martes, 9 de enero de 2018

Niños de Ciudad II: Capitulo V

Capitulo V: Cualquier atisbo de humildad en su alma se fue borrando, la vida misma le había enseñado que ser bueno no era bien recompensado.





Jung Seojin era la única hija de una familia de chatarreros, la cual vivía en una desechable casa, ubicada en un vecindario invasor en la periferia de la ciudad de Gongju. La casa se encontraba hecha por latas y cartón, los cuales su padre conseguía por su trabajo como recolector de basura. Pasaban mucha necesidad; algunos días solo tenían un plato de ramen para comer y otros días ni eso. Las inundaciones eran frecuentes y derechos básicos como la salud y la educación, era algo a lo que solo podían llegar a aspirar. Aun así y pese a todos los problemas, Seojin era una niña muy feliz.

Delgada, de tez blanca, labios color durazno y cabello negro, la niña era conocida en el vecindario por su belleza y alegría. Le gustaba hacerse amiga de todos, ayudar a los demás y reírse hasta dolerle el estomago. A pesar de que su padre era un hombre machista, violento tanto con su madre como con ella, Seojin intentaba ver la cara buena de la vida. Intentaba mantenerse feliz o de lo contrario moriría de tristeza.  

Era una vida injusta debía admitir, sin embargo ella lo aceptaba. Ella lo aceptaba con la mayor de las sonrisas.

“Seojin, ve por tu padre que está en la taberna. Ya es hora de que vuelva a casa”

Su madre, Sooyun, le ordenó una noche en la que su padre otra vez se había ido de juerga con sus amigos. Además de pobre, al hombre le encantaba gastarse el poco dinero que tenían en la mala vida. 

Sonriente, Seojin salió de su casa en la noche y se fue a la taberna donde su padre acostumbraba ir. Llegó al sitio de mala muerte, el cual estaba iluminado por unas cuantas lámparas de techo y un mostrador. Había muchas personas, la mayoría hombres y el ambiente se sentía pesado, probablemente por el humo de los cigarrillos y el olor a alcohol. La pequeña Seojin de ocho años se abrió paso entre los hombres y llegó a una de las mesas.

Lo que vio la dejo erizada.

En un sillón, estaba su padre totalmente ebrio y encima de él se encontraba una jovencilla de no más de 18 años, casi desnuda y también borracha. Su padre le estaba tocando las partes intimas, manoseándola como si no fuera un hombre casado.

Seojin se sintió morir en ese momento.

―Cariño~  ―Su padre le sonrió al verla en frente suyo. Seojin arrugó el entrecejo, él nunca era afectuoso cuando le dirigía la palabra. ―Ven, ven con nosotros.

Tomándola de la mano, su padre la instigó a tomar asiento al lado de un hombre que lo estaba acompañado. El hombre; viejo, robusto y con lentes, se veía algo diferente a los demás sujetos que visitaban esa taberna. Su ropa lucia majestuosa y cara, de verdad parecía que ese hombre no era el simple diablo que acostumbraba visitar esa clase de lugares. Se veía que era alguien importante, alguien que imponía tanto respeto como temor con su presencia.  

―¿Qué hace una chiquita como tú en un bar como este? ―El hombre le preguntó a Seojin y no dudo en colocar una mano sobre su muslo. Aterrada, Seojin buscó el auxilio de su padre, pero este estaba tan entretenido con la prostituta, que no le importó que un viejo verde estuviera acosando a su propia hija.

Luego, el hombre fue subiendo cada vez más y más su mano, y aterrizó por encima de los pantis de la pequeña. Seojin pensó que no tenía escapatoria, hasta que un muchacho moreno de aproximadamente trece años de edad, se presentó al lado del hombre. ―¿Qué más necesita… Jefe? ―Le preguntó mientras le entregaba una botella de Soju.  

El hombre negó con su cabeza. ―Eso es todo Ji.

Asintiendo, el chico estuvo a punto de irse, hasta que se encontró con la mirada de la niña, quien parecía decir con sus ojos: Ayuda. Él entendió de inmediato que era lo que ella pedía, y sin pensarlo demasiado, tomó la botella de soju que había puesto sobre la mesa y la desocupó sobre el regazo del hombre. Seojin tomó eso como una oportunidad para escapar, por lo que salió corriendo hacia la salida de la taberna, no sin antes ver como el hombre tomaba la botella y enfurecido, la estrellaba contra la mejilla de aquel chico, dejándolo tendido sobre el suelo.

Seojin corrió unas cuantas cuadras y luego se escondió detrás de un muro, recargándose en él hasta caer al piso. Ella comenzó a llorar, no por los acosos del hombre, sino por descubrir a su padre engañando a su madre. Aunque a su corta edad, ella sabía que su padre no era precisamente el hombre más correcto del mundo, jamás se le paso por la cabeza que pudiera ser capaz de hacer algo como eso. Toda su ilusión de familia pobre pero feliz se fue al caño en un segundo.

―Niña. ―De repente, el chico del bar apareció frente a sus ojos. Un morado bastante perturbador se le había formado en la mejilla. ―¿Estás bien?

Seojin se limpió las lágrimas con el dorso de su mano. ―No. ―Dijo con honestidad. ―¿Tu estas bien?

―No. ―El chico respondió con una sonrisa amarga y se sentó a su lado. ―Pero no importa, estoy acostumbrado a los golpes. No es nada.

―¿Hice que te metieras en problemas?

―Siempre me meto en problemas, aunque esta vez creo que valió la pena. ¿Cómo te llamas?

―Jung seojin. —Ella respondió.

―Qué lindo nombre Seojin, yo me llamo Jisung, Kim Jisung.

La chiquilla sonrío, ahora un poco más calmada. ―¿Vives en este vecindario? Nunca te había visto por aquí.

―A mi Jefe le gusta venir por aquí. Vivo en el vecindario de al lado en una gran casa en una esquina. Quizá nos podamos ver más seguido entonces.  

―Sí. ―Seojin asintió. ―Espero que podamos ser buenos amigos. ―Alegre, formó un corazón con sus brazos sobre su cabeza, haciendo que Jisung sonriera por el gesto. “¡Que tierna!” él pensó.

—¡Seojin! , ¡Seojin, ¿Dónde estás?! ¡Vuelve a casa!

Se escuchó la voz de una señora entre las calles. La pequeña abrió sus ojos al reconocer que la voz pertenecía a su madre. —Tengo que irme, pero prométeme que nos vamos a volver a ver, ¿Si? —Seojin le mostró el meñique para sellar su promesa.

Jisung reunió su meñique con el de la niña. —Lo prometo.

Sonriendo, Seojin se levantó del suelo y se marchó corriendo hacia su madre. Su tristeza de hacia unos minutos había desaparecido; la simpatía de ese chico había sido suficiente para borrar la desolación que le provocó ver a su padre en esa condición.

Viéndola alejarse con velocidad, Jisung se recostó contra la pared y suspiró al cielo. Presentía que las interacciones entre la pequeña Seojin y él no solo acabarían en este encuentro, y que ambas vidas terminarían relacionándose más de lo que se pudiera imaginar.



..



Jisung era un chico que no había tenido las cosas fáciles en la vida. Su padre era dueño de un restaurante de mariscos, el cual fracasó cuando un mal negocio hizo que se quedara en la ruina. Desesperado, el hombre no pensó en otra opción que intercambiar a su hijo a un Jefe de la mafia, Lee Sooman, con el fin de que este le ayudara a levantar de nuevo su negocio. Jisung fue obligado entonces a alejarse de su familia y vivir en la residencia del señor Lee, la cual estaba en un vecindario limítrofe de la ciudad, no muy lejos del barrio donde vivía Seojin. Por supuesto, el restaurante prosperó de nuevo, pero la vida del pequeño Jisung fue tomada como pago y ahora no le pertenecía a él.

Le pertenecía al Jefe que ahora serviría hasta el día de su muerte.

La vida al lado de Lee Sooman era dura. Jisung, más que su empleado, era como su esclavo y debía obedecerle hasta la más mínima orden. Si el Jefe quería que le lustraran los zapatos, Jisung debía hacerlo, si el Jefe quería herir a alguno de sus enemigos, Jisung debía ser el que cometiera el delito. Al principio, el violento mundo de la mafia fue complicado para un incauto muchacho como Jisung, sin embargo con el pasar del tiempo, él se fue acostumbrado.

Al igual que Seojin, se terminó resignando a la mala vida que le había tocado.

Sin embargo, Jisung no estaba del todo conforme con su situación, puesto que, aunque el Jefe se comportará condescendiente y hasta a veces amigable con él, Jisung no podía olvidar que él era su dueño. Que era la persona que le había quitado su niñez para convertirlo en su esclavo. Y eso era lo que más le dolía. No tener siquiera el derecho a la libertad. A decidir por su cuenta.

Y por eso, muchas veces Jisung deseaba vengarse de su Jefe.  

En ocasiones, el muchacho se comportaba necio o simplemente fingía olvidar algún recado, con el único propósito de enojar a Sooman y que este lo echara de su lado. Por el contrario, lo que conseguía no era más que golpizas y crueles maltratos que incluso podían mandarlo al hospital. El Jefe no era más que su verdugo y Jisung lo tenía claro, por lo que siempre se repetía una y otra vez que algún día se las cobraría.

Algún día él sería el que tendría el poder en sus manos.

Él seria al que llamarían… Jefe.   

―¿Vives en este vecindario? Nunca te había visto por aquí… Espero que podamos ser buenos amigos.

Y cuando conoció a la inocente y vivaz Seojin, su mundo comenzó a tener un poco mas de color.

Ella era una chica pobre, sin suerte al igual que él, solo que a diferencia de él, ella veía las cosas con mayor optimismo. No guardaba rencor ni auto lastima en su corazón, ella lo hacía vivir cada día como si fuera el regalo más valioso de todos. Le hacía disfrutar tanto de las buenas como de las malas cosas de este cruel mundo.

Por eso, cada vez que su Jefe iba al barrio de Seojin para visitar tabernas en busca de prostitutas y alcohol, Jisung se escabullía y visitaba a la niña en una pequeña montaña cerca a la casa de ella. Allí se contaban historias, comían hoddeoks (la comida favorita de ella) y pasaban el rato hasta que Jisung tuviera que volver al lado de su Jefe.

Seojin para Jisung era como una mariposa, tan insignificante y roñosa para algunos, y tan hermosa y agraciada para otros. Era revitalizadora, era jovial… era la única cosa buena que tenía en su vida.

Porque lo demás solo era un vil recordatorio de su mala suerte.

Después, los años fueron pasando, ellos dejaron de ser dos niños confundidos para convertirse en dos adolescentes, dentro de un mundo cada vez más indolente. Un mundo en donde aparentemente las personas buenas no tienen poder sobre la maldad.

—¡¡¡¿Cómo te atreviste a robarme, eh?!!!

Lee Sooman le reclamó a Jisung un día en que este decidió tomar dinero sin su permiso, para poder invitar a Seojin a la feria de la ciudad. Jisung no creyó que se daría cuenta, pensó que como solo se trataba de una insignificante suma de billetes, el Jefe lo pasaría por alto. Pero estaba equivocado; a pesar de que el hombre estuviera nadando en dinero, él atesoraba cada uno de sus billetes como si fuera la más inmensa fortuna.

Así de avaro era.

—¡No puedo creer que me hayas hecho algo como esto! —El Jefe le gritó. —¡¿Así es como me pagas después de que te acobijé y te di refugio, cuando el patán de tu padre decidió intercambiarte por un miserable préstamo?!

Jisung bajó la cabeza, llorando discretamente. No le gustaba que le recordaran lo insensible que había sido su propio padre con él.

—No voy a pasar por alto tu insolencia…
… No entiendo porque te estás comportando así, pero sea lo que sea, nunca debes olvidar que ahora estas aquí por mi ayuda. Sin mí, tú no eres nadie.

Sin mí, tú no eres nadie.

Afirmando esto, el Jefe sacó de su bolsillo la vara que acostumbraba usar cuando su esclavo se atrevía a desobedecerlo, y lo obligó a desnudarse de pies a cabeza y ponerse de rodillas. A continuación, sin titubeos, el Jefe empezó a apalearlo tan fuerte que no tardo en derribarlo en el suelo. A pesar de que Jisung estaba habituado a esa clase de castigos, esta vez el Jefe parecía no querer dejarlo ir tan pronto. Parecía como si quisiera acabar con él de una vez por todas.

—¡Espere… no más! ¡No… mas! ¡Tenga piedad… por favor!

Jisung suplicó como pudo. Si el Jefe seguía pegándole así, muy probablemente terminaría matándolo.

No obstante, el hombre no se detuvo, de hecho, sus golpes se fueron volviendo cada vez más violentos.

—¡Lo siento…! ¡Lo siento! —Jisung aulló de dolor. —¡¡¡Le prometo…  no lo volveré… a hacer!!! ¡No le volveré a robar!

Haciendo caso omiso a sus lloriqueos, el Jefe siguió golpeándolo hasta que el muchacho se desmayó por el dolor. Al verlo totalmente inerte en el suelo, Sooman se detuvo y les ordenó a los demás empleados que no lo auxiliaran. pese a que era evidente que requería con urgencia ayuda médica inmediata.

Jisung quedo tendido en el suelo unos cuantos minutos, hasta que recobró conciencia y se levantó como pudo del piso, mientras buscaba sus pantalones. Después, malherido y cojeando, salió de la casa yendo en busca de consuelo, en busca de la única persona que podría aliviarlo del dolor tan grande que estaba sintiendo:

Seojin.

—¡Jisung!

La muchacha gritó sobresaltada al ver al moribundo chico aproximarse a su casa. Este estaba cojeando; con el labio roto, el ojo inflamado, varios moretones en su torso desnudo y una herida bastante prominente en la cabeza. Seojin no esperó para acercársele y acunarlo entre sus brazos. Verlo así le provocaba una tristeza extrema.

—¿Qué sucedió? —Le preguntó una vez que pudo controlar su angustia.

Jisung levantó el rostro, estaba a punto de llorar. —Solo quería hacer algo bonito… por ti.

Seojin sollozó por la respuesta y volvió a abrazar a su amigo, sintiendo como sus propias lágrimas resbalaban por sus mejillas. Luego, sin pensarlo mucho, ella juntó sus labios siendo correspondida por la boca rota de Jisung, quien la besó como si su vida dependiera de ello. Ellos estaban enamorados, ya no lo podían ocultar, ya no lo podían seguir evadiendo… al parecer estaban hechos el uno para el otro.

—Lo odio. —Jisung espetó luego de separarse de la boca de su amada. —Odio a Lee Sooman con toda mi alma… y algún día se las voy a cobrar.

—Jisung no hables por favor, tienes que descansar.

—No, no descansare, no descansare hasta tener el poder. No descansare hasta tenerlo doblegado frente a mí. —Jisung la miró, ahora con un viso en sus ojos que Seojin nunca le había visto. Ya no estaba afligido ni derrotado, ahora parecía que solo deseaba cobrar venganza.

No prestándole demasiada atención a ese extraño cambio de parecer, Seojin ayudó a Jisung a caminar hasta la entrada de su casa para poder curarle las heridas. Para que el resentimiento que ahora habitaba en el corazón de Jisung no siguiera creciendo más.  

Aunque ella presentía, muy dentro de sí, que no sería capaz de detenerlo.



..




Desde ese día Jisung cambió para siempre.

Él se había endurecido, había aprendido a dejar su sumisión atrás para ser alguien respetado. Alguien temido. Había aprendido también las ventajas que dan el dinero y el poder, y la dulce miel de tener ambas cosas. Aunque seguía estando bajo las ordenes de su Jefe, Jisung cada día aspiraba a ser como él, cada día aspiraba derrocar su trono, y vivir su vida llena de lujos, parranda y mujeres. Cualquier atisbo de humildad en su alma se fue borrando, la vida misma le había enseñado que ser bueno no era bien recompensado.

Seojin, por otro lado, también deseaba salir de la pobreza, pero para tener una vida más digna. Tener una bella casa y una familia con su siempre amado… Jisung. Porque si, ellos se habían enamorado hasta tal punto de no visualizar su vida sin el otro a su lado, mas sin embargo, en esa relación que al principio primaba el amor.

Ahora solo era dependencia.

Porque al parecer, ya no era tan idílica como antes.

Jisung ya no la quería como antes.

―Hija, tienes que ayudarme con los quehaceres de la casa. No puedes estar todo el día en la calle con ese novio que tienes. ―La señora Sooyun le dijo al verla regresar una noche a la casa.

―Sí, madre. ―Con la voz apagada, Seojin le contestó, bajando la cabeza mientras se cubría el rostro con el pelo, como si quisiera ocultar algo.

La señora Jung se dio cuenta que algo estaba mal. Caminando hacia ella, la mujer le levantó el rostro por el mentón, notando que su hija tenía el ojo morado. Al instante se alarmó. Esta no era la primera vez que veía a su hija con esa clase de heridas. ―Seojin, no puedes seguir tolerando que ese Jisung te golpeé cuando se le dé la gana. No puedes ser como yo… que aguante toda la vida los insultos y maltratos de tu padre.

―Fue mi culpa madre. Se enojó porque estaba hablando con unos muchachos a quien no conocía.

―Eso no es excusa para su comportamiento, lo estás justificando.

―Sé que no lo hizo con mala intención….

Cuando la señora Jung estuvo a punto de refutar ese argumento, alguien golpeó la puerta, interrumpiendo su discusión. Acercándose para abrirla, la señora Jung quedo confundida al ver que quien estaba detrás de la puerta, era un hombre robusto y de edad, el cual sostenía un ramo de flores.

Seojin abrió la boca sorprendida al reconocer a aquel hombre: Se trataba del Jefe de Jisung, el señor Lee Sooman. A decir verdad, aparte de aquel incidente en la taberna hacía muchos años atrás, ella nunca había cruzado mayor palabra con el sujeto. No le agradaba, según lo que había visto y lo que le había hecho a Jisung, él era un hombre despreciable. Si a su novio no le gustaba, a ella tampoco debía gustarle.

―Buenas noches señoritas, espero que no haya sido descortés mi llegada. ―Él dijo, entrando sin ningún reparo a la casa.

La señora Jung se colocó al frente, no gustándole para nada aquel hombre. ―¿Quién es usted? ¿A qué viene?

―Mi nombre es Lee Sooman, señora. Yo soy el Jefe de Jisung, el novio de su hija. —Respondió con tranquilidad. ―Vine porque vi la pelea que tuvieron Ji y Seojin. Vi cuando la golpeó en el ojo y quise traerle unas flores para ablandar su dolor.

Ante eso, Seojin parpadeó confundida. ¿Por qué a ese sujeto le importaba ella? ¿Qué quería conseguir? ―Gracias. ―Le dijo al recibir las flores de una manera un poco tosca. ―Pero para la próxima ni se inmute. Jisung y yo lo vamos a arreglar. No necesita venir a consolarme.

Al sentir la brusquedad con la que la muchacha le habló, Sooman solo pudo sonreír. ―Ya veo porque Ji esta tan prendado de ti. Eres una chica bella y con carácter. Si me pides mi opinión, no te mereces un pobre diablo como Jisung, te mereces un hombre de verdad… —El Jefe tomó su mano. ―…Como yo. —Le besó la piel y Seojin se alejó de inmediato de su toque.

―Creo que es conveniente que se vaya. No creo que sea bien visto que usted este visitando a una joven como Seojin a estas horas de la noche. ―La señora Jung decidió intervenir al entender las intenciones del hombre. Conocía muy bien a los tipos de su calibre, quienes creían que podían poseer a cualquier mujer. No dejaría que su ingenua Seojin se dejara engatusar por ese tipo. Ya suficiente tenia con Jisung, no podía arriesgarse a que otro sujeto viniera a atormentar la vida de su hija.

―Tiene razón señora. ―El hombre sonrió. ―Hasta pronto entonces. Espero que pienses bien en lo que te he dicho Seojin. ―Le dijo a la muchacha y salió de la casa, con el semblante triunfante como si hubiera tenido éxito en su misión de conquistarla. 

En cuanto el Jefe salió, Seojin arrojó las flores al piso y luego se fue a su habitación, aun triste por la discusión que había tenido con su novio. La verdad, Jisung ocupaba tanto espacio en su mente, que poco le importaba lo que Lee Sooman tuviera planeado con ella. En su cabeza solo había cabida para un solo hombre.

Al ver las flores derramadas en el suelo, la señora Jung las levantó y las organizó en un florero, pensando que aunque hubiera querido que su hija saliera de ese ciclo de violencia que las mujeres de su clase estaban destinadas a sufrir, quizá no iba a ser capaz de evitarlo.



..



Por enésima vez se había peleado con Jisung. Por enésima vez este la había agarrado a golpes. Por enésima vez estaba en su pequeña montañita llorando como una desdichada. Se le había ocurrido la grandiosa idea de contarle a Jisung sobre los constantes coqueteos que ahora le hacía Lee Sooman. Grave error. El hombre había reaccionado histérico como si ella hubiera aceptado alguna de las insinuaciones del viejo; pero no era así, Seojin estaba tan enamorada de su novio, que aunque Lee Sooman le comprara el mundo entero, ella nunca iba a ser de él.

Pero ese Jisung no lo entendía y esa era la primera razón por la que había sido golpeada.  

Seojin saco un pañuelo del bolsillo delantero de su vestido para limpiarse  su cara que estaba llena de lágrimas. Dentro de sí, ella sabía que no tenía porque aguantar sus maltratos, que debía tener fortaleza para enfrentársele y dejarlo, pero simplemente no podía. Para ella, Jisung seguía siendo aquel muchachito gracioso y simpático de su infancia, no este monstruo en el que se había convertido.

Agregado a eso, también había otra razón por la cual ella no podía irse de su lado: Ahora ella estaba embarazada. Ellos compartían la vida de una nueva criatura, de manera que no podía correr el riesgo de dejarlo y quedar sola con un bebe. No soportaría no tener su compañía para enfrentar la difícil tarea de criar a su hijo.

Y aquella feliz noticia fue la segunda razón por la que había sido golpeada. 

―¿Podemos hablar?

Jisung apareció de la nada, luciendo como si nada hubiese pasado. Ella levantó el rostro. ―¿Qué me dirás ahora? ¿Qué no fue tu intención? ¿Qué estabas borracho?

—No me pidas que reaccione de la mejor manera cuando vienes a decirme que estas esperando un bebe mío. ¿Cómo creíste que iba a reaccionar? ¿Qué iba a tirar pétalos por el aire o qué?

—Yo pensé que tú entenderías…

—¿Entender qué? ¿Qué por tu culpa ahora estamos metidos en este embrollo? Porque el que estés embarazada no es culpa mía, es tuya por no saber cuidarte mejor. Debiste haberlo prevenido… ¿Cómo crees que yo me siento? ¿Cómo crees que seguirá mi vida después de esto? No entiendo porque ahora te haces la indignada, pareciera que no me quisieras…

—Pero yo solo te estaba anunciando que estaba embarazada. Sé que es algo repentino, pero yo no quiero que pienses que no tengo en cuenta tu vida. Sabes que te amo con locura, desde niña, he estado enamorada de ti. ―Acercándose, ella se ancló a su cuerpo, rogando por su perdón. Como siempre, ella era la que terminaba pidiendo disculpas. 

―¿Por qué entonces siempre me haces enojar de esta manera? ¿Es para llamar mi atención? ¿Te embarazaste para llamar mi atención? ―Jisung inquirió con una falsa angustia en los ojos. Al parecer, ya había aprendido a la perfección el arte de la manipulación y una chica como Seojin era fácil de engatusar con su actuación lastimera. ―Sabes que te amo con toda mi alma, sabes que me duele cuando tengo que golpearte, pero a veces no entiendo tu forma de actuar.

Ella bajó su cabeza, sintiéndose culpable. ―Lo siento.

Jisung suspiró, esta situación era de todo menos placentera. Dentro de sus planes de vida, un hijo no tenía cabida y ahora, gracias al descuido de su querida noviecita, tendría que cargar con un mocoso por el resto de su vida. Él no quería ser padre, su sueño era ser un súper magnate o un Jefe de la mafia, no tenía tiempo para estupideces como formar una familia. Por mucho que Seojin estuviera ilusionada con la idea, él no estaba hecho para ser el hombre que ella anhelaba.

Pero bueno, ya lo hecho, hecho estaba. No podía simplemente dejar a Seojin para que se ocupara sola de su bebe, eso sería demasiado cruel. Debía responder, así fuera de mala gana, por la imprudencia de su mujer.  

Y por ahora, tendría que reconciliarse con Seojin para que las cosas no siguieran complicándose más.  —Cierra los ojos. —Le ordenó de repente.

Seojin lució confundida. ―¿Por qué?

―Solo hazlo.

Obedeciendo, Seojin cerró sus ojos y no tardo mucho en sentir un metal frio colocarse en su cuello. Abriendo los ojos, la muchacha miró hacia abajo y vio un collar dorado que tenía una figura de mariposa como dije. De inmediato, se emocionó, riendo con aquella risa que podía sanar cualquier corazón. —¿Pero qué es esto? No lo entiendo… ¿No estabas enojado conmigo?

―No creas que no me duele cuando te hago daño, por eso conseguí esto para ti. ―Jisung le dijo mientras le daba un beso. ―Aunque no me guste la idea de tener un bebe, voy a responder por él como buen hombre que soy. Este es mi regalo por tu embarazo,  ¿Te gusta?

―¡Sí! ―Ella le contestó entusiasmada y acto seguido se precipitó a sus brazos. Su enojo inicial había desaparecido. El gesto de que Jisung al parecer si le importaban sus sentimientos, le hizo derretir el alma. Por supuesto, ese era el talento de Jisung: utilizar cualquier tontería para que las mujeres lo perdonaran. Para manipular a todos los que lo rodeaban. Sabía que él no era un hombre poderoso (aun), por lo que utilizar su ingenio y astucia era lo que tenía para salir bien librado de cualquier situación.

Fuese la que fuese.

―Eres como mi mariposa. Mi mariposa traicionera.

Jisung le susurró al oído, Seojin se estremeció por lo seductor de su voz. Definitivamente no había otro como su adorado Jisung.

—Te perdono, pero no te vuelvas a descuidar así. Puedo soportar mantener a un crio, pero a más no puedo. Prométeme que no te volverás a embarazar ¿De acuerdo? —Jisung le mostró el meñique, como siempre habían cerrado sus tratos.

—De acuerdo.

Asintiendo, Seojin besó el meñique de Jisung, para luego besarlo en los labios. Estaba tan idiotizada que no se detuvo a pensar porque ella tenía que pedir disculpas, si al fin y al cabo un embarazo es fruto de dos personas, no solo de una. Que estuviera esperando un hijo no era exclusivamente su culpa; Jisung era el que le había metido el pene y ahora se hacia el indignado, como si no hubiera tenido nada que ver en la creación de ese bebe.

Pero así era ella a fin de cuentas; tan crédula que no se daba cuenta como con su falsedad y su manipulación, Jisung labraba el camino para poderla pisotear.



..

Nota: Yo creo que en vez de aclarar, quedaron mas confundidas con este capitulo. No se desesperen, pronto se sabra. 

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5 comentarios:

  1. Yo no...en realidad me quedo claro todo...pobre de la mama de yh y yh tmbn todo esto estuvo muy mal!!
    Ahora que se las razones...no las justifico en verdad!!...pero yo quiero saber del #YunJae que pasara con ellos y su amor?
    Gracias

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  2. ahora entiendo por que su odio de Jisung asía Sooman pues siempre lo golpeo y trato muy mal y le quería quitar a su novia pero este si la amaba de verdad por que la trataba mal y le hacía la vida imposible y después de todos sus abusos a Seojin ella siempre le amo y la pobre si que se las vio duras y todo por amor a ese mal hombre
    Gracias

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  3. Aunque entiendo sus razones ahora...de todos modos no lo justifico y a parte a mi me interesa saber ya del #YunJae que pasara con lo que sienten?
    Pobre de la mama yh... :(
    Gracias
    Pdt:Espero actu

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  4. Este fue un capítulo con muchas revelaciones, pero que también nos plantaron mas dudas... la vida tanto de Jisung y Seojin fue un calvario, pero la pobre Seojin es la que hasta el momento la sigue pasando peor
    Realmente adoro tu estilo de narración, muchas gracias por esta nueva actualización. Por cierto ultimamente mi cuenta ha estado mal y mis comentarios no podían publicarse, pero ya lo solucioné así que espero poder estar comentando mas seguido.

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  5. Bueno se me aclararon algunas cosas.

    En serio que este tipo de situaciones es lamentable, y sucede en la vida real, en todo el mundo U.U

    Una vida dura, y lo peor es que los hijos por nacer son los que sufrirán por las decisiones y acciones del pasado.

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