lunes, 11 de enero de 2016

Lady Marmalade - Primera Entrega


Primera entrega

“Él conoció a Marmalade
                   en el viejo Moulin Rouge
                                                                                                - Lady Marmalade


O
h, el encantador París de los años 20. Una época nueva, donde el charlestone reinaba, el jazz imponía y la expansión cultural crecía conforme la ciudad abría sus fronteras.

Luego de los estragos que había dejado la primera guerra mundial, la ciudad estaba dispuesta a renacer, feliz y despreocupada, intentando olvidar (o por lo menos tratar de obviar) la crisis que se avecinaba. Las actividades de ocio fueron tomando fuerza y los espectáculos deslumbrantes y bien montados, se convirtieron en el centro de entretenimiento de los parisinos cuyo placer era exclusivamente pasar un buen rato. Gente de todo el mundo fue llegando; tanto artistas bohemios enamorados de la vida y la libertad, como empresarios ricos buscando instalarse en la nueva ciudad de la modernidad.

El barrio Montmartre pronto reafirmó su status como barrió bohemio de la capital, no solo por la cantidad de artistas que recibía, sino también por albergar el popular cabaret “Molino rojo” el cual había abierto sus puertas a finales del siglo pasado y desde ahí jamás las había vuelto a cerrar. Lo que relataban los hombres que admitían asistir al célebre lugar es que era un sitio mágico, la fantasía de cualquier hombre. Un lugar para perderse y encontrarse, donde la diversión y la lujuria iban de la mano.

Por lo tanto, no era de extrañarse que cualquier tipo de hombre, fuera de la clase social que fuera, ansiara estar en las noches del Molino rojo…

—¿Así que qué sabes de Kim Jaejoong?

Dos mujeres dentro del camerino del cabaret hablaban frente al tocador de luces mientras se maquillaban para el show de ese día. Con frecuencia, las cabaret solían chismosear acerca de los hombres que iban a visitarlas cada noche, sobre todo aquellos hombres que ostentaban gran fortuna.

—Bueno de los rumores que he oído, es el hijo de un terrateniente muy poderoso de Corea. Un muchacho joven de no más de 30 años, parece poseer buen dinero.

—Y es guapo también…

—Sí, también he escuchado que se la pasa de país en país conquistando a mujeres como nosotras, gastándose indiscriminadamente la fortuna de su padre.

—¿Un derrochador?

—Exactamente.

La conversación fue interrumpida cuando entró ella al camerino, la famosa Lady Marmalade del lugar. Existía cierta tensión entre ella y las demás miembros del Molino rojo, ya que debido a su popularidad, había despertado gran envidia entre las cabaret. Su personalidad fría y arrogante tampoco ayudaba en su relación, añadiendo además que se comportaba como la diva del lugar, avivando aún más la llama de antipatía que día a día crecía entre ellas.

Mirándolas con desdén, la recién llegada se acomodó en el tocador del frente y se comenzó a arreglar, peinando con delicadeza su largo cabello rojo para evitar que sus ondas se despeinaran. 

—Oí un rumor de que podría estar interesado en ella. —La que había estado hablando retomó la conversación en voz bajita, haciendo un gesto con los ojos señalando a la que se encontraba sentada a sus espaldas. —No será difícil conquistarla supongo, con eso de que es heredero de uno de los hombres más ricos de Asia. 

—El mono baila por el dinero. —Mencionó la otra, mirando disimuladamente hacia atrás.

—Correcto, no creo que a ella le interese mucho sus lindos sentimientos…

La otra se burló. —¿Sentimientos? Por favor, no creo que él tenga sentimientos hacia ella. Por lo que me dices parece ser un joven que solo le gusta tener aventuras por ahí, nada serio, por lo que tal vez ella solo sea su capricho momentáneo.

—Quizá.

—Además, tampoco creo que él sepa mucho sobre ella. Ni siquiera nosotras que hemos estado trabajando con ella sabemos su verdadero nombre. Ni de donde vino ni a donde va. No es posible enamorarse sin conocer a la otra persona.

—Creo que tienes razón.

—¡Ustedes dos! —La pelirroja de repente se levantó de su asiento, provocando que las otras chicas se sorprendieran y volvieran inmediatamente a lo que estaban haciendo. —Su orden de salida es el siguiente, Tú, —Señaló. —Vas de quinta y tú, vas de séptima. Yo seré la última.

Sentenciando con voz firme salió del lugar, dejando el eco de sus grandes tacones al caminar.

—Perra, la odio. —Una de ellas comentó segundos después, provocando que la segunda soltara una carcajada mientras volvía a aplicarse un poco más de rímel en las pestañas.



..



Jaejoong observó como su padre terminaba de recoger sus cosas personales y las colocaba en una maleta, alistando todo para cuando fuera la hora de partir de nuevo hacia Corea. Desde que se había ido de su casa, hace un poco más de tres años, esta era la primera vez que recibía una visita de su padre. Realmente no tenían una relación muy cercana puesto que su situación familiar era complicada.

Su padre era nada más y nada menos que uno de los hijos mayores del emperador Gojong, quien fue el  penultimo emperador del gran imperio Coreano hasta que los Japoneses invadieron el país y le arrebataron la soberanía a la monarquia Coreana, por medio del tratado de anexión Corea—Japón en 1910. Debido a que su padre no había sido el sucesor directo del imperio (fue su hermano menor el emperador Sunjong) y en un intento de escapar del imperio Japonés, se cambió el nombre y desapareció con varias riquezas y poder de tierras que la familia imperial había acumulado a través de los años. Ahora, el señor Kim era un poderoso terrateniente desvinculado totalmente con la familia imperial, y muy pocos conocían su verdadero origen.

Luego de la muerte de su madre, Jaejoong pensó que lo más prudente era escapar de Corea para evitar ser descubiertos por las fuerzas Japonesas, pero su padre se había negado irse, alegando que no dejaría sus tierras, puesto que muchos colonos Japoneses estaban interesados en la adquisición de tierras agrícolas Coreanas. Era un pensamiento negligente considerando el hecho de que lo que tenían acumulado en riquezas, le servirían a Jaejoong y a él hasta como para vivir otra vida. Era idiota arriesgar la vida por tal cosa, pero al fin y al cabo así es la gente rica: Nunca es suficiente con lo que tienen.

—Hijo, me alegro verte, por lo menos ahora sé que no estás en la completa decadencia… —Su padre agregó; comentario que sonaba más como una ofensa escondida que como un cumplido.

El señor Kim no era ningún tonto. Él sabía que desde que su hijo había abandonado Corea, se había dedicado al libertinaje y a gastar su dinero en excesos. No lo promovía, sin embargo ya no estaba interesado en tratar de remediar la situación, por lo que simplemente lo permitía. Desde pequeño, Jaejoong siempre había sido un chico rebelde, así que intentarle cambiar ese habito sería una tarea más que difícil. Por lo menos agradecía que Jaejoong estuviera gastando su fortuna divirtiéndose como un “verdadero hombre” y no en sus “mañas” del pasado. Al parecer, el joven había dejado eso atrás y para ser completamente honesto, su padre lo esperaba encontrar en condiciones peores. 

Sin embargo, había algo que al señor Kim le inquietaba, y era el hecho de que Jaejoong no tuviera planes de compromiso en un futuro próximo. Era cierto que no podía pedir mucho viendo que Jaejoong prefería vivir la vida de la manera “alocada” por sobre la manera “convencional”, pero también era cierto que su hijo en unos cuantos años cumpliría 30 años y no se podía dar el lujo de estar todavía soltero. Dentro de sí mismo, el señor Kim ilusamente esperaba que su hijo recapacitara y buscara formalizar una vida, pero lo más probable es que eso no sucedería. Al menos no pronto, por lo que él mismo tendría que acelerar un poco las cosas.

—Antes de que me vaya, quiero saber si pensaste lo que te dije el otro día.

Le preguntó sin siquiera voltear a mirarlo, no queriendo ver aun su expresión.

—¿De qué hablas padre?

—De tu relación con la mujer del Molino rojo.

Jaejoong se tensó un poco, realmente no quería tener esta conversación. —Claro que si lo he considerado, ¿Acaso no recuerdas que mande a pedir información del hombre quien le coqueteó aquella noche?

—Sí, pero necesito más que eso. —El hombre se volteó y caminó en dirección a su hijo, instalándose a no muy pocos centímetros de él. —Necesito que verdaderamente estés comprometido a conseguirla, que esto no sea una conquista pasajera.

El señor Kim sabía que si obligaba a su hijo a comprometerse con una chica de sociedad (como debía ser) no tendría ningún fruto, por lo tanto impulsarlo a conseguir aunque fuera una cortesana (en otro términos puta refinada) era lo más que podía hacer. Además, había averiguado y Lady Marmalade no se trataba de otra bailarina más de los cabaret nocturnos de París. Ella era lujosa, casi que exclusiva para las personas más ricas. Si su hijo no aceptaba tener lo más valioso de la sociedad alta al menos tendría lo más valioso de la baja.

Así estaban acostumbrados: A no recibir sobras sino a comprar el plato completo.

—¿Qué quieres que haga? —Preguntó Jaejoong luego de ver la seriedad en los ojos de su padre.

—Solo digo que deberías pensar que ya pasaron los días de estar tonteando por ahí, debes conseguir alguien y rápido. Y no voy a aceptar a cualquiera.

Jaejoong suspiró fuerte. —Quieres que yo este con Lady Marmalade. —Afirmó, para su padre y para él mismo.

—Saca tus conclusiones.

El peli castaño tomó una breve bocanada de aire, analizando la situación. Debió suponer que la visita de su padre así de la nada no era por simple cortesía, era para pedirle algo. Le parecía extraño que hubiera escogido precisamente a alguien como ella, pero también recordaba como a su padre le encantaba ponerle retos, quizá para hacerle demostrar que tan fuerte podía ser.

—Señor, Su coche ya está aquí. —Su mano derecha los interrumpió y el señor Kim hizo una señal de espera con la mano, indicándole que iría después de que formalizara el asunto. Fue hasta su equipaje, tomando la pesada maleta con una mano, no sin antes dirigirle la palabra al más joven. —Hijo, me has decepcionado en el pasado, incluso aun lo sigues haciendo en algunas cosas, por eso te pido que no me decepciones en esto. Los varones de la familia Kim siempre han sido personas de admirar, fuertes, vencedores; no aceptare que manches con ese honor si sigues con esa clase de vida. No soporto hijos débiles… ni perdedores.

Jaejoong se mordió los labios, sintiendo muy cercanamente las palabras de su progenitor. —Si padre.

—Volveré en un mes o dos, hasta entonces espero que el “asunto” ya esté resuelto.

—Sí señor. —Le contestó y vio como su padre desapareció por la puerta, retirándose con todo su arsenal de guardaespaldas, mayordomos y demás asistentes. 

Una vez se fue, Jaejoong se dirigió hacia la ventana de la habitación y pegó su frente contra esta, pensando en la conversación que había tenido minutos atrás. La había casi que olvidado pero siempre que veía a su padre, esa sensación volvía a su cuerpo: La sensación de sentir como si una gran piedra hubiera sido puesta sobre su cabeza. Aunque Jaejoong siempre había encontrado la manera de desobedecerle, su padre siempre encontraba la manera de contraponérsele, y Jaejoong sabía muy bien que era él el que las tenía de perder.

No tenía armas con las que jugar cuando se trataba de su padre.

Él era la única persona en toda la faz de la tierra que lo hacía sentir así.

Diminuto.

—Joven Jaejoong, ¿Puedo pasar? —Su guardaespaldas Yoochun habló, asomando su cabeza por la puerta.

—¿No te enseñaron que no debes molestar? —Jaejoong le contestó con pesadez, odiando que lo interrumpieran incluso con sus pensamientos.

—Es sobre el encargo que me encomendó hace unos días. Ya lo tengo.

Exhalando profundamente, Jaejoong se dio la vuelta, estirando su brazo para que Yoochun le entregara el archivo.

—Eso fue todo lo que pude recolectar señor.

Lo escuchó y se dispuso a abrir la carpeta, la cual tenía unos pocos papeles escritos en máquina de escribir.

—Ya veo. —Mencionó para sí mismo mientras pasaba las páginas, analizando lo que estaba escrita en ellas.

Se llamaba Jung Yunho, el sujeto del expediente. Pertenecía a su mismo país, la republica de Corea, y también compartía su misma edad: exactamente 27 años. Su situación económica al parecer no era muy ostentosa; era una especie de rebuscador que se las arreglaba consiguiendo dinero a cambio de shows espontáneos en la calle, o haciendo dibujos, o bailes, o trucos de magia o cualquier cosa que le proporcionara un pan a la boca. Parecía ser alguien talentoso, un artista. Su habilidad para conseguir clientes era otro de sus encantos, por lo que a pesar de no poseer una gran fortuna, no se podría decir que estaba en la total quiebra.
Aun así, Yunho no tenía una vida estable. Iba de ciudad en ciudad, de hostal en hostal, yendo hacia donde el viento lo llevara. No tenía un hogar fijo ni posesiones que le duraran más de un año, parecía ser del tipo de persona que no se apegaba a lo material, sino más bien lo único que lo complacía era vivir el día a día sin preocupaciones del futuro. Atendiendo solo el presente.

Sonaba como una persona extrañamente feliz.

Pero para Jaejoong ese tipo de felicidad no tenía ningún sentido.

—Supongo que no es algo de lo que me deba preocupar. —Murmuró tiempo después dejando caer el expediente sobre una mesa cercana.

—Algunos testigos que entreviste dijeron que va frecuentemente al Molino rojo, y lo han visto conversar con Lady marmalade… varias veces.

Jaejoong no hizo ningún tipo de expresión, tan solo se aproximó a una mesa donde había una botella de champagne, sirviéndose una copa con total tranquilidad mientras meditaba la situación. Probablemente ese hombre no significaba nada grave, pero como dice el dicho más vale prevenir que lamentar, por lo que tendría que tomar cartas en el asunto.

—Yoochun tráelo aquí, dile que necesitamos hacer un negocio.

El guardaespaldas no hizo nada más que asentir levemente como signo de obediencia y salir de la habitación, dispuesto a obedecer otro de los mandados de su malcriado jefe.



..




Una multitud considerable de personas aplaudían en aquella calle tan transitada de París, mientras el responsable de la aglomeración les hacia una pequeña venia agradecido por el apoyo. Luego; sin esperar que el hombre terminara de hacer su trabajo, una pareja de hombres lo abordó y se lo llevó con la excusa de que un muy importante hombre quería hacer negocios con él. Este no opuso resistencia ya que, aunque él no era una persona de grandes ambiciones, tampoco era tonto, por lo que un acuerdo con un hombre adinerado no sonaba como una mala idea.

Aunque… ¿Para qué carajos un hombre de esos atributos quería hacer un negocio con él? ¿Sobre qué y con qué fin?

Llegando a uno de los grandes hoteles ubicado en el conocido primer distrito de París, los tres se bajaron del automóvil, entrando al ostentoso lugar. Tomaron un elevador y ascendieron hasta el último piso donde estaba la lujosa suite donde seria atendido. A continuación, Yunho fue acomodado en un sillón en frente de un escritorio para luego ser dejado completamente a solas. Yunho se aclaró la garganta, esto era sin duda muy extraño.

Recorriendo la habitación con la mirada, Yunho pudo percibir que quien fuera el propietario de esa suite, en efecto si parecía tener mucho dinero. Cuadros hermosos, estructuras bañadas en oro y plata, artesanías extravagantes… de verdad no era cualquier aparecido quien lo había citado ese día.

—Oh parece que ya llegó. —Exclamaron a sus espaldas y Yunho se levantó de su asiento, dándole cara al dueño de la voz. Se sorprendió un poco cuando vio a un guapo joven en frente; lo que él esperaba era a un viejo calvo, quien apenas si podría caminar de lo gordo que estaba. Muy alejado de esa visión, se encontraba un hombre con cabello castaño, de piel clara, ropa de buen vestir y una actitud arrogante. Yunho no pudo evitar pensar que no parecía un hombre de negocios sino tal vez un niño quien había tenido la fortuna de nacer en el seno de una familia rica.

Y no sabía cuánto estaba en lo correcto.

—Jung Yunho, mucho gusto. —Se presentó inclinándose y mostrando la mano.

Vio como el otro lo miro de arriba abajo con desdén y le rechazó el saludo, aproximándose hacia la parte contraria del escritorio. Se sintió ofendido.

—¿No me va a decir su nombre? —Preguntó con un tono menos cortes, cuando no pudo dejar de notar como el peli castaño se mantenía mirándolo con desagrado, sin siquiera dirigirle un saludo. 

—No creo que sea necesario. Es más, tal vez esta vez sea la última en que nos veamos.

—Creí que quería hacer un negocio conmigo.

—Sí, así es.

—¿Entonces? Me hizo salirme de mi trabajo para venir hasta aquí y por lo que va de esta conversación, no me ha dicho cuáles son sus intenciones conmigo.

Jaejoong se burló. —Oh por favor, ni que sacarlo de su miserable trabajo fuera un gran dilema, más bien le hice un favor.

A Yunho no le cayeron nada bien esas palabras. —¿De qué se trata todo esto? ¿Me ha traído para burlarse de mí? ¿Quién es usted y como me conoce?

—Ya le dije que no tiene sentido decirle quien soy, solo quiero proponerle algo, así de sencillo.

Yunho se dejó caer en el asiento, pensando que ponerse a pelear realmente no solucionaría nada. —Y Bueno ¿Qué es? —Respiró profundo, tratando de calmar sus nervios. El peli castaño imitó su movimiento y se sentó, colocando los codos sobre la mesa.

—¿Usted no debe ganar mucho en ese remedo de trabajo que tiene, no?

Yunho hizo una mueca. —Me alcanza para lo necesario… y hasta más si quiero. —Le contestó desafiante, no gustándole la manera altanera con la que se le refería.  

—¿Y qué diría si yo puedo duplicarle sus ganancias hasta el triple de lo que se hace en un mes?

—¿Y con qué razón? No creo que quiera hacer su buena obra del día conmigo.

Jaejoong se volvió a reír. —No claro que no, solo es algo que tiene que dejar de hacer y ya, problema resuelto.

—¿Por qué no me dice de una buena vez y nos ahorramos todos los rodeos? Tengo que hacer cosas más importantes en este momento… como volver a mi “insignificante” trabajo por ejemplo.

Jaejoong levantó una ceja, sorprendido por la altivez de aquel sujeto. Pocas veces en la vida se había encontrado con personas que le dirigieran la palabra de esa manera, y quien lo hacía, tarde o temprano terminaba pagando las consecuencias. Pero al parecer ese “Jung Yunho” poco le importaba las represalias de responderle a un hombre con dinero. Sin embargo, Jaejoong lo dejo pasar, pensando que no tendría caso discutir con un hombre que probablemente nunca se lo volvería a cruzar y con quien, además, estaba a punto de hacer un trato.

—Lo único que tiene que hacer para ganarse ese dinero es dejar de ir al Molino rojo.

—¿Por qué? —Preguntó Yunho confundido. Esto se estaba tornando más raro de lo que por sí era.

—He notado su reciente fascinación al lugar y especialmente por una de las chicas que ahí trabaja… usted sabe a quien me refiero.

El pelinegro entrecerró los ojos, no estando seguro de saber de quién le hablaba. El Molino rojo era un  lugar desestresante y mágico para él, ideal para una noche de copas, diversión y travesura. A veces coqueteaba con algunas chicas del lugar, por lo que era difícil saber a cuál específicamente se estaba refiriendo. A no ser que…

—La pelirroja, ¿Lady Marmalade?

Jaejoong no dijo nada y se echó hacia atrás, recostándose en su gran sillón de cuero, dándole a entender que había adivinado.

“Así que por eso es”

Espera... ¿Qué?

¿Todo este embrollo era por una mujer? ¿Lo llevó hasta allí y le ofrecía cantidades de dinero solo por aceptar dejar de acercarse a una mujer? ¿Por celos? A Yunho hasta le pareció graciosa toda la situación, asombrado de la manera en que los ricos podían solucionar las cosas.

—Le pagare el triple de lo que gana si deja de frecuentarla y la olvida por completo, o hasta puedes poner su propio precio si desea… —Dijo esto sacando un fajo de billetes de su bolsillo —No importa la cantidad, como vera…

Yo no tengo límites.

Ante eso, Yunho no pudo aguantar la risa, mirando como un muy desconcertado Jaejoong hacia una desagradable mueca.

—¿Y qué es tan gracioso? —Preguntó el peli castaño.

—Nada, nada. —Yunho negó con las manos, recomponiéndose. —Solo me parece divertido que un hombre como usted me esté pagando a mí para dejar de ver a una mujer. Cualquiera creería que podría conseguir lo que quisiera.

—Y lo puedo hacer, por eso le estoy pagando. No tengo el tiempo ni las ganas de conseguirlo de otra forma, la verdad. —Le contestó con arrogancia.

Yunho, ahora serio, se quedó mirando por unos minutos los ojos del otro hombre, quien le dedicaba una mirada penetrante.

“Pobre imbécil”

Fue lo único que pensó al caer en cuenta la seriedad con la que el joven hablaba. Yunho realmente odiaba esa clase de personas, las que creían que con el dinero todo se podía comprar, incluso cosas intangibles como el amor, el respeto o la decencia. De por si a Yunho no le gustaba mucho el dinero; si no fuera porque era importante para su sobrevivencia, él ni siquiera tendría un centavo en sus pantalones.

Definitivamente, no le iba a dar el gusto a ese malcriado.

—Bueno es muy interesante su inusual propuesta, pero creo que tendré que rechazarla.

Jaejoong alzó una ceja. —¿Por qué?

—Simplemente no me gusta que nadie me diga lo que tengo que hacer.

—¿Es enserio? —Arremetió Jaejoong, incrédulo. —Le estoy hablando de una gran suma, no puedo creer que alguien como usted este rechazando una oportunidad.

—¿Alguien como yo?

—Si —Afirmó Jaejoong, escupiendo con soberbia. —Un muerto de hambre.

Yunho no pudo más y se levantó de su silla, colocando ambas palmas en el escritorio y acercándose peligrosamente hacia el frente. El otro ni siquiera retrocedió un centímetro. —¿Me considera inferior cierto? Si lo hace, ¿Por qué se preocupa tanto eh? ¿Por qué se molestó en traerme hasta aquí y ofrecer millonadas? ¿Cree que no pueda…contra mí?

—Estoy seguro que puedo…

—¿Y entonces?

Callado, Jaejoong le devolvió la mirada, perdiendo la falsa modestia que se había ingeniado de armar, minuto a minuto. —Mire Yunho, no quiere estar contra mí. Sé lo que le digo. Suficiente es que le esté ofreciendo dinero a cambio de algo tan insignificante, así que no juegue con mi paciencia. Si yo quiero puedo poner el mundo en su contra.

Yunho le sonrió. —Quiero ver que lo intente. —Giró y caminó en dirección a la salida, pero al parecer Jaejoong no estaba dispuesto a que la conversación terminara ahí.

—¡No puedo creer que tenga el coraje de decirme eso! ¡¿Usted no sabe quién soy yo?!

—No, no lo sé ¿Debería? Usted ni siquiera ha tenido la cortesía de informármelo.

—Jaejoong, mi nombre es Kim Jaejoong y esperó que se le quede grabado de ahora en adelante. Estoy seguro que sí.
—Bien, Kim Jaejoong —Yunho respondió. —Lo tendré presente la próxima vez que piense en ricachones idiotas como usted. —Abrió la puerta de la habitación y antes de salir, volvió a girar, encarando al otro. —Ah y por si las dudas, no dejare de ir al Molino rojo y no dejare de visitar a la chica de cabello rojo, así que… ¿Dejemos que ella decida, no? —Dándole una sonrisa, Yunho tiró de la puerta y desapareció detrás de esta, dejando a Jaejoong soló con su frustración y su enojo.

—¡Arggg!

Jaejoong gritó minutos después, estrellando una considerable valiosa artesanía de oro contra su escritorio de madera tallado. Ese sentimiento de no poder llevar a cabo lo que quería, no lo había experimentado en mucho tiempo, y más rabia le daba que quien se lo hubiera impedido, fuera un pobre muerto de hambre que ni en un millón de años podría compararse con él.

—No importa, como dije yo siempre consigo lo que deseo. —Trató de darse ánimos, ya un poco más calmado, aunque algo dentro de sí le decía, que esta vez no iba a ser tan fácil.



..


Nota: Hola! Espero que con este capitulo haya quedado mas clara la trama. Espero sus comentarios. Hasta luego.




11 comentarios:

  1. Siiii primer capi y quede encantadisima(ya entendi) uffff esto si que no me los esperaba yunho el pobreton y jae el ricachoo . Mas escantada todavia ya q la.mayoria de las historias q eh leido yunho es el ricky ricachon por eso voy estar mas perdiente. Graciasss nena espeero el prox .no tardes siii

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  2. pobre Jae que creyó poder comprar a Yunho pero este ya le a dejado en claro que no lo tendrá tan fácil pero creo que la pelirroja se ira con Yunho pues por el si mostró interés así es que creo que Jae tiene la de perder con esa mujer
    GRACIAS por compartirlo espero el siguiente hasta pronto bye

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  3. Todo un reto para,jae. Yo crei q el era la señorita mermelada jejeje creo q m equivoq jeje. Esta interesante de verdad. Espero la actu pronto y gracias x compartir : )

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  4. Jae es un chico adinerado y prepotente y yunho el humilde o.o pense que yunho seria el adinerado. pero por lo q vi, yunho le dara mas de una leccion. Yheeee me encanta cuando jae es el rebelde el chico difícil **

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  5. Jae no puedes manipular a Yunho con dinero....pero si con tus encantos. A mi se me hace q el pasado de Jae estuvo ligada a hombres, por eso su papa es asi con el. Siento q Jae hara de cuadritos la vida de Yunho, pero al final Jae sera el q sufra :( ... Gracias!

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  6. Oh oh!! Ambos enfrentados por esa misteriosa pelirroja.
    Bueno Jae Joong creo que merece una lección de humildad.

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  7. Jaja Jae no se esperava que yunho fuera el primero en no cumplir sus caprichos, me muero de curiocidad de saver de cual es el secreto de Jae

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  8. uyy no le fue nada bien a Jaejoong pero no se dejara vencer ya quiero saber mas como competirán y quien terminara conquistado
    Gracias

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  9. What? XD jajajajajaja
    Con el prólogo tenia una idea totalmente de lo que iba el fic, pero ola la~ que cambio! Algo preconcebido lo destrozas te y has hecho algo nuevo Cómo siempre... vaya vaya xD jajajajaja ok! Me gustó! Quiero ver como se desarrollará esta historia 😏😏😏
    Gracias por el cap!

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  10. Genial!!!! Pero no entiendo es Yunjae cierto? Verlos pelear por una mujer se me hace extraño vamos a ver que sucede.

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  11. ME INTRIGA SABER A QUE "MAÑAS" SE REFERÍA EL PADRE DE JAE, INTERESANTE VEREMOS COMO SIGUE ...GRACIAS

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