sábado, 1 de septiembre de 2018

Lady Marmalade - Entrega Final

Entrega Final

Te amo… ahora estoy delante de ti y de nadie más,
¿Acaso estoy aferrado a tus manos?”
—I’ll Protect You.



Nueva York, año 1923.

Los telones cerrándose, las luces del teatro apagándose una a una hasta que solo quedaron prendidas las del escenario principal. El ambiente apestaba a arte y a sueños, algo encantador. Yunho miró a su alrededor y exhaló un suspiró de orgullo al darse cuenta que realmente lo había logrado.

Había cumplido su sueño.

Desde su llegada a América, hacia unos dos años, Yunho no tuvo otra cosa en mente que levantar su negocio de espectáculos, inspirado por su amor a las artes y a la promesa a su musa que le aseguraba que él seria fuerte. Que no sería un hombre que se dejaría derrocar. Y por supuesto lo había cumplido, había inaugurado un enorme teatro en donde los artistas se podían expresar y dejar fluir sus talentos.  Aparte de ser el director, él era ahora lo que se podría considerar un hombre de negocios, sin embargo y pese a todo el dinero que ahora poseía, él seguía siendo humilde. Seguía prestándola poca atención a ese poco de papel sin importancia, y viviendo su vida tan libremente como siempre lo había hecho.

Seguía sonriendo sin parar, mojándose debajo de la lluvia y viviendo aventuras en los lugares más insólitos… pero había una cosa en donde él nunca fue igual: Su corazón no lo volvió a entregar. A nadie, y no es que hubiera tenido la necesidad tampoco, durante ese tiempo después de su partida, Yunho no había tenido intenciones de amar a alguien. No se sentía triste por ello, de hecho se sentía extrañamente en paz. Como si su parte enamoradiza y conquistadora se hubiera diluido.

Su amor a él le había hecho madurar.

Y no se sentía en soledad.

Estaba en un estado de armonía con su ser.

—Yunho.

Su bien amigo Junsu apareció de repente, con un abrigo en sus manos anunciando que era el momento de irse. —¿Todavía no te has alistado? Ya es hora de ir a casa.

—Aun no Su. —Yunho ladeó su cara y le otorgó una pacifica sonrisa. —Quiero quedarme unos minutos más.

Levantando ambos hombros como si no le pareciera extraña esa petición, Junsu asintió con su cabeza y optó por irse primero, meditando que si su hyung quería estar a solas, él lo dejaría en paz.

En cuanto dejo de oír los pasos de Junsu por sobre las tablas, Yunho suspiró y se dispuso a trasladar los elementos de su espectáculo que estaban aun sobre el escenario hacia atrás del telón. Uno por uno, organizando la tarima, despejando el ambiente…

…Una figura de repente apareció en escena, instalándose en el centro del auditorio, totalmente enigmático.

Yunho de inmediato se irguió ante la presencia, confundido. —¿Se le ofrece algo?

La persona, que estaba vestido con una túnica negra que le cubría hasta la cabeza y un antifaz enorme adornado de muchas plumas de colores, solo levantó ligeramente el rostro, susurrando. —He venido a hacer una audición. —Su voz sonaba extraña, como si estuviera esforzando en sonar como alguien más. Como alguien que no era.

—Lo siento hemos cerrado por hoy, no recibimos mas audiciones. —Yunho le respondió, no perturbado de que la persona no mostrara su rostro y en cambo estuviera luciendo ese extraño disfraz. Al fin y al cabo así eran todos los artistas… fuera de lo común.

—Pero quiero estar en su espectáculo.

—Lo siento, no hacemos audiciones.

Sin tolerar un no, la persona subió por las escaleras de la tarima y se le puso al frente, reclamándole con su cuerpo que le diera una oportunidad. Al ver su valentía, Yunho se cruzo de brazos y alzó una ceja, decidiendo que lo mejor sería dejarlo adicionar. Si insistía tanto era porque realmente quería estar ahí. Entonces bajó del escenario y tomó asiento en uno de los sillones de la audiencia, cruzando su pierna izquierda sobre la derecha y haciéndole un gesto con la mano indicando que podía empezar.

La persona solo tomó una gran bocanada de aire antes de entonar su canción:

“Soljihki Japgo Inneun nisonboda neoui kiseuga joha
Uri… mane bimil… moduga jiltuhalgeoya
Haenbokhaeseo Jireun Bymyeongsori mody yeotdeurerosseulgeo…”

Esa canción… a Yunho se le hacía vagamente familiar. Esa dulce voz, tan femenina como masculina, también hizo que el pulso de Yunho aumentara y que su columna sintiera una corriente que fue increíblemente incomoda. Increíblemente dolorosa.

—¿Cómo te llamas? —Le preguntó mientras sus labios temblaban.

—No creo que sea necesario.

Ahora su voz sonaba más natural, incluso algo débil, como si quisiera romperse a llorar.

De repente, Yunho se sintió extrañamente mareado ¿Era él o el auditorio estaba dando vueltas? Un mareo similar al de ese momento lo embargó mientras él intentaba levantarse y caminar hacia el escenario. Subió por las escaleras y cuando estuvo frente a la persona, un miedo le invadió de repente.

¿Y si no era lo que estaba pensando?

¿Pero cómo podría ser posible lo que estaba pensando?

¿Acaso estaba alucinando?

Decidido pero al mismo tiempo aterrado, Yunho tomó el aparatoso antifaz que la otra persona estaba usando y lo arrancó de su cara, arrojándolo a un lado. Unos bellos ojos lo recibieron y Yunho trastabilló unos pasos hacia atrás cuando creyó ver una fantasma.

Era imposible…

…era

…él.

—¿Jae…?

—Hola.

Le dijo anormalmente sereno, incluso con una tímida sonrisa.

Esto no podía ser verdad.

—No, no, no. —Yunho se tomó el cabello cuando un terrible dolor de cabeza lo atacó. Durante los primeros meses después de su partida él había tenido este tipo de pesadillas, en donde se lo encontraba y luego se esfumaba; no quería volver a eso, no quería volver a despertar llorando. En seguida cayó al suelo de rodillas, llorando. Llorando desesperado.

La otra persona se inclinó a su lado y rodeó con ambas manos su rostro, haciendo que se levantara de nuevo. Aunque también abrumado, él estaba más fuerte porque él conservó la esperanza. Él tenía razones para no estar enloquecido. —Tranquilo —Le dijo con su voz suave. —No es un sueño.

Las manos cálidas sobre su rostro de pronto se volvieron muy reales. Tan reales para tratarse de una pesadilla. Abriendo lentamente sus ojos, Yunho decidió hacerle frente. Definitivamente era él; era el idiota, problemático y hermoso ricachón que conoció alguna vez en la ciudad de Paris.

Jaejoong.

—¿Cómo?... ¿Cómo es que…?

—Al fin te he encontrado.

Jaejoong le dijo y se apartó solamente para quitarse la túnica que llevaba, dejando al descubierto aquel cabello castaño que aun era sedoso y liso. El corazón de Yunho casi explota y su vista de nubló antes de volver a caer, solo para ser hábilmente atrapado entre los brazos del otro. Verdaderamente no entendía, no entendía lo que estaba sucediendo. No entendía porque Jaejoong estaba tan tranquilo, ¿Acaso no caía en cuenta de lo que significaba?

¿Acaso no se daba cuenta que él había regresado de la muerte?

—Estás vivo... ¡¿Cómo es que estas vivo?! —Finalmente estable, Yunho se las arregló para preguntar, tan conmocionado como aliviado. Tomó sus mejillas y su corazón se estremeció al reconocer la piel de terciopelo suave a su contacto.

—Tuve que esconderme, tuve que hacerlo.

Eso no aclaraba nada. —¡Tu moriste en mis brazos! ¡¡¡Yo te sentí morir!!! —Yunho apretó los ojos mientras recordaba con amargura aquella horrible sensación de sentir a la persona que amas dar su último suspiro entre tus brazos. Realmente había sucedido, él no estaba alucinando. —¡La policía confirmó que habías muerto! ¡¡¡¿Cómo es que estas aquí?!!!

—La policía me encubrió Yunho. Tuve que pagarles mucho dinero para hacerlo, tuve que fingir desaparecer, darte mi fortuna, hacer como si me hubiera desaparecido de la faz de la tierra.

—¡¿Cómo?!

—Perdí la conciencia en esa habitación y cuando desperté en un hospital me informaron lo de mi padre. Tuve miedo y decidí que lo mejor es que ellos anunciaran que había muerto.

No tenía sentido, ¡Nada de esto tenía un maldito sentido! —¿Y por qué hiciste eso? ¿Por qué te escondiste de mí? ¿Por qué dejaste…?

—Porque tenía que protegerme, los japoneses mataron a mi padre ese día. Si ellos se enteraban que había sobrevivido, hubieran ido tras de mi… y tras de ti también.

Yunho volvió a esconder su cabeza, tremendamente impactado. Podría jurar que él vio perder la luz de ojos, que el escuchó a su corazón no latir mas… sin embargo ahí estaba, tan real como para que se tratara de un mal sueño o una contusión ¿Entonces había sobrevivido? ¿Entonces había sobrevivido al disparo cruel que recibió de su padre?

—Yunho. —Jaejoong lo llamó después de unos segundos e hizo que lo mirara a los ojos, tan cerca que el enfoque se volvió borroso. —Yo nunca te deje de buscar. Te fuiste de Paris y nunca deje de buscar por ti… hasta ahora.

Una gota, otra más, y otra más, y otra más. Un riachuelo salió de los ojos negros de Yunho al sentir como todo había vuelto a su orden. Como lo que deseó por tanto tiempo y a la persona que deseó por tanto tiempo, volvía a estar a su lado. Jaejoong también se rindió ante el momento, dejando que sus propias lágrimas escaparan cuesta abajo por su cara. Para él había sido difícil, con el poco dinero que le quedó había tenido que subsistir por su cuenta y luchar para atravesar el atlántico para reencontrarse con Yunho. Ahora, después de tantas penurias, él por fin estaba ahí, por fin estaba con el Yunho que lo enamoró en el Molino rojo de Paris.  

Las palabras sobraron cuando la distancia se acortó y sus bocas su unieron, tan fuerte que parecía que se fueran a fusionar en cualquier momento. Toda la tristeza, todo el desamor y la culpa, fue borrado en un segundo y solo le siguió un momento de tremendo alivio, como si todas las penurias del mundo habían llegado a su fin.

Tal parece ser que el cielo y la tierra les habían dado una segunda oportunidad.

Ahogándose en el beso y en sus propias lagrimas, se abrazaron fuerte y dejaron que sus bocas hablaran por si solas, dejaran salir todo el amor que habían retenido por el otro. Dios, si que era liberador.

—Me alegro, me alegro que cumpliste tu sueño. —Jaejoong habló exhausto mientras seguía llenado a Yunho de besos prácticamente por toda su cara. Siempre lo supo, siempre supo que Yunho tenía talento para ser exitoso, y verlo ahí, dueño de su propio espectáculo, le hacia sentir tremendamente dichoso.

Yunho solo se dejaba besar, remplazando su anterior expresión de asombro y consternación, en una de increíble descanso. —Tienes razón, mi sueño se ha cumplido, pero no es el que crees…

Jaejoong se detuvo.

Yunho junto sus frentes, cerró sus ojos, su voz sonó etérea:

—Mi sueño era volver a estar contigo, creí que solo se cumpliría cuando muriera pero creo que el destino me ha premiado por ser tan paciente.

La sonrisa de Jaejoong fue cubierta de nuevo por esa boca que se resistía a dejarlo ir. De ahora en adelante, si pudieran estar siempre besándose, entonces lo harían hasta el final.












El frio era como de madrugada, Yunho lo sentía.

Sentados en el borde del escenario, con Yunho acunando las manos de Jaejoong y este reposando su cabeza en el hombro de Yunho, ambos se mantenían pensativos, tan solo escuchando la soledad del auditorio y el viento helado de la noche. Había tantas cosas por hablar pero al parecer permanecer en silencio era lo único oportuno que hacer en esos momentos. Aun no salían de su shock, se sentían en una realidad alterna, totalmente ajenos al mundo exterior. Ambos rostros estaban enrojecidos por tanto llorar y sus pechos palpitaban disconformes.

Estaban agotados.

Luego de unos minutos, Yunho miró hacia abajo, hacia las manos de Jaejoong y no pudo evitar apretarlas de un modo fuerte, entrelazando sus dedos. —Estas delgado. —Le dijo en un suspiro.

Jaejoong las volteo a ver. —No he comido bien en meses.

Por sus palabras, Yunho se sintió culpable, recordando que el horrible suceso que dio lugar a la supuesta muerte de Jaejoong (y a lo complicado de su vida luego) había sido provocada por su desconfianza. Por no escucharlo a tiempo.

Se giró entonces para tomar por enésima esa noche el rostro de Jaejoong y hacer que lo enfrentara. Él tenía algo que decir: —Jaejoong-ah, ese día… el día que nos separamos… ¿Oíste lo que te dije? ¿Oíste lo que te dije cuando estabas en mis brazos y cerraste los ojos?

Los recuerdos de Jaejoong eran difusos. —No…

—Te dije que lo sentía. —Yunho se detuvo, apretando sus labios para calmar la agitación que desordenaba su boca. —Te dije que te creía que no habías hecho nada contra mí y que te amaba, que te amaba un montón.

Jaejoong exhalo un suspiró, él recordaba escuchar algo.

—Como aun te amo.

Honestamente Jaejoong no necesitaba oír sus disculpas. Él ya las sabia y se sentía de alguna manera mal de que Yunho hubiera cargado con esa culpa todo ese tiempo. —Lo sé, sé que me amas, yo no te culpo por ese día Yunho, esa fue mi decisión, fue mi entrega de amor para ti. Debes pensar que el que me haya esfumado, es como si te hubiera castigado por tu desconfianza, pero no es así para nada. Yo solamente quería que fueras feliz. Jaejoong se detuvo, recobrando aliento, era difícil expresar con palabras todas las emociones que su corazón entumecido estaba sintiendo. ¿En todo este tiempo… no lo has intentado con alguien más?

La pregunta fue incluso ofensiva para Yunho. —¿Quién podría olvidar a este niño caprichoso que me gritaba y luego me besaba? ¿Crees que alguien podría ser lo suficientemente valioso para ocupar su lugar?

—No. —Jaejoong rió nostalgico. —Pero un deseo mío fue el que fueras feliz, así fuera con otra persona. Lo dije en la carta, aquella carta que te escribí. ¿Sabes de lo que hablo?

Jaejoong no tenía necesidad de especificar qué carta era, porque para Yunho era su posesión más preciada. —Parecía en ella que te estuvieras despidiendo, no que me estuvieras alertando que te esperara.

—No sabía si iba a ser capaz de encontrarte ¿Y que si me esperabas para siempre y nunca aparecía?

—¿Pero aquí estamos, no?

Bajándose de un salto de la tarima, Yunho volteó a ver a Jaejoong y le ofreció su mano. El corazón del castaño titiló velozmente al ver a Yunho ahora con una gran sonrisa, con su postura confiada y con su palma extendida, tal como era en los viejos tiempo cuando le impulsaba a cometer locuras. Se sintió de pronto como si hubiera retrocedido dos años.

Ven aquí, sé mi voluntario.

Tomó su mano y la sujeto fuerte, saltando también él fuera de la tarima, siendo arrastrado por un Yunho vivaz que lo conducía fuera del escenario a entrar de nuevo a su vida.

A regresar de lo que nunca debió haber salido.

Al parecer este espectáculo por fin había llegado a su merecido final.


Fin




Nota: Esto es muy inesperado, lo se, pero déjenme explicarles: Resulta que cuando escribí el final de este fic tenia varias alternativas. El original (el que publique) se me hacia el mas desgarrador e impactante, y por eso no publique este capitulo que se suponía era el epilogo. Al volver a releer el fic, no pude soportar que hubiera decidido no dejarlos juntos XD, ya suficiente tenemos lo trágico de la vida real, para que así también sea en ficción. Así que en mis archivos rescaté este capitulo y decidí publicarle, para darle el final dulce que me parece que esta historia se merece. 

Así que este seria el verdadero final supongo. 

Se que es tarde :P  han pasado dos años desde lo publique y probablemente muchas de las personas que lo leyeron en su momento, ni vean este capitulo ni se acuerden. Pero bueno, las que si lo lean, si conocen de alguien que leyó este fic, me gustaría que se los compartieran.

Como nota aparte, hace poco visite por primera vez Paris y pude recorrer todos los lugares que mencionó en este fic, así que mi amor por el resurgió y por eso lo recordé.

Dejen sus comentarios.