jueves, 29 de marzo de 2018

Niños de Ciudad II: Capitulo X (Final)


Changmin quiso decir algo ante esas palabras, pero no encontró nada que expresar. Sencillamente el dilema de su hyung era tan grande que unas pocas palabras no serian lo suficiente para reconfortarlo. Nada era suficiente; así que lo mejor sería quedarse callado. Agotado, Changmin se rindió ante el sueño en el pecho de Yunho y Yunho se quedó mirando al cielo, a las estrellas que esa noche brillaban con una intensidad abrumadora. Aquella vista le hizo pensar en su madre, en su existencia como ángel en el cielo.

“Mama ojalas estuvieras aquí, al menos me dirías que debo hacer”

Y rezó en su mente.

Y se quedo dormido.


..

Capitulo X (Final): …Quiero que seas mi familia Yunho.





Un cementerio nunca es un lugar agradable para estar. Nunca había ido a uno, nunca había tenido la necesidad, pero ahora estando ahí observando las lapidas desde la ventana del cuarto de velación, Junsu reflexionó que quizá aún le quedaban muchos lugares que visitar en este mundo. Era extraño, el contraste que formaba las flores que adornaban las tumbas versus el cielo gris y la tristeza del ambiente, era extraño. Un sentimiento contradictorio.

Alejándose de la ventana, Junsu se dirigió a Jaejoong el cual estaba sentado en uno de los sofás de la sala. Habían pasado tres días desde la muerte de la señora Jung; el General y la señora Choi muy generosamente se habían ofrecido a pagar por el funeral y el entierro. Era lo menos que podían hacer por los dos muchachos que habían sufrido tanto.

—Hyung. —Junsu llamó a un Jaejoong inerte, cabizbajo, quien miraba con pesadumbre el piso de la sala. —¿Quieres comer algo antes de...?

—No. —Jaejoong negó bajito. —No tengo hambre.

—Pero no te has alimentado bien estos días. —Junsu le dijo, preocupado por el estado anímico y de salud de su hyung. Aparte de la muerte de la abuela, el encarcelamiento del Jefe y demás cosas, Junsu sabia porque Jaejoong estaba tan deprimido.

Y la razón de su zozobra cruzó la puerta justo en ese momento.

Con un traje negro (probablemente obsequiado por el General), Yunho entró a la habitación acompañado de Changmin, luciendo al igual que Jaejoong, desoladoramente triste. Los ojos de este de inmediato se conectaron con los ojos de Jaejoong y ocurrió un momento raro, incomodo, en el que los dos quisieron correr a abrazarse pero no lo hicieron. Luego apartaron sus vistas, como si no hubieran visto a nadie. Junsu se dio cuenta de todas esas emociones que quisieron salir y no salieron. La verdad no entendía la situación.

¿Por qué se tenían que torturar así?

—Jaejoong, ¿No vas a volver a dirigirle la palabra? —Preguntó después de notar como su Hyung escondió la cara. Era obvio lo que estaba haciendo: estaba escapando. —¿Vas a fingir ignorar su existencia por el resto de tu vida o…?

—Es mejor así. —Jaejoong se apresuro a responder.

Junsu arrugó la nariz. —¿Mejor para quién?

Y eso Jaejoong no lo supo responder. La verdad es que no tenía respuesta. Su madre estaba muerta, su abuela también, Jisung ni siquiera importaba. ¿A quién lastimarían si estaban juntos? Quizás la repulsión de saber que compartían sangre era la razón que los alejaba. El recuerdo de que nacieron del mismo cuerpo.  

Aun así…

—Junsu, —Jaejoong habló unos minutos después de haberse quedado pensando. —Cuando la abuela murió, ella nos hizo prometerle que seriamos hermanos, que no desviaríamos nuestros sentimientos a algo equivocado. Nuestra madre también lo hubiera querido así, así que debemos respetar sus deseos. Decidimos hacer lo correcto.

—Pero ellas no están aquí.

—Ellas nos miran desde el cielo, ven nuestras acciones y nuestro corazón.

—¿Y no crees que ellas hubieran querido que fueran felices?

Esa pregunta descolocó un poco a Jaejoong. ¿Cómo?

—Me refiero a que… Junsu se acomodó mejor en el asiento y fijó sus ojos en los ojos del otro. Ustedes no crecieron como hermanos, ni siquiera sabían que lo eran cuando se enamoraron. No tienen la culpa de sentir lo que sienten, no se pueden reprender por algo que no sabían que estaba mal.

—Ahora sabemos que está mal. Le hicimos una promesa a la abuela Junsu.

—La conociste por un día Jae. Sé que es insensible de decir, pero a Yunho lo conoces desde hace mucho más tiempo. Han soportado dolores, tuvieron que separarse gracias a las calumnias del Jefe, y ahora, que las cosas han vuelto a la normalidad y que nadie los puede separar, ¿No van a estar juntos?

Estático, Jaejoong se quedo con la boca entreabierta ante esas palabras, incapaz de refutarlo. ¿Cómo negar la verdad?

—¿Vas a renunciar a lo que te hace completamente feliz?

Jaejoong se acurrucó en el asiento cuando el orgullo de no querer reconocer la verdad de las palabras de Junsu lo acorraló. Había pasado por tanto, su corazón estaba destrozado, ¿Enserio se tenía que atormentar más? ¿Tenía que dejar pasar una de las únicas cosas buenas que le habían sucedido en la vida? —Junsu, esto es tan complicado, no sé qué hacer. —Admitió derrotado. Sus principios y sus sentimientos lo tenían entre la espada y la pared.

Al ver lo agobiado que se encontraba Jaejoong, Junsu solo suspiró fuerte, hablando con seguridad. —Solo haz lo que dicte tu corazón Jaejoong. Al fin y al cabo es tu vida, y no la de tu madre, ni la de tu abuela, ni la de nadie más. Ustedes dos fueron los que se quedaron en este mundo y tienen el poder de decidir qué es lo que les hace bien. Que es lo que les trae felicidad. No por nada la vida los juntó de esa manera.

Levantándose del sofá, Junsu lo miró una vez más. Piensa bien en tu decisión hyung. Recuérdalo, es tu vida.

Dando punto final a la conversación, Junsu se alejó para permitir que Jaejoong pudiera pensar. Que pudiera reflexionar sus palabras. Él siempre había respetado las decisiones de su hyung, siempre había optado por no opinar y dejarle hacer lo que quisiese. Ahora no sería así; esa estupidez de alejarse los hacía sufrir a ambos, Yunho y Jaejoong, y si no se entrometía, quizá Jaejoong no entendería que estaba cometiendo el peor error de su vida.

Abrumado, Jaejoong se recostó de lleno en el espaldar con la cabeza hecha un lio. ¿Sera que debía seguir el consejo de su amigo? ¿Seguir lo que su corazón quería? ¿Qué pasaría con su madre… o su abuela? ¿Las deshonraría? Jaejoong no tuvo más tiempo para reflexionar porque el señor encargado del entierro entró a la habitación y les avisó a los pocos asistentes que el momento del entierro había llegado.

Jaejoong entonces se dirigió hasta el ataúd y observó a través del vidrio el rostro inerte de su abuela que descansaba en paz. Una lágrima se le rodo por la mejilla pero se la limpio rápidamente, posicionando luego una de sus manos en una manija lateral para ayudar a levantar el féretro. Yunho también se colocó al lado del ataúd, justamente en el lado contrario y cuando ambos se voltearon a ver, Jaejoong meditó que quizá si estaba equivocado.

En verdad quería estar junto a él.



..



El entierro sucedió mas rápido de lo que pensaron. El párroco solo dijo unas cuantas palabras, el féretro bajo por el hueco y los enterradores lo cubrieron con el monto de tierra dispuesto a un lado. Así sin más, el cuerpo de su abuela ya había desaparecido de este mundo. Una mujer colocó una placa encima del monto de tierra y todos los presentes se aproximaron a adornarla con las coronas de flores y demás arreglos que habían llevado. El lugar se fue quedando progresivamente vacio, todos se fueron a excepción de Yunho y Jaejoong, quienes afligidos, aun observaban la tumba bañada por las pocas gotas que habían empezado a caer del cielo.

Una torrencial lluvia comenzó después, por lo que ambos tuvieron que correr hacia la base de un árbol para refugiarse debajo de el. Ya ahí, se recostaron cada uno al lado contrario del tronco, no queriendo mirarse para no tener que iniciar una conversación.

Pero claro la intención se les acabo antes de siquiera creérsela. Así que así es como acaba. Dijo Jaejoong, mas hablando para sí mismo que para Yunho.

Yunho se volteo confundido, ¿Acaso no habían acordado evitarse? —Supongo que sí. —Respondió sin mucha fuerza, no sabiendo que mas contestar.

—Creo que ninguno de los dos imagino esto ¿O sí?

Jae, ¿Por qué me estás hablando?

Un silencio prolongado vino después. La verdad la situación era difícil de manejar. ¿Cómo controlar esas locas ganas de voltearse y darse un abrazo? ¿De darse un beso?

Meditando que si se quedaba a su lado seria riesgoso, Yunho decidió correr hacia el edificio de velación para poder escapar de Jaejoong. No obstante, antes de que pudiera hacerlo, Jaejoong le cerró el paso, encarándolo. Cuando te conocí Yunho, no creí que viviría todo esto contigo. Ni siquiera pensé que podría enamorarme de ti, nada, eras como un cero a la izquierda.

Yunho arrugó el entrecejo, resultándole extrañas las repentinas confesiones de Jaejoong. ¿Por qué me dices eso? ¿Acaso eso importa ya?

Quizás. Jaejoong se lamió los labios, nervioso. Quizás importe porque ahora soy incapaz de verte como un cero a la izquierda.

Oh Dios no, Yunho sabía lo que Jaejoong estaba haciendo. Se estaba arrepintiendo de su decisión y si Jaejoong no estaba convencido, obviamente él menos. Durante los últimos tres días, Yunho había tratado de acostumbrarse a la idea de olvidarlo, hacia decidido aceptarlo, ahora no podía ser posible que Jaejoong se estuviera retractando así de la nada, más aun cuando él mismo fue el que dijo que solo podían ser hermanos.

¿Por qué era tan indeciso y le hacía dudar a él también? Jae… creo que debemos ir al edificio. La lluvia aumentara y nos mojaremos.

¿Yunho porque tiene que ser tan complicado? No lo entiendo.

Yo no entiendo de lo que hablas, ¿Acaso quieres estar conmigo? Si es así dímelo, yo…

Jaejoong llevó su mirada al suelo y luego la volvió a subir, serio. Le hice una promesa a la abuela.

Entonces sostenla.

Harto de la indecisión de Jaejoong, Yunho intentó huir por segunda vez, solo para ser impedido también por segunda vez. Le hice una promesa a la abuela, les prometíamos que nos cuidaríamos y…

Jae, ya basta ¿Si?, aunque quisiera estar contigo no puedo, me iré a la militar en una semana. Dijo de una manera quizá demasiado directa.

El corazón de Jaejoong se detuvo por un segundo. ¡¿Qué?! Sus ojos se abrieron grandes. ¿Te enlistaras en el ejercito?

El General me lo ofreció hace algún tiempo y creo que es el momento correcto.

¡No puedes!

Desesperado, Jaejoong afianzó su agarre en el brazo de Yunho, haciendo a este quejarse por la fuerza que estaba ejerciendo. Jaejoong suéltame.

¿Por qué te irás al ejercito? ¿D-donde dejaras a Changmin?

Changmin se quedara con la familia Choi… Además, ¿Qué te interesa a ti eso? No es de tu incumbencia.

Ok, era una excusa, pero… Yunho, no te puedes ir, no ahora.

¡¿Por qué?! Zafándose de su agarre, Yunho le habló fuerte. Claro que puedo irme, al fin y al cabo tu y yo acordamos que ya no seriamos nada, que nos olvidaríamos, ¿Por qué de repente estas retractándote de tu decisión? ¿No ves que me tienes tambaleándome con tus cambios de humor?

Cruzándose de brazos, Jaejoong bufó alto y desvió la mirada. Está bien Yunho tenía razón, estaba siendo caprichoso, aun así no permitiría que este se fuera quien sabe por cuánto tiempo. Ya se había alejado de él, no quería que eso volviera a suceder. No quería volver a estar sin él. No quería, no quería, ¡No quería!

Tan ensimismado estaba en sus conflictos, que no se dio cuenta cuando Yunho se dio media vuelta y comenzó a caminar rápido por entre las tumbas, sin importarle que la lluvia aun no hubiera cesado. En un impulso de desesperación, Jaejoong lo siguió, corriendo, envolviendo sus manos en su abdomen por detrás cuando por fin pudo alcanzarlo. Yunho se quedo estático; no sabía si voltearse o simplemente rechazar su abrazo.

Por favor, no te vayas. Jaejoong lloró bajo, restregando su frente en la espalda de Yunho. No quiero que me dejes.

El mayor se volteo. La lluvia los estaba empapando de pies a cabeza. La decisión ya está tomada, no hay nada que puedas hacer para anularla. 

Tú eres mi hermano. Jaejoong levantó su rostro y posicionó ambas manos en los hombros de Yunho. Yo debo cuidarte y tu también a mí. Esa fue la promesa que hicimos.

¡¿Entonces por eso quieres que me quede?! ¡¿Para actuar como tu hermano?!

Yunho se estaba exasperando.

Tú eres mi hermano y por lo tanto quiero que estés a mi lado. Quiero que vivas conmigo, que compartas mis alegrías y tristezas. Quiero que me ayudes cuando tenga dificultad y quiero que en las noches frías me cobijes en tu abrazo… y quiero que me beses, que me robes la respiración. Y quiero que me acaricies, que me celes, que me consientas. Quiero que me hagas el amor y quiero que me hagas repetir tu nombre cada vez que te unes a mí. Para eso quiero que te quedes…

Yunho respiró fuerte ante toda la tanda de confesiones. Las gotas cayendo con fuerza sobre su cuerpo no le dejaban reaccionar, y la imagen de Jaejoong completamente empapado al decirle aquello lo tenían completamente atontado.

…Quiero que seas mi familia Yunho.

Diciendo esto, Jaejoong anuló la distancia entre ellos y se aferró a su cuerpo, no queriendo que Yunho pudiera escapársele. Así era, esto es lo que su corazón decidía: Amar a Yunho de la manera que él quería.

Un minuto en esa posición y sintió como Yunho lo tomó de la nuca, alejando su cabeza de su pecho para poderlo mirar. ¿Qué hay de la abuela y de mama? Esa pregunta Jaejoong no la esperaba.

—Ellas no están aquí, nuestra felicidad es lo que realmente les habría importado.

Yunho pareció vacilar ante las palabras. No sabía que decir, ni que hacer, ni cómo reaccionar. Jaejoong era el que ahora decidía que quería estar junto a él y aquello era complejo de tratar. ¿Cómo saber que no cambiaria de parecer en un segundo? ¿Cómo romper a la promesa que habían hecho?

Al ver el rostro titubeante de Yunho, Jaejoong lució abatido. ¿Y si Yunho no quería estar con él? —Yunho, por favor dime algo, no me ignores así. —Cerró los ojos. La sensación fría de la lluvia estaba comenzando a doler.

Y sin embargó Yunho no dijo nada, tan solo se quedo observándolo, con aquella mirada rasgada que lo podía atravesar sin necesidad de tocarlo. Jaejoong decidió entonces que tenía que presionar más. Abriendo su boca mojada, Jaejoong la posicionó sobre los labios cerrados de Yunho, chupando, succionando, queriendo que este la abriera y le robara los labios con una succión profunda. Pero no sucedió nada.

Jaejoong alejó su rostro, preocupado por la indiferencia de Yunho. 

De repente sus mejillas fueron rodeadas por las manos grandes de este que lo sostuvieron y lo retuvieron. Yo siempre te he considerado mi Familia Jae. Yunho dijo firme, sin alejar su mirada ni un segundo a pesar de que la lluvia le cerraba los ojos. También quiero protegerte y cuidarte y estar contigo. Quiero amarte.

Acerco su rostro pero Jaejoong se alejó unos centímetros, angustiado. ¿Qué pasara con la idea de irte al ejercito? ¿Si lo harás?

Sonriendo, Yunho presionó con fuerza sus labios sobre los labios de Jaejoong, diciéndole con esa acción que no se debía preocupar, que él no lo iba a dejar. Se envolvieron en un beso amoroso, intenso, mientras el agua caía contra sus cuerpos. Ya bastaba de rodeos y evasiones, ellos se querían mutuamente y no debían pensar en la felicidad de nadie más que la suya.

La promesa hacia su abuela no iba a ser olvidada. Ellos se cuidarían, tal como ella les había hecho jurar.

Jaejoong abrazó enérgico a Yunho por la espalda cuando las ansias de querer tenerlo lo más cerca posible lo invadieron. Estaba feliz, aunque hubieran pasado miles de tristezas, estaba feliz. Estaba con Yunho después de todo lo que había sucedido.

A unos pocos metros de ellos se encontraba Junsu, sonriendo desde debajo de la entrada de la funeraria al ver la imagen romántica ante sus ojos. Al ver que ambos al fin habían recapacitado. Que habían puesto sus intereses antes que los de alguien más.

¿Qué pasa Junsu? Yoochun apareció detrás de él y dirigió su vista hacia el lugar que el otro miraba. Se sorprendió un poco, pero luego se compuso. Así que estarán juntos. Concluyó.

Creo que ya se sabía.

Changmin dijo al aparecer también de la nada. Se cruzó de brazos y se recargó contra un pilar de la edificación:

El destino lo tenía previsto así. 














..












                                                                                       
Jaejoong inhaló una bocanada de aire y se ubicó justo al frente de la cárcel estatal de Seúl, donde estaba recluido aquel hombre al cual había llamado su Jefe… aquel hombre que era su padre. Dándose de nuevo alientos, él cruzo la puerta principal, hizo los debidos registros de ingreso y pasó todos los retenes de seguridad. Habían pasado semanas, no, meses antes de que se hubiera decidido visitar al sujeto por el cual había sufrido mucho. Lo había dudado eso sí, Yunho incluso lo había retenido de hacerlo, pero al final Jaejoong había llegado a la conclusión de que era lo mejor que podía hacer.

Que con esta despedida al fin podría descansar y olvidar.

Y dejar su pasado atrás.

Transcurrida una media hora, un guardia lo llamó en la sala de espera y lo guió a un hall donde estaban colocadas una a una las mesas de visitas, las cuales separaban a los reos y a sus visitantes por medio de un cristal.

Jaejoong paso saliva cuando llego a su puesto y vio que Jisung ya estaba sentado ahí, esperándolo.

Tomando asiento en la silla de al frente, Jaejoong levantó la mirada. —Hola. —Dijo sin titubeos.

Jisung se tomo su tiempo para responder. —¿Qué haces aquí… Joongie? —Le preguntó con su usual sonrisa. A pesar de verse demacrado por su encarcelamiento, el Jefe no perdía aquella arrogante actitud.

—Te he venido a visitar ¿No lo ves? —Jaejoong respondió sereno. Nada de lo que dijera ese hombre, lo haría volver a sentirse inferior.

Jisung no pareció convencido. —¿Después de todo lo que he hecho, a ti y a TU hermano, vienes a visitarme? ¿Después de todo este tiempo?

—Sí. —El menor suspiró. —A diferencia de ti, yo no guardo rencor en mi corazón. Me ha costado, no creas que ha sido fácil sanar el odio y el sufrimiento que me has causado. Sin embargo, yo no quiero vivir con eso... por eso estoy aquí.

Ante esa explicación, Jisung se cruzo de brazos, recostándose de lleno en el espaldar de su sillón, mirándolo con una expresión de desconfianza. ¿De verdad Jaejoong venía con las mejores intenciones? ¿De verdad no lo iba a insultar o a humillar? Si era así… —¿Sabes Joongie? Siempre creí que te parecías en personalidad a mí, pero creo que me he equivocado. Eres como tu madre… igual de tonto que ella.

Jaejoong se mordió los labios por el comentario. —Creo que es lo mejor que me has dicho en mucho tiempo. —Le devolvió el veneno.

—No, es enserio. No puedo creer que no estés aquí para verme sufrir y búrlate de mí. Yo estoy en la cárcel por la culpa del malnacido que me arruinó la vida. Tú, en cambio, te libraste de mí y disfrutas ahora con tu hermanito aquella relación enfermiza que tienen. Te saliste con la tuya, digas lo que digas, no me voy a creer que no estás aquí para restregarme tu victoria en mi cara. No creo en esa carita de misericordia.

—Pues piensa lo que quieras, no he venido a que creas en mis palabras. Más bien he venido a liberar odios y dejar que mi corazón perdone. —Jaejoong miró un momento al techo y luego lo volvió a enfrentar. —Realmente pensé que te odiaría hasta el día de muerte por la vida cruel que me diste ¿Pero sabes? Al verte ahí, detrás de una reja por tu venganza, he aprendido una cosa, —Acerco su cara al cristal. —El vivir mi vida recordándome lo desalmado que has sido y lo mucho que te odio sería no permitirme ser feliz, y eso no lo quiero sentir. Quiero librarme de las cosas negativas y empezar mi vida de la manera en que debió haber sido. Sin ti a mi lado.

Jisung restregó sus dientes ante esas palabras. Esto sin duda no se lo esperaba.

—Quiero perdonarte, quiero aceptar tus disculpas aunque yo sé que no las dirás. Pero si alguna vez tu alma quiere pedir perdón, tienes que saber de antemano que ya las he aceptado. Así que no te preocupes, yo recibo tus arrepentimientos.

—No me arrepiento de nada.

—Yo lo sé y que lastima por eso, —Sonrió amargo. —Pero yo siento que quizá, muy dentro de ti, si lo haces, porque yo sé que hay una única persona que si quisiste en este mundo… aunque fuera en tu forma egoísta y embustera. Y aunque no lo creas, también existe una única persona que si te quiso de verdad...

—¡Quedan 5 minutos!

El guardia a cargo anunció y Jisung se acercó aun más al cristal. —¿A qué va todo esto, eh? ¿Cuál es tu punto? —Le preguntó al presentir que Jaejoong tenía algo más que decirle, pero por alguna razón no se atrevía a confesarlo.

Al ver que su Jefe ya lo estaba desenmascarando, Jaejoong se preparó a decir lo que su propio orgullo le retenía de liberar: —He de confesarte que mi razón de estar aquí no solo es para deshacerme de mi odio, también es porque que una parte de mí… aun te quiere y le duele ver cómo has terminado.

Ante esa confesión, Jisung solo pudo quedarse callado. ¿Qué?

—Una parte de mi se niega a olvidar los pocos momentos en que me cuidaste, me alimentaste y hasta me hiciste feliz. Una parte de mi aun se aferra a los recuerdos de los dos riéndonos frente al televisor o compartiendo un pedazo de comida. Y por eso aun te quiero, porque durante muchos años tú fuiste lo único a lo que pude llamar familia. Y aunque me ocultaste la verdad, me separaste de mi madre y me provocaste mil sufrimientos, los momentos felices son lo suficientemente fuertes para no sentir solo resentimiento.

Jaejoong tuvo que detenerse ya que el cumulo de sensaciones se le atoraron en la garganta. Esto era en realidad difícil. Admitir sentir aprecio por aquella persona, de verdad era difícil de aceptar. —No puedo negar que me causa dolor verte encerrado y que no debería ser así, porque lo último que debería sentir es lástima por alguien como tú. Aun así, como te dije, no quiero guardar rencor, por eso quiero darte esto. —Escarbando en su bolsillo, Jaejoong saco de el el elefantito de madera que Yunho le había regalado hacia unos años atrás. —¿Sabes? Este elefantito me lo hizo Yunho porque sentía amor por mí, y ahora quiero dártelo a ti como símbolo de los momentos gratos que alguna vez tuvimos. Para que cuando lo veas te acuerdes de mi… de la única persona que has sentido algo parecido al amor en esta vida.

Jisung recibió el regalo por un hueco del vidrio y luego vio a Jaejoong levantarse de su asiento ya que el tiempo de visita había terminado. Sin embargo, antes de irse, el menor volvió a dirigirle la palabra:

—Y tienes razón, yo no me parezco a ti, porque si me pareciera a ti hubiera venido a humillarte y cobrarte mi dolor, justo como lo pensaste. Pero no es así, yo perdono y amo, y ser malo como tu es lo último en lo que me quisiera convertir…

Adiós para siempre, Jefe.

Viendo su espalda voltearse y a pasos alejarse, Jisung se quedo con el elefantito en su mano, pensando en sus palabras, pensando que efectivamente la única persona que había alcanzado a amar aunque sea un poquito en este maldito mundo…

…era a su hijo Jaejoong.



..




Se cumplía el decimo aniversario de la muerte de su madre.

En el cementerio en Gongju, Yunho se volteó al escuchar los pasos de Jae por entre las tumbas, caminando como si los pies le pesaran. Corrió hacia él y lo  envolvió en un abrazó fuerte, siendo correspondido por los brazos de Jae. Luego tomó su cara, arrullándolo. ¿Fuiste a verlo cierto? Le preguntó.

Jaejoong asintió con los ojos cerrados.

¿Y?

Ya sabes, aunque le cortaran los pies, él no admitiría que nos hizo daño.

Yunho resopló con desagrado. No debiste haber ido entonces. Él no merece tu compasión.

Tenia que hacerlo Yunho. Tenia que liberarme de esos malos sentimientos y poder estar en paz. Poder cortar ese lazo que me une con él.

Aferrándose de nuevo a Yunho, Jaejoong descansó su cabeza en su hombro, nuevamente cerrando los ojos. Esos meses luego de haber descubierto la verdad habían sido extraños. Había sido extraño no levantarse con la voz estruendosa de su Jefe, había sido extraño no ir a la calle a conseguir dinero para él. Era abrumadora toda la sensación de libertad que ahora tenia y no sabía bien cómo lidiar con ella. Le resultaba agobiante.

Aun así, con Yunho a su lado, todo había sido mejor para sobrellevar. Ahora vivían junto a Junsu, Yoochun y Changmin en la posada en Gwanju, ayudándose todos entre sí como siempre debió haber sido. Yunho era como su consuelo, más que su amante, más que su amor, era como su otra mitad. Tan parecido a él pero al mismo tiempo tan diferente. Ahora entendía porque habían nacido de los mismos padres… quizá los complementaba. Por muy bizarro que sonase.

Ven. Yunho tomó la mano de Jaejoong y lo guió hacia la tumba de su madre, en la cual ya había puesto un altar con claveles y hoddeoks alrededor. Se sentaron sobre sus pantorrillas y se quedaron viendo la lapida; esta era la primera vez desde que habían sabido la verdad que ambos iban a visitarla.

Hola… mama.

Jaejoong dijo en voz bajita, sintiendo como las emociones se le atoraban en la garganta. —Lamento que esta sea la única forma en que puedo venir a visitarte.

Yunho notó el tono melancólico en la voz de Jaejoong y lo abrazó con uno de sus brazos, reconfortándolo. Quiso decir algo, sin embargo no encontró palabras para aliviar el corazón entristecido de su amor. Cualquier consuelo se quedaría corto.

¿Por qué tuviste que morir antes que te conociera? Sin poderlo evitar, Jaejoong empezó a sollozar, acurrucándose. ¿Por qué no me dejaste verte?

Jae…

—¡¿Por qué mama?! ¡¿Por qué nunca pude recibir una caricia tuya?! Inclinándose sobre el pasto de la tumba, Jaejoong empezó a llorar de impotencia, como muchas de las otras veces en que se acordaba lo cruel que había sido la vida en no permitirle ver a su madre. Si tan solo se hubiera reencontrado con ella en vida…

Al ver que aquellos pensamientos negativos volvían a atacar a Jaejoong, Yunho decidió aproximarse a él y abrazarlo por la espalda, susurrándole al oído: Jaejoong, escúchame. Tal vez no te pudiste reencontrar con ella ahora, pero eso no significa que nunca lo podrás hacer. Quizás cuando muramos, puedas verla, podamos estar todos juntos de nuevo. Además, Yunho rodeó la cara de Jaejoong y la alejó del suelo, haciéndolo que lo mirara frente a frente. Yo si te reencontré, una parte de nuestra madre vive en mí, así que no debes sentirte solo porque sabes que estoy aquí.

Una tierna sonrisa emanó de los labios de Jaejoong al escuchar las palabras conciliadoras de Yunho. Extrañamente siempre sabia que decir en aquellas situaciones. Gracias. Dijo mientras se limpiaba las lágrimas con la manga de su suéter. Traje algo que quizás ella quiera escuchar.

Yunho arrugó la frente. ¿Qué es?

Llevándose las manos al tiro de su pantalón, Jaejoong saco de el un pedazo de papel que estaba doblado en cuatro partes. Después lo desdobló. Esta es una carta que le hice cuando tenía diez años. La he conservado conmigo desde entonces, atesorándola como una de mis pocas pertenencias. La escribí en un momento en que me sentí muy solo, desamparado, por eso quiero leérsela. Quiero que desde donde este, me escuche.

Yunho asintió y dio un vistazo a la carta, viendo que efectivamente parecía haber sido escrita hace muchos años y por un niño de la calle, ya que estaba sucia y con miles de faltas de ortografía. Aun así, quiso escucharla de la boca de Jae, ansioso por saber cuáles serian sus palabras.

Jaejoong empezó:

“Hola mami, te escribo hasta donde estés, sea cual sea el lugar.

Yo realmente no sé cómo se hace una carta, pero hoy me siento más triste de lo normal, así que quise escribírtela. Quiero decirte que no te odio por haberte ido, tuviste tus razones y yo las entiendo. Mi Jefe dice que las cosas suceden por algo. Aun así, no puedo evitar sentirme triste cuando veo a otros niños con sus padres, paseando en la calle y comprándoles un helado. El Jefe dice que algún día hará lo mismo, pero nunca lo hace. No lo culpo, tuvo suficiente amor para dejarme vivir con él. Realmente imagino cómo será tocarte o sentir tus manos o tus besos… creo que debe ser algo lindo, como lo describen en la televisión. A veces los necesito, a veces me causa dolor sentirme sin ti. Pero debo ser fuerte, como mi Jefe siempre dice, la vida no es justa y hay personas a las que les toca sufrir más y hay otras a las que les toca sufrir menos.

Si te veo algún día, espero poder darte esta carta y que me abrases y que me acaricies. Es todo lo que pido.

Por ahora me voy, espero que también tu me extrañes a mí. ¿Lo haces? Espero.

Chao mami, te veré muy pronto, chao.”

Jaejoong dobló la carta y miró al cielo, sintiendo tristeza por lo esperanzadora que sonaba pero que desafortunadamente nunca se iba a hacer realidad. Por lo menos no en este mundo. Yunho, a su lado, solo se reacomodo, pensando en sus palabras. Es una muy linda carta Jae.

Este sonrió. Gracias.

Realmente se puede ver que tú querías mucho al Jefe, lo digo por cómo te expresabas de él.

El comentario hizo que Jaejoong se contrariara y se rascara la garganta. Yo lo considere mi salvador por mucho tiempo Yunho. Lo veía como la única persona que había puesto su mirada en mí. Él único que había sido lo suficientemente generoso con un pordiosero como yo. Ahora sé que no fue así, sin embargo…

Él no lo hacía por compasión, solo quería tener a alguien bajo su dominio.

Quizá. Jaejoong coincidió amargamente. Yo siempre quise que él me quisiera como yo lo quería. Me gaste toda la vida buscando su aprobación, buscando su cariño. Lo conseguía pero nunca era suficiente para mí.

Cuando yo te conocí… De repente Yunho interrumpió, resultándole difícil expresar lo que diría a continuación. Estabas enamorado de él, por eso seguiste su plan de acercarte a mi porque querías complacerlo para que te amara.

Ante eso, Jaejoong suspiró leve. No era amor Yunho, era mi soledad.

Yunho se quedo callado ante esa conclusión. Ahora todo cobraba sentido.

Quería sentirme amado, quería sentirme adorado y lo buque en la persona equivocada. Cuando empezaron a llegar más y más chicos sentí que estaba siendo remplazado, por lo que me esforzaba el doble para que el Jefe solo tuviera ojos para mí. Para que yo fuera su única adoración. Que tonto fui. Creo que solo supe lo que era verdaderamente amar cuando te conocí.

Ambos se miraron intensamente. Se fundieron después en un abrazo potente el cual terminó en un beso profundo, de esos que tanto les gustaba compartir. La boca de Yunho se abrió para meter su lengua y reunirla con la de Jaejoong, acariciándose mutuamente mientras sus labios atesoraban los labios del otro. Pronto el aire se les acabó, así que solo les quedo darse pequeños besos cortos y dulces, no queriéndose despegar. Sabían que lo que estaban haciendo, justo encima de la tumba de su madre, era indebido pero ya no importaba.

Harían su promesa de amor con ella de testigo.

Jaejoong. Yunho se alejó de su rostro sin soltarlo de sus brazos. Aquí en presencia de mama, quiero decirte que nunca te dejare de amar. El sueño de tu carta se hizo realidad, ahora tienes a alguien con quien vivir, a quien amar y en el que te puedes apoyar. Yo nunca estaré con otra persona que no seas tú y sé que tú tampoco lo harás. Porque nosotros nacimos para estar juntos y ya nadie nos lo impedirá. Tomó el relicario de la cadena que antes le había pertenecido a su madre y que reposaba en el pecho de Jaejoong, y se lo llevó a la boca, dándole un beso. Es una promesa.

Conmovido, Jaejoong llevó sus labios al relicario que aun estaba sobre los labios de Yunho, besando tanto a Yunho como a la cadena. Así será.

Hubieran compartido otro beso mas, de no ser porque en ese momento apareció el General Choi, caminando hacia ellos con unos papeles en su mano derecha. Al reconocerlo, Yunho de inmediato se levantó del suelo, yendo hacia él. General.

Cadete, ya tengo el veredicto del Juez. Mis abogados hicieron su trabajo. Ambos tienen que acompañarme.

Sin ofrecer más explicaciones, el General se dio media vuelta y Yunho se giró hacia Jaejoong, ofreciéndole su mano para ayudarlo a levantarse y luego seguir los pasos del General.  El asunto era importante y no había tiempo que perder.

Al irse, ninguno de los dos cayó en cuenta que en su beso, la cadena que llevaba Jaejoong se desprendió de su cuello y ahora yacía ahí, sobre la tumba rodeada de claveles, como si estuviera regresando a su dueña original.

Eso solo podía significar una cosa:

Un ciclo se había cerrado.



..




Aquella casa no había sido visitada en años.

Rompiendo las tablas que obstaculizaban la entrada, los tres se adentraron en ella y no tardaron en toser por la acumulación de polvo y suciedad producto del abandono. La casa estaba como en sus viejas épocas, todos los muebles en su lugar. Los rayos de sol color durazno se filtraban por las ventanas opacas, dándole una sensación irreal. Jaejoong sintió escalofríos al recordar tantas cosas, al recordar todas sus vivencias en la casa de su infancia.

Donde su Jefe lo crio.

Los abogados me llamaron esta mañana para decirme que las escrituras que firmó Jaejoong tienen validez y por lo tanto esta propiedad ahora le pertenece. Dijo el General, haciendo que tanto Yunho como Jaejoong se miraran asombrados. Al parecer Sooman compro esta vivienda en los años 80 y vivió en ella una temporada hasta que fue encarcelado. Jisung luego volvió y se apodero de ella, y estuvo aquí 15 años hasta que la policía organizó una redada para recuperar a los chicos que tenía bajo su mando. Desde ese entonces la casa ha estado deshabitada.

Jaejoong asintió ante las explicaciones, en todo eso él estuvo presente.

¿Entonces en las épocas en que Jisung estaba viviendo aquí, Lee Sooman todavía era el propietario de la casa y los documentos que le hizo firmar a Jaejoong tienen valor? Pregunto Yunho.

Así es, está ahora es tu casa Jaejoong.

Atónito, Jaejoong se llevó una mano al pecho y trató de procesar todo lo que escuchaba del General. Al parecer el plan macabro de su Jefe contra Lee Sooman había dejado una cosa buena. Ese día Lee Sooman le regaló una casa porque creía que era su madre y cuál fue su sorpresa, que esa propiedad se trataba de nada más y nada menos que de la casa de Gongju. La casa que su Jefe siempre había dicho que era suya, ahora estaba bajo su nombre, ¿Cómo reaccionar a eso? ¿Cómo reaccionar a no tener nada y luego tener una propiedad como esa?

Jaejoong pidió un tiempo a solas para poder meditar las cosas y analizar que haría ahora. Se dirigió hacia otra habitación y se recostó de medio lado sobre una pared, detallando todo a su alrededor. Todo seguía igual, como hace años. El lugar lo hizo evocar breves recuerdos de los chicos de su pandilla y el Jefe a su lado.

De repente, como si hubiera viajado en el tiempo, Jaejoong se vio a sí mismo de ocho años acompañado de otros  chicos, siendo perseguidos por un hombre que llevaba una máscara. Recordaba ese día, fue un Halloween cuando su Jefe consiguió una horrible mascara de Haechi (Criatura mitológica coreana) y los empezó a corretear como si fuera un monstruo. El Jefe estaba borracho debía agregar, pero recordaba que fue muy divertido. Que se había reído como nunca. Más tarde, el Jefe les había llevado dulces y todos los habían compartidos sentados en círculo frente a la chimenea. Recordaba también como el Jefe se había quitado la máscara y se la había puesto a él, acariciándole la cabeza cuando él comenzó a jugar y hacer sonidos guturales con la boca.

Aquellos breves momentos eran los que le decían a Jaejoong que el Jefe en realidad no había sido una persona tan mala, que solo había tenido una vida dura, al igual que él, carente de amor familiar. Como decidió dirigir su vida era lo que los diferenciaba. En vez de corregirse, el Jefe había decidido enfocarse a hacer el mal y comportarse como lo habían hecho con él. Jaejoong decidió entonces atesorar esos buenos momentos, pensar en su Jefe con calidez y no con frialdad, ya que eso sería lo único que lo alejaría de ser una mala persona.  

Tal como se lo había confesado en la cárcel, perdonar era lo único que le brindaba paz.

¿En qué piensas?

Yunho repentinamente se apareció por detrás, susurrándole al oído.  

En cosas felices. Respondió Jaejoong. De ahora en adelante no quiero enfocarme en lo triste, quiero que todo en mi vida sea felicidad.

Yunho sonrió ante sus palabras. ¿Ya has pensado que harás con la casa? ¿La venderás?

No. Jaejoong negó y se giró para mirarlo. Quiero que esta casa tenga un nuevo comienzo, quiero que aquí solo haya esperanza para chicos como nosotros, que no tuvimos nada al nacer. Sera difícil, ni siquiera sé como comenzar, pero quiero que me ayudes en esto, ¿Lo harás?

Yunho lució confundido por lo que Jaejoong decía, aun así optó por no pensar mucho en aquello y apoyarlo en su idea. Te dije que yo te seguiré en lo que me pidas. Te seguiré a donde vayas.

Sonrieron una vez más y se besaron otra vez, saliendo de la habitación juntos, dispuestos a recorrer el resto de la casa. Aquellos niños solos, desamparados y sin ningún poder habían muerto. Las cosas habían dado un giro de 180°, el Jefe ya no estaba y sus ataduras e impedimentos se habían roto. Jaejoong ya no se sentía como aquel escuincle malnutrido que buscaba la aprobación de quien lo explotaba; ahora era alguien con poder, con valentía y con amor, con ese amor que nunca pensó que podría ser tan complicado, pero que al final había logrado vencer.

Que ironía, su propio hermano era el amor que el destino le había deparado.

Un niño de la calle a veces puede ser considerado inferior, poco valioso e insignificante; Jaejoong lo creía así y la vida le había abofeteado en la cara con la verdad. Él no era inferior sino superior, no era insignificante sino preciado, él ahora tenía el destino bajo sus manos y podía lograr cosas que jamás pensó podría hacer.

Su madre siempre deseó que sus hijos cumplieran sus metas, que fueran alguien y lo más importante, que fueran felices. Ahora ellos honraban sus deseos y ella los miraba desde el cielo gozosa. Ellos habían encontrado la paz y  por consiguiente, ella finalmente la tendría también.  

Junto a su madre.



Fin

..


Nota: Por fin! Por fin escribí el ultimo capitulo de este Fic. La verdad fue difícil escribirlo porque muchas veces no encontraba inspiración. Esta historia vengo escribiéndola desde el 2016 y estoy aliviada de que finalmente pueda postear el capitulo final. Cuénteme como les pareció en general, si lo amaron, si lo odiaron, si ni fu ni fa. Sus opiniones siempre son importantes.

En verdad quería que terminara en un final feliz y asi fue. Algo que si quiero decir es que me gusto mucho la relación entre Jaejoong y el Jefe en este fic. Tal vez pienses que soy muy blanda con él, pero el jefe ha sido mi personaje favorito para escribir. Esa relación tan complicada, a veces de cariño a veces de odio, me hace pensar que las personas no son en blanco y negro, sino escalas de grises. Díganme que opinan sobre aquello.

Y bueno aun falta publicar el epilogo, ahí contare mejor como sigue la vida de Yunho y Jae, y lo que pasa con otros personajes. En ese no tardare, no es tan largo como un capitulo.

Nos veremos entonces en el Epilogo. Hasta luego!!

Por cierto, les dejo el video de la nueva cancion de TVXQ.

"Somos lo que la gente llama destino"