lunes, 23 de enero de 2017

El Bosque de Daegu - Capitulo 5

Capítulo 5—Sumiso: —Para lograr lo que queremos tenemos que obedecer a quien tiene el control ¿No es así? Tú no tienes el control en esta situación, yo sí. Por lo tanto, tú eres el que tiene que cooperar conmigo.





Aquella noche Yunho tuvo una pesadilla.

Su padre lo había visitado en sus sueños y se había mostrado descontento con su trabajo como Coronel. El hombre percibía que algo tenía frenado a Yunho con respecto a su misión; que aunque su hijo quisiera cumplir las órdenes del Rey, una parte de su alma no se lo quería permitir. Y eso no honraba la memoria del General Jung, el cual siempre había actuado a favor del ejército, mas no con su corazón.  

Despertándose de un sobresalto, Yunho se tocó la frente. Estaba sudando. Su cuerpo también estaba temblando. Se deshizo de sus cobijas y se dirigió a su tocador, queriendo refrescar su cara y olvidar los ojos fríos de su padre que le decían que estaba decepcionado.

Porque así el General Jung estuviera muerto… él podía ver lo que pasaba por la cabeza de su hijo vivo.

Él podía ver lo que Yunho realmente quería.

Y su intención al parecer ya no era destruir el bosque.

Devolviéndose de nuevo a su cama, Yunho se sentó en la orilla y detalló la habitación, la cual estaba siendo iluminada por los rayos tenues del candelabro puesto en su mesa de noche. Miró su estantería y decidió que quizás sería bueno leer un libro para volver a retomar el sueño; para que la imagen de su padre se le borrara pronto de la cabeza.

Escogió un libro cualquiera y cuando se dispuso a leer, su atención fue robada por el ser que dormía plácidamente en la improvisada cama de la esquina, luciendo totalmente ajeno a la inquietud que sentía. Yunho entonces se trasladó a su lado, molesto de ver a Jaejoong tan tranquilo… y él tan en conflicto consigo mismo.

—Tú…

En seguida Jaejoong se despertó al sentir la mirada fría del Coronel sobre él. —¿Q-que pasa? —Preguntó con temor, mientras detallaba mejor al hombre al lado de su cuerpo.

—No es justo que tú seas mi víctima y pese a eso sea yo el que no pueda descansar por la noche.

“¿Qué?” —Ya es suficiente que me atormente todo el día, ¿Ahora también lo hará en la noche?

Sin responder, Yunho desató las manos de Jaejoong y lo instigó a ponerse de pie. Si él no podía dormir… bueno entonces nadie lo haría. —Toma. —Le dijo al coger una escoba y pasársela al joven. —Quiero que barras toda la habitación, que no quede ni una pizca de polvo en el piso al amanecer.

Jaejoong abrió los ojos ante esa petición. ¿Y ahora que le había dado? ¿Por qué lo despertaba en medio de la noche para pedirle eso? ¿Estaba loco acaso? Sin muchos ánimos de ponerse a renegar de nuevo, Jaejoong empezó a barrer de forma muy descoordinada, levantando el polvo de un lado a otro para hacer enfurecer al Coronel. Dormir era lo único que lo mantenía cuerdo en ese cruel encierro, y no permitirle disfrutar aquellas horas de paz, era un atropello que no estaba dispuesto a aceptar.

Al ver lo pésimo que Jaejoong estaba realizando la labor, Yunho le arrebató la escoba, jalándolo después de su camisa. —¡¿Qué no puedes hacer nada bien?!

—¡¿Qué no puede dejarme un minuto en paz?! ¿Por qué me levanta a estas horas a pedirme esta estupidez?

Yunho respiró profundo. —No puedo dormir. Tu existencia no me está dejando descansar. —Respondió con sinceridad.

—No tengo la culpa de que usted me tenga secuestrado.

—¡No es eso!, es que debido a ti… —Yunho decidió guardar silencio antes de decir lo que su propio raciocinio estaba negando. —No hagas preguntas tontas, solo obedece.

—¿Qué yo barra hará que vuelva a conciliar el sueño?

—No, pero al menos no estarás descansando, mientras yo me mato la cabeza con el insomnio.

—¿Si consigo que duerma de nuevo me dejara en paz?

La pregunta inesperada de Jaejoong tomó por sorpresa al testarudo de Yunho. Él quiso decir que no, su orgullo se negaba a recibir ayuda, más sin embargo su cuerpo estresado y sus ansías de descanso, aceptarían cualquier cosa con tal de volver a la tranquilidad.

—¿Y qué piensas hacer? —Le preguntó mientras bajaba la guardia.

—Algo que mi madre solía hacerme.

Sin dar una respuesta clara, Yunho se dirigió a su cama, metiéndose de nuevo entre las cobijas. Jaejoong lo siguió después, sentándose en el borde de la cama, quedando justo al lado del Coronel. No es que Jaejoong deseara ayudar al Coronel con su insomnio, en realidad lo que buscaba era volver a su propia cama. Y si tenía que hacer eso para volver a estar en paz, bueno, valdría la pena el esfuerzo.

Utilizando sus dedos para cerrar los ojos del Coronel, Jaejoong empezó a acariciarle sutilmente la cara, mientras le tatareaba una cancion.

Mientras el color naranja del cielo
El dolor se esparce dentro de mi corazón
El verano terminara de alguna manera, por favor
La temperatura aumenta y quiero que me abrases

Él siempre se había caracterizado por ser un chico hiperactivo, por lo que su madre siempre utilizaba esa táctica para poder hacerle dormir.

Un deslumbrante sol es lo que eres tú
En el sendero de la montaña que esta borroso por el ocaso
La reluciente neblina que va aquí y allá
Solo te refleja a ti
Es la apariencia de un brillante verano
Te quiero…

“Mi madre…” Jaejoong pensó con melancolía. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que vio a su familia. Aunque no lo demostrara, extrañaba a horrores a su madre, a su padre, a sus hermanas… a su querido bosque. A veces pensaba lo feliz que sería al verlos de nuevo, otras veces pensaba si podría ser capaz de verlos de nuevo. El solo pensamiento de perderlos para siempre, hizo encoger el corazón de Jaejoong. Hizo que su fuerza lo traicionara y que de sus ojos comenzaran a brotar lágrimas, inundando su rostro de tristeza y dolor.

—¿Jaejoong? —Yunho le preguntó al abrir los ojos y notar las lágrimas que bajaban por las mejillas del muchacho.

Jaejoong de inmediato alejó su rostro, no queriendo que el Coronel viera lo mucho que lo tenía afectado todo este asunto. —Vuelva a cerrar los ojos. —Le ordenó.

Más sin embargo Yunho no le hizo caso, e irguió medio cuerpo para que su cara quedara a la altura de la cara de Jaejoong. Sin saber por qué, Yunho rodeó con delicadeza el cuerpo de Jaejoong, atrayéndolo a un abrazo ligero como si lo quisiera consolar con su cuerpo. Yunho no sabía de compasión ni de empatía, sin embargo en estos momentos realmente podía sentir la tristeza de Jaejoong. Realmente quería hacer sentir mejor a Jaejoong. No obstante, cuando se separó de su abrazo y prestó especial atención a esos labios rojos húmedos por las lágrimas, sus deseos de reconfortarlo quedaron relegados a un segundo lugar.

La lujuria que comenzaba a sentir por Jaejoong se quedó en el primer puesto. 

—Aléjese. —Jaejoong dijo al secar sus lágrimas y caer en cuenta de la expresión en los ojos del Coronel.  

Pero Yunho no lo escuchó.

—Aléjese.

Yunho seguía sin escucharlo.

—¡Suélteme, ahora!

—Tú no eres el que manda aquí. Así no funcionan las cosas.

—¡Le digo que se ale...!

Cerrando la brecha entre los dos, Yunho presionó fuerte sus labios contra los de Jaejoong, tomando su boca de una manera intensa que hizo a Jaejoong perder el aliento por unos instantes. Yunho chupeteó el labio inferior de Jaejoong con rudeza y cuando este volvió en sí, intentó alejarlo con sus manos libres. Sin embargo, Yunho lo tenía abrazado muy fuerte, comprimiéndolo.

—¡¡¡Suelte… —Jaejoong se las arregló para retirar un segundo sus labios. —…me!!! —Con habilidad, mordió la boca del Coronel, haciendo que este se alejara al instante de su cuerpo.

Llevándose una mano a la boca, Yunho notó como la mordida le había provocado sangrar. De inmediato, fijó su mirada furibunda en el otro y cuando Jaejoong creyó que Yunho lo golpearía o le volvería a gritar, este no hizo más que empujarlo lejos y refugiarse furioso entre sus cobijas.

Totalmente rojo y con el corazón palpitándole a mil, Jaejoong se devolvió a su pequeña cama. Con sus dedos palpó sus labios que se encontraban húmedos por el encuentro. Pero no solo era humedad, la sangre del Coronel también había quedado sobre su boca.

La esencia del Coronel había quedado impregnada en él.



..



—No estoy conforme Coronel Jung. De hecho, me estoy impacientando.

Pronunció el Rey al sentarse en su gran trono, una mañana en la que citó a Yunho para discutir los avances de su intrusión al bosque. Por supuesto, el Rey no estaba contento. Faltaba una semana para que se cumpliera el mes y aun ese bosque no había sido destruido. No sabía que sucedía, no sabía porque se le estaba dificultando tanto al Coronel, y si seguía continuando esa situación… bueno, alguien tendría que pagar.

Alguna cabeza tenía que rodar.

Y esa era la del Coronel Jung.

—Su majestad, solo pido un poco más de tiempo. He estado planeando un ataque que nos permita atacar el punto débil de los guardines del bosque.

—¿Y cuándo será eso? Porque desde hace rato debieron haber iniciado tal ataque.

—El bosque no es un lugar fácil de tomar su majestad. Créame que mis hombres y yo…

—¡Al diablo con tus excusas Yunho!

De repente, el Rey gritó haciendo que Yunho cerrara la boca.  —¡Si no eres capaz de cumplir esto, debiste habérmelo dicho antes de que te encargara esta misión! En este momento, hay soldados muchos más capaces que tú y que no les tiembla la mano para realizar sus labores.

Yunho mordió fuerte su boca ante esas palabras. Lo que le faltaba, no solo Jaejoong lo rechazaba y le contradecía cada vez que se le daba la gana, sino ahora también el Rey dudaba de sus capacidades como líder del ejército. Estaba realmente tan cansado. Todo ese asunto lo tenía estresado y a punto de querer tirar la toalla. Pero su orgullo no lo dejaría. Él sabía muy bien que no lo haría. —No podemos desgastar al ejercito con ataque tras ataque que no de resultado. Debe ser un ataque contundente, seguro. Por eso requiere tiempo en armarse.

—Pues será mejor que aceleres ese tiempo, no vaya a ser que decida darle tu puesto a otro oficial más competente… —El Rey advirtió, mientras se levantaba de su trono y se disponía a mirar por el ventanal. —Yunho yo en realidad creí que eras apto para este puesto, creí que me mostrarías los primeros resultados en la primera semana… pero hasta ahora no has hecho nada. Ni un simple ataque. Que decepcionado estoy de ti.

Yunho bajó su cabeza al oír esas palabras. Tal como el recuerdo de su padre la noche anterior, el Rey también se mostraba decepcionado de él. Toda su vida, Yunho se había acostumbrado a recibir elogios por su mano dura, no comentarios inconformes y miradas de desilusión a su capacidad como líder.   Oír tales quejas lo herían profundamente. Herían todo su esfuerzo, años de dedicación al ejército.

Herían su enorme orgullo.

Así que sin pensarlo, Yunho abrió su boca, decidido a contarle al Rey lo que había conseguido estas semanas. Tal vez así, el Rey dejaría de menospreciarlo, aunque las consecuencias que acarrearía esa revelación era algo que Yunho no contemplaba. —Su majestad, hay algo que debe saber. Nosotros… tenemos a un prisionero de guerra bajo nuestro poder.

El Rey alzó una ceja. —¿Qué? ¿De quién se trata?

—Se trata del hijo menor de la familia del bosque. Él era el que nos causaba más problemas, sin él en medio podemos iniciar un ataque más contundente.

El Rey se volvió a sentar en su trono, sorprendido y al mismo tiempo ofendido por tal noticia. —¿Por qué no me lo había informado antes?

—No… No creí que fuera necesario su majestad.

—¡Claro que es necesario! ¡Yo soy el más interesado en toda esta misión! ¡Tú ni siquiera estarías metido en todo esto si yo no te lo hubiera encomendado! ¡¿Qué derecho crees que tienes en ocultarme algo como eso?!

—El derecho de ser el líder y mente de esta misión. —Yunho irguió su pecho, enfrentándose al Rey. Él podía ser sumiso ante su majestad, aun así, cuando alguien se atrevía a meterse en sus decisiones como Coronel, él estaba dispuesto a defenderse. —Usted lo ha dicho muy bien, usted me encomendó esta labor, por lo tanto soy yo el que tiene el poder de tomar las decisiones e informarlas cuando crea prudente.

Ante eso, el Rey suspiró profundo, no deseando pelear contra la obstinación de Yunho. —Y bien… ¿Qué tienes planeado con el rehén?

—Vamos a proponer un intercambio: Su vida o el bosque.

—¿No dijiste que era el que más causaba problemas? No es muy beneficioso para nosotros liberarlo después, corriendo el riesgo de que pueda volver a atacarnos. Creo que lo mejor es eliminarlo…

A Yunho de repente se le atoró la saliva. —¿Qué?

—Elimínalo y así los demás sabrán que con el Rey no se juega.

—Según el plan no lo debemos eliminar… no aun.

—Pues te ordeno que lo hagas. Ya me desobedeciste lo suficiente no contándome sobre la existencia de ese prisionero, no te atreverías a desobedecerme de nuevo, ¿O si Coronel Jung?

El Coronel no pudo objetar nada contra eso. Al fin y al cabo, él estaba a órdenes de su majestad, aun así, la idea de matar a Jaejoong le provocaba zozobra. Él quería que Jaejoong siguiera a su lado, no quería deshacerse tan pronto de él. Dentro de sus planes personales no contemplaba tener que matar al joven, por lo que esta vez no estaba muy seguro de poder cumplir las órdenes.

No obstante… ¿Era capaz de contradecir lo que le mandaba su alteza?...

—Lo matare cuando sea conveniente, su majestad.

…No, no lo era. Tragándose su descontento, Yunho dijo esas palabras que le causó hasta dificultad pronunciar.

—Entonces que sea lo más pronto posible. —El Rey dijo en cuanto su furia inicial se apaciguó. —Y Yunho una última cosa… Que no me entere que me has vuelto a ocultar algo, porque si es así… bueno, no tendré la misma consideración que esta vez.  

Brindándole una leve reverencia, Yunho se marchó de los aposentos del Rey con un millón de cosas en su cabeza. Parecía que de un tiempo para acá, todo le estaba saliendo mal y no entendía porque el viento estaba soplando ahora en su contra. Necesitaba un trago, necesitaba relajar su mente, necesitaba a alguien que le dijera que todo estaría bien.

Necesitaba un beso; un beso dulce y delicado el cual le hiciera olvidar sus pesares.

Y él sabía dónde y cómo conseguirlo.



..


Al caer la noche, Yunho se demoró un poco más en llegar a su morada.

Cruzado de piernas sobre la cama del Coronel, Jaejoong repasaba y repasaba en su cabeza el suceso que había acontecido la anterior noche, el cual lo tenía en conflicto consigo mismo. Y es que aunque no lo reconociera, ese beso lo había cohibido. Era ridículo que un beso lo hubiera intimidado más que un golpe o una amenaza de muerte, pero es que jamás había experimentado algo así en su vida, y solo sentir la boca del Coronel Jung sobre la suya, le hizo sentir cosas inexplicables.

Cosas que nunca creyó poder sentir en su cuerpo.

¿La razón por la cual Yunho sintió deseos de besarlo? No la sabia, por más que intentaba sacar una explicación, ninguna cosa parecía lógica. No creía que el Coronel tuviera deseos por él; si lo besó debió ser para ridiculizarlo de una manera extraña.

Si, debió ser eso.

La puerta se abrió de manera súbita después, revelando a un poco lucido Yunho quien venía con tragos encima. Al verlo, Jaejoong se estremeció en su puesto ¿Qué pasaría ahora?

Ignorando totalmente la presencia del otro, Yunho se sentó en su cama y comenzó a despojarse de sus prendas, para ponerse algo mucho más cómodo. Jaejoong quiso preguntarle si estaba bien, pero luego se retractó, pensando que ni siquiera debía preocuparse. A continuación, Yunho se recostó en la cama y cerró brevemente los ojos. Luego, al abrirlos de nuevo, lo único que hizo fue fijar su atención en Jaejoong a su lado. El más joven desvió la mirada. 

—¿Dónde aprendiste esa rebeldía, eh? No he conocido a nadie que sea más obstinado que tú. —Yunho susurró de la nada, reflexionando más consigo mismo que hablando con Jaejoong.

El pelinegro se quedó pensando en esa pregunta. De verdad no lo sabía. Tal vez era porque era el único varón entre sus hermanas, que él sentía esa necesidad de ser diferente. Sus hermanas eran pulcras y muy buen portadas, él en cambio siempre había sido el busca problemas de su familia. —No me gusta que me digan que hacer, es todo. —Jaejoong respondió rato después, mientras pegaba sus rodillas contra su pecho.

Yunho soltó una sonrisa amarga. —A nadie le gusta que le digan que hacer, solo que a veces… la misma vida hace que obedezcas los deseos de otros.

Jaejoong frunció el ceño por esas palabras. ¿Acaso Yunho estaba entablando una conversación con él? Debía ser por la embriaguez. Claro, debía ser eso. —Pues así la vida lo imponga, yo no me voy a dejar mandar.

—Eso dices ahora. —Yunho enderezó medio cuerpo y se recostó en el espaldar de la cama. —Pero la vida es mucho más difícil. No lo entiendes porque toda tu vida has vivido encerrado en ese bosque. Para lograr lo que quieres o para evitar algo, tienes que obedecer a alguien por encima de ti. No hay escapatoria de eso.

—¿Por qué me está diciendo esto? —Preguntó Jaejoong al no entender de donde venía tal discurso. ¿Por qué Yunho estaba tratando de razonar con él?

¿Acaso quería algo?

—Tengo órdenes de matarte. —Dijo Yunho de la nada, haciendo que Jaejoong abriera en demasía los ojos. —Si cooperas quizá tenga un poco de compasión.

—¿Cooperar con qué?

Yunho se acercó al pelinegro. —Cooperar conmigo.

Jaejoong no pudo objetar nada, porque sintió a Yunho colocarse encima de él, y presionarlo contra la cabecera de la cama. La vista de Yunho viajó entonces por todo su rostro, como si lo estuviera saboreando con la mirada.
Jaejoong se empezó a sentir muy incómodo. —¿Qué es lo que quiere de mí?

—Para lograr lo que queremos tenemos que obedecer a quien tiene el control ¿No es así? Tú no tienes el control en esta situación, yo sí. Por lo tanto, tú eres el que tiene que cooperar conmigo.

—No puede esperar que yo cooperé si me tiene secuestrado de esta forma.

—Por eso es más sabio que lo hagas. No es inteligente retarme cuando tienes todas las de perder, más aun cuando está en juego tu vida, tu familia y tu adorado bosque. Me he pasado tu mal comportamiento todo este tiempo, pero no aseguro que más adelante lo haga. Piensa bien Jaejoong. Después de todo tú eres mi prisionero y no puedes hacer nada para detenerme. Si quisiera podría incendiar todo el bosque por lo mucho que me has hecho enojar…

Jaejoong mordió sus labios ante eso. Era verdad, si seguía comportándose de esa manera, quizá terminaría pagando las consecuencias. No debía ser egoísta, tal como el Coronel decía, su familia también estaba en juego. Jaejoong no soportaría si su desobediencia fuera la culpable de que les pasara algo. No quería pero él sabía que tenía que tragarse su orgullo y cooperar, así fuera un poco con ese insoportable oficial. No había de otra.

Después de todo, las palabras de Jung eran verdad: Tarde o temprano las circunstancias hacen doblegar hasta el tronco más firme.

—¿Entonces qué quiere que haga? 

Dándose por vencido finalmente, Jaejoong preguntó de mala gana, haciendo que Yunho sonriera por su pequeña victoria. Bingo, ahora si lo tendría a su merced. —Mi Coronel. Desde ahora en adelante me llamaras “Mi Coronel”.

Jaejoong apretó la boca. —¿Entonces qué quiere que haga, Mi Coronel?

—Quiero que enmiendes lo que hiciste anoche. —Yunho se presionó más contra él. —Quiero que me beses. —Le dijo sin quitarle la mirada.

Jaejoong de inmediato arrugó su rostro. —No…No quiero.

—¿No quieres?

—Usted tiene una prometida. ¿La va a engañar?

Yunho dejó escapar una risotada. —Ah sí claro, mi prometida. Una esposa que yo nunca pedí…

—¿Qué?

—¿Lo harás o no?

“¡De ninguna manera!” Jaejoong quiso decir, más sin embargo él entendía que no era prudente desobedecer, no cuando el Coronel ya había amenazado de lastimarlo a él o a su familia si no cumplía sus caprichos.

A continuación, Jaejoong posicionó ambas manos detrás del cuello de Yunho, y se quedó estático unos momentos, sin intenciones de querer subir hacia los labios de este. Aparte de no desearlo, Jaejoong no sabía muy bien como dar un beso. Nunca lo había visto ni experimentado, de hecho, el encuentro de la noche anterior, era la experiencia más cercana que había tenido respecto al tema.

Yunho se empezó a impacientar. —¿Qué? ¿No lo harás? —Le preguntó mientras levantaba medio cuerpo y se apoyaba con sus manos en el colchón.

Jaejoong soltó un bufido.

—Bien, si no estás dispuesto a cooperar me temo que…

Las palabras de Yunho fueron silenciadas, cuando los labios de Jaejoong lo tomaron por sorpresa y lo hicieron cerrar sus ojos lentamente. Jaejoong se mantuvo presionado contra Yunho unos largos segundos, sin saber bien qué hacer con sus labios y solo fue, cuando a Yunho se le ocurrió abrir un poco más la boca, que Jaejoong comprendió que debía hacer a continuación. Succionando uno de los labios del moreno, Jaejoong fue encontrando la manera de besarlos y conseguir el ritmo perfecto. Yunho le siguió la corriente, chupando al mismo tiempo que el pelinegro lo hacía mientras se relajaba con los sonidos húmedos que hacían sus bocas, cada vez que se encontraban. La sensación era placentera, Yunho no lo podía negar, de hecho lo estaba disfrutando a montones.

Cuando Jaejoong decidió que ya era suficiente, se alejó unos centímetros, sin pensar que Yunho no estaba dispuesto a dejarlo ir tan pronto. Sin permitirle escapar, Yunho lo abrazó y lo hundió completamente sobre la cama. El beso se volvió más intenso y a Jaejoong le comenzó a faltar el aire, por lo rápido que Yunho estaba yendo.

—¡Uhm!

Jaejoong gimió cuando al fin pudo zafarse de las garras de Yunho. Como pudo, se escurrió de debajo de él y se acostó a un costado de la cama dándole la espalda. Yunho, por otra parte, tan solo se recostó boca arriba en el mismo lugar, limpiándose con su pulgar los restos de saliva de ambos, que habían quedado sobre sus labios. Se sentía dichoso. Completo. Para él, que todo su mundo había girado siempre en torno a la guerra, un beso era algo jamás experimentado. Algo incomparable. Verdaderamente nunca pensó que se sentiría tan complacido con solo probar unos labios.

Y los labios de su rebelde prisionero eran lo mejor que pudo haber probado.
Satisfecho, Yunho aseguró con una soga la muñeca de Jaejoong a la cama y luego se echó a dormir, pensando que le gustaría acabar siempre sus días con un beso de buenas noches.




..


Nota: Se que dije que estaba bien, pero no no lo estoy T.T estoy pasando una depresion de DB5K muy fuerte, la mas fuerte que he tenido en seis años de venir siguiéndolos. Me siento muy impotente frente a esta situación. Lo unico que me anima es recibir comentarios de este fic :( por eso trato de actualizarlo seguido para no perder la inspiracion.

Espero que les haya gustado este cap,  <3 hubo beso +.+ <3 y habrá mas en los siguientes. Esperenlos..

Y espero tambien que me pueda curar de esta depresion shinki, aunque no se si podre...

ah...Always keep the faith...


miércoles, 18 de enero de 2017

El bosque de Daegu - Capitulo 4

Capítulo 4— Competencia: El calor del cuerpo de Jaejoong sobre su cama lo hizo sentirse más dichoso que el calor proveniente del beso con la doncella.




Esa noche hacia un frio particularmente intenso.

Desde una estructura elevada, el Coronel Jung vigilaba a su prisionero que, como castigo, había sido atado a un poste y dejado justo en la mitad de los patios del castillo. El Coronel era conocido entre sus subordinados por no tener compasión a la hora de poner castigos, y al parecer este caso no era la excepción. Jaejoong no había comido ni bebido en tres días; las condiciones de calor en el día y de frio en la noche lo tenían al borde del desmayo. Yunho estaba convencido que eso le daría un buen escarmiento, por atreverse a escapar de su encierro.

Así no le quedarían fuerzas de intentarlo (O siquiera pensarlo) de nuevo.

Echándole una última mirada, Yunho se dirigió a sus aposentos, dejando que Jaejoong pasara la noche a la intemperie. La habitación del Coronel estaba tan fría como el ambiente afuera, los vidrios de la ventana se empañaban y el sonido del viento se escuchaba golpear contra el cemento; más sin embargo, Yunho parecía resistente a irse a la cama. Se sentó en su escritorio para trazar unos planos sobre unos pergaminos, ideando la mejor forma de atacar el bosque. La familia del bosque se encontraba desolada por el rapto de su único hijo y eso le permitía al ejército tomar ventaja de la situación. Pronto lograría su cometido, solo tenía que ser paciente y esperar un poco más para ajustar todos los detalles. Para que ningún cabo se le fuera de las manos.

Rato después, Yunho se levantó de su escritorio para despejar un poco su mente y, cuando se asomó a la ventana, no pudo evitar fijar su mirada en el muchacho, quien parecía estar retorciéndose y gimiendo de dolor. Suspirando profundo, Yunho abrió un poco la ventana y acercó su oreja. Y en efecto, una serie de quejidos y lamentos de dolor se escucharon, y Yunho tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no atender esos llamados. Pero ya no podía olvidarlos, ya estaban en su cabeza. Así que, sin pensar mucho en lo que haría, Yunho salió de su habitación y bajó hacia donde estaba Jaejoong, queriendo comprobar el estado en el cual estaba su prisionero.

Era deplorable.

Acurrucado contra el poste, Jaejoong mantenía la cabeza gacha. Sus labios estaban partidos, su piel un poco más pálida de lo normal y sus ojos se encontraban adormilados amenazando por querer cerrarse en cualquier momento. De inmediato, Yunho se arrodilló frente a él, queriendo ver si la situación era tan grave como parecía. Y si, era bastante grave. Debido a que no había comido ni tomado de beber en días, Jaejoong lucia alarmantemente deshidratado. Con cautela, Yunho tocó la mejilla izquierda del muchacho. Estaba helado, si no moría de hambre seguramente lo haría de hipotermia.

“¿Qué debo hacer?” Yunho se preguntó en su mente. Él era un hombre al cual no le interesaban las angustias de los demás, menos si se trataba de un  prisionero bajo su verdugo, sin embargo, algo dentro de sí lo impulsaba a querer ayudar al chico. Algo dentro de sí, quería mantenerlo a su lado. Por consecuente, Yunho dejó su orgullo a un lado y despojó de las ataduras a Jaejoong, alzándolo después con la intención de llevarlo a un sitio mejor. Lo trasladó a su cuarto y lo metió dentro de sus cobijas, luego fue hasta las sobras de su comida con la idea de alimentar al muchacho.

No se dio cuenta cuando Jaejoong regresó un momento en sí, sintiéndose perdido de porque estaba ahí. —¿Qué…pasa…?

—Ven, come. —Yunho le acercó un pedazo de pan a la boca y en seguida  Jaejoong le alejó la cara.

—No…

—No te pongas terco. Si no comes ahora, morirás.

Jaejoong negó con su cabeza. —No quiero.

—Come. —Yunho volvió a acércale el pedazo, pero Jaejoong lo abofeteó lejos con las pocas fuerzas que le quedaban.

—No quiero tu… misericordia… bastardo…

—Solo come, maldita sea. —Yunho empezó a enojarse. —¿Por qué hasta en esta situación me tienes que llevar la contraria?

Jaejoong lo miró con odio y aunque Yunho le presionó el pan sobre la boca, este estaba decidido a no abrirla. Siendo un poco más brusco, Yunho tomó de la barbilla a Jaejoong para obligarlo a recibir el pan. Tal como todo lo que conseguía, utilizaría la fuerza para hacerlo comer. Sin embargo, Jaejoong no se lo dejaría tan fácil. En cuanto el pedazo entró en su boca, el más joven lo escupió y volvió a presionar sus labios. Yunho se enojó aún más.

—¡¿Qué tengo que hacer contigo para que me hagas caso, eh?!

Gritando exasperado, Yunho desistió de su labor de querer alimentar a Jaejoong. Así fuera para su propio beneficioso, ese muchacho seguiría nadando contra corriente. ¡Qué exasperante era!

—Solo déjame en paz… te odio…

Yunho lo volteó a ver ante esas palabras. No le gusto recibir esa frase de los labios del chico. —No puedes morir, si mueres mi plan quedaría arruinado.

—¿Entonces…solo te preocupa eso…?

—Sí. —Yunho asintió pero luego se mordió la boca. Era mentira, él no ayudaba a Jaejoong por su plan. Él ayudaba a Jaejoong porque tenía ganas de hacerlo. Esta vez tenía las mejores intenciones, sin embargo si seguía siendo brusco, Jaejoong no accedería a dejarse auxiliar. Tenía que cambiar de táctica, tenía que comportarse con amabilidad para que Jaejoong no tuviera deseos de retarlo.

Dejando pasar unos minutos, Yunho sorpresivamente empezó a acariciar la cabeza del muchacho, siendo recibido por los ojos profundos de este que lo miraron confundido. ¿Ahora que hacia?

—Come, solo come por favor.

Yunho suplicó leve y utilizando su pulgar, rozó los labios deshidratados de Jaejoong. Quizá era porque se encontraba débil, puesto que Jaejoong no supo en qué momento se dejó llevar por la aparente ternura de Yunho, y de un instante a otro empezó a recibir cualquier cosa que quisiera darle. Pan, agua, frutas… Jaejoong comía vivazmente lo que la mano de Yunho le ofrecía.

—Eso, así me gusta. —El Coronel sonrió satisfecho al ver la cooperación de Jaejoong y cuando terminó, tan solo le limpió la boca y barbilla, y lo acomodó mejor entre sus sabanas. —Dormirás aquí esta noche. —Sentenció y se acostó al otro lado de la cama, con precaución de mantener la distancia adecuada para que sus cuerpos no se tocaran.

Jaejoong aún no lo podía creer. ¿Por qué ese hombre tan cruel y déspota se estaba comportando tan generoso con él? —¿Qué es lo… que quieres? —Preguntó luego de darle vueltas y vueltas al asunto. Él no se debía dejar engañar, personas como el Coronel Jung no cambiaban de un instante a otro.

De seguro tramaba algo.

—Tómalo como el pago a un favor. —Yunho dijo al cerrar sus ojos. —Me ayudaste una vez y ahora te devuelvo el favor. Ahora debo dormir y es prudente que también lo hagas... tú… tú…

—Jaejoong… —El otro respondió sin pensarlo.

—¿Jaejoong? ¿Ese es tu nombre?

El pelinegro cerró los ojos. —Si…

—Bien, Jaejoong. Duerme.

Quizá la única vez que le haría caso a Jung, Jaejoong dejó de pensar tanto y simplemente se quedó dormido. Estaba mental y físicamente agotado por su castigo, y tan profundo quedo entre sus sueños que no se dio cuenta de la mirada penetrante que Yunho había puesto sobre él. El Coronel sintió una sensación extraña en su interior. A pesar de que Jaejoong estuviera todo sucio y verse totalmente salvaje… lucia tan distinto, tan misterioso y tan místico. Tan inalcanzable para él. Las hojas y plumas en su cabello lo adornaban de una forma singular, y esos rayones en su cara delataban lo primitivo pero al mismo tiempo inocente que era.

Embelesado, Yunho se acercó un poco más, sintiendo que su cama esa noche se sentía un poco más cálida. Se sentía en compañía. Y ese sentimiento lo hizo sentir pleno.

Como nunca lo había estado.

Ignorando aquel momento de paz con su prisionero, Yunho se quedó dormido sobre la cama, decidiendo que así quería dormir todas las noches.

Definitivamente, el calor del cuerpo de Jaejoong sobre su cama, lo hizo sentirse más dichoso que el calor proveniente del beso con la doncella.




..




A la mañana siguiente, Jaejoong se despertó de nuevo en su calabozo, sin embargo algo había de diferente. Esta vez le habían dejado comida hasta para tres días y una pila de cobijas y almohadas con las cuales refugiarse. Ese día Jaejoong comió como si no lo hubiera hecho en años y al anochecer, preparó con las cobijas un lecho caliente para dormir. No obstante, al momento de acostarse para conciliar el sueño, el portón de su calabozo se abrió súbitamente.

—Levántate. —El Coronel Jung le ordenó y tomándolo bruscamente del brazo, lo levantó del suelo y lo dirigió hacia su habitación, empujándolo después sobre una improvisada cama en la esquina de esta. —Dormirás aquí de ahora en adelante.

Jaejoong arrugó el entrecejo. —¿Por qué?

—No me es útil tenerte todo el día encerrado en un calabozo. Desde hoy serás mi esclavo y dormirás aquí.

Sin dar más explicaciones, el Coronel tomó una soga y amarró una de las muñecas de Jaejoong a un pilar cerca de la llamada “cama”. Luego se sentó en su escritorio, concentrándose de nuevo en sus pergaminos como lo hacía cada noche. A Jaejoong no le quedó de otra más que recostarse sobre las almohadas, pensando que esa situación realmente era muy extraña. ¿Con que objetivo quería Jung que le sirviera como esclavo? ¿Acaso era porque tenía que aparentar con el Rey? ¿Cuál era la razón? No la sabía, más sin embargo cualquier lugar era mejor que pasar la noche en ese frio calabozo.

Incluso si ese otro lugar se trataba de la habitación del Coronel.

Tal y como la noche anterior, Jaejoong se dejó rendir temprano ante el sueño, sin darle más vueltas a las intenciones de Yunho con su repentino cambio de parecer. Creyó que al día siguiente despertaría de nuevo en ese calabozo, sin embargo cuando abrió sus ojos, pudo confirmar que no era así.

Aun se encontraba en el cuarto de Yunho.

Algo confundido, Jaejoong levantó medio cuerpo y observó a Jung vestido con su traje de oficial, listo para comenzar el día.

—Toma. —Fue lo que le dijo al alcanzarle un pantalón y una camisa.

Jaejoong levantó un lado de su boca con evidente asco. —¿Para qué me da esto?

—Si vas a servirme, tendrás que ponértelo. Ya estoy cansado de verte con esa ropa de pordiosero. Además…—Utilizando sus dedos, Yunho quitó de la cabeza de Jaejoong una hoja marchita. —Debes quitarte todo eso que traes en el cabello. Ya no vives en el bosque, debes verte como una persona normal. Y una última cosa, —Yunho colocó en frente de él un balde lleno de agua junto con un paño. —Límpiate esa piel y esos rayones que traes en la cara.

Totalmente incrédulo, Jaejoong se levantó de la cama decidido a enfrentar a ese hombre. ¿Enserio creía que él iba a hacer lo que le decía? ¿Qué intentaba? ¿Desalojarlo de sus raíces? ¿Hacerle olvidar quién era? —No lo hare. No lo quiero hacer. —Arrojando la ropa al piso, Jaejoong colocó sus pies encima y empezó a limpiarlos sobre ella en una muestra clara de desobediencia.

Yunho, al ver esto, se mordió la lengua y se acercó amenazante a Jaejoong, clavándole fijamente sus ojos negros. Eso siempre funcionaba cuando quería intimidar a alguien, pero al parecer con Jaejoong no estaba funcionando, ya que este solo le sostuvo la mirada sin atisbo de querer bajar el semblante. Sorpresivamente Yunho no se enojó por eso. Una parte de él le entretenía que Jaejoong siempre encontrara la manera de oponérsele. Sin embargo la otra parte de él lo odiaba. —Bien, entonces si no quieres hacerlo, te pondré una tarea. —Agarrándolo del brazo, Yunho arrastró a Jaejoong hacia una esquina de la habitación, justo donde se encontraba su biblioteca. Luego, arrojó todos sus libros al suelo, dejando las estanterías completamente vacías.

—Quiero que lo organices. —Le ordenó. —Deben ir por orden de publicación, autor y color. Y quiero que lo hagas ya.

El pelinegro rodó los ojos. ¿Cuántas veces necesitaba ese hombre para entender que él no cumpliría sus órdenes? —Como diga. —Tomando cinco libros al azar, Jaejoong los colocó de mala gana en la estantería, sin prestarle atención a eso del color, publicación… y demás tonterías que Yunho quería. Se agachó para recoger más pero Yunho se lo impidió, tirando los libros que había acabado de poner.

—Así no es como te dije. Hazlo bien. —Le replicó.

Mas sin importarle, Jaejoong volvió a tomar los mismos libros y a ponerlos como cayeran en esas estanterías. Yunho de nuevo los tiró al suelo y Jaejoong volvió a acomodarlos. Se quedarían todo el día así si seguían con el mismo juego. Era seguro que ninguno quería dar su brazo a torcer.

—¡Ya basta! —Exasperado, Yunho gritó a la sexta vez de botar los libros. Ya no lo podía soportar; por más que se le imponía, Jaejoong siempre lo esquivaba. ¿Cuándo seria el día que por fin le haría caso? —¡Me tienes harto! —Sujetándolo de las mejillas, Yunho acorraló a Jaejoong contra la esquina del cuarto. Ya hasta había perdido la cuenta de cuantas veces había hecho eso, cuantas veces había enfrentado a Jaejoong por su obstinación.

—¡Entonces debería dejarme ir si está cansado de mí!

—¡Eso nunca! —Yunho exclamó. —Se lo que tratas de hacer. Sé que me quieres volver loco con tu comportamiento, pero no lo lograras.

—Ya lo estoy logrando. Estoy haciendo que pierda la compostura en este preciso momento.

—No…—El Coronel cerró los ojos. —Soy más fuerte que eso.

—No lo es... —Contradijo Jaejoong —Usted es muy débil.

Yunho se irrito aún más al escuchar esas palabras. Odiaba que lo llamaran débil. Lo odiaba profundamente. —Soy el oficial más fuerte que tiene este ejército. Yo no sé de debilidad.

—Pues que gran mentira. —Jaejoong pronunció con firmeza. Aunque fuera joven, él sabía muy bien como leer a las personas. —No crea que no me di cuenta como le afectaron mis palabras el otro día. Y es que usted está muerto por dentro.

—¡Silencio! —Yunho aumentó su presión sobre Jaejoong. Ya hasta estaba casi encima del muchacho. —¡¿Qué debo hacer para que cierras esa boca de una buena vez?!

—Un hombre como usted no me podrá silenciar…nunca.

El Coronel dejo caer su frente contra la del muchacho. —¿Quieres probar?

—Nunca lo hará.

—Hare que te calles de una maldita vez…

—No lo lograra.

—…Y así no tendré que escuchar más tu irritante voz.

—¿Y cómo lo hará? Porque no hay castigo, ni golpe, ni insulto que me pueda callar.

Jung de repente enfocó sus ojos más debajo de los ojos de Jaejoong. —Entonces tendré que utilizar otra forma para callar tus labios.

—Quítese de encima. —Jaejoong le exigió al presentir las intenciones del otro con su acercamiento.

Pero ya era tarde, ya a Yunho se le había metido una idea en la cabeza y no había forma de volver atrás. —Te enseñare a comportar esa boca.

Súbitamente la puerta de la habitación se abrió, haciendo que Yunho se alejara rápidamente de Jaejoong. El más alto se volteó para ver quien había sido el entrometido que se había atrevido a interrumpirlo justo en ese momento, y para su sorpresa, se trataba de nada más ni nada menos de la joven Go Ara.

El Coronel tuvo que tragarse su enorme descontento al verla ahí de pie en su puerta. —¿Qué hace aquí? —Preguntó directo viendo como la chica parecía inhibirse por la forma en que se le dirigió.

—Quise  pasar a despedirme… hoy regreso a mi reino. —Go Ara se acercó a Yunho, pero la presencia de Jaejoong la hizo detenerse en seco. Miró a Yunho de inmediato, demandándole con sus ojos una explicación.

—Es mi criado. —Yunho le aclaró al ver la cara de confusión de la chica.

Jaejoong estuvo dispuesto a refutar esa afirmación, pero cuando lo iba a hacer, Go Ara se le acercó de forma amenazante y lo examinó de pies a cabeza como si de un objeto se tratara. Jaejoong le sostuvo la mirada, no dejándose amedrentar por esos inusuales ojos color oliva. Era una mujer hermosa, Jaejoong debía admitirlo, con un porte y elegancia similar al de sus hermanas, sin embargo había algo de esta chica que no le terminaba de gustar. Era como si ella se creyera por encima de él, como si ella creyera estar observando a una cucaracha.

Y en efecto, Jaejoong confirmó sus aires de superioridad cuando ella abrió su boca y comentó con desdén lo siguiente: —¿De verdad es tu criado Coronel? Vaya, no sabía que hicieras labores de caridad… —Go Ara dejo salir una risita mientras se devolvía hacia donde estaba Yunho, sintiéndose escéptica respecto al rol del muchacho. Y es que de verdad con solo ver su apariencia, Go ara sospechó que algo inusual pasaba. ¿Por qué este joven que lucía tan “salvaje” y totalmente inadapto del mundo era el criado de alguien tan majestuoso como el Coronel Jung? De verdad no le cabía en la cabeza. —¿De dónde lo sacaste, eh?

—No tiene importancia mencionarlo. —Yunho dijo cortante queriendo dejar el tema de Jaejoong a un lado.

Sin embargo Jaejoong no pensaba lo mismo. —¿Quién es usted? —Preguntó al no querer dejarse denigrar de la mujer.

Incrédula, la chica lo volteó a ver de nuevo. —Soy la doncella Go Ara, soy la prometida del Coronel Jung.

“¿Prometida?” Jaejoong se preguntó en su cabeza ¿Acaso ese hombre tan repugnante tenía una prometida? ¿Quién sería capaz de enamorarse de un hombre así? —Qué pena por usted, lo siento mucho.

—¿Qué quieres decir? —La chica alzó una ceja.

—Que la compadezco al tener que casarse con un hombre como es… —El comentario de Jaejoong quedo a medias, cuando Yunho se le abalanzó a taparle su maleducada boca. A continuación, Yunho tomó con fuerza su muñeca y lo volteó para que quedaran cara a cara, siseándole en el oído lo suficientemente bajo para que la doncella no pudiera escucharlo: —Si no quieres volver a ese calabozo más te vale que te comportes. No quiero oírte decir nada. —Soltándolo con brusquedad, Yunho le mandó una mirada de advertencia, que fue recibida por los ojos inconformes de Jaejoong.

En seguida, Yunho y su prometida se sentaron en una especie de mesa para tomar el té antes de su partida, mientras Jaejoong se quedaba de pie, teniendo unas ganas inmensas de sabotear el momento pero recapacitando que quizás no era tan bueno hacerlo.

—¿Qué haces ahí? ¡Ve y tráenos un poco de agua caliente!

El Coronel le ordenó de mala manera a Jaejoong y este solo refunfuñó, mientras se daba media vuelta e iba por el mandado. Le molestaba de sobremanera que el Coronel lo tratara como un esclavo, ya que él no se sentía atado a nadie, ni con el deber de servir a nadie. Le ofendía hasta escuchar la palabra, aun así cumpliría esta orden solo por el anhelo de poder quitárselo de encima.

Regresando a la mesa de té, Jaejoong vertió el agua caliente en los tazones de la manera que él creía correcta. Mientras lo hacía, Go ara hablaba sin parar de lo que pasaría a su regreso, pero su entusiasmo se fue apagando gradualmente en cuanto notó como Yunho no la estaba mirando a ella sino a Jaejoong, quien parecía muy concentrado en servir el agua en los tazones. De inmediato, la mujer dirigió su mirada al muchacho, queriendo averiguar qué era lo que tenía tan desconcentrado a Yunho. Sin embargo, por más que se esforzaba, no veía nada que fuera digno de mirar. Ese muchacho parecía haber salido del mismo bosque…  ¿Por qué Yunho parecía tan enfocado en él? No sabía porque, pero la presencia de ese chico en la vida de Yunho hizo estremecer el corazón de Go Ara, como si premeditara que algo extraño estaba sucediendo.

Los pensamientos inquietos de la chica no continuaron, ya que, de un momento a otro, Jaejoong hizo un mal movimiento provocando que gotas de agua caliente cayeran tanto en su mano, como en la mano de la doncella. Ambos de inmediato reaccionaron, contrayendo su mano a su respectivo cuerpo, y lo que paso después nadie se lo habría imaginado, ya que Yunho de repente se levantó y tomó la mano herida de Jaejoong para revisar como estaba. Los ojos de Jaejoong de inmediato se conectaron con los de Yunho al no comprender porque estaba haciendo eso. El cuerpo de Go Ara se llenó de celos.

—¿Qué…? —Jaejoong quiso preguntar, pero la pregunta quedo en el olvido cuando ambos notaron como el asunto de la mano había quedado en segundo plano, y ahora no podían dejarse de mirar el uno al otro. Era como si ese insignificante momento se hubiera transformado en algo más. Todo pasó en cámara lenta.

—Fue, fue… solo una quemadura. —Yunho le dijo al volver en sí y caer en cuenta como su intención había quedado a un lado, con solo ver el bello rostro de su prisionero. Jaejoong también recapacitó, alejando su mano con brusquedad como si quisiera decirle a Yunho que no quería que lo tocara.

Aunque eso no era lo que en realidad deseaba.

—¡Yunho, mi mano! —Go Ara de repente exclamó al sentirse ignorada por su prometido, y cuando quiso recibir la misma atención que Jaejoong había recibido, un soldado interrumpió en la puerta avisándole que su carruaje ya estaba listo para partir.

—Es hora de irte. —Yunho le dijo mientras la conducía a la puerta. Parecía como si fuera el más emocionado de que se fuera.

—Espera.

Inesperadamente la doncella paró en seco y, dedicándole una mirada retadora a Jaejoong, se agarró del cuello de Yunho y lo besó de manera apasionada. Yunho quedó por unos segundos estático y Jaejoong no hizo nada más que alejar la mirada. Sensaciones de asco, incomodidad y algo de celos se le vinieron a la boca. Se preguntó de dónde ella había sacado fuerzas para besar a un hombre tan aborrecible como Yunho… se preguntó también porque le estaba comenzando a doler en el pecho. ¿Acaso se debía por un malestar que no quería admitir?

—Adiós… volveremos a vernos muy pronto. —Go Ara susurró en los labios del Coronel y acto seguido se marchó junto al soldado, no sin antes arrojarle una intensa mirada de advertencia a Jaejoong. Esperaba que con ese beso quedara claro a quien Yunho le pertenecía, aunque ni ella misma comprendía porque debía dejar eso en claro. Ese muchacho no era competencia… ¿O sí?

En cuanto volvieron a quedar solos, Yunho se enfocó en terminar de alistarse, ya que debido a Jaejoong y todo el asunto de la despedida de Go Ara, se le había hecho tarde para ir a comandar sus fuerzas. Se cargó su espada, ajustó su uniforme y luego se dirigió a Jaejoong a quien ató a un pilar de la habitación para así evitar que escapara. —¿Entonces aun piensas que estoy solo? —Yunho le preguntó de manera sarcástica al terminar de ajustar los nudos en su muñeca. Ahora que lo pensaba, el beso imprevisto de Go Ara le había servido para demostrarle a Jaejoong que él tenía quien lo amara. Que conveniente había sido.

Jaejoong dejo salir un resoplido. —Ella parece no tener idea de quién es usted.

—Ni tu tampoco. No creas que me conoces. —Yunho se alejó de él.  —No sabes nada de mí.

A continuación, Yunho se dirigió a la puerta de la habitación y la abrió, volteándose una vez más a donde estaba Jaejoong. —Espero que te comportes bien hoy, no quiero sentir ni escuchar nada. No querrás que venga a callarte la boca… ¿O sí? —Yunho sonrió con prepotencia y Jaejoong relamió sus labios de manera inconsciente ante esa amenaza.

Oh, comenzaría una nueva fase de su vida como prisionero y Jaejoong no sabía si tendría la fuerza mental para soportarla. En su calabozo al menos podía estar a solas casi todo el día, con unas dos o tres visitas cortas del Coronel, ahora las cosas habían cambiado. Tendría que dormir en la habitación del Coronel y aguantar todas sus demandas cual esclavo. La paciencia era algo que Jaejoong había descubierto que tenía solo estando bajo el verdugo del Coronel Jung, más sin embargo, no sabía con precisión cuanto tiempo le duraría.

Jaejoong solo esperaba el día en que el karma actuaria para bien, el día en que al Coronel la vida le haría cobrar todas las injusticias que había cometido.





..


Nota: Hola, chic@s de nuevo yo con un nuevo capitulo. 


Con respecto a mis dudas sobre el Yunjae que les comente la vez pasada, creo que ya estoy un poco mejor. Simplemente me entro un miedo profundo al creer que quizas las cosas volverian a ser como antes de su encuentro en el ejercito. Ya saben sin que uno se entere si se hablan o no se hablan, ni una foto, ni una mencion etc...Pero bueno voy a tratar de tener fe en ellos. Voy a tratar de creer que ninguno ha encontrado a alguien mas, aunque debo admitir que si estoy desesperada por saber cual es su situacion XD y no solo de ellos, tambien la de los cinco. Su amistad que por tantos años me parecio tan bonita... seria muy agridulce saber que solo existe en el pasado.

Por otra parte, me alegró saber que en esta semana las cosas salieron bien para Yoochun en su caso, aunque su futuro sea aun incierto.

Esperemos que todo salga bien para los cinco en el futuro.

Adios y nos vemos en la proxima actu.

No olviden dejar un comentario!!



martes, 10 de enero de 2017

El Bosque de Daegu - Capitulo 3

Capítulo 3—Un ser debil:—Al menos yo lucho por algo que amo, usted…lucha por su ego. Es un ser que no conoce de amor ni de compasión, ni de nada bueno en esta vida.



Los días pasaban lento para Jaejoong.

Alrededor de una semana había transcurrido desde el inicio de su secuestro, y las cosas no parecían querer mejorar. Todos los días, el Coronel Jung lo visitaba para burlarse y torturarlo sicológicamente. Decía que su familia no lo había buscado, que no le importaba, por lo que no debía tener razones para defenderlos a ellos ni a su bosque, puesto que ellos ni siquiera se preocupaban por su paradero. Pero Jaejoong no le creía. Aunque él fuera la oveja negra de su familia, él sabía, muy en el fondo, que sus hermanas y sus padres lo amaban. Sabía que las palabras de Jung solo eran una táctica para hacerlo torcer, por lo que no le daría el gusto de dejarse llevar por la tristeza.

No obstante el Coronel tenía otras maneras de hacer debilitar a Jaejoong: Lo hacía pasar hambre, sed... incomodidades. Le ponía labores inútiles, como limpiar todo su encierro con un diminuto cepillo o contar el número de hebras de un monto de paja. Jaejoong por supuesto no cumplía con las labores, y eso le significaba golpes o tener que aguantar más hambre. Pero no le importaba. Así estuviera sufriendo, él no se daría por vencido.

Él seguiría luchando.

Y eso aumentaba más la furia del Coronel.

—¡¡Arggg!!!

Yunho gritó colérico al llegar al calabozo de Jaejoong y ver que este había dañado por completo sus sillas de montar caballo. Le había encomendado el trabajo de limpiarlas, pero Jaejoong de pura rabia, las había destrozado y llenado de barro y suciedad.

Enojado, Yunho acorraló a Jaejoong contra una pared y tomándolo de ambos lados de la cara, lo presionó fuertemente contra la pared de cemento. —¡¿Crees que es gracioso?! ¡¿Crees que esto es un juego, cierto?!

Jaejoong no respondió nada. A veces hacia eso; quedarse callado y solo enfrentar a Yunho con su mirada penetrante.

Eso a Yunho le daba más rabia. —¡¿Por qué eres así eh?! ¡¿Por qué no te rindes de una buena vez?!

Jaejoong seguía sin responderle.

—¡¿Por qué solo me provocas coraje?!

Yunho le cuestionó y luego cerró sus ojos, en un intento banal de calmarse y no dejar que Jaejoong viera que lo tenía hasta la coronilla. Que su comportamiento de alguna u otra manera lo afectaban. Y es que en un principio, había intentado mantenerse sereno ante la terquedad del joven, pero ya la situación había avanzado hasta un punto en el que no tenía control. Se sentía dominado y no le agradaba para nada sentirse así.

Porque él era el victimario. No debía ser de la otra forma.

No podía convertirse en la victima de la obstinación de Jaejoong.

—Me das lastima.

De un momento a otro Jaejoong dijo, haciendo que Yunho volviera a abrir los ojos. —¿Qué dices…? —Le preguntó confundido. Eso realmente había sido inesperado.

—Porque es una persona totalmente vacía.

Yunho seguía sin entender. —¿De qué carajos hablas?

Jaejoong se aclaró un poco la garganta y luego le dirigió la mirada. —Su único propósito en la vida al parecer es causarle daño a los demás. No le importa nadie más que usted y eso es muy triste. Porque está completamente solo. Así como a usted no le importa nadie, a nadie le importa usted. Si muriera hoy mismo, nadie lloraría por usted…

—Cállate. —Yunho de repente interrumpió. —Cállate, tú no me conoces.

—Se cómo es por cómo actúa. Por eso es que no me logra intimidar, porque su coraza solo esconde lo patético que es por dentro.

—¡Cállate! —Yunho repitió de nuevo. Las palabras de Jaejoong estaban calando dentro de sí.

—Al menos yo lucho por algo que amo, usted… lucha por su ego. Es un ser que no conoce de amor ni de compasión, ni de nada bueno en esta vida.

—¡Te dije que te callaras!

Sin poder evitarlo, dos lágrimas escaparon de los ojos del Coronel Jung. Realmente se sentía atacado y aunque no lo quisiera admitir, Jaejoong había dado en un punto muy profundo de él, el cual ni siquiera le gustaba reconocer. Totalmente afectado, Yunho soltó a Jaejoong y retrocedió unos pasos, huyendo del calabozo en busca de su refugio. Cuando llegó a su dormitorio, se apoyó sobre su puerta y apretó fuertemente los ojos, impidiendo que sus lágrimas abandonaran sus ojos. Lagrimas que querían delatar lo roto que estaba por dentro.

Porque Yunho podía mostrarse fuerte e indolente, pero él muy bien sabía lo débil que era por dentro. Que él en realidad no era más que un espejismo y que su corazón se encontraba marchito de tanto odio que había guardado, con la intención de no dejar que su tristeza lo abarcara.

La realidad era que el Coronel siempre había estado acomplejado por su soledad. A pesar de  decir que no necesitaba a nadie y que lo único que le importaba era su ejército, el Coronel, muy en el fondo, sabía que eso no era cierto. Yunho no conocía el amor de una madre, y su padre, que en paz descanse, solo se había ocupado de él para convertirlo en un hombre de guerra. Para no dejar morir el buen nombre de la familia Jung. Sus hombres solo lo seguían por temor, no por lealtad y el Rey… el Rey estaba dispuesto a despedirlo si no cumplía su capricho.

Por años, él nunca había conocido algo así como una amistad, mucho menos el amor y debido a eso, tal como ese chico decía, no había nadie quien lloraría por él. No había nadie a su lado.

Yunho se tragó sus lágrimas y trató de recomponerse, diciéndose a sí mismo que no dejaría que esos pensamientos estúpidos lo torturaran.

—No me importa… —Susurró. —No me importa si no tengo a nadie. Yo no necesito a nadie. —Se dijo lo que siempre se decía, las palabras que utilizaba cada vez que su parte más profunda salía a flote.

Por años había dado lo mejor de sí para ocultarlo, un simple prisionero no haría que toda la coraza que se había esforzado en formar, se destruyera tan simplemente.

No debía ser débil, él era fuerte e insensible, y nadie lo haría pensar lo contrario.




..




Noches después, el Rey invitó a Yunho y a su hermosa prometida a una cena en el comedor principal del castillo.

Era una velada amena; el Rey tomaba champagne, Go Ara conversaba alegremente sobre el reino y Yunho… bueno Yunho parecía más interesado en sus conflictos internos, que en lo que estuviera pasando a su alrededor. Aun seguía pensando en la conversación que había tenido con su prisionero, mas enojado ahora por permitir dejarse tratar así, que triste por lo que sus palabras habían significado. Él sabía, él sabía que tenía que superarlo, sin embargo cada vez que intentaba olvidarlo, la irritante voz de ese muchachito volvía a su cabeza. ¿Qué iba a hacer para sacar de una buena vez aquella desagradable conversación de su mente?

—El otro día el Coronel me llevó a conocer el bosque…

De repente, el centro de la conversación se enfocó en él y Yunho tuvo que lucir atento para que ellos no advirtieran que en realidad no estaba prestando nada de atención.

—¿Enserio? —El Rey preguntó interesado. —¿Y cómo fue?

—Fue un paseo agradable, nunca imagine que este reino tuviera un bosque tan hermoso. Hubiera sido un recorrido perfecto de no ser porque…—Go Ara hizo una pausa y dirigió su mirada a Yunho. —Bueno, no sé si es prudente decirlo pero el Coronel me devolvió sola en su caballo, después de que el animal se enredara y nos botara al suelo.

Ante eso, el Rey miró a Yunho con una expresión de confusión y Yunho de inmediato esquivó su mirada. Se había esforzado en evitar el tema todos esos días, pero al parecer ya no lo podía seguir haciendo más. A excepción de algunos soldados bajo sus órdenes, Yunho no le había avisado a nadie lo que había sucedido aquella mañana, y mucho menos había dicho que tenía bajo su poder a un prisionero. Sencillamente, Yunho no quería que nadie interviniera en sus planes, ni siquiera el mismo Rey, por lo que había tenido la necesidad de ocultar todo lo referente a ese día.

Lástima que ahora la boca suelta de Go Ara le estuviera arruinando el plan.

—Explíquese doncella porque no le estoy entendiendo. —El Rey solicitó al no comprender nada de lo que le decía.

—Bueno, yo tampoco entiendo. No le pregunte al Coronel sobre aquello en el momento, pero ahora teniéndolo aquí  le puedo preguntar: ¿Por qué hizo que me marchara? ¿Por qué se quedó? —La doncella inquirió, mirando fijamente los ojos del hombre frente a ella.

Por la pregunta, Yunho se acomodó mejor en su puesto, tratando de sonar lo más natural posible. —Me quedé porque quise buscar al responsable de hacernos caer del caballo. —Hizo una pausa. —Al final no lo pude encontrar. 

—¿Responsable? Creí que el caballo se había enredado con unas raíces.

—Creo que ya se lo que sucede aquí. —El Rey de pronto intervinó. —Coronel, ¿Acaso no le ha contado nada a su prometida sobre el bosque?

Yunho negó con su cabeza.

El Rey entonces entrelazó sus dedos y se dirigió a la muchacha, tratando de explicarle la complicada situación de la manera más sencilla. —Doncella, debe saber que el bosque de Daegu es muy especial. Está custodiado por unos seres mágicos, una familia para ser más exactos, los cuales mantienen la dinámica del bosque.

Go Ara asintió ante la breve explicación aunque aún siguiera confundida. —Entonces… ¿Ellos fueron quienes nos atacaron? ¿Por qué lo harían?

—Debe saber que los protectores no son entes fáciles de tratar. Son nuestros enemigos, así que no somos muy bien recibidos en su territorio. —Yunho volvió a tomar la palabra, sintiéndose un poco más relajado.

—Tenemos formas diferentes de ver el bosque simplemente. —El Rey añadió. —Ellos solo quieren el bosque para sí mismos, nosotros en cambio pensamos en utilizar ese terreno para cosechas y ganado. Ya sabe para nuestro pueblo. Para que incluso el campesino más pobre pueda tener una tierra productiva. Nosotros pensamos en un bien común a diferencia de ellos, que solo quieren mantener el bosque egoístamente.

Yunho tosió ante esas palabras, no creyendo ni una pizca de lo que el Rey decía. Él muy bien sabía que al Rey poco le importaba beneficiar a su pueblo, más bien lo que buscaba era poner esas tierras a nombre de feudales y poder hacerse más rico de lo que ya era. Yunho debía admitir que el descaro del Rey le asombraba, aun así él no estaba en condiciones de juzgar lo que hacía. Después de todo, si estuviera en su misma posición, Yunho probablemente actuaria igual.

—Ya veo, entonces esos “Guardianes” son enemigos del reino. —Dijo Go Ara al comprender todo el asunto. —Lastima y yo que pensé que el bosque era tan hermoso…

—No es así doncella. Hay que apropiarse de él, hay que enseñarles a esos guardianes una lección de humildad.  —El Rey dijo y luego señaló a Yunho. —Es por eso que puse a mi mejor soldado a cargo de esta misión. Como veras doncella, Yunho es un hombre fuerte, quien puede acabar hasta con el pueblo más subversivo. Estoy seguro que muy pronto tendremos noticias buenas acerca de la destrucción del bosque.

—Eso no lo dudo. —Go Ara sonrió y le dedicó una mirada coqueta al hombre sentada en frente de ella.

Yunho se mantuvó en silencio ante esos halagos. Aunque complacía a su ego que lo elogiaran, una parte de él odiaba que lo hicieran. Ya se sentía lo suficientemente presionado, no necesitaba oír más expectativas del Rey con respecto a su misión.

Él sabía lo que tenía que hacer.

Dejando de lado el tema, el resto de la cena transcurrió de manera normal, con conversaciones triviales y falsas cortesías, hasta que los tres decidieron que ya era hora de irse a dormir. El Rey fue el primero en marcharse y no tardaron en seguirlo Yunho y Go Ara, quienes también se levantaron en busca de su propia cama. No obstante, antes de ir a la suya, Yunho acompañó a su prometida hasta la habitación de visitantes. 

—Fue una magnifica velada, espero que en el resto de mi visita tengamos más oportunidades para compartir así. —Go Ara expresó al pararse al frente de la puerta de su habitación. Yunho tan solo le dedicó una tibia sonrisa.

Go Ara supo entonces que Yunho al parecer no estaba muy a gusto con su compañía. —Coronel… Yunho… ¿Puedo preguntarle algo?

—Lo que desee. —Respondió Yunho sin darle mayor importancia.

—¿Le molesta que nos casemos?

Ante esa inesperada pregunta, Yunho solo paso saliva. —No, ¿Por qué lo dice?

—No sé, siento que su actitud es extraña hacia mí.

—No soy una persona de expresar emociones en realidad.

—Tal vez sea eso, pero algo me dice que usted no quiere esto. Que usted lo que quiere es estar solo…

—….No le importa nadie más que usted y eso es muy triste. Porque está completamente solo. Así como a usted no le importa nadie, a nadie le importa usted…

Las palabras del prisionero de repente retornaron a la cabeza de Yunho, al oír a la doncella. Trató de silenciarlo, pero ya era tarde, ya las palabras estaban comenzando a afectarlo de nuevo.

—Coronel, ¿Alguna vez se ha enamorado? —Continúo la muchacha,  ignorando el semblante mortificado de Yunho.

—Nunca. —Yunho respondió rápido.

—… Es un ser que no conoce de amor ni de compasión, ni de nada bueno en esta vida.

Otra frase regresó a su mente y Yunho tuvo que dirigir su mirada hacia otro lado, para no dejar notar que algo lo tenía perturbado. Tenía que hacer algo, tenía que convencerse a sí mismo que lo que decía aquel jovencillo no era cierto. Si no lo hacía, las voces internas de su cabeza seguirían jugando con él.

Ya lo había dicho, él no necesitaba de amor ni de compañía, sin embargo le causaba rabia que ese guardián del bosque creyera que era débil solo porque no tenía eso. De alguna u otra forma, Yunho quería demostrar que era capaz de tener a alguien que se preocupara por él, de tener a alguien que lo amara. Que sin esforzarse mucho, él tendría compañía, para así hacerle saber que no era un miserable solitario.

Así conseguiría al fin dejarse de atormentar.

—Oh, l-lo siento, creo que no fue prudente preguntar. —Dijo Go Ara después de un rato, al notar que Yunho se había quedado de repente muy callado. —Creo que mejor iré a dormir.

Girándose, la chica estuvo a punto de entrar a su habitación, hasta que sintió el brazo de Yunho voltearla de nuevo hacia él. A continuación, Yunho colocó su mano detrás de su nuca y la atrajo a un beso brusco, impidiendo que se escapara de su alcance. La chica tardó en responder debido a la agresividad con la que Yunho le estaba besando. Fue tan inesperado que ni él mismo se lo creyó.

Sus bocas se separaron después y ambos jadearon debido a lo intenso que había sido.

—Vaya, se lo tenía muy escondido. —Go Ara comentó mientras intentaba calmar los latidos de su corazón. —No creí que sintiera tanto deseo por mí…

Yunho no contestó ante esa afirmación. En realidad, el deseo carnal de sentir el calor de un beso y la motivación de querer demostrar que tenía afecto, fue lo que lo impulsó a actuar de esa manera, no otra cosa. No le importaba si la chica se convencía ilusamente de que él estaba interesado en ella, sin embargo, no le seguiría la corriente a sus palabras.

—Debe dormir. Es muy tarde. —Él le sugirió al querer irse de una buena vez a su habitación.

—Si eso hare. —La chica abrió la puerta y le dedicó una última mirada a su prometido. —Nos veremos en la mañana. —En cuanto la cerró, Yunho no dudo pasarse una mano por los labios. Había comprobado lo que ya sabía: el beso no le había movido ni una fibra de su ser. Su alma no era capaz de amar, sin embargo ahora podía decir que al menos tenía a alguien que le correspondía de esa manera.

No estaba tan solo como aquel odioso jovencillo decía, y eso hizo sentir al corazón frio del Coronel Jung un poco más tranquilo.

Caminando lejos del recinto de Go Ara, Yunho se dispuso regresar al fin a su habitación. Había sido un día extenuante y lo único que quería era recostarse en su cama. Lástima que al parecer no sucedería así, por lo menos no en ese momento.

—¡¡¡Coronel!!! ¡¡¡Coronel Jung!!

Uno de sus soldados gritó a sus espaldas, y debido a su apariencia agitada y a la vez preocupada, tal vez no traía consigo buenas noticias.

—¿Qué sucedió? —Le preguntó Yunho al ver su rostro alarmado.

—Mi Coronel… el prisionero escapó….

Todos los músculos de Yunho se tensionaron ante esa noticia. —¡¿Qué?! ¡¿Pero cómo sucedió?!

—Me engañó mi Coronel. Cuando fue a darle de comer él… —El soldado bajó el rostro, culpable. —…Lo siento mucho.

Una fuerte cachetada fue lo que recibió después el soldado de la mano austera de Yunho. —¡No puedo creer lo incompetentes que son mis soldados! ¡¿Cómo dejo escapar a un muchachito débil como ese?! ¡¿Quiénes son ustedes!? ¡¿Una manada de ineptos?! —Furibundo, Yunho golpeó al soldado con su cuerpo, dispuesto a continuar con su camino.

—¡Espere! —El hombre lo interceptó. —No paso hace mucho. Es probable que aún se encuentre en el castillo.

Visiblemente más tranquilo por esas palabras, Yunho suspiró fuerte y se dirigió de nuevo a su subordinado. —Entonces búsquelo. Despierte a los demás oficiales y entre todos encuéntrenlo. Recuerde que nadie aparte de ustedes debe saber que tenemos a ese muchachito de rehén aquí, menos si se trata del Rey.

Asintiendo con fuerza, el soldado se marchó a cumplir las demandas de su líder, mientras Yunho se ajustaba su uniforme y sacaba su flamante espada, dispuesto también a emprender la búsqueda de aquel escurridizo jovencillo.

No lo iba a dejar irse. Si ya lo tenía entre sus garras, sería un desperdicio dejarlo escapar.

Definitivamente no lo iba a permitir.





..




Jaejoong corrió y corrió por los oscuros pasillos hasta que llegó a un muro y se recostó sobre el, tratando de regular la respiración de su pecho. Llevaba alrededor de diez minutos intentando hallar una salida, pero por más que buscaba, no lograba encontrar la puerta hacia su libertad. Escapar del calabozo había sido fácil, solo le bastó con engañar al soldado que le llevaba comida, diciéndole que no podía comer correctamente si estaba encadenado. Ahora, encontrar la salida del castillo era lo que realmente se le estaba dificultando.

Para empezar, el palacio era inmenso, con un montón de corredizos y escaleras que iban en todas direcciones. La oscuridad también era otro  problema. A excepción de unas cuantas antorchas ubicadas en los pasillos, no había nada más que iluminara el oscuro castillo, por lo que encontrar la puerta de salida era casi misión imposible. Además de eso, Jaejoong debía ser lo  suficientemente silencioso para pasar inadvertido a los guardias. Tenía más de una razón para sentirse angustiado, pero él muy bien sabía que no podía dejarse sobrepasar, ya que esta era la primera oportunidad de huida que había tenido en días.

El breve descanso de Jaejoong de repente fue interrumpido, cuando escuchó a unos cuantos soldados a sus espaldas trotar hacia la dirección contraria. Jaejoong se mordió los labios, al parecer ya habían dado aviso de su fuga. Caminando sigilosamente hacia la otra dirección, Jaejoong intentó alejarse lo más discretamente que pudo de ellos, sin notar que al otro lado también venían soldados hacia él. A Jaejoong no le quedo de otra que entrarse a la primera puerta que estuvo a su alcance, sin meditar lo arriesgado de esa decisión.

Se mantuvo unos instantes dentro de la oscura habitación, y cuando pensó que ya estaba fuera de peligro, una voz gruesa le habló.

—¿Quién anda ahí?

Se trataba del Rey, quien producto del alboroto que habían ocasionado los soldados, se había despertado en su cuarto. Si, al parecer aquella puerta conducía nada más ni nada menos que a los aposentos del Rey. Ahora Jaejoong si estaba en problemas.

—¿Quién está ahí?

El Rey repitió, esta vez más demandante. Al recibir no respuesta, el Rey tomó una de sus candelabros y lo prendió, revelando al intruso que se había atrevido a molestarlo esa noche en su habitación.

Al verlo, el Rey quedo más confundido. —¿Quién eres tú?

En vez de contestar, Jaejoong solo retrocedió unos pasos, mirando a todos lados en busca de una salida. Divisó a unos cuantos pasos un balcón que daba a los jardines del palacio. Si podía bajar por el, quizá daría con el portón principal del castillo.

Y por fin saldría de toda esa pesadilla.

Así que, ignorando al hombre frente a él, Jaejoong se dispuso a ir hacia ese balcón, sin embargo el Rey se le interpuso, no permitiendo que se saliera con la suya. —¿Por qué osas a inmiscuirte en mis aposentos y más eso ignorarme? ¿Eres acaso un pordiosero del pueblo? ¿Has venido a robarme?

Jaejoong siguió estático, sin saber exactamente qué tipo de respuesta dar.

—Si no me respondes tendré que avisar a los guardias… ¡Guardias! ¡Guardias!

Debido al bullicio que el Rey estaba propiciando, Jaejoong caminó de reversa y tropezó contra una mesa, la cual tenía una jarra con agua. Sin pensarlo dos veces, Jaejoong tomó la jarra y arrojó todo el agua sobre el Rey. El hombre de inmediato retrocedió y Jaejoong aprovechó esto para ir directo hacia el balcón. Sin embargo, cuando llegó a la orilla y se dio cuenta de la altura real que estaba este con respecto al piso, meditó si realmente era buena idea escapar por ahí. Claro podía saltar, no obstante la probabilidad de romperse unos cuantos huesos en la caída era bastante alta.

—¡¡¡¿Cómo te atreves?!!!

Jaejoong se volteó asustado al ver como el Rey se recomponía de su ataque y corría directamente hacia él con una ira abrumadora. De inmediato, Jaejoong se montó al barandal, razonando si debía saltar o dejar que el Rey lo atrapara. Cualquiera de las dos opciones parecían malas para él.

—¡¡¡Ven aquí, no te escaparas!!!

El Rey estiró su mano para agarrarlo y debido a eso, Jaejoong perdió el equilibrio y resbaló de aquel barandal. No alcanzó a caer porque hábilmente logro sujetarse del borde del balcón. Se había medio salvado, sin embargo la dificultad de no tener ningún apoyo y el dolor en sus brazos al tener que soportar el peso de su cuerpo amenazaban por hacerlo caer. Y tan ensimismado estaba Jaejoong en su propia sobrevivencia que no se dio cuenta que abajo, en el piso, alguien ya se había dado cuenta de su presencia y corría directamente hacia él.

A continuación, Jaejoong sintió la mano del Rey tomar bruscamente una de sus muñecas y luego arrojarla con fuerza, haciendo que finalmente se soltara de la estructura.

Lo único que pudo pensar Jaejoong en ese momento, fue en su cuerpo estrellándose violentamente contra el asfalto, sin embargo, lo que menos esperó fue que alguien abajo evitara su golpe. Y efectivamente cuando Jaejoong aterrizó, un par de brazos fuertes lo recibieron en el aire. De inmediato abrió los ojos, encontrándose con el rostro indescifrable del Coronel, quien lo miraba con rabia pero al mismo tiempo con alivio.

Se quedaron un momento en silencio, con solo sus miradas hablando por ellos.

—Coronel Jung. —El Rey llegó unos segundos después, acompañado por unos guardias. Al verlo, Yunho bajó a Jaejoong de sus brazos y lo sujetó fuertemente de su camisón, cerciorándose que no volviera a huir. —¡Oh! Tal parece que ha atrapado al fisgón que osó perturbar mi sueño. —El Rey le dijo una vez estuvo en frente de ellos.

Yunho miró de reojo a Jaejoong y este desvió la mirada.

—¡Guardias arréstenlo!

El Rey se acercó a Jaejoong y antes de que este pudiera siquiera decir algo, Yunho tomo la palabra: —No hay necesidad señor, es mi esclavo. —El Coronel contestó.

Jaejoong lo volteó a mirar confundido y cuando quiso negar esas palabras, el agarre de Yunho se hizo mucho más fuerte, como si estuviera diciéndole que no era favorable revelarle al Rey la verdad.

—Si es su esclavo Coronel, entonces ¿Por qué estaba merodeando a media noche en mi habitación e incluso se atrevió a echarme agua?

“¿Y ahora que mierda hizo este mocoso?” Yunho trato de ocultar su malgenio y controlar la situación de la mejor manera posible, para que al Rey no se le ocurriera tomar cartas en el asunto. Eso arruinaría todo su plan. —No se preocupe su majestad, a este esclavo le daré un buen escarmiento. Yo mismo me asegurare de eso.

—Pues eso espero. Por esta vez lo dejare pasar pero si vuelve a pasar un episodio tan desagradable como este… no tendré misericordia. Y eso es una amenaza. —Escoltado por  unos cuantos guardias, el Rey se marchó a sus aposentos, dejando a Yunho, Jaejoong y dos soldados más de pie en el jardín.

En cuanto vio desaparecer al Rey, Yunho empujó a Jaejoong contra sus soldados, haciendo que estos lo retuvieran. —Llévenlo al calabozo y asegúrenlo bien, no quiero que esto vuelva a pasar. Mañana pensare en un castigo ejemplar para él.

Sus oficiales le obedecieron, más sin embargo Jaejoong parecía resistente a irse sin una última palabra. —Yo nunca seré su esclavo. —Jaejoong escupió con fuerza esas palabras, y aunque esperó que Yunho respondiera algo de vuelta, el Coronel simplemente lo miró con arrogancia y luego se fue, extremadamente cansado de todo el asunto. Jaejoong quedó con las ganas en la boca ¿Por qué el Coronel lo había ignorado así? No es que le importara,  sin embargo algo de él le gustaba causarle rabia.

A Jaejoong no le quedó de otra que pelear consigo mismo, culpándose una y otra vez por desperdiciar la única oportunidad de escape que había tenido.




Nota: Bueno, tercer cap de esta historia. Debo admitir que se me esta haciendo dificil escribir puesto que estos ultimos dias  me he sentido algo deprimida con respecto al Yunjae. 

Les explicare: 

No se porque siento que a pesar de que Yunho y Jaejoong se rencontraron en el ejercito, cada uno va por su camino aparte. Como si hubieran decidido que lo mejor es no estar juntos (siendo amigos, amantes, novios, lo que fueran que hayan sido en el pasado). Quizas me equivoque, quizas un dia jejung nos sorprenda con una foto de ellos o que los podamos ver relacionandose de nuevo. Pero por ahora me siento triste porque es como si esa ilusion de volverlos a ver juntos ya no existiera mas. Como si esa ilusion que he creido ya hace seis años se estuviera esfumando. Y se que todas nos imaginamos una resolucion tipo cuento de hadas, pero al final la vida no es un fic. No todos tienen el final feliz que esperamos. No se, cosas emo mias xD

Ademas jaejoong parece bastante "Cercano" a alguien estos dias...

Una parte de mi se estresa al no saber que onda con sus vidas y sentimientos, y me refiero a los 5....

Ok, lo se, no me hagan caso XD Tal vez solo sean paranoias mias. Solo son pensamientos que he tenido un tiempo para acá. Traten de dejar un comentario alentandome...

Nos vemos en la proxima actu en cuanto pueda terminar el otro capitulo. A pesar de mi bajo animo con respecto al tema, nunca me gusta dejar nada sin terminar, asi que no se preocupen.