Changmin quiso decir algo ante esas palabras, pero no
encontró nada que expresar. Sencillamente el dilema de su hyung era tan grande
que unas pocas palabras no serian lo suficiente para reconfortarlo. Nada era
suficiente; así que lo mejor sería quedarse callado. Agotado, Changmin se
rindió ante el sueño en el pecho de Yunho y Yunho se quedó mirando al cielo, a
las estrellas que esa noche brillaban con una intensidad abrumadora. Aquella
vista le hizo pensar en su madre, en su existencia como ángel en el cielo.
“Mama ojalas estuvieras aquí, al menos
me dirías que debo hacer”
Y rezó en su mente.
Y se quedo dormido.
..
Capitulo X (Final): …Quiero
que seas mi familia Yunho.
Un
cementerio nunca es un lugar agradable para estar. Nunca había ido a uno, nunca
había tenido la necesidad, pero ahora estando ahí observando las lapidas desde
la ventana del cuarto de velación, Junsu reflexionó que quizá aún le quedaban muchos
lugares que visitar en este mundo. Era extraño, el contraste que formaba las
flores que adornaban las tumbas versus el cielo gris y la tristeza del ambiente,
era extraño. Un sentimiento contradictorio.
Alejándose
de la ventana, Junsu se dirigió a Jaejoong el cual estaba sentado en uno de los
sofás de la sala. Habían pasado tres días desde la muerte de la señora Jung; el
General y la señora Choi muy generosamente se habían ofrecido a pagar por el
funeral y el entierro. Era lo menos que podían hacer por los dos muchachos que
habían sufrido tanto.
—Hyung.
—Junsu llamó a un Jaejoong inerte, cabizbajo, quien miraba con pesadumbre el
piso de la sala. —¿Quieres comer algo antes de...?
—No.
—Jaejoong negó bajito. —No tengo hambre.
—Pero
no te has alimentado bien estos días. —Junsu le dijo, preocupado por el estado
anímico y de salud de su hyung. Aparte de la muerte de la abuela, el
encarcelamiento del Jefe y demás cosas, Junsu sabia porque Jaejoong estaba tan
deprimido.
Y
la razón de su zozobra cruzó la puerta justo en ese momento.
Con
un traje negro (probablemente obsequiado por el General), Yunho entró a la
habitación acompañado de Changmin, luciendo al igual que Jaejoong, desoladoramente
triste. Los ojos de este de inmediato se conectaron con los ojos de Jaejoong y
ocurrió un momento raro, incomodo, en el que los dos quisieron correr a
abrazarse pero no lo hicieron. Luego apartaron sus vistas, como si no hubieran
visto a nadie. Junsu se dio cuenta de todas esas emociones que quisieron salir
y no salieron. La verdad no entendía la situación.
¿Por
qué se tenían que torturar así?
—Jaejoong,
¿No vas a volver a dirigirle la palabra? —Preguntó después de notar como su
Hyung escondió la cara. Era obvio lo que estaba haciendo: estaba escapando.
—¿Vas a fingir ignorar su existencia por el resto de tu vida o…?
—Es
mejor así. —Jaejoong se apresuro a responder.
Junsu
arrugó la nariz. —¿Mejor para quién?
Y
eso Jaejoong no lo supo responder. La verdad es que no tenía respuesta. Su
madre estaba muerta, su abuela también, Jisung ni siquiera importaba. ¿A quién
lastimarían si estaban juntos? Quizás la repulsión de saber que compartían
sangre era la razón que los alejaba. El recuerdo de que nacieron del mismo
cuerpo.
Aun
así…
—Junsu,
—Jaejoong habló unos minutos después de haberse quedado pensando. —Cuando la
abuela murió, ella nos hizo prometerle que seriamos hermanos, que no
desviaríamos nuestros sentimientos a algo equivocado. Nuestra madre también lo
hubiera querido así, así que debemos respetar sus deseos. Decidimos hacer lo
correcto.
—Pero
ellas no están aquí.
—Ellas
nos miran desde el cielo, ven nuestras acciones y nuestro corazón.
—¿Y
no crees que ellas hubieran querido que fueran felices?
Esa
pregunta descolocó un poco a Jaejoong. —¿Cómo?
—Me
refiero a que… —Junsu se
acomodó mejor en el asiento y fijó sus ojos en los ojos del otro. —Ustedes no crecieron como hermanos,
ni siquiera sabían que lo eran cuando se enamoraron. No tienen la culpa de
sentir lo que sienten, no se pueden reprender por algo que no sabían que estaba
mal.
—Ahora
sabemos que está mal. Le hicimos una promesa a la abuela Junsu.
—La
conociste por un día Jae. Sé que es insensible de decir, pero a Yunho lo
conoces desde hace mucho más tiempo. Han soportado dolores, tuvieron que
separarse gracias a las calumnias del Jefe, y ahora, que las cosas han vuelto a
la normalidad y que nadie los puede separar, ¿No van a estar juntos?
Estático,
Jaejoong se quedo con la boca entreabierta ante esas palabras, incapaz de refutarlo.
¿Cómo negar la verdad?
—¿Vas
a renunciar a lo que te hace completamente feliz?
Jaejoong
se acurrucó en el asiento cuando el orgullo de no querer reconocer la verdad de
las palabras de Junsu lo acorraló. Había pasado por tanto, su corazón estaba
destrozado, ¿Enserio se tenía que atormentar más? ¿Tenía que dejar pasar una de
las únicas cosas buenas que le habían sucedido en la vida? —Junsu, esto es tan
complicado, no sé qué hacer. —Admitió derrotado. Sus principios y sus
sentimientos lo tenían entre la espada y la pared.
Al
ver lo agobiado que se encontraba Jaejoong, Junsu solo suspiró fuerte, hablando
con seguridad. —Solo haz lo que dicte tu corazón Jaejoong. Al fin y al cabo es
tu vida, y no la de tu madre, ni la de tu abuela, ni la de nadie más. Ustedes
dos fueron los que se quedaron en este mundo y tienen el poder de decidir qué
es lo que les hace bien. Que es lo que les trae felicidad. No por nada la vida
los juntó de esa manera.
Levantándose
del sofá, Junsu lo miró una vez más. —Piensa
bien en tu decisión hyung. Recuérdalo, es tu vida.
Dando
punto final a la conversación, Junsu se alejó para permitir que Jaejoong
pudiera pensar. Que pudiera reflexionar sus palabras. Él siempre había
respetado las decisiones de su hyung, siempre había optado por no opinar y
dejarle hacer lo que quisiese. Ahora no sería así; esa estupidez de alejarse los
hacía sufrir a ambos, Yunho y Jaejoong, y si no se entrometía, quizá Jaejoong
no entendería que estaba cometiendo el peor error de su vida.
Abrumado,
Jaejoong se recostó de lleno en el espaldar con la cabeza hecha un lio. ¿Sera
que debía seguir el consejo de su amigo? ¿Seguir lo que su corazón quería? ¿Qué
pasaría con su madre… o su abuela? ¿Las deshonraría? Jaejoong no tuvo más
tiempo para reflexionar porque el señor encargado del entierro entró a la
habitación y les avisó a los pocos asistentes que el momento del entierro había
llegado.
Jaejoong
entonces se dirigió hasta el ataúd y observó a través del vidrio el rostro
inerte de su abuela que descansaba en paz. Una lágrima se le rodo por la
mejilla pero se la limpio rápidamente, posicionando luego una de sus manos en
una manija lateral para ayudar a levantar el féretro. Yunho también se colocó
al lado del ataúd, justamente en el lado contrario y cuando ambos se voltearon
a ver, Jaejoong meditó que quizá si estaba equivocado.
En
verdad quería estar junto a él.
..
El
entierro sucedió mas rápido de lo que pensaron. El párroco solo dijo unas cuantas
palabras, el féretro bajo por el hueco y los enterradores lo cubrieron con el
monto de tierra dispuesto a un lado. Así sin más, el cuerpo de su abuela ya había
desaparecido de este mundo. Una mujer colocó una placa encima del monto de
tierra y todos los presentes se aproximaron a adornarla con las coronas de
flores y demás arreglos que habían llevado. El lugar se fue quedando
progresivamente vacio, todos se fueron a excepción de Yunho y Jaejoong, quienes
afligidos, aun observaban la tumba bañada por las pocas gotas que habían
empezado a caer del cielo.
Una
torrencial lluvia comenzó después, por lo que ambos tuvieron que correr hacia la
base de un árbol para refugiarse debajo de el. Ya ahí, se recostaron cada uno
al lado contrario del tronco, no queriendo mirarse para no tener que iniciar
una conversación.
Pero
claro la intención se les acabo antes de siquiera creérsela. —Así que así es como acaba. —Dijo Jaejoong, mas hablando para sí
mismo que para Yunho.
Yunho
se volteo confundido, ¿Acaso no habían acordado evitarse? —Supongo que sí. —Respondió
sin mucha fuerza, no sabiendo que mas contestar.
—Creo
que ninguno de los dos imagino esto ¿O sí?
—Jae,
¿Por qué me estás hablando?
Un
silencio prolongado vino después. La verdad la situación era difícil de
manejar. ¿Cómo controlar esas locas ganas de voltearse y darse un abrazo? ¿De
darse un beso?
Meditando
que si se quedaba a su lado seria riesgoso, Yunho decidió correr hacia el
edificio de velación para poder escapar de Jaejoong. No obstante, antes de que
pudiera hacerlo, Jaejoong le cerró el paso, encarándolo. —Cuando te conocí Yunho, no creí que
viviría todo esto contigo. Ni siquiera pensé que podría enamorarme de ti, nada,
eras como un cero a la izquierda.
Yunho
arrugó el entrecejo, resultándole extrañas las repentinas confesiones de
Jaejoong. —¿Por qué me
dices eso? ¿Acaso eso importa ya?
—Quizás.
—Jaejoong se lamió los labios,
nervioso. —Quizás
importe porque ahora soy incapaz de verte como un cero a la izquierda.
Oh
Dios no, Yunho sabía lo que Jaejoong estaba haciendo. Se estaba arrepintiendo
de su decisión y si Jaejoong no estaba convencido, obviamente él menos. Durante
los últimos tres días, Yunho había tratado de acostumbrarse a la idea de
olvidarlo, hacia decidido aceptarlo, ahora no podía ser posible que Jaejoong se
estuviera retractando así de la nada, más aun cuando él mismo fue el que dijo
que solo podían ser hermanos.
¿Por
qué era tan indeciso y le hacía dudar a él también? —Jae… creo que debemos ir al edificio.
La lluvia aumentara y nos mojaremos.
—¿Yunho
porque tiene que ser tan complicado? No lo entiendo.
—Yo
no entiendo de lo que hablas, ¿Acaso quieres estar conmigo? Si es así dímelo,
yo…
Jaejoong
llevó su mirada al suelo y luego la volvió a subir, serio. —Le hice una promesa a la abuela.
—Entonces
sostenla.
Harto
de la indecisión de Jaejoong, Yunho intentó huir por segunda vez, solo para ser
impedido también por segunda vez. —Le
hice una promesa a la abuela, les prometíamos que nos cuidaríamos y…
—Jae,
ya basta ¿Si?, aunque quisiera estar contigo no puedo, me iré a la militar en
una semana. —Dijo de una
manera quizá demasiado directa.
El
corazón de Jaejoong se detuvo por un segundo. —¡¿Qué?!
—Sus ojos se abrieron grandes. —¿Te enlistaras en el ejercito?
—El
General me lo ofreció hace algún tiempo y creo que es el momento correcto.
—¡No
puedes!
Desesperado,
Jaejoong afianzó su agarre en el brazo de Yunho, haciendo a este quejarse por
la fuerza que estaba ejerciendo. —Jaejoong
suéltame.
—¿Por
qué te irás al ejercito? ¿D-donde dejaras a Changmin?
—Changmin
se quedara con la familia Choi… Además, ¿Qué te interesa a ti eso? No es de tu
incumbencia.
Ok,
era una excusa, pero… —Yunho,
no te puedes ir, no ahora.
—¡¿Por
qué?! —Zafándose de
su agarre, Yunho le habló fuerte. —Claro
que puedo irme, al fin y al cabo tu y yo acordamos que ya no seriamos nada, que
nos olvidaríamos, ¿Por qué de repente estas retractándote de tu decisión? ¿No
ves que me tienes tambaleándome con tus cambios de humor?
Cruzándose
de brazos, Jaejoong bufó alto y desvió la mirada. Está bien Yunho tenía razón,
estaba siendo caprichoso, aun así no permitiría que este se fuera quien sabe
por cuánto tiempo. Ya se había alejado de él, no quería que eso volviera a
suceder. No quería volver a estar sin él. No quería, no quería, ¡No quería!
Tan
ensimismado estaba en sus conflictos, que no se dio cuenta cuando Yunho se dio
media vuelta y comenzó a caminar rápido por entre las tumbas, sin importarle que
la lluvia aun no hubiera cesado. En un impulso de desesperación, Jaejoong lo
siguió, corriendo, envolviendo sus manos en su abdomen por detrás cuando por fin
pudo alcanzarlo. Yunho se quedo estático; no sabía si voltearse o simplemente
rechazar su abrazo.
—Por
favor, no te vayas. —Jaejoong
lloró bajo, restregando su frente en la espalda de Yunho. —No quiero que me dejes.
El
mayor se volteo. La lluvia los estaba empapando de pies a cabeza. —La decisión ya está tomada, no hay
nada que puedas hacer para anularla.
—Tú
eres mi hermano. —Jaejoong
levantó su rostro y posicionó ambas manos en los hombros de Yunho. —Yo debo cuidarte y tu también a mí.
Esa fue la promesa que hicimos.
—¡¿Entonces
por eso quieres que me quede?! ¡¿Para actuar como tu hermano?!
Yunho
se estaba exasperando.
—Tú
eres mi hermano y por lo tanto quiero que estés a mi lado. Quiero que vivas
conmigo, que compartas mis alegrías y tristezas. Quiero que me ayudes cuando
tenga dificultad y quiero que en las noches frías me cobijes en tu abrazo… y
quiero que me beses, que me robes la respiración. Y quiero que me acaricies,
que me celes, que me consientas. Quiero que me hagas el amor y quiero que me
hagas repetir tu nombre cada vez que te unes a mí. Para eso quiero que te
quedes…
Yunho
respiró fuerte ante toda la tanda de confesiones. Las gotas cayendo con fuerza
sobre su cuerpo no le dejaban reaccionar, y la imagen de Jaejoong completamente
empapado al decirle aquello lo tenían completamente atontado.
…Quiero que seas mi
familia Yunho.
Diciendo
esto, Jaejoong anuló la distancia entre ellos y se aferró a su cuerpo, no
queriendo que Yunho pudiera escapársele. Así era, esto es lo que su corazón
decidía: Amar a Yunho de la manera que él quería.
Un
minuto en esa posición y sintió como Yunho lo tomó de la nuca, alejando su
cabeza de su pecho para poderlo mirar. —¿Qué
hay de la abuela y de mama? —Esa
pregunta Jaejoong no la esperaba.
—Ellas
no están aquí, nuestra felicidad es lo que realmente les habría importado.
Yunho
pareció vacilar ante las palabras. No sabía que decir, ni que hacer, ni cómo
reaccionar. Jaejoong era el que ahora decidía que quería estar junto a él y
aquello era complejo de tratar. ¿Cómo saber que no cambiaria de parecer en un
segundo? ¿Cómo romper a la promesa que habían hecho?
Al
ver el rostro titubeante de Yunho, Jaejoong lució abatido. ¿Y si Yunho no
quería estar con él? —Yunho, por favor dime algo, no me ignores así. —Cerró los
ojos. La sensación fría de la lluvia estaba comenzando a doler.
Y
sin embargó Yunho no dijo nada, tan solo se quedo observándolo, con aquella
mirada rasgada que lo podía atravesar sin necesidad de tocarlo. Jaejoong
decidió entonces que tenía que presionar más. Abriendo su boca mojada, Jaejoong
la posicionó sobre los labios cerrados de Yunho, chupando, succionando,
queriendo que este la abriera y le robara los labios con una succión profunda.
Pero no sucedió nada.
Jaejoong
alejó su rostro, preocupado por la indiferencia de Yunho.
De
repente sus mejillas fueron rodeadas por las manos grandes de este que lo
sostuvieron y lo retuvieron. —Yo
siempre te he considerado mi Familia Jae. —Yunho
dijo firme, sin alejar su mirada ni un segundo a pesar de que la lluvia le
cerraba los ojos. —También
quiero protegerte y cuidarte y estar contigo. Quiero amarte.
Acerco
su rostro pero Jaejoong se alejó unos centímetros, angustiado. —¿Qué pasara con la idea de irte al
ejercito? ¿Si lo harás?
Sonriendo,
Yunho presionó con fuerza sus labios sobre los labios de Jaejoong, diciéndole
con esa acción que no se debía preocupar, que él no lo iba a dejar. Se
envolvieron en un beso amoroso, intenso, mientras el agua caía contra sus
cuerpos. Ya bastaba de rodeos y evasiones, ellos se querían mutuamente y no
debían pensar en la felicidad de nadie más que la suya.
La
promesa hacia su abuela no iba a ser olvidada. Ellos se cuidarían, tal como
ella les había hecho jurar.
Jaejoong
abrazó enérgico a Yunho por la espalda cuando las ansias de querer tenerlo lo
más cerca posible lo invadieron. Estaba feliz, aunque hubieran pasado miles de
tristezas, estaba feliz. Estaba con Yunho después de todo lo que había
sucedido.
A
unos pocos metros de ellos se encontraba Junsu, sonriendo desde debajo de la
entrada de la funeraria al ver la imagen romántica ante sus ojos. Al ver que
ambos al fin habían recapacitado. Que habían puesto sus intereses antes que los
de alguien más.
—¿Qué
pasa Junsu? —Yoochun
apareció detrás de él y dirigió su vista hacia el lugar que el otro miraba. Se
sorprendió un poco, pero luego se compuso. —Así
que estarán juntos. —Concluyó.
—Creo
que ya se sabía.
Changmin
dijo al aparecer también de la nada. Se cruzó de brazos y se recargó contra un
pilar de la edificación:
—El
destino lo tenía previsto así.
..
Jaejoong inhaló una bocanada de aire y se ubicó
justo al frente de la cárcel estatal de Seúl, donde estaba recluido aquel
hombre al cual había llamado su Jefe… aquel hombre que era su padre. Dándose de
nuevo alientos, él cruzo la puerta principal, hizo los debidos registros de
ingreso y pasó todos los retenes de seguridad. Habían pasado semanas, no, meses
antes de que se hubiera decidido visitar al sujeto por el cual había sufrido
mucho. Lo había dudado eso sí, Yunho incluso lo había retenido de hacerlo, pero
al final Jaejoong había llegado a la conclusión de que era lo mejor que podía
hacer.
Que con esta despedida al fin podría descansar y
olvidar.
Y dejar su pasado atrás.
Transcurrida una media hora, un guardia lo llamó en
la sala de espera y lo guió a un hall donde estaban colocadas una a una las
mesas de visitas, las cuales separaban a los reos y a sus visitantes por medio
de un cristal.
Jaejoong paso saliva cuando llego a su puesto y vio
que Jisung ya estaba sentado ahí, esperándolo.
Tomando asiento en la silla de al frente, Jaejoong
levantó la mirada. —Hola. —Dijo sin titubeos.
Jisung se tomo su tiempo para responder. —¿Qué haces
aquí… Joongie? —Le preguntó con su usual sonrisa. A pesar de verse demacrado
por su encarcelamiento, el Jefe no perdía aquella arrogante actitud.
—Te he venido a visitar ¿No lo ves? —Jaejoong
respondió sereno. Nada de lo que dijera ese hombre, lo haría volver a sentirse
inferior.
Jisung no pareció convencido. —¿Después de todo lo
que he hecho, a ti y a TU hermano, vienes a visitarme? ¿Después de todo este
tiempo?
—Sí. —El menor suspiró. —A diferencia de ti, yo no
guardo rencor en mi corazón. Me ha costado, no creas que ha sido fácil sanar el
odio y el sufrimiento que me has causado. Sin embargo, yo no quiero vivir con
eso... por eso estoy aquí.
Ante esa explicación, Jisung se cruzo de brazos,
recostándose de lleno en el espaldar de su sillón, mirándolo con una expresión
de desconfianza. ¿De verdad Jaejoong venía con las mejores intenciones? ¿De
verdad no lo iba a insultar o a humillar? Si era así… —¿Sabes Joongie? Siempre creí
que te parecías en personalidad a mí, pero creo que me he equivocado. Eres como
tu madre… igual de tonto que ella.
Jaejoong se mordió los labios por el comentario.
—Creo que es lo mejor que me has dicho en mucho tiempo. —Le devolvió el veneno.
—No, es enserio. No puedo creer que no estés aquí
para verme sufrir y búrlate de mí. Yo estoy en la cárcel por la culpa del
malnacido que me arruinó la vida. Tú, en cambio, te libraste de mí y disfrutas
ahora con tu hermanito aquella relación enfermiza que tienen. Te saliste con la
tuya, digas lo que digas, no me voy a creer que no estás aquí para restregarme
tu victoria en mi cara. No creo en esa carita de misericordia.
—Pues piensa lo que quieras, no he venido a que
creas en mis palabras. Más bien he venido a liberar odios y dejar que mi
corazón perdone. —Jaejoong miró un momento al techo y luego lo volvió a
enfrentar. —Realmente pensé que te odiaría hasta el día de muerte por la vida
cruel que me diste ¿Pero sabes? Al verte ahí, detrás de una reja por tu
venganza, he aprendido una cosa, —Acerco su cara al cristal. —El vivir mi vida
recordándome lo desalmado que has sido y lo mucho que te odio sería no
permitirme ser feliz, y eso no lo quiero sentir. Quiero librarme de las cosas
negativas y empezar mi vida de la manera en que debió haber sido. Sin ti a mi
lado.
Jisung restregó sus dientes ante esas palabras.
Esto sin duda no se lo esperaba.
—Quiero perdonarte, quiero aceptar tus disculpas
aunque yo sé que no las dirás. Pero si alguna vez tu alma quiere pedir perdón,
tienes que saber de antemano que ya las he aceptado. Así que no te preocupes,
yo recibo tus arrepentimientos.
—No me arrepiento de nada.
—Yo lo sé y que lastima por eso, —Sonrió amargo.
—Pero yo siento que quizá, muy dentro de ti, si lo haces, porque yo sé que hay
una única persona que si quisiste en este mundo… aunque fuera en tu forma
egoísta y embustera. Y aunque no lo creas, también existe una única persona que
si te quiso de verdad...
—¡Quedan
5 minutos!
El guardia a cargo anunció y Jisung se acercó aun
más al cristal. —¿A qué va todo esto, eh? ¿Cuál es tu punto? —Le preguntó al
presentir que Jaejoong tenía algo más que decirle, pero por alguna razón no se
atrevía a confesarlo.
Al ver que su Jefe ya lo estaba desenmascarando,
Jaejoong se preparó a decir lo que su propio orgullo le retenía de liberar: —He
de confesarte que mi razón de estar aquí no solo es para deshacerme de mi odio,
también es porque que una parte de mí… aun te quiere y le duele ver cómo has
terminado.
Ante esa confesión, Jisung solo pudo quedarse
callado. ¿Qué?
—Una parte de mi se niega a olvidar los pocos
momentos en que me cuidaste, me alimentaste y hasta me hiciste feliz. Una parte
de mi aun se aferra a los recuerdos de los dos riéndonos frente al televisor o
compartiendo un pedazo de comida. Y por eso aun te quiero, porque durante
muchos años tú fuiste lo único a lo que pude llamar familia. Y aunque me
ocultaste la verdad, me separaste de mi madre y me provocaste mil sufrimientos,
los momentos felices son lo suficientemente fuertes para no sentir solo
resentimiento.
Jaejoong tuvo que detenerse ya que el cumulo de
sensaciones se le atoraron en la garganta. Esto era en realidad difícil.
Admitir sentir aprecio por aquella persona, de verdad era difícil de aceptar.
—No puedo negar que me causa dolor verte encerrado y que no debería ser así, porque
lo último que debería sentir es lástima por alguien como tú. Aun así, como te
dije, no quiero guardar rencor, por eso quiero darte esto. —Escarbando en su
bolsillo, Jaejoong saco de el el elefantito de madera que Yunho le había regalado
hacia unos años atrás. —¿Sabes? Este elefantito me lo hizo Yunho porque sentía
amor por mí, y ahora quiero dártelo a ti como símbolo de los momentos gratos
que alguna vez tuvimos. Para que cuando lo veas te acuerdes de mi… de la única
persona que has sentido algo parecido al amor en esta vida.
Jisung recibió el regalo por un hueco del vidrio y
luego vio a Jaejoong levantarse de su asiento ya que el tiempo de visita había
terminado. Sin embargo, antes de irse, el menor volvió a dirigirle la palabra:
—Y tienes razón, yo no me parezco a ti, porque si
me pareciera a ti hubiera venido a humillarte y cobrarte mi dolor, justo como
lo pensaste. Pero no es así, yo perdono y amo, y ser malo como tu es lo último
en lo que me quisiera convertir…
…Adiós para siempre, Jefe.
Viendo su espalda voltearse y a pasos alejarse,
Jisung se quedo con el elefantito en su mano, pensando en sus palabras,
pensando que efectivamente la única persona que había alcanzado a amar aunque
sea un poquito en este maldito mundo…
…era a su
hijo Jaejoong.
..
Se cumplía el decimo aniversario de la muerte de su
madre.
En el cementerio en Gongju, Yunho se volteó al
escuchar los pasos de Jae por entre las tumbas, caminando como si los pies le
pesaran. Corrió hacia él y lo envolvió
en un abrazó fuerte, siendo correspondido por los brazos de Jae. Luego tomó su
cara, arrullándolo. —¿Fuiste a
verlo cierto? —Le preguntó.
Jaejoong asintió con los ojos cerrados.
—¿Y?
—Ya sabes,
aunque le cortaran los pies, él no admitiría que nos hizo daño.
Yunho resopló con desagrado. —No debiste haber ido entonces. Él no merece tu compasión.
—Tenia que
hacerlo Yunho. Tenia que liberarme de esos malos sentimientos y poder estar en
paz. Poder cortar ese lazo que me une con él.
Aferrándose de nuevo a Yunho, Jaejoong descansó su
cabeza en su hombro, nuevamente cerrando los ojos. Esos meses luego de haber
descubierto la verdad habían sido extraños. Había sido extraño no levantarse
con la voz estruendosa de su Jefe, había sido extraño no ir a la calle a
conseguir dinero para él. Era abrumadora toda la sensación de libertad que
ahora tenia y no sabía bien cómo lidiar con ella. Le resultaba agobiante.
Aun así, con Yunho a su lado, todo había sido mejor
para sobrellevar. Ahora vivían junto a Junsu, Yoochun y Changmin en la posada en
Gwanju, ayudándose todos entre sí como siempre debió haber sido. Yunho era como
su consuelo, más que su amante, más que su amor, era como su otra mitad. Tan
parecido a él pero al mismo tiempo tan diferente. Ahora entendía porque habían
nacido de los mismos padres… quizá los complementaba. Por muy bizarro que
sonase.
—Ven. —Yunho tomó la mano de Jaejoong y lo guió hacia la tumba de su madre, en
la cual ya había puesto un altar con claveles y hoddeoks alrededor. Se sentaron
sobre sus pantorrillas y se quedaron viendo la lapida; esta era la primera vez
desde que habían sabido la verdad que ambos iban a visitarla.
—Hola…
mama.
Jaejoong dijo en voz bajita, sintiendo como las
emociones se le atoraban en la garganta. —Lamento que esta sea la única forma
en que puedo venir a visitarte.
Yunho notó el tono melancólico en la voz de
Jaejoong y lo abrazó con uno de sus brazos, reconfortándolo. Quiso decir algo,
sin embargo no encontró palabras para aliviar el corazón entristecido de su
amor. Cualquier consuelo se quedaría corto.
—¿Por qué
tuviste que morir antes que te conociera? —Sin
poderlo evitar, Jaejoong empezó a sollozar, acurrucándose. —¿Por qué no me dejaste verte?
—Jae…
—¡¿Por qué
mama?! ¡¿Por qué nunca pude recibir una caricia tuya?! —Inclinándose sobre el pasto de la tumba, Jaejoong empezó a llorar de
impotencia, como muchas de las otras veces en que se acordaba lo cruel que había
sido la vida en no permitirle ver a su madre. Si tan solo se hubiera
reencontrado con ella en vida…
Al ver que aquellos pensamientos negativos volvían
a atacar a Jaejoong, Yunho decidió aproximarse a él y abrazarlo por la espalda,
susurrándole al oído: —Jaejoong,
escúchame. Tal vez no te pudiste reencontrar con ella ahora, pero eso no
significa que nunca lo podrás hacer. Quizás cuando muramos, puedas verla,
podamos estar todos juntos de nuevo. Además, —Yunho rodeó
la cara de Jaejoong y la alejó del suelo, haciéndolo que lo mirara frente a
frente. —Yo si te reencontré, una parte de nuestra madre vive
en mí, así que no debes sentirte solo porque sabes que estoy aquí.
Una tierna sonrisa emanó de los labios de Jaejoong
al escuchar las palabras conciliadoras de Yunho. Extrañamente siempre sabia que
decir en aquellas situaciones. —Gracias. —Dijo mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su suéter. —Traje algo que quizás ella quiera escuchar.
Yunho arrugó la frente. —¿Qué es?
Llevándose las manos al tiro de su pantalón,
Jaejoong saco de el un pedazo de papel que estaba doblado en cuatro partes.
Después lo desdobló. —Esta es
una carta que le hice cuando tenía diez años. La he conservado conmigo desde
entonces, atesorándola como una de mis pocas pertenencias. La escribí en un
momento en que me sentí muy solo, desamparado, por eso quiero leérsela. Quiero
que desde donde este, me escuche.
Yunho asintió y dio un vistazo a la carta, viendo
que efectivamente parecía haber sido escrita hace muchos años y por un niño de
la calle, ya que estaba sucia y con miles de faltas de ortografía. Aun así,
quiso escucharla de la boca de Jae, ansioso por saber cuáles serian sus
palabras.
Jaejoong empezó:
“Hola mami, te escribo hasta donde estés, sea cual
sea el lugar.
Yo realmente no sé cómo se hace una carta, pero hoy
me siento más triste de lo normal, así que quise escribírtela. Quiero decirte
que no te odio por haberte ido, tuviste tus razones y yo las entiendo. Mi Jefe
dice que las cosas suceden por algo. Aun así, no puedo evitar sentirme triste
cuando veo a otros niños con sus padres, paseando en la calle y comprándoles un
helado. El Jefe dice que algún día hará lo mismo, pero nunca lo hace. No lo
culpo, tuvo suficiente amor para dejarme vivir con él. Realmente imagino cómo
será tocarte o sentir tus manos o tus besos… creo que debe ser algo lindo, como
lo describen en la televisión. A veces los necesito, a veces me causa dolor
sentirme sin ti. Pero debo ser fuerte, como mi Jefe siempre dice, la vida no es
justa y hay personas a las que les toca sufrir más y hay otras a las que les
toca sufrir menos.
Si te veo algún día, espero poder darte esta carta
y que me abrases y que me acaricies. Es todo lo que pido.
Por ahora me voy, espero que también tu me extrañes
a mí. ¿Lo haces? Espero.
Chao mami, te veré muy pronto, chao.”
Jaejoong dobló la carta y miró al cielo, sintiendo
tristeza por lo esperanzadora que sonaba pero que desafortunadamente nunca se iba
a hacer realidad. Por lo menos no en este mundo. Yunho, a su lado, solo se
reacomodo, pensando en sus palabras. —Es una
muy linda carta Jae.
Este sonrió. —Gracias.
—Realmente
se puede ver que tú querías mucho al Jefe, lo digo por cómo te expresabas de
él.
El comentario hizo que Jaejoong se contrariara y se
rascara la garganta. —Yo lo
considere mi salvador por mucho tiempo Yunho. Lo veía como la única persona que
había puesto su mirada en mí. Él único que había sido lo suficientemente
generoso con un pordiosero como yo. Ahora sé que no fue así, sin embargo…
—Él no lo hacía
por compasión, solo quería tener a alguien bajo su dominio.
—Quizá. —Jaejoong coincidió amargamente. —Yo
siempre quise que él me quisiera como yo lo quería. Me gaste toda la vida
buscando su aprobación, buscando su cariño. Lo conseguía pero nunca era
suficiente para mí.
—Cuando yo
te conocí… —De repente Yunho interrumpió, resultándole difícil expresar
lo que diría a continuación. —Estabas
enamorado de él, por eso seguiste su plan de acercarte a mi porque querías
complacerlo para que te amara.
Ante eso, Jaejoong suspiró leve. —No era amor Yunho, era mi soledad.
Yunho se quedo callado ante esa conclusión. Ahora
todo cobraba sentido.
—Quería
sentirme amado, quería sentirme adorado y lo buque en la persona equivocada. Cuando
empezaron a llegar más y más chicos sentí que estaba siendo remplazado, por lo
que me esforzaba el doble para que el Jefe solo tuviera ojos para mí. Para que
yo fuera su única adoración. Que tonto fui. Creo que solo supe lo que era
verdaderamente amar cuando te conocí.
Ambos se miraron intensamente. Se fundieron después
en un abrazo potente el cual terminó en un beso profundo, de esos que tanto les
gustaba compartir. La boca de Yunho se abrió para meter su lengua y reunirla
con la de Jaejoong, acariciándose mutuamente mientras sus labios atesoraban los
labios del otro. Pronto el aire se les acabó, así que solo les quedo darse
pequeños besos cortos y dulces, no queriéndose despegar. Sabían que lo que
estaban haciendo, justo encima de la tumba de su madre, era indebido pero ya no
importaba.
Harían su promesa de amor con ella de testigo.
—Jaejoong.
—Yunho se alejó de su rostro sin soltarlo de sus
brazos. —Aquí en presencia de mama, quiero decirte que nunca
te dejare de amar. El sueño de tu carta se hizo realidad, ahora tienes a
alguien con quien vivir, a quien amar y en el que te puedes apoyar. Yo nunca estaré
con otra persona que no seas tú y sé que tú tampoco lo harás. Porque nosotros
nacimos para estar juntos y ya nadie nos lo impedirá. —Tomó el relicario de la cadena que antes le había pertenecido a su madre
y que reposaba en el pecho de Jaejoong, y se lo llevó a la boca, dándole un
beso. —Es una promesa.
Conmovido, Jaejoong llevó sus labios al relicario
que aun estaba sobre los labios de Yunho, besando tanto a Yunho como a la
cadena. —Así será.
Hubieran compartido otro beso mas, de no ser porque
en ese momento apareció el General Choi, caminando hacia ellos con unos papeles
en su mano derecha. Al reconocerlo, Yunho de inmediato se levantó del suelo,
yendo hacia él. —General.
—Cadete,
ya tengo el veredicto del Juez. Mis abogados hicieron su trabajo. Ambos tienen
que acompañarme.
Sin ofrecer más explicaciones, el General se dio
media vuelta y Yunho se giró hacia Jaejoong, ofreciéndole su mano para ayudarlo
a levantarse y luego seguir los pasos del General. El asunto era importante y no había tiempo que
perder.
Al irse, ninguno de los dos cayó en cuenta que en
su beso, la cadena que llevaba Jaejoong se desprendió de su cuello y ahora
yacía ahí, sobre la tumba rodeada de claveles, como si estuviera regresando a
su dueña original.
Eso solo podía significar una cosa:
Un ciclo se había cerrado.
..
Aquella casa no había sido visitada en años.
Rompiendo las tablas que obstaculizaban la entrada,
los tres se adentraron en ella y no tardaron en toser por la acumulación de
polvo y suciedad producto del abandono. La casa estaba como en sus viejas
épocas, todos los muebles en su lugar. Los rayos de sol color durazno se
filtraban por las ventanas opacas, dándole una sensación irreal. Jaejoong
sintió escalofríos al recordar tantas cosas, al recordar todas sus vivencias en
la casa de su infancia.
Donde su Jefe lo crio.
—Los
abogados me llamaron esta mañana para decirme que las escrituras que firmó
Jaejoong tienen validez y por lo tanto esta propiedad ahora le pertenece. —Dijo el General, haciendo que tanto Yunho como Jaejoong se miraran
asombrados. —Al parecer Sooman compro esta vivienda en los años
80 y vivió en ella una temporada hasta que fue encarcelado. Jisung luego volvió
y se apodero de ella, y estuvo aquí 15 años hasta que la policía organizó una
redada para recuperar a los chicos que tenía bajo su mando. Desde ese entonces la
casa ha estado deshabitada.
Jaejoong asintió ante las explicaciones, en todo eso
él estuvo presente.
—¿Entonces
en las épocas en que Jisung estaba viviendo aquí, Lee Sooman todavía era el propietario
de la casa y los documentos que le hizo firmar a Jaejoong tienen valor? —Pregunto Yunho.
—Así es, está
ahora es tu casa Jaejoong.
Atónito, Jaejoong se llevó una mano al pecho y
trató de procesar todo lo que escuchaba del General. Al parecer el plan macabro
de su Jefe contra Lee Sooman había dejado una cosa buena. Ese día Lee Sooman le
regaló una casa porque creía que era su madre y cuál fue su sorpresa, que esa propiedad
se trataba de nada más y nada menos que de la casa de Gongju. La casa que su
Jefe siempre había dicho que era suya, ahora estaba bajo su nombre, ¿Cómo
reaccionar a eso? ¿Cómo reaccionar a no tener nada y luego tener una propiedad
como esa?
Jaejoong pidió un tiempo a solas para poder meditar
las cosas y analizar que haría ahora. Se dirigió hacia otra habitación y se
recostó de medio lado sobre una pared, detallando todo a su alrededor. Todo
seguía igual, como hace años. El lugar lo hizo evocar breves recuerdos de los
chicos de su pandilla y el Jefe a su lado.
De repente, como si hubiera viajado en el tiempo,
Jaejoong se vio a sí mismo de ocho años acompañado de otros chicos, siendo perseguidos por un hombre que
llevaba una máscara. Recordaba ese día, fue un Halloween cuando su Jefe
consiguió una horrible mascara de Haechi (Criatura mitológica coreana) y los
empezó a corretear como si fuera un monstruo. El Jefe estaba borracho debía
agregar, pero recordaba que fue muy divertido. Que se había reído como nunca. Más
tarde, el Jefe les había llevado dulces y todos los habían compartidos sentados
en círculo frente a la chimenea. Recordaba también como el Jefe se había
quitado la máscara y se la había puesto a él, acariciándole la cabeza cuando él
comenzó a jugar y hacer sonidos guturales con la boca.
Aquellos breves momentos eran los que le decían a
Jaejoong que el Jefe en realidad no había sido una persona tan mala, que solo había
tenido una vida dura, al igual que él, carente de amor familiar. Como decidió
dirigir su vida era lo que los diferenciaba. En vez de corregirse, el Jefe había
decidido enfocarse a hacer el mal y comportarse como lo habían hecho con él. Jaejoong
decidió entonces atesorar esos buenos momentos, pensar en su Jefe con calidez y
no con frialdad, ya que eso sería lo único que lo alejaría de ser una mala
persona.
Tal como se lo había confesado en la cárcel, perdonar
era lo único que le brindaba paz.
—¿En qué
piensas?
Yunho repentinamente se apareció por detrás, susurrándole
al oído.
—En cosas
felices. —Respondió Jaejoong. —De ahora
en adelante no quiero enfocarme en lo triste, quiero que todo en mi vida sea felicidad.
Yunho sonrió ante sus palabras. —¿Ya has pensado que harás con la casa? ¿La venderás?
—No. —Jaejoong negó y se giró para mirarlo. —Quiero que
esta casa tenga un nuevo comienzo, quiero que aquí solo haya esperanza para
chicos como nosotros, que no tuvimos nada al nacer. Sera difícil, ni siquiera
sé como comenzar, pero quiero que me ayudes en esto, ¿Lo harás?
Yunho lució confundido por lo que Jaejoong decía,
aun así optó por no pensar mucho en aquello y apoyarlo en su idea. —Te dije que yo te seguiré en lo que me pidas. Te seguiré a donde vayas.
Sonrieron una vez más y se besaron otra vez,
saliendo de la habitación juntos, dispuestos a recorrer el resto de la casa.
Aquellos niños solos, desamparados y sin ningún poder habían muerto. Las cosas
habían dado un giro de 180°, el Jefe ya no estaba y sus ataduras e impedimentos
se habían roto. Jaejoong ya no se sentía como aquel escuincle malnutrido que
buscaba la aprobación de quien lo explotaba; ahora era alguien con poder, con
valentía y con amor, con ese amor que nunca pensó que podría ser tan complicado,
pero que al final había logrado vencer.
Que ironía, su propio hermano era el amor que el
destino le había deparado.
Un niño de la calle a veces puede ser considerado
inferior, poco valioso e insignificante; Jaejoong lo creía así y la vida le había
abofeteado en la cara con la verdad. Él no era inferior sino superior, no era insignificante
sino preciado, él ahora tenía el destino bajo sus manos y podía lograr cosas
que jamás pensó podría hacer.
Su madre siempre deseó que sus hijos cumplieran sus
metas, que fueran alguien y lo más importante, que fueran felices. Ahora ellos
honraban sus deseos y ella los miraba desde el cielo gozosa. Ellos habían encontrado
la paz y por consiguiente, ella
finalmente la tendría también.
Junto a su madre.
Fin
..
Nota: Por fin! Por fin escribí el ultimo capitulo de este Fic. La verdad fue difícil escribirlo porque muchas veces no encontraba inspiración. Esta historia vengo escribiéndola desde el 2016 y estoy aliviada de que finalmente pueda postear el capitulo final. Cuénteme como les pareció en general, si lo amaron, si lo odiaron, si ni fu ni fa. Sus opiniones siempre son importantes.
En verdad quería que terminara en un final feliz y asi fue. Algo que si quiero decir es que me gusto mucho la relación entre Jaejoong y el Jefe en este fic. Tal vez pienses que soy muy blanda con él, pero el jefe ha sido mi personaje favorito para escribir. Esa relación tan complicada, a veces de cariño a veces de odio, me hace pensar que las personas no son en blanco y negro, sino escalas de grises. Díganme que opinan sobre aquello.
Y bueno aun falta publicar el epilogo, ahí contare mejor como sigue la vida de Yunho y Jae, y lo que pasa con otros personajes. En ese no tardare, no es tan largo como un capitulo.
Nos veremos entonces en el Epilogo. Hasta luego!!
Por cierto, les dejo el video de la nueva cancion de TVXQ.
"Somos lo que la gente llama destino"