martes, 23 de enero de 2018

Niños de Ciudad II: Capitulo VI

Porque ese bastardo fue el fruto de la traición que Seojin me hizo con Lee Sooman. Ese hijo no es mío, es de Lee Sooman y ahora entiendo porque la gente dice que de tal palo, tal astilla.

Ante tal revelación, Jaejoong solo pudo abrir la boca y dejarse caer en el espaldar, anonadado por toda la tanda de declaraciones que había recibido en tan poco tiempo. Era increíble como todo lo estaba atando de nuevo a Yunho y no podía ni imaginar en que terminaría todo este embrollo.

Poco menos atónito estaba Jisung, quien a su lado, solo se dedicó a seguir tomando de su botella, pensando fuertemente en las palabras del menor:

“Así que tú y Yunho…” El Jefe lo observó con fijación. “Que linda familia feliz”


..

Capítulo VI: Porque quizá, muy dentro de sí, Changmin presentía que Yunho iba a encontrar más de lo que estaba buscando.

Una verdad que no quería escuchar.






Al término de la jornada del lunes, Jaejoong miró a Yunho con disimulada expectación. Se había encargado (muy exitosamente) de ignorarlo durante todo el día debido a que aun sentía molestia por lo que había ocurrido la ultima vez, sin embargo, la ansiedad de contarle lo que le había revelado su Jefe estaba empezando a carcomerle la conciencia. Tenía que decirle, por mucho que aun estuviera enojado con él, tenía que decirle lo que había descubierto. Sencillamente era algo demasiado importante como para guardárselo para sí mismo.

Por lo que, tragándose su orgullo, Jaejoong se dirigió a Yunho, el cual estaba esperando a Changmin frente a la casa del General. —¿Podemos hablar? —Le dijo con una fingida calma la cual se pudo percibir a metros.

A Yunho solo le quedo soltar un suspiro de resignación. —Si es por lo del beso del otro día…

—No es sobre eso. —Jaejoong hizo una mueca. —Es algo que el Jefe me contó.

—¿Y crees que me interesa saber lo que ese sujeto te cuente?

Es algo sobre ti.

Ante eso, Yunho se volteó hacia él. ¿Qué tenía que decir ese sujeto sobre él? Claro, a no ser que… Oh comprendo, Dijo apacible y Jaejoong pensó que ya lo sabía. Dile que no tengo intenciones de interferirme entre ustedes si eso es lo que le preocupa. Puede ser que te haya besado otra vez, pero eso no significa que esté interesado de nuevo en ti, así que ni se inmute.

Y otra vez estaba Yunho con su desconfianza y sus celos. Jaejoong solo rodó los ojos al escuchar de nuevo aquel discurso aburridor. Más que provocarle cólera, le estaba comenzando a hastiar. —No es nada de eso, es más, ni siquiera debería contarte lo que sé por cómo me tratas.

Entonces no lo cuentes, no te estoy preguntando nada.

¡Pero es importante!

¡¿Entonces qué es?!

Precavido, Jaejoong miró a todos lados antes de acercarse un poco más a Yunho y susurrarle lo que su boca estaba desesperada por soltar. ¿Recuerdas lo de Lee Sooman, cierto? Empezó lento, considerando prudente tomarse el tiempo.

Claro que sí. ¿Qué sucede? ¿Lo encontraron?

No, pero ahora sé la razón por la que mi Jefe lo quiere encontrar.

¿Cuál es?

Al parecer una mujer lo traicionó con Lee Sooman, por eso quiere cobrar venganza.

Bien, ¿Pero eso que tenía que ver con él? ¿Y? ¿Eso es lo que me tienes que contar?

No, aun no he acabado. Aquella mujer tenía una relación con mi Jefe, se llamaba…

Justo cuando iba a revelar el nombre, Changmin apareció de la nada, acaparando toda la atención de Yunho: “¡¡¡Yunho!!! ¡¡¿Ya saliste?!! ¡¿Vamos a comer?!!” dijo mientras agitaba sus manos y alejaba a su Hyung del lado de Jaejoong. Podría parecer alarmista, pero los había visto hablando unas cuadras atrás, y dado que él muy bien sabía lo que pasaría si Yunho se encariñaba otra vez de Jaejoong, su misión ahora era separarlos. Era obvio que no podía permitir que su Hyung se ilusionara.

De nuevo.

—Hyung, vamos, quiero ir a casa. —Con algo de brusquedad, Changmin arrastró a Yunho del brazo, llevándolo hacia la otra acera de la calle.

Por supuesto Jaejoong no se quedo atrás. —¡Espera, aun no te lo he dicho! Tomando a Yunho de su brazo libre, Jaejoong también comenzó a halarlo hacia el lado contrario, haciendo a Yunho estirarse por la tensión que estaba recibiendo de ambos lados.

—¡Esperen! —Yunho gimió mientras intentaba zafarse. Ambos estaban siendo demasiado rudos, como si se estuvieran peleando por su cuerpo. La situación incluso era cómica, pero el dolor de verse estirado no lo era.

Si seguían halándolo así seguro le dislocarían un brazo.

—¡Suéltalo! —Sin negarse a dejarlo ir, Changmin le gritó a Jaejoong y tiró más fuerte. ¡Él se tiene que ir conmigo!

—No te metas en esto niño, estábamos hablando de algo importante. Jaejoong contraataco.

—¡¿No entiendes que él no quiere hablar?!

—¡¿Y tú que sabes?! ¡Hasta apenas acabas de llegar!

¡Yo sé lo que es lo mejor para él, y tu no lo eres, así que suéltalo!

¡Pero tengo algo importante que decirle!

¡No me importa, suéltalo!

¡¡¡Pueden ambos cerrar la boca!!!

Con un movimiento fuerte, Yunho se liberó de ambos lados, haciendo que tanto Changmin como Jaejoong acabaran con su infantil disputa. Luego se volteó hacia Jaejoong, ya harto de sus rodeos. Si tienes algo que decirme dímelo rápido y dímelo ya, no tengo tiempo para tus juegos.  

Cansado y con la agitación a mil por la pequeña pelea, Jaejoong lo miró a los ojos, decidido a ser directo esta vez. —Esa mujer de la que me habló mi Jefe es tu madre Yunho, ella fue la mujer que lo traicionó. Y hay algo más, —Hizo una pausa, llevándose una mano al bolsillo trasero y sacando aquella vieja fotografía. Se la entregó a Yunho. —Ellos sí tuvieron una relación como lo muestra esta foto, pero el bebe que ella estaba esperando, ósea tu, no es de mi Jefe.

Yunho quiso preguntar el porqué pero su garganta cerrada se lo impidió, así que se quedo callado, esperando una respuesta que intuía no podía ser buena.  

Ese bebe fue el fruto de la traición que le hizo tu madre con Lee Sooman. Jisung no es tu padre, al parecer tu verdadero padre es Lee Sooman.

Segundos pasaron de solo silencio mientras Yunho intentaba procesar la información. Estaba pasmado, como si alguien lo hubiera momentáneamente petrificado. A su lado Changmin arrugó el rostro, no entendiendo ninguna de las palabras de Jaejoong. Este vio a su Hyung abrir la boca, para luego cerrarla, y después volverla a abrir, al parecer no encontrando que decir. —¿Esto qué dices… es cierto? —Preguntó sin salir de su asombro.

—Claro que es cierto Yunho. —Jaejoong respondió serio. —Yo no bromearía con algo así. Ese hombre es tu verdadero padre y mi Jefe quiere encontrarlo para vengarse por ser el hombre con el cual Seojin lo traicionó.

—Pero mi madre no traicionaría a nadie… esto… ¡Esto no tiene sentido! Exclamando al cielo, Yunho levantó sus brazos y los dejo caer de nuevo a sus costados, no encontrando lógica alguna a esa revelación. ¿Desde cuándo empezó a ser parte de este embrollo? ¿Por qué su madre se metería con hombres como Jisung y Lee Sooman? Si era cierto, entonces su verdadero padre era…

Solo una persona despejaría sus dudas, eso estaba claro.  

Volteándose hacia Changmin, Yunho lo tomó del brazo y comenzó a arrastrarlo junto a él, explicándole que no irían a su posada hasta hacer una breve parada. Al ver que se irían, Jaejoong rápidamente se interpuso en su camino. —¿A dónde vas?

—Tengo que encontrar respuestas.

Algo hizo clic en la cabeza de Jaejoong. —¿Tu sabes donde esta Lee Sooman, cierto? ¿Lo iras a buscar?

El moreno se mordió la boca, pensando en la dirección que le había dado el General. —Sí, pero no te voy a decir dónde está.

—Quiero ir. —Jaejoong volvió a cerrarle el paso.

—Mi hyung ya te dijo que no te entrometas. —Changmin protestó.   

—Nadie te pidió tu opinión, yo tengo el derecho de ir porque esto también me interesa.

—No Jaejoong, esto no te concierne a ti. —Yunho declaró, no sonando enojado sino sensato. Te agradezco por decírmelo, pero ahora esto es asunto mío, así que apártate. Lo empujó sutilmente a un lado y siguió su camino junto a Changmin, sin querer pensar en nada más que encontrar la solución a esa incógnita.  

No tenía tiempo para Jaejoong, por ahora no.

—¿Me puedes explicar qué pasa? —Unos pasos más adelante, Changmin interrumpió sus pensamientos. —¿Quién es Lee Sooman para empezar?

—Al parecer es un hombre peligroso, así que te pido que seas cuidadoso.

—¿Cuidadoso? ¿Acaso…?

Sí. Yunho respondió como si supiera la pregunta. Vamos a ir a verlo, necesitó corroborar que lo que dice Jaejoong sea cierto. Adelante, te lo explicare en el camino.

Sin objetar, Changmin solo se limitó a seguir a su Hyung, quien se veía aterradoramente decidido, como si no tuviera segundos pensamientos acerca de si visitar a Sooman era buena idea o no.

Entre tanto, aun en la acera, Jaejoong se quedo viendo como los dos chicos se alejaban de su vista. Un sentimiento de indignación lo invadió, frustrado por el hecho de que Yunho hubiera elegido dejarlo afuera de su investigación. Aunque él sabía que tenía razón (que él en realidad no tenía nada que ver en esa situación); era él el que le había contado la verdad, era él el que había estado buscando a Lee Sooman y él que tenia mas ansias por conocer toda la historia; por lo que no había razones para ser desplazado de esa manera. Él no se quedaría sin saber la verdad.

Así que, discretamente, Jaejoong corrió hacia donde se habían ido los chicos y se escondió detrás de una pared, dispuesto a seguirlos, a encontrar el escondite de Lee Sooman; sin percatarse que alguien a sus espaldas, estaba haciendo exactamente lo mismo.


..



Señora, ¿Quiere que le traiga algo más?

No gracias, estoy esperando a alguien.

Asintiendo, el mesero de aquella pequeña panadería se alejó de la mesa y dejó a la anciana seguir bebiendo de ese té que ya debía estar frio. Aquella tarde, la señora había vuelto al vecindario donde intuía, no, sabía que estaba Jaejoong, e inesperadamente un vagabundo de la zona se le había acercado para entregarle una nota:

“No queremos hacerle daño, solo queremos saber que tiene que ver con Jaejoong. Si nos lo dice, le prometeremos que la ayudaremos a conocerlo, solo confié. Espérenos en la panadería de la calle 7 a las 6.”

Era lo que decía aquel papel, seguramente proveniente de aquellos muchachos de la otra vez. Aunque en la anterior ocasión había huido, su sexto sentido le decía que ellos no eran de temer y que podían ser una ayuda y no un obstáculo. Que ellos no le harían daño. Así que aceptó la invitación, esperando que su intuición no le jugara una mala pasada y que todo esto tuviera una resolución favorable.  

Al pasar los minutos ellos aparecieron, media hora más tarde de lo que acordaron. La mujer los siguió con la mirada mientras ellos serpenteaban entre las mesas; el chico de cabello negro largo y labios carnosos, y el chico de cabello castaño y cara redonda, así los distinguía ella. Estaba segura que debían tener casi la misma edad de Jaejoong.

—No pensé que aceptaría. Qué bueno que este aquí. —Fue Junsu el que habló de primeras al sentarse frente a ella. Yoochun lo hizo a su lado.

La mujer hizo una reverencia, con algo de cautela aun. —Decidí hacerle caso a mis instintos y venir aquí.  

—Qué bueno que lo hizo, ahora díganos para que o porque necesita a Jaejoong. —Sin gastar el tiempo en cordialidades, Yoochun habló directo, queriendo llegar al punto de una vez. 

Se los diré, pero primero necesito saber su relación con Jaejoong… y con Jisung. La anciana demandó.

Ya se lo dijimos la otra vez, Jaejoong es nuestro amigo y Jisung nuestro jefe.

¿Jefe? ¿De qué trabajan para él?

Somos… Junsu titubeó. Hemos estado muchos años con él, ya que nos recogió a todos de la calle. En el pasado nosotros acumulábamos dinero en la calle para él y él nos brindaba posada a cambio. Ahora, las cosas han cambiado, pero aun seguimos siendo como su sustento.

La señora estaba un poco confundida. ¿Todos? ¿Quiénes son todos?

Nosotros. Junsu contestó. Yoochun, yo y… Jaejoong.

Ahora si estaba más confundida. ¿Jisung recogió a Jaejoong de la calle?

Sí, o eso es lo que él dice. Desde que los conozco, siempre han estado juntos. Yoochun dijo, algo desconcertado por la aparente estupefacción de la señora. Ya le dijimos lo que nosotros tenemos que ver con ellos, ahora díganos usted que tiene que ver, con ambos, porque por lo que dice, no solo se relaciona con Jaejoong, también conoce a Jisung.

Por la pregunta, la mujer aspiró una bocanada de aire, afianzándose más firmemente en su silla. A continuación, se inclinó hacia los chicos, decidida a contarles toda la verdad: Deben saber que he estado mucho tiempo en esta búsqueda y creo que ustedes son mi única salvación.  

Ambos chicos se miraron consternados ante aquellas palabras, dándose cuenta que esto sin duda no era una simple nimiedad. Le devolvieron sus miradas, dispuestos a escucharla con atención. Pronto sus bocas se abrieron en asombro y sus mentes estuvieron más que decididas en asegurarse que lo que ella les contaba se debía saber.

Que era algo que no se podía ocultar…

…por más tiempo.



..



Dos pies frente de la residencia y Yunho dirigió su mirada a Changmin. Después de tomar el autobús y bajarse unas manzanas antes para buscarla, la casa al frente parecía ser la indicada. Parecía ser el lugar. Se trataba de una vieja casa al estilo europeo, la cual, aunque deslumbrante, estaba en condiciones deplorables. El césped del jardín delantero estaba sin cortar, la pintura de la fachada corroída y algunas ventanas oscuras por la suciedad. Aun así, Yunho presentía que alguien vivía ahí.

Que ese hombre estaba ahí.

Oprimiendo el timbre de la entrada, la puerta no tardo mucho en abrirse, dejándola de par en par a su disposición.

¡Si es del domicilio, llévelo al segundo cuarto del segundo piso!

Una voz carrasposa gritó desde arriba de las escaleras. Yunho y Changmin se volvieron a mirar entre sí. Honestamente esto estaba dando miedo.

Entrando con cautela a la casa, los chicos cerraron la puerta y subieron por las escaleras. Definitivamente era una casa majestuosa, sin embargo se veía tan descuidada que de alguna forma le quitaba el encanto. Los cuadros cubiertos de polvo y los muebles envueltos en sabanas delataban que el que viviera ahí, no le importaba en lo más mínimo el abandono que lo rodeaba. 

Ambos chicos se ubicaron en la puerta que la voz les indicó y luego la empujaron con una mano. Cuando entraron, vieron a un hombre adulto, viejo, y gordo, sentado despreocupadamente sobre un gran sillón de terciopelo. Su aspecto era desaliñado, como si no se hubiera bañado en días.

Debía ser él.

Al verlos, el hombre se quitó el cigarrillo de la boca para poderles hablar. —¿Son ustedes los del domicilio? ¿Dónde está el paquete?

Yunho respondió primero. —No traemos ningún domicilio.

—¿Entonces quienes son ustedes? ¿Por qué entraron?

—Nosotros… —Vaciló por un segundo. —Nosotros vinimos porque queríamos conocerlo, señor Lee Sooman.

El hombre inmediatamente enderezó su torso, poniéndose a la defensiva. ¿Acaso estos dos chicos venían a hacerle daño? ¿Eran enviados por alguien? Salgan ahora mismo. Les ordenó con agresividad.

¡Espere! No venimos a buscar problemas, solo queremos aclarar algunas cosas. Esta vez fue Changmin el que habló, intentando lucir como el niño indefenso que siempre había sido. Por favor, déjenos hablar con usted.

¿Cómo dieron con mi paradero? ¿Quién les dio esta ubicación?

Eso no importa. Yunho intervino. Solo queremos hablar con usted. Le prometo que será muy rápido y no lo molestaremos más.

Llevado quizá por la intuición, Lee Sooman se recostó y les indicó que trajeran dos sillas para que se sentaran al frente. La verdad no tenía ni idea de que o porque estos dos jovencillos querían conversar con él, sin embargo, él ya estaba tan viejo, tan cansado, que ya poco importaba lo que sucediera.

Los atendería y luego los despacharía. ¿Y bueno, que son esas “cosas” que tienen que aclarar? Les preguntó una vez ubicados.

Changmin abrió la boca para responder pero fue silenciado por Yunho, quien le indicó con su mirada que él se haría a cargo. Al fin al cabo era un asunto que le correspondía solamente a él. Escuchamos que hace unos años usted era dueño de un cartel que operaba en la provincia de Chungcheong, más específicamente en Gongju. Queremos saber si en esa ciudad… usted conoció a una persona.

¿A quién? El hombre preguntó de forma ruda, amenazante. No le agradaba que estuvieran indagando sobre su pasado.

Es una mujer, esta mujer. Sacando la famosa fotografía de su bolsillo, Yunho se la entregó a Sooman.

Entre sus manos, el hombre hizo una mueca indescriptible: entre enojado y asombrado, y disgustado pero al mismo tiempo sereno. Yunho no supo como catalogar esa reacción.

¿Y bien, la conoce? Preguntó algunos segundos después en que el hombre solo se limitó a mirar una y otra vez la foto.

Claro que la conozco, esa mujer se llama… Seojin. La esquiva Seojin.

“¿Esquiva?” Si… es ella. ¿Qué relación tuvo con ella?

¿Para qué quiere saber eso?

Solo dígame. Dígame si usted estuvo involucrado con ella.

Sooman pareció reacio a contestar; estaba incomodo con el interrogatorio y eso se podía notar. Tal vez ya no quería cooperar, aun así, Yunho no se iría sin la verdad. Ya había ido hasta allí y no se echaría ahora para atrás. Necesitaba saber, necesitaba saber si ese hombre en efecto era… su padre.

La conozco, y estuve relacionado con ella, pero no comprendo porque aquello les interesaría a ustedes.  

Dijo después de un rato en el que solo guardo silencio.

Los chicos compartieron miradas. Yunho quiso indagar más. En esta foto ella está embarazada. Creíamos que el hombre que la acompaña era su pareja, el padre de ese bebe, pero al parecer no es así.

Jisung… El hombre susurró el nombre.

Si, Jisung, pero…

¿Conocen a Jisung? ¿Jisung los envió? El hombre, quien había estado calmado, de repente se estremeció, mirándolos con una desconfianza que les hizo erizar la piel.

Lo conocemos, pero no nos envió. Changmin quiso aclarar las cosas, más cuando lo hizo, el hombre ya se había levantado del asiento y ahora se dirigía hacia una mesa, sacando un revolver de uno de los cajones.

Inmediatamente Yunho y Changmin se levantaron de sus asientos, asustados.
¡Espere ¿Qué hace?!

Váyanse inmediatamente de aquí. El hombre los apuntó con la pistola.

No somos enviados de Jisung, solo queremos saber la verdad. Queremos saber si el hijo que tuvo ella fue de él… o de alguien más.

¡¿Y yo que tengo que ver en eso?! Esto se estaba descontrolando.

¡¿Qué relación tuvo con ella?! ¡¿Usted… es el padre de ese bebe?!

Por la pregunta, el hombre solo afianzó más su arma, ahora convencido de que los tenía que sacar. Changmin, al ver que el sujeto no estaba jugando sino que realmente iba en serio, tomó de la camisa a su hyung, instigándole que se fueran. Yunho, vamos, no sigas más.

¡No Changmin! Yunho contestó con la adrenalina a flor de piel. ¡Necesito saber!

¡Váyanse ahora mismo de aquí o les vuelo los sesos! Lee Sooman advirtió.

Respóndame y me iré.

—¡Yunho vamos!

De repente, el hombre apretó el gatillo y un disparo salió del arma. La bala paso justo por el lado de los chicos, aterrizando y provocando un sonido sordo en la pared a sus espaldas. Los dos se quedaron rígidos, quietos, sin atreverse a mover un dedo. Cansado, Lee Sooman bajo el arma y se sentó de nuevo en su sillón, mirándolos con agotamiento. Ese bebe no es mío.

Ambos, Yunho y Changmin inhalaron ante esa declaración.

Y lo único que les puedo decir es que ese bebe si es de Jisung.

Volviendo a subir el arma, él los amenazó por última vez. No queriendo tentar más a su suerte, Yunho decidió que lo mejor era irse para no seguir exponiendo su vida ni la de su donsaeng a una muerte estúpida. Tomó a Changmin del brazo, caminó hacia la puerta, la mirada penetrante del hombre los siguió hasta la salida. Ya afuera de la casa, el mayor se sentó en un andén, con la cabeza hecha un lio y con más preguntas, que respuestas. ¿Cuándo iba a saber la verdad?

¿Si Lee Sooman hablaba con honestidad…?

¿…Entonces el despreciable de Jisung si era su padre?

Esto estaba cada vez mas enredado.  

—Yunho, —Changmin se sentó a su lado, posicionando una mano sobre su hombro. —¿Estás bien?

El moreno negó con su cabeza. —No entiendo nada Changmin. No entiendo que es lo que sucede. ¿Por qué Jaejoong me dijo que ese hombre era mi padre si no lo es?

—Quizá te mintió. Quizá el Jefe negó que fuera tu padre y culpo a Lee Sooman, ¿No crees que sea una posibilidad?

—No lo sé, pero sea lo que sea, yo voy a llegar hasta el fin de este asunto.

Aquello preocupó el corazón del menor. —Yunho, por favor ya no sigas investigando más. Ese señor casi nos mata, si sigues con esto…

—¡No Changmin! —Yunho lo interrumpió, mirándolo fijamente a los ojos. —Yo tengo que saber, tengo que saber la verdad de donde vengo. No voy a estar tranquilo hasta que no lo sepa, y voy a hacer lo que sea para averiguarlo.

Las palabras sonaron tan firmes, tan decididas, que a Changmin solo le quedo suspirar y rogar por lo mejor. No entendía que relevancia tenia para Yunho saber quién fue su padre en el pasado, si probablemente eso no cambiaria las cosas en el presente. No cambiaría su situación. Sin embargo si era importante para él, lo dejaría continuar aunque le preocupara. Porque quizá, muy dentro de sí, Changmin presentía que Yunho iba a encontrar más de lo que estaba buscando.

Una verdad que no quería escuchar.



..



En la noche Jisung ingresó al apartamento con una sonrisa triunfadora. Se sirvió un vaso de jugo, se preparó un sándwich y se sentó de lleno en el sofá, con una tranquilidad que no había sentido en muchos meses. Yoochun y Junsu también estaban ahí, sentados en el comedor, observándolo con una expresión austera como si estuvieran vigilándolo. Como si estuvieran desconfiando de él. ¡Bah!, a Jisung no le importó, ya lo que quería lo había conseguido, y nadie la arruinaría esa felicidad.

La felicidad de haber conseguido el escondite de Lee Sooman.

Ya llegue.

Inesperadamente Jaejoong cruzó la puerta, luciendo apático como si solo quisiera irse a la cama. Junsu y Yoochun de inmediato se levantaron al verlo.

—¡Hyung! —Gritó el menor de los dos. —¿No deberías estar en la casa del General?

Jaejoong guardo silencio, no queriendo decir que le dio pereza devolverse a la casa de los Choi porque había estado siguiendo a Yunho y Changmin. Estoy cansado, me voy a dormir.

¡Espera! Junsu lo detuvo. Tenemos que hablar urgente. Lo tomó del brazo y cuando lo iba a llevar a la habitación, el Jefe les corto el paso.

Yo también necesito hablar contigo Jaejoong. Le dijo.

Los tres chicos se miraron entre sí, aquí venia otra vez ese hombre a estropear todo. Lo siento Jefe, pero no hemos podido estar con Jaejoong en días y realmente tenemos algo muy importante que decirle. Yoochun declaró al no querer que su asunto fuera postergado. Si el Jefe quería hablar, tenía que esperar.

Pero obvio el Jefe no se iba a dejar apartar. —No creo que sea tan importante como lo que yo tengo que decirle.

—¡Claro que lo es!

Junsu gritó y Jaejoong frunció las cejas al notar aquella extraña reacción (casi agresiva) de sus dongsaengs, ¿Por qué de repente miraban al Jefe con tanta  hostilidad? ¿Qué sucede aquí?

Nada, solo ven con nosotros. Yoochun volvió a tomar su mano pero el Jefe lo empujó, alejándolo.

—Les digo mocosos que necesito hablar urgentemente con Jaejoong, ¿Qué no entienden?

—Nosotros también necesitamos hablar con él.

¿Y que es ese asunto tan urgente que le deben decir?

Ante eso, los chicos apretaron la boca, debatiéndose si debían soltarlo o no estando el Jefe presente. Por fortuna, antes de que eso sucediera, Jaejoong decidió interponerse debido a que no quería que se siguieran peleando por él. —Oigan realmente estoy cansado, no quiero saber nada de nada, si me disculpan, me voy a la ca…

—¿Por qué no me lo dijiste?

Una inesperada pregunta y Jaejoong se volteó hacia su Jefe. —¿Decirle que?

—¿Por qué no me dijiste que ya sabias donde estaba Lee Sooman?

N-no… no lo sabía. ¿Por qué pregunta eso? ¿Acaso lo había espiado?

—¿Y cómo ese desgraciado supo donde estaba él? ¿Cómo tiene esa información?

—¿Yunho? ¿Por qué sabe que Yunho sabe donde esta Lee Sooman?

Jisung mostró una sonrisa soberbia. —No eres el único que te andas escondiendo y vigilando Joongie. —Se desplazó hacia él, colocándose al frente. Quise ir a recogerte hoy, precisamente para evitar que estuvieras con ese escuincle y que volviera a suceder aquel desagradable beso que tuve que presenciar la anterior vez. Cuando llegué te vi con él, escuché que le constaste acerca de la conversación que tuvimos y también escuche… que él iba a buscar a Lee Sooman. Que él sabía dónde estaba Lee Sooman. Así que lo seguí al lugar donde se dirigía, tal como tú también lo hiciste.

El Jefe ofreció sus explicaciones y Jaejoong se mordió los labios. Maldición.
Ahora, ya aclarada mi parte, lo que yo quiero saber es: ¿Quién te dijo que le podías decir que Lee Sooman era su padre? ¿Creíste que tenías el derecho o qué?

El pelinegro endureció su cuerpo, no sintiendo miedo. Nadie me dio derecho. Él lo merece saber porque es algo que lo involucra.

Él no tiene porque meterse en esto.

¡Estamos hablando de su madre, de su padre! ¡De su pasado! ¡Y si yo no le hubiera contado, usted no se habría enterado donde está…! —De golpe Jaejoong cerró la boca al meditar que no era sensato decir a donde los había llevado todo este pequeño suceso.

Aunque ya fuera obvio.

Y Jisung ya lo tenía claro. —Bueno, tengo que admitir que en eso tienes razón. Yunho resulto ser más útil de lo que pensaba. Dijo esto y se volteó, dando pasos tranquilos como si por arte de magia se hubiera tranquilizado. Como si el peso de los hombros que había estado llevando todos esos días milagrosamente hubiera desaparecido.

Jaejoong, al reconocer el semblante, la mirada y la postura de su Jefe, pudo presentir que este no estaba pensando en cosas buenas. —¿Qué tiene planeado? —Inquirió con caución. —¿Qué tiene planeado ahora que sabe donde esta Lee Sooman?

—Eso… es lo que tenemos que hablar, y tú, tú mi pequeño angelito, me vas a ayudar.

Sin darle espacio para negarse, el Jefe atrapó a Jaejoong de la muñeca y lo arrastro violentamente hacia su cuarto, encerrándolos a ambos ahí. Yoochun se precipitó a la puerta enseguida la cual ya estaba con seguro. Entonces suspiró resignado. —Parece que tendremos que esperar hasta que amanezca. —Le dijo conciliadoramente a Junsu.

Pero Junsu no estaba pensando en eso. ¿Qué fue lo que acabaron de hablar? Preguntó con sincera confusión.

No lo sé, pero presiento que tiene que ver con lo que ahora sabemos.

Vaya, al parecer el Jefe había logrado su cometido, había encontrado a Lee Sooman, ahora lo más preocupante era saber que tendría planeado esa maquiavélica cabeza suya.



..



1 de julio a las 9:00 AM de la mañana.

Yunho se ubicó frente a la torre de edificios donde había dejado a Jaejoong la semana pasada. ¿La razón de estar ahí? Fácil, él quería reclamarle a él el porqué le había dicho que Lee Sooman era su padre, si no era así. Porque le había mentido. Esa mañana no lo encontró en el entrenamiento, también se enteró que no durmió en la casa de los Choi, por lo que el único lugar que sabía que podía estar era en el apartamento que compartía con su Jefe.

Subiendo por las escaleras, Yunho golpeó en todas las puertas ya que no sabía el número del departamento. Lo hizo unas veinte veces y cuando se quiso dar por vencido, la 21 fue la vencida.

Fue Yoochun el que salió a recibirlo, a medio peinar y con los ojos lagañosos como si se hubiera acabado de levantar. —¿Yunho? —El chico inquirió incrédulo. —¿Q-que haces aquí?

—Busco a Jaejoong. —Dijo firme. Aunque no quiso sonar demandante, su determinación lo hizo sonar así. —Es decir… ¿Esta Jaejoong?

—No, ni siquiera sé a qué hora se fue. Supongo que esta con el Jefe, salieron muy temprano en la mañana.

¿Durmió aquí?

Sí.

Yunho apretó la boca. Su intuición le decía que algo estaba no estaba bien. ¿Sabes a donde fueron?

Yoochun miró al suelo, un tanto resistente a querer decirle. No era algo que a Yunho le incumbia. No tengo ni idea. Mintió pese a que si tuviera una ligera idea de donde podrían estar.

¿Acaso tiene que ver con Lee Sooman?

La pregunta salió por si sola y Yunho comprobó que aquel nombre era cosa seria, cuando las facciones de Yoochun se tensaron al escucharlo. —Así que si sabes de ese hombre… —Yoochun comentó segundos después.   

—Sé más cosas de él de las que tú podrías saber.

—Quizás, ellos hablaron anoche de cómo tú les habías dado su ubicación.

“¿Qué?” Yunho parpadeó. —Yo nunca les di ninguna ubicación.

—Al parecer te siguieron cuando lo fuiste a ver… o algo así. La verdad no dieron muchos detalles, ni tampoco ninguna explicación. Estamos igual de perdidos que tu.

Oh Dios, Yunho resopló, llevándose las manos a la cabeza. Si ellos ya sabían dónde estaba Lee Sooman, entonces el Jefe podría llevar a cabo la supuesta venganza que le había mencionado Jaejoong. Y si Jisung quería revancha y Lee Sooman tenía un arma… Dios mío, las cosas no tendrían una resolución pacífica.

Sería peligroso... para Jaejoong.

Mientras Yunho estaba pensando en los posibles desenlaces, Junsu apareció en la puerta, observándolo con extrañeza. —Yunho… ¿Qué haces aquí?

—¿Sabes dónde está Jaejoong? —Repitió por enésima vez. Tal vez estaba siendo intenso, pero él tenía que asegurarse que lo que imaginaba no era cierto. Que ellos no habían ido a donde él temía.

Sin embargo Junsu no fue de ayuda, le dijo lo mismo que le había contestado Yoochun; por lo que Yunho se comenzó a impacientar, concluyendo que si quería quitarse la preocupación él mismo tenía que irse a cerciorar. Algo le decía que era su deber, que aunque hubiera jurado no preocuparse por el bienestar de Jaejoong, él debía estar allí.

Eliminar su orgullo.

Y su enfado.

Y su despecho.

Y dejar que actuara su corazón.

Pese a que no sabía si en realidad Jaejoong estaba en problemas.

—Ustedes quédense aquí, llámenme si por si acaso llega. Iré a buscarlo.

Dijo después de unos segundos y cuando estuvo a punto de iniciar su marcha, Junsu lo retuvo. —¡Espera!, ya que estas aquí, hay un asunto que tenemos que discutir contigo. Algo sobre ti y Jaejoong.
                                                                               
Honestamente Yunho no tenía cabeza para nada. —Después me lo dirás, ahora hay cosas más importantes por hacer.

Sin preocuparse en lo más mínimo que sería aquel “asunto”, Yunho se desprendió del agarre del menor y salió corriendo por las escaleras, tan rápido que casi sale volando por el edificio.

Unos minutos después y Yoochun encaró a Junsu, serio. —¿Por qué le dijiste eso? Se supone que esperaríamos para contarle a Jaejoong. —Le reclamó, sonando incluso decepcionado por el repentino arrebato de su amigo.

Es porque también le incumbe a él.  

El pelinegro suspiró. —Se veía preocupado ¿Tienes alguna idea el porqué estaba así? ¿Sera que nuestro Hyung está en peligro?

Junsu se quedo callado, incapaz de responder puesto que la situación estaba tan confusa, tan enredada, que cualquiera explicación le quedaría corta a ese misterio que pronto vería la luz.




.. 

Nota: Les comento que los próximos capítulos estarán de infarto >.< sobretodo el que sigue. 

¡No dejen de comentar que así me inspiro! 

martes, 9 de enero de 2018

Niños de Ciudad II: Capitulo V

Capitulo V: Cualquier atisbo de humildad en su alma se fue borrando, la vida misma le había enseñado que ser bueno no era bien recompensado.





Jung Seojin era la única hija de una familia de chatarreros, la cual vivía en una desechable casa, ubicada en un vecindario invasor en la periferia de la ciudad de Gongju. La casa se encontraba hecha por latas y cartón, los cuales su padre conseguía por su trabajo como recolector de basura. Pasaban mucha necesidad; algunos días solo tenían un plato de ramen para comer y otros días ni eso. Las inundaciones eran frecuentes y derechos básicos como la salud y la educación, era algo a lo que solo podían llegar a aspirar. Aun así y pese a todos los problemas, Seojin era una niña muy feliz.

Delgada, de tez blanca, labios color durazno y cabello negro, la niña era conocida en el vecindario por su belleza y alegría. Le gustaba hacerse amiga de todos, ayudar a los demás y reírse hasta dolerle el estomago. A pesar de que su padre era un hombre machista, violento tanto con su madre como con ella, Seojin intentaba ver la cara buena de la vida. Intentaba mantenerse feliz o de lo contrario moriría de tristeza.  

Era una vida injusta debía admitir, sin embargo ella lo aceptaba. Ella lo aceptaba con la mayor de las sonrisas.

“Seojin, ve por tu padre que está en la taberna. Ya es hora de que vuelva a casa”

Su madre, Sooyun, le ordenó una noche en la que su padre otra vez se había ido de juerga con sus amigos. Además de pobre, al hombre le encantaba gastarse el poco dinero que tenían en la mala vida. 

Sonriente, Seojin salió de su casa en la noche y se fue a la taberna donde su padre acostumbraba ir. Llegó al sitio de mala muerte, el cual estaba iluminado por unas cuantas lámparas de techo y un mostrador. Había muchas personas, la mayoría hombres y el ambiente se sentía pesado, probablemente por el humo de los cigarrillos y el olor a alcohol. La pequeña Seojin de ocho años se abrió paso entre los hombres y llegó a una de las mesas.

Lo que vio la dejo erizada.

En un sillón, estaba su padre totalmente ebrio y encima de él se encontraba una jovencilla de no más de 18 años, casi desnuda y también borracha. Su padre le estaba tocando las partes intimas, manoseándola como si no fuera un hombre casado.

Seojin se sintió morir en ese momento.

―Cariño~  ―Su padre le sonrió al verla en frente suyo. Seojin arrugó el entrecejo, él nunca era afectuoso cuando le dirigía la palabra. ―Ven, ven con nosotros.

Tomándola de la mano, su padre la instigó a tomar asiento al lado de un hombre que lo estaba acompañado. El hombre; viejo, robusto y con lentes, se veía algo diferente a los demás sujetos que visitaban esa taberna. Su ropa lucia majestuosa y cara, de verdad parecía que ese hombre no era el simple diablo que acostumbraba visitar esa clase de lugares. Se veía que era alguien importante, alguien que imponía tanto respeto como temor con su presencia.  

―¿Qué hace una chiquita como tú en un bar como este? ―El hombre le preguntó a Seojin y no dudo en colocar una mano sobre su muslo. Aterrada, Seojin buscó el auxilio de su padre, pero este estaba tan entretenido con la prostituta, que no le importó que un viejo verde estuviera acosando a su propia hija.

Luego, el hombre fue subiendo cada vez más y más su mano, y aterrizó por encima de los pantis de la pequeña. Seojin pensó que no tenía escapatoria, hasta que un muchacho moreno de aproximadamente trece años de edad, se presentó al lado del hombre. ―¿Qué más necesita… Jefe? ―Le preguntó mientras le entregaba una botella de Soju.  

El hombre negó con su cabeza. ―Eso es todo Ji.

Asintiendo, el chico estuvo a punto de irse, hasta que se encontró con la mirada de la niña, quien parecía decir con sus ojos: Ayuda. Él entendió de inmediato que era lo que ella pedía, y sin pensarlo demasiado, tomó la botella de soju que había puesto sobre la mesa y la desocupó sobre el regazo del hombre. Seojin tomó eso como una oportunidad para escapar, por lo que salió corriendo hacia la salida de la taberna, no sin antes ver como el hombre tomaba la botella y enfurecido, la estrellaba contra la mejilla de aquel chico, dejándolo tendido sobre el suelo.

Seojin corrió unas cuantas cuadras y luego se escondió detrás de un muro, recargándose en él hasta caer al piso. Ella comenzó a llorar, no por los acosos del hombre, sino por descubrir a su padre engañando a su madre. Aunque a su corta edad, ella sabía que su padre no era precisamente el hombre más correcto del mundo, jamás se le paso por la cabeza que pudiera ser capaz de hacer algo como eso. Toda su ilusión de familia pobre pero feliz se fue al caño en un segundo.

―Niña. ―De repente, el chico del bar apareció frente a sus ojos. Un morado bastante perturbador se le había formado en la mejilla. ―¿Estás bien?

Seojin se limpió las lágrimas con el dorso de su mano. ―No. ―Dijo con honestidad. ―¿Tu estas bien?

―No. ―El chico respondió con una sonrisa amarga y se sentó a su lado. ―Pero no importa, estoy acostumbrado a los golpes. No es nada.

―¿Hice que te metieras en problemas?

―Siempre me meto en problemas, aunque esta vez creo que valió la pena. ¿Cómo te llamas?

―Jung seojin. —Ella respondió.

―Qué lindo nombre Seojin, yo me llamo Jisung, Kim Jisung.

La chiquilla sonrío, ahora un poco más calmada. ―¿Vives en este vecindario? Nunca te había visto por aquí.

―A mi Jefe le gusta venir por aquí. Vivo en el vecindario de al lado en una gran casa en una esquina. Quizá nos podamos ver más seguido entonces.  

―Sí. ―Seojin asintió. ―Espero que podamos ser buenos amigos. ―Alegre, formó un corazón con sus brazos sobre su cabeza, haciendo que Jisung sonriera por el gesto. “¡Que tierna!” él pensó.

—¡Seojin! , ¡Seojin, ¿Dónde estás?! ¡Vuelve a casa!

Se escuchó la voz de una señora entre las calles. La pequeña abrió sus ojos al reconocer que la voz pertenecía a su madre. —Tengo que irme, pero prométeme que nos vamos a volver a ver, ¿Si? —Seojin le mostró el meñique para sellar su promesa.

Jisung reunió su meñique con el de la niña. —Lo prometo.

Sonriendo, Seojin se levantó del suelo y se marchó corriendo hacia su madre. Su tristeza de hacia unos minutos había desaparecido; la simpatía de ese chico había sido suficiente para borrar la desolación que le provocó ver a su padre en esa condición.

Viéndola alejarse con velocidad, Jisung se recostó contra la pared y suspiró al cielo. Presentía que las interacciones entre la pequeña Seojin y él no solo acabarían en este encuentro, y que ambas vidas terminarían relacionándose más de lo que se pudiera imaginar.



..



Jisung era un chico que no había tenido las cosas fáciles en la vida. Su padre era dueño de un restaurante de mariscos, el cual fracasó cuando un mal negocio hizo que se quedara en la ruina. Desesperado, el hombre no pensó en otra opción que intercambiar a su hijo a un Jefe de la mafia, Lee Sooman, con el fin de que este le ayudara a levantar de nuevo su negocio. Jisung fue obligado entonces a alejarse de su familia y vivir en la residencia del señor Lee, la cual estaba en un vecindario limítrofe de la ciudad, no muy lejos del barrio donde vivía Seojin. Por supuesto, el restaurante prosperó de nuevo, pero la vida del pequeño Jisung fue tomada como pago y ahora no le pertenecía a él.

Le pertenecía al Jefe que ahora serviría hasta el día de su muerte.

La vida al lado de Lee Sooman era dura. Jisung, más que su empleado, era como su esclavo y debía obedecerle hasta la más mínima orden. Si el Jefe quería que le lustraran los zapatos, Jisung debía hacerlo, si el Jefe quería herir a alguno de sus enemigos, Jisung debía ser el que cometiera el delito. Al principio, el violento mundo de la mafia fue complicado para un incauto muchacho como Jisung, sin embargo con el pasar del tiempo, él se fue acostumbrado.

Al igual que Seojin, se terminó resignando a la mala vida que le había tocado.

Sin embargo, Jisung no estaba del todo conforme con su situación, puesto que, aunque el Jefe se comportará condescendiente y hasta a veces amigable con él, Jisung no podía olvidar que él era su dueño. Que era la persona que le había quitado su niñez para convertirlo en su esclavo. Y eso era lo que más le dolía. No tener siquiera el derecho a la libertad. A decidir por su cuenta.

Y por eso, muchas veces Jisung deseaba vengarse de su Jefe.  

En ocasiones, el muchacho se comportaba necio o simplemente fingía olvidar algún recado, con el único propósito de enojar a Sooman y que este lo echara de su lado. Por el contrario, lo que conseguía no era más que golpizas y crueles maltratos que incluso podían mandarlo al hospital. El Jefe no era más que su verdugo y Jisung lo tenía claro, por lo que siempre se repetía una y otra vez que algún día se las cobraría.

Algún día él sería el que tendría el poder en sus manos.

Él seria al que llamarían… Jefe.   

―¿Vives en este vecindario? Nunca te había visto por aquí… Espero que podamos ser buenos amigos.

Y cuando conoció a la inocente y vivaz Seojin, su mundo comenzó a tener un poco mas de color.

Ella era una chica pobre, sin suerte al igual que él, solo que a diferencia de él, ella veía las cosas con mayor optimismo. No guardaba rencor ni auto lastima en su corazón, ella lo hacía vivir cada día como si fuera el regalo más valioso de todos. Le hacía disfrutar tanto de las buenas como de las malas cosas de este cruel mundo.

Por eso, cada vez que su Jefe iba al barrio de Seojin para visitar tabernas en busca de prostitutas y alcohol, Jisung se escabullía y visitaba a la niña en una pequeña montaña cerca a la casa de ella. Allí se contaban historias, comían hoddeoks (la comida favorita de ella) y pasaban el rato hasta que Jisung tuviera que volver al lado de su Jefe.

Seojin para Jisung era como una mariposa, tan insignificante y roñosa para algunos, y tan hermosa y agraciada para otros. Era revitalizadora, era jovial… era la única cosa buena que tenía en su vida.

Porque lo demás solo era un vil recordatorio de su mala suerte.

Después, los años fueron pasando, ellos dejaron de ser dos niños confundidos para convertirse en dos adolescentes, dentro de un mundo cada vez más indolente. Un mundo en donde aparentemente las personas buenas no tienen poder sobre la maldad.

—¡¡¡¿Cómo te atreviste a robarme, eh?!!!

Lee Sooman le reclamó a Jisung un día en que este decidió tomar dinero sin su permiso, para poder invitar a Seojin a la feria de la ciudad. Jisung no creyó que se daría cuenta, pensó que como solo se trataba de una insignificante suma de billetes, el Jefe lo pasaría por alto. Pero estaba equivocado; a pesar de que el hombre estuviera nadando en dinero, él atesoraba cada uno de sus billetes como si fuera la más inmensa fortuna.

Así de avaro era.

—¡No puedo creer que me hayas hecho algo como esto! —El Jefe le gritó. —¡¿Así es como me pagas después de que te acobijé y te di refugio, cuando el patán de tu padre decidió intercambiarte por un miserable préstamo?!

Jisung bajó la cabeza, llorando discretamente. No le gustaba que le recordaran lo insensible que había sido su propio padre con él.

—No voy a pasar por alto tu insolencia…
… No entiendo porque te estás comportando así, pero sea lo que sea, nunca debes olvidar que ahora estas aquí por mi ayuda. Sin mí, tú no eres nadie.

Sin mí, tú no eres nadie.

Afirmando esto, el Jefe sacó de su bolsillo la vara que acostumbraba usar cuando su esclavo se atrevía a desobedecerlo, y lo obligó a desnudarse de pies a cabeza y ponerse de rodillas. A continuación, sin titubeos, el Jefe empezó a apalearlo tan fuerte que no tardo en derribarlo en el suelo. A pesar de que Jisung estaba habituado a esa clase de castigos, esta vez el Jefe parecía no querer dejarlo ir tan pronto. Parecía como si quisiera acabar con él de una vez por todas.

—¡Espere… no más! ¡No… mas! ¡Tenga piedad… por favor!

Jisung suplicó como pudo. Si el Jefe seguía pegándole así, muy probablemente terminaría matándolo.

No obstante, el hombre no se detuvo, de hecho, sus golpes se fueron volviendo cada vez más violentos.

—¡Lo siento…! ¡Lo siento! —Jisung aulló de dolor. —¡¡¡Le prometo…  no lo volveré… a hacer!!! ¡No le volveré a robar!

Haciendo caso omiso a sus lloriqueos, el Jefe siguió golpeándolo hasta que el muchacho se desmayó por el dolor. Al verlo totalmente inerte en el suelo, Sooman se detuvo y les ordenó a los demás empleados que no lo auxiliaran. pese a que era evidente que requería con urgencia ayuda médica inmediata.

Jisung quedo tendido en el suelo unos cuantos minutos, hasta que recobró conciencia y se levantó como pudo del piso, mientras buscaba sus pantalones. Después, malherido y cojeando, salió de la casa yendo en busca de consuelo, en busca de la única persona que podría aliviarlo del dolor tan grande que estaba sintiendo:

Seojin.

—¡Jisung!

La muchacha gritó sobresaltada al ver al moribundo chico aproximarse a su casa. Este estaba cojeando; con el labio roto, el ojo inflamado, varios moretones en su torso desnudo y una herida bastante prominente en la cabeza. Seojin no esperó para acercársele y acunarlo entre sus brazos. Verlo así le provocaba una tristeza extrema.

—¿Qué sucedió? —Le preguntó una vez que pudo controlar su angustia.

Jisung levantó el rostro, estaba a punto de llorar. —Solo quería hacer algo bonito… por ti.

Seojin sollozó por la respuesta y volvió a abrazar a su amigo, sintiendo como sus propias lágrimas resbalaban por sus mejillas. Luego, sin pensarlo mucho, ella juntó sus labios siendo correspondida por la boca rota de Jisung, quien la besó como si su vida dependiera de ello. Ellos estaban enamorados, ya no lo podían ocultar, ya no lo podían seguir evadiendo… al parecer estaban hechos el uno para el otro.

—Lo odio. —Jisung espetó luego de separarse de la boca de su amada. —Odio a Lee Sooman con toda mi alma… y algún día se las voy a cobrar.

—Jisung no hables por favor, tienes que descansar.

—No, no descansare, no descansare hasta tener el poder. No descansare hasta tenerlo doblegado frente a mí. —Jisung la miró, ahora con un viso en sus ojos que Seojin nunca le había visto. Ya no estaba afligido ni derrotado, ahora parecía que solo deseaba cobrar venganza.

No prestándole demasiada atención a ese extraño cambio de parecer, Seojin ayudó a Jisung a caminar hasta la entrada de su casa para poder curarle las heridas. Para que el resentimiento que ahora habitaba en el corazón de Jisung no siguiera creciendo más.  

Aunque ella presentía, muy dentro de sí, que no sería capaz de detenerlo.



..




Desde ese día Jisung cambió para siempre.

Él se había endurecido, había aprendido a dejar su sumisión atrás para ser alguien respetado. Alguien temido. Había aprendido también las ventajas que dan el dinero y el poder, y la dulce miel de tener ambas cosas. Aunque seguía estando bajo las ordenes de su Jefe, Jisung cada día aspiraba a ser como él, cada día aspiraba derrocar su trono, y vivir su vida llena de lujos, parranda y mujeres. Cualquier atisbo de humildad en su alma se fue borrando, la vida misma le había enseñado que ser bueno no era bien recompensado.

Seojin, por otro lado, también deseaba salir de la pobreza, pero para tener una vida más digna. Tener una bella casa y una familia con su siempre amado… Jisung. Porque si, ellos se habían enamorado hasta tal punto de no visualizar su vida sin el otro a su lado, mas sin embargo, en esa relación que al principio primaba el amor.

Ahora solo era dependencia.

Porque al parecer, ya no era tan idílica como antes.

Jisung ya no la quería como antes.

―Hija, tienes que ayudarme con los quehaceres de la casa. No puedes estar todo el día en la calle con ese novio que tienes. ―La señora Sooyun le dijo al verla regresar una noche a la casa.

―Sí, madre. ―Con la voz apagada, Seojin le contestó, bajando la cabeza mientras se cubría el rostro con el pelo, como si quisiera ocultar algo.

La señora Jung se dio cuenta que algo estaba mal. Caminando hacia ella, la mujer le levantó el rostro por el mentón, notando que su hija tenía el ojo morado. Al instante se alarmó. Esta no era la primera vez que veía a su hija con esa clase de heridas. ―Seojin, no puedes seguir tolerando que ese Jisung te golpeé cuando se le dé la gana. No puedes ser como yo… que aguante toda la vida los insultos y maltratos de tu padre.

―Fue mi culpa madre. Se enojó porque estaba hablando con unos muchachos a quien no conocía.

―Eso no es excusa para su comportamiento, lo estás justificando.

―Sé que no lo hizo con mala intención….

Cuando la señora Jung estuvo a punto de refutar ese argumento, alguien golpeó la puerta, interrumpiendo su discusión. Acercándose para abrirla, la señora Jung quedo confundida al ver que quien estaba detrás de la puerta, era un hombre robusto y de edad, el cual sostenía un ramo de flores.

Seojin abrió la boca sorprendida al reconocer a aquel hombre: Se trataba del Jefe de Jisung, el señor Lee Sooman. A decir verdad, aparte de aquel incidente en la taberna hacía muchos años atrás, ella nunca había cruzado mayor palabra con el sujeto. No le agradaba, según lo que había visto y lo que le había hecho a Jisung, él era un hombre despreciable. Si a su novio no le gustaba, a ella tampoco debía gustarle.

―Buenas noches señoritas, espero que no haya sido descortés mi llegada. ―Él dijo, entrando sin ningún reparo a la casa.

La señora Jung se colocó al frente, no gustándole para nada aquel hombre. ―¿Quién es usted? ¿A qué viene?

―Mi nombre es Lee Sooman, señora. Yo soy el Jefe de Jisung, el novio de su hija. —Respondió con tranquilidad. ―Vine porque vi la pelea que tuvieron Ji y Seojin. Vi cuando la golpeó en el ojo y quise traerle unas flores para ablandar su dolor.

Ante eso, Seojin parpadeó confundida. ¿Por qué a ese sujeto le importaba ella? ¿Qué quería conseguir? ―Gracias. ―Le dijo al recibir las flores de una manera un poco tosca. ―Pero para la próxima ni se inmute. Jisung y yo lo vamos a arreglar. No necesita venir a consolarme.

Al sentir la brusquedad con la que la muchacha le habló, Sooman solo pudo sonreír. ―Ya veo porque Ji esta tan prendado de ti. Eres una chica bella y con carácter. Si me pides mi opinión, no te mereces un pobre diablo como Jisung, te mereces un hombre de verdad… —El Jefe tomó su mano. ―…Como yo. —Le besó la piel y Seojin se alejó de inmediato de su toque.

―Creo que es conveniente que se vaya. No creo que sea bien visto que usted este visitando a una joven como Seojin a estas horas de la noche. ―La señora Jung decidió intervenir al entender las intenciones del hombre. Conocía muy bien a los tipos de su calibre, quienes creían que podían poseer a cualquier mujer. No dejaría que su ingenua Seojin se dejara engatusar por ese tipo. Ya suficiente tenia con Jisung, no podía arriesgarse a que otro sujeto viniera a atormentar la vida de su hija.

―Tiene razón señora. ―El hombre sonrió. ―Hasta pronto entonces. Espero que pienses bien en lo que te he dicho Seojin. ―Le dijo a la muchacha y salió de la casa, con el semblante triunfante como si hubiera tenido éxito en su misión de conquistarla. 

En cuanto el Jefe salió, Seojin arrojó las flores al piso y luego se fue a su habitación, aun triste por la discusión que había tenido con su novio. La verdad, Jisung ocupaba tanto espacio en su mente, que poco le importaba lo que Lee Sooman tuviera planeado con ella. En su cabeza solo había cabida para un solo hombre.

Al ver las flores derramadas en el suelo, la señora Jung las levantó y las organizó en un florero, pensando que aunque hubiera querido que su hija saliera de ese ciclo de violencia que las mujeres de su clase estaban destinadas a sufrir, quizá no iba a ser capaz de evitarlo.



..



Por enésima vez se había peleado con Jisung. Por enésima vez este la había agarrado a golpes. Por enésima vez estaba en su pequeña montañita llorando como una desdichada. Se le había ocurrido la grandiosa idea de contarle a Jisung sobre los constantes coqueteos que ahora le hacía Lee Sooman. Grave error. El hombre había reaccionado histérico como si ella hubiera aceptado alguna de las insinuaciones del viejo; pero no era así, Seojin estaba tan enamorada de su novio, que aunque Lee Sooman le comprara el mundo entero, ella nunca iba a ser de él.

Pero ese Jisung no lo entendía y esa era la primera razón por la que había sido golpeada.  

Seojin saco un pañuelo del bolsillo delantero de su vestido para limpiarse  su cara que estaba llena de lágrimas. Dentro de sí, ella sabía que no tenía porque aguantar sus maltratos, que debía tener fortaleza para enfrentársele y dejarlo, pero simplemente no podía. Para ella, Jisung seguía siendo aquel muchachito gracioso y simpático de su infancia, no este monstruo en el que se había convertido.

Agregado a eso, también había otra razón por la cual ella no podía irse de su lado: Ahora ella estaba embarazada. Ellos compartían la vida de una nueva criatura, de manera que no podía correr el riesgo de dejarlo y quedar sola con un bebe. No soportaría no tener su compañía para enfrentar la difícil tarea de criar a su hijo.

Y aquella feliz noticia fue la segunda razón por la que había sido golpeada. 

―¿Podemos hablar?

Jisung apareció de la nada, luciendo como si nada hubiese pasado. Ella levantó el rostro. ―¿Qué me dirás ahora? ¿Qué no fue tu intención? ¿Qué estabas borracho?

—No me pidas que reaccione de la mejor manera cuando vienes a decirme que estas esperando un bebe mío. ¿Cómo creíste que iba a reaccionar? ¿Qué iba a tirar pétalos por el aire o qué?

—Yo pensé que tú entenderías…

—¿Entender qué? ¿Qué por tu culpa ahora estamos metidos en este embrollo? Porque el que estés embarazada no es culpa mía, es tuya por no saber cuidarte mejor. Debiste haberlo prevenido… ¿Cómo crees que yo me siento? ¿Cómo crees que seguirá mi vida después de esto? No entiendo porque ahora te haces la indignada, pareciera que no me quisieras…

—Pero yo solo te estaba anunciando que estaba embarazada. Sé que es algo repentino, pero yo no quiero que pienses que no tengo en cuenta tu vida. Sabes que te amo con locura, desde niña, he estado enamorada de ti. ―Acercándose, ella se ancló a su cuerpo, rogando por su perdón. Como siempre, ella era la que terminaba pidiendo disculpas. 

―¿Por qué entonces siempre me haces enojar de esta manera? ¿Es para llamar mi atención? ¿Te embarazaste para llamar mi atención? ―Jisung inquirió con una falsa angustia en los ojos. Al parecer, ya había aprendido a la perfección el arte de la manipulación y una chica como Seojin era fácil de engatusar con su actuación lastimera. ―Sabes que te amo con toda mi alma, sabes que me duele cuando tengo que golpearte, pero a veces no entiendo tu forma de actuar.

Ella bajó su cabeza, sintiéndose culpable. ―Lo siento.

Jisung suspiró, esta situación era de todo menos placentera. Dentro de sus planes de vida, un hijo no tenía cabida y ahora, gracias al descuido de su querida noviecita, tendría que cargar con un mocoso por el resto de su vida. Él no quería ser padre, su sueño era ser un súper magnate o un Jefe de la mafia, no tenía tiempo para estupideces como formar una familia. Por mucho que Seojin estuviera ilusionada con la idea, él no estaba hecho para ser el hombre que ella anhelaba.

Pero bueno, ya lo hecho, hecho estaba. No podía simplemente dejar a Seojin para que se ocupara sola de su bebe, eso sería demasiado cruel. Debía responder, así fuera de mala gana, por la imprudencia de su mujer.  

Y por ahora, tendría que reconciliarse con Seojin para que las cosas no siguieran complicándose más.  —Cierra los ojos. —Le ordenó de repente.

Seojin lució confundida. ―¿Por qué?

―Solo hazlo.

Obedeciendo, Seojin cerró sus ojos y no tardo mucho en sentir un metal frio colocarse en su cuello. Abriendo los ojos, la muchacha miró hacia abajo y vio un collar dorado que tenía una figura de mariposa como dije. De inmediato, se emocionó, riendo con aquella risa que podía sanar cualquier corazón. —¿Pero qué es esto? No lo entiendo… ¿No estabas enojado conmigo?

―No creas que no me duele cuando te hago daño, por eso conseguí esto para ti. ―Jisung le dijo mientras le daba un beso. ―Aunque no me guste la idea de tener un bebe, voy a responder por él como buen hombre que soy. Este es mi regalo por tu embarazo,  ¿Te gusta?

―¡Sí! ―Ella le contestó entusiasmada y acto seguido se precipitó a sus brazos. Su enojo inicial había desaparecido. El gesto de que Jisung al parecer si le importaban sus sentimientos, le hizo derretir el alma. Por supuesto, ese era el talento de Jisung: utilizar cualquier tontería para que las mujeres lo perdonaran. Para manipular a todos los que lo rodeaban. Sabía que él no era un hombre poderoso (aun), por lo que utilizar su ingenio y astucia era lo que tenía para salir bien librado de cualquier situación.

Fuese la que fuese.

―Eres como mi mariposa. Mi mariposa traicionera.

Jisung le susurró al oído, Seojin se estremeció por lo seductor de su voz. Definitivamente no había otro como su adorado Jisung.

—Te perdono, pero no te vuelvas a descuidar así. Puedo soportar mantener a un crio, pero a más no puedo. Prométeme que no te volverás a embarazar ¿De acuerdo? —Jisung le mostró el meñique, como siempre habían cerrado sus tratos.

—De acuerdo.

Asintiendo, Seojin besó el meñique de Jisung, para luego besarlo en los labios. Estaba tan idiotizada que no se detuvo a pensar porque ella tenía que pedir disculpas, si al fin y al cabo un embarazo es fruto de dos personas, no solo de una. Que estuviera esperando un hijo no era exclusivamente su culpa; Jisung era el que le había metido el pene y ahora se hacia el indignado, como si no hubiera tenido nada que ver en la creación de ese bebe.

Pero así era ella a fin de cuentas; tan crédula que no se daba cuenta como con su falsedad y su manipulación, Jisung labraba el camino para poderla pisotear.



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Nota: Yo creo que en vez de aclarar, quedaron mas confundidas con este capitulo. No se desesperen, pronto se sabra. 

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