evitar sentirse triste.

—¿Qué sucede? ¿Acaso esto no era lo que querías? —Preguntó Yunho al ver el semblante desolado del muchacho. —Ya puedes regresar con tu familia, ya estás en libertad. No tienes que seguir mis órdenes ni seguir bajo mi poder. Creí que esto era lo que queri… —Sus palabras quedaron a medio camino, cuando fue sorprendido por un beso intenso que le robó el aliento. Lentamente cerró los ojos y se dejó llevar por el tacto suave de los labios de Jaejoong sobre los suyos. Esta era la primera vez que Jaejoong lo besaba por iniciativa propia ¿Acaso sentía lo mismo que él?

Duraron besándose un par de minutos más, hasta que las circunstancias los obligaron a separarse.

Era hora de enfrentar la realidad.

—Jaejoong, vete, por favor. —Yunho dijo mientras se daba media vuelta. No quería que los ojos de Jaejoong le hicieran desistir de su decisión.

El pelinegro suspiró con resignación. —Espero algún día verte de nuevo, Yunho. —Sin nada más que agregar, Jaejoong se marchó, perdiéndose entre la maleza, los matorrales y los árboles.

En cuanto se fue, Yunho tuvo que apoyar su mano en un árbol para no caerse, debido a la tristeza que estaba a punto de abarcarlo. Quiso convencerse que había tomado la mejor decisión, quiso no sentir esa zozobra que se le instalaba en el pecho. Tardaría un largo tiempo en recomponerse, pero no importaba, si su dolor significaba el bienestar de Jaejoong, él estaba decidido a soportarlo.

Montándose a su caballo, Yunho se marchó directo al castillo, decidido a enfrentar su destino.




..




Cuando Yunho vio desde su caballo al Rey, con unos cuantos guardias en los jardines delanteros del palacio, supuso que este ya debía haberse enterado de su engaño de la boca de su irritante prometida. Sin poder dar vuelta atrás, Yunho entró en los terrenos del palacio y se detuvo justo al frente de un amarradero para caballos. Se bajó de Taepoong y de inmediato sintió a sus espaldas la presencia amenazante del Rey.

Era obvio que no podía evitarlo. Era hoy o nunca.  

—¿A dónde fue tan temprano Coronel Jung? —El Rey no tardo en preguntarle. Contrario a lo esperado, su actitud parecía tranquila, como si no supiera nada. —¿Estaba acaso haciendo algo urgente?

—Salí a refrescar mi mente… Dar un  paseo por el bosque… —Yunho le dijo con algo de desinterés y cuando vio el rostro incrédulo del Rey, no pudo evitar sentirse acorralado. —¿Sucede algo?

—¿Sucede algo Coronel Jung? —El Rey le devolvió la pregunta. —¿Tiene algo que decirme?

Yunho se mordió los labios. —No.

—Le preguntare de nuevo entonces, ¿Tiene algo que decirme Coronel Jung?

—Ya le dije que no.

—Si es así le volveré a hacer la pregunta. —No dispuesto a rendirse, el Rey tomó la muñeca de Yunho y la dobló de manera violenta, haciendo a Yunho gemir de dolor. —Y escuche bien porque no lo repetiré: ¿Tiene algo que decirme?

Sin poder pensar con claridad y con el agarre del Rey volviéndose cada vez más intenso, Yunho susurró en un aliento lo que realmente quería. —Renuncio…

—¿Eh? —El Rey alzó las cejas. Fingió no haber escuchado. —¿Puede repetirlo?

—¡Renuncio! ¡Renuncio a mi matrimonio, renuncio a la misión, renuncio al ejército, renuncio al reino, renuncio a usted! ¡Yo renuncio! —Yunho gritó como si se estuviera sacando un gran peso de encima. Realmente no debió haber explotado así, pero que mas daba, ya estaba verdaderamente harto. —Yo no voy a destruir el bosque, no voy a cumplir esa orden, y no me importa si me quiere desterrar, ya he asumido el cargo de mis acciones.

Ante eso, el Rey solo pudo cruzarse de brazos, luciendo anormalmente sereno. Esta revelación ya no era una sorpresa, de hecho, una parte de él, le complacía escucharla al fin de los labios de Yunho. —Coronel usted está lleno de sorpresas ¿No? Dígame, ¿Por qué no quiere destruir el bosque? ¿Acaso se debe a alguien?

Yunho negó con su cabeza.

—¿Qué hizo entonces con el rehén que tenía bajo su poder, el hijo menor de la familia del bosque?

—Yo… —Yunho se tardo unos segundos en responder. —Yo lo mate.

—Mentira. —El Rey lo interrumpió. —Su prometida lo encontró con él en la cama, no crea que soy tan estúpido.

—¡No era él!

—¡Basta!

El Rey gritó furioso a la par que le propinó a Yunho una bofetada que le volteó la cara. Estaba ya tan cansando de aguantarse las mentiras de su subordinado, que hasta ganas le dieron de matarlo ahí mismo. Pero no, no debía adelantarse, debía hacer sufrir a Yunho para que fuera un ejemplo de lo que les pasa a los que se atreven a revelársele. —¡No me siga mintiendo!, ¡Ya lo sé todo Coronel!, sé que desde hace tiempo lo único que ha hecho es entorpecer la misión de tomar el bosque. Eso solo puede calificarse como un acto de traición hacia su gente. Además, no solo me engañó a mí y al reino, también jugó con los sentimientos de la pobre doncella Go Ara, ¡Quien tuvo que cargar con la humillación al descubrirlo con un hombre!

—¡Yo nunca estuve de acuerdo con esa boda, la única razón que acepte casarme fue para darle gusto a usted!

—¡Es porque tú no tienes poder de decisión aquí! ¡Yo decido tu vida y no tú!

—Pues no más. —Yunho afirmó decidido. Mas decidido de lo que había estado en toda su vida. —No voy a permitir que siga tratándome como su peón.

El Rey soltó una risotada. —¿Y qué vas a hacer? ¿Huir? Pues me temo que no lo permitiré. —Sin esperar, el Rey se dirigió a sus hombres, dispuesto a demostrar su poder. —¡Guardias! ¡Arréstenlo y llévenlo al calabozo! ¡No se permitirán más desacatos a la orden en este reino!

De inmediato, los guardias tomaron a Yunho de los costados para someterlo. Este intentó poner resistencia, pero estaba tan rodeado que le fue imposible escapar. ¿Qué pasaría con él ahora? —¡Suélteme en este instante! —Demandó inútilmente.

—No mi Coronel, usted va a recibir lo que se merece. —El Rey lo tomó de la barbilla y lo obligó a mirarlo a los ojos. —Dígame, ¿Dónde están los planos para actuar contra el bosque?

—Los queme. —Yunho espetó con odio.

—¿Ah sí? Pues no importa. —El Rey soltó la cara de Yunho y le dio la espalda. —¡¡Escúchenme todos, hoy será el día en que finalmente tomaremos la soberanía del bosque!!! ¡¡¡Basta de esperar y doblegarnos, hoy le enseñaremos a la familia del bosque de lo que están hechos nuestros hombres!!

Ante eso, todos los soldados alzaron sus armas, gritando en victoria.

—Y una última cosa pequeño revoltoso, —El Rey se volvió a dirigir a Yunho. —Ni creas que voy a tener misericordia con aquella gentuza. Todos morirán bajo mi espada, en especial ese muchachito de quien te atreviste a enamorar ¿Por qué te enamoraste de él, no es así? —El Rey sonrió y Yunho endureció su mirada. —Como sea, ese será el primero en morir.

Viendo al Rey doblarse de risa por sus palabras, Yunho fue arrastrado por los soldados hacia las mazmorras del castillo, y aunque gritó, se sacudió e intentó dar pelea, no pudo zafarse de la mano opresora del Rey. Él estaría encerrado en ese castillo quien sabe por cuánto tiempo. Pero eso no era lo que preocupaba a Yunho. Mientras él estaba encerrado, el Rey haría de las suyas en el bosque y su Jaejoong, su amado Jaejoong, estaría a merced de los soldados y los deseos de venganza de ese horrible hombre.

Yunho tenía que idearse una forma de escapar, tenía que ingeniárselas para llegar hasta Jaejoong antes que el Rey.

Y debía hacerlo lo más pronto posible.



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Nota: Proximo capitulo : Gran final. No se lo pierdan XD