Capitulo IX: Él
no podía ser el hijo de ese hombre y no lo iba a aceptar.
Todo
debía tratarse de una confusión.
De
una horrible y fea confusión.
―¡De
ninguna manera lo hare y no hay nada que puedas hacer para convencerme!
Yoochun
declaró decidido al colocar los platos de su cena en el fregadero y voltearse
para enfrentar a su Hyung. La idea de Jaejoong de irse de la ciudad junto a
Yunho era una locura. ¿Desde cuándo Jaejoong aceptaba dejar tan tranquilamente
su pandilla? Lo más importante: ¿Desde cuándo Jaejoong estaba tan comprometido
con ese chico Yunho? ¿Tanto así era el… “amor” que se decían tener? Dios,
Yoochun no podía entender como Jaejoong había cambiado tanto de parecer desde que
conoció a Yunho. Ahora parecía otra persona.
―Por
favor Yoochun no te lo pido, te lo ruego, tienes que venir con nosotros.
―Jaejoong le suplicó mientras entraba a la cocina, acompañado por un muy
callado Junsu, quien había optado por quedarse en silencio ante la discusión de
sus hyungs. Esto no parecía llegar a una solución temprana.
―¿Y
a dónde iremos Hyung? A chicos como nosotros no nos dan trabajo, no podremos
pagar ni siquiera una habitación para los cinco. ¿Dónde piensas que viviremos?
―Yunho
dijo que él conseguiría una posada. Él es de Gwanju, si no supiera lo que está
diciendo no me lo habría propuesto.
―¡Ni
siquiera lo conozco! Ni Junsu ni yo hemos convivido con Yunho para confiar en
él, mucho menos para dejar todo y escapar a otra ciudad por su capricho.
―¡No
es un capricho! Y yo si lo conozco y sé que debo confiar en él. Por favor
Yoochun, debes creer. Si no confías en él, por lo menos confía en mí. Tú eres
como un hermano para mí.
―Yo
confió en ti y te conozco también, lo suficiente para saber lo precipitado que a
veces eres. ―Yoochun explicó y se giró para lavar el plato que había dejado
anteriormente. ―No entiendo porque la necesidad de irnos. Aquí estamos bien, comemos
tres veces al día, tenemos agua y un techo para dormir en la noche…
―Por
favor Yoochun aquí no estamos bien. Trabajamos día a día y no podemos disfrutar
ni la mitad del dinero que conseguimos. Si vamos con ellos quizá nuestra vida
mejore.
―¿Mejore
para qué? ¿Para vivir en la calle? No seas iluso Jaejoong, hemos podido
subsistir gracias a la ayuda que nos da el jefe.
―Eso
es una mentira y tú lo sabes bien. El jefe no nos acobija para hacer su buena
acción del día, solo nos quiere para recaudar el dinero que él no se esfuerza
en ganar.
―¿Y
desde cuando piensas así del jefe? ¿No eras tú el que lo alababa y lo defendía
cada vez que podía?
―¿Y
no eras tú el que lo despotricaba a cada rato? ¿No eras tú el que se vivía
quejando de él?
―Estas
cambiando de tema Jaejoong. Tal vez el jefe no sea santo de mi devoción, pero
aun así puedo reconocer que desde que estoy con él mi vida ha sido mucho más
fácil. Ahora, respóndeme lo que te pregunte: ¿Desde cuándo cambiaste de
opinión?
―Desde
que me di cuenta que el jefe solo es… un mentiroso. ―Jaejoong de repente cerró
la boca, recordando todas las veces que el jefe le había dicho lo especial que
era o lo mucho que lo quería. Todas esas palabras de afecto solo fueron
tácticas para mantenerlo a su lado. Nada de eso fue verdad, por años había
estado engañado. Pero ya no más. Ya no estaba dispuesto a caer en sus
manipulaciones.
―Jaejoong-ah…
De
repente Junsu habló detrás de él, colocando una mano en su hombro para que se
girara a verlo. ―¿Tu ya no sientes nada por el jefe?
Jaejoong
bajo la cabeza. ―No Junsu, ya no. Ahora solo quiero irme de su lado.
―Pero
tú estabas tan enamor…
―Junsu
no quiero recordarlo, por favor.
―Y
hablando del jefe… ¿él sabe de esta loca idea tuya? ―Yoochun volvió a retomar
la conversación, no prestando mucha atención a la extraña intervención de
Junsu.
―¡Claro
que no! ―Jaejoong abrió los ojos como platos. ―Si se entera de que queremos
irnos no nos dejara. Puede ser que nos encierre o… que intente algo contra
Yunho.
―Pues
no se enterara porque no haremos nada. Me quedare aquí, Junsu se quedara aquí, y
todos nos quedaremos aquí. No seré parte de este estúpido plan.
Dando
punto final a su disputa, Yoochun salió de la cocina dejando a un muy malhumorado
Jaejoong, quien solo suspiró profundo y conto hasta diez para que la
frustración se le pasara. Sabía que convencer al cabeza dura de Yoochun no iba
a ser tarea fácil, sin embargo nunca se imagino que fuera así de complicado. Si
a la larga no podía persuadirlo, el plan que tenia con Yunho no podría
realizarse puesto que, como se lo había dicho, eran todos o ninguno. Por años Junsu
y Yoochun habían sido sus amigos, sus compañeros de aventuras, sus hermanos. No
podía ser capaz de irse y dejarlos solos. Eso era impensable.
Pero
Yoochun tampoco cooperaba.
Esto
se estaba convirtiendo cada vez más en un dolor de cabeza.
―Jaejoong…
Junsu
lo llamó algunos minutos después y Jaejoong intentó calmarse, devolviéndole la
mirada. ―¿Qué pasa Junsu?
―Yo
no creo que la idea sea una estupidez. En realidad me parece lo más conveniente
que podemos hacer ahora. ―Dijo con cuidado, como si tuviera miedo de hacer
estresar mas a Jaejoong.
―Gracias,
me alegra que tu si lo puedas entender. ―Jaejoong le respondió con una sonrisa
tibia y extendió su mano para acariciar la cara de su amigo. ―En verdad no
quería ponerlos en esta situación, pero las cosas van a salirse de control y es
mejor que estemos fuera de todo esto.
―Supongo.
―Reflexionó Junsu. ―Aunque no puedo negar que me da algo de miedo. Lo que
Yoochun dice es verdad; ahora tenemos un hogar porque el jefe nos deja quedar
en esta casa, pero si vivimos por nuestra cuenta…
―Junsu-ah,
no tienes de que preocuparte. Yunho y yo trataremos de trabajar duro para que no
tengamos que dormir en la calle. Veras lo bueno que será vivir juntos, sin
nadie que nos limite ni nos diga que hacer. Solo estaremos los cinco: Yunho,
Changmin, Yoochun, tú y yo… ¡ah! y Yunjae. ―Jaejoong le reconfortó y luego se
aproximo para envolverlo en sus brazos, apretándolo con fuerza para que las
angustias de Junsu cesaran. Debía admitir que al principio también se sintió
algo escéptico de seguir con ese plan, sin embargo las palabras de Yunho le
habían asegurado que todo saldría bien.
Nada
podría interponerse en su camino.
A
no ser que…
El
reconfortante abrazo terminó cuando el jefe entró a la cocina para cerciorarse que
todos los chicos hubieran dejado limpio su plato de la cena. Odiaba con fervor
la suciedad, claro, cuando no la tenía que limpiar él. ―¿Qué es esto? ―Preguntó
al señalar los platos de Jaejoong y Junsu que aun no habían sido lavados.
―En
seguida señor.
Junsu
se dirigió con rapidez al fregadero y Jaejoong solo se quedo de pie, algo
resistente de querer cumplir tan diligentemente la orden. Observó como el jefe
se le acercó y puso su mano sobre su hombro.
―Joongie
no te note en la cena, estuviste muy callado.
Jaejoong
permaneció en silencio. No quería cruzar palabra con el sujeto.
―¿Qué
dices Joongie? ~ ¿Quieres dormir conmigo en mi habitación hoy? ―El jefe le
susurró al oído provocando que Jaejoong temblara e inevitablemente recordara el
beso de aquella noche en la habitación.
Una
corriente fría le recorrió la espalda.
―No…
―Alejándose de su toque, Jaejoong se situó al lado de Junsu y comenzó él también
a lavar su plato, con ansias de verse ocupado para que el jefe no tuviera
oportunidad de seguir molestándolo. Junsu terminó primero y cuando esperó que
Jaejoong lo hiciera para poder subir ambos al dormitorio, el jefe se interpuso
entre él y su hyung, diciéndole: “Ve a
dormir Junsu, necesito un tiempo a solas con Joongie”.
Junsu
lució algo vacilante, sin embargo no objeto nada y se marchó, no sin antes voltear
a ver a su hyung quien parecía no querer que lo dejaran solo. En cuanto Junsu salió
de la cocina, Jaejoong sintió la mano fría de su jefe acariciarle la espalda
por debajo de su remera. Intentó eludirlo pero el hombre se le acercó más, no
dejándole escapatoria esta vez.
Sin
querer permitir que eso avanzara, Jaejoong se volteo y coloco una mano en el
estomago del jefe para crear distancia entre sus cuerpos. ―¿Qué es lo que
quiere conmigo? ―Preguntó firme aunque por dentro se estuviera muriendo de los
nervios.
El
jefe, quien había estado con su usual sonrisa ladina, de repente se puso muy serio.
―Creí que tú eras el que quería algo conmigo.
¿Eh? ¿El jefe se
acordaba? ―¿Acaso
recuerda... lo que le dije esa noche?
―Si
lo recuerdo Joongie. Lo recuerdo muy
bien.
―Usted
se burlo de mí.
―Estaba
borracho.
―Aun
así… ―Jaejoong cayó en cuenta que no tenía sentido tener esa discusión; así que
se giró de nuevo, terminó de lavar su plato y se dispuso a irse. ―Disculpe. ―Se
excusó y cuando estuvo a punto de marcharse, el jefe lo acorraló contra el
mesón y lo tomo de sus mejillas para volver a besarlo.
“Oh no, no de nuevo” Jaejoong apretó su boca, no queriendo
que el hombre volviera a hacer de las suyas, y cuando pensó que los labios del
jefe aterrizarían sobre los suyos, una pequeña cosa hizo que la atención del
jefe se desviara de su boca a su cuello.
“Ese
collar”
Con
brusquedad el jefe tomó la cadena que Jaejoong llevaba puesta y la miró con una
incredulidad en sus ojos que hizo confundir al más pequeño. ―¿Por qué tienes
esto? ―Le reclamó ahora con un tono de voz más grave. El “seductor” hombre de
hace unos segundos había quedado en el olvido.
Jaejoong
se aclaro la garganta. ―Lo encontré. ―Mintió. Por supuesto no podía decir que
era un regalo de Yunho.
―¿Dónde?
―Estaba
tirada en la calle.
El
jefe se lamio su labio, indicio de que estaba pensando profundamente. Jaejoong
pensó que el jefe dejaría el asunto ahí, mas sin embargo lo que paso después
fue que el hombre le arranco la cadena del cuello y se la guardo en el bolsillo
superior de su camisa de rayas.
Jaejoong
gritó por esa acción. ―¡Oiga! ¡¿Qué hace?!
―Sabes
que todo lo que tengan, así lo encuentren, deben dármelo a mí.
―¡Pero
no es justo, yo la encontré!
―¡Son
las reglas Jaejoong, tú no puedes tener esto!
―¡No!
Sin
importarle que fuera su jefe, Jaejoong se le abalanzó e intentó sacar la cadena
de su bolsillo. Ese era un regalo muy especial de Yunho que además había
pertenecido a la difunta madre de este; no se lo iba a dejar quitar. Su jefe no
ganaría esta vez.
―¡Jaejoong,
detente!
―¡No,
devuélvamelo! ¡Es mío!
Jaejoong
trató de amortiguar al hombre, pero antes de que pudiera hacerlo, el más grande
lo tomo de su remera y le dio una fuerte cachetada, haciéndole perder el
equilibrio y aterrizar sobre una pila de platos que estaban acumulados uno
sobre otro en el borde del mesón. El cuerpo de Jaejoong reboto contra los
platos, provocando que estos cayeran al suelo y se rompieran en mil pedazos.
Algo
aturdido por el golpe, Jaejoong se levanto del piso, dirigiendo la mirada a su
mano. Un pedazo de cerámica lo había alcanzado a cortar. Estaba sangrando. En
todos sus años de vivir junto al jefe, este nunca se había atrevido a
golpearlo. Lo hacía con otros chicos… pero no con él.
Nunca
con el más especial. ―¡¿Por qué es tan
cruel?! ―Jaejoong le gritó con furia reprimida. Estaba a una gota de explotar.
―¿Cruel?
¿Crees que soy cruel? ―El jefe soltó una carcajada. ―No soy cruel, yo te salve
la vida Jaejoong. Yo te rescate de las calles, yo me encargue de ti cuando eras
solo un pequeño. Nadie más te quiso, solo yo. Me debes la vida por eso. ―El
jefe remarcó esas últimas palabras como si en verdad creyera que Jaejoong debía
rendirle gratitud por su inmenso “sacrificio”. ―No entiendo porque te estás
comportando así, pero sea lo que sea, nunca debes olvidar que ahora estas aquí
por mi ayuda.
Sin
mí, tú no eres nadie.
Jaejoong
se mordió la lengua ante esas palabras. La parte más débil de si mismo le decía
que era cierto.
Pero
su parte más fuerte proclamaba que no debía creer en sus humillaciones.
―Deberás
trabajar el doble para pagar esos platos que acabas de romper, por ahora quiero
todo recogido y ni una palabra de esto a los demás ¿Entendido? ―Azotando la
puerta, el jefe dejó a Jaejoong de pie, con los puños marcados y con la rabia
queriendo salir de su interior.
A
continuación, el jefe subió las escaleras y cuando llego a su habitación lo
único que hizo fue apoyarse contra su tocador, sintiendo una sensación de incertidumbre
en su cuerpo que no había sentido en mucho tiempo.
“¿Cómo? ¿Cómo es que
ese chiquillo tenia…?”
El jefe meditó en su cabeza al sacar de su bolsillo la cadena que le había
quitado. No era posible; no era posible que después de tantos años Jaejoong
tuviera aquel regalo que él le había dado a aquella mujer hace tanto tiempo.
Jamás se la había visto antes, esta era la primera vez que lo veía con esa
cadena. Debió haberla conseguido recientemente y de ser así, entonces… ¿Se
había visto con ella? No, debía tratarse de una coincidencia. Si, tal vez Jaejoong
decía la verdad y se la había encontrado tirada en la calle. Después de todo
¿Qué probabilidad había de que hubiera encontrado con ella? ¿Con esa mujer?
Ninguna.
Algo
más relajado por esa suposición, el jefe metió la cadena en un cofre que
mantenía en su tocador, y se sentó en su gran sillón, prendiendo otro de sus
cigarros; no queriendo dejar que sus paranoias le amortiguaran la cabeza.
Sin
embargo había algo que no podía negar: la imagen de Jaejoong con la cadena puesta
de aquella mujer, fue como si hubiera abordado un tenebroso viaje al pasado.
Como
si la hubiera visto una vez más.
..
La
mañana siguiente Jaejoong trató de esquivar a Yunho tanto como le fue posible.
No quería que se diera cuenta que no tenía la cadena de su madre y por
consiguiente, se enojara por eso. Se sentía culpable; culpable de no haber sido
más cuidadoso o más insistente de haberla recuperado. Si hubiera sido más
precavido, el jefe no habría visto la cadena. Si hubiera sido más fuerte, la
habría podido recuperar. Que idiota había sido.
Su
plan de esconderse no duro mucho porque Yunho de inmediato noto que no tenía la
cadena al acorralarlo en la esquina de un callejón para una rápida sesión de
besos.
―¿Quién
te la quito?
Fue
lo primero que Yunho preguntó. Sabía que no podía ser posible que Jaejoong
hubiera sido solamente descuidado y la hubiera perdido. Si no la tenía seguramente
era porque alguien se la había arrebatado.
―El
jefe. ―Jaejoong confesó luego de un rato.
Al
oír eso Yunho tomó una respiración profunda y paso su mano por entre las fibras
de su cabello. Definitivamente ese hombre se estaba metiendo en terreno
peligroso. ―¿Por qué lo hizo?
―No
nos deja tener cosas valiosas. Ni siquiera algo mínimo. Cree que todo debe ser
de su propiedad.
―¡Misera…!
―Pero
ya sé cómo recuperarla. ―Jaejoong interrumpió.
Yunho
frunció el ceño. ―¿Cómo?
Jaejoong
miró a ambos lados, cerciorándose que nadie los estuviera vigilando. ―El jefe
nunca está en la casa en el día. Podemos entrar a su habitación, buscar la
cadena y tomarla de nuevo.
―¿Tienes
permiso de entrar a su habitación?
―Por
supuesto que no. Es prohibido, pero si él no está, no se dará cuenta.
Ok,
había algo de este plan que no sonaba bien para Yunho. Quizá presentía que no sería
del todo seguro, pero nada más podían hacer si querían recuperar la cadena y restituir
el honor de Jaejoong. Tenían que arriesgarse para poder ser ellos quienes se
burlaran de la insolencia de ese hombre. A Yunho no le quedaba de otra que
aceptar. ―Bien, ¿Cuándo iremos?
―Ahora
mismo.
Tomando
su mano, Jaejoong no le dio tiempo a Yunho de asimilar la propuesta porque de un
solo jalón lo llevo por entre las calles hasta la puerta principal de su
residencia. Antes de entrar, se aseguraron primero de que la casa estuviera
vacía y para su suerte, hoy era un día muy agitado, por lo cual no había
posibilidad de que alguno de los demás chicos estuviera en casa.
Teniendo
luz verde, entraron a la residencia y no esperaron en subir por las escaleras
que conducían a la habitación principal. Luego, utilizando un alambre, abrieron
la puerta del dormitorio y se metieron de inmediato a esta.
Al
entrar en la habitación del jefe Yunho no pudo evitar sentir un malestar en el
estomago. Esa habitación definitivamente no era la de una persona pobre, de
hecho ni parecía ser parte de la misma casa. Mientras que los chicos debían
conformarse con una vivienda digna de un mendigo; el jefe vivía como un rey.
Tecnología de alta gama, sillones recubiertos de terciopelo, un televisor
gigante… era como si en el mismo lugar convivirían dos mundos opuestos: el de
la miseria y el de la acumulación. Yunho no podía creer como existía alguien
tan egoísta, sabiendo que los que lo rodeaban aguantaban necesidad.
―Esto
es absurdo.―Yunho expresó al recorrer la habitación.―En serio no puedo creer
como tiene a tantos chicos bajo su mando. Como los tiene idiotizados.
Jaejoong
llego a su lado. ―Yo era así, yo estaba idiotizado por su encanto.
“¿Encanto?”
Yunho pensó.
―Me
refiero a que… yo creía que él era la persona más buena del mundo por ofrecerme
su ayuda. Creía que era alguien a quien debía ofrecerle mi mayor lealtad. Pero
ya no es así. Ya no voy a seguir en su juego.
Con
una decisión que Yunho nunca le había visto en los ojos, Jaejoong se dirigió al
baño y tomo el balde que en anteriores veces había usado para lavarle los pies
a su jefe. Recolectó un poco de agua en el y luego se dirigió al televisor. Lo
que sucedió después fue que Jaejoong vertió todo el contenido del balde sobre
el aparato.
Yunho
abrió los ojos. ―¡¿Qué haces?! ―Inquirió mientras se le abalanzaba para
detenerlo. ¿Acaso había perdido la cabeza?
Jaejoong
se comenzó a reír. ―¿No sería gracioso que el jefe llegara y encontrara todas
sus cosas dañadas?
―Nada
de eso, vinimos por la cadena.
―Yunho
pero no es justo. No es justo que él siga disfrutando de las cosas que
consiguió con nuestro esfuerzo.
―¿Y
qué planeas hacer, eh? ¿Destrozar la habitación?
Ante
la pregunta, Jaejoong se mordió el labio, mostrando esa sonrisa de picardía que
a veces usaba cuando tenía una idea en mente. Dejo el balde a un lado, tomando esta
vez unas botellas de loción y rociándolas sobre el equipo de sonido. Luego
agarró uno de los cojines de la cama y lo comenzó a estrellar contra una pared,
provocando que se salieran todas las plumas y que por lo tanto toda la
habitación quedara hecha un chiquero. Desocupo envases y restregó el contenido
sobre las cortinas. Finalmente pintó con sus dedos un mensaje insultante en uno
de los espejos de piso.
Jaejoong
no recordaba la última vez que se hubiera divertido tanto haciendo una de sus
diabluras. Tal vez había madurado tanto viviendo la dura vida en las calles que
ya no sentía esa efusividad que los chicos de su edad debían sentir.
Desde
que Yunho llegó a su vida había aprendido de nuevo a divertirse.
―Jaejoong-ah
tenemos que buscar el collar, debemos apurarnos. Además, entrar sin permiso a
la habitación es una cosa, pero esto ya es demasiado. ¿Qué pasaría si se entera
que fuiste tú?—Yunho advirtió
rato después sintiéndose un tanto alarmado por el comportamiento revoltoso de
Jaejoong. Sabía que Jae estaba herido, pero no se imagino que sería capaz de
hacer todo eso. Si seguía así, no saldrían de ahí sino hasta llegada la noche.
Pero
Jaejoong no iba a parar. Tanto tiempo se había pasado el descaro de su jefe que
ya no iba a ceder más. La noche anterior el jefe se había atrevido a golpearlo,
a tratarlo de menos; hoy se las cobraría. ―No hay prisa Yunho-yah, hoy es
viernes, el jefe no llega sino hasta pasada la media noche. ¿Qué pasa? ¿Tienes
miedo que nos descubra en su habitación? ―Jaejoong saltó a la cama, sentándose sobre sus pantorrillas. ―♩♬ Yunho tiene miedo, Yunho tiene miedo ♩♬ ―Canturreó,
disfrutando enormemente la cara de disgusto que Yunho ponía por sus burlas.
―No
le tengo miedo, ni un poco.
―Demuéstramelo.
―Jaejoong se cruzo de brazos. ―¿Qué serias capaz de hacer?
Yunho
no dijo nada, en su lugar se acercó a la cama y se sentó al lado de Jaejoong
quien ya estaba completamente acostado sobre el colchón. ―¿Qué serias tu capaz
de hacer? ―Le devolvió la pregunta.
Jaejoong
sonrió vagamente. ―¿Una travesura de verdad?
―¿Qué
clase de travesura?
―Pues…
―Dudoso, Jaejoong tomo el borde de la camisa de Yunho, incitándolo a que se
recostara encima. ―¿Un beso?
Yunho
suspiró profundo. ―Bien. ―Acercando su rostro, el moreno tomó los labios de
Jaejoong y los chupo de tal manera que hizo que al otro estremecerse por el
contacto. Aunque ya se hubieran besado miles de veces, la sensación seguía
siendo emocionante.
Pero
más emocionante era lo que Jaejoong tenía en mente. ―Yunho, ¿Y si…?
Por
su expresión, Yunho pudo suponer a que se quería referir. ―¿Quieres que…?
―Solo
una vez, ¿Si?
―No,
no Jaejoong, ya te dije que no debemos demorarnos.
―No
seas aburrido. Nadie se va a enterar. ¿No sería divertido? Tu… haciéndome el
amor mientras yo gimo… sobre esta cama…
Yunho
no podía negar que la propuesta era tentadora. El jefe no estaba, la habitación
estaba a su disposición… sería como una especie de venganza. Por todo lo que le
había hecho a Jaejoong. Por la intranquilidad que le había causado a él. ¿Qué
mejor forma de hacerlo si no era en su
cama? Sería como una humillación, una burla y ellos dos lo disfrutarían.
Ambos
se le burlarían en su territorio.
―Ok,
pero solo una vez ¿De acuerdo?
―De
acuerdo. ―Jaejoong asintió feliz y no espero para bajarse los pantalones,
bajándole los pantalones a Yunho en el proceso. Luego se acomodo sobre los
numerosos cojines de la cama y abrió las piernas. Si iban a hacerlo tenía que
ser rápido, no había tiempo para juegos previos. Yunho se coloco enfrente de él
sobre sus rodillas y miro ese agujero apretado que anteriormente había
reclamado como suyo.
La
realización de lo que iban a hacer lo golpeo como una ola. —¿Enserio quieres hacer esto… aquí? ¿Justo
aquí? —Le preguntó
con una sonrisa, ahora más divertido que preocupado.
Jaejoong
se lamio el labio. —Solo házmelo.
—Estás
loco. —Yunho le planto un beso en la boca, volviéndose a posicionar entre sus
piernas. Miró otra vez el agujero rosado, sintiéndose algo indeciso. A pesar de
que luego de su primera vez lo habían hecho un par de veces más, aun Yunho no estaba
seguro de cómo follar a Jaejoong sin lastimarlo. Esta vez, pese al apuro,
quería ser más cuidadoso.
Queria
que Jae disfrutara al máximo.
Dirigió
su mirada entonces a una de las mesas de noche, notando que había una especie
de ungüento puesto en ella. Suponiendo que serviría, Yunho la cogió y la
esparció tanto en la extensión de su pene ya erecto como en la entrada de
Jaejoong. Jaejoong se rió agitado al sentir los dedos largos de Yunho masajeando
su ano. Esa sensación de cosquillas, incomodidad, ansiedad, lujuria y vergüenza
volvieron a él.
Hacer
el amor era tan extraño.
Pero
tan emocionante a la vez.
―Vamos
metete Yunho. ―Jaejoong suplicó mientras pasaba sus brazos por debajo de sus
rodillas para elevar su trasero. Quería experimentar de nuevo la sensación de
ser penetrado y el movimiento de su cuerpo rebotando contra el de Yunho.
Lento
pero seguro, Yunho se apoyo en los muslos posteriores de Jaejoong y empezó a
enterrar su pene, deteniéndose cuando por fin estuvo todo dentro. Jaejoong jadeo
por la intrusión, luchando contra su cuerpo para poder relajarse y por ende,
poder sentir más placer.
El
vaivén comenzó luego de unos minutos; primero despacio y luego tomando un ritmo
constante. El colchón se hundió con el peso de los cuerpos, la cama rechinó y
tanto Yunho como Jaejoong gimieron por el placer que estaban sintiendo. Yunho
abrazo completamente a Jaejoong para
poder penetrar más rápido y este lo recibió entre sus brazos, ubicando sus
manos en los glúteos del más alto para poder alentarlo.
―Yunho,
mas fuerte… ―Le susurró al oído. Yunho aumento de velocidad. ―Me siento tan
lleno…uhm…
―Jae…
se siente tan rico…
―Umh
si…
―¿No
quieres a nadie… más cierto?
―No…
―¿Ni
a él? ―Yunho preguntó de la nada. Ni sabia porque preguntaba eso, tal vez el
hacer el amor lo tenía tan embriagado que ya no pensaba lo que decía.
Jaejoong
abrió la boca. ―¿Qué?
Sin
preocuparse en explicarle, Yunho lo atrapo en un beso largo, profundo y mojado,
el cual hizo que Jaejoong olvidara aquella extraña pregunta.
A
minutos de llegar al clímax, Yunho cambio de posición y ahora estaba de pie
penetrando a Jaejoong por detrás mientras este descansaba boca abajo en el
borde de la cama. La manera en la que se movían había dejado de ser cuidadosa,
infantil; realmente ahora eran solo dos chicos adolescentes enfocados en
liberar su libido.
Jaejoong
se corrió al sentir como Yunho tocó unas cuentas veces su próstata y Yunho lo
hizo después, sacando el pene del cuerpo de Jaejoong para poder chorrear su
semen en la espalda baja de este. Al terminar, Jaejoong se volvió a acostar en la
cama y comenzó a dar vueltas en esta, riéndose por su osadía de haberlo hecho
ahí. Yunho, en cambio, busco algo con que limpiar los rastros de semen, ya que
al parecer Jaejoong no tenía indicios de querer borrar la evidencia de su sexo.
―¡Mierda!
Jaejoong
escuchó a Yunho maldecir cuando este boto sin querer un cofre que estaba puesto
en el tocador de la habitación. El pelinegro se arrodillo para ayudar a recogerlo
y sin esperarlo, el collar de la madre de Yunho apareció entre las cosas que
habían salido disparadas por la caída. Emocionado, Jaejoong alzo la cadena y
cuando quiso decirle a Yunho que la había encontrado, su entusiasmo quedo
opacado cuando vio que Yunho estaba sentado en el piso, mirando muy fijamente
una fotografía que también había caído del cofre. Sus labios se veían secos;
sus pupilas congeladas como si hubiera visto un fantasma.
Había
algo en esa foto que a Yunho lo dejo perplejo, sin habla. Algo que removió un
sentimiento muy dentro de sí.
―No
puede ser… ―Yunho susurró totalmente asombrado, no dando crédito a lo que sus
ojos veían.
―¿Qué
pasa? ―Jaejoong se ubico a su lado y echo un vistazo a la foto. Sus ojos se
abrieron de par en par al ver a una joven mujer la cual traía puesta la cadena
que él tenía en su mano. ―¿Ella es…?
―Es
mi madre.
―Pero…
―Jaejoong detalló al hombre que estaba al lado de ella. ―¡Es el jefe! ¿Por
qué…?
Y
en efecto, en aquella fotografía estaban dos personas abrazadas; una de ellas
era el jefe de Jaejoong y la otra persona era… la madre de Yunho. La fallecida
madre de Yunho. La foto estaba desgastada y descolorida, probablemente era de
años atrás. Muy posiblemente había sido tomada durante el tiempo en el que Yunho
estuvo en gestación, ya que se podía ver la barriguita en su vientre.
Volteando
la foto, Yunho leyó lo que estaba escrito en la parte trasera:
“Para
la sonriente mariposa traicionera y el bebe que crece en sus entrañas. Jisung,
Seojin y nuestro bebe.
1986”
Yunho soltó
la foto.
1986
era el año en el que él había nacido.
Él
nunca conoció a su padre. Ni siquiera sabía quién era.
Según
su madre, su padre era un bastardo…
Todo encajaba, todo parecía
concordar.
Su padre… ¿Era el jefe de Jaejoong?
―Tenemos
que irnos, ahora. ―Levantándose del piso, Yunho busco con urgencia su pantalón
y el de Jaejoong, y se dispuso a irse de la habitación. Ya ni siquiera
importaba que hubieran dejado la habitación hecha un desastre, él tenía que
irse de ahí. Obedeciendo, Jaejoong se coloco su pantalón y salió del dormitorio
de su jefe junto a Yunho, no olvidándose del collar.
Cuando
estuvieron fuera de la residencia, lejos de peligro, Yunho se recargo contra
una pared de un callejón y resbalo en ella hasta caer sentado en el suelo.
Jaejoong se inclinó a su lado. ―Yunho ¿Qué pasa? ―Le preguntó preocupado. En
realidad no entendía que carajos estaba sucediendo.
Pero
Yunho no quería decirlo, no estaba dispuesto ni siquiera a reconocerlo. ¿Él era
el hijo de aquel repugnante sujeto? ¿Su madre, su hermosa y pura madre se había
metido con semejante desgraciado? No, definitivamente debía ser una equivocación.
Debía estar interpretándolo mal, quizá la foto quería referirse a otra cosa y
él estaba sacando conclusiones premeditadas. Él no podía ser el hijo de ese
hombre y no lo iba a aceptar.
Todo
debía tratarse de una confusión.
De
una horrible y fea confusión.
Levantándose
del piso, Yunho no hablo más del tema y en su lugar le dijo a Jaejoong que
debían seguir con sus respectivas labores del día, como si lo que hubiese
pasado hace unos minutos no tuviese importancia. Jaejoong quedo aun mas
desconcertado cuando vio a Yunho alejarse y de su cuerpo desprenderse la
fotografía que había quedado anclada a su pantalón.
Recogiendo
la foto, Jaejoong la analizó.
Realmente
Yunho no había se había equivocado aquella vez que le dijo que se parecía a su
madre, porque la mujer que estaba ahí sonriendo y acariciando su barriguita de
embarazada ciertamente era… como su exacta fotocopia.
..
Yunho
se levanto la mañana siguiente con una presión en el pecho.
Aparte
del desasosiego que aun llevaba por descubrir esa misteriosa fotografía, había
algo que lo tenía angustiado y no sabía por qué.
Algo
referente a Jaejoong, algo referente a su futuro juntos.
Levantándose
de la cama, Yunho bajó hasta la rudimentaria cocina que su pandilla había
armado y se sirvió un vaso de agua. Tal vez solo había dormido mal o tenido una
pesadilla, y eso era la causa de porque esa terrible sensación en su corazón.
Aflojando sus músculos, Yunho meditó que quizá sería bueno dormir un poco más
para controlar sus ansias, pero en el momento en que se dispuso a subir de
nuevo por las escaleras, la puerta del edificio se abrió.
―¿Qué…?
La
persona que había entrado era Jaejoong, y en sus manos estaba el perrito Yunjae
envuelto en una capa de sangre.
..
Nota: Ok en este capitulo se revelo algo del misterio de este fic, pero no todo, asi que todavía hay mucho mas que descubrir. Uhm, como les dije este fic sea dividido en dos partes, el capitulo final de la primera parte sera el siguiente. Esperenlo.
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