jueves, 23 de noviembre de 2017

Niños de Ciudad II: Capitulo II

Decidido a averiguar quién era el miserable ladrón, Yunho le dio una patada a la puerta y entró de golpe, quedando justo en medio de la habitación con la espada erizada y la vista fija al frente.

No vio a nadie, sin embargo, el sonido de unos pasos a sus espaldas…

Yunho se dio medio vuelta aun con la espada erguida y a centímetros de que esta degollara el cuello del intruso, sus manos se detuvieron.  

Los ojos de ambos se encontraron.

Jaejoong contuvo la respiración.

La expresión desafiante de Yunho se suavizó.

Ambos estaban ahí, frente a frente, en una bizarra situación en la que ninguno de los dos imaginó que se volverían a encontrar luego de cinco años.

Yunho bajo la katana.


..

Capítulo II: …Incluso sin buscarlo, el problema llegó a ti.

Sonrió y Yunho no pudo estar más de acuerdo con aquella afirmación.





¿Jae…joong?

Yunho preguntó incrédulo al no comprender lo que sus ojos estaban viendo. No podía ser posible, no podía ser que esto le estuviera pasando. Esa persona al frente, esa persona que se había metido sin permiso a la casa… ¿Se trataba de Jaejoong? ¿Del Jaejoong de Gongju? Dejando la katana en el suelo, Yunho se irguió firme y detalló mejor su rostro. Los ojos grandes, el cabello negro desordenado, el lunar debajo de su ojo, los labios gruesos… eran iguales; el semblante era mucho más maduro pero lo demás era igual. De verdad era Jaejoong.

Jaejoong paso saliva al también reconocer a la persona que, con uniforme militar, lo miraba con desconcierto. Al estar en Gwanju sabía que había una enorme posibilidad de encontrárselo, sin embargo no pensó que fuera a suceder, menos tan pronto y en esas condiciones. Esto de verdad era bastante absurdo como para creerlo. No sabía ni que decir.   

Dando un paso atrás, Jaejoong deliberó que lo mejor sería escapar y cuando sintió que Yunho tenía intención de acercarse, no lo pensó mucho y levantó su pie de una forma tan fuerte que le propinó al otro una patada directa al estomago. Yunho en seguida se retorció de dolor y Jaejoong aprovechó esto para correr fuera de la habitación; sin embargo una mano en su pierna le hizo resbalar y caer de cara. En un segundo tuvo a Yunho encima, forcejeando contra él.

—¡¡¡Suéltame!!! —Le gritó; sus manos tratando de apartarlo de su cuerpo. —¡¡¡Suéltame!!!

—¡No! —Yunho no se rindió. —¡¿Que le hiciste a la señora Choi?! ¡¿Qué carajos haces aquí?!

—¡¡¡Suéltame!!! Con todas sus fuerzas, Jaejoong dobló su rodilla y le dio a Yunho otro golpe, logrando así que se apartara de encima. Ya libre, Jaejoong tomó de nuevo su maleta que se había caído debido al forcejeo y estuvo a punto de cumplir su objetivo de huir por las escaleras; de no ser porque Yunho fue hábil y logró retenerlo antes de que pudiera poner un pie en el primer escalón. 

A continuación, Yunho lo abrazó por la espalda y lo inmovilizó por el cuello. Jaejoong soltó un quejido por la presión; Yunho lo estaba estrujando muy fuerte. ¡¡Suéltame, te lo ordeno!!

¡No te vas a salir con la tuya!

¡¡¡Oblígame!!!

Con violencia, Jaejoong sintió como Yunho lo estrelló contra la pared y le inmovilizó ambas manos por detrás de la espalda. Luego la textura de un metal frio fue lo que sintió la piel de sus muñecas, cerrándose sobre ellas el seguro de unas esposas. Jaejoong no podía entender lo que estaba pasando. ¡¿Qué?! ¡¿Ahora eres policía o qué?!

—Llamare a mi General y haré que te lleven a la comisaria.

—¡¡No, no iré a uno de esos lugares!! ¡No podrás…!

—¿Qué? —Yunho lo volteo, quedando frente a frente. —¿Crees que estas en posición de decidir?

Al ver la situación en la que se encontraba, a Jaejoong no le quedo de otra que resignarse y quedarse callado. Esta vez estaba perdido, había sido atrapado; pero él sabía que no se podía rendir tan fácil. Que tenía que realizar un último intento. Así que, viendo que se encontraban muy cerca del borde de la escalera, a Jaejoong no se le ocurrió otra cosa que lanzarse contra Yunho, haciendo que este perdiera el equilibrio y rodara piso abajo por las escaleras. Él cayó también, en los brazos de Yunho, aterrizando ambos en el primer piso.

Un tanto desubicado, Jaejoong batalló para levantarse debido a los golpes y a que sus manos estaban esposadas, y cuando por fin pudo estabilizarse, la puerta de la entrada se abrió y unos patrulleros entraron para detenerlo.

Oh genial, otro día en la comisaria.

Al menos estaria lejos de Yunho.

¿Verdad?



..



Lo primero que sintió Yunho cuando abrió sus ojos fue un dolor agudo en la parte de atrás de su cabeza. Llevó su mano a la zona y se dio cuenta que se le había formado una contusión. Oh Dios, le dolía terriblemente, sin embargo eso no era lo más preocupante. Cuando Yunho se despertó por completó y se fijó en donde estaba, no pudo reconocer ninguna de las cosas que vio. Irguiendo medio cuerpo, Yunho miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en una de las celdas de la comisaria. Jaejoong también estaba ahí, acurrucado contra la esquina contraria, con sus piernas recogidas contra su pecho y la mirada hacia la pared. Yunho no podía entender porque lo habían encerrado ahí. ¿Acaso pensaban que era cómplice del robo?

Alarmado, Yunho se aproximó a las rejas y llamó al guardia de turno, el cual estaba sentado en su escritorio, leyendo el periódico. ¡Oficial! ¡Oficial!

Al escucharlo, el hombre asomó su cabeza y dejo a un lado el periódico. —Oh, parece que por fin despertaste. Necesito tus datos para llamar a un acudiente.

Yunho negó con su cabeza. —No, no entiende…Yo no soy… ¿Por qué estoy aquí?

Una vecina alertó a la policía y cuando llegamos te encontramos a ti y a él en el lugar del hecho. Estabas inconsciente así que no recuerdas nada.

P-pero, pero no entiendo, ¿Qué hice?

—¿Te parece poco entrar a una casa, drogar a una mujer y robarla?

—¿Eh? ¡Yo no hice eso! ¡Yo trabajo para ella!

—Si claro. —El Oficial se burló. —Sin contar el hecho de que además te robaste ese uniforme y te hiciste pasar como cadete, quien sabe para hacer que. —Le dijo mientras se acercaba a la reja con una libreta. —Necesito que me des tu nombre y el nombre de algún adulto a quien contactar, preferiblemente a tus padres.

—Yo no tengo padres, soy huérfano. Trabajo en esa casa para el General Choi, a él lo puede contactar.

El Oficial rodó los ojos. —Si no me vas a dar datos de algún familiar, al menos dime tu nombre y tu edad.

Yunho bufó molesto. Ese hombre estaba dispuesto a no creerle. Jung Yunho, 18 años.

El guardia anotó la información en su libreta y luego se devolvió a su escritorio, regresando a su lectura. Yunho protestó por unos cuantos minutos más, hasta que cayó en cuenta que hiciera lo que hiciera, el Oficial no le prestaría atención. Cabizbajo, Yunho recostó su espalda sobre la reja y después retornó su mirada al frente. Jaejoong seguía en la misma posición.  

No supo porque, pero verlo le hizo sentir iracundo. —¿Acaso fuiste tú el que dijiste que yo estaba metido en esto?

Jaejoong no respondió, en su lugar desvió un poco más su mirada.

¿Y a esto a lo que te dedicas ahora? ¿A robar casas?

Jaejoong seguía sin responderle.

Contéstame, ¿Qué estás haciendo en Gwanju? ¿Por qué te metiste justo a esa casa?

No fue por ti si eso es lo que crees, ni siquiera sabía que estabas ahí. Jaejoong dijo, prestándole ahora toda su atención.

—No era en lo que estaba pensando… ni siquiera sé porque te estoy dirigiendo la palabra. No debería ni siquiera reconocer tu presencia.

—Entonces no lo hagas, yo lo estaba haciendo muy bien antes de que te aparecieras repentinamente.  

—¡Yo no tengo la culpa de que entraras a robar justo a esa casa y…! —Yunho se detuvo cuando se dio cuenta que su enojo estaba a punto de abarcarlo. No podía permitirse perder los estribos y menos cuando Jaejoong parecía bastante impasible a todo el asunto. No le iba a dar importancia. —¿Por qué no estás en Gongju? ¿Por qué viniste a esta ciudad? —Le preguntó con el único interés de aclarar dudas. Solo quería saber la razón porque la cual se lo volvía a encontrar.

Nada más.

—No es algo que a ti te interese.

—¿Viniste solo? ¿Dónde dejaste a tu pandilla?

—La pandilla se acabo hace años Yunho. Luego de que te fuiste, la policía invadió la zona, se apoderaron de la casa y se llevaron a todos los chicos a orfanatos y a casa hogares, incluidos los de tu pandilla. Los únicos que pudimos escapar fuimos Yoochun, Junsu, yo y… el Jefe.

Ante la mención de ese sujeto, Yunho solo pudo morder sus labios. Le pesaba, le pesaba recordar todo lo que le hizo y lo que significó (o aun significaba) para Jaejoong. Ese hombre era el símbolo de su traición, la causa de su desamor. Entonces debo suponer que aun estas con él. Pff, no sé porque no me sorprende. Debería haber sabido que no dejarías a tu queridísimo Jefe. A tu amante.

Jaejoong estuvo dispuesto a protestar, pero decidió mantenerse al margen. Piensa lo que quieras. Dijo discipliente, como si le causara tedio el asunto. Dijera lo que dijera, igual Yunho no le iba a creer, así que no había razones en gastar sus fuerzas en algo que no iba ser capaz de cambiar.    

Y cuando Yunho abrió la boca al ver que su comentario provocó la reacción contraria a la que esperaba, la fuente de su discordia entró de improvisto a la comisaria. En cuanto Yunho lo vio, su estomago se revolvió.

Aquella colonia barata, aquella ropa de mal gusto y aquel peinado cubierto en gel, solo podía pertenecer a una persona:

El Jefe de Jaejoong.

Buenas tardes. El hombre entró sonriente y se recargó en el mostrador donde estaba el guardia. Me dijeron que aquí estaba Jaejoong.

El Oficial lo miró de arriba abajo. ¿Y usted es…?

—Oh, permítame presentarme, me llamo Kim Jisung, el tutor legal de Jaejoong. Le dijo mientras estiraba su mano para estrecharla.

“¿Tutor legal?” Pensó Yunho.

Mi alocado Jaejoong siempre se mete en problemas como estos. Solo es un muchacho desorientado, rebelde, no hay razones para que este en este lugar. Déjelo salir y le prometo que no volverá a suceder una cosa así.

—Entró a una casa a robar señor, no creo que esto sea un problema de adolescencia. Esto es un problema de delincuencia.

—Mire, —Jisung acomodó su codo sobre el escritorio, acercándose para hablar más “personalmente” con el Oficial. —Tanto usted como yo sabemos cómo se manejan este tipo de cosas ¿Verdad? Déjelo salir y le prometo que tendrá una buena… recompensa. Explicó al mostrarle una buena cantidad de billetes escondidos bajo la manga de su chaqueta.

No queriendo rechazar tal oferta, el guardia suspiró y caminó hacia la celda. Puedes irte. Le dijo a Jaejoong mientras abría la puerta.

Yunho no lo podía creer, ¿Tan corrupta era la policía? Perplejo, Yunho vio como Jaejoong saltó hacia la salida ubicándose junto a su Jefe y cuando los dos estuvieron a punto de salir de la oficina, no pudo evitar que su boca soltara las siguientes palabras en un tono burlón:

Lindo parche.

De inmediato, Jisung se volteo a verlo. “No puede ser” pensó en su cabeza. Ese era… ese chico era… ese chico era Yunho, el antiguo noviecito de Jaejoong. ¿Qué hacia ese mocoso ahí? Lo más importante: ¡¿Qué hacia Junto a Jaejoong?! Jisung tuvo que hacer un enorme esfuerzo para mantener la cabeza fría. Si no se controlaba, lo más probable es que también terminaría él metido en una celda. —Te debo recordar que gracias a ti es que lo tengo. —Ironizó al responderle el comentario sobre el parche en su ojo.

—Por eso lo digo, no pensé que se vería tan bien en usted. Quizá le terminé haciendo un favor. —Yunho contestó con sarcasmo.

Jisung fingió reírse. —Como siempre tu tan atrevido ¿No? Se aproximó a él. ¿Qué estás haciendo aquí?

Esta es mi ciudad, yo vivo aquí.

No estoy hablando de la ciudad idiota, estoy hablando de porque carajos estas en esta celda, con Jaejoong.

Bueno a decir verdad yo tampoco lo sé, quizá debería preguntarle a Jaejoong.

El Jefe se giró, dispuesto a pedirle explicaciones a Jaejoong hasta que la aparición de otra persona interrumpió su inminente altercado. Un hombre robusto, de cara cuadrada y nudillos prominentes entró para hacerle frente a la situación. Se trataba del General Choi.

Yunho suspiró de alivio al verlo entrar. ¡General! Gritó entusiasmado. ¡Sáqueme de aquí! ¡No me quieren dejar ir!

El General abrió los ojos en desconcierto al ver a Yunho en aquella celda. Luego se dirigió al Oficial de turno. —¡¿Por qué esta mi cadete encerrado ahí como si fuera un delincuente?!

“¿Cadete?” Inquirió Jaejoong en su mente. “¿Yunho es el cadete de ese General?”

El Oficial, nervioso, no supo que responder, solo se apresuro a abrir la celda lo más rápido que pudo. ¡Lo siento mi General!, él estaba en su casa cuando se cometió el robo y…

Claro que estaba en la casa, ¡Él trabaja para mí! Ahora le ordenó que me muestre quien fue el ladronzuelo que se atrevió a meterse en mi hogar ¡Y a abusar de la confianza de mi esposa!

Ante semejante gritó, Jisung dio un paso hacia atrás y Jaejoong se escondió detrás de él. Oh Dios, ahora si estaban en problemas. Sobornar a un Oficial era fácil, pero intentar hacerlo con un alto Jefe como un General (y más con uno tan imponente como ese), era casi como pedir que les cortaran la cabeza. Al parecer la situación que al principio parecía minúscula, había terminado convirtiéndose en algo mucho más problemático. Maldita sea.

Es este muchacho, Mi General. El Oficial jaló a Jaejoong de su camisa y lo ubicó frente al hombre.

Acercándose, el General inspeccionó a Jaejoong con su mirada, provocando escalofríos en el cuerpo del más joven. ¿Qué tienen planeado hacer con él?

La policía decidió que solo es un problema de conducta. El Jefe se apresuró a contestar, sin importarle lo inoportuno o atrevido que pareciera. Estaba claro que no podía perder a Jaejoong, por lo que haría todo lo posible por librarlo de ese embrollo. Yo soy su tutor, yo sabré como castigarlo. Es solo un problema de familia, no es nada grave como para que tenga que intervenir la policía.

—¿Está diciendo que un robo no es asunto de la policía? El General indagó con estupor.

No, no. No quiero decir eso. Jisung negó con su mano. Me refiero a que mi Jaejoong es un muchacho desviado, pero no es malo. Esto es algo que podemos arreglar en familia.  Se lo aseguro que yo lo arreglare, yo le enseñare a comportarse como se debe. Dijo zarandeando la oreja derecha de Jaejoong.

Al oír la cantidad de sandeces que estaba diciendo el Jefe, Yunho no pudo evitar intervenir. —Si me permite opinar Mi General, yo creo que se debe imponer un castigo ejemplar al joven. Esto no puede pasarse por alto, delitos como este deben tener una consecuencia. —Dijo con prepotencia, no perdiéndose las miradas rabiosas que le dedicaron tanto el Jefe como Jaejoong.  

También lo pienso así cadete. Este muchacho merece un escarmiento, y lo más sensato es que vaya a una correccional.

Jisung y Jaejoong pasaron saliva al oír el nombre de aquel sitio. Jaejoong siempre se había zafado de tener que ir a ese lugar, siempre se había salido con la suya… bueno, al parecer esta vez seria la excepción.

A menos de que intentara algo. ¡No, espere! Arrodillándose en el suelo, Jaejoong juntó ambas manos a modo de suplica. Lamento haber entrado a su casa y lamento haber intentado robar a su esposa. Enserio, no era mi intención hacerle daño, es que… somos muy pobres… y no vi otra opción. Yo lo siento mucho. Prometo que no volverá a pasar, ¡Prometo que no lo volveré a hacer!

Yunho arrugó el entrecejo cuando se dio cuenta que Jaejoong estaba usando la misma táctica de siempre: poner sus ojos de cachorro, su carita de yo no fui y sus excusas de mierda. ¿Lo peor? Estaba funcionando. Realmente estaba logrando debilitarlo con sus encantos. ¡Qué manipulador era! ¿Estaba su General igualmente conmovido por su “supuesto” arrepentimiento?

Aparentemente sí. Está bien joven, levántese. No necesita hacerme tal show.

¿Lo va a perdonar? El Jefe preguntó esperanzado.

Claro que no, pero se puede reconsiderar lo de su ida a la correccional.

¿Cómo? Jaejoong fue el que preguntó esta vez.

Puede mudarse conmigo, trabajar para mí y pagar con su esfuerzo todo lo que pretendía robarme.

¡¿Qué?! Todos exclamaron al unisonó.

Lo que oyeron. El muchacho trabajará para mí, así estará bajo mis órdenes, cumplirá su castigo y además aprenderá una lección. Si lo analizan, es mejor que ir a una correccional. Así ganamos todos ¿No es así?

Jaejoong miró de reojo a su Jefe el cual tenía aquella expresión que ponía cuando quería matar a alguien. Era claro que la idea no le agradaba. Él  necesitaba a Jaejoong en las calles para robar y para buscar a la persona por la cual habían venido a Gwanju en primer lugar, ¿Qué utilidad le significaba cederlo a ese hombre? ¡Ninguna! Definitivamente la idea no le gustaba, sin embargo, si lo pensaba, no le quedaba de otra. Como decía el General, al menos sería mejor que dejarlo ir a una correccional. 

Bien, me parece justo. Jaejoong se presentara a trabajar con usted hasta que haya saldado su deuda. Jisung aceptó con una sonrisa falsa. Si lo miraba por el lado positivo, esta opción eventualmente les permitiría escabullirse y así Jaejoong no tendría que cumplir con todo el castigo. Era una situación de la que se podrían librar con facilidad. —¿Qué opinas Jaejoongie? ¿Quieres trabajar para enmendar tu error?

Jaejoong fingió agradecimiento. Sí, muchas gracias señor, no lo defraudare. Dijo e hizo una reverencia.

Yunho chasqueó con su lengua. Todo esto era tan ridículo. Ahora resultaba que vería a Jaejoong todos los días, durante el tiempo que su General le pareciera conveniente. Dios ¿Por qué la vida era así? Creyó que su inusual reencuentro solo se limitaría a un simple momento, pero al parecer estuvo equivocado. Su mala suerte estaba empedernida en regresarle a Jaejoong a su vida. ¿Desde cuándo su pasado se puso en su contra para atormentarlo? ¿Por qué simplemente no lo dejaba olvidar? 

¿Por qué Jaejoong tenía que aparecerse de nuevo cuando él por fin estaba comenzando a sanar?

Lo espero mañana a las 7:00 AM en mi casa joven Jaejoong.  Ni un minuto más ni un minuto menos, ¿Entendido?

El menor asintió por las palabras del General.

—Y usted, —Caminando hacia el Jefe, el General se colocó frente a él y lo arrinconó contra uno de los muebles de la comisaria. —Le advierto: si el muchacho no va e incumple con nuestro trato, yo mismo me encargare de buscarlos a los dos por cielo y tierra. Y cuando los encuentre, ya no será la correccional a donde ira, oh no, será a la cárcel, y no solo él sino también usted, así que espero que tengan palabra y cumplan con lo prometido.

Ante tal amenaza, Jisung solo pudo asentir con temor. —S-si s-señor.

Ya saben lo que dicen Cuentas claras, chocolate espeso, y habiendo acordado todo y sin nada más que discutir, el General se ajustó el uniforme y se dispuso a salir de la oficina. Vámonos cadete.

Sí, mi General. Yunho respondió y antes de seguirlo, les dedicó una breve mirada, de esas que atraviesan y dejan sin respiración, al Jefe y a Jaejoong.

A continuación, ambos abandonaron la oficina, caminando por los pasillos medianamente ajetreados de aquella comisaria. Hubo un instante en el que el General se ubicó frente a Yunho, comentándole:

Parece que no tuviste buena suerte hoy. Incluso sin buscarlo, el problema llegó a ti.

Sonrió y Yunho no pudo estar más de acuerdo con aquella afirmación.

  

..



Regresando al pequeño apartamento que habían rentado para su estancia en Gwanju, Jaejoong entró junto a su Jefe y se dirigió al cuarto que compartía con Junsu y Yoochun. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a la puerta, el Jefe lo volteó con brusquedad y lo obligó a enfrentarlo.

Estaba furioso. ¿Por qué estaba ahí? Le interrogó con rudeza.

Jaejoong arrugó la cara. ¿Eh?

¿Por qué Yunho estaba ahí? ¿Por qué estaba contigo?

El menor resopló. No lo sé, cuando estaba robando la casa, él apareció de repente.

—¿Me crees idiota o qué?

—¡Estoy diciendo la verdad! Usted mismo escuchó que él es el cadete de ese General, el cual es también dueño de la casa. Si alguien tiene la culpa de lo que sucedió, es usted por no investigar bien quien vivía ahí. ¡Fue usted el que me envió a robar esa casa!

¡Ah! ¡Ahora es mi culpa, ¿No?! ¿Tengo cara de estúpido? ¿Crees que no note como lo mirabas cuando estábamos en la comisaria?

¡¿Y usted cree que estaría con él después de que me abandonó y eligió creer en las mentiras que usted le dijo?! ¡¿Cree que lo perdonaría?!

Ante tales razones, Jisung se quedo callado, no teniendo con que refutarlo. —No sé si lo que dices sea verdad, pero no puedo evitar sentir que esto traerá problemas. Ahora gracias a la idea del “caritativo” General ese, trabajaras a su lado, no quiero que vuelva a pasar lo de hace unos años.

No pasara, yo ya no siento nada por él.

Como sea, no quiero que te vuelvas a enredar con Yunho ¿Entendido?

Jaejoong no pronunció palabra, solo miró hacia un lado, exhaló profundo y mantuvo silencio. Esa era la mejor respuesta que podía dar.

Al ver que Jaejoong parecía hasta la coronilla con el tema, Jisung también decidió que lo mejor era no presionar más. No darle la importancia que no se merecía. Hoy estuviste a punto de ir a una correccional. Casi se nos arruinan todos los planes, ¿Estas consciente de eso?

Sí, no me lo tiene que recalcar.

¿Averiguaste lo que te pedí?

—Le pregunté, pero la señora no tuvo ni idea de lo que le estaba hablando. No conoce a ningún Lee Sooman, no sabe si vive por esa zona. Fue en vano haber entrado a esa casa, más que soluciones solo nos generó problemas.

¡Maldición! Jisung tomó un vaso de vidrio que se encontraba en una mesa y lo estrelló contra una de las paredes. Jaejoong no se inmutó por esa reacción; ya se le estaba volviendo costumbre ver a su Jefe reaccionar así por algo referente a ese tal Lee Sooman.

Y es que desde que habían llegado a Gwanju, aparte de robar casas y estafar gente, no habían hecho nada más que buscar rastros de aquel sujeto. Todas sus energías estaban puestas en conseguir información de su paradero. Sin embargo ninguna pista daba resultados y su búsqueda cada vez se hacía menos esperanzadora.

Jaejoong no entendía el porque esa obsesión insana de su Jefe por encontrar a ese hombre. —Jefe, ¿Por qué no me dice de una vez quien es Lee Sooman? —Preguntó cuando le invadieron otra vez las ansias por saber quién era. Desde que escuchó su nombre por primera vez, el Jefe no había querido revelar nada referente a su identidad. Jaejoong no entendía porque su Jefe se esmeraba en esconderlo, mucho menos entendía porque o para que quería encontrarlo.

¿Seria para algo malo?

No tienes porque saber de él, ni tampoco tienes porque saber las razones por las que lo quiero encontrar. Solo obedece y no hagas preguntas.

—Si no me dice, ni crea que lo ayudare a encontrarlo.

Ante tal muestra de insolencia, el Jefe se aproximó a Jaejoong y lo agarró del cuello, sin embargo Jaejoong se zafó golpeando con rudeza su mano. ¡No me toque! Le gritó desafiante. Yo ya no soy un niño al que puede humillar y  mangonear, ya no soy un debilucho, ¡Así que no me vuelva a tocar, ¿Entendido?!

Era verdad, Jaejoong ya no era el niño sumiso e inseguro de antes. Había madurado, había crecido y ahora tenía con que defenderse. Antes, Jisung lo podía dominar con su fuerza, ahora no le era tan fácil.

Iracundo, el Jefe vio a Jaejoong abandonar la sala y encerrarse en la habitación. Sin mirar a Junsu y Yoochun (quienes estaban sentados en la cama, probablemente esperándolo), Jaejoong se lanzó boca abajo sobre el colchón y se quedo en esa posición un buen rato. Luego se giró boca arriba, viendo que sus amigos no habían dejado de mirarlo.

¿Acaso se les ofrecía algo? ¿Qué tengo? ¿Monos en la cara?

Escuchamos que estuviste en la comisaria.

Jaejoong suspiró. Si, por poco y voy a una correccional, pero no se preocupen, todo salió bien… o eso creo.

También escuchamos el nombre de… Junsu se detuvo, pasando saliva.

…Yunho.

Jaejoong apretó los labios.

Escuchamos que te encontraste con él. Añadió Yoochun.

Con sus ojos clavados en el techo, Jaejoong permaneció en silencio. Honestamente no quería hablar del tema, no quería ni recordar lo que había sucedido ese día. El encuentro con Yunho lo tenía molesto, irritado y… triste. Si, lo tenía triste. Era absurdo, ya no debía sentirse así, ya no tenía porque recordar el dolor que sintió aquel día de abril cuando Yunho decidió abandonarlo sin siquiera darle una oportunidad para explicarse. 

Porque si, después de que Yunho se fuera y que hubiera tenido que sufrir por su desamor, Jaejoong había llegado a la conclusión que él no era el único responsable de su separación. Que Yunho también había tenido la culpa por no haber confiado en él y haber creído en las palabras de su Jefe. Porque aunque le hubiese mentido y no le hubiese contado la verdad desde un principio, si Yunho lo hubiese amado tanto como decía amarlo; habría confiado, lo habría perdonado y habría decidido estar a junto a él.

Pero no fue así. Dudó de sus palabras, pensó lo peor de él y lo triste de todo es que aun pensaba igual.

Aun creía que él era un maldito mentiroso que decidió engañarlo con su Jefe.  

Y eso era lo que le impedía perdonarlo o incluso pedir perdón: El desazón de saber que incluso la persona a la cual amó, no lo amó tanto para escucharlo.

Sí, me encontré con Yunho. Ahora es cadete de un General o algo así, la verdad no lo sé bien, ni me importa. Jaejoong explicó minutos después, luego de concluir que no tenía sentido actuar como si aun estuviese dolido por lo que había pasado. Si realmente quería sanar, tendría que actuar como si no le causara el más mínimo sentimiento.

¿Cadete de un General? Preguntó Yoochun extrañado.

Sí, ¿Y saben que es lo peor? Que la casa donde entré a robar era la casa de ese General. Ahora, hasta quien sabe cuándo, tendré que quedarme en su casa y trabajar para él para pagarle las cosas que ni siquiera le robe.

Espera, espera, espera, ¿Tendrás que trabajar para el General? Junsu interrumpió.

Fue la condición que puso para que no fuera a la correccional.

Pero Yunho es su cadete.

Jaejoong resopló. Si…

Ambos, Junsu y Yoochun se miraron al comprender lo que significaba eso. Su hyung no solo se había reencontrado con el Yunho de hacía cinco años, sino que también ahora interactuaría con él casi las veinticuatro horas del día. ¿Esto era bueno o era malo? Era difícil saber.

¿Qué opina el Jefe acerca de esto? Yoochun volvió a preguntar, puesto que, conociendo como era el Jefe, estaba seguro que había puesto el grito en el cielo.

No quedo muy contento con la idea te puedo asegurar. De todas formas no la podía rechazar, era eso o que yo fuera a uno de esos reformatorios.

¿Y qué dijo sobre Yunho? ¿Qué dijo cuando lo vio? Habló Junsu.

Creo que casi le da un paro.

¿Y tú que sentiste? ¿Qué sentiste cuando lo viste?

“¿Qué sentí cuando lo vi? Que mi corazón se iba a salir por mi boca.” Nada, no sentí nada. Jaejoong afirmó decidido mientras giraba su cuerpo para darle la espalda a sus dongsaengs.

Junsu se mostró escéptico. —Pff, no te creo.

—Es la verdad.

—Y ahora lo veras todos los días.

—No me importa, lo ignorare.

—¿Estás seguro?

—¿Por qué no me dejan en paz?

Jaejoong no pudo soportar más aquel interrogatorio. Sus amigos insistían en hablarle sobre Yunho, y él, honestamente, no necesitaba recordar que ahora se lo tendría que aguantar 24 horas al día, 7 días a la semana.

Ya no quería saber más. Ni de Yunho, ni de su Jefe, ni del General, no quería saber nada más de nadie. Quería acostarse a dormir. No quiero hablar por hoy, hasta mañana. Dando punto final a la charla, Jaejoong trepó hacia la parte superior de la cama y se envolvió en las cobijas. Esperaba que el cansancio hiciera de las suyas y se pudiera dormir rápido, aunque sabía que con sus angustias, tal vez eso le tomaría mucho más tiempo.

Comprendiendo que habían hecho enojar a su Hyung, a Junsu y Yoochun no les quedo más remedio que imitarlo y también acostarse a dormir. El agotamiento pronto hizo efecto y ambos sucumbieron a los placeres del sueño, en donde no se dieron cuenta que su hyung había comenzado a llorar.

Como cualquier otra noche.




..




Buenas noches.

Justo cuando el Oficial iba a cambiar de turno, una señora mayor apareció en las celdas de la comisaria. Tenía el cabello corto, rizado, grisáceo por las canas. El borde de sus ojos estaban caídos, su contextura era ancha y vestía ropa de lana, la cual estaba vieja y desgastada. Al oficial le pareció extraño; normalmente a esa hora la gente no iba a hacer diligencias, y mucho menos una señora de tan avanzada edad como la que se presentaba.

El oficial pensó que esta visita era anormal. ¿Le puedo ayudar en algo señora? Preguntó, tratando de ocultar su desgana. La verdad lo único que quería era despacharla rápido para poder irse a descansar.

—Vengo a confirmar si esta alguien. La señora explicó sin más.

¿Está buscando a alguien?

Sí, un conocido de esta comisaria dijo que hoy habían atrapado a un chico llamado…

Jaejoong.

El Oficial lo pensó por unos segundos. —¡Oh si!, ese muchacho… ya no esta aquí, se le dio salida.

—¿Salida? —La mujer levantó una ceja. —¿Sabe usted a donde fue?

—No, su tutor legal fue el que lo recogió. Uhm, ¿Cómo era su nombre? —El hombre trató de hacer memoria. —¿Kim Jesung? ¿Jaesung?

—¿Jisung?

—¡Sí! ¡Ese mismo! Ese fue el hombre que lo recogió.

Al escuchar eso, la señora solo pudo recostarse contra el mostrador, visiblemente afectada por la revelación. “Ósea que todo este tiempo… todo este tiempo ha estado con él” Que desgraciado. Mire, he estado buscando a ese chico por mucho tiempo y esta es la primera vez en muchos años que tengo noticias de él, ¿Sabe usted dónde podría ubicarlo?

Señora, esa información es confidencial, no estoy autorizado para dar esos detalles.

Por favor. La mujer suplicó fervorosamente, juntando ambas manos. Lo que le digo es cierto, he estado buscando a ese chico por muchos años. No sabe todo lo que he sufrido y los años de angustia que he pasado. Solo soy una pobre anciana sin nada que perder, ¿No podría tener compasión por mí?

Ante las suplicas y el rostro realmente acongojado de la señora, el Oficial no pudo resistirse a no ayudarla. Está bien, la ayudare, pero solo diré lo que sé.

La señora asintió esperanzada.

El chico no está en muy buenas andadas, le debo decir. Según la información que encontramos, se está quedando en un apartamento en un edificio en la periferia con ese tal señor Jisung.

¿Sabe usted la dirección del edificio?

Dándole la espalda, el Oficial buscó entre sus cosas la libreta en donde había anotado los datos. Luego se volteo, rasgando la hoja y entregándosela a la señora.Tome, esta es la dirección que tengo. No puedo ayudarla en nada más.

Agradecida, la anciana le brindó una marcada reverencia y a continuación, se dispuso a retirarse con el ánimo rejuvenecido y con la ferviente ilusión de que esta vez sería diferente. De que esta vez al fin podría encontrarlo y darle todo aquello que le falto.

Claro, eso si Jisung no se ponía en el medio.




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Nota: Si, se que me demore muchisimo en publicar este capitulo ( y eso que ya lo teia escrito), pero no tenia ánimos, ni la cabeza para pensar en el fic. Uhm, muéstrenme apoyo en sus comentarios. Prometo que los demás capítulos, no se demoraran tanto.
Bye.