sábado, 17 de junio de 2017

Niños de ciudad - Capitulo I

Capitulo I: ¿Sera que solo le importo si llevo dinero a sus manos?



Un joven llamado Jaejoong sollozó y se acurrucó en el suelo, tapando con ambas manos su rostro que comenzaba a llenarse de lágrimas. No paso ni un segundo cuando una docena de personas ya estaba a su alrededor queriendo averiguar porque aquel muchachito lloraba. Esa era una de las tácticas favoritas de Jaejoong: Brindar lastima para que la gente le diera dinero.

—¡Oh no! ¡¿Y ahora que voy a hacer?!

Ya se había aprendido la rutina de memoria: Primero, fingía ser un repartidor que iba con un gran pedido por la calle. Luego, inesperadamente un “ladrón” (que usualmente era algún cómplice de su pandilla) robaba su pedido y después él se ponía a llorar clamando que tenía que pagar por el pedido robado o si no lo despedirían.

—¿Qué te sucede niño?

La gente siempre le preguntaba y él, haciendo alarde de su impresionante poder de convencimiento, batía los ojos, se mordía los labios y pedía dolorosamente un poco de dinero. Y sí, siempre le funcionaba. Simplemente nadie se podía negar a aquella triste mirada de cordero y expresión adorable de tristeza. 

—38.000…39.000 y…40.000. —Jaejoong dijo satisfecho al haber terminado su función y ahora estar detrás de una pared contando su dinero. Esto era lo mejor que había recaudado en semanas, seguro su jefe estaría muy orgulloso.

Guardando el monto en su bolsillo, Jaejoong recargó su espalda sobre la esquina de la edificación y echo un vistazo al puesto de Hoddeok (Panqueque) que se encontraba en la otra acera, ocultándose bien cuando se dio cuenta de que había una oportunidad. El vendedor del puesto era un anciano que usualmente se distraía con facilidad, por lo que Jaejoong siempre aprovechaba para robar uno de sus suculentos Hoddeok. Era un privilegio que era difícil de conseguir para alguien como él, no todos los días podía llevarse a la boca aquel exquisito “manjar”.

El vendedor se volteo por un momento y Jaejoong aprovecho el descuido para salir de su escondite y correr hacia donde estaba el carrito. Casi pudo saborear el Hoddeok al estirar su mano cuando de la nada, otro chico un poco más pequeño que él se le adelanto y le arrebato el pedazo, escapándose entre la gente que caminaba ajena entre las calles de Gongju.
Completamente atónito, Jaejoong no se quedó atrás y corrió para alcanzarlo, no pudiendo aceptar que le arrebataran su preciado manjar de esa manera. Llegando a un callejón, Jaejoong pudo al fin alcanzar al más pequeño y con algo de brusquedad,  se aferró al pedazo de pan mientras el otro trataba de no dejárselo quitar.

—¡Suéltalo! —Jaejoong gritó enojado mientras sentía como el panqueque se despedazaba por la presión que ambos estaban ejerciendo sobre él.

—No…—El más chico balbuceo. Su cuerpo tratando de oponer resistencia.

—¡Te digo que lo…!

—¡Déjalo! —De repente otro chico más alto llego a la escena y empujo a Jaejoong provocando que el panqueque se rompiera en pedazos. Cayendo al suelo, Jaejoong alzo la vista, observando quien era el que se había atrevido a empujarlo.

Sus ojos lo detallaron.

Se trataba de un chico alto, delgado, con cabello corto negro y piel morena. Su cara pequeña hacia juego con sus ojos aguzados y el aura que transmitía parecía imponer un aire de madurez. —¿Qué sucedió? —Le preguntó al chico con el que había estado luchando Jaejoong.

—¡Me quito mi pan Yunho! ¡Me lo quería robar! —El más pequeño lo señaló y se empezó a quejar mientras brincaba y hacia amago de querer llorar. De inmediato el mayor le clavo la mirada a Jaejoong. Sus facciones parecían querer endurecerse sin embargo algo no le permitía mirarlo con enojo.

—¡Yo no te lo iba a robar! —Se excusó Jaejoong mientras se levantaba. —Yo lo vi primero.

—Pero yo lo tome primero.

—Tú me lo arrebataste.

—¡Tú fuiste el que lo arrebataste a mí!

—¡BASTA! —Cansado de esa pelea que obviamente no llegaría a ningún lado, el chico llamado Yunho se interpuso y decidió que lo mejor era dejar las cosas hasta ahí antes de que el insignificante problema se convirtiera en algo mayor. Luego, rodeo al menor con un brazo de manera protectora y le dijo: —Vámonos Changmin, no le des importancia. Conseguiré algo mejor para ti.  —Y en seguida ambos se marcharon, dejando a Jaejoong solo con su frustración y su rabia.

—¡¡¡No deberían estar aquí, nosotros llegamos primero y nadie nos sacara!!!

Fue lo que les grito al verlos desaparecer entre la multitud de la gente. 



..



Aun molesto por el suceso de la mañana, Jaejoong cuchareo la sopa que estaba frente a él, evidenciando lo poco que quería tomarse aquella sustancia que más que sopa sabia a agua. Si tan solo hubiera podido comerse ese Hoddeok….

—Hoy volvieron a molestar esos hijos de puta. —Uno de sus compañeros de pandilla, Kangin, alzo la voz, captando su atención. —Ya hemos tenido varios problemas con ellos en las últimas semanas jefe. —Se dirigió a un hombre adulto que estaba en la cabecera de la mesa. —Debes hacer algo.

El jefe; un hombre astuto y embustero le devolvió la mirada, dejando por un momento su apetitoso estofado de carne.

—Lo sé, hay que tomar cartas en el asunto. —le respondió.

Jaejoong suspiró profundo.


Jaejoong era un chico sin hogar que junto a otros vivía acobijado por la mano “protectora” del llamado jefe Jisung, el cual era un hombre de 35 años, explotador y sin escrúpulos, que se aprovechaba de las precarias vidas de los muchachos callejeros para hacerlos trabajar para él. Localizados en una de las zonas más pobres de la ciudad de Gongju, la pandilla de chicos entre los 8 y 16 años de edad, se la pasaban en la calle recolectando monedas para el jefe y a cambio, él los dejaba quedarse en su vieja casa, ofreciéndoles comida, aseo y un lugar donde dormir. Claro estaba que las condiciones no eran las más óptimas. No contaban con electricidad, ni agua caliente y todos debían dormir en la misma habitación sobre colchonetas en el piso. Además debían seguir una serie de reglas abusivas al pie de la letra: No podían sacar comida de la cocina a menos que el jefe los autorizara, no podían guardar dinero ni pertenencias para ellos, no podían alejarse mucho de su zona de trabajo; y por último y más importante…

…No podían socializar con miembros de otras cuadrillas.

Podía parecer un infierno pero al menos contaban con un techo para vivir, y eso para alguien de la calle, significaba el mismo cielo.

Jaejoong, para su suerte, era considerado el chico estrella entre los chicos que estaban al mando del jefe. El muchachito de 14 años era alguien astuto, quien debido a su capacidad de engatusar, llevaba mucho dinero al hogar lo que le había garantizado ser el favorito de su líder. Sin embargo, una preocupación rondaba en la mente de Jaejoong y en la de los demás miembros de la cuadrilla, y eso se debía a la repentina aparición de otra pandilla que había empezado a operar en la zona. Se trataba de chicos en iguales condiciones quienes también trabajaban para ganarse la vida en la calle. Y como hacían lo mismo, el problema resulto convirtiéndose en una lucha por el territorio.

Una lucha para obtener más dinero.

Y eso agravaba las cosas puesto que si alguno de los muchachos no traía consigo la mínima cantidad que el jefe les pedía por día, serían expulsados por una noche de la casa, quedando expuestos a los peligros de la calle y a los llamados “escuadrones de la muerte” quienes se encargaban de eliminar a mendigos, ladrones y pordioseros con el pretexto de querer purificar la sociedad.

Así que las cosas no podían quedarse así. La pandilla debía asegurarse de desterrar a los recién llegados para así asegurar su bienestar.

No había de otra.

—Jaejoong. —Junsu, uno de sus mejores amigos que era un año menor que él le hablo, interrumpiendo sus pensamientos. —¿Crees que ellos tengan pensado instalarse aquí? —Le preguntó con evidente preocupación, hablando bajo para que los demás no se alarmaran.

—Obvio que se quedaran Junsu. —Yoochun, su otro mejor amigo a su otro lado contesto por él. —Se dice que se apoderaron de un edificio que estaba abandonado, ellos no se van a ir a ningún lugar.

Junsu se mordió los labios. —¿Tu qué piensas Jae?

Jaejoong quien había estado bastante pensativo por la conversación solo cerro sus ojos, dando un largo suspiro después. —Yo solo quiero que las cosas sigan igual. No quiero que ellos cambien nada. No quiero que nos traigan problemas. —Dijo con algo de tristeza, expresando en su voz que quizá lo que quería no se cumpliría.

—Eso también espero. —le dijo Junsu y regreso a su sopa, sintiéndose al igual que su hyung muy desanimado.

El jefe luego retomo la palabra. —Actuaremos cuando sea necesario, por ahora dejaremos el tema hasta ahí. No nos han dado mayor problema hasta ahora pero es cierto que si nos quedamos dormidos, quizá puedan actuar contra nosotros. Por el momento, recogeré su cuota de hoy. —Dando punto final al tema, se levantó de la silla del extremo de la gran mesa comunal y se dispuso a recoger las monedas del día. Fue pasando por cada uno de los puestos, extendiendo su mano para recibir la cuota. Los chicos no parecían muy emocionados a excepción de Jaejoong, quien feliz se acomodó en su asiento y espero por su momento favorito del día.

El momento en que podía lucirse ante su jefe.

—Jaejoong…

Luego de pasar por toda la mesa el jefe por fin llego a su puesto, colocando su mano en frente de la cara de Jaejoong para recibir el pago. Sonriendo, Jaejoong saco de su bolsillo un fajo de billetes y lo coloco en la palma, mirando disimuladamente hacia arriba para ver si podía captar la expresión del jefe. Y no se la perdió puesto que su jefe, con el dinero en mano y una sonrisa satisfecha, acarició con delicadeza la cabeza de Jaejoong, diciéndole: —Como siempre, tú nunca me defraudas Joongie.

Ante esas palabras, Jaejoong se encogió en su asiento y un leve sonrojo se instaló en sus mejillas… cosa que no pasó desapercibida para Junsu.



..



La mañana siguiente resulto ser más optimista para los chicos.

La rutina usualmente comenzaba a eso de las seis de la mañana en donde los chicos se despertaban, se dirijan a las regaderas y se aseaban utilizando los pocos productos de aseo que les proporcionaba el jefe. Solo lo necesario: Jabón, crema de dientes, shampoo y desodorizante. Luego, cada uno organizaba su “Cama” y se disponía a hacerse el desayuno, que a veces no era más que un té caliente y una porción de huevo. A continuación, salían de la casa a rebuscarse las monedas del día. Todos tenían un método diferente: Algunos mendigaban, otros vendían en las calles, otros estafaban y algunos se atrevían hasta robar.

Todo por tener el puesto asegurado para cuando cayera la noche.

Esa mañana, Junsu y Yoochun lavaban parabrisas en uno de los semáforos mientras Jaejoong, armado simplemente con su simpatía, vendía a los conductores unas artesanías que él mismo había hecho con un puñado de piedras, ramas y demás baratijas encontradas en la basura. No eran obras de arte obviamente, sin embargo Jaejoong poseía ese extraño don de convencer a las personas para que le compraran lo que fuera que ofreciera.
Así fuera un pedazo de mierda.

—¡Jaejoong mira!

Junsu le dijo a Jaejoong mientras apuntaba hacia la otra calle en el momento en que el semáforo estaba en verde. De inmediato, el pelinegro volteo y pudo divisar a unos cuantos chicos de la pandilla contraria, quienes empezaban a instalarse en el otro semáforo para comenzar a recolectar su dinero.

Les iban a poner competencia.

—¿Por qué están ellos aquí? ¿No se suponía que iban a operar unas cuadras atrás? —Refunfuño Yoochun, notablemente molesto por la aparición de los otros.

—Es cierto, el jefe dijo que ocuparían la zona que está detrás del parque. No esta avenida de intersección. —Junsu añadió y se cruzó de brazos. —Debemos hacerles saber que esta zona es nuestra.

—No se alarmen, probablemente solo se queden por un rato. —Sin prestarles mayor atención, Jaejoong se alejó de ellos cuando el semáforo se volvió a poner en rojo, no percatándose como ambos, Yoochun y Junsu, caminaron enfurecidos hacia el otro bando de chicos. Cuando se volteo al notar que algo faltaba, Jaejoong advirtió que los otros dos estaban a punto de meterse en problemas.

O no, eso no lo podía permitir.

—¡Oigan, Oigan! —Yoochun vociferó al llegar al otro semáforo. —¡¿Qué creen que hacen aquí?! ¡Es nuestro territorio!

Un chico alto se volteo al escuchar las demandas, imponiéndosele a Yoochun justo al frente. —¿Su territorio? No creí que la calle fuera propiedad de alguien.

—Se supone que ustedes operarían detrás del parque, no aquí. —Junsu declaró fastidiado.

—Nunca escuche que se acordara algo como eso.

—Pero es de principios…—Siseó Junsu. —Llegamos primero.

—No tienen como probar eso.

—Pues te lo probare… —Yoochun se arremango la manga de su camisa, preparándose para arrojar un puño y lo hubiera hecho de no ser porque su Hyung Jaejoong llego corriendo justo en ese instante, deteniéndolo de iniciar una pelea. —Devuélvanse al semáforo, no debemos hablar con ellos ¿Recuerdan? —Les dijo una vez estuvo a su lado.

—Oye, oye y tú que…

Las palabras del chico de la pandilla contraria quedaron atrapadas en su boca cuando Jaejoong volteo a mirarlo, abriendo este ultimo los ojos al reconocer al joven en frente de él. “Es aquel chico…el de ayer” dijo Jaejoong en su mente, no dejando de observar al muchacho que parecía congelado por su presencia.

—¡Yunho!...¡¿Qué…?! —De la nada apareció detrás del muchacho el otro niño más pequeño, el ladronzuelo del hoddeok. Sus ojos se ensancharon y su cuerpo se alboroto al reconocer también a Jaejoong. —¡Es él! ¡El chico que ayer me robo mi hoddeok! ¿Porque estas molestando otra vez, eh?

—Ustedes son los que molestan acá. Ustedes son los que vienen a ocupar nuestro terreno y luego decir que nosotros somos los que los estorbamos. —Le respondió Jaejoong, olvidándose completamente de su intención de evitar una pelea. Aun se encontraba molesto por el altercado del día anterior.

El pequeño Changmin abrió la boca indignado por la insolencia del otro. —¡Ustedes no son los dueños de esta calle, así que no tienen derecho a reclamarnos por estar aquí!

—Llegamos primero por lo que técnicamente es nuestro territorio.

—¡No lo es! —Changmin exclamó y luego se aferró a Yunho. —Hyung, diles que se larguen. Diles que se preocupen por sus propios asuntos ¡Enséñales! —Changmin lo alentó pero Yunho seguía estático, apretándose fuertemente los labios como si de repente el gato le hubiera comido la lengua. Parecía resistente a discutir y eso era una actitud extraña considerando el hecho de que cuando estaban solo Yoochun y Junsu, él estaba dispuesto a pelear. Sin embargo cuando apareció Jaejoong…

—Vámonos chicos, pronto estos aprenderán que no tiene cabida en este lugar. —Yoochun se dio media vuelta, comprendiendo que no había nada más que hacer ahí. —Y tu mocoso, —Se dirigió a Changmin. —Deberías aprender a controlar esa boca. Tu atrevimiento te puede salir caro algún día, quizá tu querido “Hyung” te podría enseñar a guardar la lengua. —Se burló.

—¡Cállate!

Changmin les gritó iracundo y los vio devolverse a su semáforo. Oh Dios, ahora si estaba molesto.

―Vamos pequeño, sigamos trabajando. No le pongas atención. ―Yunho le dijo al ver que el menor seguía con los puños apretados de rabia.

―¡¿Por qué no nos defendiste?! ¡¿Por qué no hiciste nada?!

―Porque no tiene sentido pelear con un poco de críos inmaduros tratando de infundirnos miedo.

Yunho intentó calmar al menor, tratando de volver a sus tareas habituales, sin embargo Changmin no quería dejar eso así. Él quería hacerles tragar sus palabras. Así que, en un momento de distracción, Changmin se las arregló para escabullirse entre los carros y llegar hasta el semáforo en donde estaban los otros, tomando las ganancias de Yoochun y Junsu que habían dejado en unos pequeños sacos debajo de un árbol. Luego se devolvió hacia Yunho fingiendo que nada había pasado.

“Eso les enseñara”, pensó Changmin. Eso les enseñaría a no meterse con un chiquillo maldadoso como él.



..



—¡No, no están! ¡¡No están!!

Junsu y Yoochun solo cayeron en cuenta de que habían sido robados al terminar el día y encontrar que sus sacos de ganancias no estaban debajo de aquel árbol. Buscaron y buscaron pero fue inútil, sus monedas habían desaparecido. ¿Ahora que iban a hacer?

—¿Están seguros que los dejaron en ese árbol? —Jaejoong les preguntó por enésima vez al verse atiborrado de quejidos y lágrimas de preocupación de sus dos pequeños dongsaengs.

—Si…—Sollozó Junsu. —Es ahí donde siempre las dejamos. No sé qué pudo haber pasado.

—Hyung no estaríamos diciéndote esto si no estuviéramos seguros. —Añadió Yoochun. —Por favor, ayúdanos. —Junto sus manos a modo de súplica, esperando que el mayor se apiadara de ellos.

Y es que la situación era grave. Si no tenían el dinero el jefe no les permitiría dormir hoy dentro de la casa y tendrían que pasar la noche entera en la calle desolada, a merced de los peligros de la ciudad. Los matarían era seguro, los homicidios en esa zona habían aumentando en los últimos días, y por supuesto, dos niños callejeros eran claramente un blanco fácil.

“¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer?”  Se repitió Jaejoong, cerrando los ojos. No podía dejar que nada les pasara a sus dos amigos, debía inventarse algo. Debía protegerlos ya que después de todo él era el mayor de los tres.

—Lo tengo. —Jaejoong abrió los ojos cuando una idea se le pasó por la cabeza. Abriendo su bolsa que estaba atada a su cintura, él repartió en pedazos iguales el dinero que había dentro de ella. No era suficiente para que cada uno completara el monto mínimo requerido para que el jefe los dejara dormir en la casa, sin embargo, si él estaba en igual condiciones que sus dongsaengs, quizás el jefe se apiadaría y los dejaría quedarse. Al fin y al cabo él era su niño estrella y su amado jefe seguro no lo dejaría pasar peligros en la calle.

Eso era lo que pensaba Jaejoong.  

—¡Ya llegue! —El jefe anunció su llegada por la puerta principal, y Yoochun y Junsu se erizaron presos del pánico. Jaejoong mantuvo la calma.

—Hola jefe, que bueno que ha llegado. —Jaejoong lo saludo alegre mientras le recibía su abrigo. 

—¿Estamos todos? Voy a recoger el monto del día. —El jefe informó y todos los chicos se acomodaron en línea recta, quedando Yoochun, Junsu y Jaejoong al final.

Como de costumbre, el jefe pasó por cada chico contando el dinero y cuando llego a los últimos tres no pudo evitar sentirse confundido, revisando una y otra vez los billetes en su mano. —¿Es todo? —preguntó mientras hacia una mueca.

Los tres compartieron una mirada. —Sí. —Contestaron al unísono.

Ante esa respuesta, el jefe se llevó una mano a la nuca, estirando su cuello. —¿Es una broma? ¿Por qué es menos de lo que debería ser?

—Bueno jefe, —empezó Jaejoong. —Hoy fue un día bastante duro. Los de la otra pandilla invadieron la zona y…

—¡¿Creen que es un juego?! —El jefe interrumpió a Jaejoong, desconcertándolo por unos breves segundos.—¿Saben lo que significa cierto?...Afuera. —Apuntó con su índice la salida.

—Pero señor… —Replicó Jaejoong mostrando esos ojos que sacaba a relucir cuando quería que la gente se apiadara de él. —Es la primera vez que le fallamos, que YO le fallo ¿No podría dejar pasar esto solo por una noche?

—¿Y tú crees que yo soy una fundación de caridad o qué?¿Qué se la pasaron haciendo todo el día, eh? ¿Jugando a las escondidillas? ¿Tomando cerveza en algún tejado del vecindario o qué?

—No señor, es solo que nuestro dinero desapareció. —Junsu se atrevió a meterse en la conversación, creyendo que si decía la verdad, quizá el jefe tendría compasión.

Pero obvio no sería así. —No me vengas con excusas Junsu, que yo sé muy bien lo escurridizos que son los mocosos como ustedes.

—Pero nosotros siempre hemos sido leales a usted jefe. —Jaejoong le rogo. —Yo…siempre le he dicho la verdad y…

—Largo. —El jefe se interpuso a su palabra, no queriendo discutir más ese tema. —Vuelvan mañana con el monto que es. Por ahora, los quiero fuera.

—Pero jefe…

—¡¡¡Largo Dije!!!

Totalmente en shock, Jaejoong fue arrastrado por Yoochun y Junsu quienes resignados, salieron caminando por la puerta principal de la residencia, siendo observados por los demás chicos que solo les otorgaron una mirada de preocupación.

—¡Y no los quiero ver por aquí cerca!

Fue lo último que les grito su jefe antes de cerrar fríamente la puerta.

Sin nada más que discutir, las tres almas en pena comenzaron a deambular por las calles casi desiertas de aquel abandonado vecindario, esperando que la noche se comportara calmada y misericordiosa con ellos.

“El jefe… ¿Por qué me hizo esto? ¿Por qué a mí?” Jaejoong se preguntó en su cabeza, todavía incrédulo de lo que había acabado de suceder.

“¿Sera que solo le importo si llevo dinero a sus manos?”






..


Nota: Como ya les habia dicho antes este fic estara dividido en dos fases: Esta primera fase esta dividida en 10 capitulos.

Pongan en los comentarios que les parecio y en pocos dias subire la segunda parte. Bye.


9 comentarios:

  1. Que pena da que Chanming les halla robado el dinero a Junsu y a Yoonchu solo por vengarse de ellos esta buena esta historia espero el siguiente con ansias

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  2. Esta buena la historia gracias, por culpa de Chanming fueron echados, ojala que se entere de lo mal que actuó y les ayude a sobrevivir.

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  3. ese jefe de los chicos es un desgraciado que solo ve en ellos el dinero que ellos le pueden dar y espero que esto le sirva a Jae para que abra los ojos y no regrese a que lo sigan explotando así como a los chicos mejor que se alejen y que hagan su vida solos y de seguro les ira mucho mejor pues con lo que ganan ellos solos se pueden mantener ya que le dan mucho dinero a ganar a ese ingrato abusivo y ratero de su jefe
    de seguro Yunho no dijo nada pues al recordar a Jae lo dejo sin palabras que paso ahí acaso ya lo flecho y Jae no lo sabe espero que si y que se ayuden entre si a salir adelante solos
    Gracias muy bueno

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  4. ese hijo de puta es un desgraciado pero quw se puede esperar de alguien quepone a hacer eso a ninos y lo que hiso Chanming tambien estuvo mal espero que Yunho les tienda la mano si algo malo pasa y se descubre lo que hizo voldemin y su mayor lo reprenda graciasnpor compartir

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  5. Aahyy dios pobre de los chicos. Ese tipo es un maldito, espero que no les pase nada. En verdad lo que hizo Chagmin estuvo mal. Él que vive en ese mundo debe saber lo que significa llegar ante tu jefe sin dinero.

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  6. Jae es MUY INGENUO :(
    Espero que Yunho lo ayude a ser mas fuerte y que se comprendan mas :(
    Me encanto el capítulo: )

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  7. Ohh pobre yoosujae u.u tan chiquitos y con un señor tan malo, ahora que les pasará en la calle y en la noche. Y ese changmin engendro del demonio xD un diablillo en verdad.... Yunho, ¿te enamoraste de jaejoong, cierto? Jajaja gracias por el cap.

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  8. Hay Chang mi no sabes en el lío que has metido a Jae, Yoochun y Junsu, ojala ahora los ayuden, antes que les pase una desgracia durante la noche. Y esa actitud de ese malvado hombre habrá los ojos a los tres para que no lo sigan manteniendo.

    Gracias!!!

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  9. Es triste, pero es una realidad que pasa en este mundo Y.Y

    Seguiré leyendo

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