miércoles, 18 de enero de 2017

El bosque de Daegu - Capitulo 4

Capítulo 4— Competencia: El calor del cuerpo de Jaejoong sobre su cama lo hizo sentirse más dichoso que el calor proveniente del beso con la doncella.




Esa noche hacia un frio particularmente intenso.

Desde una estructura elevada, el Coronel Jung vigilaba a su prisionero que, como castigo, había sido atado a un poste y dejado justo en la mitad de los patios del castillo. El Coronel era conocido entre sus subordinados por no tener compasión a la hora de poner castigos, y al parecer este caso no era la excepción. Jaejoong no había comido ni bebido en tres días; las condiciones de calor en el día y de frio en la noche lo tenían al borde del desmayo. Yunho estaba convencido que eso le daría un buen escarmiento, por atreverse a escapar de su encierro.

Así no le quedarían fuerzas de intentarlo (O siquiera pensarlo) de nuevo.

Echándole una última mirada, Yunho se dirigió a sus aposentos, dejando que Jaejoong pasara la noche a la intemperie. La habitación del Coronel estaba tan fría como el ambiente afuera, los vidrios de la ventana se empañaban y el sonido del viento se escuchaba golpear contra el cemento; más sin embargo, Yunho parecía resistente a irse a la cama. Se sentó en su escritorio para trazar unos planos sobre unos pergaminos, ideando la mejor forma de atacar el bosque. La familia del bosque se encontraba desolada por el rapto de su único hijo y eso le permitía al ejército tomar ventaja de la situación. Pronto lograría su cometido, solo tenía que ser paciente y esperar un poco más para ajustar todos los detalles. Para que ningún cabo se le fuera de las manos.

Rato después, Yunho se levantó de su escritorio para despejar un poco su mente y, cuando se asomó a la ventana, no pudo evitar fijar su mirada en el muchacho, quien parecía estar retorciéndose y gimiendo de dolor. Suspirando profundo, Yunho abrió un poco la ventana y acercó su oreja. Y en efecto, una serie de quejidos y lamentos de dolor se escucharon, y Yunho tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no atender esos llamados. Pero ya no podía olvidarlos, ya estaban en su cabeza. Así que, sin pensar mucho en lo que haría, Yunho salió de su habitación y bajó hacia donde estaba Jaejoong, queriendo comprobar el estado en el cual estaba su prisionero.

Era deplorable.

Acurrucado contra el poste, Jaejoong mantenía la cabeza gacha. Sus labios estaban partidos, su piel un poco más pálida de lo normal y sus ojos se encontraban adormilados amenazando por querer cerrarse en cualquier momento. De inmediato, Yunho se arrodilló frente a él, queriendo ver si la situación era tan grave como parecía. Y si, era bastante grave. Debido a que no había comido ni tomado de beber en días, Jaejoong lucia alarmantemente deshidratado. Con cautela, Yunho tocó la mejilla izquierda del muchacho. Estaba helado, si no moría de hambre seguramente lo haría de hipotermia.

“¿Qué debo hacer?” Yunho se preguntó en su mente. Él era un hombre al cual no le interesaban las angustias de los demás, menos si se trataba de un  prisionero bajo su verdugo, sin embargo, algo dentro de sí lo impulsaba a querer ayudar al chico. Algo dentro de sí, quería mantenerlo a su lado. Por consecuente, Yunho dejó su orgullo a un lado y despojó de las ataduras a Jaejoong, alzándolo después con la intención de llevarlo a un sitio mejor. Lo trasladó a su cuarto y lo metió dentro de sus cobijas, luego fue hasta las sobras de su comida con la idea de alimentar al muchacho.

No se dio cuenta cuando Jaejoong regresó un momento en sí, sintiéndose perdido de porque estaba ahí. —¿Qué…pasa…?

—Ven, come. —Yunho le acercó un pedazo de pan a la boca y en seguida  Jaejoong le alejó la cara.

—No…

—No te pongas terco. Si no comes ahora, morirás.

Jaejoong negó con su cabeza. —No quiero.

—Come. —Yunho volvió a acércale el pedazo, pero Jaejoong lo abofeteó lejos con las pocas fuerzas que le quedaban.

—No quiero tu… misericordia… bastardo…

—Solo come, maldita sea. —Yunho empezó a enojarse. —¿Por qué hasta en esta situación me tienes que llevar la contraria?

Jaejoong lo miró con odio y aunque Yunho le presionó el pan sobre la boca, este estaba decidido a no abrirla. Siendo un poco más brusco, Yunho tomó de la barbilla a Jaejoong para obligarlo a recibir el pan. Tal como todo lo que conseguía, utilizaría la fuerza para hacerlo comer. Sin embargo, Jaejoong no se lo dejaría tan fácil. En cuanto el pedazo entró en su boca, el más joven lo escupió y volvió a presionar sus labios. Yunho se enojó aún más.

—¡¿Qué tengo que hacer contigo para que me hagas caso, eh?!

Gritando exasperado, Yunho desistió de su labor de querer alimentar a Jaejoong. Así fuera para su propio beneficioso, ese muchacho seguiría nadando contra corriente. ¡Qué exasperante era!

—Solo déjame en paz… te odio…

Yunho lo volteó a ver ante esas palabras. No le gusto recibir esa frase de los labios del chico. —No puedes morir, si mueres mi plan quedaría arruinado.

—¿Entonces…solo te preocupa eso…?

—Sí. —Yunho asintió pero luego se mordió la boca. Era mentira, él no ayudaba a Jaejoong por su plan. Él ayudaba a Jaejoong porque tenía ganas de hacerlo. Esta vez tenía las mejores intenciones, sin embargo si seguía siendo brusco, Jaejoong no accedería a dejarse auxiliar. Tenía que cambiar de táctica, tenía que comportarse con amabilidad para que Jaejoong no tuviera deseos de retarlo.

Dejando pasar unos minutos, Yunho sorpresivamente empezó a acariciar la cabeza del muchacho, siendo recibido por los ojos profundos de este que lo miraron confundido. ¿Ahora que hacia?

—Come, solo come por favor.

Yunho suplicó leve y utilizando su pulgar, rozó los labios deshidratados de Jaejoong. Quizá era porque se encontraba débil, puesto que Jaejoong no supo en qué momento se dejó llevar por la aparente ternura de Yunho, y de un instante a otro empezó a recibir cualquier cosa que quisiera darle. Pan, agua, frutas… Jaejoong comía vivazmente lo que la mano de Yunho le ofrecía.

—Eso, así me gusta. —El Coronel sonrió satisfecho al ver la cooperación de Jaejoong y cuando terminó, tan solo le limpió la boca y barbilla, y lo acomodó mejor entre sus sabanas. —Dormirás aquí esta noche. —Sentenció y se acostó al otro lado de la cama, con precaución de mantener la distancia adecuada para que sus cuerpos no se tocaran.

Jaejoong aún no lo podía creer. ¿Por qué ese hombre tan cruel y déspota se estaba comportando tan generoso con él? —¿Qué es lo… que quieres? —Preguntó luego de darle vueltas y vueltas al asunto. Él no se debía dejar engañar, personas como el Coronel Jung no cambiaban de un instante a otro.

De seguro tramaba algo.

—Tómalo como el pago a un favor. —Yunho dijo al cerrar sus ojos. —Me ayudaste una vez y ahora te devuelvo el favor. Ahora debo dormir y es prudente que también lo hagas... tú… tú…

—Jaejoong… —El otro respondió sin pensarlo.

—¿Jaejoong? ¿Ese es tu nombre?

El pelinegro cerró los ojos. —Si…

—Bien, Jaejoong. Duerme.

Quizá la única vez que le haría caso a Jung, Jaejoong dejó de pensar tanto y simplemente se quedó dormido. Estaba mental y físicamente agotado por su castigo, y tan profundo quedo entre sus sueños que no se dio cuenta de la mirada penetrante que Yunho había puesto sobre él. El Coronel sintió una sensación extraña en su interior. A pesar de que Jaejoong estuviera todo sucio y verse totalmente salvaje… lucia tan distinto, tan misterioso y tan místico. Tan inalcanzable para él. Las hojas y plumas en su cabello lo adornaban de una forma singular, y esos rayones en su cara delataban lo primitivo pero al mismo tiempo inocente que era.

Embelesado, Yunho se acercó un poco más, sintiendo que su cama esa noche se sentía un poco más cálida. Se sentía en compañía. Y ese sentimiento lo hizo sentir pleno.

Como nunca lo había estado.

Ignorando aquel momento de paz con su prisionero, Yunho se quedó dormido sobre la cama, decidiendo que así quería dormir todas las noches.

Definitivamente, el calor del cuerpo de Jaejoong sobre su cama, lo hizo sentirse más dichoso que el calor proveniente del beso con la doncella.




..




A la mañana siguiente, Jaejoong se despertó de nuevo en su calabozo, sin embargo algo había de diferente. Esta vez le habían dejado comida hasta para tres días y una pila de cobijas y almohadas con las cuales refugiarse. Ese día Jaejoong comió como si no lo hubiera hecho en años y al anochecer, preparó con las cobijas un lecho caliente para dormir. No obstante, al momento de acostarse para conciliar el sueño, el portón de su calabozo se abrió súbitamente.

—Levántate. —El Coronel Jung le ordenó y tomándolo bruscamente del brazo, lo levantó del suelo y lo dirigió hacia su habitación, empujándolo después sobre una improvisada cama en la esquina de esta. —Dormirás aquí de ahora en adelante.

Jaejoong arrugó el entrecejo. —¿Por qué?

—No me es útil tenerte todo el día encerrado en un calabozo. Desde hoy serás mi esclavo y dormirás aquí.

Sin dar más explicaciones, el Coronel tomó una soga y amarró una de las muñecas de Jaejoong a un pilar cerca de la llamada “cama”. Luego se sentó en su escritorio, concentrándose de nuevo en sus pergaminos como lo hacía cada noche. A Jaejoong no le quedó de otra más que recostarse sobre las almohadas, pensando que esa situación realmente era muy extraña. ¿Con que objetivo quería Jung que le sirviera como esclavo? ¿Acaso era porque tenía que aparentar con el Rey? ¿Cuál era la razón? No la sabía, más sin embargo cualquier lugar era mejor que pasar la noche en ese frio calabozo.

Incluso si ese otro lugar se trataba de la habitación del Coronel.

Tal y como la noche anterior, Jaejoong se dejó rendir temprano ante el sueño, sin darle más vueltas a las intenciones de Yunho con su repentino cambio de parecer. Creyó que al día siguiente despertaría de nuevo en ese calabozo, sin embargo cuando abrió sus ojos, pudo confirmar que no era así.

Aun se encontraba en el cuarto de Yunho.

Algo confundido, Jaejoong levantó medio cuerpo y observó a Jung vestido con su traje de oficial, listo para comenzar el día.

—Toma. —Fue lo que le dijo al alcanzarle un pantalón y una camisa.

Jaejoong levantó un lado de su boca con evidente asco. —¿Para qué me da esto?

—Si vas a servirme, tendrás que ponértelo. Ya estoy cansado de verte con esa ropa de pordiosero. Además…—Utilizando sus dedos, Yunho quitó de la cabeza de Jaejoong una hoja marchita. —Debes quitarte todo eso que traes en el cabello. Ya no vives en el bosque, debes verte como una persona normal. Y una última cosa, —Yunho colocó en frente de él un balde lleno de agua junto con un paño. —Límpiate esa piel y esos rayones que traes en la cara.

Totalmente incrédulo, Jaejoong se levantó de la cama decidido a enfrentar a ese hombre. ¿Enserio creía que él iba a hacer lo que le decía? ¿Qué intentaba? ¿Desalojarlo de sus raíces? ¿Hacerle olvidar quién era? —No lo hare. No lo quiero hacer. —Arrojando la ropa al piso, Jaejoong colocó sus pies encima y empezó a limpiarlos sobre ella en una muestra clara de desobediencia.

Yunho, al ver esto, se mordió la lengua y se acercó amenazante a Jaejoong, clavándole fijamente sus ojos negros. Eso siempre funcionaba cuando quería intimidar a alguien, pero al parecer con Jaejoong no estaba funcionando, ya que este solo le sostuvo la mirada sin atisbo de querer bajar el semblante. Sorpresivamente Yunho no se enojó por eso. Una parte de él le entretenía que Jaejoong siempre encontrara la manera de oponérsele. Sin embargo la otra parte de él lo odiaba. —Bien, entonces si no quieres hacerlo, te pondré una tarea. —Agarrándolo del brazo, Yunho arrastró a Jaejoong hacia una esquina de la habitación, justo donde se encontraba su biblioteca. Luego, arrojó todos sus libros al suelo, dejando las estanterías completamente vacías.

—Quiero que lo organices. —Le ordenó. —Deben ir por orden de publicación, autor y color. Y quiero que lo hagas ya.

El pelinegro rodó los ojos. ¿Cuántas veces necesitaba ese hombre para entender que él no cumpliría sus órdenes? —Como diga. —Tomando cinco libros al azar, Jaejoong los colocó de mala gana en la estantería, sin prestarle atención a eso del color, publicación… y demás tonterías que Yunho quería. Se agachó para recoger más pero Yunho se lo impidió, tirando los libros que había acabado de poner.

—Así no es como te dije. Hazlo bien. —Le replicó.

Mas sin importarle, Jaejoong volvió a tomar los mismos libros y a ponerlos como cayeran en esas estanterías. Yunho de nuevo los tiró al suelo y Jaejoong volvió a acomodarlos. Se quedarían todo el día así si seguían con el mismo juego. Era seguro que ninguno quería dar su brazo a torcer.

—¡Ya basta! —Exasperado, Yunho gritó a la sexta vez de botar los libros. Ya no lo podía soportar; por más que se le imponía, Jaejoong siempre lo esquivaba. ¿Cuándo seria el día que por fin le haría caso? —¡Me tienes harto! —Sujetándolo de las mejillas, Yunho acorraló a Jaejoong contra la esquina del cuarto. Ya hasta había perdido la cuenta de cuantas veces había hecho eso, cuantas veces había enfrentado a Jaejoong por su obstinación.

—¡Entonces debería dejarme ir si está cansado de mí!

—¡Eso nunca! —Yunho exclamó. —Se lo que tratas de hacer. Sé que me quieres volver loco con tu comportamiento, pero no lo lograras.

—Ya lo estoy logrando. Estoy haciendo que pierda la compostura en este preciso momento.

—No…—El Coronel cerró los ojos. —Soy más fuerte que eso.

—No lo es... —Contradijo Jaejoong —Usted es muy débil.

Yunho se irrito aún más al escuchar esas palabras. Odiaba que lo llamaran débil. Lo odiaba profundamente. —Soy el oficial más fuerte que tiene este ejército. Yo no sé de debilidad.

—Pues que gran mentira. —Jaejoong pronunció con firmeza. Aunque fuera joven, él sabía muy bien como leer a las personas. —No crea que no me di cuenta como le afectaron mis palabras el otro día. Y es que usted está muerto por dentro.

—¡Silencio! —Yunho aumentó su presión sobre Jaejoong. Ya hasta estaba casi encima del muchacho. —¡¿Qué debo hacer para que cierras esa boca de una buena vez?!

—Un hombre como usted no me podrá silenciar…nunca.

El Coronel dejo caer su frente contra la del muchacho. —¿Quieres probar?

—Nunca lo hará.

—Hare que te calles de una maldita vez…

—No lo lograra.

—…Y así no tendré que escuchar más tu irritante voz.

—¿Y cómo lo hará? Porque no hay castigo, ni golpe, ni insulto que me pueda callar.

Jung de repente enfocó sus ojos más debajo de los ojos de Jaejoong. —Entonces tendré que utilizar otra forma para callar tus labios.

—Quítese de encima. —Jaejoong le exigió al presentir las intenciones del otro con su acercamiento.

Pero ya era tarde, ya a Yunho se le había metido una idea en la cabeza y no había forma de volver atrás. —Te enseñare a comportar esa boca.

Súbitamente la puerta de la habitación se abrió, haciendo que Yunho se alejara rápidamente de Jaejoong. El más alto se volteó para ver quien había sido el entrometido que se había atrevido a interrumpirlo justo en ese momento, y para su sorpresa, se trataba de nada más ni nada menos de la joven Go Ara.

El Coronel tuvo que tragarse su enorme descontento al verla ahí de pie en su puerta. —¿Qué hace aquí? —Preguntó directo viendo como la chica parecía inhibirse por la forma en que se le dirigió.

—Quise  pasar a despedirme… hoy regreso a mi reino. —Go Ara se acercó a Yunho, pero la presencia de Jaejoong la hizo detenerse en seco. Miró a Yunho de inmediato, demandándole con sus ojos una explicación.

—Es mi criado. —Yunho le aclaró al ver la cara de confusión de la chica.

Jaejoong estuvo dispuesto a refutar esa afirmación, pero cuando lo iba a hacer, Go Ara se le acercó de forma amenazante y lo examinó de pies a cabeza como si de un objeto se tratara. Jaejoong le sostuvo la mirada, no dejándose amedrentar por esos inusuales ojos color oliva. Era una mujer hermosa, Jaejoong debía admitirlo, con un porte y elegancia similar al de sus hermanas, sin embargo había algo de esta chica que no le terminaba de gustar. Era como si ella se creyera por encima de él, como si ella creyera estar observando a una cucaracha.

Y en efecto, Jaejoong confirmó sus aires de superioridad cuando ella abrió su boca y comentó con desdén lo siguiente: —¿De verdad es tu criado Coronel? Vaya, no sabía que hicieras labores de caridad… —Go Ara dejo salir una risita mientras se devolvía hacia donde estaba Yunho, sintiéndose escéptica respecto al rol del muchacho. Y es que de verdad con solo ver su apariencia, Go ara sospechó que algo inusual pasaba. ¿Por qué este joven que lucía tan “salvaje” y totalmente inadapto del mundo era el criado de alguien tan majestuoso como el Coronel Jung? De verdad no le cabía en la cabeza. —¿De dónde lo sacaste, eh?

—No tiene importancia mencionarlo. —Yunho dijo cortante queriendo dejar el tema de Jaejoong a un lado.

Sin embargo Jaejoong no pensaba lo mismo. —¿Quién es usted? —Preguntó al no querer dejarse denigrar de la mujer.

Incrédula, la chica lo volteó a ver de nuevo. —Soy la doncella Go Ara, soy la prometida del Coronel Jung.

“¿Prometida?” Jaejoong se preguntó en su cabeza ¿Acaso ese hombre tan repugnante tenía una prometida? ¿Quién sería capaz de enamorarse de un hombre así? —Qué pena por usted, lo siento mucho.

—¿Qué quieres decir? —La chica alzó una ceja.

—Que la compadezco al tener que casarse con un hombre como es… —El comentario de Jaejoong quedo a medias, cuando Yunho se le abalanzó a taparle su maleducada boca. A continuación, Yunho tomó con fuerza su muñeca y lo volteó para que quedaran cara a cara, siseándole en el oído lo suficientemente bajo para que la doncella no pudiera escucharlo: —Si no quieres volver a ese calabozo más te vale que te comportes. No quiero oírte decir nada. —Soltándolo con brusquedad, Yunho le mandó una mirada de advertencia, que fue recibida por los ojos inconformes de Jaejoong.

En seguida, Yunho y su prometida se sentaron en una especie de mesa para tomar el té antes de su partida, mientras Jaejoong se quedaba de pie, teniendo unas ganas inmensas de sabotear el momento pero recapacitando que quizás no era tan bueno hacerlo.

—¿Qué haces ahí? ¡Ve y tráenos un poco de agua caliente!

El Coronel le ordenó de mala manera a Jaejoong y este solo refunfuñó, mientras se daba media vuelta e iba por el mandado. Le molestaba de sobremanera que el Coronel lo tratara como un esclavo, ya que él no se sentía atado a nadie, ni con el deber de servir a nadie. Le ofendía hasta escuchar la palabra, aun así cumpliría esta orden solo por el anhelo de poder quitárselo de encima.

Regresando a la mesa de té, Jaejoong vertió el agua caliente en los tazones de la manera que él creía correcta. Mientras lo hacía, Go ara hablaba sin parar de lo que pasaría a su regreso, pero su entusiasmo se fue apagando gradualmente en cuanto notó como Yunho no la estaba mirando a ella sino a Jaejoong, quien parecía muy concentrado en servir el agua en los tazones. De inmediato, la mujer dirigió su mirada al muchacho, queriendo averiguar qué era lo que tenía tan desconcentrado a Yunho. Sin embargo, por más que se esforzaba, no veía nada que fuera digno de mirar. Ese muchacho parecía haber salido del mismo bosque…  ¿Por qué Yunho parecía tan enfocado en él? No sabía porque, pero la presencia de ese chico en la vida de Yunho hizo estremecer el corazón de Go Ara, como si premeditara que algo extraño estaba sucediendo.

Los pensamientos inquietos de la chica no continuaron, ya que, de un momento a otro, Jaejoong hizo un mal movimiento provocando que gotas de agua caliente cayeran tanto en su mano, como en la mano de la doncella. Ambos de inmediato reaccionaron, contrayendo su mano a su respectivo cuerpo, y lo que paso después nadie se lo habría imaginado, ya que Yunho de repente se levantó y tomó la mano herida de Jaejoong para revisar como estaba. Los ojos de Jaejoong de inmediato se conectaron con los de Yunho al no comprender porque estaba haciendo eso. El cuerpo de Go Ara se llenó de celos.

—¿Qué…? —Jaejoong quiso preguntar, pero la pregunta quedo en el olvido cuando ambos notaron como el asunto de la mano había quedado en segundo plano, y ahora no podían dejarse de mirar el uno al otro. Era como si ese insignificante momento se hubiera transformado en algo más. Todo pasó en cámara lenta.

—Fue, fue… solo una quemadura. —Yunho le dijo al volver en sí y caer en cuenta como su intención había quedado a un lado, con solo ver el bello rostro de su prisionero. Jaejoong también recapacitó, alejando su mano con brusquedad como si quisiera decirle a Yunho que no quería que lo tocara.

Aunque eso no era lo que en realidad deseaba.

—¡Yunho, mi mano! —Go Ara de repente exclamó al sentirse ignorada por su prometido, y cuando quiso recibir la misma atención que Jaejoong había recibido, un soldado interrumpió en la puerta avisándole que su carruaje ya estaba listo para partir.

—Es hora de irte. —Yunho le dijo mientras la conducía a la puerta. Parecía como si fuera el más emocionado de que se fuera.

—Espera.

Inesperadamente la doncella paró en seco y, dedicándole una mirada retadora a Jaejoong, se agarró del cuello de Yunho y lo besó de manera apasionada. Yunho quedó por unos segundos estático y Jaejoong no hizo nada más que alejar la mirada. Sensaciones de asco, incomodidad y algo de celos se le vinieron a la boca. Se preguntó de dónde ella había sacado fuerzas para besar a un hombre tan aborrecible como Yunho… se preguntó también porque le estaba comenzando a doler en el pecho. ¿Acaso se debía por un malestar que no quería admitir?

—Adiós… volveremos a vernos muy pronto. —Go Ara susurró en los labios del Coronel y acto seguido se marchó junto al soldado, no sin antes arrojarle una intensa mirada de advertencia a Jaejoong. Esperaba que con ese beso quedara claro a quien Yunho le pertenecía, aunque ni ella misma comprendía porque debía dejar eso en claro. Ese muchacho no era competencia… ¿O sí?

En cuanto volvieron a quedar solos, Yunho se enfocó en terminar de alistarse, ya que debido a Jaejoong y todo el asunto de la despedida de Go Ara, se le había hecho tarde para ir a comandar sus fuerzas. Se cargó su espada, ajustó su uniforme y luego se dirigió a Jaejoong a quien ató a un pilar de la habitación para así evitar que escapara. —¿Entonces aun piensas que estoy solo? —Yunho le preguntó de manera sarcástica al terminar de ajustar los nudos en su muñeca. Ahora que lo pensaba, el beso imprevisto de Go Ara le había servido para demostrarle a Jaejoong que él tenía quien lo amara. Que conveniente había sido.

Jaejoong dejo salir un resoplido. —Ella parece no tener idea de quién es usted.

—Ni tu tampoco. No creas que me conoces. —Yunho se alejó de él.  —No sabes nada de mí.

A continuación, Yunho se dirigió a la puerta de la habitación y la abrió, volteándose una vez más a donde estaba Jaejoong. —Espero que te comportes bien hoy, no quiero sentir ni escuchar nada. No querrás que venga a callarte la boca… ¿O sí? —Yunho sonrió con prepotencia y Jaejoong relamió sus labios de manera inconsciente ante esa amenaza.

Oh, comenzaría una nueva fase de su vida como prisionero y Jaejoong no sabía si tendría la fuerza mental para soportarla. En su calabozo al menos podía estar a solas casi todo el día, con unas dos o tres visitas cortas del Coronel, ahora las cosas habían cambiado. Tendría que dormir en la habitación del Coronel y aguantar todas sus demandas cual esclavo. La paciencia era algo que Jaejoong había descubierto que tenía solo estando bajo el verdugo del Coronel Jung, más sin embargo, no sabía con precisión cuanto tiempo le duraría.

Jaejoong solo esperaba el día en que el karma actuaria para bien, el día en que al Coronel la vida le haría cobrar todas las injusticias que había cometido.





..


Nota: Hola, chic@s de nuevo yo con un nuevo capitulo. 


Con respecto a mis dudas sobre el Yunjae que les comente la vez pasada, creo que ya estoy un poco mejor. Simplemente me entro un miedo profundo al creer que quizas las cosas volverian a ser como antes de su encuentro en el ejercito. Ya saben sin que uno se entere si se hablan o no se hablan, ni una foto, ni una mencion etc...Pero bueno voy a tratar de tener fe en ellos. Voy a tratar de creer que ninguno ha encontrado a alguien mas, aunque debo admitir que si estoy desesperada por saber cual es su situacion XD y no solo de ellos, tambien la de los cinco. Su amistad que por tantos años me parecio tan bonita... seria muy agridulce saber que solo existe en el pasado.

Por otra parte, me alegró saber que en esta semana las cosas salieron bien para Yoochun en su caso, aunque su futuro sea aun incierto.

Esperemos que todo salga bien para los cinco en el futuro.

Adios y nos vemos en la proxima actu.

No olviden dejar un comentario!!



7 comentarios:

  1. Mis 5 dioses se que volverán a reunirse en algún momento ya todos fuera de la milicia...Se q así será o al menos son mis locas ilusiones...Y la historia se va poniendo mejor ya empiezan a enamorarse....Son iguales de caprichosos y tercos los 2.. Gracias x la actualización

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  2. Por queeee?! :o
    Justo cuando Yunho lo iva a besar, ella aparece T-T
    Gracias por el capitulo. Estaré esperando la actualización. Besos ��

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  3. como siempre cuando la cosa se pone emocionante llega alguien a echar abajo la magia y lo arruina todo pero Jae siente cosas que no sabe que es por Yunho o no lo quiere reconocer por que los dos ya se están enamorando y esa quedara muy pronto fuera y ella lo sabe por eso quiere marcar su territorio pero no creo que sea ella la que se quede con Yunho
    Gracias

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  4. Del odio al amor solo hay un paso 😈
    Yunho ya se esta enamorando owwwww
    Jae es el que sufre mas :( espero que yunho se vuelva mas comprensivo veo que esa go ara les hara pasar malos momentos :(

    Me encanto el capítulo ❤❤❤❤❤

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  5. Que buen capitulo me encanto...gracias ❤

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  6. Qué onda con Yunho y su determinación de callar a JaeJoong -.-seeee Go Ara mejor vete y nunca regreses XD

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  7. Aunque Go Ara quiere marcar su territorio parece ser que la atracción entre el Yunjae se ha empezado a dar.

    Gracias!!! ❤️💕💞

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