Primera entrega
“Él
conoció a Marmalade
en el viejo Moulin Rouge”
- Lady Marmalade
O
|
h,
el encantador París de los años 20. Una época nueva, donde el charlestone
reinaba, el jazz imponía y la expansión cultural crecía conforme la ciudad
abría sus fronteras.
Luego
de los estragos que había dejado la primera guerra mundial, la ciudad estaba
dispuesta a renacer, feliz y despreocupada, intentando olvidar (o por lo menos
tratar de obviar) la crisis que se avecinaba. Las actividades de ocio fueron
tomando fuerza y los espectáculos deslumbrantes y bien montados, se
convirtieron en el centro de entretenimiento de los parisinos cuyo placer era
exclusivamente pasar un buen rato. Gente de todo el mundo fue llegando; tanto
artistas bohemios enamorados de la vida y la libertad, como empresarios ricos buscando
instalarse en la nueva ciudad de la modernidad.
El
barrio Montmartre pronto reafirmó su status como barrió bohemio de la capital,
no solo por la cantidad de artistas que recibía, sino también por albergar el
popular cabaret “Molino rojo” el cual había abierto sus puertas a finales del
siglo pasado y desde ahí jamás las había vuelto a cerrar. Lo que relataban los
hombres que admitían asistir al célebre lugar es que era un sitio mágico, la
fantasía de cualquier hombre. Un lugar para perderse y encontrarse, donde la
diversión y la lujuria iban de la mano.
Por
lo tanto, no era de extrañarse que cualquier tipo de hombre, fuera de la clase
social que fuera, ansiara estar en las noches del Molino rojo…
—¿Así
que qué sabes de Kim Jaejoong?
Dos
mujeres dentro del camerino del cabaret hablaban frente al tocador de luces
mientras se maquillaban para el show de ese día. Con frecuencia, las cabaret solían
chismosear acerca de los hombres que iban a visitarlas cada noche, sobre todo
aquellos hombres que ostentaban gran fortuna.
—Bueno
de los rumores que he oído, es el hijo de un terrateniente muy poderoso de Corea.
Un muchacho joven de no más de 30 años, parece poseer buen dinero.
—Y
es guapo también…
—Sí,
también he escuchado que se la pasa de país en país conquistando a mujeres como
nosotras, gastándose indiscriminadamente la fortuna de su padre.
—¿Un
derrochador?
—Exactamente.
La
conversación fue interrumpida cuando entró ella
al camerino, la famosa Lady Marmalade
del lugar. Existía cierta tensión entre ella y las demás miembros del Molino
rojo, ya que debido a su popularidad, había despertado gran envidia entre las
cabaret. Su personalidad fría y arrogante tampoco ayudaba en su relación,
añadiendo además que se comportaba como la diva del lugar, avivando aún más la
llama de antipatía que día a día crecía entre ellas.
Mirándolas
con desdén, la recién llegada se acomodó en el tocador del frente y se comenzó
a arreglar, peinando con delicadeza su largo cabello rojo para evitar que sus
ondas se despeinaran.
—Oí
un rumor de que podría estar interesado en ella. —La que había estado hablando
retomó la conversación en voz bajita, haciendo un gesto con los ojos señalando
a la que se encontraba sentada a sus espaldas. —No será difícil conquistarla
supongo, con eso de que es heredero de uno de los hombres más ricos de
Asia.
—El
mono baila por el dinero. —Mencionó la otra, mirando disimuladamente hacia
atrás.
—Correcto,
no creo que a ella le interese mucho sus lindos sentimientos…
La
otra se burló. —¿Sentimientos? Por favor, no creo que él tenga sentimientos
hacia ella. Por lo que me dices parece ser un joven que solo le gusta tener
aventuras por ahí, nada serio, por lo que tal vez ella solo sea su capricho
momentáneo.
—Quizá.
—Además,
tampoco creo que él sepa mucho sobre ella. Ni siquiera nosotras que hemos
estado trabajando con ella sabemos su verdadero nombre. Ni de donde vino ni a
donde va. No es posible enamorarse sin conocer a la otra persona.
—Creo
que tienes razón.
—¡Ustedes
dos! —La pelirroja de repente se levantó de su asiento, provocando que las
otras chicas se sorprendieran y volvieran inmediatamente a lo que estaban
haciendo. —Su orden de salida es el siguiente, Tú, —Señaló. —Vas de quinta y tú,
vas de séptima. Yo seré la última.
Sentenciando
con voz firme salió del lugar, dejando el eco de sus grandes tacones al
caminar.
—Perra,
la odio. —Una de ellas comentó segundos después, provocando que la segunda
soltara una carcajada mientras volvía a aplicarse un poco más de rímel en las
pestañas.
..
Jaejoong observó como su padre
terminaba de recoger sus cosas personales y las colocaba en una maleta,
alistando todo para cuando fuera la hora de partir de nuevo hacia Corea. Desde
que se había ido de su casa, hace un poco más de tres años, esta era la primera
vez que recibía una visita de su padre. Realmente no tenían una relación muy
cercana puesto que su situación familiar era complicada.
Su padre era nada más y nada menos
que uno de los hijos mayores del emperador Gojong, quien fue el penultimo emperador del gran imperio Coreano
hasta que los Japoneses invadieron el país y le arrebataron la soberanía a la
monarquia Coreana, por medio del tratado de anexión Corea—Japón en 1910. Debido
a que su padre no había sido el sucesor directo del imperio (fue su hermano
menor el emperador Sunjong) y en un intento de escapar del imperio Japonés, se cambió
el nombre y desapareció con varias riquezas y poder de tierras que la familia
imperial había acumulado a través de los años. Ahora, el señor Kim era un
poderoso terrateniente desvinculado totalmente con la familia imperial, y muy
pocos conocían su verdadero origen.
Luego de la muerte de su madre,
Jaejoong pensó que lo más prudente era escapar de Corea para evitar ser
descubiertos por las fuerzas Japonesas, pero su padre se había negado irse,
alegando que no dejaría sus tierras, puesto que muchos colonos Japoneses
estaban interesados en la adquisición de tierras agrícolas Coreanas. Era un
pensamiento negligente considerando el hecho de que lo que tenían acumulado en
riquezas, le servirían a Jaejoong y a él hasta como para vivir otra vida. Era
idiota arriesgar la vida por tal cosa, pero al fin y al cabo así es la gente rica:
Nunca es suficiente con lo que tienen.
—Hijo, me alegro verte, por lo menos
ahora sé que no estás en la completa decadencia… —Su padre agregó; comentario
que sonaba más como una ofensa escondida que como un cumplido.
El señor Kim no era ningún tonto. Él
sabía que desde que su hijo había abandonado Corea, se había dedicado al
libertinaje y a gastar su dinero en excesos. No lo promovía, sin embargo ya no
estaba interesado en tratar de remediar la situación, por lo que simplemente lo
permitía. Desde pequeño, Jaejoong siempre había sido un chico rebelde, así que
intentarle cambiar ese habito sería una tarea más que difícil. Por lo menos
agradecía que Jaejoong estuviera gastando su fortuna divirtiéndose como un
“verdadero hombre” y no en sus “mañas” del pasado. Al parecer, el joven había
dejado eso atrás y para ser completamente honesto, su padre lo esperaba
encontrar en condiciones peores.
Sin embargo, había algo que al señor
Kim le inquietaba, y era el hecho de que Jaejoong no tuviera planes de compromiso
en un futuro próximo. Era cierto que no podía pedir mucho viendo que Jaejoong prefería
vivir la vida de la manera “alocada” por sobre la manera “convencional”, pero también
era cierto que su hijo en unos cuantos años cumpliría 30 años y no se podía dar
el lujo de estar todavía soltero. Dentro de sí mismo, el señor Kim ilusamente esperaba
que su hijo recapacitara y buscara formalizar una vida, pero lo más probable es
que eso no sucedería. Al menos no pronto, por lo que él mismo tendría que
acelerar un poco las cosas.
—Antes de que me vaya, quiero saber
si pensaste lo que te dije el otro día.
Le preguntó sin siquiera voltear a
mirarlo, no queriendo ver aun su expresión.
—¿De qué hablas padre?
—De tu relación con la mujer del Molino
rojo.
Jaejoong se tensó un poco, realmente
no quería tener esta conversación. —Claro que si lo he considerado, ¿Acaso no
recuerdas que mande a pedir información del hombre quien le coqueteó aquella
noche?
—Sí, pero necesito más que eso. —El
hombre se volteó y caminó en dirección a su hijo, instalándose a no muy pocos
centímetros de él. —Necesito que verdaderamente estés comprometido a
conseguirla, que esto no sea una conquista pasajera.
El señor Kim sabía que si obligaba a
su hijo a comprometerse con una chica de sociedad (como debía ser) no tendría
ningún fruto, por lo tanto impulsarlo a conseguir aunque fuera una cortesana
(en otro términos puta refinada) era
lo más que podía hacer. Además, había averiguado y Lady Marmalade no se trataba
de otra bailarina más de los cabaret nocturnos de París. Ella era lujosa, casi
que exclusiva para las personas más ricas. Si su hijo no aceptaba tener lo más
valioso de la sociedad alta al menos tendría lo más valioso de la baja.
Así estaban acostumbrados: A no
recibir sobras sino a comprar el plato completo.
—¿Qué quieres que haga? —Preguntó
Jaejoong luego de ver la seriedad en los ojos de su padre.
—Solo digo que deberías pensar que
ya pasaron los días de estar tonteando por ahí, debes conseguir alguien y
rápido. Y no voy a aceptar a cualquiera.
Jaejoong suspiró fuerte. —Quieres
que yo este con Lady Marmalade. —Afirmó, para su padre y para él mismo.
—Saca tus conclusiones.
El peli castaño tomó una breve
bocanada de aire, analizando la situación. Debió suponer que la visita de su
padre así de la nada no era por simple cortesía, era para pedirle algo. Le
parecía extraño que hubiera escogido precisamente a alguien como ella, pero
también recordaba como a su padre le encantaba ponerle retos, quizá para
hacerle demostrar que tan fuerte podía ser.
—Señor, Su coche ya está aquí. —Su
mano derecha los interrumpió y el señor Kim hizo una señal de espera con la
mano, indicándole que iría después de que formalizara el asunto. Fue hasta su
equipaje, tomando la pesada maleta con una mano, no sin antes dirigirle la
palabra al más joven. —Hijo, me has decepcionado en el pasado, incluso aun lo
sigues haciendo en algunas cosas, por eso te pido que no me decepciones en
esto. Los varones de la familia Kim siempre han sido personas de admirar,
fuertes, vencedores; no aceptare que manches con ese honor si sigues con esa
clase de vida. No soporto hijos débiles… ni perdedores.
Jaejoong se mordió los labios,
sintiendo muy cercanamente las palabras de su progenitor. —Si padre.
—Volveré en un mes o dos, hasta
entonces espero que el “asunto” ya esté resuelto.
—Sí señor. —Le contestó y vio como
su padre desapareció por la puerta, retirándose con todo su arsenal de
guardaespaldas, mayordomos y demás asistentes.
Una vez se fue, Jaejoong se dirigió
hacia la ventana de la habitación y pegó su frente contra esta, pensando en la
conversación que había tenido minutos atrás. La había casi que olvidado pero
siempre que veía a su padre, esa sensación volvía a su cuerpo: La sensación de
sentir como si una gran piedra hubiera sido puesta sobre su cabeza. Aunque
Jaejoong siempre había encontrado la manera de desobedecerle, su padre siempre encontraba
la manera de contraponérsele, y Jaejoong sabía muy bien que era él el que las
tenía de perder.
No tenía armas con las que jugar
cuando se trataba de su padre.
Él era la única persona en toda la
faz de la tierra que lo hacía sentir así.
Diminuto.
—Joven Jaejoong, ¿Puedo pasar? —Su
guardaespaldas Yoochun habló, asomando su cabeza por la puerta.
—¿No te enseñaron que no debes
molestar? —Jaejoong le contestó con pesadez, odiando que lo interrumpieran
incluso con sus pensamientos.
—Es sobre el encargo que me
encomendó hace unos días. Ya lo tengo.
Exhalando profundamente, Jaejoong se
dio la vuelta, estirando su brazo para que Yoochun le entregara el archivo.
—Eso fue todo lo que pude recolectar
señor.
Lo escuchó y se dispuso a abrir la
carpeta, la cual tenía unos pocos papeles escritos en máquina de escribir.
—Ya veo. —Mencionó para sí mismo
mientras pasaba las páginas, analizando lo que estaba escrita en ellas.
Se llamaba Jung Yunho, el sujeto del
expediente. Pertenecía a su mismo país, la republica de Corea, y también compartía
su misma edad: exactamente 27 años. Su situación económica al parecer no era
muy ostentosa; era una especie de rebuscador que se las arreglaba consiguiendo
dinero a cambio de shows espontáneos en la calle, o haciendo dibujos, o bailes,
o trucos de magia o cualquier cosa que le proporcionara un pan a la boca. Parecía
ser alguien talentoso, un artista. Su habilidad para conseguir clientes era
otro de sus encantos, por lo que a pesar de no poseer una gran fortuna, no se podría
decir que estaba en la total quiebra.
Aun así, Yunho no tenía una vida
estable. Iba de ciudad en ciudad, de hostal en hostal, yendo hacia donde el
viento lo llevara. No tenía un hogar fijo ni posesiones que le duraran más de un
año, parecía ser del tipo de persona que no se apegaba a lo material, sino más
bien lo único que lo complacía era vivir el día a día sin preocupaciones del
futuro. Atendiendo solo el presente.
Sonaba como una persona extrañamente
feliz.
Pero para Jaejoong ese tipo de
felicidad no tenía ningún sentido.
—Supongo que no es algo de lo que me
deba preocupar. —Murmuró tiempo después dejando caer el expediente sobre una
mesa cercana.
—Algunos testigos que entreviste
dijeron que va frecuentemente al Molino rojo, y lo han visto conversar con Lady
marmalade… varias veces.
Jaejoong no hizo ningún tipo de
expresión, tan solo se aproximó a una mesa donde había una botella de
champagne, sirviéndose una copa con total tranquilidad mientras meditaba la
situación. Probablemente ese hombre no significaba nada grave, pero como dice
el dicho más vale prevenir que lamentar, por lo que tendría que tomar cartas en
el asunto.
—Yoochun tráelo aquí, dile que
necesitamos hacer un negocio.
El guardaespaldas no hizo nada más
que asentir levemente como signo de obediencia y salir de la habitación,
dispuesto a obedecer otro de los mandados de su malcriado jefe.
..
Una multitud considerable de personas
aplaudían en aquella calle tan transitada de París, mientras el responsable de
la aglomeración les hacia una pequeña venia agradecido por el apoyo. Luego; sin
esperar que el hombre terminara de hacer su trabajo, una pareja de hombres lo
abordó y se lo llevó con la excusa de que un muy importante hombre quería hacer
negocios con él. Este no opuso resistencia ya que, aunque él no era una persona
de grandes ambiciones, tampoco era tonto, por lo que un acuerdo con un hombre
adinerado no sonaba como una mala idea.
Aunque… ¿Para qué carajos un hombre
de esos atributos quería hacer un negocio con él? ¿Sobre qué y con qué fin?
Llegando a uno de los grandes
hoteles ubicado en el conocido primer distrito de París, los tres se bajaron
del automóvil, entrando al ostentoso lugar. Tomaron un elevador y ascendieron
hasta el último piso donde estaba la lujosa suite donde seria atendido. A
continuación, Yunho fue acomodado en un sillón en frente de un escritorio para
luego ser dejado completamente a solas. Yunho se aclaró la garganta, esto era
sin duda muy extraño.
Recorriendo la habitación con la
mirada, Yunho pudo percibir que quien fuera el propietario de esa suite, en
efecto si parecía tener mucho dinero. Cuadros hermosos, estructuras bañadas en
oro y plata, artesanías extravagantes… de verdad no era cualquier aparecido
quien lo había citado ese día.
—Oh parece que ya llegó. —Exclamaron
a sus espaldas y Yunho se levantó de su asiento, dándole cara al dueño de la
voz. Se sorprendió un poco cuando vio a un guapo joven en frente; lo que él
esperaba era a un viejo calvo, quien apenas si podría caminar de lo gordo que
estaba. Muy alejado de esa visión, se encontraba un hombre con cabello castaño,
de piel clara, ropa de buen vestir y una actitud arrogante. Yunho no pudo
evitar pensar que no parecía un hombre de negocios sino tal vez un niño quien había
tenido la fortuna de nacer en el seno de una familia rica.
Y no sabía cuánto estaba en lo
correcto.
—Jung Yunho, mucho gusto. —Se presentó
inclinándose y mostrando la mano.
Vio como el otro lo miro de arriba
abajo con desdén y le rechazó el saludo, aproximándose hacia la parte contraria
del escritorio. Se sintió ofendido.
—¿No me va a decir su nombre? —Preguntó
con un tono menos cortes, cuando no pudo dejar
de notar como el peli castaño se mantenía mirándolo con desagrado, sin siquiera
dirigirle un saludo.
—No creo que sea necesario. Es más,
tal vez esta vez sea la última en que nos veamos.
—Creí que quería hacer un negocio
conmigo.
—Sí, así es.
—¿Entonces? Me hizo salirme de mi
trabajo para venir hasta aquí y por lo que va de esta conversación, no me ha
dicho cuáles son sus intenciones conmigo.
Jaejoong se burló. —Oh por favor, ni
que sacarlo de su miserable trabajo fuera un gran dilema, más bien le hice un
favor.
A Yunho no le cayeron nada bien esas
palabras. —¿De qué se trata todo esto? ¿Me ha traído para burlarse de mí?
¿Quién es usted y como me conoce?
—Ya le dije que no tiene sentido
decirle quien soy, solo quiero proponerle algo, así de sencillo.
Yunho se dejó caer en el asiento,
pensando que ponerse a pelear realmente no solucionaría nada. —Y Bueno ¿Qué es?
—Respiró profundo, tratando de calmar sus nervios. El peli castaño imitó su
movimiento y se sentó, colocando los codos sobre la mesa.
—¿Usted no debe ganar mucho en ese
remedo de trabajo que tiene, no?
Yunho hizo una mueca. —Me alcanza
para lo necesario… y hasta más si quiero. —Le contestó desafiante, no
gustándole la manera altanera con la que se le refería.
—¿Y qué diría si yo puedo duplicarle
sus ganancias hasta el triple de lo que se hace en un mes?
—¿Y con qué razón? No creo que
quiera hacer su buena obra del día conmigo.
Jaejoong se volvió a reír. —No claro
que no, solo es algo que tiene que dejar de hacer y ya, problema resuelto.
—¿Por qué no me dice de una buena
vez y nos ahorramos todos los rodeos? Tengo que hacer cosas más importantes en
este momento… como volver a mi “insignificante” trabajo por ejemplo.
Jaejoong levantó una ceja,
sorprendido por la altivez de aquel sujeto. Pocas veces en la vida se había
encontrado con personas que le dirigieran la palabra de esa manera, y quien lo hacía,
tarde o temprano terminaba pagando las consecuencias. Pero al parecer ese “Jung
Yunho” poco le importaba las represalias de responderle a un hombre con dinero.
Sin embargo, Jaejoong lo dejo pasar, pensando que no tendría caso discutir con
un hombre que probablemente nunca se lo volvería a cruzar y con quien, además,
estaba a punto de hacer un trato.
—Lo único que tiene que hacer para
ganarse ese dinero es dejar de ir al Molino rojo.
—¿Por qué? —Preguntó Yunho
confundido. Esto se estaba tornando más raro de lo que por sí era.
—He notado su reciente fascinación
al lugar y especialmente por una de las chicas que ahí trabaja… usted sabe a
quien me refiero.
El pelinegro entrecerró los ojos, no
estando seguro de saber de quién le hablaba. El Molino rojo era un lugar desestresante y mágico para él, ideal
para una noche de copas, diversión y travesura. A veces coqueteaba con algunas chicas
del lugar, por lo que era difícil saber a cuál específicamente se estaba
refiriendo. A no ser que…
—La pelirroja, ¿Lady Marmalade?
Jaejoong no dijo nada y se echó
hacia atrás, recostándose en su gran sillón de cuero, dándole a entender que había
adivinado.
“Así que por
eso es”
Espera... ¿Qué?
¿Todo este embrollo era por una
mujer? ¿Lo llevó hasta allí y le ofrecía cantidades de dinero solo por aceptar
dejar de acercarse a una mujer? ¿Por celos? A Yunho hasta le pareció graciosa
toda la situación, asombrado de la manera en que los ricos podían solucionar
las cosas.
—Le pagare el triple de lo que gana
si deja de frecuentarla y la olvida por completo, o hasta puedes poner su
propio precio si desea… —Dijo esto sacando un fajo de billetes de su bolsillo —No
importa la cantidad, como vera…
Yo no tengo límites.
Ante eso, Yunho no pudo aguantar la
risa, mirando como un muy desconcertado Jaejoong hacia una desagradable mueca.
—¿Y qué es tan gracioso? —Preguntó
el peli castaño.
—Nada, nada. —Yunho negó con las
manos, recomponiéndose. —Solo me parece divertido que un hombre como usted me esté
pagando a mí para dejar de ver a una mujer. Cualquiera creería que podría
conseguir lo que quisiera.
—Y lo puedo hacer, por eso le estoy
pagando. No tengo el tiempo ni las ganas de conseguirlo de otra forma, la
verdad. —Le contestó con arrogancia.
Yunho, ahora serio, se quedó mirando
por unos minutos los ojos del otro hombre, quien le dedicaba una mirada
penetrante.
“Pobre
imbécil”
Fue lo único que pensó al caer en
cuenta la seriedad con la que el joven hablaba. Yunho realmente odiaba esa
clase de personas, las que creían que con el dinero todo se podía comprar,
incluso cosas intangibles como el amor, el respeto o la decencia. De por si a
Yunho no le gustaba mucho el dinero; si no fuera porque era importante para su
sobrevivencia, él ni siquiera tendría un centavo en sus pantalones.
Definitivamente, no le iba a dar el
gusto a ese malcriado.
—Bueno es muy interesante su inusual
propuesta, pero creo que tendré que rechazarla.
Jaejoong alzó una ceja. —¿Por qué?
—Simplemente no me gusta que nadie
me diga lo que tengo que hacer.
—¿Es enserio? —Arremetió Jaejoong,
incrédulo. —Le estoy hablando de una gran suma, no puedo creer que alguien como
usted este rechazando una oportunidad.
—¿Alguien como yo?
—Si —Afirmó Jaejoong, escupiendo con
soberbia. —Un muerto de hambre.
Yunho no pudo más y se levantó de su
silla, colocando ambas palmas en el escritorio y acercándose peligrosamente
hacia el frente. El otro ni siquiera retrocedió un centímetro. —¿Me considera
inferior cierto? Si lo hace, ¿Por qué se preocupa tanto eh? ¿Por qué se molestó
en traerme hasta aquí y ofrecer millonadas? ¿Cree que no pueda…contra mí?
—Estoy seguro que puedo…
—¿Y entonces?
Callado, Jaejoong le devolvió la
mirada, perdiendo la falsa modestia que se había ingeniado de armar, minuto a
minuto. —Mire Yunho, no quiere estar contra mí. Sé lo que le digo. Suficiente
es que le esté ofreciendo dinero a cambio de algo tan insignificante, así que no
juegue con mi paciencia. Si yo quiero puedo poner el mundo en su contra.
Yunho le sonrió. —Quiero ver que lo
intente. —Giró y caminó en dirección a la salida, pero al parecer Jaejoong no
estaba dispuesto a que la conversación terminara ahí.
—¡No puedo creer que tenga el coraje
de decirme eso! ¡¿Usted no sabe quién soy yo?!
—No, no lo sé ¿Debería? Usted ni
siquiera ha tenido la cortesía de informármelo.
—Jaejoong, mi nombre es Kim Jaejoong
y esperó que se le quede grabado de ahora en adelante. Estoy seguro que sí.
—Bien, Kim Jaejoong —Yunho respondió.
—Lo tendré presente la próxima vez que piense en ricachones idiotas como usted.
—Abrió la puerta de la habitación y antes de salir, volvió a girar, encarando
al otro. —Ah y por si las dudas, no dejare de ir al Molino rojo y no dejare de
visitar a la chica de cabello rojo, así que… ¿Dejemos que ella decida, no? —Dándole
una sonrisa, Yunho tiró de la puerta y desapareció detrás de esta, dejando a
Jaejoong soló con su frustración y su enojo.
—¡Arggg!
Jaejoong gritó minutos después,
estrellando una considerable valiosa artesanía de oro contra su escritorio de
madera tallado. Ese sentimiento de no poder llevar a cabo lo que quería, no lo había
experimentado en mucho tiempo, y más rabia le daba que quien se lo hubiera impedido,
fuera un pobre muerto de hambre que ni en un millón de años podría compararse
con él.
—No importa, como dije yo siempre
consigo lo que deseo. —Trató de darse ánimos, ya un poco más calmado, aunque
algo dentro de sí le decía, que esta vez no iba a ser tan fácil.
..
Nota: Hola! Espero que con este capitulo haya quedado mas clara la trama. Espero sus comentarios. Hasta luego.
Siiii primer capi y quede encantadisima(ya entendi) uffff esto si que no me los esperaba yunho el pobreton y jae el ricachoo . Mas escantada todavia ya q la.mayoria de las historias q eh leido yunho es el ricky ricachon por eso voy estar mas perdiente. Graciasss nena espeero el prox .no tardes siii
ResponderBorrarpobre Jae que creyó poder comprar a Yunho pero este ya le a dejado en claro que no lo tendrá tan fácil pero creo que la pelirroja se ira con Yunho pues por el si mostró interés así es que creo que Jae tiene la de perder con esa mujer
ResponderBorrarGRACIAS por compartirlo espero el siguiente hasta pronto bye
Todo un reto para,jae. Yo crei q el era la señorita mermelada jejeje creo q m equivoq jeje. Esta interesante de verdad. Espero la actu pronto y gracias x compartir : )
ResponderBorrarJae es un chico adinerado y prepotente y yunho el humilde o.o pense que yunho seria el adinerado. pero por lo q vi, yunho le dara mas de una leccion. Yheeee me encanta cuando jae es el rebelde el chico difícil **
ResponderBorrarJae no puedes manipular a Yunho con dinero....pero si con tus encantos. A mi se me hace q el pasado de Jae estuvo ligada a hombres, por eso su papa es asi con el. Siento q Jae hara de cuadritos la vida de Yunho, pero al final Jae sera el q sufra :( ... Gracias!
ResponderBorrarOh oh!! Ambos enfrentados por esa misteriosa pelirroja.
ResponderBorrarBueno Jae Joong creo que merece una lección de humildad.
Jaja Jae no se esperava que yunho fuera el primero en no cumplir sus caprichos, me muero de curiocidad de saver de cual es el secreto de Jae
ResponderBorraruyy no le fue nada bien a Jaejoong pero no se dejara vencer ya quiero saber mas como competirán y quien terminara conquistado
ResponderBorrarGracias
What? XD jajajajajaja
ResponderBorrarCon el prólogo tenia una idea totalmente de lo que iba el fic, pero ola la~ que cambio! Algo preconcebido lo destrozas te y has hecho algo nuevo Cómo siempre... vaya vaya xD jajajajaja ok! Me gustó! Quiero ver como se desarrollará esta historia 😏😏😏
Gracias por el cap!
Genial!!!! Pero no entiendo es Yunjae cierto? Verlos pelear por una mujer se me hace extraño vamos a ver que sucede.
ResponderBorrarME INTRIGA SABER A QUE "MAÑAS" SE REFERÍA EL PADRE DE JAE, INTERESANTE VEREMOS COMO SIGUE ...GRACIAS
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