Decidido a averiguar
quién era el miserable ladrón, Yunho le dio una patada a la puerta y entró de
golpe, quedando justo en medio de la habitación con la espada erizada y la
vista fija al frente.
No
vio a nadie, sin embargo, el sonido de unos pasos a sus espaldas…
Yunho se dio medio
vuelta aun con la espada erguida y a centímetros de que esta degollara el
cuello del intruso, sus manos se detuvieron.
Los
ojos de ambos se encontraron.
Jaejoong
contuvo la respiración.
La
expresión desafiante de Yunho se suavizó.
Ambos estaban ahí,
frente a frente, en una bizarra situación en la que ninguno de los dos imaginó
que se volverían a encontrar luego de cinco años.
Yunho
bajo la katana.
..
Capítulo II: …Incluso
sin buscarlo, el problema llegó a ti.
Sonrió y Yunho no pudo
estar más de acuerdo con aquella afirmación.
—¿Jae…joong?
Yunho
preguntó incrédulo al no comprender lo que sus ojos estaban viendo. No podía
ser posible, no podía ser que esto le estuviera pasando. Esa persona al frente,
esa persona que se había metido sin permiso a la casa… ¿Se trataba de Jaejoong?
¿Del Jaejoong de Gongju? Dejando la katana en el suelo, Yunho se irguió firme y
detalló mejor su rostro. Los ojos grandes, el cabello negro desordenado, el
lunar debajo de su ojo, los labios gruesos… eran iguales; el semblante era
mucho más maduro pero lo demás era igual. De verdad era Jaejoong.
Jaejoong
paso saliva al también reconocer a la persona que, con uniforme militar, lo
miraba con desconcierto. Al estar en Gwanju sabía que había una enorme posibilidad
de encontrárselo, sin embargo no pensó que fuera a suceder, menos tan pronto y en
esas condiciones. Esto de verdad era bastante absurdo como para creerlo. No
sabía ni que decir.
Dando
un paso atrás, Jaejoong deliberó que lo mejor sería escapar y cuando sintió que
Yunho tenía intención de acercarse, no lo pensó mucho y levantó su pie de una
forma tan fuerte que le propinó al otro una patada directa al estomago. Yunho
en seguida se retorció de dolor y Jaejoong aprovechó esto para correr fuera de
la habitación; sin embargo una mano en su pierna le hizo resbalar y caer de
cara. En un segundo tuvo a Yunho encima, forcejeando contra él.
—¡¡¡Suéltame!!!
—Le gritó; sus manos tratando de apartarlo de su cuerpo. —¡¡¡Suéltame!!!
—¡No!
—Yunho no se rindió. —¡¿Que le hiciste a la señora Choi?! ¡¿Qué carajos haces
aquí?!
—¡¡¡Suéltame!!!
—Con todas sus fuerzas, Jaejoong
dobló su rodilla y le dio a Yunho otro golpe, logrando así que se apartara de
encima. Ya libre, Jaejoong tomó de nuevo su maleta que se había caído debido al
forcejeo y estuvo a punto de cumplir su objetivo de huir por las escaleras; de
no ser porque Yunho fue hábil y logró retenerlo antes de que pudiera poner un
pie en el primer escalón.
A
continuación, Yunho lo abrazó por la espalda y lo inmovilizó por el cuello.
Jaejoong soltó un quejido por la presión; Yunho lo estaba estrujando muy
fuerte. —¡¡Suéltame,
te lo ordeno!!
—¡No
te vas a salir con la tuya!
—¡¡¡Oblígame!!!
Con
violencia, Jaejoong sintió como Yunho lo estrelló contra la pared y le inmovilizó
ambas manos por detrás de la espalda. Luego la textura de un metal frio fue lo
que sintió la piel de sus muñecas, cerrándose sobre ellas el seguro de unas
esposas. Jaejoong no podía entender lo que estaba pasando. —¡¿Qué?! ¡¿Ahora eres policía o qué?!
—Llamare
a mi General y haré que te lleven a la comisaria.
—¡¡No,
no iré a uno de esos lugares!! ¡No podrás…!
—¿Qué?
—Yunho lo volteo, quedando frente a frente. —¿Crees que estas en posición de
decidir?
Al
ver la situación en la que se encontraba, a Jaejoong no le quedo de otra que
resignarse y quedarse callado. Esta vez estaba perdido, había sido atrapado; pero
él sabía que no se podía rendir tan fácil. Que tenía que realizar un último
intento. Así que, viendo que se encontraban muy cerca del borde de la escalera,
a Jaejoong no se le ocurrió otra cosa que lanzarse contra Yunho, haciendo que
este perdiera el equilibrio y rodara piso abajo por las escaleras. Él cayó
también, en los brazos de Yunho, aterrizando ambos en el primer piso.
Un
tanto desubicado, Jaejoong batalló para levantarse debido a los golpes y a que
sus manos estaban esposadas, y cuando por fin pudo estabilizarse, la puerta de
la entrada se abrió y unos patrulleros entraron para detenerlo.
Oh
genial, otro día en la comisaria.
Al
menos estaria lejos de Yunho.
¿Verdad?
..
Lo
primero que sintió Yunho cuando abrió sus ojos fue un dolor agudo en la parte
de atrás de su cabeza. Llevó su mano a la zona y se dio cuenta que se le había
formado una contusión. Oh Dios, le dolía terriblemente, sin embargo eso no era
lo más preocupante. Cuando Yunho se despertó por completó y se fijó en donde
estaba, no pudo reconocer ninguna de las cosas que vio. Irguiendo medio cuerpo,
Yunho miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una de las celdas de
la comisaria. Jaejoong también estaba ahí, acurrucado contra la esquina
contraria, con sus piernas recogidas contra su pecho y la mirada hacia la pared.
Yunho no podía entender porque lo habían encerrado ahí. ¿Acaso pensaban que era
cómplice del robo?
Alarmado,
Yunho se aproximó a las rejas y llamó al guardia de turno, el cual estaba
sentado en su escritorio, leyendo el periódico. —¡Oficial!
¡Oficial!
Al
escucharlo, el hombre asomó su cabeza y dejo a un lado el periódico. —Oh, parece
que por fin despertaste. Necesito tus datos para llamar a un acudiente.
Yunho
negó con su cabeza. —No, no entiende…Yo no soy… ¿Por qué estoy aquí?
—Una
vecina alertó a la policía y cuando llegamos te encontramos a ti y a él en el
lugar del hecho. Estabas inconsciente así que no recuerdas nada.
—P-pero,
pero no entiendo, ¿Qué hice?
—¿Te
parece poco entrar a una casa, drogar a una mujer y robarla?
—¿Eh?
¡Yo no hice eso! ¡Yo trabajo para ella!
—Si
claro. —El Oficial se burló. —Sin contar el hecho de que además te robaste ese
uniforme y te hiciste pasar como cadete, quien sabe para hacer que. —Le dijo
mientras se acercaba a la reja con una libreta. —Necesito que me des tu nombre
y el nombre de algún adulto a quien contactar, preferiblemente a tus padres.
—Yo
no tengo padres, soy huérfano. Trabajo en esa casa para el General Choi, a él
lo puede contactar.
El
Oficial rodó los ojos. —Si no me vas a dar datos de algún familiar, al menos
dime tu nombre y tu edad.
Yunho
bufó molesto. Ese hombre estaba dispuesto a no creerle. —Jung Yunho, 18 años.
El
guardia anotó la información en su libreta y luego se devolvió a su escritorio,
regresando a su lectura. Yunho protestó por unos cuantos minutos más, hasta que
cayó en cuenta que hiciera lo que hiciera, el Oficial no le prestaría atención.
Cabizbajo, Yunho recostó su espalda sobre la reja y después retornó su mirada
al frente. Jaejoong seguía en la misma posición.
No
supo porque, pero verlo le hizo sentir iracundo. —¿Acaso fuiste tú el que
dijiste que yo estaba metido en esto?
Jaejoong
no respondió, en su lugar desvió un poco más su mirada.
—¿Y
a esto a lo que te dedicas ahora? ¿A robar casas?
Jaejoong
seguía sin responderle.
—Contéstame,
¿Qué estás haciendo en Gwanju? ¿Por qué te metiste justo a esa casa?
—No
fue por ti si eso es lo que crees, ni siquiera sabía que estabas ahí. —Jaejoong dijo, prestándole ahora
toda su atención.
—No
era en lo que estaba pensando… ni siquiera sé porque te estoy dirigiendo la
palabra. No debería ni siquiera reconocer tu presencia.
—Entonces
no lo hagas, yo lo estaba haciendo muy bien antes de que te aparecieras repentinamente.
—¡Yo
no tengo la culpa de que entraras a robar justo a esa casa y…! —Yunho se detuvo
cuando se dio cuenta que su enojo estaba a punto de abarcarlo. No podía
permitirse perder los estribos y menos cuando Jaejoong parecía bastante impasible
a todo el asunto. No le iba a dar importancia. —¿Por qué no estás en Gongju?
¿Por qué viniste a esta ciudad? —Le preguntó con el único interés de aclarar
dudas. Solo quería saber la razón porque la cual se lo volvía a encontrar.
Nada
más.
—No
es algo que a ti te interese.
—¿Viniste
solo? ¿Dónde dejaste a tu pandilla?
—La
pandilla se acabo hace años Yunho. Luego de que te fuiste, la policía invadió
la zona, se apoderaron de la casa y se llevaron a todos los chicos a orfanatos
y a casa hogares, incluidos los de tu pandilla. Los únicos que pudimos escapar
fuimos Yoochun, Junsu, yo y… el Jefe.
Ante
la mención de ese sujeto, Yunho solo pudo morder sus labios. Le pesaba, le
pesaba recordar todo lo que le hizo y lo que significó (o aun significaba) para
Jaejoong. Ese hombre era el símbolo de su traición, la causa de su desamor. —Entonces debo suponer que aun estas
con él. Pff, no sé porque no me sorprende. Debería haber sabido que no dejarías
a tu queridísimo Jefe. A tu amante.
Jaejoong
estuvo dispuesto a protestar, pero decidió mantenerse al margen. —Piensa lo que quieras. —Dijo discipliente, como si le
causara tedio el asunto. Dijera lo que dijera, igual Yunho no le iba a creer, así
que no había razones en gastar sus fuerzas en algo que no iba ser capaz de cambiar.
Y
cuando Yunho abrió la boca al ver que su comentario provocó la reacción
contraria a la que esperaba, la fuente de su discordia entró de improvisto a la
comisaria. En cuanto Yunho lo vio, su estomago se revolvió.
Aquella
colonia barata, aquella ropa de mal gusto y aquel peinado cubierto en gel, solo
podía pertenecer a una persona:
El Jefe de Jaejoong.
—Buenas
tardes. —El hombre
entró sonriente y se recargó en el mostrador donde estaba el guardia. —Me dijeron que aquí estaba Jaejoong.
El
Oficial lo miró de arriba abajo. —¿Y
usted es…?
—Oh,
permítame presentarme, me llamo Kim Jisung, el tutor legal de Jaejoong. —Le dijo mientras estiraba su mano
para estrecharla.
“¿Tutor legal?” Pensó Yunho.
—Mi alocado Jaejoong siempre se mete
en problemas como estos. Solo es un muchacho desorientado, rebelde, no hay
razones para que este en este lugar. Déjelo salir y le prometo que no volverá a
suceder una cosa así.
—Entró
a una casa a robar señor, no creo que esto sea un problema de adolescencia.
Esto es un problema de delincuencia.
—Mire,
—Jisung acomodó su codo sobre el escritorio, acercándose para hablar más “personalmente”
con el Oficial. —Tanto usted como yo sabemos cómo se manejan este tipo de cosas
¿Verdad? Déjelo salir y le prometo que tendrá una buena… recompensa. —Explicó al mostrarle una buena
cantidad de billetes escondidos bajo la manga de su chaqueta.
No
queriendo rechazar tal oferta, el guardia suspiró y caminó hacia la celda. —Puedes irte. —Le dijo a Jaejoong mientras abría la
puerta.
Yunho
no lo podía creer, ¿Tan corrupta era la policía? Perplejo, Yunho vio como
Jaejoong saltó hacia la salida ubicándose junto a su Jefe y cuando los dos
estuvieron a punto de salir de la oficina, no pudo evitar que su boca soltara
las siguientes palabras en un tono burlón:
—Lindo parche.
De
inmediato, Jisung se volteo a verlo. “No
puede ser” pensó en su cabeza. Ese era… ese chico era… ese chico era Yunho,
el antiguo noviecito de Jaejoong. ¿Qué hacia ese mocoso ahí? Lo más importante:
¡¿Qué hacia Junto a Jaejoong?! Jisung tuvo que hacer un enorme esfuerzo para
mantener la cabeza fría. Si no se controlaba, lo más probable es que también
terminaría él metido en una celda. —Te debo recordar que gracias a ti es que lo
tengo. —Ironizó al responderle el comentario sobre el parche en su ojo.
—Por
eso lo digo, no pensé que se vería tan bien en usted. Quizá le terminé haciendo
un favor. —Yunho contestó con sarcasmo.
Jisung
fingió reírse. —Como siempre tu tan atrevido ¿No? —Se aproximó a él. —¿Qué estás haciendo aquí?
—Esta
es mi ciudad, yo vivo aquí.
—No
estoy hablando de la ciudad idiota, estoy hablando de porque carajos estas en
esta celda, con Jaejoong.
—Bueno
a decir verdad yo tampoco lo sé, quizá debería preguntarle a Jaejoong.
El
Jefe se giró, dispuesto a pedirle explicaciones a Jaejoong hasta que la
aparición de otra persona interrumpió su inminente altercado. Un hombre
robusto, de cara cuadrada y nudillos prominentes entró para hacerle frente a la
situación. Se trataba del General Choi.
Yunho
suspiró de alivio al verlo entrar. —¡General!
—Gritó entusiasmado. —¡Sáqueme de aquí! ¡No me quieren
dejar ir!
El
General abrió los ojos en desconcierto al ver a Yunho en aquella celda. Luego
se dirigió al Oficial de turno. —¡¿Por
qué esta mi cadete encerrado ahí como si fuera un delincuente?!
“¿Cadete?” Inquirió Jaejoong en su mente. “¿Yunho es el cadete de ese General?”
El
Oficial, nervioso, no supo que responder, solo se apresuro a abrir la celda lo más
rápido que pudo. —¡Lo siento mi
General!, él estaba en su casa cuando se cometió el robo y…
—Claro
que estaba en la casa, ¡Él trabaja para mí! Ahora le ordenó que me muestre quien
fue el ladronzuelo que se atrevió a meterse en mi hogar ¡Y a abusar de la
confianza de mi esposa!
Ante
semejante gritó, Jisung dio un paso hacia atrás y Jaejoong se escondió detrás
de él. Oh Dios, ahora si estaban en problemas. Sobornar a un Oficial era fácil,
pero intentar hacerlo con un alto Jefe como un General (y más con uno tan
imponente como ese), era casi como pedir que les cortaran la cabeza. Al parecer
la situación que al principio parecía minúscula, había terminado convirtiéndose
en algo mucho más problemático. Maldita
sea.
—Es
este muchacho, Mi General. —El
Oficial jaló a Jaejoong de su camisa y lo ubicó frente al hombre.
Acercándose,
el General inspeccionó a Jaejoong con su mirada, provocando escalofríos en el
cuerpo del más joven. —¿Qué
tienen planeado hacer con él?
—La
policía decidió que solo es un problema de conducta. —El Jefe se apresuró a contestar, sin
importarle lo inoportuno o atrevido que pareciera. Estaba claro que no podía
perder a Jaejoong, por lo que haría todo lo posible por librarlo de ese
embrollo. —Yo soy su
tutor, yo sabré como castigarlo. Es solo un problema de familia, no es nada
grave como para que tenga que intervenir la policía.
—¿Está
diciendo que un robo no es asunto de la policía? —El
General indagó con estupor.
—No,
no. No quiero decir eso. —Jisung
negó con su mano. —Me refiero a
que mi Jaejoong es un muchacho desviado, pero no es malo. Esto es algo que
podemos arreglar en familia. Se lo aseguro
que yo lo arreglare, yo le enseñare a comportarse como se debe. —Dijo zarandeando la oreja derecha de
Jaejoong.
Al
oír la cantidad de sandeces que estaba diciendo el Jefe, Yunho no pudo evitar intervenir.
—Si me permite opinar Mi General, yo creo que se debe imponer un castigo
ejemplar al joven. Esto no puede pasarse por alto, delitos como este deben
tener una consecuencia. —Dijo con prepotencia, no perdiéndose las miradas
rabiosas que le dedicaron tanto el Jefe como Jaejoong.
—También
lo pienso así cadete. Este muchacho merece un escarmiento, y lo más sensato es
que vaya a una correccional.
Jisung
y Jaejoong pasaron saliva al oír el nombre de aquel sitio. Jaejoong siempre se había
zafado de tener que ir a ese lugar, siempre se había salido con la suya… bueno,
al parecer esta vez seria la excepción.
A
menos de que intentara algo. —¡No,
espere! —Arrodillándose
en el suelo, Jaejoong juntó ambas manos a modo de suplica. —Lamento haber entrado a su casa y
lamento haber intentado robar a su esposa. Enserio, no era mi intención hacerle
daño, es que… somos muy pobres… y no vi otra opción. Yo lo siento mucho.
Prometo que no volverá a pasar, ¡Prometo que no lo volveré a hacer!
Yunho
arrugó el entrecejo cuando se dio cuenta que Jaejoong estaba usando la misma
táctica de siempre: poner sus ojos de cachorro, su carita de yo no fui y sus excusas
de mierda. ¿Lo peor? Estaba funcionando. Realmente estaba logrando debilitarlo
con sus encantos. ¡Qué manipulador era! ¿Estaba su General igualmente conmovido
por su “supuesto” arrepentimiento?
Aparentemente
sí. —Está bien
joven, levántese. No necesita hacerme tal show.
—¿Lo
va a perdonar? —El Jefe
preguntó esperanzado.
—Claro
que no, pero se puede reconsiderar lo de su ida a la correccional.
—¿Cómo?
—Jaejoong fue el que preguntó esta
vez.
—Puede
mudarse conmigo, trabajar para mí y pagar con su esfuerzo todo lo que pretendía
robarme.
—¡¿Qué?! —Todos exclamaron al unisonó.
—Lo
que oyeron. El muchacho trabajará para mí, así estará bajo mis órdenes, cumplirá
su castigo y además aprenderá una lección. Si lo analizan, es mejor que ir a
una correccional. Así ganamos todos ¿No es así?
Jaejoong
miró de reojo a su Jefe el cual tenía aquella expresión que ponía cuando quería
matar a alguien. Era claro que la idea no le agradaba. Él necesitaba a Jaejoong en las calles para robar
y para buscar a la persona por la cual habían venido a Gwanju en primer lugar,
¿Qué utilidad le significaba cederlo a ese hombre? ¡Ninguna! Definitivamente la
idea no le gustaba, sin embargo, si lo pensaba, no le quedaba de otra. Como
decía el General, al menos sería mejor que dejarlo ir a una correccional.
—Bien,
me parece justo. Jaejoong se presentara a trabajar con usted hasta que haya
saldado su deuda. —Jisung aceptó
con una sonrisa falsa. Si lo miraba por el lado positivo, esta opción eventualmente
les permitiría escabullirse y así Jaejoong no tendría que cumplir con todo el
castigo. Era una situación de la que se podrían librar con facilidad. —¿Qué opinas
Jaejoongie? ¿Quieres trabajar para enmendar tu error?
Jaejoong
fingió agradecimiento. —Sí,
muchas gracias señor, no lo defraudare. —Dijo
e hizo una reverencia.
Yunho
chasqueó con su lengua. Todo esto era tan ridículo. Ahora resultaba que vería a
Jaejoong todos los días, durante el tiempo que su General le pareciera
conveniente. Dios ¿Por qué la vida era así? Creyó que su inusual reencuentro
solo se limitaría a un simple momento, pero al parecer estuvo equivocado. Su
mala suerte estaba empedernida en regresarle a Jaejoong a su vida. ¿Desde
cuándo su pasado se puso en su contra para atormentarlo? ¿Por qué simplemente
no lo dejaba olvidar?
¿Por qué Jaejoong tenía que
aparecerse de nuevo cuando él por fin estaba comenzando a sanar?
—Lo
espero mañana a las 7:00 AM en mi casa joven Jaejoong. Ni un minuto más ni un minuto menos,
¿Entendido?
El
menor asintió por las palabras del General.
—Y
usted, —Caminando hacia el Jefe, el General se colocó frente a él y lo
arrinconó contra uno de los muebles de la comisaria. —Le advierto: si el
muchacho no va e incumple con nuestro trato, yo mismo me encargare de buscarlos
a los dos por cielo y tierra. Y cuando los encuentre, ya no será la
correccional a donde ira, oh no, será a la cárcel, y no solo él sino también
usted, así que espero que tengan palabra y cumplan con lo prometido.
Ante
tal amenaza, Jisung solo pudo asentir con temor. —S-si s-señor.
Ya
saben lo que dicen Cuentas claras,
chocolate espeso, y habiendo
acordado todo y sin nada más que discutir, el General se ajustó el uniforme y
se dispuso a salir de la oficina. —Vámonos
cadete.
—Sí,
mi General. —Yunho
respondió y antes de seguirlo, les dedicó una breve mirada, de esas que atraviesan
y dejan sin respiración, al Jefe y a Jaejoong.
A
continuación, ambos abandonaron la oficina, caminando por los pasillos
medianamente ajetreados de aquella comisaria. Hubo un instante en el que el
General se ubicó frente a Yunho, comentándole:
—Parece
que no tuviste buena suerte hoy. Incluso sin buscarlo, el problema llegó a ti.
Sonrió
y Yunho no pudo estar más de acuerdo con aquella afirmación.
..
Regresando
al pequeño apartamento que habían rentado para su estancia en Gwanju, Jaejoong
entró junto a su Jefe y se dirigió al cuarto que compartía con Junsu y Yoochun.
Sin embargo, antes de que pudiera llegar a la puerta, el Jefe lo volteó con
brusquedad y lo obligó a enfrentarlo.
Estaba
furioso. —¿Por qué
estaba ahí? —Le interrogó
con rudeza.
Jaejoong
arrugó la cara. —¿Eh?
—¿Por
qué Yunho estaba ahí? ¿Por qué estaba contigo?
El
menor resopló. —No lo sé,
cuando estaba robando la casa, él apareció de repente.
—¿Me
crees idiota o qué?
—¡Estoy
diciendo la verdad! Usted mismo escuchó que él es el cadete de ese General, el
cual es también dueño de la casa. Si alguien tiene la culpa de lo que sucedió, es
usted por no investigar bien quien vivía ahí. ¡Fue usted el que me envió a
robar esa casa!
—¡Ah!
¡Ahora es mi culpa, ¿No?! ¿Tengo cara de estúpido? ¿Crees que no note como lo
mirabas cuando estábamos en la comisaria?
—¡¿Y
usted cree que estaría con él después de que me abandonó y eligió creer en las
mentiras que usted le dijo?! ¡¿Cree que lo perdonaría?!
Ante
tales razones, Jisung se quedo callado, no teniendo con que refutarlo. —No sé
si lo que dices sea verdad, pero no puedo evitar sentir que esto traerá
problemas. Ahora gracias a la idea del “caritativo” General ese, trabajaras a
su lado, no quiero que vuelva a pasar lo de hace unos años.
—No
pasara, yo ya no siento nada por él.
—Como
sea, no quiero que te vuelvas a enredar con Yunho ¿Entendido?
Jaejoong
no pronunció palabra, solo miró hacia un lado, exhaló profundo y mantuvo
silencio. Esa era la mejor respuesta que podía dar.
Al
ver que Jaejoong parecía hasta la coronilla con el tema, Jisung también decidió
que lo mejor era no presionar más. No darle la importancia que no se merecía. —Hoy estuviste a punto de ir a una
correccional. Casi se nos arruinan todos los planes, ¿Estas consciente de eso?
—Sí,
no me lo tiene que recalcar.
—¿Averiguaste
lo que te pedí?
—Le
pregunté, pero la señora no tuvo ni idea de lo que le estaba hablando. No
conoce a ningún Lee Sooman, no sabe si vive por esa zona. Fue en vano haber
entrado a esa casa, más que soluciones solo nos generó problemas.
—¡Maldición!
—Jisung tomó un vaso de vidrio que se
encontraba en una mesa y lo estrelló contra una de las paredes. Jaejoong no se
inmutó por esa reacción; ya se le estaba volviendo costumbre ver a su Jefe reaccionar
así por algo referente a ese tal Lee Sooman.
Y
es que desde que habían llegado a Gwanju, aparte de robar casas y estafar
gente, no habían hecho nada más que buscar rastros de aquel sujeto. Todas sus
energías estaban puestas en conseguir información de su paradero. Sin embargo
ninguna pista daba resultados y su búsqueda cada vez se hacía menos
esperanzadora.
Jaejoong
no entendía el porque esa obsesión insana de su Jefe por encontrar a ese hombre.
—Jefe, ¿Por qué no me dice de una vez quien es Lee Sooman? —Preguntó cuando le
invadieron otra vez las ansias por saber quién era. Desde que escuchó su nombre
por primera vez, el Jefe no había querido revelar nada referente a su identidad.
Jaejoong no entendía porque su Jefe se esmeraba en esconderlo, mucho menos entendía
porque o para que quería encontrarlo.
¿Seria para algo malo?
—No
tienes porque saber de él, ni tampoco tienes porque saber las razones por las
que lo quiero encontrar. Solo obedece y no hagas preguntas.
—Si
no me dice, ni crea que lo ayudare a encontrarlo.
Ante
tal muestra de insolencia, el Jefe se aproximó a Jaejoong y lo agarró del
cuello, sin embargo Jaejoong se zafó golpeando con rudeza su mano. —¡No me toque! —Le gritó desafiante. —Yo ya no soy un niño al que puede
humillar y mangonear, ya no soy un
debilucho, ¡Así que no me vuelva a tocar, ¿Entendido?!
Era
verdad, Jaejoong ya no era el niño sumiso e inseguro de antes. Había madurado,
había crecido y ahora tenía con que defenderse. Antes, Jisung lo podía dominar
con su fuerza, ahora no le era tan fácil.
Iracundo,
el Jefe vio a Jaejoong abandonar la sala y encerrarse en la habitación. Sin
mirar a Junsu y Yoochun (quienes estaban sentados en la cama, probablemente
esperándolo), Jaejoong se lanzó boca abajo sobre el colchón y se quedo en esa
posición un buen rato. Luego se giró boca arriba, viendo que sus amigos no
habían dejado de mirarlo.
¿Acaso
se les ofrecía algo? —¿Qué
tengo? ¿Monos en la cara?
—Escuchamos
que estuviste en la comisaria.
Jaejoong
suspiró. —Si, por poco
y voy a una correccional, pero no se preocupen, todo salió bien… o eso creo.
—También
escuchamos el nombre de… —Junsu
se detuvo, pasando saliva. —
…Yunho.
Jaejoong
apretó los labios.
—Escuchamos
que te encontraste con él. —Añadió
Yoochun.
Con
sus ojos clavados en el techo, Jaejoong permaneció en silencio. Honestamente no
quería hablar del tema, no quería ni recordar lo que había sucedido ese día. El
encuentro con Yunho lo tenía molesto, irritado y… triste. Si, lo tenía triste.
Era absurdo, ya no debía sentirse así, ya no tenía porque recordar el dolor que
sintió aquel día de abril cuando Yunho decidió abandonarlo sin siquiera darle una
oportunidad para explicarse.
Porque
si, después de que Yunho se fuera y que hubiera tenido que sufrir por su
desamor, Jaejoong había llegado a la conclusión que él no era el único
responsable de su separación. Que Yunho también había tenido la culpa por no
haber confiado en él y haber creído en las palabras de su Jefe. Porque aunque le
hubiese mentido y no le hubiese contado la verdad desde un principio, si Yunho
lo hubiese amado tanto como decía amarlo; habría confiado, lo habría perdonado
y habría decidido estar a junto a él.
Pero
no fue así. Dudó de sus palabras, pensó lo peor de él y lo triste de todo es
que aun pensaba igual.
Aun
creía que él era un maldito mentiroso que decidió engañarlo con su Jefe.
Y
eso era lo que le impedía perdonarlo o incluso pedir perdón: El desazón de
saber que incluso la persona a la cual amó, no lo amó tanto para escucharlo.
—Sí,
me encontré con Yunho. Ahora es cadete de un General o algo así, la verdad no
lo sé bien, ni me importa. —Jaejoong
explicó minutos después, luego de concluir que no tenía sentido actuar como si
aun estuviese dolido por lo que había pasado. Si realmente quería sanar,
tendría que actuar como si no le causara el más mínimo sentimiento.
—¿Cadete
de un General? —Preguntó
Yoochun extrañado.
—Sí,
¿Y saben que es lo peor? Que la casa donde entré a robar era la casa de ese General.
Ahora, hasta quien sabe cuándo, tendré que quedarme en su casa y trabajar para
él para pagarle las cosas que ni siquiera le robe.
—Espera,
espera, espera, ¿Tendrás que trabajar para el General? —Junsu interrumpió.
—Fue
la condición que puso para que no fuera a la correccional.
—Pero
Yunho es su cadete.
Jaejoong
resopló. —Si…
Ambos,
Junsu y Yoochun se miraron al comprender lo que significaba eso. Su hyung no
solo se había reencontrado con el Yunho de hacía cinco años, sino que también ahora
interactuaría con él casi las veinticuatro horas del día. ¿Esto era bueno o era
malo? Era difícil saber.
—¿Qué
opina el Jefe acerca de esto? —Yoochun
volvió a preguntar, puesto que, conociendo como era el Jefe, estaba seguro que
había puesto el grito en el cielo.
—No
quedo muy contento con la idea te puedo asegurar. De todas formas no la podía
rechazar, era eso o que yo fuera a uno de esos reformatorios.
—¿Y
qué dijo sobre Yunho? ¿Qué dijo cuando lo vio? —Habló
Junsu.
—Creo
que casi le da un paro.
—¿Y
tú que sentiste? ¿Qué sentiste cuando lo viste?
“¿Qué sentí cuando lo
vi? Que mi corazón se iba a salir por mi boca.” —Nada, no sentí nada. —Jaejoong afirmó decidido mientras
giraba su cuerpo para darle la espalda a sus dongsaengs.
Junsu
se mostró escéptico. —Pff, no te creo.
—Es
la verdad.
—Y
ahora lo veras todos los días.
—No
me importa, lo ignorare.
—¿Estás
seguro?
—¿Por
qué no me dejan en paz?
Jaejoong
no pudo soportar más aquel interrogatorio. Sus amigos insistían en hablarle
sobre Yunho, y él, honestamente, no necesitaba recordar que ahora se lo tendría
que aguantar 24 horas al día, 7 días a la semana.
Ya
no quería saber más. Ni de Yunho, ni de su Jefe, ni del General, no quería
saber nada más de nadie. Quería acostarse a dormir. —No quiero hablar por hoy, hasta
mañana. —Dando punto
final a la charla, Jaejoong trepó hacia la parte superior de la cama y se envolvió
en las cobijas. Esperaba que el cansancio hiciera de las suyas y se pudiera
dormir rápido, aunque sabía que con sus angustias, tal vez eso le tomaría mucho
más tiempo.
Comprendiendo
que habían hecho enojar a su Hyung, a Junsu y Yoochun no les quedo más remedio que
imitarlo y también acostarse a dormir. El agotamiento pronto hizo efecto y
ambos sucumbieron a los placeres del sueño, en donde no se dieron cuenta que su
hyung había comenzado a llorar.
Como
cualquier otra noche.
..
—Buenas
noches.
Justo
cuando el Oficial iba a cambiar de turno, una señora mayor apareció en las
celdas de la comisaria. Tenía el cabello corto, rizado, grisáceo por las canas.
El borde de sus ojos estaban caídos, su contextura era ancha y vestía ropa de
lana, la cual estaba vieja y desgastada. Al oficial le pareció extraño;
normalmente a esa hora la gente no iba a hacer diligencias, y mucho menos una
señora de tan avanzada edad como la que se presentaba.
El
oficial pensó que esta visita era anormal. —¿Le
puedo ayudar en algo señora? —Preguntó,
tratando de ocultar su desgana. La verdad lo único que quería era despacharla
rápido para poder irse a descansar.
—Vengo
a confirmar si esta alguien. —La
señora explicó sin más.
—¿Está
buscando a alguien?
—Sí,
un conocido de esta comisaria dijo que hoy habían atrapado a un chico llamado…
Jaejoong.
El
Oficial lo pensó por unos segundos. —¡Oh si!, ese muchacho… ya no esta aquí, se
le dio salida.
—¿Salida?
—La mujer levantó una ceja. —¿Sabe usted a donde fue?
—No,
su tutor legal fue el que lo recogió. Uhm, ¿Cómo era su nombre? —El hombre trató
de hacer memoria. —¿Kim Jesung? ¿Jaesung?
—¿Jisung?
—¡Sí!
¡Ese mismo! Ese fue el hombre que lo recogió.
Al
escuchar eso, la señora solo pudo recostarse contra el mostrador, visiblemente
afectada por la revelación. “Ósea que
todo este tiempo… todo este tiempo ha estado con él” Que desgraciado. —Mire,
he estado buscando a ese chico por mucho tiempo y esta es la primera vez en
muchos años que tengo noticias de él, ¿Sabe usted dónde podría ubicarlo?
—Señora,
esa información es confidencial, no estoy autorizado para dar esos detalles.
—Por
favor. —La mujer
suplicó fervorosamente, juntando ambas manos. —Lo
que le digo es cierto, he estado buscando a ese chico por muchos años. No sabe
todo lo que he sufrido y los años de angustia que he pasado. Solo soy una pobre
anciana sin nada que perder, ¿No podría tener compasión por mí?
Ante
las suplicas y el rostro realmente acongojado de la señora, el Oficial no pudo
resistirse a no ayudarla. —Está
bien, la ayudare, pero solo diré lo que sé.
La
señora asintió esperanzada.
—El
chico no está en muy buenas andadas, le debo decir. Según la información que
encontramos, se está quedando en un apartamento en un edificio en la periferia
con ese tal señor Jisung.
—¿Sabe
usted la dirección del edificio?
Dándole
la espalda, el Oficial buscó entre sus cosas la libreta en donde había anotado
los datos. Luego se volteo, rasgando la hoja y entregándosela a la señora.—Tome, esta es la dirección que
tengo. No puedo ayudarla en nada más.
Agradecida,
la anciana le brindó una marcada reverencia y a continuación, se dispuso a
retirarse con el ánimo rejuvenecido y con la ferviente ilusión de que esta vez sería
diferente. De que esta vez al fin podría encontrarlo y darle todo aquello que
le falto.
Claro,
eso si Jisung no se ponía en el medio.
..
Nota: Si, se que me demore muchisimo en publicar este capitulo ( y eso que ya lo teia escrito), pero no tenia ánimos, ni la cabeza para pensar en el fic. Uhm, muéstrenme apoyo en sus comentarios. Prometo que los demás capítulos, no se demoraran tanto.
Bye.